El baño.
Sonia se había separado hacía unos cuatro años de su marido y, ahora con dos hijos a cuestas, se había vuelto a poner de novia con un muchacho unos años menor que ella: Martín. .
Sonia es una mujer bastante atractiva, pero según como se la mire, tiene un metro setenta de estatura, estuvo casado durante dos años, tiene dos hijos una nena y un varón, es de tez cetrina, tiene unas caderas interesantes, sus senos son normales, aunque un poco caídos. Sus infantes mamaron de sus tetas hasta casi los tres años los dos. Por lo general, es una mujer que le gusta ser natural, por caso no se depila las axilas ni tampoco el monte de venus, el cual lo tiene abundantemente lleno de pelos con un delicado caminito de bellos que le llegan hasta el ombligo.
Ella tiene 40 años, su hijo Santino, 6 y su hija Ednita, 7. Hace cuatro años que su marido se fue con otra mujer. Ella quedó a cargo de los niños, pero sin descuidar su vida como mujer. Nunca dejó de tener sus amantes a los que traía a su casa a ciertas horas en que los niños ya dormían. Nunca tuvo problemas con ellos al dejarlos un rato solo cuando salía a tomar unas copas con hombres.
Por otro lado, nunca tuvo ningún tipo de inconvenientes en que la rotularan como una cosa, como un objeto de placer, es más a ella le gustaba ese rol que jugaba la perfección. Siempre trató de cuidar su físico, aunque no en demasía, pero si era cuidadosa con la ropa que elegía y nunca tuvo problemas en vestirse eróticamente o con ropa que podrían usar mujeres más jóvenes que ella. Nunca tuvo tampoco tapujos en estar casi desnuda delante de sus hijos. Todo era bastante normal.
Hasta que apareció en su vida Martín, un joven de unos 30 años que la sedujo. Llegó a su casa una tarde vendiendo viajes en cruceros y en el intento del joven de convencer a la mujer llevaron una charla bastante larga que terminó en un encuentro la noche siguiente. Salieron a tomar algo y ella volvió a su casa rápidamente. Quedaron en encontrarse el fin de semana. Así lo hicieron y fueron a beber unos tragaos al centro de la ciudad. Y así la cosa fue fluyendo hasta que Sonia lo invitó a que pasara un fin de semana en su casa. Ya le había contado acerca de los niños y de que su ex había desaparecido con otra y no lo había vuelto a ver más desde aquella oportunidad y que nunca se puso en contacto ni siquiera para saber cómo estaban sus vástagos.
El viernes a eso de las seis de la tarde tocó el timbre Martín, abrió Sonia, estaba vestida con un pequeño short, muy corto que dejaba ver parte de sus glúteos y con una remera muy corta sin soutien. Por allí dando vueltas estaban Ednita y Santino dando vueltas por el patio y jugando en la pileta de lona. La nena tenía solo una bombachita con la imagen de Hello Kitty y el pequeño Santino con un slip pequeño que tenía un dibujo del Pato Donald.
Sonia estaba realizando unos últimos quehaceres domésticos y le dijo a Martín que estaba un poco atrasada si no quería hacerle un favor. Por supuesto que Martín accedió:
– ¿Qué necesitas que haga?
-Bañalo a los chicos por favor.
– ¿Cómo dijiste?, preguntó Martín.
-Bañalo a los chicos, por favor. Dijo Sonia con una sonrisa en su rostro.
-Perfecto, respondió Martín, pero voy a tener que meterme también la ducha con ellos.
-Claro, no hay ningún problema, respondió Sonia.
Martín se aprestó a llevar a cabo la tarea que le habían encomendado. Llamó a los jovencitos y les dijo que hoy los iba a bañar él porque mami estaba ocupada. Ambos asintieron con la cabeza y los tres se dirigieron hacia el baño.
Al cabo de casi 45 minutos salieron los tres desnudos y se dirigieron hacia la pieza en donde los esperaba Sonia para cambiar a los niños. Martín tenía un inicio de erección, Sonia lo miró a los ojos y le sonrió delicadamente. Él se puso un slip blando que había traído en la mochila, mientras Sonia le ponía uno slip turquesa a Santino y una bombacha rosada a Ednita. Los niños se quedaron en la habitación jugando con la play y ellos se fueron hacia la cocina, Sonia estaba terminando de lavar unas copas.
-¿Cómo fue el baño de los chicos?, dijo Sonia con una risita picarona.
-¿Querés que te cuente?, dijo Martín con un leve sonrisa y unos ojos saltones que presagiaban un relato erótico y caliente.
-Sí, quiero saber, quiero que me cuentes, dijo Sonia.
-Estábamos los tres desnudos, y comencé a enjabonar a Ednita, hice mucha espuma y comencé a desparramarla por du cuerpito de modo tal que quedara impecable, le pasé por toda la espalda hasta llegar a las nalgas, allí volví a derramar jabón para lavarla bien, casi las acariciaba hasta que llegue a la raya…
-¿Y qué pasó? Preguntó Sonia con interés, mientras ella le acariciaba el miembro erecto a Martín y le daba uso besos de lengua que interrumpían el relato.
Martín continuó…
… le pasé la mano en jabonada por toda la raja y me detuve en su pequeño orificio anal, puse más jabón y le introduje la primer la falange distal del dedo índice en el interior de su culito…
-¿Y qué dijo ella? Inquirió la madre.
-Nada, se quedó quieta y no dijo nada. Yo insistí en juguetear con mi dedo adentro de ella y Ednita me dijo que le hacía cosquillas.
-¿Eso te dijo?
-Sí, eso, respondió Martín.
-Yo le pregunté si le gustaba y me dijo que era la primera vez que le ocurría y que le hacía cosquillas, yo jugaba muy delicadamente y muy despacio. Luego la puse de frente y comencé a enjabonarla por la parte delantera, me quedé un rato jugando con las aureolas y la pequeña punta de sus pezoncitos, al rato se le pusieron algo duros, le volví a preguntar que sentía y me volvió a repetir que cosquillas, yo le pregunté adónde y ella me contestó que ahora en todo el cuerpo, al tiempo que se le ponía la piel de gallina.
-¡Caramba!, dijo Sonia asombrada.
-¡Por qué te asombrás tanto?, preguntó Martín.
-Nunca se me ocurrió que podría responder al tacto eróticamente.
.¿Por qué no?, dijo Martín, no es necesario ser más grande para calentarse, mientras le tocaba la vulva a Sonia que la tenía inflamada y muy mojada, al tiempo que le daba un beso de lengua y le pedía entre susurros que se bajara el short y le dejara chupar la concha. A lo que ella accedió inmediatamente. Martín comenzó a lamer lentamente los labios exteriores y luego introdujo parte de su lengua dentro de la vulva de Sonia que, entre gemidos, dijo: Quiero saber más.
-Luego baje hasta su ombligo el enjaboné mucho hasta llegar a su entrepierna, le pedí que se abriera un poco, hizo caso enseguida, separó sus piernas y quedó allí a los ojos míos y de Santino la pequeña ranura de Ednita, la que lavé con mucha delicadeza y luego repetí lo que había hecho en el agujero de su culito, introduje un dedo dentro de su vulva, estaba un poco húmeda, no sé si producto del agua o de sus fluidos interiores, ella seguía diciéndome que le hacía cosquillas y que las cosquillas ahora eran más fuertes.
-Por favor, me estas volviendo loca, dijo Sonia, meteme la pija en la argolla que ya no doy más y seguí… dijo casi con un hilo de vos. Martín introdujo su pene en la vagina y comenzó su trabajo de entrar y salir mientras continuaba…
-… Ednita estaba poniéndose un poco colorada, no porque tuviera vergüenza sino porque estaba comenzando a sentir más cosas que nunca había sentido, tal como ella me lo contó, me dijo que tenía un poco de calo, entonces le dije que iba a mezclar un poco el agua caliente con la fría. Asintió con la cabeza. Le pregunté si le gustaba que jugara con mi dedo en su interior y me dijo que sí. Yo continué por unos minutos más hasta que sentí que le bajó un líquido transparente y viscoso por su entre pierna, me modo el dedo y ella gimió suavemente.
– ¿Y qué decía a todo esto Santino?
-Nada, dijo Martín, pero yo le dije que ahora le tocaba a él que se preparara para un baño a fondo.
– ¿Y?, preguntó Sonia, con interés desusado.
-Me dijo que estaba listo. Le pregunté si había visto lo que había hecho con su herma y me dijo que sí, yo le dije que ahora le tocaba a él. Asintió con la cabeza.
-¿Qué hiciste con el nene?, preguntó Sonia un poco atolondradamente mientras Martín le pedía que se diera vuelta que quería entrar por la puerta de atrás. Sonia hizo caso y con sus manos separó sus hermosos glúteos y dejó su agujero anal para que ingresara la verga dura de su hombre. Quien continuo con el relato de la siguiente manera:
-Tomé a Santino, le dije a Ednita que se sentara en el bidé, ya que queda justo delante de la ducha, para que viera cómo lo iba a bañar a su hermano. Comencé a pasarle el jabón por la espalda, lo di vuelta y le dijo que se colocara de frente, hice mucha espuma y comencé a frotarlo con la esponja, cuando llegue a su diminuto pene, comencé a tomarlo con mis dedos y a correr su prepucio hacia atrás y hacia adelante, de manera tal que en un ratito se puso duro como una piedra, le dije a Ednita que mirara como se había puesto duro el juguete de su hermano.
-¿Y ella que dijo?, preguntó Sonia con interés, mientras Martín seguía entrando y saliendo con su verga dura del culo de Sonia.
-Nada, no dijo nada, pero miraba con atención, y yo seguía haciendo ese trabajo, le dije a Santino que si alguna vez había hecho algo así y me dijo que varias veces y que luego siente una cosquilla por todo el cuerpo y le salen unas gotas de un líquido por la punta del pene.
-El pendejo se masturba, afirmó Sonia.
-Y claro, dijo Martín, lo hacen todos los chicos. En ese momento Martín sacó su miembro del culo de Sonia y la colocó dentro de su vagina mojadísima.
-Mmmmmmm, expresó Martín, estás excitada yegüita.
-Sí, lo estoy dijo Sonia, contame como siguió la cosa.
-Después tu hijo se acabó delante de los ojos ávidos por ver de su hermana por ver como salían esas gotas de semen del miembro de su hermano, yo limpié su pene que comenzó a ponerse fláccido y luego lo puse de espaldas a mí y le enjaboné la espalda y cuando llegué a su culito, le hico lo mismo que a Ednita, le metí un dedo en el culo, un poco se sobresaltó, yo le dije que no se preocupara que a su hermana le hice lo mismo y a ella le había gustado. Cosa que asintió con un sí firme la nena.
-Me lo vas a hacer puto al pibe, no seas boludo. No jodas con eso, dijo Sonia retándolo.
Martín sacó la pija de la concha de Sonia y la volvió a colocar en su culo, mientras le tiraba del cabello y le daba mayor fiereza a su entrar y salir del cuerpo de la mujer, le dijo con voz gruesa y ruda que eso no iba a ocurrir, que el pibe no se iba a hacer puto por un dedo.
-¿Qué pasó después?, preguntó Sonia.
-Nada, dijo Martín, yo la tenía un poco dura pero no del todo y nos secamos y salimos y ya está el cueto terminado.
-Ahora, arrodíllate que quiero acabarte en la boca y quiero ver como tragas la leche puta de mierda.
-Te gusta que sea bien trola, hijo de puta, le dijo Sonia.
Y se arrodillaba para recibir la carga que fue disparada en varios chorritos que cruzaron el rostro de la mujer dejando cuatro líneas de semen caliente, ella con su dedo índice comenzó a correr parte de ese líquido para ponerlo adentro de su boca, mientras se ponía de pie nuevamente y acariciaba el pene de Martín que comenzaba a perder el rigor que había tenido unos instantes antes.
– ¿Y qué te pareció lo que te conté?
-Interesante dijo Sonia, me puso caliente, me agrada que te gusten mis hijos.
Martín la miró fijamente a los ojos, ambos estaban desnudos en la cocina, nunca tuvieron en cuenta que los pequeños podían estar viéndolos.
-¿Y vos cuándo vas a jugar con tus hijos? Quiero verte.
Sonia primero se quedó extrañada por la pregunta, luego bajo la vista y no contestó nada.
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