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Incestos en Familia, Infidelidad

El accidente. Capítulo 2

La recuperación en casa y los problemas del cuidado. .
Si bien es difícil desplazar a una persona en silla de ruedas, esto se complica cuando además tiene condiciones de salud en recuperación.

Mi hija era delgada, cuando más chica era más rellenita sin ser gorda, después de los 12 años comenzó a crecer rápidamente y a adelgazar al mismo tiempo, aunque mantiene algunas partes como corresponde como sus piernas, sus nalgas y sus pechos.

A los 14 midiendo casi 1.60 y pesando más de 45 kilos se siente más pesada al moverla. Su brazo izquierdo en cabestrillo y su pierna derecha con una bota la única forma de trasladarla es con su brazo alrededor de mi cuello, mi mano izquierda en su espalda, su pierna izquierda por mi cintura y mi mano derecha en su trasero.  Tipo koala pero su pierna derecha colgando.

Una vez instalada en la cama la cubrí y le pasé el control para que viera televisión mientras le preparaba un refrigerio.

Me acosté a su lado y nos quedamos viendo una película en el cable. Cuando me preparaba para hacer algo para almorzar, ella me dice que tiene que ir al baño. Esa fue la primera vez en donde comenzaron mis reales problemas. Llevé la silla hacia la cama y con las mismas dificultades las saqué y la senté. En el baño fue peor, después de levantar la tapa tuve que decirle se parara en un pie mientras le bajaba el pantaloncillo. Después de orinar se levantó la polera mientras la secaba con papel higiénico, sentí su vulva calidad, gorda y suave en mi mano. Estaba depilada, seguramente para la operación y después por el cuidado de la herida la siguieron depilando, se veía igual que cuando tenía 10 años. Mi corazón se aceleró y mi testosterona llenó mi corriente sanguínea.

– No importa papi, es mejor así, es menos complicado – me dijo cuando traté se subirle el pantaloncillo el que me estaba presentando resistencia, por lo que terminé por sacarlo de los pies. Después la tomé como me indicaba la técnica y después de sentarla en la silla y acostarla la deje viendo televisión.

Después de almuerzo me acosté a su lado y me quedé dormido.

Después de la cena y antes de dormir, la llevé nuevamente al baño, donde también oriné. No quiso que la llevara a su habitación por lo que la acosté nuevamente en mi cama. Me puse mi pijama delante de ella, me había visto muchas veces desnudo antes, de manera que no sería un problema. Antes de dormir me pidió que la ayudara a ponerse de lado y que la abrazara. Apagué el televisor y la lámpara del velador y la abracé por detrás. Su pierna con la bota quedó abajo y su brazo en cabestrillo arriba. Me dió pena verla en la forma que debía dormir, la abracé con cuidado, le dí un beso en la mejilla y le di las buenas noches. A pesar de sentir sus nalgas desnudas contra mi pelvis con un pantalón tipo bóxer, de tela muy delgada, donde sentía el calor de su piel no tuve mayor problema en dormir ya que estaba muy cansado.

A la mañana siguiente desperté con una erección entre sus nalgas, por suerte estaba con el shorts. No sabía si ella estaba despierta o dormida y si sentía mi erección. Me quedé quieto un rato esperando que mi erección bajara, pero fue imposible. Trate de separarme de ella, pero ella sujetó mi mano que estaba en su pelvis desnuda ya que el cabestrillo no me permitía subirla. No se si su suave pelvis o sus cálidas nalgas provocaron mi erección. Tampoco sabía si mientras dormía me movía durante un sueño erótico el que finalmente me despertó.

– Buenos días hija – le susurré al oído para saber si dormía aún.

– Hola papi  – me respondió volviendo un poco la cara.

– Estas bien? – le pregunté.

– Si, estoy bien – respondió.

– Me voy a levantar  – le dije tratando de sacar mi mano de ése lugar.

– No te muevas que me duele la pierna  – dijo sujetando mi mano contra su pelvis que por el movimiento estaba ya sobre el pubis, al mismo tiempo que pasaba su pierna por sobre la mía.

En la noche le había dado unas pastillas para el dolor de las que dan sueño y un antiinflamatorio. Pero seguramente ahora necesitaba las de la mañana.

– Voy a buscar tus remedios  – le dije.

– No, quédate así, no te muevas – dijo apretando mi mano.

– Pero, no te molesta mi erección entre tus nalgas? – era obvio que la sentía ya que yo sentía su esfinter anal en la punta de mi miembro.

– No, está bien, quédate así – dijo, lo que hizo que mi miembro dieran un salto.

– Tengo que ir al baño – le dije después de un largo rato pegado a ella. Mis testiculos me dolían de la presión de sus nalgas y las ganas de desocupar la próstata de más de un mes de líquido seminal acumulado. No eran ganas de orinar, eran ganas de eyacular y si seguía de esa manera, me iba a desocupar encima de ella y con ganas de hacer dentro de su ano.

– Si, yo también tengo que ir  – dijo ella. Me levanté y traje la silla, abrí la ropa de cama y ahí estaba ella con sus piernas entreabiertas y su vulva húmeda. La tomé como lo había hecho antes pero con más técnica para sentarla a la silla.

– No, no me sientes, llévame así al baño  – bueno, en realidad tenía razón, entre sacarla de la cama y ponerla en la silla para después de 5 metros sacarla de la silla y sentarla al excusado era peor. La llevé caminando, ahora por la posición sentía su vulva en mi miembro que estaba que explotaba. La senté en el excusado.

– Estás mojado  – dijo ella tocando el género de mi pantaloncillo del pijama que amenazaba con romperlo. Sí, estaba bastante mojado, ahora que se enfrió lo sentí, me saqué el pantaloncillo y mi miembro se desplegó en toda su extensión.

– Qué grande! – dijo ella tocándome nuevamente.

– No sigas que me vas hacer acabar – dije retirandome.

– No quieres acabar? – preguntó. Si, necesitaba terminar con la tortura y sin ningún pudor me masturbé hasta expulsar todo mi contenido líquido en el lavamanos chorro tras chorro.

– Que harto, ahora te sientes mejor  – dijo mi hija que había estado mirando todo el proceso.

– Ah, si, mucho mejor  – dije estirándome como si el peso mu hubiera tenido encorvado.

– Cuando quieras lo puedo hacer yo  – dijo con una sonrisa maliciosa.

– Te gustaría? – le pregunté con otra sonrisa, inmediatamente me di cuenta de lo estúpido de la pregunta.

– Me encantaría  – dijo.

– Ya, terminaste? – pregunté caminando el tema.

– Si, tienes que secarme  – dijo. Saqué papel higiénico y la sequé, estaba tan mojada que tuve que sacar más papel. De vuelta a la cama ya no tenía la erección y a pesar de que ella y yo estabamos desnudos, con nuestros genitales pegados uno contra el otro, no tuve una erección por lo que en el trayecto no hubo problemas. La acosté le di sus remedios y fui a preparar el desayuno. En la cocina pensaba en como estaban las cosas. Con mi hija me duché hasta que ella cumplió los 8 años y fue por lo mismo, me tocaba y me producía una erección, lo que me ponía muy incómodo. Un día le dije que no podría bañarme más con ella. Me preguntó porqué, y le dije que era porque ella me producía una erección al tocarme y que eso no estaba bien. Me prometió que no me tocaría nunca más pero que siguiera bañandola.

Cada mañana de los 6 años nos duchabamos juntos mientras mi esposa preparaba el desayuno, después la vestía con su uniforme y me vestía yo. Tomábamos el desayuno y la iba a dejar al colegio. Como mi esposa entraba más tarde ella se duchaba después. Entonces el bañarme con mi hija se hizo costumbre, incluso los fines de semana y las vacaciones.

– Porqué no te bañas con la niña ahora? – me preguntó mi esposa extrañada. Le expliqué lo que estaba pasando.

– Está bien que te vea desnudo, pero no esta bien que toque  – dijo ella reflexionando.

– Me prometió que no me tocaría nunca más pero que siguiera bañandola  – le dije a mi esposa.

– Bueno, si no te toca no veo que haya problema –

– No te importa que me vea con una erección? –

– Pero si me dijiste que hace tiempo que ella te ve así, en todo caso ella sabe, un día se lo expliqué todo – mi esposa era bien liberal en cuanto a al sexo, le gustaban las fantasías, especialmente cuando veíamos porno.

– Te gustaría cogerte a ésa niña?  – me preguntaba.

– Si, obvio, a quién no? Y a ti te gustaría cogerte al muchacho? – preguntaba a mi vez.

– Si, me gusta su miembro, cómo me gustaría sentirlo adentro  – éso nos excitaba a los dos y seguíamos haciendo el amor con más ganas.

– En serio te gustaría coger con un chico de 18 años ? – le pregunté un día después de coger.

– Tonto, son fantasías. Para ti no, te gustaría coger con una de 18 y ojalá de menos –

No supe que responder, en realidad tenis razón, si alguna vez tengo una oportunidad no creo que la rechace.

Tomamos desayuno en la cama con mi hija, anduve para todos lados sólo con la pollera y desnudo para abajo.

– Me gusta ver como se te mueve cuando caminas – dijo mi hija cuando llegué con la bandeja. Ignoré el comentario, no quería seguir con el tema.

– Bueno, ya es tarde y me voy a duchar – le dije levantándome.

– Y a mi no me vas a bañar ?

Esa parte se me había escapado.

Ahora se venía la ducha…

57 Lecturas/6 septiembre, 2025/0 Comentarios/por Riseva
Etiquetas: anal, baño, colegio, hija, mayor, sexo, vacaciones, velador
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