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Fantasías / Parodias, Incestos en Familia, Infidelidad

EL DEPRAVADO. QUINTA PARTE.

Después de esa gran orgía en la finca de Agapito, él lleva en su campero a las niñas a su casa. Mientras le explica a sus padres lo sucedido, sus hermanos se siguen culeando a las hermanitas dentro del carrito. El depravado le cumple su promesa a Antonella con respecto a su madre..
EL DEPRAVADO. QUINTA PARTE.

 

ESCRITO POR SIREMIS.

 

Pasados unos minutos don Agapito se corrió sobre las niñas, Antonella, de 12 años, y Niki, de 9, y se sacudió la verga, derramando sus últimas gotas de esperma sobre sus caritas.

Seguidamente se puso el pantalón dejando su peludo pecho desnudo, tomó en una mano el sobre de manila donde estaban las fotos impresas de las niñas en su gran follatón, y descalzo salió de su carro.

Sin dejar de hacerse la paja sobre su bragueta se acercó a don Guillermo, el padre de las dos putitas colegialas, el cual esperaba furioso en la entrada de la casa.

 

 

 

 

DON GUILLERMO: ¡Esto es el colmo!… ¡No lo puedo creer!… ¡¿Dónde están esas culicagadas que yo las mato hoy a punta de correa!

 

AGAPITO: ¡Buenas noches, don!

 

DON GUILLERMO: ¡Buenas noches, señor!… ¡Mire, no queremos problemas! ¡Dígale por favor a ese par de sinvergüenzas que vengan que su mamá y yo las necesitamos!… ¡Sabemos que están en ese carro!…

 

AGAPITO: ¡Viejito, por favor! ¡Cálmese, hermano!… Jejeje…  ¡Con todo respeto le pido que no les vaya a pegar! ¡Las niñas están bien y se están divirtiendo bastante! ¡Las peladitas están un poco borrachas, arrechas y drogadas, pero muy contentas!… ¡Realmente no hicieron nada grave, y se portaron excelente! ¡Uf!… ¡Tienen una manera de mamar bien rica!… Jejeje… ¡Ruego que su mujercita y su persona no las castiguen!…    

 

DON GUILLERMO: ¡Mire, “señor”! ¡Voy a ser claro!… ¡Mi casa me la respetan! ¡El frente de mi casa no es un puteadero! ¡No es posible que esas rameritas estén metidas en ese carro con esos sujetos frente a la casa irrespetándola de semejante manera! ¡Qué dirán los vecinos, por Dios! ¡Dígale a esos hijueputas que dejen de abusar de mis hijas y dígales a esas putillas que vengan de inmediato!…

 

AGAPITO: Jejeje… ¡¿Y porque no va y se lo dice usted que es el papá? gran huevón!…

 

 

 

 

 

El carro se volvió a mover. Nuevamente los hermanos de Agapito se estaban culeando a las hijas de Guillermo y Araminta dentro del campero.

Don Guillermo miraba lo que estaba ocurriendo con sus hijas por las ventanas del vehículo con una furia terrible, sabía muy bien que todos esos orangutanes se las estaban culiando, pues lo estaba viendo con sus propios ojos en vivo y en directo.  

Doña Araminta, madre de las chicuelas, permanecía dentro de la casa. La ardiente señora, enfundada en un pequeñísimo y sensual vestido rojo, también observaba a través de la ventana de la vivienda lo que sucedía dentro del campero, y sudaba de la ira, no obstante, no se atrevía a salir a confrontar a los sujetos.

Agapito, a través de la puerta abierta del domicilio dirigió su mirada hacia adentro, a la sala, y vio morbosamente la deliciosa figura de la blanca y rubia señora pereirana, era tremenda MILF paisa, tetona, culona, caderona y piernona. Ella tenía una pierna con el pie sobre el piso de madera pulida y brillante, pero la otra doblada sobre una silla, miraba por una ventana el carro de Agapito.   

El hombre contempló a la rica pereirana, se relamió y, acordándose de la promesa que le hizo a Antonella de violar a su puta madre y de darle duro por la raja y el culo, le guiñó un ojo con galanteo y le dijo:

 

 

 

AGAPITO: ¡Buenas noches, mamasota!… ¡Uuff!… ¡Bonito vestido, mi señora!… ¡Caramba!… ¡Que viejota tan rica!… ¡¿Puedo pasar un momento y hablar con ustedes? mi reina! ¡Es que aquí está haciendo un gran hijueputa frío muy feo, ricurita!…

 

 

 

Al escuchar y ver al varonil y ordinario Agapito, la señora pareció olvidar su enojo al verse elogiada por el depravado, miró con un morbo mal disimulado a Agapito y su peludo y desnudo pecho, sobre todo se fijó en el descarado pajazo que se hacía el sujeto por encima de su bragueta, se estremeció de lujuria y no apartó ni ocultó su sucia mirada de ese hombre. Al parecer sentía eso porque don Guillermo ya ni la tocaba y además estaban en proceso de divorcio, por tanto la señora estaba urgida de sexo.

Don Guillermo se dio perfecta cuenta de las lascivas miradas y guiños de ojo que intercambiaban Agapito y su calenturienta mujer, sobre todo detalló la coquetería y la tonta sonrisita que ella le emitía al velludo viejo, y con disgusto le dijo a Agapito:

 

 

 

DON GUILLERMO: ¡Atrevido!… ¡No veo de qué tengamos que hablar!… ¡Todo está muy claro! ¡Ustedes se comieron a mis hijas y lo siguen haciendo sin ninguna clase de vergüenza ni compasión dentro de ese carro frente a mi casa!… ¡Le repito… dígales a esas descaradas que vengan!…

 

AGAPITO: ¡Por favor, yo sé que somos gente civilizada y podemos arreglar el asunto como tal! ¡Oiga, viejo… invíteme unas cervezas que me muero de la sed, aunque esté haciendo frío, no sea tacaño, socio! ¡Y le explico bien lo que pasó con las culicagadas!

 

 

 

Al viejucho no se le hacía nada seguir haciéndose la paja, continuaba tocándose descarada e impetuosamente la bragueta de su pantalón, y doña Araminta, mirando fijamente a Agapito y ya habiendo convertido toda su ira en sucia lascivia, desde adentro de la casa dijo:

 

 

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Guillermo, déjalo entrar! ¡Él al menos se dignó a traernos a esas muchachitas! ¡Esa acción vale!… ¡Nunca antes alguien se había tomado la molestia de traérnoslas a la casa!…

 

 

 

Y antes de que su marido pudiera contestarle, ella amablemente añadió:

 

 

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Siga, don Agapito y se sienta! ¡Bien pueda! ¡Siéntase como en su casa! ¡Ya les traigo las cervecitas!… 

 

 

 

La señora se giró para ir por las cervezas y don Agapito, mirándole en contoneo de su delicioso culazo y de su pronunciada caderota, manifestó en voz alta y sin ninguna vergüenza lo siguiente:

 

 

 

AGAPITO: ¡Que estén bien frías, mi doña!… ¡Uf!… ¡Que estoy bien caliente!… Jejeje… ¡Uuff!… ¡Qué nalgotas se le notan bajo ese vestidito tan chiquito!… ¡Juemadre!… Jejeje… ¡Qué viejota!… ¡De razón las hijas están así de buenas siendo tan chicas!… Jejeje…

 

 

 

Don Guillermo claramente escuchó esas morbosas y descaradas palabras, luego miró con desprecio al sonriente y pajuelo Agapito y aunque no quería aceptó que ingresara a la casa.

Mientras tanto dentro del carro los depravados hermanos de Agapito se divertían de lo rico con las dos niñas, a simple vista se veía que las estaban follando y poniendo a mamar verga, y se escuchaban muy bien sus gritos, gemidos, risas y palabrotas. Las niñas gritaban pidiendo más verga y más semen.

Agapito entró a la casa y la señora Araminta regresó muy sonriente y coqueta con las cervezas.

El sucio viejucho se quedó fijo mirando el buen escote de doña Araminta a la vez que se seguía tocando el paquete con una mano y con la otra recibía la bebida.

La señora al ver que el depravado la miraba con ansias se mandó una mano a su escote y se desabotonó un poco su vestidito para abrírselo un poco más.

 

 

 

AGAPITO: ¡Wow!… ¡Qué delantera la de su merced, ya entiendo porque esas niñitas son tan tetonas y coquetas!… Jejeje… ¡¿Cómo me le va? mi señora!… ¡Con su permiso!… ¡Me presento, Agapito Vengoechea, para besarla a usted todita!

 

 

 

El hombre dejó de tocarse la bragueta y con esa misma mano saludó a la señora, ella lo saludó sin demostrarle asco, más bien le hacía risitas y el viejo besó su mano.

 

 

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Buenas noches, señor!… Jejeje… ¡Ya sé quién es usted y a qué se dedica! ¡Se la pasa en cercanías al colegio de señoritas acechando a las niñas!… Jejeje…

 

 

 

El hombre retornó su mano a su bragueta y dijo:

 

 

 

AGAPITO: Jajaja… ¡Si! ¡Soy ese mismo! ¡Soy solo un curioso!… ¡Me gusta verle los calzoncitos a las chicas y hacer uno que otro videíto de esas putitas!… Jejeje…

 

DON GUILLERMO: ¡Ya lo sabemos!… ¡No hay necesidad que nos de detalles!… ¡Usted es muy famoso! ¡Se la pasa de morboso, pervertido y pornógrafo y aun así todo mundo lo estima!… ¡Qué mal está la sociedad!…

 

 

 

La coqueta Araminta ejecutando movimientos muy sensuales e incluso exagerados frente a Agapito retiró los asientos de un comedor para que la visita se sentara.

Agapito puso la envoltura de manila en la que traía las fotos sobre la mesa y no despegaba sus ojos de las tetotas, las piernotas y el culazo de la deliciosa y mostrona señora.

Los tres se sentaron a la mesa y empezaron a beber mientras Agapito explicaba todo en defensa de las niñas sin parar de tocarse su bragueta.

Doña Araminta miraba a Agapito como una enamorada a su gran amor a la vez que cruzaba y descruzaba las piernas a cada ratico con la intención de que el viejo se las viera provocativamente, y en efecto, Agapito no le quitaba la mirada de ellas ni de sus tetas.

 

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Muchas gracias por traernos a las niñas, Agapito! ¡De verdad nos habíamos pegado un buen susto al no verlas llegar!… ¡Le estamos muy agradecidos! ¡Ahora sí, puede contarnos lo ocurrido! ¡No se preocupe!… ¡No estamos para juzgar!…

 

AGAPITO: ¡Si!… Jejeje… ¡Bueno, verán… el rector del colegio me llamó, él es amigo mío! ¡El hombre me dijo que ustedes estaban muy preocupados por las niñas y que no llegaban a la casa!… ¡Así que me preocupé demasiado yo también, y como soy un hombre bueno decidí no dejarlas venir solitas! ¡Por ahí existe mucho bandido suelto que podría hacerles daño o hasta violarlas! ¡Así que me tomé la molestia de traerlas de manera segura en mi carrito junto a mis hermanos para mayor seguridad!

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Pues, Agapito, nosotros llamamos al colegio porque esas carajitas nada que llegaban a la casa y allá nos dijeron que no sabían qué había pasado porque las estudiantes salieron a la hora exacta acostumbrada!…

 

DON GUILLERMO: ¡En el colegio averiguaron y los vendedores, doña Amelia y don Roncancio, dijeron que las habían visto subiéndose a su carro, con usted, mientras se despojaban de sus uniformes y usted les metía mano!

 

AGAPITO: ¡Es verdad! ¡Les voy a ser sincero! ¡No voy a decir mentiras! ¡Realmente las niñas tienen la culpa! ¡La mayor me pidió marihuana y pues, como soy un jíbaro estrella, se la vendí! ¡Ustedes entenderán que uno en estos tiempos de crisis no puede decirle no al dinero y menos cuando es algo que me hace mucha falta a mí! ¡Ustedes entenderán!…

 

 

 

Don Agapito seguía pajeando su verga por encima de la bragueta con su mano izquierda mientras ponía la derecha encima de la mesa, con ella agarraba su cerveza cuando la bebía.

Doña Araminta puso su mano sobre la del viejo y como una enamorada comprensiva le dijo:

 

  

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Claro que sí entendemos, Agapito!… Jejeje… ¡No se preocupe!… ¡Por favor, continúe, mi amigo!…

 

 

 

Agapito entrelazó sus dedos con mucha confianza con los de la mano de la lujuriosa señora y continuó diciendo:

 

 

 

AGAPITO: ¡Una vez ellas probaron los porritos se empezaron a portar aún más putitas de lo que ya estaban siendo! ¡Las dos me excitaron tanto que como hombre macho alfa que soy no pude aguantarme a sus encantos! ¡Me las culié a las dos!… Jejeje… ¡Y las lleve a mi casa para ponerlas a actuar en una película porno!…

 

 

 

Al escuchar eso, don Guillermo dio un fuerte golpe a la mesa con su puño, y exclamó:

 

 

 

DON GUILLERMO: ¡Jueputa!… ¡Lo sabía!… ¡Yo sabía que no solo se las comieron usted y los suyos, sino que también las filmó para hacer pornografía!…

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Dios mío!… ¡Hasta dónde han llegado esas niñas!… ¡Pero cálmate, Guillermo! ¡Deja que Agapito continúe!… ¡Debemos escucharlo y comprenderlo!…   

 

AGAPITO: Jejeje… ¡Sus hijas son excelentes actrices! ¡Les veo un gran futuro en el mundo de la pornografía!… ¡Ellas mismas me dijeron que querían seguir culiando y haciendo porno! ¡Pero no me gustaría que ustedes las castigaran por esas bobadas! ¡Por favor! ¡Somos gente del siglo XXI y no trogloditas! ¡Nosotros, como seres pensantes que somos, debemos aceptar que las niñas de ahora son tremendas, unas completas perritas!…

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Bueno, eso si es cierto! ¡Ahora las chicas desde bien peques son unas putillas completas! ¡Como las nuestras!…

 

 

 

Doña Araminta y Agapito se acariciaban sus manos como si fueran novios delante de Guillermo y él no quería explotar en un ataque de celos, no debía mostrarse débil ante su burlona esposa.

 

 

 

 

DON GUILLERMO: ¡Quiero agarrar a esas perritas y darles con esta correa hasta cansarme! ¡¿Cómo diablos se les ocurre arrechar a un hombre mayor, culear con él y más encima servirle como putas para sus cochinas películillas?!…

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Esto no puede estar pasando!… ¡Dios santo!… ¡Danos paciencia y sabiduría, Señor Jesús!… ¡Pero cálmate, Guillermo, que con ira no se arregla este conflicto! ¡Deja que Agapito siga contando, pues!… ¡Por favor continúe, amigo!

 

AGAPITO: ¡Las dos se me entregaron! ¡No pude resistirme! ¡En mi carrito ocurrió lo que debía ocurrir entre un hombre y un par de sabrosas putitas!… ¡Y en la finca sucedió todo lo que debía suceder entre mi puta familia y esas zorritas!… Jejeje… ¡Uf!… ¡Y ustedes vieran que bien culean las hijueperras!… ¡Fue toda una orgía!… Jejeje…

 

DON GUILLERMO: ¡Jueputa vida, ome!… ¡Al menos usted está siendo sincero, don Agapito! ¡Eso vale!… ¡Además el hombre no tiene la culpa si una mujer se le ofrece! ¡Yo también aprendí eso! ¡Uno como macho acepta a la mujer que se le entregue!… ¡¿No? Araminta!…

 

 

 

La mujer, volviendo a descruzarse de piernas, contestó:

 

 

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Pues sí, eso es cierto! ¡Las niñas son las que tienen la culpa! ¡Ellas son las que tienen que hacerse respetar, pues!… ¡Tal vez no las hemos educado bien!… ¡Antonella tiene ese problema con la marihuana y el sexo desde hace tiempos! ¡Es una niña problema! ¡Un verdadero dolor de cabeza!…

 

DON GUILLERMO: ¡Esa zorrita de la Antonella no hace sino molestar y meterse con hombres!… ¡Es una putilla!… ¡No sabemos que más hacer con ella!… ¡Ahora, lo que más nos preocupa es que la menor, la Niki, siendo siempre tan buena, ahora se ha dejado llevar por su hermana!…

 

AGAPITO: ¡Las dos son unas putonas!… ¡Ellas tienen la culpa, pero no las castiguen, por favor!… ¡Tampoco se me echen toda la culpa ustedes, de pronto yo también tengo alguito de culpa, como caballero y buena persona que soy lo reconozco!…

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Don Agapito, es usted muy amable al reconocer su error! ¡Usted si es todo un hombre! ¡Ninguno de los que se han metido con mis hijas ha aceptado su falla! ¡Eso es algo que se le tiene en cuenta a usted, pues!…

 

AGAPITO: ¡Gracias, mi señora!… ¡Es que solo son cosas que suceden en la vida y que uno no puede evitar!… ¡Es que hay que comprender que en estos tiempos de cambio las niñas son así! ¡Es normal!… ¡Todas tienen un apetito sexual bastante grande y una cuquita picona y tragona!… Jejeje… ¡Miren por ejemplo a mis hijas, esas hijueputas son todas unas putillas de aquí al fin del sistema solar!… Jejeje…

 

 

 

Don Agapito soltó la mano de doña Araminta para tomar el envoltorio de manila y sacar unas fotos. Mostró las fotitos de sus hijitas teniendo toda clase de sexo con sus tíos. 

 

 

 

DON GUILLERMO: ¡Caramba!… ¡Uf!… ¡Juemandre!… ¡Pero qué es esto!… ¡Uf!… ¡Qué rico, ome!…

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Dios!… ¡Eh Ave María!… ¡¿Esas son sus hijas? Agapito!…

 

AGAPITO: ¡Las que aparecen ahí tienen diez años y nueve años de edad! ¡Y miren que desarrolladitas están las malparidas! ¡Ya tienen buenas tetotas! ¡Y ya le están dando culo a los pervertidos de sus tíos!… Jejeje… ¡Ellos son los que están ahorita con sus hijas en el carrito dándoles duro guamo!

 

DON GUILLERMO: ¡Qué bárbaro!… ¡Y qué preciosas están esas chicas!… ¡Uf!… ¡Qué tetotas!… ¡¿En serio son sus hijitas?!…

 

AGAPITO: ¡Si!… Jejeje… ¡Al verlas así no más parecen inocentes, pero culean como profesionales las puticas esas!

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Sus hijas están muy bonitas! ¡Son unas esbeltas señoritas! ¡¿Y usted no las castiga? don Agapito!

 

AGAPITO: ¡Qué va mi señora!… ¡Yo soy un papá comprensivo y moderno! ¡Alguien que adora y apoya a sus hijitas! ¡Soy un padre modelo y ejemplar y no un salvaje que les pega!… ¡Por mucho las castigo dándoles verga por el culo y algunas nalgadas, bofetaditas y duros apretones de tetas! ¡Así, exagerando les escupo en la cara mientras estamos en las sesiones de sexo!… Jejeje… ¡Debo apoyarlas en eso de querer ser actrices porno profesionales! ¡Además la idea de que se empeloten y culeen en películas me encanta!…

 

 

 

Continuó la conversación de manera respetuosa y hasta amena mientras se bebían más y más cervezas y ron.

Había veces en que el depravado le ponía la manota en las piernas a Araminta e incluso se las acariciaba. Ella se dejaba muy risueña.

Don Agapito les ofreció algunos porros que tenía guardados en los bolsillos de su pantalón. Eran aquellos porritos con la sustancia esa, la misma que le dio a las niñas para arrecharlas de aquí a la luna.

El mañoso viejucho sabía muy bien lo que hacía, quería culiarse a doña Araminta ahí mismo.

Don Guillermo y doña Araminta se negaron a consumir al principio, pero después de unas cuantas cervezas más, al calor de estas y ante la insistencia del depravado la señora aceptó y fumó, luego ella convidó a su marido, quien por fin aceptó consumir.

Pronto los señores de la casa entraron en tremenda ebriedad acompañada de muchas risas y un inicio de arrechera. Agapito ya se atrevía a pasarle la mano por las tetas sobre el vestido a la señora Araminta.

 

 

 

AGAPITO: Jejeje… ¡Para qué, pero sus hijitas son unas putitas muy deliciosas! ¡Mírenlas nada más ni nada menos aquí en estas fotitos rodeadas de vergas!…

 

DON GUILLERMO: Jejeje… ¡Pero, cómo!… ¡¿Usted también tiene fotos de mis hijas?!

 

AGAPITO: ¡Obvio, muchas fotos! ¡Y me alegro que se hayan tomado su papel de putillas tan en serio en la película que filmamos! ¡Pronto serán famosas pornstar!

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Venga miro las fotos!… ¡Wow!… ¡¿Cómo se va a llamar la Película? Agapito!… Jejeje…

 

AGAPITO: ¡No hemos pensado en el título aun, pero podría ser “Colegialas en salvajes clases de orgía anal”!

 

DOÑA ARAMINTA: Jajaja… ¡Qué título tan rimbombante!… Jejeje… ¡Uy!… ¡¿Ellas actuaron en una película de sexo anal?! ¡Pero si son muy chicas para ser penetradas por el chiquito!… Jejeje…

 

AGAPITO: ¡Pues han estado teniendo sexo anal desde la tarde! ¡Y lo hacen como las diosas, mamasota!…

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Oh!… ¡Mis pequeñas!… ¡Mis chiquitinas del alma!… ¡¿Van a ser famosas?!

 

AGAPITO: ¡Por supuesto que van a ser famosas! ¡Mírenlas aquí en esas fotos!… Jejejeje… ¡Y están tan ricas las hijueputas!…

 

 

 

Don Agapito arrimó su silla a la de la mujer y tomando la mano de la señora la puso sobre su paquete.

Ella se lo tocaba a voluntad.

El viejo abrazó a Araminta y sacó más fotos que puso sobre la mesa, eran de Antonella y Niki, aparecían teniendo sexo con todos en la finca.

Don Guillermo y doña Araminta quedaron con los ojos bien abiertos observando como el par de putitas mamaban vergas y eran fuertemente enculadas.

La señora con su mano derecha cogía las fotos y las observaba, mientras que con su mano izquierda seguía manoseando la bragueta de Agapito.

 

 

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Ay! ¡Siento que me va a dar algo!… ¡Ay mis nenas!… ¡Tan chiquitas y tan putitas, ome!… Jejeje…

 

DON GUILLERMO: ¡A mí también me va a dar un yeyo!… ¡Pero la verdad es que están muy ricas las dos en esas foticos!… ¡Muy fotogénicas!… ¡¿De verdad lo hicieron bien?!

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Verdad, don Agapito ¿Realmente lo hicieron bien?! ¡Es que son muy pequeñas, pudieron ser inquietas y haber dañado alguna cámara o haber cometido alguna cosa mal!… Jejeje… ¡Antonella por lo general es muy dañina, tiene sin vidrios a todo el colegio pudo haber dañado algún micrófono!…

 

AGAPITO: ¡Tranquilos, amigos! ¡Las chicas lo hicieron bien y no dañaron nada del equipo de filmación! ¡Son todas unas guarrillas!…

 

 

 

La mujer se levantó para servir más ron soltando el paquete de Agapito.

El hombre se puso de pie, se sacó su verga de su bragueta y se empezó a pajear. Don Guillermo le llamó la atención por eso.

 

 

 

DON GUILLERMO: ¡Pero don Agapito! ¡Cómo se va a hacer eso aquí frente a nosotros, ome!… Jejejeje… ¡Mira, Araminta, lo que se está haciendo don Agapito en plena sala!… Jejeje…

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Wow!… ¡Don Agapito!… Jajajaja… ¡Ya sacó la bestia a arar!… Jejeje… ¡La tiene grande y jugosa!… ¡Uf!…

 

AGAPITO: ¡Gracias, mamasota!… Jejeje… ¡Pues ¿cómo quieren que no me haga una pajita si las fotos de sus hijas están buenísimas?! ¡¿No les parece?! ¡Pero mírelas más, don Guillermo! ¡¿O es que usted es marica?!

 

DON GUILLERMO: ¡No soy marica!… ¡Las estoy viendo bastante, pues!…

 

AGAPITO: ¡Entonces mírelas con más deseo y morbo, maricón! ¡Están riquísimas esas putitas!… ¡Para mí usted es bien marica! ¡Si no lo fuera miraría las fotos con más pasión, les diría piropos y se haría la paja con ganas!… ¡¿Si o no? reinita!

 

 

 

Agapito le preguntó a doña Araminta mientras que agresivamente la sentaba en sus piernas. Ella pegó un gritico, le dio risita y dijo:

 

 

 

DOÑA ARAMINTA: ¡Aagghh!… Jajajaja… ¡Wow!… ¡Don Agapito!… Jejeje… ¡Pues sí, tiene toda la razón, señor!… Jejeje… ¡Están muy buenas mis hijitas!… Jejeje…

 

 

 

Don Guillermo miró con asombro cómo el viejo empezaba a manosear totalmente a su mujer, le agarraba las tetas sobre el vestido, le hacía movimientos que simulaban penetración y le daba piquitos en los labios y en el cuello, y dijo:

 

 

 

DON GUILLERMO: ¡Si!… ¡Están muy buenas todas esas rameritas! ¡¿Me regala estas fotitos?!

 

AGAPITO: Jajaja… ¡No me diga que se quiere pajear viéndolas mientras está aquí, socio!

 

DON GUILLERMO: Jajaja… ¡Podría ser! ¡Es que queremos guardarlas en el álbum de la familia! ¡Deme también las de sus hijitas!…

 

AGAPITO: ¡Para que vea que soy buena gente y hombre de confianza se las regalo todas, incluso las de mis putas hijitas para que se haga la paja viéndolas cuando quiera!…

 

 

 

La borrachera y el trastorno mental que produjo en los padres de Antonella y Niki la sustancia extraña contenida en los porros que habían acabado de consumir eran muy notorios. Actuaban de manera anormal, descarada, arrojada y sin tener plena consciencia de lo que hacían o decían.

Doña Araminta se sentía muy excitada y a gusto sentada en piernas del depravado y se movía sobre su vergota. El viejo ya le había desapuntado la parte de arriba del vestido y sacado sus buenas tetazas y se las amasaba con sus inmensas manotas.

Don Guillermo estaba tan mentalmente alterado que no hizo nada al ver a Agapito besar de lengua a su mujer mientras le seguía tocando y agarrando sus buenas tetazas al desnudo.

Tampoco actuó al presenciar que, luego de un rato, el tipejo puso a su mujer de rodillas y la indujo a practicarle severa felación.

Guillermo, en lugar de intervenir con carácter, se sacó su verga y empezó a pajearse también al ver las fotos que don Agapito le había regalado, y también al detallar la paja oral que Araminta le hacía al inmundo depravado.

 

 

 

AGAPITO: ¡Ooohh! ¡Qué rico! ¡Qué delicia!… ¡Uf!… ¡Aaahhh!… ¡Qué rico lo mama esta puta!… ¡Uf!… ¡Qué mamada!… Jejeje…  ¡¿Cómo le parecen las puticas en esas fotitos? amigo!

 

DON GUILLERMO: ¡No están mal! ¡Nada mal!… ¡Todas estas putillas merecen una buena dosis de verga!… ¡Uf! ¡Qué ricas están las putitas de mis hijitas y todas esas rameritas!… ¡Qué buenotas están todas esas perras desgraciadas!…

 

 

 

Don Agapito, disfrutando de la mamada que le estaba propinando la bandida de doña Araminta dijo:

 

 

 

AGAPITO: ¡¿Le gustan las nenitas chiquitas? don!

 

DON GUILLERMO: ¡No sé, pero desde ahora siento que me encantan!… Jejeje…

 

AGAPITO: ¡Viejo pervertido feo!… Jejeje…

 

DON GUILLERMO: ¡Me fascinan las perritas chiquitas!…

 

AGAPITO: ¡Deme un millón de pesos y le doy una revista porno de nenitas!

 

DON GUILLERMO: ¡Uf!… ¡Si!…

 

AGAPITO: ¡Vaya y trae el milloncito!…

 

DON GUILLERMO: ¡Voy!…

 

 

 

Don Guillermo se levantó como hipnotizado y mientras se seguía pajeando fue por el millón de pesos.

Agapito se fijó de dónde lo sacó, una cajita fuerte tras un cuadro colgado en la pared.

Don Guillermo volvió y le dio los billetes a Agapito, el cual los guardó en un bolsillo de su pantalón. Después se quitó su pantalón quedando totalmente desnudo, mientras tanto, doña Araminta se despojaba completamente de su vestido y se quitaba su tanga dejando ver una cucaza peluda.

Mientras don Guillermo se seguía pajeando viendo las fotos de sus hijas y de las otras nenas, Agapito había puesto a Araminta sentada sobre él con su espalda mirando al frente del viejo y se la follaba por la raja. La señora gemía y pedía más verga por su panocha.

Tanto Guillermo como Araminta tenían su voluntad alterada e invadida por Agapito, además los gobernaba su acrecentada arrechera.

La señora se dio la vuelta quedando sentada de frente al pervertido y este empezó a amasar sus tetas y a chupárselas a la vez que le seguía penetrando la peluda cucota.    

Pasados unos minutos, Agapito le penetraba el culo en esa misma posición.

Doña Araminta daba unos sentones tremendos y unos gritos terribles de gozo total.

Su marido los miraba como bobo a la vez que se corría, soltó gran cantidad de leche que cayó sonoramente en el suelo.

Agapito puso a la señora en cuatro sobre un sofá y le siguió dando por el culo.

Araminta era una señora sumamente culona y tetona, esas tetas se le bamboleaban lo más de rico y se vino soltando gran cantidad de líquidos por la raja. Los tres soltaron gritos de gozo.

Guillermo se desnudó totalmente y se siguió pajeando, tenía una arrechera tan intensa que lo mantenía en la locura.

El pervertido se corrió en el culo de Araminta, se lo dejó repleto de semen, y pasó a poner de rodillas a la señora y a darle dura verga por la boca, ella volvió a correrse soltando fluidos por su raja. Su marido se acercó con verga en mano y la tetona les chupó los cipotes a juntos hombres al tiempo. 

 

 

 

AGAPITO: ¡Eso, perra! ¡Chupa verga, prostituta!… ¡Chupa, maldita mujerzuela!…

 

 

 

El viejucho le decía groserías y le daba bofetadas a la señora mientras ella se lo mamaba con ansias.

Don Guillermo, totalmente hipnotizado, al igual que su mujer, dijo lo siguiente sin ser consciente de sus palabras:

 

 

 

DON GUILLERMO: ¡Don Agapito… qué rico trata a la puta de mi mujer! ¡Malparida que me está poniendo los cachos con usted!… ¡Sígale dando verga a esta hija de puta infiel!

 

 

 

El viejo se acostó en el sofá y doña Araminta se le sentó encima, se metió su verga en la cuca y dio unos sentones increíbles a la vez que volvía a correrse.

Su marido se hacía la paja como simio mirando esa escena.

Agapito amasaba, cacheteaba, escupía y chupaba esas tetotas bamboleantes, le agarraba con sus dedos los pezones y le estiraba las tetas jalando de ellos. La puta se inclinaba un poco y besaba de lengua al viejo.

Después, Agapito le dio la vuelta a la mujer quedando ella debajo de su cuerpo y la penetró salvajemente por esa mojada panocha, la mujer gritaba de placer y le decía a Agapito que cuando por fin se hiciera efectivo el divorcio de Guillermo se iba a casar con él.

Pronto Agapito se le vino en la panocha en un gran torrente de leche hirviente dejándole adentro una cantidad de esperma impresionante, sin duda había preñado a la doña, pues ella, al igual que su hija Antonella, estaba ovulando.  

Inmediatamente se levantó, giró a la mujer y tomándola de las caderas continuó follándola por el culo.

La mujer gritaba y profería tremendas palabrotas de gusto. Su marido nuevamente se vino y pasado un rato la señora también lo hizo nuevamente, en realidad ella ya había llegado a tener múltiples orgasmos.

Agapito puso a la mujer a chupar otra vez juntos miembros y los hombres se le vinieron en la boca y en la cara.

La mujer quedó lavada en semen y mientras se frotaba las tetas y la raja, el pervertido tomaba su pantalón en sus manos y se despedía.

La mujer le dijo a su marido que le diera más dinero a Agapito en agradecimiento por haber traído a sus hijas y por haberles hecho pasar a todos un excelente día.

Don Guillermo obedeció, fue a la caja fuerte junto a Agapito y sacó una fajilla de billetes.

Agapito sacó otros tantos sin importar que Guillermo lo viera y metió todo ese dinero a una bolsa.

 Don Guillermo además le regaló una ruana para que cubriera su pecho y espalda y no fuera a contraer un resfriado.

El hombre se despidió dándole tremendo besote de lengua y agarrada de tetas a la señora, se puso la ruana, sin tener puesto nada más que eso, abrió la puerta, pero antes de salir le pegó un berrido a sus hermanos para que dejaran entrar a la casa a las niñas.

Ellos obedecieron, bajaron a las niñas del carro, les tiraron sus uniformes y maletas por sus caras y ellas caminaron bastante tambaleantes hasta llegar a su casa.

 

 

 

AGAPITO: ¡Bueno! ¡Aquí están sus putillas!… ¡Se las entregamos sanas y salvas, aunque lavadas en leche!… Jejeje…

 

 

 

Don Guillermo y doña Araminta las miraron, tanto ellos como las niñas estaban desnudos. Como lo había acabado de decir muy bien don Agapito, Antonella y Niki venían lavadas en semen, caminaban con dificultad, su cabello estaba totalmente desordenado y pegajoso, venían oliendo a sexo, a pipí, a trago, a cigarro, a marihuana y demás porquerías.

 

 

 

DONA ARAMINTA: ¡Miren a estas vagabundas! ¡Y vienen todas inmundas! ¡Les voy a cascar a estas putas inicuas! ¡Lo que quieren es correa estas hijueputicas, ome!…

 

DON GUILLERMO: ¡Son unas putas! ¡Vamos a darles duro para que aprendan, cochinas degeneradas!

 

 

 

Ellos ya les iban a pegar, pero Agapito dijo:

 

 

 

AGAPITO: ¡No les vayan a pegar! ¡Recuerden lo que hablamos, amigos!  ¡Y ustedes niñitas, no se dejen de esos tontos!… ¡Ya sabes qué decirle a tu mamá, Antonella!

 

 

 

Antonella miró a su madre y le dijo:

 

 

 

ANTONELLA: ¡Vieja hijueputa, a mí no me da órdenes!… ¡Déjeme en paz, malparida! ¡A mí ya no me toca ni un pelo!… ¡Ya no le tengo miedo, perra! ¡Y ya  dejé de ser la misma tonta de siempre que se dejaba golpear de ustedes dos!… ¡A partir de hoy las cosas son diferentes ¿si o no? Niki¡

 

NIKI: ¡Si!… ¡Quiero más sexo! ¡Quiero más hombres! ¡Quiero semen!…

 

DOÑA ARAMINTA: Jajaja… ¡Esto no puede ser!… Jejeje…

 

 

 

Agapito dio tremenda carcajada y se fue pajeándose y llevando su pantalón al hombro y la bolsa con el dinero en su otra mano.

Don Guillermo y doña Araminta de todas maneras le dieron una paliza sexual a juntas niñas, las llevaron a su cuarto y allá se pusieron a follar.

Antonella se portó bastante grosera y patana con sus padres, pero totalmente dispuesta a chupársela a Guillermo y a dejarse culear de su propio padre.

Doña Araminta tuvo sexo lésbico con sus dos hijas toda esa noche y lo disfrutó como nunca antes.

Don Agapito se montó al campero, mientras le contaba a sus hermanos lo que había ocurrido dentro de la casa de esos paisitas, lo prendió y se fue con sus felices hermanos hacia su finca. Nunca le entregó las revistas porno a don Guillermo, solo le dejó las fotos y se le robó muchísima plata.

Al otro día, don Guillermo y doña Araminta, ya en sus cabales, se dieron cuenta de todo lo que había pasado. Fueron a poner la denuncia respectiva ante las autoridades por violación, abuso, secuestro, engaño y robo, pero los policías, al mando de una tal coronel Vilma Montaño, no les hicieron mucho caso, les pusieron muchas trabas, y más bien les aconsejaron no meterse con el pobre e inofensivo viejito y dejarlo en paz con sus cosas y perversiones.

Finalmente, Guillermo y Araminta desistieron de esa denuncia. También se quejaron ante el rector del colegio y este, regañándolos, les hizo ver su propia culpabilidad y defendió al buen Agapito a capa y espada.

Antonella y Niki no quisieron volver a estudiar, sino más bien seguir siendo corrompidas por Agapito, les entusiasmó la idea de continuar filmando y actuando en películas porno, se la pasaban visitando al viejo y finalmente se volaron de su casa para irse a vivir definitivamente con el depravado. Filmaron muchas películas y Agapito obtuvo grandes dividendos con su comercialización.

La señora Araminta quiso verse con Agapito, realmente se había enamorado de su chimbo y por teléfono le propuso casarse, pero su marido no la dejaba y la controlaba a pesar de estar próximo su divorcio.

Tiempo después la señora Araminta y Antonella, madre e hija, se dieron cuenta de que Agapito las había embarazado a juntas desde ese primer día en que tuvieron sexo y don Guillermo al saberlo casi se infarta a pesar de siempre haberlo sospechado y trató de salvar a su hija yendo por ella a la propia finca del depravado.

 

 

CONTINUARÁ…

ESCRITO POR SIREMIS.

       

 

73 Lecturas/19 septiembre, 2025/0 Comentarios/por siremis
Etiquetas: amigos, anal, colegio, hermana, hermano, hermanos, mayor, sexo
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