El Accidente
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ioelmejor69.
María Elena subió al Autobús, camino por el pasillo hasta llegar a su lugar, siempre buscaba que le dieran el asiento número 9, tenia de frente y a poca distancia el televisor, a estas horas siempre pasaban alguna película y con suerte podría ver dos ya que el trayecto hasta la ciudad de León, Guanajuato, tomaba al menos las cuatro horas y si no había mucho tránsito a la salida de la ciudad.
Se acomodó en el asiento y aflojo un par de agujeros el cinturón de la falda que llevaba, de color gris perla al mismo tono de su blusa de mangas largas y de escote cerrado hasta el cuello, le gustaba vestir así siempre que viajaba, tenía más de un año que no lo hacía, había sido un viaje corto a Tlaxcala, sus viajes ahora siempre tenían por motivo el atender la petición de alguno de sus hijos.
María Elena a sus 66 años, tenía cinco hijos, bueno seis si contaba a su primera nieta que había tenido que registrar como su hija ya que su madre, no quiso responsabilizarse nunca de ella, dos hombres y tres mujeres, bueno, cuatro.
Sandra la mayor, ahora ya casada tenía dos hijos, Ernesto le seguía, soltero y tal vez nunca se casara, después venían las Gemelas, Carmen y Arcelia, cada una con dos hijos, luego Pedro quien con un solo hijo era la razón de su viaje, había tenido un accidente en el trabajo y tenía que ser sometido a una operación en la columna vertebral, por lo riesgoso del procedimiento, iba a cuidarlo y verlo, por último la nieta-hija Irene que con 24 años estaba a punto de casarse pues estaba embarazada.
Todos ellos, hijos y nietos, se habían convertido en su razón de vivir, mucho más desde que se quedó viuda al morir su esposo Ernesto, con él viajaba a muchos lugares, como era ferrocarrilero, tenía pase de libre acceso a los trenes de pasajeros que ahora en el 2014, cumplían más de 20 años de desaparecidos, el cumpliría 16 años de muerto.
Una breve ensoñación, no sintió cuando el autobús empezó a moverse, miro por la ventanilla y estaban a punto de pasar por el hotel de la salida a Cuautitlán, lugar de una de las escapadas con él, en su recuerdo el, era igual de importante que Ernesto su marido, él tenía más años cerca de ella, si le debía recordar más. Sonrió al pensarlo y entrecerró los ojos, se acordó nuevamente de él, ahora tendría casi un año de no verle, sintió que la última vez, se había ido enojado, ella no acepto su propuesta de tener nuevamente sexo, no, no era solo sexo, siempre hubo algo más.
María Elena era una mujer más que guapa, su belleza contrastaba con la fealdad de Ernesto, ella era más alta por unos 15 centímetros, dejo de usar zapatos con tacones para no verse más alta a su lado, ella se parecía en su juventud a Isela Vega, mucha gente siempre se lo decía, tal vez ahora fueran igual de parecidas, Isela también se conservaba muy bien a sus casi 70 años, estaba segura que si se arreglara, haría que muchas cabezas de hombres y mujeres la siguieran.
No se dio cuenta cuando empezó a correr la película, en cuanto vio escenas de violencia, cerró los ojos, nunca fueron sus favoritas, recordó haber visto algunas cuando sus hijos estaban en casa, en esas épocas él estuvo más cerca de ella que el propio Ernesto que viajaba por el trabajo y cuando estaba ahí, lo perdía detrás de una o dos botellas de tequila, bebió siempre, al final lo hizo hasta morirse, la verdad, aunque lo amo, lo sintió un descanso, en el fondo se sintió aliviada, de todas formas ya no tenían vida íntima, su sexo no recordaba la última vez que mantuvieron relaciones, en cambio con él, siempre había oportunidades, no obstante se habían distanciado.
Durmió, abrió los ojos cuando nuevas imágenes pasaban los títulos de salida de una película musical que le encantaba ¡Mamma Mía! Que lastima, la había perdido, ya estaban en León, en pocos minutos tendría que bajar, termino haciéndolo, al voltear vio a la esposa de su hijo Pedro, estaba con su nieto, camino a ellos y subieron a su auto en minutos ya estaban en su casa, cenaron y pidió oportunidad de bañarse y dormir, mañana les esperaba un día pesado.
Al estar desnuda bajo el chorro de agua tibia, acaricio con premura sus senos, amplios muy firmes a pesar de la edad y haber amamantado a tantos, sus pezones de inmediato endurecieron, disfruto apretarlos entre las yemas de sus dedos, hasta ahí, llegaba su forma de darse placer, no le gustaba más que la caricia furtiva, breve, como cuando el, la acariciaba desde que eran adolescentes, después bajo su mano y con movimientos circulares sobre su pubis, se provocó el orgasmo, siempre gozo con intensidad, se podía decir que siempre fue una mujer ardiente y que muchas veces, había tenido que disfrazar sus gemidos y sus espasmos, porque los hijos podrían escuchar, después el sexo se fue alejando hasta que solo le quedaron sus manos en el momento íntimo de su baño, en cambio con él, siempre se había expresado plenamente, con él, era multiorgasmica, se secó, se vistió para dormir y lo hizo de inmediato a pesar de lo que durmió en el viaje.
Después de desayunar, fueron al hospital, ya no alcanzo a ver a su hijo Pedro despierto, ya estaba en el trayecto a la sala de operaciones, a las once de la mañana su nuera tuvo que salir, tenía asuntos del trabajo que atender, después recogería al niño, llevarlo a casa y dejar listo quien lo cuidara, llegaría hasta después de las cuatro de la tarde, sola estuvo una media hora, los médicos avisaron que todo estaba bien y que en pocos minutos podría pasar a ver a su hijo.
A pesar de ser la sección de recuperación post operatoria, era una habitación privada, la sintió caliente al entrar, la razón era que su hijo yacía completamente desnudo sobre las sabanas azules de la cama, un gran parche de blanca tela cubría su baja espalda, estaba boca abajo con la cabeza girada a la derecha, una enfermera acomodaba la sonda que goteaba, terminando en el brazo derecho de Pedro, el color de piel de su hijo siempre había sido moreno obscuro, casi como de negro, viéndolo así, la remontaron a la última vez que lo vio desnudo con solo diez años de edad, había cambiado mucho, era un hombre alto, más de 1.90, estaba muy bien físicamente, brazos musculosos y fuertes, manos grandes, ahora que lo veía, tenía también un trasero abultado, hermoso, rotundo con unas piernas anchas y también musculosas, al terminar de hacer los arreglos, la enfermera dio una sonora palmada en las rotundas nalgas de su hijo, la miro, le sonrió y salió de la habitación diciéndole:-Tardara en despertar más o menos tres horas, volveré entonces, si necesita algo pulse el timbre o use el teléfono con el nueve.
No quería hacerlo, pero se solazo en la contemplación del cuerpo de su hijo, lo hizo hasta que descubrió la ancha cabeza del pene, asomaba más de seis centímetros por entre las piernas, con temor, acerco la mano y sobo la redondez del trasero, se engolosino al sentir su firmeza, tomo una silla y la acerco a la cama, se sentó y continuo acariciando las nalgas de su hijo y la pierna izquierda que tenía a su alcance, su memoria fue a él, en sus tiempos de adolescentes, así habían empezado a conocer sus cuerpos, el, la había acariciado la primera vez sobre las ropas con las que dormía, había despertado al sentir las caricias repetidas sobre sus senos, ya despierta permitió que la mano bajara hasta descubrir su entrepierna, le sorprendió la rapidez con la que se había humedecido, por un momento pensó que se había orinado y sintió pena, en veces sucesivas aprendió que era una forma de manifestar su goce, ella no lo tocaba, solo veía como él lo hacía, su mano subía y bajaba sobre ese miembro grande y venoso, lo agitaba por un tiempo hasta que su ofrenda de leche caía a sus pies, más de una vez, ella tomaba un poco con sus dedos y lo llevaba a la boca de él, lamia con agrado de su mano, mas por tocarla y sentirla cerca, cuando lamia, sus manos siempre volvían a sus senos. Cerró los ojos, siguió acariciando a su hijo.
Llevo su mano al interior de los muslos para luego pasar en el breve reducto donde se unían sus nalgas, le sorprendió tocar el pene de su hijo como si hubiera crecido, se puso de pie para constatarlo, si había crecido, ahora asomaba más de doce centímetros, también había crecido en diámetro, le recordó nuevamente a él, en plena erección su pene rebasaba los 20 centímetros, la primera vez que el intento metérsela por su entrepierna, pensó que nunca entraría, sus efluvios lo bañaron al dispararse con el roce a su clítoris cuando entro, fue bienvenido, su vagina ya se había acostumbrado a recibir al menos dos dedos de él, se movió rápidamente, los dos estaban de pie y ella había subido la pierna un poco para facilitar la entrada, él se salió para derramar su ofrenda en su pie derecho, ella sintió correr su placer por sus muslos casi hasta las rodillas, se sacudió y se estremeció por el recuerdo.
Ahora detuvo su mano y acaricio solo el interior del muslo, tímidamente busco acomodar el pene de su hijo más hacia la pierna izquierda, al hacerlo, un reflejo involuntario de parte de la pierna de su hijo, dio más acceso al pene, se concentró en la caricia al negro cilindro de carne que ahora se sentía más duro, podría jurar que nuevamente había crecido, se asomó a verlo, ahora brillaba su piel, como si estuviera húmeda, su propia entrepierna le mando un mensaje de alerta, le palpito como cuando estaba con él, recordó una ocasión de la época de adolescencia cuando al fin se atrevió a tocarlo, su mano por casi un minuto jugo subiendo y bajando la piel sobre el cilindro de carne, recordó que quito su mano y el la penetro de inmediato, también de pie, prefería sentirlo dentro, la hacía gozar dos o tres veces por una sola de él, a Ernesto su marido nunca le gusto que le tocara, de miembro pequeño pero grueso, no quería que se perdiera entre sus manos grandes, como ella bromeaba, manos grandes, todo pequeño. La de su hijo Pedro era grande, como la de él.
Empezó a sentir un cosquilleo en los pezones, los sintió crecer bajo la tela del sujetador, (también gris) en juego con las bragas que decidió ponerse esa mañana.
Su mano seguía moviéndose por el cilindro de carne, mojo sus dedos en su boca, siguió con el movimiento, ahora recordó la vez que fueron a un hotel, el pretexto fue un viaje a Guadalajara para que conociera la ciudad, él no la conocía, Ernesto su esposo le había autorizado porque él viajaba a Ciudad Juárez y no tenía tiempo, llevaban a su hija-nieta, ella cayo rendida por el trajín del día, ellos tuvieron tiempo de jugar como muchos años antes, él le suplico que le dejara verla desnuda, ella no accedió, solo uso un amplio camisón casi transparente, recordó como se había tendido en la cama con los pies colgando, él le levanto lentamente la tela hasta arriba del pubis al tiempo que besaba y lamia sus piernas, subiendo por los muslos llego con la caricia hasta tocar, chupar y lengüetear su vagina, ella recuerda cómo se convirtió en gelatina y gozo tres veces, sus guturales gemidos llegaron nuevamente a sus oídos, como si le estuviera lamiendo ahora, el, se levantó y la penetro de un solo golpe, le sintió llegar hasta el fondo de su vagina y tocar su útero, aún recuerda la feliz sensación de sentir por completo su derrame en su interior, cuatro cinco espasmos que la hicieron gozar aún más.
Había pasado más de una hora y seguía acariciando el pene de su hijo, empezaba a correr algo de su líquido seminal, tomo un poco con la punta de su dedo, sin pensarlo lo llevo a sus labios, dulce, sabroso, era algo rico, nuevamente pensó en él, siempre se negó a tener contacto oral, siempre fue una de sus reglas, no besos en la boca, no sexo oral de ella a él, el acepto porque ella siempre estaba dispuesta a recibirlo, el disfrutaba dárselo.
Volvió a probar el jugo con su dedo, ahora era más dulce, como los recuerdos, ahora pensó en la ocasión en que se vieron cuando ya todos sus hijos eran mayores, el pretexto fue su cumpleaños y el la llevo a comer, de verdad fue una experiencia única, comió cosas que nunca había probado, bebió vino y tequila, no mucho pero se sintió achispada, él no lo supo, pero hubiera accedido a todo, el solo quería agradarla, estaba recién divorciado, había adquirido un departamento y la llevo a conocerlo, ella temblaba con anticipación pensando en el sexo, ahora era viuda, ya no sentía que engañaba a nadie, bueno, un poco tal vez a sus hijos, pero ahí estaba, conociendo el lugar, al llegar al pasillo, él le señalo la recamara, ella quiso verla, fue el pretexto, nomás pasar la estaba abrazando y besando su cuello, la recostó suavemente al pie de la cama, sus piernas aun no colgaban y el levanto su falda y ya estaba trepando con sus manos por el interior de sus muslos, toco su pubis y empezó a deslizar las bragas hacia abajo, levanto los pies para que las quitara, su boca ya estaba acariciándola, su lengua penetraba, su clítoris se sacudía en espasmos y su interior palpitaba cuando él le acariciaba su punto G, ella siempre dijo en broma a sus hijas que era de G de ganas, de seguir y seguir y nunca parar, de mantenerse gozando. De repente había sonado el teléfono celular que recién le habían regalado, lo empujo y retiro de su vagina, seguía gozando cuando contesto, era una de sus hijas, ahora no recordaba quien había sido, ya no pudieron continuar, se quedó con la sensación de vacío y faltante, él no había gozado y para ella fue poco.
El pene de su hijo seguía soltando líquido, pensando en que mancharía la sabanas, saco un pañuelo de su bolso y lo coloco entre el pene y la azul sabana, al hacerlo se acercó más al trasero de su hijo y subió el olor de macho, nuevamente su recuerdo fue a él, lo pensó en la última vez que se vieron, había llegado a su casa pidiendo posada por el tiempo que el trabajara en México, acepto con alegría, se veían de lunes a jueves, él viajaba el viernes y volvía el domingo por la noche, fue una maravillosa experiencia, lo veía desnudo por la mañana cuando salía del baño, a él, le gustaba exhibirse, sabía que así la provocaba, hacía que se mojara, salía rápido al trabajo y regresaba por la tarde, si tenían suerte y ninguno de sus hijos la visitaba, podían jugar un rato o recordar momentos pasados, fueron días semanas y meses viviendo esa experiencia, cuando salía, quedaba su olor a macho entre las sabanas, siempre fue en la cama que él ocupaba, nunca le permitió el acceso a su cuarto, en ocasiones él quería verle desnuda al salir del baño, ella siempre salía vestida, por la hija-nieta o por si alguno de sus hijos o hijas llegaba, cuando sentía que todo entre ellos podía cambiar para mejorar, él le dijo que ya no vendría más, el trabajo había terminado, sabía que el sufría igual o más que ella, siempre había sido así, siempre había estado así en su relación de más de cuarenta años.
Se asomó a ver el pene de su hijo, ahora brillaba y palpitaba aún más, dejo de acariciar el cilindro de carne y se agacho entre las piernas de su hijo, el olor era embriagador, sus sentidos se nublaron, recordó que había cerrado la puerta con seguro, acerco su boca, con la mano lo llevo a su interior, venció la repulsión de sus prejuicios, le gano su calentura y la falta de cualquier contacto en cinco años, cerro sus labios en el glande, reanudo el movimiento, repentinamente a su boca llegaron dos o tres chorros de leche, se vio forzada a recoger la lengua y llevarla al interior, termino tragando, siguió el movimiento hasta que no hubo más líquidos
Se relamió los labios, retiro el pañuelo, con este se limpió las comisuras de su boca, el miembro de su hijo comenzó a retraerse, se apoyó con la mano en el trasero de su hijo que movió ambas piernas, se sobresaltó, se sintió pillada en la maniobra, se sentó en la silla y reposo su propio orgasmo, recobro el sentido totalmente, volvió a acariciar ya sin pasión el trasero de su hijo que empezó a balbucear palabras aparentemente incoherentes, -¿Mami, eres tú? ¿Desde qué hora estas aquí?, sin esperar respuesta continua diciendo: ¡Mami, tuve un sueño! Un Ángel me visito y me dijo que todo iba a salir muy bien y en prueba, me hizo gozar con su boca, ¿Me crees? ¡Hay mami, tienes un hijo medio zafado!
No importa hijo, el caso es que ya despertaste, déjame salir para avisar a los doctores y ver si tu esposa ya está aquí.
Al salir se sienta nuevamente en el pasillo, ahora sabe lo que debe hacer, debe buscarlo a él, sabe que estará feliz de la noticia, ahora estará dispuesta a gozar con el del sexo oral, a partir de este momento su amor no tendrá restricciones, podrán ser inmensamente felices, sabe que aceptara de inmediato, sabe que él, estará siempre para ella, por algo es su hermano. Se levanta llena de felicidad y abraza fuertemente a su nuera, busca entre su bolso el teléfono, necesita decírselo lo más rápido posible.
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