El amor de madre es un abismo sin medida.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Edollan.
Estaba temeroso, no quería aceptarlo, pero las pajas que me hacía pensando en esa mujer, eran maravillosas, su solo recuerdo, el de su cuerpo desnudo espiado desde una cámara web, me tenía enfermo de deseos, de poseerla, de hacerla mía.
Me había llamado por teléfono diciéndome que tenía que hablar seriamente conmigo, no me imaginaba que podía ser, mal que mal era mi madre, me había parido por cesarea, pero era mi madre, y yo su hijo perdidamente enamorado de ella. Fue tanto que ya no soportaba a mi padre, lo odiaba, sobre todo cuando veía que la trataba como un objeto para satisfacer sus instintos y nada más. Con 24 años me recibí y me contrataron en la empresa, donde hice mi practica. Mi sueldo era muy bueno y eso me permitió comprar un piso en un sector residencial, el que fui amoblando poco a poco, con buenos muebles. A casa de mis padres casi no iba, pese a ser hijo único, la relación con mi padre era nula. Un bruto jefe de obras de una empresa inmobiliaria, siempre decía, que no había podido ser profesional por culpa mia. Embarazó a mi madre cuando tenían 17 años y eran compañeros en el bachillerato. Cuando cumplí 7 años mi madre comenzó a trabajar como dependienta en unos almacenes y eso permitió que yo estudiara en la universidad.
Cuando abrí la puerta, estaba mi madre con una maleta y unos lentes de sol, no le dije nada, entró directamente a la sala y se sentó. Lo hice enfrente de ella y le pregunté
– ¿Que es lo que pasa Mima? – Me miró en silencio, se sacó los lentes y vi su ojo morado. Sentí una ira feroz, me dijo
– Me separo de tu padre, no quiero oir hablar jamás de ese cobarde – Estaba muy enojada, me di cuenta que tenía los puños apretados, así que traté de tranquilizarla
– Por favor, cuéntame ¿que pasó? ¿Porqué te golpeó? – Me miró y se puso roja de verguenza, pero dijo muy despacio
– Me acusó de ser tu amante, de que cuando te venía a ver teniamos sexo y que lo engañaba contigo – Sentí un tirón en todo el cuerpo, no entendía que podía ese hombre burdo y bestial haber visto en mi… o en ella. No le dije nada, me quedé en silencio, asi que ella prosiguió diciendo – La culpa fue mia, porque no le negué nada y para peor le dije, que estaba celoso porque tu eres más hombre que él, entonces me dio un puñete en la cara y se fue al trabajo. No sabía si ir a la policía o venir acá, pero me quedé en casa y puse un poco de ropa en esta maleta, llamé al trabajo que estaba enferma, esperé a que ya estuvieras aquí, te llamé y me vine, porque no se donde ir – Le pregunté
– ¿En que se basó para hacerte esas acusaciones? – Me miró seriamente y repuso
– En que yo le conté una vez, que tu te masturbabas con mi ropa interior, porque de verdad me dió pánico, él te iba a pegar, pero le dije que si te decía una palabra, me separaba de él – Me quedé mudo unos minutos, ella me miraba dulcemente, me la habría comido a besos, así que le dije
– No entiendo ¿porqué te dió pánico? ¿Te pareció tan mal? – Me miró intensamente y dijo
– Al contrario, me llenó de orgullo, que un chaval joven y guapo, se fijara en una vieja como yo – Le reclamé
– Pues de vieja nada y fuera de eso ya se quisieran algunas chicas tener tu figura, tu cuerpo, tu belleza Mima es única – Me miraba con la boca abierta, sus labios gorditos y bién delineados, eran una invitación al beso, pero me abstuve, podía terminar con el encanto de la situación, me miraba con curiosidad, preguntó
– ¿De verdad me crees guapa? – Le susurré lentamente
– Eres la mujer más bella del mundo, del universo y si ese animal de tu marido, se acerca a ti, lo mato – Me quedó mirando muy seria y dijo
– Es tu padre Ignacio, no lo puedes matar – Me acerqué y le tomé las manos, ella estaba casi temblando, así que le pedí
– Quédate tranquila, que mientras no te haga nada, no pasará nada tampoco, pero tu no vuelves con él. Por favor ¿Te quieres quedar a vivir conmigo? – Me miró curiosa y preguntó
– ¿Como tu qué? Porque ya te lo dije, me da pánico sentir lo que siento y no quiero sufrir, le tengo mucho miedo al sufrimiento – Le aseveré
– Como lo que tu quieras, lo que tu decidas, estoy a tu entera desposición, solo recuerda que sea algo muy serio, porque con los sentimientos no se juega – Se puso roja y dijo
– Jamás jugaría con tus sentimientos, pero… ¿Me puedes decir cuales son los tuyos? – No dudé ni un segundo, era mi oportunidad
– Es amor, el amor más grande que un hombre pueda sentir por una mujer… y si, ya se que eres mi madre, pero primero eres mujer y eres la única mujer que he amado y que voy a amar toda mi vida – Me miraba con los ojos llenos de lagrimas, le pregunté – ¿Porqué lloras? – Se puso de pie y dijo
– Es de alegría, pero no creas que me resulta fácil aceptarlo, porque también te amo, pero se que tarde o temprano, me dejarías por una mujer de tu edad o más joven y yo moriría de dolor – Me puse de pié, la abracé, noté que temblaba y la apreté contra mi cuerpo, sentí sus senos clavarse en mi pecho y sus muslos pegarse a los mios, entonces le dije
– Lo que tenemos que hacer, es conocernos de esta otra forma, como no nos conocemos, como hombre y mujer, dejar a un lado la relación primera, para centrarnos en esta que está comenzando en este momento, entre tu y yo, entre un hombre que ama locamente a una mujer – La tomé de la nuca y la besé suavemente en los labios. Su boca se abrió en un beso de pasión y mi lengua buscó la suya, nos besamos como dos enamorados, ella me pidió
– Ignacio, no quiesiera consumar esta relación ahora, creo que necesito más tiempo y si va a ser seria, hagámozlo con calma ¿Si? – La volví a besar, ahora más suavemnte disfrutando de sus labios y le repuse
– Será como tu quieras, cuando tu quieras, solo recuerda siempre que te amo, que te deseo de toda la vida – Ella se rió y dijo
– Si supiera tu padre, que cada vez que lo aceptaba, no pensaba en él sinó en ti, que desde que descubrí el secreto de tus masturbaciones, mis pensamientos sexuales, están siempre centrados en ti, en tu cuerpo – La volví a besar, cuando bajé el cierre relámpago de su vestido, no se opuso, así que cayó al suelo y luego su ropa interior y la mia, mientras nos dirigiamos a la cama, nos acostamos completamente desnudos, su cuerpo de diosa del Olimpo, se me abrió para recibirme por primera vez, al sentir que la penetraba y el glande invadía su vagina, dijo
– Madre mia, que manera de crecer mi niño, es enorme… – Le dije
– Pues tu estás muy estrecha, eres exquisita mi amor – La siguí penetrando, mientres sentía como avazaba en la suavidad de su vagina, sentía mi polla abrazada por sus paredes vaginales, la clavé hasta los huevos, al tocar el cuello del útero hizo un gesto de dolor, así que lo saqué un poco, y comencé a moverme sobre ella, con sus piernas muy abiertas, hacía un movimiento de caderas espectacular, en pocos minutos se lanzaba en un orgasmo tremendo, su cuerpo se convulsionaba furiosamente, mientras de su boca escapaban gemidos de placer, sus manos me tomaban de las mjillas, mientras nuestras lenguas dansaban al únisono la sinfonía del orgásmo, un orgasmo salvaje de ella, me arrastró a mi propio orgásmo, le vacié una gran cantidad de semen, al sentir el calor de mi leche, reanudó el orgasmo ahora incluso más fuerte, sus piernas me abrazaron por la espalda, en pocos minutos me di cuenta que es multiorgásmica y cada vez reaccionaba más fuerte, sus orgasmos iban creciendo en intensidad y duración, así que no me extrañó tenerlo muy duro nuevamente y no paré de penetrarla, sentía su vagina apretarse contra la polla y hacerme bufar de placer, era como una mano que me apretaba la polla y el movimiento de sus caderas me transportaba a un cielo de placer, la bombeaba sin parar, mete y saca, resbalandome sobre su cuerpo, ambos cuerpos empapados de transpiración y convertidos en uno solo, por el placer de la penetración.
Después de un par de horas, descansabamos de espaldas en la cama, nuestras manos unidas, nos trasmitían el nacimiento del amor más soberbio del mundo.
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