El Cartero capítulo 4
Continua el arduo trabajo de este trabajador del servicio postal.
Nota del autor: hola a todos, sigo con esta saga, como siempre una disculpa por la tardanza, pero la carga de trabajo no me da tiempo para escribir como yo quisiera, además de que como ustedes ya lo saben, los leo y releo hasta que me pongo un auto stop. Bueno ya sin más preámbulos aquí les dejo este capítulo, esperando que disfruten leerlo, tanto como yo escribirlo. saludos, besos y abrazos.
Adalberto1979
Capítulo 4
Iba manejando mi furgoneta tipo van, la cual tenía vidrios muy oscuros, del exterior no se podía ver nada hacia el interior, ni siquiera si pegabas tu cara a la ventana; los asientos posteriores se plegaban convirtiéndose en una cama, viví muchas aventuras en esa camioneta, en la guantera tenía todo tipo de dulces, eso siempre ayuda a convencer a mis novias pasajeras.
Llevaba a Sonia, Carlos y Azucena a la escuela primaria, Sonia iba a mi lado, sus muslos estaban parcialmente cubiertos por su falda escolar, se veían tan hermosos que los iba acariciando a cada rato, ella me miraba y me sonreía cuando metía mi mano bajo su falda hasta llegar a su entrepierna y acariciaba con mis dedos su vagina por encima de su suave pantaleta, ella abría sus piernas para colaborar en mi manoseo.
Yo llevaba a ellos tres juntos a su escuela; Lorena llevaba sola a Karimí, pues ella ya iba a la secundaria, así nos dividíamos siempre, Sonia siempre iba adelante conmigo, ahí le gustaba ir, le gustaba ser la favorita, permitía que la manoseara todo el camino, así eran nuestro días, por el retrovisor miraba a Carlos y azucena que se besaban cada que podían, creo que ellos tenían una relación muy estrecha, era una relación muy especial; fue mi hijo quien la desvirgó de todos sus agujeros, siento que se veían más como novios que se aman, que como hermanos que simplemente tienen sexo incestuoso. Llegué a una dirección, estacioné mi camioneta y bajé.
- Niños no tardo—le dije antes de dirigirme a la puerta.
Toqué la puerta y una mujer de mi edad, pero muy atractiva, me abrió; Claudia era su nombre, apenas entré me recargó en la puerta ya cerrada y me beso metiéndome lengua, mis manos se fueron a sus nalgas, me encantaba como se sentían, siempre firmes.
- Buenos días mi amor—me dijo ella.
- Buenos días—le correspondí acariciándole descaradamente una teta por encima de su blusa, mientras obscenamente le metía la lengua a su boca.
Claudia era y sigue siendo mi mejor amiga, somos amigos desde la secundaria, fuimos cómplices de muchas fechorías, se casó con un tipo que la pretendió durante la universidad, ella lo aceptó porque tenía dinero, era de esos de familia de abolengo y aceptó además porque sabía que un matrimonio no separaría nuestra amistad en ningún “aspecto”, sería como siempre había sido, una amistad muy abierta y sobre todo, muy placentera.
- Pensé que no llegabas y me tenía que ir—decía bajando mi cremallera metiendo su mano para sacar mi verga que ya estaba dura.
- Es que hubo un accidente un kilómetro antes y eso me retraso un poco, pero ya estoy aquí, aaahhh—gemí sintiendo su suave mano masturbarme.
- Pues ya es tarde para mí—decía pasando su lengua por mi mejilla sin dejar de mover su mano en mi verga, se veía ansiosa haciéndolo—pero prométeme que irás hoy a visitarme a la oficina.
- Sabes que si—le dije mirando sus pupilas dilatadas de excitación.
- Bueno, es una promesa—metió mi verga a su boca y la mamó rápido, sentía su lengua como un torbellino, pero no lo hizo mucho rato, apenas me estaba emocionando cuando siento que saca mi verga de su boca.
Se levantó rápidamente la falda al mismo tiempo que se volteaba dándome la espalda, jalo su tanga a un lado y ella misma puso mi verga en su raja, yo solo empuje y esta se fue sola hasta dentro.
- Aaahhh si, muévete rápido, anda, muy rápido, por favor—su voz era súplica, creo que tenía prisa.
Me moví intenso, ya estaba mojada, mi verga era un pistón en su raja, ella se apoyaba en la puerta con las manos, su cabello ocultaba su rostro desfigurado.
- Si así, aaahhh… aaahhh… aaahhh… más rápido… más rápido… aaahhh… aaahhh… aaahhh…
Se movió, pero me jaló del pantalón hacia ella, inmovilizándome con mi verga hasta dentro, sentí como tembló su vagina, al mismo tiempo que ella se estremecía, sentía la fuerza de su mano apretando mi pantalón para jalarme hacia ella, no quería que se la sacara ni un poquito. Se calmó un poco en esa posición, yo seguí quieto atrás de ella, pero movía mi verga haciéndola saltar dentro de su raja, ella sola la sacó lentamente y me volteo a ver.
Nos besamos compartiendo lengua, ella quería menos que un polvo rápido, solo quería su orgasmo, porque no me dejó eyacular, pero eso no importaba, ella y yo lo sabíamos, mirándome con lujuria me dijo.
- Perdón, tenía que acabar rápido porque ya me tengo que ir, pero Pamela está arriba esperándote, no tardes mucho, pues ya no es tan temprano como otros días.
- No mi amor, no tardaré—mi verga estaba cada vez más dura y ahora mojada con sus jugos.
- Por cierto, ya casi no hay lubricante—dijo sin dejar de mover su mano en mi verga–¿podrás pasar tú y comprar?
- No creo mi amor, apenas si me da tiempo de llegar a mis destinos.
- Bueno, yo lo compro de regreso, en la oficina creo que vamos a usar pura salivita—su mirada era de verdadera lujuria, se separó de mi soltando mi verga—ve con pamela y recuerda que no debe llegar tarde a su escuela.
Miró mi verga dura que tenía ya una gota en el meato, se agachó y con su mano, literal, ordeño mi verga extrayendo más que una gota, metió mi verga a su boca y chupó el líquido, lo sacó y me miró.
- Se me antojo, anda ve ya.
Dicho esto salió de su casa acomodándose su falda, yo me quedé parado unos segundos y después caminé hacia la planta alta, había cuatro puertas, una de ellas tenía un estampado de dibujos infantiles (Ponis, arcoíris y cosas así), en ella entré y ahí estaba Pamela, estaba sentada en el borde de la cama, sus piernas colgaban, ella las movía meciéndolas, sus manos estaban a cada lado de ella apoyadas en la cama, miraba hacia el piso, estaba en la típica posición de espera alguien.
Estaba solo en su pantaleta infantil, su piel era morena, su cabello era liso, negro y brillante, sus labios carnosos invitaban a besar, sus ojos grandes y cafés claro, su vulva regordeta se marcaba en la pantaleta infantil y demostraba que apenas estaba entrando a la pubertad, miraba el piso, cuando entré me volteo a ver, vio mi verga dura como roca que estaba fuera del pantalón toda llena de mocos de su madre, sus ojitos brillaron y saltó hacia mi colgándose del cuello.
- Papi llegaste—me dijo besándome con mucha pasión.
Me decía papá cada que estábamos solos, pero realmente no era mi hija, era hija de Claudia y de su marido; pero había participado tanto en su “educación”, que me llamaba papá cada que estábamos solos.
- Ya es tarde—me dijo separándose de mí, pero bajando su pantaleta y sacándola por sus pies.
- Si—dije sin dejar de mirarla.
- Hay que apurarnos—dijo caminado hacia atrás y acostándose en su cama con las piernas abiertas.
- Si—dije siguiéndola a la cama.
- Me estuve masturbando hace rato para estar ya mojadita—me dijo cambiando el tono de voz, miré como escupió en su mano y la embarró en su vulva—anda ven, apúrate, no tenemos mucho tiempo.
- Si
Nunca he sido de muchas palabras, la “labia” nunca ha sido mi fuerte, pero coger si, así con la ropa puesta me puse sobre ella, tomándola con ambas manos de su rostro la empecé a besar metiéndole la lengua, con mis caderas guiaba mi verga, sentí como se atoró en su introito y empujé, esta entro hasta su tercera parte.
- Aaahhh—gimió pamela abriendo sus hermosos ojos cafés, en una mirada nublada de excitación.
La saqué pero solo para regresarla, ahora si toque fondo, sentí como doble su pequeño cérvix, ella apretó mi espalda, eso le encantaba.
- Aaahhh, papi, ya te necesitaba, aaahhh—gimió cuando se la saque y se la volvía a meter.
Se la metía y sacaba mientras nos besábamos, sentía su estrecha rajita apretar mi verga, era como si una mano la apretara, su lubricación permitía una buena cogida, pero el tiempo era el enemigo en ese momento, tenía que llevarla a la escuela.
- Mi amor el tiempo se acaba, ponte boca abajo para darte por el culo—dije sacándole la verga y dándole espacio para que se moviera.
- Si papi—dijo poniéndose boca abajo abriendo sus nalguitas para mí.
Su culo emergió para mí, estaba muy desfigurado, mi verga era un cliente frecuente de esa tienda, me acerque y lo lamí, sentí como pamela se estremeció, escupí una gran cantidad de saliva y con dos dedos la introduje, normalmente la dilataría más antes de cogérmela por ahí, pero lo dicho, el tiempo era el enemigo.
- Aaahhh… papi, despacito ¿Si?… despacito… aaahhh—gimió arqueándose al sentir mi glande entrar y abrir su ano.
Empuje otro poco más y sentí como el glande rompió la resistencia atravesándolo, aquellos que hayan penetrado un culo, sabrán de esa sensación cuando la verga atraviesa esa resistencia natural que el ano ofrece, es como brincar un borde, pero un borde que rodea tu verga, es la sensación más deliciosa del mundo.
- Aaahhh—gemí yo al sentir como iba entrando, no me detuve hasta que mis huevos chocaron con su raja.
- Aaahhh, ya estas todo dentro de mi culo, te puedo sentir—dijo pamela apretando sus ojitos.
Tantas veces habíamos cogido, desde que pudo tolerar mi verga, que ahora disfrutábamos el sexo sin molestia alguna.
- Aaahhh… aaahhh… aaahhh
Se escuchaban los intensos gemidos que daba pamela por las fuertes estocadas que le daba en su culo, su habitación también era a prueba de ruido, obvio que el marido de Claudia ni se enteró cuando colocaron los aislantes, lo mismo que en su habitación, él aún cree que fue una remodelación de rutina, cambio de pintura y esas cosas, no imagina que el aislante es para evitar que los gritos de placer que daban las dos, salieran de la casa.
- Si… si… aaahhh… aaahhh—gemía yo apretando los dientes, la sostenía de ambas caderas con mis manos, eso facilitaba una penetración más efectiva y profunda.
Pasé mi mano a su vientre, ella era delgada y me encantaba como se sentía mi verga deslizándose en su vientre, abultaba de una forma tan erótica que me desquicie.
- Bebé, te jodo fuerte, aaahhh
- Si, papi… Aaahhh… aaahhh… aaahhh… aaahhh
Pamela fue un gemido tras otro, uno a cada bestial estocada que le di en su culito infantil, no fui gentil, le di tan fuerte como pude hasta que exploté llenándola de leche.
- Te lleno bebé, te lleno el culo de leche
- Si papi, la siento como va entrando, aaahhh
Me quedé dentro de ella, le giré la cara para besarle metiéndole lengua, sentía como mi verga seguía dura, podría seguir toda la mañana, pero lo dicho, el tiempo era el enemigo, lentamente se la saqué, su culo quedó muy abierto, pude verle dentro mi leche y como se iba cerrando coquetamente, se iba cerrando atrapando la leche que estaba dentro.
- Mi amor, cámbiate, te espero abajo
- Si papi, ¿no quieres que te mame la verga para limpiártela?—me preguntó mientras se iba sentando.
- No bebé, porque se me para la verga de nuevo y no iríamos a la escuela y le prometí a tu madre que te llevaría.
- Está bien papi, me cambio rápido.
Baje a la cocina y me serví un vaso de jugo, conocía perfectamente esa casa y tenía toda la autorización de Claudia para hacer lo que quisiera, me terminaba mi jugo cuando vi que pamela bajaba.
- ¿Te pusiste algo en el culo para no tener accidentes?—le dije recordando que no debía llegar con evidencia de cogida en su escuela.
- Si papi, me puse una toalla sanitaria de mamá.
- Mejor te hubieras puesto un tampón—dije yo terminando el jugo.
- Pues si quieres pónmelo tú—dijo sacando uno de su bolsa y mirándome sonriente.
- Si, bebé. Yo te lo pongo. Ven, voltéate, empínate y descubre tu culo—le dije yo con toda libertad de lenguaje.
Se paró frente a mí y se volteó dándome la espalda, me entrego el tampón y se empinó bajando su pantaleta y subiendo su falda escolar, retiré la toalla, pamela me ayudo separando sus nalguitas, pues el aplicador y lo introduje.
- Aaahhh—gimió la niña al sentirlo dentro— ¿ya está todo dentro?
- Creo que si—conteste retirando el aplicador y dejando dentro el adsorbente.
- ¿Lo puedes revisar?—dijo meneando su culito, yo sonreí, ya sabía a qué se refería, era un juego de palabras que teníamos desde hace mucho, saque mi verga que no había perdido erección y la guie a su rajita, se la metí hasta el fondo y desde ahí sentí el tampón.
- Si bebe, está dentro.
- Revísalo más, aaahhh
Puse mis manos en sus hombros a modo de palanca y me moví más fuerte, eso quería ella, que me la cogiera, pero el tiempo era el enemigo, le di varias estocadas rápidas e intensas para hacerla venir, la sostenía de ambos hombros para poder darle fuerte, su cabello era mecido por mis arremetidas y cuando sentí su humedad supe que había acabado, no eyaculé, porque la hubiera dejado toda llena de leche.
- Ya bebé, ya lo revisé—dije dando un último fuerte empujón, arrancándole el último gemido.
- Aaahhh… Gracias papi, ahora si no mancharé—se movió hacia adelante sacando mi verga y se volteó y subió de puntitas, me dio un piquito en los labios y me dijo—ya me acomodé mi ropa, ¿ves?—dijo levantando su falda y mostrándome su sexy pantaleta, quería excitarme, casi lo logra, pero fui fuerte.
- Bien hecho, anda salgamos—dije rápido antes de otra cosa pasara.
Salimos y nos subimos a la camioneta, azucena y mi hijo seguían besándose, cuando nos vieron se movieron para que pamela subiera, mi hijo quedó entre las dos, extendió sus brazos y las abrazó al mismo tiempo, pamela lo besó en la boca y luego a azucena, nos llevábamos todos muy bien.
Saqué mi verga que tenía jugos de Claudia, pamela y míos, miré a Sonia que entendió inmediatamente, desabrochó su cinturón y me mamó el resto del camino necesitaba soltar leche, no había eyaculado en pamela y necesitaba hacerlo.
Aceleré porque ya era tarde, en el camino mis hijos seguían besándose con pamela y ni se diga Sonia, que me acariciaba los huevos y aprovechaba cualquier alto para besarme, sentía todos esos sabores mezclados en su lengua.
Apenas llegamos a la escuela, bajaron corriendo, sujeté a Sonia de la nuca y de la parte posterior del cuello con ambas manos y literal me la cogí por la boca, me moví muy intenso, le empujaba mis cadera metiéndole la verga y la afianzaba con ambas manos para que mi verga atravesara su garganta, ella luchaba por respirar, pero no hacía nada para quitarme, sabía que necesita eso para eyacular, sentí el cosquilleo y empujé aún más,
- Aaahhh—puse mis ojos en blanco bufando como un oso mientras eyaculaba en mi hija, le deje mucha leche, la cual tragó; se levantó limpiando el exceso de saliva que tenía alrededor de su boca y limpió las lágrimas que salían de sus ojitos, antes de bajar me dijo.
- Te amo mi amor, seré una esposa ejemplar, no te arrepentirás de habérmelo pedido—dijo mientras limpiaba mi leche que escurría por su comisura, la tomó con su dedo y la metió a su boca chupándolo.
- Te amo—dije acariciando su mejilla quitándole el resto de mi semen y llevándoselo a la boca lo chupó ahora de mi dedo, bajo con una cara de felicidad.
Llegué a mi oficina, estaba casi desierta, no teníamos hora de entrada ni de salida, ni siquiera teníamos checador de tarjetas o biométrico, todos llegaban tarde, pero yo por los horarios de las escuelas llegaba antes.
Iba caminando a mi oficina y escuché gemidos, avancé más y vi atrás de una gruesa columna a el oficial Rodríguez atrás de Jo, la sostenía por las caderas con ambas manos, ella tenía su falda enrollada en su cintura, el oficial Rodríguez le daba muy fuerte, así como desesperado, su cara estaba desencajada, apretaba sus dientes, fruncía el entrecejo, abría su boca, todo alternativamente; accidentalmente moví una silla haciendo ruido, Jo sintió mi presencia, abrió los ojos, me vio y me sonrió, después los volvió a cerrar para seguir gimiendo.
Jo tenía sus tetas fuera de la blusa que iban y venían por los empujes de su amante en turno, sus manos sostenidas sobre las manos del oficial Rodríguez, que empezó a bufar como un toro, señal que eyaculaba en nuestra jefa, las tetas de ella vibraron muy intenso por la venida de mi compañero, Jo fue un gemido tras otro.
- Aaahhh… aaahhh… aaahhh
No sé cuánto tiempo tendría ahí, llegué justo a mirar el orgasmo de los dos, no era sorpresa ver a nuestra gran líder en esas situaciones de “ayuda” al personal a su cargo, por eso ella era la jefa.
Entré a mi oficina y empecé a ordenar mis pendientes, miré hacia afuera y el oficial Rodriguez pasó frente a mí, aún llevaba la verga de fuera chorreando jugos, era chaparrito, de vientre abultado, algo calvo, su barba era de días sin ser rasurada o arreglada, no era el de mejor aspecto, eso sí, tenía una verga enorme, creo que ese era su mejor cualidad, Jenny mi amiga prostituta de 12 años, me había comentado que él fue un cliente de ella, pero que le cobró más, porque la dejo toda dañada de la raja y el culo y así no pudo “trabajar”, lo evitaba como cliente, porque si la dejaba muy maltrecha.
Atrás de él paso Jo, llevaba sostenido con su mano un pañuelo a nivel de raja, seguramente mi compañero le dejó un galón de semen, iba caminando con dificultad para no mancharse mucho, seguramente iba al baño a sentarse y vaciar en la taza todo a esa leche, cuando pasó me volteo a ver y me lanzó un beso al mismo tiempo que me guiñaba un ojo.
Conforme avanzó el día y fue llegando el personal, la oficina fue un manicomio. Tenía casi 150 paquetes sospechosos para revisar antes del almuerzo. Ninguno de ellos resultó contener pornografía ilegal, aunque uno de ellos tenía una colección de revistas nudistas con varias niñas y niños preadolescentes en ellos. Sabíamos que era mejor no tratar de conseguir una condena por estos, por lo que solo incluimos al remitente y al destinatario, en nuestra lista de perspectivas potenciales de una futura investigación de pornografía infantil.
Nosotros estábamos muy ocupados con nuestra cartera actual de investigaciones, y peor aún, que no habíamos podido atrapar a “nuestro hombre”, nuestro principal objetivo. Miraba el paquete que deje continuar y solo pensé ¿Envío de fotografías de niñas desnudas a través del correo? Tenían que ser pervertidos, pero sobre todo muy estúpidos.
Navegué un rato por la web buscando pervertidos, miré la página web que recién había creado, le había colocado algunos anuncios con leyendas de «chicas jóvenes y sexys» y estaba seguro de que podríamos conseguir que algunos idiotas hicieran un pedido.
Tenía cerca de 30 solicitudes de inscripción a la página, todas de servidores ocultos, servidores diseñados para navegar en la red profunda.
Aun así teníamos la tecnología para descifrar códigos de ubicación real, a veces nos sorprendíamos que casi todos los políticos eran clientes frecuentes, esos los dejaba pasar, mejor no meternos con gente poderosa, eso nunca acababa bien.
Hubo un paquete de revistas con porno ilegal que habían sido remitidas, eso significaba que la persona que los había encargado no vivía en el domicilio, así que las confisqué, a mis hijos les gustaba esa lectura, tenían muchas historias de incesto con menores, desde fotonovelas, hasta historias escritas. Ellos las leían juntos, algo así como cuantos antes de dormir; bueno, cada quien sus gustos.
Era cerca del mediodía cuando le dije a Jo que saldría unos momentos de la oficina, ella miraba atenta su monitor, seguramente revisando material, eso lo pude ver en el reflejo de sus gafas, volteo a verme y solo asintió para después regresar a su monitor, subí a mi camioneta van y avance por la ciudad, llegue a un edificio gubernamental y la estacioné.
Llegué al cuarto piso y me dirigí a la recepción y salude.
- Hola Nancy, buen día, vengo buscando a la Lic. Claudia González.
- Hola Jaime, muy buen día, deja le anuncio a la Lic. González que la estas buscando.
Nancy era una joven recepcionista de 23 años, estaba terminando su carrera en comercio, trabajaba de día y estudiaba de noche, era muy atractiva, tenía novio, pero sentía que me coqueteaba, la verdad nunca le había sugerido algo, solo eran situaciones protocolarias de saludos y cosas así, ella me conocía muy bien, sabía dónde trabajaba (Aunque no lo que hacía específicamente) y sobre todo me conocía porque frecuentaba mucho a Claudia.
Se levantó para ir a la oficina de Claudia y cuando me dio la espalda miré su cuerpo con esas nalgas que se acentuaban por el vestido, ella dio una rápida mirada hacia atrás y me sorprendió mirando su trasero, solo sonrió para después continuar hacia la oficina de mi amiga; regresó casi al instante, su mirada era como diciendo “sé que te gusto” “sé que me estuviste fisgoneando el culo”, era algo así como mirada de complicidad.
- Pasa Jaime, la Lic. Gonzalez te está esperando—dijo mirándome con picardía mientras pasé a un lado de ella.
- Gracias Nancy—dije respetuosamente.
- Para servirte—lo dijo y sentí su mirada de arriba abajo cuando le di la espalda.
Entré a la oficina, era amplia, Claudia ocupaba un puesto gubernamental importante, ganaba bien y prometía mucho su carrera, cerré con seguro, nadie nos molestaba nunca, pero como quiera siempre ponía seguro, voltee hacia Claudia y vi que ya se había quitado su saco tipo sastre, lo había acomodado cuidadosamente en el respaldo de su asiento, estaba desabotonando su blusa cuando sintió mi presencia.
- Hola Claudia
- Hola mi amor—me dijo despojándose de su blusa–¿pamela llegó temprano?
- Si, llegamos a tiempo, me apuré en su recámara para acabar rápido.
- Qué bien, me da gusto que si haya llegado a tiempo, ya no puede tener más faltas.
A veces nos entreteníamos tanto cogiendo que se pasaba el tiempo y ya no la llevaba a la escuela, nos la pasábamos mis hijos y pamela muy divertidos en la mañana, pero hoy me esforcé por acabar pronto y no cogérmela tanto tiempo.
Claudia ya estaba desnuda frente a mí, estaba cerca de un sillón, el cual tenía una forma especial para funcionar como cama, me paré frente a ella y se colgó de mi cuello, nos besamos con la pasión que había entre nosotros, nos conocíamos mucho y desde hace tanto tiempo, que poco faltó para que yo hiciera una vida marital con ella, conocía sus gustos, sus lugares favoritos, era hermosa nuestra amistad, tanto que apenas pudo me compartió a su hija, juntos la desvirgamos por todos sus huecos en cuanto pudo tolerar mi verga, pero desde muy pequeña ella le enseño como darme placer.
- Ven mi amor, te necesito dentro de mí—dijo acostándose boca arriba abriendo sus piernas, me bajé el pantalón y el bóxer, me subí y la penetré, ella gimió al sentirme dentro, así empezó nuestra sesión.
Media hora después ella estaba acostada boca abajo en su sillón, sus piernas colgaban a cada lado del sillón, yo estaba sobre ella metiéndosela, estaba casi acostado sobre ella, me apoyaba con mis rodillas y codos, se lo hacía fuerte.
- Aaahhh… aaahhh—gemía una y otra vez.
Le puse mi mano en su boca y le metí dos dedos muy dentro de su boca, exprimí con mi pulgar y dedos índice y medio sus parótidas, para sacar mucha saliva, ella ya babeaba por la cogida, ahora con la exprimida junté más saliva, hizo un charco en mi mano, sin dejar de metérsela, la llevé a su culo y le embarre toda la saliva, ella se emocionó más.
- Aaahhh, Jaime… aaahhh.
Maniobraba con mi mano en su culo y con mi verga le taladraba la raja, que cabe decir estaba más que mojada, aproveché esa lubricación y le saqué la verga apuntándola a su culo, empujé y casi inmediatamente sentí como pase el esfínter anal.
- Aaahhh Jaime, te siento… te siento todo dentro de mí.
- Mi amor, aún falta por meter—dije yo riendo
- ¿Pues qué esperas?—dijo girando su cabeza hacia atrás intentando verme—encúlame toda.
Tenía la mitad dentro de ella, empuje otro poco y mis huevos chocaron con su raja, me quedé dentro, quieto, solo empujando un poco, podía ser agresivo con su culo, pues estaba más que usado, pero me encantaba esa sensación de como el anillo de ella apretaba mi verga.
- Me encanta tu culo—le dije en su oído empezándome a mover.
- Tómalo, sabes que es tuyo, nadie más lo usa, solo tu—me dijo Claudia empujando sus nalgas hacia arriba para le entrara más—a nadie más le pertenece, solo a ti, así que úsalo, rómpelo si quieres… aaahhh… aaahhh
La posición en la que cogíamos se veía bastante aberrante, los dos desnudos, ella totalmente pegada a sillón, con sus brazos y piernas colgando a los lados, yo desnudo arriba de ella bombeándole el culo, mi pubis chocaba contar sus nalgas haciendo un chasquido sexual.
El sudor de mi cuerpo caía sobre el de Claudia, eso hacía que nuestras pieles estuvieran resbaladizas y facilitaba mucho mi movimiento, su oficina tenía clima artificial, aun así sudábamos; de los dos yo era el que hacía el mayor esfuerzo al moverme fuertemente sobre ella, por eso sudaba, pero a ninguno de los dos nos incomodaba, de alguna forma siempre sudábamos cuando cogíamos.
- Claudia ya no aguanto—le dije bufando en su oído.
- Aaahhh… aaahhh… aaahhh—gimió sintiendo como intensifiqué mis estocadas en su culo.
Chorro tras chorro eyaculé en su culo, ella titiritaba sintiendo mis lechazos, gimió más fuerte y tuve que taparle la boca para que no se escucharan sus gemidos fuera de su oficina.
- Mmmggghhh… Mmmggghhh… Mmmggghhh… Mmmggghhh… Mmmggghhh…
Mi mano oprimió fuertemente su boca impidiendo que el sonido de su garganta fuera percibido por las personas afuera de su oficina, pude sentir como babeo de su vagina y boca durante su orgasmo, incluso sus ojos se pusieron blancos, creo que el que le tapara la boca la excitó, a ella le gustaba el sexo rudo y con algo de asfixia, entonces tal vez con mi mano le corte un poco la respiración.
Sus orgasmos más intensos los tenía cuando con mi mano apretaba su cuello oprimiendo sus carótidas, eso siempre lo notaba por como su mirada se perdía y sobre todo que babeaba con su boca toda suelta y sus ojos perdidos.
Poco a poco me deje de mover, a ese ritmo fui soltando mi mano de su boca, cuando separé mi mano de su boca noté un charco de agua en mi palma, Claudia también lo notó y se pegó a ella adsorbiendo su propia saliva, mi verga seguía dura dentro de su culo, podía seguir dándole, los dos lo sabíamos, pero lentamente se la saqué, ella volteo a verme y me sonrió.
- Que rico que me visitaras—dijo sonriéndome para después dar un brinquito y un pequeño gritito cundo sintió que salió mi verga.
- Si mi amor, siempre es muy rico visitarte—dije yo ya parado todo desnudo con mi verga dura escurriendo jugos.
- ¿Y ya te vas?—preguntó mirando mi verga.
- Sí, tengo mucho trabajo—le dije. Claudia era de las pocas personas para las que no tenía secretos, ella sabía perfectamente cuál era mi trabajo.
- Andas tras alguien ¿verdad?—dijo sentándose.
- Si, y no hemos podido siquiera acercarnos, es como si conociera todo nuestro sistema, siempre va un paso delante de nosotros.
- Ay Jimmy, no te preocupes, a ti nadie se te escapa—dijo dándome ánimos, aunque no era del todo cierto, pues si se nos habían escapado varios, pero agradecí el gesto.
- Gracias Claudia, tu siempre levantas mi ánimo—dije acercándome para besarla.
- ¿Sólo eso levanto?—dijo acariciando mi verga mientras pasaba su lengua por la mía.
- No, sabes que no—dije sonriéndole—tu mejor que nadie sabe que levantas muchas cosas en mí.
Claudia, en nuestra adolescencia, fue la primera que sacó leche de mi verga, se maravilló mirando que no perdía erección, tres veces eyaculé en ella la primera vez, a partir de ahí nos volvimos amigos inseparables, fueron tantas las historias vividas, que no podría acabar en este momento.
Ya vestido, me senté en el sillón frente a su escritorio y con un pañuelo sequé el sudor de cuello y cabeza, miré como Claudia se fue vistiendo hasta quedar como la ejecutiva que era, vino a mí y se sentó en mis piernas.
- ¿Sabes algo?—preguntó dándome un besito.
- ¿Qué?—contesté yo a su pregunta retórica.
- Van a mandar a mi marido a Holanda a un curso de actualización en enfriamiento de turbinas para CMR—me dijo como si yo entendiera eso, solo me encogí de hombros sin entender.
- ¿Y eso que tiene?
- Pues que se irá a Europa por tres semanas—vi la emoción en sus ojos—así que estaremos 3 semanas solitas pamela y yo ¿te gustaría pasar unas noches con nosotras?
Mi verga brincó, hacía mucho que su marido no salía de la ciudad y, por lo tanto, hacía mucho que no pasábamos unas noches juntos.
- Me encantaría—le dije acariciando sus nalgas—yo llevo el lubricante, porque pienso violarlas peor que unas putas callejeras hasta que ya no se me pare la verga.
- Sí, me encanta como lo dices. Nos la vamos a pasar de locos—dijo besándome y tenía razón, éramos muy intensos cuando cogíamos su hija, ella y yo.
Se levantó después de cansarse de besarme, yo me levanté y me despedí de ella, no la veía todos los días, solo los días en la que ella no llevaba a su hija a la escuela y me lo pedía a mí, así que el pasar unas noches juntos sonaba muy tentador.
- Adiós Nancy—le dije a Nancy que sentada revisaba unos documentos.
- Adiós Jaime—dijo volteándome a ver, sentí su voz que cambió, algo así como más sensual—vuelve pronto.
Voltee a verla y ella levantó su mano y suavemente me dijo adiós. Si eso era más que un coqueteo, pero no sabía cómo abordarla, como lo dije no era el más labioso del mundo.
Regresé a mi trabajo, compre comida antes de llegar y comí en mi oficina, el oficial Juarez entró a saludarme.
- Hola Jaime ¿Viste el video?
- Si, lo vi—dije masticando mi alimento.
- ¿Y qué tal? Te dije que era buen material para “nuestro hombre”—dijo guiñándome el ojo.
- Creo que es excelente material, solo espero que el maldito muerda el anzuelo, ya me estoy desesperando que ese maldito pervertido ande suelto por ahí y se nos escape de las manos.
- Paciencia Jaime, ya verás que caerá, te dejo para que comas, provecho—se despidió poniendo su mano en la sien derecha a modo de saludo militar, yo le correspondí haciendo un ademán similar.
Terminé de comer y continué navegando por la red, visité los sitios que “nuestro hombre” visitaba, de repente en un foro lo vi con uno de sus alias, “puerco 666”, inmediatamente entré y solicitaba material “pesado” para compra o intercambio.
No dudé en enviarle mensaje, contestó a los 2 minutos, estaba en línea.
- Me interesa tu oferta—tecleé
- ¿Quieres vender o intercambiar?
- No lo hago por negocio, por supuesto que quiero intercambiar ¿qué tienes de material?—tenía que hacerlo sentir seguro.
Me mandó un demo de 10 segundo, había un hombre con una capucha, tenía a un niño atado a una cruz de madera, sacó un cuchillo enorme, miró a la cámara moviendo el cuchillo para que brillara, justo cuando se acercó al niño el video terminó.
Era una película snuff, a eso se refería cuando dijo material pesado, recordé uno que tenía, era algo similar, la edité lo más rápido que pude, era americana de una niña atada en posición ginecológica, un hombre vestido en cuero negro brillante entro con un dildo amarrado a su cintura, pero no era un dildo, era un cuchillo con el que pensaba acuchillarle la vagina, justo cuando la iba a penetrar con esa monstruosidad el video terminó
- ¿Qué opinas?—escribí–¿te interesa?
- Ya tengo completo ese video, quiero algo nuevo ¿qué más tienes?
Maldije para mis adentros, era el que tenía a la mano, si quería más material tendría que ir al depósito, buscar por fechas, etc. Tardaría y no quería perderlo.
- Si tengo, pero no aquí, tendrías que esperarme unas horas.
- Te espero
Salí casi corriendo a buscar material, entre al depósito, firme con el encargado y busqué cinco videos, tardé cerca de una hora, busqué los menos frecuentes, si él ya tenía el video de la niña americana, seguramente tendría más, así que era laborioso buscar algo que fuera raro o poco visto.
Llegué de nuevo a mi oficina y envié los 5 videos, obvio todos editados a solo segundos y dar una idea de lo que pasaría.
- Los tengo todos excepto el número 4, lo quiero—escribió nuestro hombre.
- ¿Te lo envío por correo?
- No es seguro por ese medio, mejor intermediario o lugar público.
Había desencriptado mi IP, así como yo lo había hecho con él, miró que era la misma ciudad, era un digno rival.
- Lugar público—escribí.
Me describió cómo hacerlo, de verdad que era meticuloso, adiviné que para llegar a él pasaría por varios filtros, no me importaba eso, yo tenía un chip insertado en mi cuerpo, así que mis compañeros me seguirían vía satelital y podrían entrar en el momento del intercambio.
La entrega sería a las 6 pm en una plaza pública, llegue al lugar acordado, por el pequeño micrófono llamé a mis compañeros, quienes contestaron en clave, me acerqué al cesto de basura y me senté en la banca que me señaló, esperé y de repente del cesto de basura se escuchó el timbrar de un teléfono, lo saque del fondo.
- ¿Sí?—contesté.
- Frente a ti hay un edificio abandonado, sube las escaleras hasta el cuarto piso, ahí te veré.
Miré a todos lados y avancé, era un edificio a medio construir que había quedado abandonado, subí los escalones, el olor a orina y heces fecales predominaba en el ambiente, había muchos vagabundos que dormían, abrían los ojos cuando yo pasaba y los volvían a cerrar indiferentes, llegué al cuarto piso, estaba desierto.
- Hola—dije en voz alta como saludando, pero en realidad quería que mi equipo oyera—estoy aquí.
Me quedé parado en medio de una gran sala, sabía que mi equipo iba subiendo tras de mí, todos iban vestidos de civiles, por lo que pasarían desapercibidos, me estaba desesperando, de repente escuche pasos corriendo hacia mí de varias direcciones.
- ¡Alto! ¡quiero ahí! ¡policía federal no se mueva!
Siete hombre uniformados con escudos federales y armados hasta los dientes aparecieron de diversas direcciones, levanté mis manos, guardé silencio, uno de ellos sin dejar de apuntarme se acercó, una vez que su arma apunto a mi cabeza se acercó el segundo hombre y me revisó, encontró mi micrófono y se lo enseño al que apuntaba mi cabeza.
- Soy oficial postal—dije sin bajar mis manos.
- ¡Quietos! ¡Bajen sus armas! ¡Servicio de seguridad postal!
Mis hombres habían entrado, todos se empezaron apuntar unos a otros, todos gritaban ¡suelten sus armas! Obvio que nadie quería bajarlas.
- ¡Bajen sus armas!—les grité a mis hombres. Ellos lo hicieron.
Uno de los uniformados se acercó a mí, bajó su arma y retiró su capucha.
- ¿Oficial Jaime?—dijo reconociéndome, era el agente Segoviano, director de los federales en nuestro estado–¡maldita sea! Bajen sus armas—le dijo a sus hombres en un grito de frustración.
Los federales bajaron sus armas, el Agente Segoviano apretó los dientes y movió su cabeza de arriba abajo haciendo un berrinche.
- ¿Qué chingados estás haciendo Jaime?—preguntó acercándose a mí.
- Íbamos atrapar a un hombre haciendo un intercambio de material ilegal—le dije tranquilo.
- No, nosotros íbamos atrapar a ese hombre, lo hemos estado siguiendo desde hace meses, nos dijo como venía vestido, así como estás vestido tú.
Me reí mirando alrededor
- ¿De qué te ríes?—preguntó entre molesto y curioso.
- ¿No es obvio?—dije mirando alrededor—sonríe, alguien nos está fotografiando desde algún punto de aquellos edificios, creo que vamos tras el mismo hombre y nos tendió la misma trampa.
- Maldita sea—dijo fúrico dando una patada al piso y ordenó a sus hombres mal humorado—despejen el área
Nos quedamos solos el agente Segoviano y yo, desde un edificio lejano, un hombre con una cámara equipada con lente de largo alcance nos seguía fotografiando, las imágenes se congelaban estando el agente y yo de frente mirándonos.
- Creo que tú y yo tenemos mucho que hablar—le dije al federal.
- ¿Se te apetece un trago?—dijo más tranquilo.
Salimos como entramos, sin nuestro objetivo, nos llevaba un paso adelante, de inmediato supo que éramos autoridades tras él, me interesaba hablar con el federal, quien lo atrapara primero sería lo de menos, el caso era atraparlo.
Estábamos los dos sentados en la mesa de un bar, uno frente al otro, el federal se había quitado su chaleco y armas, había quedado solo en su pantalón negro y una camisa negra de cuello redondo y manga larga, su cabello semicanoso estaba todo despeinado por el uso de la capucha.
- ¿Cuánto tiempo los has estado siguiendo?—pregunté dándole un sorbo a mi bebida.
- Cuatro meses ¿Y tú?—dijo ahora él dándole un sorbo a su cerveza.
- Cinco—dije sonriendo sarcásticamente—creo que voy ganando en mediocridad.
- No es mucha diferencia—dijo moviendo sus manos como no dándole importancia—salud por la mediocridad.
- Salud—dije chocando su bebida con la mía.
Bebimos brindando por nuestro mutuo fracaso, él miraba su bebida y yo la mía, creo que los dos nos sentíamos decepcionados de no haberlo atrapado.
- ¿Sabes algo?—dijo sin mirarme—tenemos un topo.
- Si, pienso igual, no puede ser tan inteligente como para tendernos una trampa a los dos, hay un infiltrado.
- Mis hackers descifraron una IP—dijo ahora mirándome—era de alta seguridad, esa que solo tienen los servicios de vigilancia gubernamental.
- Sé más claro—dije intrigado
- El IP venía de tu agencia.
Me quedé callado, no supe que contestar, eso me daba más cosas a analizar, el topo estaba en mi agencia.
- Pero Enrique ¿Por qué no me habías contactado para eso?—le dije en tono de reclamo.
- Porque la IP volvió a cambiar y nos mandó a Alemania, era un programa “nómada”, pero ahora que pasa esto, empiezo a dudar.
- ¿Puedes pasarme los datos?
- Sabes que no puedo hacer eso, es información confidencial de la agencia—él era una persona apegada a sus normas y protocolos.
- Vamos Enrique, si sospechamos de un topo y ese está en mi agencia, necesito los datos para acabar con él. Honestamente me es igual quien lo atrape, pero si tengo la oportunidad lo haré.
El agente Segoviano se quedó pensando, miraba su bebida acariciando con la yema de su índice el borde del vaso, me volvió a mirar.
- Veré que puedo hacer—dijo volteándome a ver—pero dos cosas.
- Si, dime—dije yo medio interrumpiéndolo, aunque ya imaginaba lo que quería.
- La primera, esto queda entre nosotros dos.
- Como siempre Enrique.
- Y la segunda, me informarás de todo lo que averigües, no importa lo que sea, no me importa si el topo es tu madre, tendrás que decírmelo—me dijo en tono serio, nos conocíamos y sabíamos que los acuerdos de palabra entre nosotros valían más que cualquier contrato notariado.
- Cuenta con ello, te diré todo lo que averigüe.
Nos dimos la mano sellando el acuerdo, bebió su vaso de un solo trago y se levantó dejando unos billetes en la mesa.
- Me tengo que ir, tengo que ir a poner mi cara de estúpido con mis superiores y decir que el operativo fue un fracaso.
- Suerte con ello—le dije yo levantando mi bebida a modo de brindis.
Salió del lugar, me quedé solo en la mesa, necesitaba estar solo y pensar, si había un infiltrado en mi agencia sería un gran problema, dado todo el material que teníamos y el “modus operandi” mío y de mis compañeros.
Pensaba en todos mis compañeros buscando alguien que quisiera boicotear nuestro programa de trabajo, hasta donde sabía, todos estaban encantados de trabajar en nuestra agencia. De repente algo llamó mi atención, en la barra del bar miré una silueta conocida, puse más atención y pude ver que era Nancy, la secretaria ejecutiva de mi amiga Claudia.
Esto se ponía interesante para mí, ya no estábamos en la oficina de Claudia, era una zona neutral, tenía que intentarlo, lo tenía que hacer.
Continuará.
Como siempre impecablemente morboso e interesante👍
Que rico