El Cartero. Capìtulo 7
Continua los recuerdos con seleste.
Nota del autor: habìa olvidado subir este capìtulo, pensè que ya lo habia hechi hasta que revicè mis publicaciones, pido una sincera disculpa y hago entrega del capitulo 7.
saludos, besos y abrazos.
adalberto1979
Capítulo 7
Regresando al momento de la plaza.
- Hola Seleste ¿Cómo estás?—dije quitando las manos de mi rostro y saludándola con un abrazo.
- Bien, hace mucho que no te veía por aquí.
- Perdón bonita, es que el trabajo no me dejaba tiempo para venir, que bonito vestido.
- ¿Te gusta?—dijo dando una vuelta sobre su propio eje, el volado se elevó mostrando sus hermosos muslos.
Iba vestida con un vestido color azul celeste con blanco, era de tirantes en los hombros, el vestido le llegaba un poco por arriba de las rodillas. Traía calcetas de holanes y unos zapatos negros. Su cabello estaba recogido en una coleta alta, sostenida por un coqueto moñito del mismo color celeste que su vestido, era un poema hecho para pecar.
- Te ves hermosa, te extrañé.
- Y yo a ti, extraño mucho jugar contigo—dijo mirando a todos lados, noté como lamió sus labios.
- Sí, yo también. Hace rato que no te veo ¿quieres ir a mi camioneta?—le dije mirándola de arriba abajo con una sonrisa de complicidad.
- En mi casa estoy sola, la niñera que iba a venir no vino, por eso me salí a jugar.
- ¿Es seguro?—pregunté yo tomándole la mano, no sin antes cerciorarme que nadie nos viera.
- Mi mamá sale a las 8 y últimamente mi papá está llegando muy tarde.
- Entonces vamos.
De la mano caminamos, cualquiera que nos viera no sospecharía porque parecíamos padre e hija, Seleste miró los helados y después me miró a mí, yo sonreí y asentí, le compre su helado y mientras ella lo devoraba caminábamos a su casa, cuando la volteaba a ver ella pasaba sensualmente su lengüita por el helado, tuve que concentrarme en no desarrollar una erección.
Llegamos a su casa, ella vivía en una de las casas aledañas al parque, sacó una llave de su bolsa y abrió, la casa estaba en silencio total.
- ¿Quieres que nos quedemos aquí en la sala?—le pregunté acariciándole la espalda hasta llegar a sus nalgas, las cuales bordeé con mi mano.
Seleste tenía un cuerpo bien formado para su edad, cuando fuera mayor sería la mujer que apodarían “coca cola”, solo de pensar que me cogía una niña así se me ponía dura la verga.
- No, vamos a mi recámara, quiero estar en la cama contigo—dijo lamiendo sensualmente su helado.
La cargué tomándola con mi brazo, ella rodeo mi cuello con su mano libre y con la otra sostuvo el helado, pasaba su lengua, yo la veía, ella me sonrió y me dijo.
- ¿Quieres?—dijo mostrándome el helado.
- Si—solo dije entre dientes.
Ella sonrió y tomó helado con su lengua y se acercó a mi rostro, abrí mi boca para recibirla, sentí lo frío del helado combinado con lo tibio de su lengua, el helado se derritió dentro de mi boca, pero el beso continuó, así llegamos a su recámara.
Me senté en la cama, al hacerlo ella abrió sus piernas quedando a horcajadas sobre mí, se dejó caer y nuestras bocas se juntaron de nuevo, la besaba suave, con amor, la había tratado siempre con mucha ternura (Al menos al principio), traba de que cada encentro de nosotros fuera especial para ella en muchos sentidos. Sentí como me tomó con ambas manos de la cara, miré al piso y el helado estaba en él, habría que limpiarlo luego.
Mis manos se fueron suavemente a sus muslos y de ahí subieron hasta llegar a sus nalgas, no las apreté, solo las acaricié, sentí como ella suspiró, tenía sus ojitos cerrados, su boquita se abría y cerraba sincronizándose con la mía, recordé como le enseñé a besar, ella aprendió rápido, era una besadora nata, mis manos se fueron al elástico superior de su pantaleta infantil, la bajé y acaricié sus nalgas desnudas, ella abrió sus ojos y miró los míos.
- Te extrañe, hace mucho que no venías a verme—dijo con nostalgia—y te he necesitado tanto, a veces pienso que tú no me quieres, porque me dejas mucho tiempo sola.
- Perdón bebé, ya estoy aquí para ti.
- Me he sentido muy solita—dijo con carita triste.
- Ya bebé, ya estoy aquí y prometo venir más seguido a verte.
Nos volvimos a fundir en un tierno beso, mi dedo fue a su culito que estaba seco y de ahí bajó a su rajita que no estaba seca, ya se estaba mojando, lo metí hasta el segundo nudo.
- Aaahhh—abrió su boquita.
La volví a besar, le saqué el dedo y me senté con ella encima, podía sentir como movía sus caderitas de atrás a adelante frotando su rajita desnuda sobre mi verga cubierta por el pantalón.
Me levante y la deje sobre la cama boca arriba con sus piernas abiertas mostrando su rajita con apenas un fino vello púbico.
Sin dejar de mirarnos a los ojos me fui quitando mi ropa, ella me miraba, podía ver sus pupilas dilatadas, su rajita tenía un brillo entre los labios por el moco vaginal que empezaba a segregar.
Cuando quedé completamente desnudo con mi verga erguida y dura como roca, Seleste se levantó y quedó sentada al borde de la cama, me acerqué a ella y sin que se lo pidiera tomó mi verga y la metió a su boca.
- Aaahhh—abrí mi boca al sentir la tibia boca de Seleste, le acaricié su cabecita mientras ella se afianzaba de mi verga con una mano y de mis huevos con la otra.
- De verdad que te he extrañado—dijo sacando mi verga para regresarla a su boca.
- Y yo a ti bebé, aaahhh, que rico me mamas la verga.
Movía su mano masturbándome, cambiada de mano, su boca no se desprendía de mi glande, la mano que no me masturbaba acariciaba mis huevos, había aprendido como me gustaban las felaciones, había sido horas enteras con esa práctica, hasta que me conoció totalmente.
- Seleste, te quiero meter la verga—le dije loco de excitación.
- Aquí, cógeme aquí—dijo parándose en la ventana.
Se paró en la ventana que daba al parque, tenía una cortina gruesa y una delgada, abrió un poco la cortina gruesa para ver al parque a través de la cortina semitransparente, tomó un escalón que usaba para bajar cosas de la parte alta de su closet, puso las manos en el marco de la ventana y me volteó a ver.
- Ven Jimmy, cógeme aquí, quiero mirar el parque mientras me metes tu verga.
Me paré atrás de ella, inhalé el aroma de su cabello, miraba su moño celeste, estaba totalmente desnuda, solo traía sus zapatos negros de charol con sus calcetas de holanes, se las había dejado, ella sabía que me gustaba cogérmela así, me gustaba que las usara para recordar que era una niña a la que me cogía.
- Aaahhh Jimmy—gimió arqueando su espalda al sentirse toda empalada por mí.
- Te extrañé—le dije tomándola de ambas caderas y empezar mi mete y saca
Ella entrecerraba los ojos sintiendo como mi verga le taladraba su raja cada vez más rápido, sin embargo no los cerraba, no sé qué pasaba por su mente, tal vez el hecho de estar siempre encerrada hacía que viera el parque con nostalgia, tal vez a ese sentimiento quería agregarle el recordar que me la cogía mirando ese parque, no sé, tendría que preguntarle después, pero muy después, porque pensaba cogérmela bien y bonito
- Aaahhh… aaahhh… que rico siento tu verga… aaahhh—gemía con su vocecita de niña.
Ambos ya empezábamos a sudar, no sé cuánto tiempo llevábamos, calculo que unos 20 minutos, la incliné un poco y miré su desfigurado culo, había sido penetrado muchas veces que ya no tenía su forma original.
Escupí en mi mano, sentí la contractura de su raja al escuchar eso, ella sabía lo que venía, embarré mi saliva en su culo y doblando mi mano metí dos dedos.
Su culo estaba laxo, le había enseñado a masturbarse, ella solita se metía dedos tanto en su raja como en su culo, había aprendido a tener orgasmos por todos sus agujeros, podía venirse al ser penetrada tanto por su raja como por su culo, incluso cuando me vaciaba en su boca podía sentir como ella gemía de placer.
Además le había enseñado que no necesitaba un dildo o vibrador para darse placer, le enseñe todo lo que podía usar de la cocina para masturbarse, usaba zanahorias, calabacines, pepinos pequeños, etc. Me comentaba entre risas como pensaba cosas cuando su mamá picaba esa zanahoria o lo que hubiera usado en su culo, para prepararlo en la comida.
Le saqué la verga y la dirigí a su culo, ella se aflojó, pude sentirlo por como dobló sus piernas, puse el glande y empujé, este entró sin problemas.
- Aaahhh—gimió cuando sintió que le fue entrando mi verga.
Empujé y mi verga se fue deslizando, lenta y deliciosamente, la saliva había sido suficiente para lubricar ese enculamiento.
- Jimmy, ya te siento todo dentro de mí, aaahhh—gimió cuando se la saque y la regresé a velocidad mayor.
La danza sexual anal entre un adulto y una niña había empezado, ella seguía mirando el parque mientras la sodomizaba cada vez con mayor fuerza e intensidad, la sostenía con ambas manos de sus caderas. El chasquido por el golpeteo se escuchaba en toda su habitación, aceleré más.
- Aaahhh… aaahhh… aaahhh—gemía Seleste sintiéndose ya salvajemente penetrada por mí.
Quería cambiarla de posición, pero ahí parado era difícil, la cargué sosteniéndola de las corvas de sus piernitas, eso sí, no la deje de penetrar y así caminé a la cama, llegando ahí le junté las piernas, las sujeté con mi brazo izquierdo de sus corvas y me moví, mi mano derecha le dio una buenas nalgadas.
- Aaahhh Jimmy… aaahhh… aaahhh—gimió a cada nalgada recibida.
La aventé a la cama, ella sonriendo se volteó a verme, quedó boca arriba con sus piernas abierta, pude ver su rajita roja, irritada e hinchada, pues fui muy severo con mus estocadas en ella.
- ¿Me quieres coger así?—dijo meneando sus caderitas.
- Sí.
- ¿Por dónde me la quieres meter?—dijo tocando su clítoris
- En tu culo, ya sabes que me encanta—le dije relamiéndome los labios y quitándome el pantalón, ella levantó sus piernas y las sostuvo de sus corvas.
- Entonces ven y métemela en el culo hasta que me hagas gritar—dijo tomando ambos muslos de sus corvas jalándolos hacia ella, exponiendo su culo ante mí.
Tomé mi verga para guiarla a su culito infantil, escupí en mi mano izquierda y embarre la saliva en el glande, lo acomodé en su culo y ella movió su cabeza hacia atrás cuando le entró toda mi verga.
- Aaahhh… Jimmy.
La sujete el pliegue que hicieron sus muslos y sus caderas, parecía una pequeña rana, la afiancé y me moví al mismo tiempo que la movía a ella para hacer más efectiva mi penetración. Seleste abría su boca y se agitaba su cabello al ser bruscamente penetrada por mí.
- Jimmy… Jimmy… aaahhh—decía con su mirada nublada.
- Me gustas mucho Seleste—le dije mientras me movía penetrándola.
- ¿si te gusto?—dijo ella con su cabello agitado por mis estocadas
- Mucho—le dije moviendo una mano en su cuello y apretándolo hasta que ella abrió su boca desesperada y puso su mano en mi muñeca a modo de defensa, la solté, ella respiró—un día voy a apretar tanto tu cuello que se te pondrán los ojos en blanco y no respirarás más.
Ella abrió su boca y entrecerró sus ojos.
- No, Jimmy, sé que eso nunca lo harás—dijo moviendo sus caderitas, colaborando en la sodomización que recibía.
- ¿Por qué?—le dije acelerando un poco la penetración.
- Porque me amas y jamás me harías daño, siempre me has cuidado y protegido como nadie lo ha hecho.
- ¿estás segura?—le dije agarrándola fuerte y metiéndole mi verga muy rápido y fuerte, quería que le doliera.
- Si mi amor, estoy segura… aaahhh… aaahhh… aaahhh—gimió a cada bestial metida que le di. No aguante más
- Seleste, me vengo, te dejo toda la leche en tu culo, aaahhh
Me moví como desquiciado haciéndola gritar, ya no supe si de placer o dolor, solo sé que no se quitó ni hiso por apartarme, dejo que me saciara con ella de la forma más brusca que pude.
- Aaahhh—gemí dándole el último empujón.
Caí rendido a su lado, ella inmediatamente se prendió de mi verga y me mamó hasta que la dejó sin un solo rastro de semen, mi verga seguía dura, ella se subió a horcajadas y se la metió en su rajita, no se movió, solo la dejó dentro.
- De verdad que te he extrañado mucho—puso su cara de puchero—no sabes cuánto, snif… snif… snif—rompió en llanto.
- Ya mi amor, no llores bonita, ya estoy aquí.
- Ya no quiero estar aquí—dijo con sus ojos rojos de llanto–¿Por qué no me llevas contigo? Por favor llévame contigo.
La abracé de la forma más paternal que pude, ella me abrazó fuerte, movió su caderita, mi verga estaba dura y dentro de ella.
*****
Seleste pertenecía una familia fracturada, su papá hacía 3 años había embarazado a su secretaria de 22 años, la esposa se enteró, fue a la oficina a armar un zafarrancho, él le prometió que iba a dejar a la secretaria, pero no lo hizo, en varias ocasiones lo volvió a atrapar con ella, cabe decir que era una chica muy atractiva.
Eso ocasionó que la mamá empezara a ingerir alcohol a diario, el papá a veces no dormía en la cama con ella, se iba al sofá, y en medio de los pleitos, gritos y amenazas estaba Seleste, nadie la tomaba en cuenta o siquiera se preocupaba de su bienestar mental, cuando la conocí ella estaba en insipiente depresión por lo ocurrido.
Fue nuestra amistad y después nuestra relación íntima lo que la hizo soportar esa situación, ella prefería estar mil veces conmigo que con sus papás, platicábamos por horas, yo la tranquilizaba diciéndole que los problemas de sus papás eran de ellos, que eso no significaba que no la quisieran y que solo pasaban por un mal momento.
Le estaba yendo mal en la escuela, así que algunas tardes ni siquiera cogimos, nos la pasábamos repasando sus tareas y estudiando para que aprendiera sus lecciones, creo que yo estaba cumpliendo con ambas figuras necesarias en su vida, tanto la de responsabilidad como la del amor, por eso desarrollo un vínculo emocional conmigo.
Incluso la tuve que corregir, porque hubo ocasiones en las que le fue mal en sus exámenes escolares, a pesar de haber estudiado mucho con ella no repasó y prefirió salir al parque a jugar y como yo no estaba con ella no repasaba, en esas ocasiones la tuve que castigar, porque una cosa es que fuéramos amantes y otra que le fuera mal en la escuela por no ser responsable.
- No papito—me decía Seleste llorando—no me pegues.
Ella en esos momentos me llamaba papito, porque eso era para ella, un padre que la castigaba por sus errores.
- Lo siento Seleste, pero sabes que hiciste mal y no debes olvidarlo—decía yo sacando mi cinto del pantalón—sabías que tenías examen y preferiste irte al parque a jugar
- Papito, no—decía a modo de súplica con sus ojitos casi llorando—no lo volveré hacer.
- Eso espero—decía yo jalándola para acostarla en mis piernas—y espero que este cinto te lo recuerde. Pudiste haber pasado ese examen sin problemas si hubieras repasado más, el hecho de que yo no esté aquí contigo, no significa que dejes de estudiar, eso tú lo sabes muy bien.
- Papito…
A pesar de sus pucheros y súplicas, la acosté en mis piernas, le levanté la falda y le baje su pantaleta, sus blancas nalgas quedaron expuestas a mí, levanté mi mano con el cinto y lo deje caer sobre sus nalgas, ella chilló de dolor, pero así debía ser.
- Ay, papito, duele, snif… snif.
- Eso espero y espero que te recuerde que debes estudiar más.
Vi como sus nalgas se pusieron rojas al mismo tiempo, el cinto había abarcado el espacio de ambas, nuevamente levanté mi mano y la deje caer golpeando el cinto con ellas.
- Ay… papito… snif… snif
Me dolía su llanto, pero ella debía entender que no me doblegaría, no creía en los castigos corporales, pero tenía que controlarla de alguna forma, ya que no estaba todo el tiempo con ella el cinto sería la forma de control.
- Ay—chilló cuando dejé caer mi mano con el cinto nuevamente sobre sus nalgas.
Estaban rojas, las acaricié suavemente, pude sentir el calor que emanaba de ellas por los cintarazos recibidos, mi verga cobró vida.
- Ay… papito… papito… snif—apretó sus manos tomando la sobre cama, las lágrimas caían en la cama, mojándola.
- Te dije que no quería que reprobaras ese examen—dije tomando aire, miré sus nalgas, las volví acariciar, pero al instante las azoté apretando mis dientes—toma, para que recuerdes que me debes obedecer
- Ay… si papito, te lo prometo… ya no me pegues… ay—chilló con un nuevo cintarazo.
Sollozaba muy intenso. Sus nalgas tenían las líneas marcadas del cinto, las acaricié suavemente, mi dedo por reflejo se fue a su rajita, estaba seca, obvio eso no la excitaba, pero a mi si, desarrollé una erección.
- Toma… toma… toma.
10 cintarazos le di, ella sollozaba cuando terminé, le masajeé las nalgas, sentí como ella se relajó con el masaje que le di.
- Ya mi amor, terminó tu castigo—le dije acariciando su rajita y culito al mismo tiempo.
- Si papi… snif… snif
Se levantó y lentamente acomodó su ropa, me miraba con sus ojos rojos, yo también sentía dolor en mi corazón, pero tenía que corregirla, ella se quedó ahí parada frente a mí, no decía nada, solo me miraba, era como si esperara que yo hiciera o dijera algo.
- No me mires así Seleste, sabes que hiciste mal—le dije con mirada autoritaria—y si lo hago es porque no quiero que lo vuelvas hacer.
- No papito, de verdad, perdón, no lo volveré hacer—se acercó a mí—perdóname, no lo volveré hacer.
La abracé y ella me abrazó a mí, bajé mis manos y acaricié sus nalgas por encima de su ropa, ella dio un brinquito pues muy seguramente le ardían, se pegó más a mí y me volteo a ver cuando sintió mi erección con sus muslos. Y pues sí, me había excitado cintareándola, llevó lentamente sus manitas a mi verga, no me dejo de mirar mientras lo hizo, cuando la palpó con su mano abrió más sus ojos.
- ¿Papito?—dijo como preguntando por qué me había excitado.
- No es nada bebé, solo me emociona ver tus nalgas—dije evitando su mirada.
- ¿Y golpearlas?—decía acariciando más intensamente mi verga, ya no había lágrimas en sus ojos.
- Sí, perdón por eso, ese no era el objetivo—no sabía a dónde voltear.
- ¿Te excitó pegarme?—decía inclinando su cabeza hacia un lado con curiosidad, sus manos no dejaban de moverse suavemente.
- Ya bebé, dejemos esto—dije retirándola de mí, ella no lo hizo, se acercó más a mí.
- Te excitó pegarme con el cinto ¿verdad?—sus manos ya me masturbaban por encima del pantalón.
- Yo… este… bebé… no quiero que tú…
Me sentía mal porque quería corregirla no cogérmela, pero definitivamente mi vida sexual conllevaba cierto grado de sadomasoquismo, la erección fue mero reflejo.
- Dime la verdad Jimmy ¿te excitó pegarme?—movía su manita sobre mi dura verga como presionándome a que contestara—papito, dímelo, quiero saber.
- Si bebé, me excitó hacerlo—dije finalmente.
- Nunca hubiera imaginado que alguien se excitara nalgueando a otra persona.
- Bebé, ya lo habías visto en las revistas, hay personas que se excitan provocando dolor en otras.
- ¿Y a ti por qué te excitó?—decía manoseando mí verga–¿te excitó provocarme dolor?
- No sé mi amor, no sé cómo explicártelo. Es algo similar a cuando te la meto por el culo, sé que te duele porque me emociono y te doy muy fuerte, pero aun así me dejas, porque tú también sientes rico cuando le das placer a alguien, aunque a ti te duela mucho.
- A alguien no, solo a ti—dijo apretando mi verga y besándome con pasión, mis manos se fueron de nuevo a sus nalgas, pero ahora por debajo de la falda.
Seleste ya no dijo nada, se agachó, sacó mi verga del pantalón y la metió a su boca y la empezó a mamar, mientras lo hacía se fue despojando de su pantaleta y sin sacar mi verga de su boca dobló su vestido hasta que sus nalgas quedaron descubiertas, se sacó mi verga y la apretó con su mano derecha, la subió y bajo lentamente, la saliva funcionó como lubricante, ella sabía que eso me enloquecía, con su mano izquierda tomó mi cinto y me lo dio.
- Te desobedecí—decía sin dejar de mover su mano—castígame.
- Pero bebé, yo…
- Hazlo, si tienes razón, me va a doler como cuando me la metes muy fuerte por el culo, pero quiero que sientas placer, y si mi dolor te excita, hazlo. Ahora que sé que te gusta, quiero que me lo hagas, házmelo cada que quieras, si es para que sientas placer, me dejaré cintarear o hacer lo que tú quieras, eres mi único dueño y la persona que más amo en este mundo.
- Pero bebé—dije yo tratándola de hacer entrar en razón.
- Papi, Por favor házmelo y después me la metes por el culo, si se te antoja.
Fue lo que dijo antes de regresar mi pene a su boca, miré sus nalgas rojas, las meneaba inquieta, cuando la miré sus pupilas estaba dilatadas, mucho. Eso significaba que estaba excitada, me incliné un poco hacia adelante, levanté mi mano con el cinto y lo deje caer sobre sus infantiles nalgas.
- Mmmggghhh… Mmmggghhh… Mmmggghhh—fueron los gemidos que dio ahogada por mi verga en su boca con cada cintarazo que le di, apretó sus manitas en mis muslos, soltó lágrimas, pero jamás me pidió que me detuviera.
Ese día acabé tres veces en su culo, y de ella perdí la cuenta, podía verle las marcas en sus nalgas y en su espalda por los cintarazos que le di, grite mientras eyaculé por tercera vez en su culito infantil.
Ese fue el inicio de una nueva etapa en nuestras vidas, aguantaba los castigos físicos de una forma impresionante, la ataba, la cintareaba, se la metía y después la volvía a cintarear, acababa ella toda sudada y la mayoría de las veces con lágrimas en sus ojitos, pero se dejaba hacer por mi todo lo que se me antojaba, a veces no usábamos el cinto, ella escogía que usaría, no sé porque le gustaba usar la regla de su escuela, se ponía su uniforme escolar, me llamaba profesor y se me insinuaba para después pedir que la castigara por ofrecida y puta. Yo lo hacía con mi verga dura como roca.
- Ya no profe, ya no, me duele mucho, ay… cójame si quiere, cójame por donde quiera pero ya no me castigue, ay—era muy creativa con lo que me decía para que le azotara más las nalgas.
- Te voy a castigar más—le decía yo con cara fúrica.
- ¿Por qué profe?—decía ella volteando hacia atrás y meneando su culito.
- Por ofrecida y por puta—le dije soltándole un golpe con su regla.
- Ay, si profe, castigue a su alumna por ofrecida y puta, pero después cójame, métame su verga por culo hasta que llore
Y eso hice, la sodomicé cuan fuerte pude, ella chilló, suplicó, pero nunca me detuve, la verdad ella tampoco quería que me tuviera, la súplica era parte de la fantasía.
Lo único malo es que ahora el castigo físico ya no era tan efectivo cuando realmente se portaba mal, ahora el único castigo que podía darle era el privarle de mi verga, de cogérmela hasta dejar de cintarearla, ese era el nuevo castigo, la privación; lo único malo es que ese también era castigo para mí, porque no podía disfrutarla.
*****
Seleste estaba sobre mí, mi verga dura como roca dentro de ella, pero no era cópula, era algo así como guardarla en algún lugar para que no se ensucie.
Los ojos de ella escurrían lágrimas, me miraba mientras seguía llorando, me partía el corazón, creo que era solo cuestión de armarme un poco de valor y me la llevaba conmigo.
- Bebé, sabes que te amo, pero eso no lo puedo hacer.
- ¿Por qué no? Yo quiero estar contigo, no aquí
- Porque eso sería secuestro de menor y yo acabaría en prisión ¿quieres que acabe en prisión?
Ella negó con su cabeza. Sacó mi verga un poco, pero después regresó para que le entrara toda de nuevo, empezó a moverse.
- Prométeme que me llevaras contigo—decía empezando a moverse más intenso.
- Mi amor sabes que no puedo—decía yo empezando a sentir mucho placer.
- Prométemelo—decía ella moviéndose más intenso—no hoy, no mañana, pero prométeme que en cuanto puedas me llevaras contigo… prométemelo.
Su movimiento era desesperado, era la forma en la que me suplicaba que la llevara conmigo y estaba resultando efectiva, mi mente volaba imaginando teniéndola a ella viviendo conmigo y mi familia.
- Jimmy… aaahhh—gimió cuando la afiancé con ambas manos de sus caderas y me moví como loco—aaahhh prométeme que me llevarás… prométemelo, seré lo que tú quieras, haré todo lo que quieras, lo que se te antoje, seré tu esclava, tu sirvienta, lo que sea, pero llévame contigo… aaahhh… aaahhh.
- Si te llevaré conmigo—dije dándole fuerte en su rajita.
- Aaahhh—gimió al escucharlo
- Pero no serás ni mi esclava, ni mi sirvienta; serás mi esposa y me darás muchos hijos
- Si… si… si… aaahhh… aaahhh… Jimmy, te amo… aaahhh… te amo… aaahhh
Pude sentir como explotó su rajita en un orgasmo celestial, le acaba de decir que me iba a casar con ella y que tendríamos muchos hijos, simplemente enloqueció. Yo tampoco aguante mucho y me vine en su rajita.
- Me vengo mi amor… me vengo… aaahhh.
- Sí, vente dentro, imagina que ya soy tu esposa… aaahhh… aaahhh… así, imagina que me estás embarazando, papi, imagina que embarazas a tu hijita… aaahhh… aaahhh
Descargué mucha leche en su raja, nuestros fluidos se mezclaron en uno solo con la fuerte taladrada que le di. Nos fuimos moviendo cada vez más lento, ella también lo hacía, su carita estaba pegada a mi pecho, que subía y bajaba con una respiración agitada que poco a poco se normalizaba.
- Jimmy—dijo sin despegar su mejilla de mi pecho—dime que lo que dijiste no fue mentira, que si me vas a llevar contigo y que seré tu esposa.
La sujeté con ambas manos de su carita y la giré para verla a los ojos.
- Todo lo que dije fue verdad, en cuanto tengas la edad para independizarte te llevaré conmigo.
- No Jimmy—dijo haciendo puchero—has lo que tengas que hacer, sé que lo puedes hacer, pero llévame antes de eso, no aguantaré aquí hasta sea mayor de edad.
- Está bien mi vida—dije pensando en Jo, ella tenía contactos en servicios de protección al menor—veré que puedo hacer.
- ¿Si lo harás?—vi emoción en su cara.
- Si mi amor, haré todo lo que esté a mi alcance.
Seleste, era de las pocas personas fuera de mi familia que sabían bien lo que hacía, ella sabía que trabajaba atrapando a los pervertidos que seguían a las niñas y niños para seducirlos y cogérselos, ella estaba orgullosa de mí, por limpiar las calles de pervertidos.
Seleste seguía encima de mí, nos besábamos, mi verga seguía dentro de ella y seguía dura. Mis manos apretaban sus nalgas infantiles, ella movía discretamente sus caderas saboreando mi verga, me empezaba a calentar de nuevo y se me antojaba su culo, estaba empezando a meterle dedos cuando en eso sonó mi teléfono móvil, Seleste cerró su boca y abrió sus ojitos, me volteo a ver con fastidio.
- Mi amor tengo que contestar—dije apartándome un poco de Seleste.
- ¿De verdad?—dijo lamiéndome–¿Por qué tu amiguito me dice otra cosa?—dijo moviendo sensualmente su cadera.
- Sabes que debo contestar bebé, puede ser algo importante.
- Está bien—dijo con fastidio.
La levanté sacándole mi verga que golpeo mi abdomen de lo dura que estaba, tomé mi teléfono y contesté, traté de no gemir, pues Seleste se prendió de mi verga, como un pequeño becerro de la ubre de su madre.
- Hola—contesté mirando como Seleste me mamaba con maestría.
- Hola, soy yo—dijo Nancy desde el otro lado del teléfono.
Rayos, había olvidado que me comprometí con ella a llevarla al ginecólogo por la cogidota que le había puesto.
- Hola Nancy ¿Cómo estás?—apreté mis labios para no gritar, pues sentí como Seleste me mordió al escuchar que hablaba con una mujer, ella era muy celosa y posesiva.
- Bien Jaime, te hablaba para ver si vas a poder acompañarme al ginecólogo; bueno, si no puedes, no hay problema.
- No, claro que no hay problema, y claro que te acompaño ¿Dónde te recojo?
- En la oficina de la Lic. Claudia, ella ya se fue—lo dijo como aclarando por si había problema de que ella se enterara, aunque honestamente no habría problema, ella y yo llevábamos una relación muy abierta.
- Está bien, ahí estaré—dije colgando—Seleste, bebé, me tengo que ir, había olvidado un compromiso.
- ¿Con quién? Escuche que hablabas con una mujer—dijo poniéndose de pie.
Me enternecía cuando hacía eso, era tan pequeña, tan joven y tan celosa, tenía sus manitas en la cintura y me miraba con enojo, estaba desnuda, solo traía sus zapatos y calcetas de holanes, no había perdido el moño y se veía muy niña, aunque su rajita roja e hinchada decía otra cosa.
- Bebé, no te enojes, sabes que te amo y que nada va a impedir o cambiar eso.
- mmm—dijo volteando a otro lado, me acerqué a ella y la abracé.
- No hagas corajes, se te arruga la frente—le dije abrazándola y ella se dejó abrazar por mí—anda pon una sonrisa y dime que me amas
No decía nada solo miraba a otro lado, la tomé y la llevé a la cama, la hinque en ella delante de mí, miré sus nalgas rojas por la reciente cogida y con mi verga dura le tallé la vulva.
- Anda bebé, di que me amas—dije con voz desesperada, mi mano izquierda se fue a su cuello para afianzarla y la derecha le seguía tallando el glande en su vulvita infantil
- Ay no sé—dijo volteando un poco—tal vez la Nancy esa, te ame más.
- No me interesa su amor, me interesa el tuyo, anda, dime que me amas—quité mi mano derecha de mi verga y la sostuve por la cadera y empujé penetrándola.
- Aaahhh—gimió al sentir que le entraba mi glande a su introito.
- Di que me amas, que solo eres mía—le di un fuerte empujón para que le entrara toda.
- Aaahhh
- Di que siempre me amarás, no importa lo que pase, no importa lo que veas, no importa lo que yo haga, siempre me amarás y siempre serás mía—le dije empezando un mete y saca fuerte.
- Aaahhh Jimmy… aaahhh
- Dilo
- Te amo… aaahhh… solo soy tuya, no importa lo que hagas siempre te amaré y siempre seré solo tuya… aaahhh… aaahhh… aaahhh—gimió por las fuertes metidas de verga que le di.
- Demuéstralo, demuestra que me amas, demuestra que solo eres mía—la sujetaba con ambas manos de su cintura para poder hacer más efectivas mis estocadas.
- ¿Cómo? Dime como y lo haré, haré lo que tú quieras… Aaahhh… aaahhh… aaahhh—gemía a más no poder.
- Métete mi verga en el culo, tu solita y pídeme que te de fuerte, pídeme que te reviente el culo con mi verga.
- Jimmy, si, solo soy tuya, aaahhh… aaahhh… aaahhh—gimió toda desesperada.
Mientras me la cogía ella escupió en su mano y llevó esa saliva a su culito infantil, lo embarró en la entrada y se metió dos dedos y luego tres, no batalló, pues recién me la había cogido por su culo.
Seleste tomó mi verga que entraba y salía de su rajita infantil, en una sacada que le di, se movió hacia adelante, subió mi verga a su culo y se movió hacia atrás al mismo tiempo que yo me movía hacia adelante, la penetración fue perfecta, parecíamos engranes de un reloj de precisión.
- Aaahhh, ya estás dentro de mi culo, métemela fuerte, dame fuerte, reviéntame hasta que te saqué la leche, aaahhh—gimió cuando me empecé a mover—no importa si grito, dame cuan fuerte quieras, cuan fuete puedas, cuan fuerte necesites… aaahhh… soy tuya, solo tuya… aaahhh… aaahhh… aaahhh.
- ¿Solo mía?—le dije apretando su cuello.
- Sí, solo tuya… aaahhh… y no importa si te tengo que compartir con mil mujeres, seré solo tuya y cuando este contigo, te entregaré mi cuerpo y mi alma y te haré el hombre más feliz del mundo… aaahhh… aaahhh… aaahhh.
- ¿Y si quiero que tu yo estemos juntos con otra mujer?
- Lo haría, haría todo por ti.
- ¿Y si esa mujer es una niña?
- Lo haría… aaahhh
- ¿Y si quiero que le chupes al raja?
- Lo haría si me lo pidieras, la haría acabar con mi boca mientras tu me la metes por donde quieras… aaahhh… aaahhh… aaahhh
Empezó a gemir muy intenso pues así le empecé a dar por su culito infantil, me moví como un desquiciado, podía sentir como su esfínter se abría para mí, no aguanté mucho a ese ritmo.
- Me vengo Seleste, me vengo en tu culo, aaahhh
- No es mi culo, es tuyo, te lo di hace mucho para que sientas placer, puedes tomarlo cada que quieras… aaahhh, sí, dame fuerte… aaahhh… reviéntame toda y lléname de leche… aaahhh
Descargué mucha leche en él. Caí fulminado, Seleste cayó a mi lado y me limpió el sudor de mi frente con su manita.
- ¿Cansado papi?—dijo sonriendo de felicidad.
- Si mi amor—dije recuperando el aire—me dejaste fuera.
- ¿Ya ves que si voy a ser una buena esposa?—dijo recogiendo una gota de mi sudor con su lengüita.
- Si mi amor, serás una excelente esposa—le dije besándola tiernamente—¿Y vas a cumplir lo que dijiste hace un momento?
- ¿Quieres compartirme con otra mujer?
- ¿Aceptarías?
- Si papi, haré todo lo que tú quieras, aunque me daría pena al principio.
- Te amo
- Y yo a ti papi
- bueno bebé, me tengo que ir—dije dándole un tierno besito.
- Si papi, está bien—lo dijo como resignándose—pero debes venir pronto, no quiero que tardes tanto en venir
Me levanté y me puse ropa, Seleste desnuda y desde la cama me miró sonriéndome, terminé de cambiarme y la besé en la frente.
- Te amo mi amor—le dije cariñosamente—te veré luego.
- Si papi, no tardes en volver.
Salí de su casa, antes de hacerlo me cercioré de que nadie estuviera mirando, llegue a mi furgoneta y partí a buscar a Nancy.
Continuará
tremenda saga y tremendo relato, ojala lo continúes, uno de los mejores que he leído.