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Incestos en Familia, Infidelidad

El Accidente. Capítulo 3

Las complicaciones de bañar a mi hija de 14 años con dificultades de desplazamiento. .
Había despertado esa mañana con una erección, tenía sus nalgas pegadas a mi pelvis al punto del dolor y quería que la bañara.

Lo primero que tuve que hacer es tomar bolsas de basura y envolverte la pierna con la bota, no podía sacárselo. La sellé en ambos lados, en el tobillo y en su ingle con cinta de enmascarar, es una cinta que se usa para pintar y que después es fácil de retirar. Lo mismo con el brazo, después la tomé por la cintura con una mano y por su nalga por la bota con la otra mientras ella pasaba su brazo por mi cuello y su pierna buena por mi cintura.

Sentí el calor y la humedad de su vulva contra mi miembro, que aunque había perdido gran parte de su rigidez, la había vuelto a recuperar rápidamente. La bajé en la bañera, se apoyó en su pierna buena y se afirmó de la manilla adosada a la pared con su mano buena. Saqué la ducha y abrí la llave apuntando hacia abajo hasta que el agua alcanzó la temperatura adecuada,  la mojé con cuidado de arriba hasta abajo y cerré la llave. Acto seguido le puse champú en el pelo y se lo lavé, después le enjaboné con mucho cuidado sus hombros, sus pechos, estómago, pelvis y vulva. No pude evitar la erección que éso me producía, sobretodo su vulva de labios gordos y suaves, más suaves aún con jabón, mis dedos recorrieron por entre los labios su clitoris  hasta la entrada a su vagina sin introducir los dedos, sentía su calor y suavidad. Depronto escuché como un suspiro de mi hija y me di cuenta que me había demorado más de lo necesario en ése lugar. Continué por su pierna y después comencé con los hombros por la espalda, sus nalgas y su esfinter anal, todo con mucha suavidad. Escuché un quejido cuando introduje me dedo por su ano, sólo con el fin de que quedara bien limpio.

– Te dolió? – le pregunté.

– No, sigue así  –

– Nuevamente introduje mi dedo anular, me gustó sentir la presión de su esfinter contra mi dedo mientras lo metía y lo sacaba. Creo que perdí la noción y las promociones de lo que estaba haciendo. Me di cuenta de mi respiración agitada y retiré mi dedo. Mientras me enjabomaba yo me di cuenta que mi miembro goteaba mientras lo lavaba. No podía quedarme así.

– Hija, no puedo quedarme así, lo entiendes cierto? – claro que no podía y después tomarla a ella con una erección sin penetrarla.

– Si papi, lo entiendo, haz lo que tengas que hacer- creo que ella pensó que en ése momento la iba a penetrar. Me masturbé apuntando al desagüe de la bañera y eyaculé en un par de minutos. Total era la segunda vez que ella me veía hacerlo.

Después de enjuagarnos la sequé con una toalla y me sequé yo.

Luego la tomé en brazos nuevamente estilo koala, sintiendo la presión de su pelvis contra la mía y camino a la cama comencé con otra erección con mi miembro entre su pelvis y la mía. La acosté en la cama con todas las dificultades de costumbre, ella no me soltó cayendo sobre ella aplastándola.

– Está bien hija, suéltate – le dije, lo hizo pero antes de que me levantara me tomó por mi miembro firmemente mirándome a los ojos.

– Hija, te entiendo, pero entiende tú que no puedo hacerlo por más que quiera  – arrugó su frente con un signo de interrogación en su cara.

– Espera, déjame hacerlo a mi manera  – me soltó, me incliné y besé su pelvis, sus labios genitales, moví su clitoris con mi lengua como yo sabía hacerlo y que le iba a gustar. A medida que ella fue aumentado sus quejidos seguí con más ganas introduciendo mi legua por su vagina mientras mis dedos jugaban con su clitoris. Un quejido largo y un apretón de mi cabeza con su pierna me indicaron que había tenido un orgasmo. Se relajó y quedó tendida en la cama con sus piernas abiertas, su brazo por detrás de su cabeza, con los ojos cerrados respirando profundamente. Qué hermosa se veía.

Fui a buscar papel higiénico ya que con mi saliva y sus jugos estaba muy mojada. Terminé de sacarla, la tapé y me acosté a su lado.

– Gracias papi – me dijo con una sonrisa.

– Te gustó? – le pregunté.

– Mucho, estuviste genial, me habían contado que era muy rico, pero no imaginé que era tan rico, me siento feliz  –

– Es tu primer orgasmo? – No, había tenido otros antes pero con mis dedos, pero no es lo mismo  –

– Si, lo entiendo, no es lo mismo  –

– Ahora me falta lo otro –

– Qué otro? –

– Me faltas tú, quiero sentirte dentro mío –

– Ah, pero eso no va a poder ser, por éso te hice sexo oral  –

– Y no puedo hacerte sexo oral también? – mientras su mano me tocaba mi erección que no paró en ningún momento.

– Quieres hacerlo ahora?

– Si quiero, ahora! – su mano subía y bajaba como ella me había visto hacerlo.

Me puse de rodillas entre a la altura de sus hombros, me afirme del respaldo de la cama y me incliné hacia adelante, sentí el calor y la humedad de su boca, le di todas las indicaciones y después cerré los ojos, ella chpaba con avides sosteniédolo con su mano, después su mano acariciaba mis testiculos mientras mi miembro entraba y salía de su boca, aveces lo empujaba hasta su garganta. No alcancé a avisarle y me vine en su boca, su cara, su cuello y hasta en su pecho a donde lo dirigí con mi mano. Ella trataba lo que le llegó a la boca, después saco la lengua y la paso por sus labios comiéndose todo alrededor.

– Te gusta? – le pregunté.

– Me encanta – dijo con una sonrisa y unos ojos soñadores.

Tomé el rollo de papel higiénico del velador y comencé a limpiarla, después me acosté a su lado y miré su hermoso rostro.

– Te amo papi  – me dijo.

– Yo también te amo hija  – le dije con un suave beso en los labios.

– Quiero dormir  – dijo

– Si, duerme tranquila –

– Pero no te vayas  –

– También voy a dormir  – en realidad tenia sueño,

– Abrázame  – dijo dándome la espalda. La abracé poniendo mi flácido miembro entre sus nalgas. Al sentirme se pegó más aún y nos quedamos dormidos…

 

74 Lecturas/9 septiembre, 2025/0 Comentarios/por Riseva
Etiquetas: amo, anal, hija, oral, orgasmo, sexo, vagina, velador
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