El calzón azul de mi hijo de 11.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ezeloro.
Soy soltero, tengo 36 años. Pero en una ocasión, cuando contaba con 25 años, dejé embarazada a una muchacha. y cuando nació nuestro hijo. me lo entregó y luego desapareció. Jamás la volví a ver.
Mi hijo hoy tiene 11 años, se llama Sebastián y es parecido a mí. Rubio, ojos marrones y piel blanca. Soy un hombre que tiene un buen trabajo, entonces siempre le pude dar a mi hijo todo. Jamás le faltó nada material.
Te cuento, para empezar que no he visto nunca a mi hijo con malas intenciones. Es que soy heterosexual, y mi relación con las mujeres siempre fue buena, nunca tuve mayores problemas como para concretar una noche de sexo con ellas. Hasta hace unas semanas…
Resulta que en una cita que tuve con, la que yo creía era, la mujer de mis sueños. Era ideal, trabajadora, refinada, educada y se notaba que tenía ganas de intentar algo serio con un hombre como yo.
La noche se desarrollaba con total normalidad. La comida era deliciosa, Natalia (la mujer con la que estaba comiendo) estaba muy distendida y yo estaba seguro que esa noche iba a ser "la gran noche" donde la llevaría a la cama por primera vez después de 5 citas previas.
Yo ya estaba excitadísimo, con ganas de atacar. Pero cuando le comenté que yo tenía un hijo, ella simplemente me miró y me dijo con una voz fría: -Mmm, bueno. Discúlpame pero, yo no… Mejor me voy.
Se levantó de la mesa, y se fue. Dejándome a mí destruido y deprimido. Ya eran las 11 de la noche. Por lo que me fui del restaurante y me dirigí a una taberna, allí me tomé unos cuantos tragos. No recuerdo la cantidad. A eso de la medianoche me dispuse a regresar a mi casa.
Estaba ebrio. Me costó atinarle la llave a la puerta. Cuando al fin ingresé a casa me senté en el sofá del living y me puse a ver televisión. Pero nada me entretuvo, por lo que me levante y fui hasta la habitación de mi hijo a ver si ya estaba dormido. Y efectivamente, estaba en el quinto sueño. Me quedé viéndolo, no lo había notado antes. Pero mi hijo tenía algunas curvas en su cuerpo comparables a las de una mujer. Tenía un trasero redondo y tierno, no tenía bellos.
Es que era verano, hacía calor y mi hijo se había acostado en su cama vistiendo sólo un calzoncillo tipo slip (trusa) celeste. Totalmente al descubierto, es que hacía mucho calor como para usar sábanas o cobertor. Eso me excitó, el simple hecho de que su suave piel blanca y lampiña brillara con la luz tenue reflejada por la luna, que ingresaba a su habitación por la ventana. Me incentivó a tomar al toro por los cuernos.
Me senté al pié de su cama, separé con cuidado sus piernas, y estando el boca arriba durmiendo profundamente. Me dispuse a masticarle con mis labios su calzón. Sentí la excitación, por lo que fui corriendo a la cocina a buscar unas tijeras. Al regresar le corté el slip de manera que no lo despertara.
Ahí estaba él. mi hijo de 11 años. El nene al que estoy criando sólo por el abandono de su madre. Tenía su hermoso pene que comenzaba a verse erecto , cuyo tamaño era de unos 12 cm. Estaba siendo succionado por su progenitor. Olía a jabón, prueba clara de que antes de acostarse a dormir, mi hijo se había bañado muy bien.
Mi hijo seguía sin despertar, por lo que me animé a acariciarle todo el cuerpito desde su cuello suave hasta sus pies tiernos. 7 minutos de pura mamada a su pene le estuve propinando hasta que me animé a bañarlo con mi baba. Le comencé a chuponear todo con mi lengua, saboreando todo su cuerpo. Mi hijo mostraba signos de placer aunque no despertaba. Se ve que mis estímulos lo estaban haciendo tener un sueño húmedo. Con cuidado le abrí más las piernas y le empecé a humedecer su ano con mi saliva. Puedo asegurar que no hay nada más rico y delicioso que eso.
Mi pene ya estaba que explotaba, y cuando me dispuse a penetrarlo. Mi hijo abrió los ojos, me vio y me dijo:- ¿qué haces papá?, ¿dónde está mi calzoncillo? . Sin decirle nada, me recosté a su lado, y mirándonos a los ojos le dije:- hijo, te amo. Y quiero enseñarte a hacer hombre hoy.
Sin decir nada, Sebastián, mi hijo. se quedó mirando lo que yo hacía. Le dije que se diera la vuelta y en posición de perrito. El lo hizo sin quejarse. Me di cuenta que mi hijo todavía no entendía nada de lo que estaba sucediendo. Pero que no se resistiera me motivó a más.
Nuevamente le lamí el culo hasta que goteara de saliva. Y me arrodillé detrás de él, puse a mi pene en posición y comencé a penetrarlo sin piedad. Llorando, Seba, me decía que pare que le dolía. Pero yo sabía que después de un rato no lo iba a doler más así que seguí hasta que no soporté más. Echando chorros de semen dentro de su trasero, me di cuenta que nunca antes había tenido una acabada con tanta abundancia de semen. Al quitarle mi pene de su ano, gotas y gotas de semen le chorreaban del trasero.
Con una de mis manos agarré el semen que le goteaba y se lo desparramé por su pansita, suave, tierna. No aguanté más y comencé a mamarle nuevamente todo el cuerpo. Llegué a su pene, estaba colorado de tanta acción. Su pene pequeño me hacía recordar al mío cuando tenía su edad. Yo estaba dispuesto a lograr que mi hijo eyaculara. Pero no lo logré, mi hijo me tuvo que pedir por favor que dejara de chuparle el pene porque le ardía mucho.
Cansados, abrasé fuerte a Sebastián, y recostándome a su lado. Nos dormimos.
Por la mañana, me desperté antes que él y me fui a bañar rápido. Era sábado, por lo que él no tenía clases. Al salir del baño, me vestí con un vaquero y una camisa, y le preparé el mejor desayuno que le había hecho en mucho tiempo, y lo esperé hasta que se despertase. Yo estaba dispuesto a no hablar del tema, a hacer como que nada había pasado.
Pero mi hijo, que hasta antes de esa noche era tímido. Se levantó desnudo, y se dirigió hacia mí. Me tomó fuerte de una mano y me hizo caminar, sin decir una sola palabra, hasta el sofá. Me dijo que :- papá, siéntate . Y me arrancó los botones de la camisa, me abrazó y arrodillado a mi lado, trató de abrirme la bragueta. Lo ayudé porque no podía.
Al estar yo también desnudo, acercó su hermosa boca a mi oído y me dijo: – papá, cogrme.
Desde ese momento soy el novio de mi hijo.
(historia ficticia, jamás ocurrió. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia)
Puaj, muevanlo a gay