El Accidente. Capítulo 5

Las circunstancias me obligaron a tomar medidas que nunca pensé que lo haría. .
Dadas las circunstancias, salí a comprar algunas cosas, algo para comer y principalmente a lo que iba, a comprar condones. Primero pensé en comprar píldoras anticonceptivas,  pero si mi esposa las encuentra no sabría qué responder. En cambio el condón se usa y se va.

– Espera hija  – le dije mientras sacaba del cajón de velador uno de los sobres que había comprado.

– Qué es éso papi? – preguntó abriendo los ojos. Hacía más de diez minutos que jugaba con mi miembro mientras veías televisión y ya no aguantaba más.

– Un condón? – pregunto con una sonrisa.

– Los conoces? – le pregunté extrañado.

– Si, obvio, quien no los conoce. En una clase de educación sexual el año pasado, la profesora nos lo mostró y como se usaban  – dijo dejando de hacer lo que estaba haciendo y tomando el condón de mis manos.

– No sé cómo se pone, es decir que si lo sé pero nunca lo he hecho, déjame hacerlo ahora  – la miré dudoso, pero tenía razón. Le entregué el condón y me puse de espaldas en la cama. Con sus dientes rasgó el sobre y sacó el condón.

– Por cuál lado?  – preguntó.

– Sopla y el borde inferior tiene que quedar enrollado hacia afuera  – no le costó nada, puso el condon en la punta y fue desenrollándolo hasta la base de mi miembro.

– Está bien? – preguntó al dejar mi miembro en una funda fina y transparente.

– Si, está perfecto  –

– Bueno, ahora quiero probarlo  – poniéndose de espaldas a mi lado. Me puse de rodillas entre sus piernas, levanté su pierna buena y después la otra, rígida poniendo ambas sobre mis hombros.

– Estas lista? – le pregunté situando el pequeño globo del condón entre sus labios gordos, suaves y húmedos.

– Si, más que lista  – comencé a pasar mi miembro por entre sus labios con una suave presión en su clitoris, me miraba con sus hermosos ojos abiertos al máximo. Mordía sus labios seguramente para no gemir. La presión que hacía en cada movimiento, hizo que mi miembro entrará suavemente, cerró los ojos y dejó escapar una exhalación profunda, continúe penetrandola lentamente, había habierto los ojos y ahora apretaba su lengua entre sus labios. Me incliné y puse mis labios sobre los suyos y con mi lengua rocé la suya, la que inmediatamente respondió de igual forma. Inicié lentamente el mete y saca con mucho amor, nunca había amado más a alguien que a ella en ése momento. Después de unos minutos sus quejidos aumentaron en intensidad. Me di cuenta que iba a tener un orgasmo y me detuve.

– Papi sigue, no te detengas – continúe aumentando la rapidez y la fuerza en cada estocada a fondo. Gemia con más fuerza hasta que emitió una especie de llanto de niña. Cerró los ojos y volvió la cara a un lado. Bajé sus piernas y la dejé descansar con sus brazos y piernas abiertas, mientras seguía dentro de ella aplastándola con mi pelvis contra la suya, apoyado en mis codos. Qué hermosa se veía, tenía su carita roja y bañada en sudor. Me sentía feliz de haberle dado esa felicidad.

– Papi, te amo! – dijo mirándome a los ojos.

– También yo te amo, hija – sentía la presión de su vagina contra mi miembro.

– Bésame! – dijo, y la besé suavemente en sus labios húmedos al mismo tiempo que ella levantaba su pelvis con un movimiento de caderas. Seguí su movimiento y diez minutos después ir y venir, quejidos de ella y de la cama, el sonido de chocar mi pelvis contra la suya y el sonido del meter y sacar, hizo que ella tuviera un segundo orgasmo y yo mi primera eyaculacion dentro de ella. Después saqué mi miembro y el condón de dentro de ella, le hice un nudo y se lo pasé porque me lo estaba pidiendo. Lo tomó con su mano buena y luego con los dedos de la otra mano palpaba el semen encerrado en el condón.

– Que rico se siente  – dijo, tomé el condón y me fui al baño a lavarme y deshacerme del condón.

– Papi, estuviste genial  – dijo sonriendo.

– Te gustó? – pregunté.

– Me encantó, ha sido lo mejor de mi vida  –

Descansamos viendo una película, pero a la mitad los protagonistas tienen un encuentro sexual.

– Papi, quiero más – dijo acariciando mi miembro. Había comprado dos sobres con tres condones cada uno, para la semana. Al siguiente día salí a comprar cinco sobres, para estar seguros. En las duchas era anal, ella entendia que no podiamos correr riesgos, además de que habia comenzado a tener orgasmos anales, por lo que no hubo problemas con éso. Los 5 sobres me alcanzaron   para 3 días y todavía faltaban dos días para que llegara mi esposa, de manera que compré 5 sobres más – Total nunca están demás  – pensé.