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Incestos en Familia, Intercambios / Trios

EL DESEO DE NUESTRO HIJO POR SU MADRE

Soy Javier, tengo 45 años, estoy casado con Sofía, que a sus 42 años conserva una bonita figura. Nuestra vida fue muy normal hasta cuando nuestro hijo Sebastián cumplió sus 18 años. En esta edad es normal que se alborotan las hormonas y el caso de él no fue la excepción .
Soy Javier, tengo 45 años, estoy casado con Sofía, que a sus 42 años conserva una bonita figura. Nuestra vida fue muy normal hasta cuando nuestro hijo Sebastián cumplió sus 18 años. En esta edad es normal que se alborotan las hormonas y el caso de él no fue la excepción con el inconveniente que fijo sus ojos en el cuerpo de su madre. Sebastián heredo de su madre una figura atractiva y es la adoración de ella, si pudiera entregarle el mundo lo haría, pero los deseos de él no era otra cosa que el cuerpo de su madre.

Cuando eventualmente tenían jugarretas yo note que el acariciaba lascivamente algunas partes del cuerpo a ella.

Un día Sofía se puso un vestido ajustado al cuerpo, resaltándose sus curvas y sus senos y mientras nos servía el desayuno, noté que Sebastián no dejaba de escanear de arriba abajo el cuerpo de su madre y cuando ella se giró, él siguió con la mirada su hermoso trasero.

—Sebastián, ¿vas a desayunar? Se te va a hacer tarde le dije, fingiendo calma.

Él se sonrojó, al encontrarse sorprendido y volvió la vista a los alimentos.

Esa noche hablé con Sofía y le comenté sobre lo que había observado del comportamiento de nuestro hijo hacia ella, pero Sofía no le dio importancia y terminamos en una follada deliciosa.

Esa noche ella estaba en posición de perrito y yo la follaba desde atrás cuando note entreabierta la puerta de nuestra habitación y una sombra que no podía ser otra que la de Sebastián que nos estaba observando con ojos de lujuria, al tiempo que se masturbaba, y cuando nuestras miradas se cruzaron, él se alejó.

—¿Qué pasa? —preguntó Sofía, notando mi distracción.

—No, no nada… —mentí, y seguí follándola.

Sofía, sin darle importancia al tema que le había comentado, siguió su vida normal como siempre y Sebastián continuó con los roces del cuerpo de su madre y ella en ningún momento lo rechazaba.

Un día que sus caricias fueron más allá de lo normal le pregunte que pasaba y me dijo—No sé, es que mama… siempre ha sido… tan hermosa que me atrae acariciar su cuerpo.

 

Sofía, ajena a la tormenta de deseos que despertaba en nuestro hijo, seguía normal tanto que más de una vez dejaba la puerta de la habitación abierta mientras se vestía y estoy seguro que desde su habitación Sebastián, la podía observar.

Una vez yo estaba sentado en la sala y Sebastián entro a la cocina y cuando trababa de tomar un vaso de la alacena pego su pelvis a la espalda de Sofía y ella debió sentir la erección de su hijo y le pregunto… ¿Que pasa Sebastián?

Él se iba a retirar rápidamente, pero ella lo detuvo, lo abrazó y le dijo…

«Tranquilo, es normal a tu edad,» con una voz suave y reconfortante. «Debes salir más a divertirte con tus amigas.»

«Gracias, mamá,» murmuró, sin atreverse a mirarla a los ojos.

Sofía le levantó la barbilla, forzando a encontrar su mirada.

«Ya eres un hombre, Sebastián. Y los hombres tienen necesidades. No te avergüences de ello,» le dijo, con una sonrisa comprensiva.

En ese momento Sofía se convenció de lo que yo le había comentado sobre el hecho de que nuestro hijo la deseaba y por eso continuamente estaba observándole su cuerpo, sus senos, sus piernas, en fin, todo lo que lo pudiera excitar.

Cuando Sebastián se retiró, Sofía vino hacia mí y me dijo… «Amor, creo que debes hablar con Sebastián de hombre a hombre,»

«¿Sobre qué? pregunté fingiendo ignorancia del asunto,».

«Sobre cosas de hombres” me dijo, De acuerdo, amor, hablaré con él. Pero en ese momento pasó por mi mente ¿Y si Sebastián me confiesa el deseo por su madre, que?, Hice estas y otras reflexiones, preparándome para la conversación que iba a tener con mi hijo.

Más tarde, cuando Sebastián salió de bañarse estaba con una toalla alrededor de la cintura, fue a su habitación y allí lo confronte

«Sebastián,» comencé, fingiendo ignorancia del asunto, «tu madre me ha dicho que ha habido un pequeño incidente en la cocina. ¿Podrías contarme qué pasó?»

Él se sintió incómodo, sin saber que responder.

«Bueno, es que…» comenzó, con la voz temblorosa, «estaba tratando de alcanzar un vaso de la alacena, y yo… yo no pude controlarme, pegué mi pelvis a las nalgas de mama, Me excitó y ella lo notó.»

Tratando de mantener una expresión neutral. Le dije…

«Entiendo. Y, ¿cómo te sentiste al respecto?» pregunté, queriendo saber más sobre sus emociones.

«Me sentí avergonzado. No quería que pasara, pero no pude evitarlo,» respondió, agachando la mirada.

«Sebastián, es natural sentirse así.

«Pero, papá, yo…» comenzó a decir, pero lo interrumpí. «¿En verdad la deseas tanto?,» pregunté, queriendo llegar al fondo de sus sentimientos.

«Sí, papá. Desde hace un tiempo la he deseado. Desde que la vi desnuda por primera vez y cuando los observé a ustedes disfrutando del sexo en la noche.

Se que no está bien y no debería hacerlo. Pero ahora, que soy un hombre, no sé qué me pasa que no me puedo controlar» confesó, con voz temblorosa.

Asentí, comprendiendo la profundidad de sus sentimientos.

«Entiendo, hijo. Y es normal tener esos deseos.” no supe qué más decir ya que quería ver hasta dónde podría llegar esto, y un morbo creció dentro de mí.
Por la noche hablé con mi esposa sobre el tema.

«Oye, amor, hablé con Sebastián y al parecer se siente muy atraído por ti,» le dije.

Ella me miró, y comentó …es solo la calentura de su edad.

«Y tú, ¿qué piensas de esto?» le pregunté.

Ella se sentó en la cama, y mirándome de frente dijo… es algo normal, supongo, aunque se quedó muy pensativa. Me acerqué a ella y comencé a besarla por el cuello. Y ella dijo…

«Otro que anda también caliente,» y se rió

La excitación entre nosotros se hizo palpable. Mis manos comenzaron a explorar su cuerpo, acariciando sus pechos, su vientre, hasta llegar a su entrepierna.

«Javier…» susurró ella, con la voz cargada de deseo.

«Shh, déjame acariciarte,» respondí, mientras la desnudaba lentamente, saboreando cada centímetro de su piel. Tocando sus senos, besando su abdomen hasta llegar a su entrepierna, ella abrió sus piernas invitándome a seguir. Saboreé su sexo para comenzar a entrar en ella.

Mientras lo hacíamos, me incliné hacia ella. Y le pregunte

«¿Te gusta?» le pregunte con voz agitada en su oído.

«Sí, me gusta,» me respondió su voz entrecortada.

Intensifiqué mis movimientos, haciendo que ella gimiera más fuerte.

«Te imaginas que no fuera yo sino Sebastián el que te estuviera haciendo esto,» dije, tanteando el terreno.

«Como se te ocurren esas cosas,» respondió, gimiendo.

«¿No lo has pensado?,» pregunté.

«No y deja ya de hacer bromas,» me contestó.

Me acomodé a sus espaldas, penetré su concha y comencé a frotar su clítoris y a apretar uno de sus pezones, algo que la excita bastante y en medio del clímax antes disfrutar su orgasmo, ella mencionó el nombre de Sebastián.

Ella seguro creyó que no me había dado cuenta, yo sonreí para mí y comencé a besar su cuello.  Mientras ella disfruto su orgasmo. Sofía con los ojos cerrados y la boca entreabierta, gimió sin control, loca de placer.

Mientras frotaba su clítoris me dijo… «Más fuerte,» te lo suplicó y arqueó la espalda hacia atrás para sentir más la penetración.

Obedecí, aumentando la intensidad de mis movimientos, sintiendo cómo su cuerpo se tensaba y sus gemidos creaban una sinfonía de lujuria que resonaba en la habitación.

Finalmente, con un grito ahogado alcanzó el orgasmo convulsionando su cuerpo. No pude contenerme más y me dejé llevar, liberando todo mi deseo dentro de ella.

 

Volviendo al tema de Sebastián le dije…

«Deberías ver hasta dónde llega,» solté la frase tratando de pescar su reacción.

Ella giró para mirarme.

«¿De qué hablas?» preguntó.

«De Sebastián,» respondí, observando su reacción.

«Estás loco,» me dijo, dándose la vuelta. «Ya me voy a dormir,»

 

Me abrasé a ella y le dije…  “No te excita la idea”

Ella reacciono enseguida y dijo, “¿No te molestaría si sucediera?”

“No para nada.” respondí,

 

Mejor vamos a dormir y dándose vuelta, dio por terminada la conversación.

Una semana después, Sofía estaba sentada en la cama pintándose las uñas. Acababa de salir de bañarse y llevaba solo una toalla cubriendo su cuerpo y otra enredada en su cabello, dejando al descubierto sus hombros y parte de su pecho.

Yo estaba en la sala leyendo la prensa y en eso escuche que Sebastián entro a nuestra habitación y le dijo a Sofía «Buenos días,»

Lo que sigue me lo conto ella después.

Que él se sentó al borde de la cama a observarla como era su costumbre.

Al escucharlo me levante y pase por el frente de la puerta de nuestra habitación, mire a mi esposa, ella me correspondió la mirada y yo asentí, luego ella se quitó la toalla del cabello y le dijo a Sebastián con voz suave y cariñosa …

«Hijo, ¿me ayudas a cepillar el cabello?»

Sebastián se sentó a su lado, tomando el cepillo con una mezcla de deseo e inició el cepillado.

«¿Así está bien, mamá?» preguntó Sebastián.

«Sí, así está perfecto,» respondió ella, con un suspiro de satisfacción.

Me fui a la sala y active la cámara de video de la habitación que tengo conectada a mi celular

Cuando observe la pantalla, Sebastián estaba cepillando el cabello de Sofía, pero a la vez con la mano libre la deslizaba por su espalda, disfrutando la suavidad de la piel de Sofía. Ella ajena a la creciente excitación de su hijo, se inclinó ligeramente, permitiéndole un mejor acceso.

«Mamá, ¿puedo…?» comenzó Sebastián, pero se detuvo, inseguro.

«¿Qué, mi amor?» preguntó ella, abriendo los ojos y mirándolo con curiosidad.

«Nada, solo quería…» Sebastián se sonrojó, pero no retiró su mano. En lugar de eso, se inclinó y depositó un suave beso en su hombro y luego en su cuello.

Ella se tensó ligeramente, pero no se apartó.

«Sebastián, ¿qué estás haciendo?» preguntó, con una mezcla de confusión y algo más en su voz.

«Solo quería mostrarte cuánto te aprecio, mamá,» respondió él, con una sinceridad que la desarmó. Y sentándose a su lado, dejo de cepillarla para comenzar a acariciar su pierna. Mi esposa no opuso resistencia y dejó que la mano de Sebastián se deslizara por debajo de la toalla. Él, alentado por la falta de resistencia, continuó su exploración en la parte interna de la entrepierna, y vi como su mano se movía debajo de la toalla.

Sofía cerró los ojos, perdida en las sensaciones que su hijo despertaba en ella y se recostó contra el espaldar de la cama, dándole así total libertar a su hijo.

«Sebastián…» dijo ella, con su voz temblorosa y mordiéndose el labio inferior de su boca, y separó las piernas.

 

Con lo que habíamos hablado aquella noche de si a mí me importaría que pasara algo entre ellos, a lo que recibió mi aprobación, ella dejo seguir adelante a Sebastián

 

Él le ayudó a su madre a deshacerse de la toalla, dejando al descubierto el hermoso cuerpo de Sofía. Ella se acostó en la cama, observándolo con una mezcla de expectativa y nerviosismo.

«Sebastián, ¿qué quieres hacer?» preguntó, con voz apenas de susurro.
Él se acercó, tomando su rostro entre sus manos.

«Quiero mostrarte cuánto te deseo, mamá. Quiero que sientas lo mismo que yo,» le respondió.

Sofía, sin saber cómo, dejó que Sebastián comenzara a explorar su cuerpo, acariciando cada curva.

«Sebastián…» susurró ella, su respiración cada vez más agitada.

Sebastián se acomodó, besando su cuello, sus pechos, su vientre, hasta llegar a su entrepierna. Su lengua exploró su sexo, saboreando cada rincón, haciendo que Sofía se retorciera de placer.

«Más, Sebastián. Más,» suplicó ella, perdida en el éxtasis.

Sebastián, con una sonrisa traviesa, intensificó sus movimientos, su lengua trazando círculos alrededor de su clítoris, haciendo que Sofía se arqueara y gimiera más fuerte.

«¿Te gusta mamá?» preguntó, con voz llena de deseo.

«Sí, sí, justo ahí,» respondió ella, con la voz entrecortada y sus manos agarrando las sábanas con fuerza.

Sebastián continuó, alternando entre lamer y chupar, llevándola al borde del clímax

«Por favor, Sebastián. No puedo más,» gimió Sofía, su cuerpo tenso estaba listo para explotar.

Sebastián, notando cómo su cuerpo se tensaba y sus gemidos se volvían más intensos, decidió llevar las cosas un paso más allá. Introdujo dos dedos en su concha, moviéndolos en sincronía con los movimientos de su lengua.

«Sí, así, Sebastián. Así,» dijo ella gimiendo. Sus caderas se movían al ritmo de los dedos de Sebastián.

Él curvó sus dedos, encontrando el punto G de ella, y comenzó a masajearlo mientras su lengua trabajaba incansablemente en su clítoris.

«Sebastián, ya viene mi orgasmo,» gritó Sofía, con su voz en éxtasis.

Y así fue que ella alcanzó el orgasmo, su cuerpo convulsiono y su concha se llenó de flujos.

«Mamá, te ves maravillosa cuando disfrutas tu orgasmo,» murmuró Sebastián.

 

Sofía, con el cuerpo aún tembloroso, lo miró con una mezcla de asombro y gratitud.

Sebastián se subió sobre ella, acomodándose en medio de las piernas de Sofía y fue descendiendo hasta el momento en se encontraron sus sexos. El acerco su cara a la de ella y se entregaron en un beso erótico maravilloso como si quisieran devorarse mutuamente

«Te deseo, mamá,» susurró, y Sofia tomando su verga la movió a todo lo largo de su concha para lubricarla y luego la dejo en el sitio indicado y le dijo…  Penétrame, quiero disfrutar tu verga dentro de mi concha y él obedeció dejando que su verga se deslizara dentro de la concha de Sofía.

Volvieron a besarse y Sebastián comenzó a mover sus caderas metiendo y sacando su verga permitiendo que ambos se adaptaran a la sensación de estar unidos.

Sofía, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, se dejó llevar, sus gemidos fueron llenando la habitación mientras él intensificaba su ritmo.

«Más fuerte, Sebastián. Más,» suplicó, sus uñas clavándose en su espalda, instándolo a ir más profundo.

Sebastián obedeció, aumentando la intensidad de sus embestidas, su cuerpo chocaba contra el de ella llevándola a un ritmo frenético.

«Hace tiempo deseaba estar así dentro de ti,» jadeó, con voz llena de pasión y deseo.

Sofía, perdida en el placer, gritó su nombre una y otra vez, sus piernas rodearon la cintura de Sebastián, buscando más profundidad en la penetración.

Lo que vino a continuación fue una batalla de gemidos, respiraciones agitadas, movimientos acompasadados de sus cuerpos prodigándose mutuamente placer hasta que Sofía dijo, Sebastián no puedo más, voy a explotar y él le dijo yo también y se unieron en un gemido de placer para luego quedarse inmóviles.

Habiendo terminado la batalle de sexo me levante y fui a la habitación y Sofía fue la primera en darse cuenta de mi presencia.

Y cuando Sebastián también lo noto, se asustó, entonces Sofía le dijo…  «Tranquilo, hijo,». «Papá está de acuerdo con esto.»

Sebastián, asintió lentamente, Sofía, con una sonrisa pícara, se separó de él y poniéndose en cuatro le dijo… Ven hijo que tu papa desea vernos follar.

«Ven, mi amor,» susurró, invitándolo a continuar desde atrás.

Sebastián, con una mezcla de alivio y excitación, se colocó detrás de ella, y meneando su verga con la mano, busco reactivarla y cuando lo logro, la dirigió a la concha de su madre que estaba superlubricada.

«Te deseo locamente, mamá,» murmuró, comenzando a moverse con un ritmo que los llevó a una nueva excitación.

Yo estaba muy agitado y quería unírmeles, así que antes de hacerlo les pedí permiso y los dos al unísono dijeron… Si

 

Sebastián, detrás de ella, continuó sus embestidas, mientras tanto yo acariciaba los senos de Sofía sabiendo que esto la motiva demasiado, y eso nos envolvió a los tres en una tremenda excitación que me atreví a proponerle a Sofia una doble penetración en su concha y era tal su excitación que acepto de inmediato.

Le pedí a Sebastián que se acostara boca arriba y luego cuando Sofia se acomodó, él la penetró. Yo me acomode detrás de Sofía y comencé buscar la forma de entrar en su concha, pero como había tanta lubricación mi verga se disparaba hacia abajo o hacia arriba y de pronto cuando creí que estaba donde era, empuje y ella dijo… Ohh, Ohh, ¿qué paso?

¿Por qué? le replique

Porque me has penetrado el culo.

¿Te duele?

Noooo.

¿Seguimos?

Si

Entonces sincronizamos movimientos con Sebastián y comencé a escuchar como nunca antes los gemidos de Sofía, pidiendo la folláramos con fuerza, que estaba super excitada, con esta deliciosa follada… «Mamá, me voy a correr,» gritó Sebastián, y con unas últimas embestidas profundas, liberó todo su deseo dentro de ella. Excitado al ver como nuestro hijo se había corrido dentro su madre me dejé llevar también, liberando toda mi excitación en su culito. Una vez terminamos, los tres nos recostamos en la cama.

Y se me ocurrió preguntarle a Sebastián…Si lo había disfrutado

Mi esposa me dio un codazo diciendo… no lo molestes.

Luego se dio vuelta hacia él le dio un beso en la boca y le dijo estuviste genial, me gusto tu verga.

Ese día ella y Sebastián llegaron a un acuerdo, en el cual él no tenía que estar deseándola a toda hora y a cambio ella le permitiría que tuvieran intimidad.

Después de ese día, comprendí que definitivamente la juventud puede con todo. Una tarde al regresar del trabajo encontré a Sofía y a mi hijo follando como locos, ella muy excitada le pedía la follara con fuerza y él le correspondía chocando su cuerpo contra el de ella buscando el límite de penetración a pesar que ella levantaba sus piernas y rodeaba la cintura de Sebastián dejándole el camino libre a su concha.

A hoy hemos logrado tanta confianza entre los tres que mi esposa ha tenido que poner condiciones para dejarse follar.

45 Lecturas/11 noviembre, 2025/0 Comentarios/por JAPACA
Etiquetas: follando, follar, hijo, madre, mama, orgasmo, papa, sexo
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