El deseo más oculto de mi vida. Parte 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por buentipo50.
La historia que voy a relatar sucedió hace 35 años. Yo era un chico normal en el gran Buenos Aires, con 16 años y estudiando en el colegio comercial, ceca de mi casa. Mi familia estaba compuesta por mi papá, mi mamá y una hermana 7 años mayor que yo, la cual, al momento en que aconteció lo que voy a contar, ya no vivía más con nosotros pues se había casado.
Mi mamá era ama de casa y mi padre aparador. Su taller lo tenía en casa y trabaja casi todo el día en él.
Mi padre, que de él se trata este cuento, era más bien robusto, bajo, ancho y de cabello gris. Algo gordito, pero como decirles… mejor les cuento que pasó.
Mi madre había ido al médico y yo llegué del colegio al medio día. Entré por el taller y saludé a mi papá que trabajaba, como era habitual. Fui a mi habitación a dejar las cosas, siempre me quedaba en la cama un rato, pero esta vez fui y volví rápidamente a dónde estaba mi padre, para pedirle algo de comer. Llegue hasta la puerta del taller que estaba entreabierta y lo vi parado, con los pantalones bajos, se estaba arreglando la ropa, que de tanto estar sentado siempre se le desacomoda. No era la primera vez que lo veía arreglarse así, pero esta vez yo estaba espiándolo. Él no me veía y se dio vuelta un poco y pude ver que tenía la pija a fuera y se la estiró y luego la guardó. Esa visión me volvió, literalmente, loco. Le había visto el palo a mi papá y me había gustado. Era como no me la había imaginado nunca, grande y ancho. Me sentí excitado durante el resto del día.
A pesar de mi edad, siempre jugábamos con él de manos. A luchar, a abrazarnos, a tirarnos uno encima del otro. Muchas veces en el taller, otras en la cama, preferentemente la matrimonial. A partir de ese día, yo quería jugar más seguido y más pegado a él. Creo que de algo se daba cuenta, quizás sin saber lo que yo pretendía.
El médico le había pedido a mi madre que se haga unos estudios y a los 2 días fue a realizárselos. Era un jueves y llegue nuevamente del colegio, un poco más temprano que de costumbre y entre por una puerta del fondo, sin hacer ruido. Quería ver a mi papá nuevamente. Era poco probable que pueda verlo otra vez como el otro día, pero tenía esa fantasía.
Me llamo la atención que no estaba en el taller, ni en la cocina. Estaba en el baño. La puerta estaba abierta y el orinando con los pantalones bajos, el calzoncillo por debajo de las rodillas, y todo esa hermosa pija, que había apreciado el otro día, afuera. El chorro era potente y lo hacía con mucho ruido. Fue la visión más hermosa que la anterior y verlo con los ojos cerrados con la cabeza hacia arriba, era lo más. Mi sorpresa siguió, cuando al terminar de orinar, comenzó a masturbarse, de manera lenta y sin pausa. Subiendo y bajando su mano por lo largo de su tronco. Se le puso gruesa de inmediato y comenzó a frotarse más rápido. Hubiera dado cualquier cosa por ser yo el que lo tocaba. Mi boca pedía a gritos que me deje mamársela. Era un espectáculo increíble verla totalmente parada.
Tardó unos minutos en llegar. Me hubiera ido para que no se dé cuenta que lo espiaba, pero de su boca salió mi apodo cuando estaba acabando.
– Así mi Joaco, así hijito. Ahhhhhhhhhhhh
Y largó unos chorros increíbles que saltaron hasta la mochila del inodoro y a los azulejos de la pared. Fue hermoso verlo acabar. Pero no podía reaccionar, mi padre se estaba pajeando por mí. Se me vinieron a la cabeza los juegos de los dos últimos días y me pareció que me tocaba más que otras veces. Pero yo estaba tan excitado que pensé que eran cosas mías.
Estaba paralizado frente a mi padre que seguía muy despacio masturbándose hasta que se deshincho su aparato. Bajó la cabeza y abrió los ojos. Miró para el lado de la puerta y me vio. Se quedó mirándome, no podía articular palabra. Cuando pudo reaccionar, se levantó los pantalones muy rápido, con torpeza, y se acercó a cerrar la puerta. Yo seguía parado como una estaca, no podía salir de mi asombro.
Quería llamarlo y pedirle que se masturbe de nuevo delante mío, que vuelva a decir mi nombre, que me acaricie, que haga algo con migo. Estaba por estallar por dentro.
Por fin abrió la puerta y sin mirarme se fue a su habitación. Luego de unos minutos lo seguí. Entre por que la puerta estaba abierta y él en la cama, recostado encima del cubrecamas. Me acerqué y le dije:
– Pa…
– Hijo, no debes espiar a la gente en el baño.
– Perdoname… pero
– Pero qué? – Se apresuró a decir mi padre.
– Pasa que siento cosas.
– Que cosas hijo?
– Siento que me pasan cosas con vos
– Hijo, el sexo es muy lindo y a tu edad, estas creciendo y experimentando. Tu cuerpo debe
ser una revolución.
– Si pa, pero yo vivo caliente. No puedo más.
Entonces mi padre, creyendo que me iba a largar a llorar, me acercó a él y me abrazó con gran cariño y ternura.
– Te pido algo – Le dije – Por favor acariciame todo.
Mi padre hizo un breve silencio y comenzó a tocarme el cabello y a bajar por el cuello. Mientras el hacía esto yo le dije:
– Siempre quiero sentarme encima de tuyo, para sentir… -Y callé con pudor.
Y sin pensarlo bajé mi mano hasta su bragueta y lo acaricié por encima del pantalón. Sentía electricidad por las manos. El me miraba en silencio y se dejaba hacer. Estuvimos un rato largo así, y sentí como reaccionaba al roce de mi mamo.
– Pa, – le dije con vos de nenito – Te la puedo ver?
Mi padre, dudó un momento, pero luego bajo muy lentamente el cierre de su pantalón, metió su mano y sacó su tranca que estaba semi-rígida. Se había excitado de nuevo, y esta vez con migo en persona.
– Que grande que la tenés, pá. – Le dije mientras se la acariciaba lentamente.
El puso su mano sobre la mía y me guió para que lo masturbe despacio. Yo no podía dejar de mirar ese trozo bellísimo que empezaba a crecer nuevamente.
– Deseo mucho mamarte la verga. – Pensé y le dije – Dejame que me la meta en la boca, me muero de ganas. –Mientras él solo me miraba con los ojos brillosos.
Y comenzó una fiesta para mí, me convertí de golpe. Me tragué todo su pedazo y subía y bajaba como hipnotizado de su verga. Mi padre gruñía y jadeaba, me acariciaba el cabello, rodeaba con sus dedos mis labios para sentir come lo chupaba. La quiso sacar y le dije:
– Papi, está redura y gorda, dejame seguir.
Lo miré a mi papá transformado y con una gran cara de lujuria que me decía:
– ¡Qué bien lo hacés, mi Joaco, mi nenito! Ahhhhhh –Mientras se retorcía de placer.
Nos separamos unos segundos para desnudarnos y me arrojé encima de él como desesperado. Mi padre estaba boca arriba en el medio de la cama y yo cruzado en cuatro patas con su pija adentro de mi boca. En un momento me la saque y como veía que se moría por tocarme, le dije:
– Esto me encanta pa, acariciame por favor.
Él se estiró y sacó un pomo de crema de la mesa de luz y me untó la cola, y dos de sus dedos se quedaron adentro acariciándome, abriéndome. Yo no sabía si seguir chupando o gemir de placer, hasta que grité:
– Papi, le estas rompiendo el culito a tu nena, a tu bebé.
Esto lo encendió y se incorporó, me puso nuevamente en cuatro patas e hizo que abra bien las piernas y las nalgas y se puso detrás mío. Se embadurnó la pija con crema y me empezó a penetrar. Me dolía, pero una vez que entró, no quería que salga. Parecía que me estaba empalando, yo solo gemía a los gritos y el me taladraba el ano. Sentía tanto dolor como placer a la vez.
– Papi, como me gusta que me pongas en cuatro y me perfores. – Le decía mientras me cojía -Esto te calienta no? Más cuando me abro toda para que me la metas. ¿No, pa?.
Yo hacia un esfuerzo extra por separar bien las piernas y las nalgas, y en un momento sentí que entro todo. Estaba apoyado en mis caderas, con los huevos golpeándome los míos.
– Mira mi culo que abierto que está. Es para vos. –Le decía jadeando.
El seguía dándome y yo sentía como se le hinchaba la verga adentro mío con cada frase que le decía. Yo estaba muy alterado y le dije:
– Violame, dale violame por favor te pido. Más, abrime más papi, papito. Por favor abrime bien la cola.
En un momento quiso sacármela y le pedía que no lo haga. Le dije que la quería más adentro.
– Hace que no pueda caminar por una semana. Me encanta tu pijota por atrás.
El me dijo -No aguanto más Joaco, te voy acabar.
– Hay papi, no acabes todavía, que sigo re caliente con vos… como me gusta que me cojas.
Hubiese querido que ese momento no terminara nunca. Hubiese querido dormir con su pija adentro toda la noche y tenerla todo el día, era un placer indescriptible.
– Te gozo como una puta, papi, papá, seguí cogiéndome, no pares. Soy tu putita.
– ¡Seee, sos mi perra! –Me dijo con la voz ronca- Que pedazo de orto hermoso que tenés.
– ¡Acabame adentro! –Hubiese desaseado en ese momento ser mujer para que me haga un hijo- ¡Por favor papi, garchame bien! ¡Rompeme el culo! ¡Dame con fuerza!
Empezó a bufar y apretarme los pezones, la metió más y se quedó quieto gimiendo. Acabo adentro y volteé la cabeza para verlo; mientras que de mi pija salía leche y jugos. Estaba acabando desde hacía rato con él montándome.
– No me la saques – le pedí – Quiero seguir sintiéndote adentro.
El se relajó y su pija salió sola de adentro mío. Me miró y me acarició las caderas y me dijo todavía jadeando:
– Que fuerte que estas –Y me paso la lengua sin fuerza por la espalda.
– Que trola me haces sentir, pa.
Y nos abrazamos y nos besamos como locos, como enamorados. Pasaron como dos semanas hasta que volvimos a hacerlo, ya que mi cola me dolía mucho. Pero nosotros no perdíamos ocasión de franelearnos jugando. Yo lo mamaba casi todas las noches en el baño, cuando mamá se dormía y me moría porque me penetre. Cuando se me pasó el dolor, lo hicimos nuevamente.
Nunca creí que me iba a gustar tanto hacerle el amor a mi viejo. Pero era algo que llevaba muy adentro de mi corazón. El murió hace unos años y lo extraño mucho, me hizo la persona que soy y estoy seguro que me amaba. Yo formé mi familia y tuve dos hijas, pero mi vida con ellas, merece otra historia.
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