El celular de mi hermanita II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por hectorgarza0101.
Apenas eran las nueve de la mañana y ya me había venido en las nalgas de mi hermanita.
Ya con la cabeza más despejada, con el carácter alegre pero lleno de dudas todavía me vestí y le dije a Reina que se fuera a bañar mientras yo preparaba el desayuno.
Obediente y feliz porque no la había delatado, mi novia/hermanita me dijo que sí y se fue.
Preparé algo sencillo: huevos con jamón, jugo de naranja para ella y café para mi.
Para cuando terminé de servir los platos, Reina regresó y se veía hermosa: su cabello recién lavado despedía un delicioso aroma a shampoo, se puso una playerita rosa de tirantes sin sostén (sí, ya empezaba a usar) y una faldita blanca muy suelta, con sandalias también blancas en sus bellos piecitos.
Sonreía y me miraba de una forma diferente a como siempre lo había hecho, y honestamente yo también la veía diferente.
Al servirle su desayuno no dejé de sonreír como un idiota frente a mi amorcito.
– Espero que te guste, corazón- Le dije.
– Se ve muy rico- respondió.
Y un poco más bajito añadió:- .
mi amor.
El corazón se me salía del pecho.
Parecíamos un par de tortolitos de telenovela, tomándonos de la mano mientras con la otra tomábamos la comida.
Cruzábamos miradas y sonrisas, pero nadie decía nada.
Al final Reina rompió el silencio.
– Gracias por no acusarme.
– De nada preciosa.
No te voy a mentir, sí estaba muy enojado, no tanto como para delatarte aunque sí lo pensé, pero conociendo conociendo a papá (siempre ha sido un hombre muy severo) lo mejor es no decir nada.
Menos ahora que ya somos novios, ¿verdad?- Al decir esto se sonrojó como nunca la había visto.
– ¿De veras somos novios, Carlos?
– Si mi vida.
Te amo como no tienes una idea.
Mientras te esperaba me puse a pensar que en realidad me enojé porque me dieron celos de tu amiga Pao.
– Al mencionarla, Reina cambió su expresión.
Un poco de tristeza apareció en su carita.
– ¿Qué sucede, mi amor?
– Es que.
si eres mi novio ya no la voy a poder ver.
Ya me imaginaba algo así.
De nuevo el silencio cayó como plomo fundido entre nosotros, en el caso de Reina por la tristeza, pero yo no sabía como abordar el plan que se me ocurrió durante la madrugada mientras revisaba los archivos de mi nena.
Sin saberlo, ella misma abrió la puerta para decirle.
– Pues no sé.
igual y podríamos hacer algo para ver como reacciona ella.
– ¿Algo? ¿Como qué?
– Tu confía en mi.
Tengo un plan.
¿Ya no te ha mensajeado Pao?
– Sí, ayer me mandó muchos mensajes, pero le dije que ya no me mandara nada porque nos habían descubierto y se me hace que se asustó.
– ¿Y hoy no te ha dicho nada?
– No.
– Ok.
Pregúntale si se puede conectar a la webcam.
– Me miró con extrañeza.
– ¿A la webcam?
– Sí- me levanté y la tomé de la mano.
Mientras le contaba mi plan caminamos hacia mi cuarto.
Al principio se sorprendió y luego por su mirada me di cuenta que se puso cachonda con la idea.
Reina le mandó a Pao el primer mensaje y media hora después todo estaba listo.
Reina abrió su skype en mi lap, estaba acostada en mi cama y mientras esperábamos que Pao se conectara le quité los calzoncitos y le chupé la panochita unos minutos.
Reina gemía.
El tono de videollamada hizo que nos separáramos y yo me fui a sentar detrás de la compu mientras mi hermanita respondía.
– Hola mi amor, ¿cómo estás?- preguntó Reina, sentada.
– Bien, amor- se oyó la voz de Pao desde la laptop.
– ¿Qué pasó? ¿No que te cacharon los mensajes?
– Sí, pero no pasó nada.
¿Estás sola?
– No, mi mamá está abajo haciendo la limpieza, ¿por?
– Porque estoy bien caliente.
Mira- le dijo Reina a Pao mientras se levantaba la faldita y abría las piernas.
Con una mano sostenía la tela y con los dedos de la otra se abría la cuquita.
La tenía escurriendo y su vocecita era super cachonda.
Nada más escucharla se me terminó de parar la verga.
– ¡Espérate Reina!- respondió Pao, casi gritando.
-¡Pendeja, tenía la puerta abierta!- me tuve que morder los labios para no soltar una carcajada.
– Es que no me aguanto.
Desde ayer no me dedeo y me pones muy cachonda.
– ¿De veras?- la voz de Pao ya sonaba más relajada.
– Sí, mira como tengo duros los pezones.
– Mi hermana se quitó la blusita y sus hermosas tetas aparecieron.
Se acabó de desnudar y puso manos a la obra.
Con la izquierda se pellizcaba los pezones y con la derecha se metía dos dedos en el coño.
Yo me desnudé también y me la empecé a jalar frente a mi hermanita, que de vez en cuando quitaba los ojos de la pantalla para mirarme.
– ¿A donde miras, putita?- le dijo Pao.
Ya sabía que se hablaban así, pero me sorprendió escucharlo "en vivo".
– Es que estoy viendo lo que me voy a meter- le respondió Reina con su caliente vocecita.
– ¿Ah sí? ¿Y qué te vas a meter? – la voz de Pao ya sonaba caliente también.
– Es una sorpresa, mi amor.
– Ándale putita, dime que es.
– Adivina y te digo.
– No seas mala, mi amor.
Dime, ¿sí?
– No, ya te dije que adivines.
Que rico te dedeas, perrita.
– ¡Ay!- Pao soltó un gemidito- Me gusta que me hables sucio, me pone bien caliente.
Ya sé que te vas a meter: un marcador.
– No- Reina se seguía masajeando los pechos y el clítoris.
– ¿No? ¿Es algo más grande?
– Sí, mucho más grande- la caliente de mi hermanita puso énfasis en "más" mientras le dedicaba una mirada llena de lujuria a mi verga parada, que ya estaba soltando líquido.
Reina se pasó la lengua por los labios.
– ¿Un cepillo de pelo?
– Casi casi.
Más grande.
– ¿Un pepino?- dijo Pao con una risita.
– ¡No seas pendeja, Paola!- le respondió Reina, riéndose también-.
Todavía no me cabe- Otra vez el énfasis en "todavía".
– Eres bien puta, ¿verdad Reina?- ahora sí Pao estaba jadeando de caliente.
– Sí mi amor.
Mi culito es bien goloso- al tiempo que respondía, Reina levantó las piernas y con las manos se abrió las nalgas, relajando el ano que comenzó a abrirse como una boquita.
No sabía que mi hermanita controlara tan bien su esfínter y tuve que dejar de masturbarme para no venirme antes de tiempo.
– ¡Ay, puta!- gimió de nuevo Pao- extraño mucho tu culo, te lo quiero chupar.
– !Sí mi vida, chúpalo! ¡Méteme tus dedos y tu lengua!- Yo estaba que me venía en seco nada más de oírlas, así que dejé de jalármela.
Reina, por su parte, tomó mi playera que había dejado a un lado suyo y la empezó a oler mientras se metía dos dedos al ano.
– Que cabrona eres, Reina.
¿Otra vez estás en el cuarto de tu hermano?- ¿Otra vez? ¡hija de la chingada! ¿así que ya antes se había metido a masturbarse en mi habitación la muy caliente?
– Sí Pao, ya sabes que me encanta imaginar que me coje- y mientras lo decía me miró directo a los ojos.
– Ya sé, está bien guapo.
Yo también quiero que me coja- ¿Qué chingados? Eso tampoco me lo esperaba.
Según mis planes, nosotros íbamos a sorprender a Pao, pero el sorprendido fui yo.
– Cállate perra- le dijo Reina entre gemidos y jadeos de placer.
– Yo me lo voy a cojer primero porque es mío.
– ¿Ah sí? ¿Y cuándo?- Pao sonaba exactamente igual de cachoda que mi hermanita.
– Ahorita mismo.
– Tras decir esto, Reina se levantó dirigiéndose a mi, me tomó de la verga con su manita y se volvió a recostar en mi cama, abierta de piernas, tocándose la puchita y antes de empezar a mamármela le dijo a Pao- ¡Mira!
Al fin tenía a Paolita en la pantalla frente a nosotros.
Estaba totalmente desnuda y en cuanto me vio al lado de su amiguita se tapó el delgado cuerprecito con un vestido.
Sus ojos estaban desorbitados ante la sorpresa de ver a Reina chupando verga.
La verga de su hermano.
– ¡No mames Reina!- (que ironía)
– ¿Qué? ¿No te gusta lo que ves?- le dijo Reina a Pao con tono de orgullo y desafío- Te dije que me iba a meter algo más grande que un cepillo de pelo.
– Tras decir esto me soltó el palo y de un cajón del mueble junto a su cama, mi hermanita sacó un frasquito de aceite para bebé.
– Acuéstate Carlos, ya quiero que me la metas.
Obediente a los deseos de mi hermanita, me recosté en mi cama mientras Reina se lubricaba el culo con el aceite.
Pao no decía nada.
Abrí las piernas para que Reina se acomodara entre ellas y mientras mi hermanita se apuntaba la cabeza de mi verga en la entrada de su culito, mis huevos quedaron completamente a la vista de Pao, que no salía de su asombro.
Sin embargo ya había soltado su vestido y podía ver con claridad su pechito semi plano de areolas y pezones esponjaditos, de esos que parecen botones.
Poco a poco pero con una facilidad que no esperaba, el glande empezó a invadir las entrañas de Reina, que jadeaba mientras bajaba despacito.
Al llegar a la mitad se detuvo y soltó un "uff" muy caliente que me puso a mil.
– Así, chiquita, despacio.
Con cuidadito mi amor- le dije mientras acariciaba su espalda.
Después de un momento Reina inició el descenso hasta que la base de mi verga tocó su culito delicioso.
– ¡Ay! ¡Que rico se siente Pao!- le dijo Reina.
– ¿Te gusta, mi vida?- le pregunté a mi hermanita- ¿Siente rico tu culito goloso?
– ¡Sí mi amor, mucho! ¡La tienes bien grande!
– Ahora sí amor, me voy a mover.
– ¡Sí amor, muévete! ¡Cójeme enfrente de Pao!
Dicho y hecho, puse las manos en la cadera de Reina y la empecé a subir y bajar, despacio al principio, luego con un poco más de velocidad.
Al cabo de un momento Reina era la que llevaba el ritmo, metiéndose solita mi verga hasta el fondo.
Miré la pantalla y quién sabe de donde Pao tomó un cepillo de cabello y se lo estaba metiendo en su culito también, con las piernas alzadas frente ella para no perder detalle de la cojida que le estaba dando a mi nena.
Al final el asombro dejó paso a la calentura de la chiquilla.
Reina por su parte se dedeaba el coño abierto y entre gemidos me contaba como Pao y ella fantaseaban con que yo me las cogía mientras se masturbaban, imaginando que las cosas que se metían el sus culos y panochitas eran mi verga, que mi hermanita al fin estaba disfrutando.
No tengo idea de cuanto tiempo pasó, pero al final Reina comenzó a gritar "me vengo, mi amor.
¡Me vengo otra vez!" mientras arqueaba su espalda y un chorro salía disparado de su puchita, dejando un charquito en mi cama.
Al ver y oír esto, Pao y yo terminamos también, yo soltando la leche en el ano de Reina, Pao fente a su pantalla.
Miré el reloj y era la una de la tarde.
Apenas.
Tras el orgasmo, Pao recuperó el pudor y se puso su vestidito floreado sobre su cuerpecito desnudo, sin ropa interior.
Nosotros, solos en casa, nos quedamos completamente desnudos, abrazados en un impúdico gesto.
– ¿Y luego Pao? ¿Te gustó lo que viste?- le pregunté con una sonrisa.
La nena desvió la mirada y se puso roja como un tomate.
– Ándale Pao, dínos si te gustó- insistió Reina.
Pao respondió con un "sí" muy bajito.
Que diferencia de la putita descarada de hacía unos momentos.
– Oye, ven a la casa.
Quiero platicar contigo- le dijo mi hermana.
– No sé- respondió Pao.
– ¿Por qué no?
– ¡Pues porque no sé, Reina!
– Ándale Pao, ven un ratito.
Hay mucho que platicar- intervine, mientras Reina me agarraba la verga con descaro.
– Esté.
no sé, dejen le pregunto a mi mamá.
– Ok, pregúntale- dijo Reina.
Y mientras Pao se alejaba de su compu me volteó a ver y me dijo- bien que quiere, pero se hace del rogar-.
Yo sólo le respondí con un beso en los labios.
Un par de minutos después Pao reapareció.
Nos encontró a medio beso.
– Ya le pregunté y me dijo que sí.
Deja me cambio y voy.
– No te apures Pao, nosotros vamos por ti.
Dános veinte minutos- le dije.
– Ok, aquí los espero- respondió, sin mirar a la pantalla.
Todavía no se le quitaba la vergüenza.
– ¡Ponte ropita sexy!- le dijo mi hermanita mientras se reía.
– ¡Pendeja!- le contestó Pao con una sonrisa, mientras cerraba la sesión de skype.
– ¿Y con esa boquita come?- le dije a mi hermana sin poder contener una carcajada.
– Sí, con esa boquita ME come.
– Par de putitas- y la abracé mientras me acercaba para volver a besarla.
Sentí que se me empezaba a parar la verga de nuevo, pero me contuve y mi hermanita y yo nos volvimos a vestir para ir a casa de Pao, que quedaba a unas pocas cuadras de la nuestra.
Este relato me gustó mucho, me quede esperando la 3era parte, si alguien la puede continuar, se lo agradecere jajaj