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Incestos en Familia, Orgias, Sexo con Madur@s

El Diablo se viste de niña

Espero que esta historia les interese a los lectores de esta página, porque su protagonista es uno de ellos, que ha tenido la suerte de vivir todo eso con lo que sueñan los que leen estos relatos.

Hay personas a las que estas historias les parecen un poco duras, o demasiado crudas, pero es algo que sucede en esos submundos que la sociedad detesta, aunque a veces está muy presente en nuestras vidas a pesar de que no lo veamos o no lo queramos ver.

Cuando hablamos de estos mundos y de las personas que viven estas historias, lógicamente, la sociedad se centra en esas víctimas que producen unos determinados hechos, pero casi siempre se olvida de escuchar al que ha provocado todo eso, los motivos que le han llevado hasta ahí y su forma de vivir esas situaciones, que puede ser muy variada, y en el caso de esta persona que me contó “su historia”, tampoco pretende ser una justificación de lo que hizo, ni por qué lo hizo, simplemente cuento unos hechos con nombres ficticios y sucesos ¿reales?:

“Me llamo Luis, una persona “normal”, de mediana edad, soltero, aunque he tenido mis relaciones. Con fantasías o fetiches, como todo el mundo, más o menos tolerables.

No sé si a partir, o a causa de ciertas lecturas, empecé a fijarme en las niñas de forma morbosa, pero sin que eso perturbara mi vida en exceso, solamente fantaseaba con ellas para masturbarme, sin tener la intención de llegar más allá.

Pero a veces en la vida, suceden cosas que te ponen ante esa línea que nunca quisieras traspasar, y se dan situaciones como las que me contaba un cura amigo mío.

Él decía que a veces el Diablo se encarnaba en una niña para tentarte y ponerte en el camino hacia el infierno. Según parece, a él le había sucedido varias veces y se justificaba de esa forma. El Diablo era demasiado poderoso como para hacerle frente y él tenía el infierno cada vez más cerca, a pesar de su cercanía con Dios, a causa de su profesión.

Aunque no me diera muchos detalles sobre esas experiencias, si era explícito en cuanto a las sensaciones que le causaban y yo me imaginaba esas situaciones de forma que me excitaban en la intimidad. Yo sabía que él tenía acceso a muchas niñas y en cualquiera de ellas se podría haber reencarnado el Diablo para hacerle pecar, algo que tampoco costaba tanto imaginar debido a toda la historia que arrastra la Iglesia respecto a estos temas y las historias más cercanas que todos hemos podido llegar a conocer.

Recordando todo eso y viendo lo que me ha pasado a mí, me temo que me he encontrado en mi vida con uno de esos diablos vestidos de niña, que después de haberme permitido disfrutar de mi paraíso particular, me va a arrastrar irremediablemente a ese infierno lleno de almas pecadoras e impuras.

Pero ese es otro tema, vayamos a lo mío, en como yo también me encontré con una niña de esas que me hizo traspasar la línea, y una vez que sucede eso, ya no hay marcha atrás, porque te quedas atrapado en esa red diabólica, aunque tampoco pretendo justificarlo de ese modo, porque cada uno es responsable de sus actos y no sé si Dios y el Demonio tienen esa lucha entre ellos dentro de cada uno de nosotros.

El caso es que una vez que estaba en el parque paseando a mi perra, se acercó una niña para jugar con ella. Supuse que tendría unos 10 años, aunque luego me dijo que 11, una preciosidad rubia de ojos azules, con un vestido vaporoso que le hacía parecer un ángel. Al agacharse para acariciar a mi perra, me permitió ver en esa posición sus braguitas, y aunque no quise mirar, no pude evitar fijarme en ello, sin que a ella pareciera importarle, aunque evidentemente, se dio cuenta de mis miradas, reaccionando con esa coquetería femenina que resulta más llamativa en una niña de esa edad.

Intenté ser agradable con ella y nos pusimos a hablar de temas triviales:

—¿Te gustan los perros?

—Sí, pero mi mamá no me deja tener uno.

—¡Vaya! Un perro es una responsabilidad y hay que saber cuidarlo. Tu mamá pensará que eres demasiado pequeña para poder hacerlo.

—Ya no soy tan pequeña. A mi amiga Yolanda si la dejan tenerlo.

—Bueno, entonces podéis jugar las dos con él, ¿no?

—Sí, pero yo quiero tener uno para mi sola.

—Quizás más adelante te deje tu madre tener uno, pero mientras tanto, yo te dejo el mío —le dije, buscando su complicidad.

Y añadí, ante su sonrisa de agradecimiento:

—¡Anda!, vamos a dar un paseo y lo llevas tú de la correa.

La niña se llamaba Nuria, y se le iluminaron los ojos con mi propuesta, aunque al sujetar la correa, la perra la arrastraba hacia donde ella quería y la llevó hacia unos matorrales donde se puso a escarbar buscando algo, pero yo me centré en esa niña, en querer conocerla un poco mejor y saber más de su vida.

Me dijo que tenía una hermana más pequeña, que sus padres estaban todo el día peleándose y que ella quería hacerse mayor para marcharse de casa, lo que me hizo gracia, porque todavía faltaba mucho para eso, aunque ella insistiera en que ya hacía muchas cosas de las que hacen los mayores, ante lo que le pregunté:

—¿Cómo cuales?

—Pues estar con chicos, por ejemplo.

—¿Pero ya con tu edad? ¿Tienes novio?

—No, pero eso da igual. Para tener sexo no hace falta novio.

Me sorprendió mucho lo que me estaba diciendo esa niña con esa edad, pero también me estaba interesando seguir por ese camino, así que seguí preguntándole:

—¿Es que tú ya sabes de sexo? ¿Qué has hecho?

—Besar con la lengua, hacer pajas, chupar…..

Esto ya era demasiado…, no me lo podía creer, pensando para mí en como eran estas niñas de ahora.

—¿Cómo? ¿De verdad? ¿A quién? —le pregunté, intrigado.

—A otros niños.

—¡Aja! ¿Compañeros tuyos del Cole? ¿Y a alguien mayor también?

Ella se calló por un instante, lo que me hizo pensar en que algún adulto había estado disfrutando de ella, y eso empezó a excitarme con más intensidad.

—Puedes decírmelo, yo no se lo diré a nadie. Además, no conozco a tu mamá ni a nadie que conozcas.

A pesar de sus dudas, empezó a contarme:

—Mi tío.

—Bueno, no pasa nada. ¿Él te enseñó a hacer esas cosas? ¿Desde cuando?

—Sí, no me acuerdo.

¡Dios mío!. Esa niña no recordaba desde cuando su tío había empezado a sexualizarla, y en ese momento empecé a pensar si yo podría tener alguna posibilidad de hacer algo con ella también, esperando su buena predisposición.

—¿Y te gusta hacer todo eso? ¿Él también te lo hace a ti?

Nuria no respondió porque le incomodaba hablar de esas cosas y porque supongo que su tío le diría que no se lo contara a nadie, pero yo me quedé mirando su boca fijamente, con unos labios gorditos muy atrayentes. Esa niña tenía algo especial que en ese momento no supe adivinar, pero su sensualidad acompañaba cada gesto que hacía, y no podía dejar de mirarla, por lo que ella me dijo:

—¿Qué miras?

—Tienes unos labios muy bonitos, debe de ser una delicia besarlos. Supongo que tu tío te enseñaría a besar, y eso te gusta, ¿no?

—Sí, está rico.

—Mmmm, también me gustaría besarte a mí….. —le dije, con atrevimiento por mi parte.

Ella se quedó mirándome, como dudando si concederme ese deseo, y yo insistí:

—¡Anda!, déjame probar un poquito, yo nunca he besado a una niña como tú.

—Bueno, vale —respondió ella.

Aprovechando el lugar donde estábamos y asegurándome de que no nos vería nadie, la acerqué a mí y le dí un pequeño beso en sus labios, pero ella abrió la boca dándome la lengua, y al sentir su contacto con la mía, ahí ya entré en éxtasis. Era algo delicioso y no quería parar, así que la senté sobre mí y seguí saboreando esa boca en toda su profundidad, mientras mis manos acariciaban sus piernas, su culo y luego, por debajo de su camiseta, todo su cuerpo, sintiendo los efectos que estaba causando en ella, porque se estaba excitando y mi polla ya estaba muy dura, lo que ella notó y me dijo:

—¿Se te puso dura?

—Sí, es que me gustas mucho. Que suerte tiene tu tío —le dije.

—Pero él no es mi novio, ¡eh? —me dijo, como diciéndome que no tenía ninguna exclusividad con él.

Y yo le respondí.

—Pues a mí si me gustaría ser tu novio.

Nuria se rió, porque eso le hizo mucha gracia y dijo:

—Jaja, tú eres muy mayor para ser mi novio.

—Pero podemos llevarlo en secreto, que no lo sepa nadie, y así podremos hacer más cosas….

—Eso pareció convencerle algo más y dijo:

—¿Como las que me hace mi tío?

—¡Vaya! Entonces él no solo te besa, también te hace más —le dije, invitándola a contarme más cosas sobre él.

Pero ella no quiso seguir hablando más de eso y me dijo que tenía que marcharse, dejándome allí con todo el calentón, así que yo también tuve que irme a casa a masturbarme.

Al día siguiente volví a verla en el parque y ella se puso muy contenta. Cogió de la correa a mi perra y me dijo:

—¡Vamos!

Yo la seguí y volvió a llevarme a ese lugar detrás de los matorrales, que se había convertido en nuestro escondite secreto. Se sentó encima de mi regazo y ella misma se puso a besarme, queriendo repetir lo del día anterior. Yo respondí a sus besos y le dije:

—Ya somos novios, así que podemos hacer lo que haces con tu tío.

Nuria no dijo nada y siguió besándome, lo que yo aproveché para meter mi mano debajo de su vestido y empezar a tocarle su coñito, notando que ya tenía las bragas empapadas, pero seguí masturbándola haciéndola gemir y le pregunté:

—¿Te gusta?

—Sí, me gusta. Él me lo hace también.

Poco a poco iba sacándole todo lo que hacía con su tío, lo que a mí me iba excitando cada vez más, y le pregunté:

—¿Te lame la vagina?

—Sí.

Yo pensé en voz alta: (—Eso debe estar muy rico)

Ella al escucharme, se río:

—Eso me dice, jaja. También está rica su polla.

Yo sí que tenía la polla toda dura con lo que me estaba contando y aprovechando que estábamos detrás de esos matorrales donde nadie podía vernos, me atreví a decirle:

—¿Me la enseñas?

—¿El coño? —me preguntó, como si eso no fuera algo descabellado.

Pero aunque a ella le sorprendió en principio mi petición, se levantó el vestido y dejó a mi vista sus braguitas que tapaban un pubis ligeramente abultado y le dije:

—¿Puedo? —haciendo el gesto de bajárselas.

Pero sin esperar su respuesta, se las quité y quedó ante mis ojos su cerrada rajita en medio de sus labios sonrosados, que acaricié con mis dedos, y los abrí ligeramente para contemplar su hermosura.

Sin pedirle permiso de nuevo, la acerqué hacía mí y le besé su vagina, percibiendo ese olor a sexo que me llevó a empezar a lamérsela, pasando la lengua por esa rajita que se abría a su paso, lo que hacía que temblaran sus piernas, y se estremeciera con el paso de mi lengua por su lampiña vagina, por lo que tuvo que agarrase a mi cabeza para no caerse, mientras gemía por la excitación y el placer que le estaba produciendo.

Yo no podía creerme lo que estaba haciendo, le estaba comiendo el coñito a esa niña y era lo más delicioso que había probado en mi vida, Ella soltó pequeños chorros incontrolados que mojaban mi cara, que eran como pequeños orgasmos y aunque yo hubiera seguido comiéndoselo todo, mi excitación me llevó a bajarme los pantalones y enseñarle mi polla para que me la mamara, algo que hizo muy decidida en cuanto la vio toda empalmada.

Nuria era una niña sorprendente. Nunca hubiera imaginado que existiera alguien con esa edad que se comportara con esa desenvoltura que lo hacía ella. De pronto, todas esas lecturas de relatos fantásticos se estaban haciendo realidad y aunque de buena gana, me la hubiera follado allí mismo, creí que eso ya sería excesivo y me conforme con deleitarme con el espectáculo de verla chupándome la polla con esas ganas, hasta que llegó un momento en el que no pude más y me corrí en su boca.

Ella, al sentir el semen, se quitó y lo escupió. Algo normal, porque si se lo hubiera tragado, ya hubiera pensado que eso no estaba pasando y que estaba en una especie de sueño sicalíptico, pero al terminar, ella se marchó dejándome allí en ese estado mientras mi perra lamía los restos de semen que todavía salían de mi polla, algo que solía hacer otras veces, cuando yo me masturbaba en mi casa, y aunque nunca había tenido deseos zoofílicos hacia ella ni se me había pasado por la cabeza penetrarla alguna vez, si que me causaba mucho morbo esa sensación.

Al día siguiente, volví al parque a pasear a la perra, pero no vi a Nuria por allí, ni los tres días siguientes, por lo que empecé a pensar que esa niña no existía y que todo había sido un sueño fruto de mis fantasías, pero cuando ya esperaba no volver a verla más, de pronto, un día me la encontré y le pregunté que había pasado, que no había ido por allí.

Ella se puso enseguida a acariciar a la perra y a jugar con ella, que se alegraba mucho de volver a verla, mientras me decía que habían estado fuera, de vacaciones, algo que yo tendría que haber pensado si tuviera hijos, porque esos días no había habido Colegio.

En ese momento, yo no sabía muy bien como actuar con ella. Era una extraña situación y puede que ella estuviera arrepentida de lo que había hecho, y por mi parte pensaba en los riesgos que conllevaba que eso volviera a pasar, así que de momento, preferí seguir hablando con esa cría para conocerla mejor:

—¿Qué tal en casa? ¿Siguen tus padres peleados?

—No están peleados, pero discuten mucho, y por eso, yo prefiero estar con mi tío.

—Así que tú tío es el que más te cuida.

—Sí, a veces me quedo a dormir en su casa.

¡Buufff! Pensé para mí. El tío la tiene a su disposición toda la noche. Por eso empezaría a hacerle todas esas cosas…. Y a mí ya me estaban dando ganas de repetir con Nuria lo del otro día, pero no sabía como decírselo, así que le propuse pasear a la perra y ella misma la volvió a llevar hacia el lugar donde habíamos estado las veces anteriores, aunque en realidad era mi perra la que la arrastraba a ella hacia ese lugar. Parecía que mi perra me conocía mejor que yo mismo y adivinaba mis pensamientos.

Al llegar allí nos sentamos y ella se puso tan cerca de mí que podía oler su pelo. Nuria se quedó mirándome sin decir nada, pero tenía su boca tan cerca de la mía, que no pude resistirme a besarla. Ella no se apartó y respondió a mis besos juntando su lengua con la mía, lo que me hizo volver a sentir esa especie de corriente eléctrica que me impedía separarme de ella. La agarré y la senté sobre mí para seguir besándola y disfrutando de todo su cuerpo. Le quité las braguitas para poder tocarla mejor y llegar hasta su coño, que ya noté húmedo al pasar mis dedos.

Le quité también la camiseta y la dejé totalmente desnuda frente a mí, por lo que pude chupar sus tetitas, succionando sus erectos pezones, haciéndola gemir más fuerte, ya totalmente encendida y entregada a mí, como lo habría hecho alguien de más edad, que fuera mi amante.

Mi erección me molestaba dentro del pantalón, así que me lo bajé y en esa posición, sentada sobre mis piernas, dejé que mi polla rozara su vagina, sin pensar en ese momento si podría llegar a penetrarla o no.

La visión de mi gruesa polla entre sus delgadas piernas era demasiado excitante, pero a la vez me hacía ver la imposibilidad de penetrarla, aunque en ese momento me pregunté si su tío ya se lo estaría haciendo, por lo que se lo pregunté a ella también:

—¿Tú tío te folla? ¿Te la mete?

Para mi sorpresa, ella me respondió:

—Sí —seguramente, por fruto de su excitación, parecía haber perdido todas las prevenciones conmigo de contarme.

Otra vez, pensé para mí, (—¡Dios! ¿Cómo puede ser? Esta cría ya no es virgen….)

Si él lo hacía, yo también podría, así que puse mi polla en la entrada de su coñito y empecé a apretar hasta que mi polla fue entrando con cierta facilidad debido a su lubricación. Era impresionante ver como mi polla desaparecía entre sus labios dilatados al máximo, mientras Nuria empezaba a gemir más fuerte y se agarraba con sus brazos a mi cuello.

Debido al tamaño de su cuerpo, yo podía manejarla con facilidad y agarrando su culito, la subí y bajé sobre mi polla, cada vez a un ritmo más fuerte, pero a la vez deleitándome con ello y fijándome en que ella lo disfrutara igualmente.

Yo no pude aguantar mucho tiempo más sin correrme, y no me importó llenarla de semen en una sensación indescriptible que a ella la llevó casi al desmayo después de todos esos pequeños orgasmos sin pausa que había tenido y que habían dejado sus muslos todos mojados.

En aquél lugar, oculto a las miradas de los demás, yo me sentía en una especie de paraíso, y por mí hubiera seguido follándola, pero al verla en ese estado, preferí dejarlo así, porque en realidad, no era más que una niña y tenía que ser consciente de ello, aunque se comportara como una mujer.

Después de aquello, pasaron dos días sin verla que me parecieron eternos, hasta que me la encontré en el parque, en compañía de otra niña más pequeña, que supuse sería su hermana, como así me confirmó ella. Me dijo que se llamaba Luci y las dos se pusieron a jugar con la perra, mientras yo las miraba divertido.

Al estar Nuria con su hermana pequeña, supuse que ese día no podríamos hacer nada, pero una vez más, esa niña me sorprendió y ella misma me propuso ir a nuestro escondite secreto. Al llegar, cuando se quiso sentar en mis piernas, yo intenté apartarla porque estaba su hermana allí, pero ella me dijo:

—No pasa nada. Ella ya me vio con el tío.

—¿Sí? ¿Es que con ella también…..?

—A ella le hace alguna cosa, pero prefiere estar conmigo.

Eso era una locura. Yo no sabía de donde habían salido esas niñas, pero ahora me veía con la posibilidad de disfrutar con su hermana pequeña también, aunque no sabía muy bien como, pero Nuria me dijo:

—Enséñale la polla, para que te la chupe.

—¡Eehhh! —balbuceé, sin saber que decir.

—Sí, venga, que ella quiere también —me dijo Nuria, impaciente.

Yo me bajé el pantalón y Nuria llevó la mano de su hermana a mi polla, que enseguida se puso dura, al notar como su lengua lamía mi glande, y aunque cuando intentaba metérsela en la boca, casi no le cabía, ya chupaba bastante bien, y me estaba dando placer ante la mirada morbosa de su hermana mayor.

En pleno estado de excitación, me puse a acariciar a Luci también y metí mis dedos bajo sus braguitas para tocarle ese tierno coñito que se deshacía entre mis dedos, que acabaron también todos mojados. Luci tenía un cuerpo más rellenito que su hermana y era una delicia manosearla toda, ya que incluso habían empezado a crecerle los pechos.

Ni en mis sueños más turbios me imaginé en una situación como esa, que me tenía abstraído totalmente de la realidad, ajeno a toda posibilidad de que me descubrieran en esa perversa situación con esas dos niñas, así que para terminar de desahogarme, me puse a follar a la mayor, mientras yo besaba a su hermana y la seguía manoseando en ese trío tan extraño.

Eso me volvió a llevar a pensar en el tío de aquellas niñas, en como se lo debía de estar pasando con ellas, con toda la tranquilidad para hacer lo que quisiera, pensando yo que sus padres no sospecharían nada.

Al día siguiente, volví a ver a las dos niñas con una mujer, que supuse sería su madre, y cuando se acercaron a mí, un escalofrío recorrió mi cuerpo, porque no sabía que le habrían contado exactamente sus hijas, y si ella venía a pedirme cuentas o a reprocharme algo, pero me dijo:

—Así que usted es Luis. Nuria ya me ha dicho que las deja jugar con su perra y que se lo pasan muy bien.

—Bueno, mi perra es muy cariñosa y le gusta estar con ellas.

—Se nota que tiene mucha paciencia con las niñas. Yo a veces no puedo con ellas y acaban con mis nervios. Le agradezco que las entretenga —me dijo la madre, confirmándome que las niñas no le habían contado nada, lo que me tranquilizó, en cierto modo y le contesté:

—Bueno, yo me lo paso bien con ellas, también —le dije, suponiendo que su madre no sabía como.

Esa mujer me miraba de una forma extraña, que yo no sabía muy bien como interpretar, pero como ese encuentro fue breve, no hubo tiempo a conocernos más.

Los días siguientes volví a estar con las dos hermanas en ese escondite secreto, aunque cada vez tenía más miedo de que alguien nos descubriera, porque todos los días terminaba follando a Nuria, mientras jugaba con su hermana pequeña y le comía el coño, algo que también hacía mi perra, que aprovechaba la ocasión para pasarles la lengua por sus vaginas, lo que a ellas les gustaba mucho.

La siguiente vez que volví a ver a su madre, puede hablar más con ella. Me dijo que se llamaba Gabriela, que era de Colombia, al igual que su hermano, el tío de las niñas que solía cuidarlas, aunque su marido era de aquí. Ahí entendí ese toque exótico que tenían las niñas, que las hacía tan sensuales y atrayentes para mí.

Esta vez me fijé más en ella, por el vestido que traía, que marcaba más sus formas, con esas caderas anchas, unos buenos pechos y un culo que no podías evitar mirar cuando andaba.

Durante la conversación, me invitó a ir a merendar a su casa, con las niñas, lo que acogí con un poco de prevención por lo que pudiera pensar su marido de eso, aunque ella me aclaró que su marido estaba muchos días fuera y que se sentía bastante sola, así que accedí, sin pensar mucho en lo que podría esperarme allí:

La madre me decía que las niñas me habían cogido mucho cariño y que les gustaba mucho estar conmigo, pero me lo decía con esa ambigüedad que me hacía preguntarme si en realidad ella sabía algo sobre lo que hacíamos, o si quería ponerme a prueba por alguna razón, porque quizás sospechara algo, lo que me tenía en un estado de nervios que intentaba disimular como podía:

Al llegar a su casa, les dijo a la niñas que se pusieran cómodas mientras ella preparaba la merienda y yo esperaba en el salón tomando un vino que me había servido.

Gabriela trajo una bandeja con varias cosas para comer y llamó a la niñas, que llegaron de una forma que me sorprendió, ya que venían las dos en braguitas, la mayor con un vestido corto y la pequeña con una camiseta que apenas las tapaba, y la que nada más llegar se sentó en mi regazo sin que yo supiera muy bien que hacer, porque la espontaneidad de Luci me había puesto en una situación incómoda con su madre, por lo que le dijo a su hija:

—Lucí, no seas pesada, deja a Luis tranquilo.

Como ella no le hacía caso, luego me dijo a mí:

—Si te molesta la niña, puedes sentarla a tu lado.

—No, no te preocupes, está bien así —en realidad, yo estaba encantado teniéndola encima, si a su madre no le parecía mal eso.

Gabriela se mostraba muy agradable conmigo charlando de todo, sobre mis antiguas novias y relaciones, y todo eso mientras tenía a Luci sentada encima de mi, recostada sobre mi pecho, con mis manos acariciando sus piernas casi sin darme cuenta, a la vez que hablaba con su madre, en la que apreciaba cierto morbo con esa situación, ya que no decía nada al verme manosear a su hija y parecía divertida con mi azoramiento.

Luego se sentó a nuestro lado en plan insinuante, cruzando las piernas y enseñándome sus muslos, que casi me apetecía acariciar también, y me dijo:

—Muchas veces se pone así con su padre y a él se le pone la polla dura. ¿A ti también se te pone?

¡Uuufff! La conversación ya estaba poniéndose muy caliente y yo ya no sabía que pretendía esa mujer de mí, si dejarme en evidencia con sus hijas, seducirme ella, o descubrir realmente lo que yo hacía con sus hijas, así que le respondí:

—Pues un poco si se me pone. Disculpa si esto te molesta. No es muy correcto.

—Jaja, tranquilo, hombre, no ves que Luci está tan a gusto contigo. Puedes tocarla más si quieres, ella ya está acostumbrada con su padre —me dijo, con toda claridad.

Yo me quedé mirándola sorprendido por sus palabras, pero la verdad es que estaba muy excitado con esa situación y a la vez que me puse a tocar más íntimamente a Luci, le pregunté:

—¿Su padre las toca de este modo?

—Claro, y más cosas….. —me respondió, pero al verme un poco descolocado, luego añadió— jaja, era broma, hombre.

Un poco confuso por todo lo que estaba pasando, y a la vez, un poco desconfiado, le pregunte:

—¿Qué pretendes? ¿Qué quieres de mí?

—Nada, perdona si has pensado que estaba jugando contigo. No quería asustarte. Tan solo quería agradecerte el que te ocupes de mis hijas. Nosotros, por nuestro trabajo no podemos estar con ellas todo lo que querríamos y de su tío ya abusamos demasiado, Como ellas se llevan tan bien contigo, sólo quería saber si podríamos tirar de ti para cuidar de ellas en alguna ocasión.

Aunque todo eso me parecía un poco raro, intenté ver hasta donde quería llegar, porque todavía no tenía claro si ella sabía que me había follado a su hija mayor y que también hacía cosas con la pequeña, así como que su tío estaba haciendo lo mismo con ellas, pero en ese momento no me atreví a preguntarle nada, y como me había cortado ese momento de excitación con Luci, intenté relajarme y seguir la conversación en un tono más normal.

—Sí, claro, no tengo problema de ocuparme de ellas cuando lo necesites.

—Gracias, como ves, las crías están encantadas. No sé que les das…. —me dijo, otra vez como insinuándome algo o intentando provocarme, en una actitud muy morbosa por parte de ella.

Luego seguimos conversando de una forma normal, y a pesar de que de vez en cuando me soltaba alguna cosa así, yo evitaba sobar de una forma descarada a Luci, que seguía sentada encima de mí, mientras su hermana Nuria, lo observaba todo, divertida por la situación que se había creado con Luci y con su su madre, pero yo la notaba un poco celosa por la atención que estaba teniendo con su hermana pequeña, lo que su madre también notó y me dijo:

—Creo que Nuria está un poco celosa por los mimos que le estás dando a Luci. Ella me dijo que eras su novio, jaja.

Yo no sabía donde meterme. A ver como salía de esa, así que le dije:

—Bueno, ya sabes como son las niñas, que se forman sus fantasías —aunque tuve que soportar la mirada de reproche de Nuria, sin saber muy bien como actuar en esa situación tan comprometida.

Cuando finalmente me marché de su casa, seguía dándole vueltas a la cabeza sobre la forma tan morbosa en que Gabriela había estado jugando conmigo, al permitirme manosear a su hija pequeña, pero sin que ese permiso me hiciera llegar más allá, quizás por mi falta de decisión, también, lo que no había disipado mi confusión con la situación que se había creado con ellas.

Al día siguiente, me volví a encontrar a las niñas en el parque, pero en esta ocasión acompañadas de un hombre, que se presentó ante mí como su tío, y quizás, por ser hombre también, podría tener con él una conversación que me sacara de todas esas dudas que tenía, aunque al principio, como no sabía como iba a reaccionar él conmigo, fui prudente y empezamos a hablar como si no supiéramos lo que hacíamos con las niñas, pero llegó un momento en el que él ya no quiso andarse con rodeos y me dijo:

—Mira, podemos hablar claro. Yo sé que te estás follando a Nuria y tú sabes que también lo hago yo, así que no hay problema. Como habrás comprobado, esta cría es una zorrita y disfruta de una polla ya como una mujer.

Ante eso, ya vi que podía hablar con toda sinceridad y crudeza con ese hombre y le dije:

—Es verdad, es sorprendente. Yo no tengo mucha experiencia en esto, pero también tengo muchas ganas de follar a Luci.

—Jaja, eres más pervertido que yo, pero tranquilo, hombre, primero habrá que estrenarle el culito. Hay que ir con cuidado con ella. Todavía no se puede…. —demostrándome su complicidad conmigo y la experiencia que podría tener en estos temas.

Recordando lo que me había dicho la madre de las niñas, le pregunté:

—¿Es verdad que el padre también juega con ellas?

—Claro, fue el primero que se folló a Nuria. Yo ya me la encontré abierta cuando se la metí.

—¡Qué fuerte! Gabriela me lo insinuó, pero no se atrevió a confirmarmelo. Y supongo que se lo acabará haciendo a la pequeña, también.

—De momento, el padre prefiere a la mayor. Está muy enchochado con ella. Y a mi hermana no se lo tomes a mal. Le gusta jugar con los hombres. Es muy morbosa y le pone mucho ver como desean a sus hijas y como se las follan delante de ella. Ya estuve con ella y con las niñas alguna vez, disfrutando de todo.

—¡Ah! ¿Es que te follas a tu hermana también?

—Sí, ya se lo hacía cuando éramos pequeños, en mi país. Allá es bastante normal que pase eso.

—¡Buufff! Menuda perra está hecha. Por eso sentía esa sensación tan extraña al hablar con ella, como si me ocultara algo.

—Ella es así. También sabe que te follas a Nuria, pero ella disfruta al verte todo nervioso, intentando que no sepas….

—¡Joder! Se estuvo riendo de mí en su casa, pero la próxima vez no seré tan tonto.

—Bueno, pero anda con cuidado. Ella no quiere nada contigo, no te confundas.

—¡Ah!, ya, vale, de acuerdo.

—Mira, otro día puedes venir a mi casa para estar con las niñas. Ya verás que bien se lo pasan….—Me sorprendió esa invitación suya, pero acepté encantado, esperando a que me avisara.

Cuando ese día llegó, me dijo que iba a tener a Nuria en su casa, porque a la pequeña se la llevaban sus padres de compras, y que fuera para allá.

Su tío le dijo a Nuria que se pusiera sexy para nosotros y se fue a la habitación a cambiarse. Él me dijo que tenía alguna lencería que le gustaba que Nuria se pusiese para follar con ella, y cuando salió la niña con ese conjunto, me dejó la boca abierta. Un minitanga, que apenas cubría lo imprescindible, unos ligueros y un sujetador transparente que dejaba ver sus pezones, la convertían en una muñeca lista para disfrutarla una y otra vez.

Nuria se paseó ante nosotros, luciéndose, y cuando pasaba a mi lado, la agarraba para sobarla y besarla, lo mismo que hacía su tío cuando pasaba a su lado, hasta que él le dijo:

—¡Ven, zorrita!, que te vamos a dar lo tuyo.

La pusimos entre los dos, besándola y lamiéndola entera, metiéndole los dedos en la vagina y su ano, para prepararlos para la follada, hasta que llegó el momento en el que él me dijo:

—¿Qué prefieres, coñito o culito?

Yo siempre prefería más el coño para follar, pero él me dijo:

—Vas a probar su anito.

En realidad, yo todavía no la había follado nunca por su culo, así que ese era un buen momento para hacerlo.

La colocamos de modo que yo pudiera penetrarla por el culo mientras él lo hacía por su vagina, y una vez bien ensartada por las dos pollas, empezamos el mete saca que tenía a Nuria como loca gritando de placer. La polla del tío era mayor que la mía y casi podía sentirla rozando la mía, cuando se la metíamos hasta el fondo, lo que le añadió un extra de excitación para correrme antes de lo que hubiera deseado, pero es que esa situación era nueva para mí y era difícil contenerse.

Luego, nos intercambiamos, y yo se la metí por el coño mientras el tío lo hacía por el culo, y esta vez pude aguantar un poco más, porque ya me había corrido antes, y el disfrute fue mayor para todos.

Al final, la cría se puso a chupar nuestras pollas, alternándose entre ellas y disfrutando como nunca al tener dos pollas en sus manos sacándoles las últimas gotas de semen con su lengua.

Unos días después de eso, recibí una nueva invitación de los padres de las niñas. Esta vez iban a estar los dos y así el padre podría conocerme, lo que dio un poco de respeto por la nueva situación que se iba a crear.

Cuando llegué, nuevamente la conversación tuvo un tono normal, como la de cualquier grupo de padres con sus hijos cuando quedan para tomar algo, pero en estar ocasión, yo no era padre ni tenía hijos,aunque estaba claro que según me había avanzado el tío de las niñas, ellos disfrutaban ofreciendo a sus hijas a otros hombres y yo tendría que estar a la altura. Me dijo, también, que ya las habían compartido con otros hombres antes, sobre todo la mayor, y que incluso en Colombia, ellos conocían a otras familias con las que tenían intercambios, lo que a mí me dejó alucinado y muy excitado, también, la verdad.

Al conocer al padre, en principio la situación fue un poco incómoda, porque al igual que su mujer, parecía que me estaba observando todo el tiempo, como viendo si yo era el indicado para lo que pretendían hacer, aunque en todo momento, fueran muy amables conmigo. Mientras hablábamos, las niñas se sentaban en mi regazo, me besaban y en cierta forma, me provocaban.

Tal como me había dicho el tío de las niñas, los padres sabían lo que había hecho con ellas y estaba claro que querían que me follara delante de ellos a Nuria, al menos, por lo que el padre les dijo:

—Nenas, hacer un desfile para nosotros.

Las dos aparecieron solo en braguitas y nuevamente, los padres estuvieron pendientes de como las miraba yo y que reacción provocaban en mí, mientras me animaban a que las tocara y las besara, lo que hice cada vez con más decisión, intentando tocar todo lo que podía, a la pequeña, también, a la que incluso le metía los dedos porque era en realidad a la que tenía ganas de follar en esa ocasión, si me hubieran dado permiso, pero creo que el padre, al notar mi deseo y para que no fuera más allá con ella, me dijo, bastante excitado:

—Ponte encima a Nuria y follala. Esta cría nos ha salido muy puta, no hay forma de saciarla con todas las vergas que se come.

Ella misma se me montó encima y me saqué la polla para metérsela, mientras los padres se masturbaban viendo toda la escena. Era una situación tan loca como extraña. Había dado con una familia muy rara, pero si eso me iba a permitir follar a sus hijas, no me importaba.

Cuando me corrí en el coño de Nuria, ella ya había tenido varios orgasmos y los padres se habían corrido también, con sus pajas, así que al final, todos satisfechos, seguimos hablando y el padre me dijo que en la familia de su esposa siempre habían practicado incesto y que el abuelo de ella es quien la había educado así y ahora a ella y su hermano (el tío) les encantaba el sexo con niñas pequeñas y que les alegraba encontrar a alguien como ellos. Hablamos de las experiencias de cada uno y él me dijo que en Colombia estaban en contacto con otras familias y que a veces se juntaban o se cambiaban a las niñas entre ellos para probar muñequitas nuevas (así lo dijo él), confirmándome lo que me había dicho el tío. Y qué aquí en España, no habían encontrado aún nada parecido pero que les daba mucho morbo a ambos ver a sus hijas con hombres adultos.

Después de ese día, volví a quedar con el tío, que me dijo que iba a tener toda la tarde a las dos en su casa y que me pasara por allí.

Esta vez esperaba tener la oportunidad de follar a Luci, aunque a su tío le pareciera pronto todavía. En principio, así fue, follamos a Nuria varias veces y Luci se dedicó a chuparnos la polla y a comerle el coño nosotros, sobre todo yo, cuando Nuria follaba con su tío, aprovechaba todo lo que podía con su hermana pequeña, pero el tío estaba pendiente de mí, y me decía:

—No se la metas, ¡eh!.

Pero hubo un momento en el que el tío tuvo que salir y me dejó allí con las dos, así que viendo como tenía Luci el coño tan abierto de habérselo estimulado tanto, le metí la polla y al menos la mitad le entró con facilidad, pero no quise apretar mucho más para no hacerle daño y para que el tío no notara que me la había follado. De todas formas, el morbo que me dio el tenerla metida ahí, me hizo correrme enseguida, dejándole toda la vagina llena de leche.

Cuando llegó su tío, al verla así, con la vagina llena de semen, la revisó, metiéndole el dedo y me dijo:

—No te pudiste aguantar, ¡eh! A ver lo que dice su padre cuando esté con ella esta noche.

Al parecer, solo con meterle la mitad de la polla, ya la había desvirgado y no sé lo que pasaría cuando la viera su padre así, pero el día siguiente me llamaron los padres para que volviera a su casa, temiéndome lo peor.

Al llegar allí, todo estaba normal, tan amables como siempre conmigo durante la charla que tuvimos, aunque en esa ocasión no hubo follada, tan solo mucho sobeteo a las niñas entre el padre y yo, hasta que al final me dijo que no le importaba que me hubiera follado a la pequeña, que al menos había sido cuidadoso y que confiaban en mí, por lo que me pidieron si podía quedarme esa tarde con ellas, porque ellos no podían ni el tío tampoco.

No me lo podía creer. Iba a tener toda la tarde a las dos niñas en mi casa para disfrutar de ellas como quisiera, y esta vez, después de atender a Nuria como se merecía, me dediqué más a Luci y la follé con ganas otras dos veces. Como mi polla no es demasiado grande, podía penetrarla fácilmente, aprovechando también para hacerlo por su ano cuando su vagina estaba llena de semen.

Una vez saciado totalmente con ella, nos dedicamos a pasar la tarde más relajados, desnudos los tres en mi cama, acariciándolas y con alguna follada más a Nuria cuando me lo pedía, ya que a Luci prefería dejarla descansar y que se recuperara.

Cuando las llevé a su casa era ya de noche, pero había pasado una tarde de ensueño con ellas, imaginándome que eran mi hijas, pero ahora quién las iba a disfrutar era su padre de verdad, que ya las esperaba en la cama, porque era tarde y quién había salido a recibirme fue Gabriela, tan solo con un camisón transparente, por lo que pude verle esas tetas tan espléndidas que tenía y todo su cuerpo, que era una invitación al vicio.

Lo hubiera dado todo porque me hubiera invitado a pasar la noche con ellos, pero ella, quizás adivinando mis pensamientos, me dijo:

—Mañana tenemos que madrugar mucho, pero muchas gracias por haberte quedado con las niñas.

—Estuve encantado con ellas. Cuándo necesitéis de mi otra vez, no tenéis más que decírmelo.

—Lo sé. A las niñas les gusta mucho también estar contigo. Es una suerte que te hayamos conocido.

En esa casa todo era así de extraño. Unos padres que sabían que me follaba a sus hijas, estaban encantados de dejarlas conmigo, porque ellas también lo estaban, por lo que en realidad, quién había tenido mucha suerte con ellos era yo, pero así es la vida.

Durante un tiempo, esa fue la rutina de mi vida. Los padres de las niñas muchas veces me las dejaban para que pasasen la noche conmigo, a veces a Nuria solo, o a las dos, pero últimamente noto algo raro al padre. Creo que tiene celos por el excesivo vínculo que he establecido con sus hijas y supongo que porque esté siempre follándomelas, lo que no le debe gustar mucho. Quizás siente como que se las he arrebatado. También debe de tener celos por su mujer, aunque no tenga sexo con ella, pero esta familia es así de extraña y no sé que va a pasar en el futuro, aunque hace poco ha pasado algo que me dio la oportunidad de disfrutar de algo con lo que he soñado muchas veces.

Una tarde, estando en el parque con las niñas, un hombre se me acercó y se puso a hablar conmigo sobre ellas. Me preguntó que si yo era su padre, y al decirle que no, me preguntó que vínculo tenía con ellas y yo le contesté:

—Soy un amigo de la familia.

—Jaja, un amigo de la familia de esos que se las follan.

Yo me quedé sorprendido por eso que decía, y me preguntaba por qué lo decía. ¿Es que él sabía algo?

Ante mi cara de estupefacción, siguió hablándome:

—Le he estado observando varios días, y viendo la forma como se comporta con ellas y ellas con usted, se ha delatado porque yo conozco bien esos detalles y por eso me he decidido a hablarle.

Yo seguía en estado de shock, sin saber quién era ese hombre, temiéndome lo peor, pero él me tranquilizó:

—Tranquilo, hombre. No soy lo que usted piensa. Solo quiero hacerle una proposición. Dentro de unos días se va a celebrar una reunión de varios padres con sus hijas, sobrinas o que tengan algún vínculo con las niñas. Ya sabe, hombres a los que les gusta compartirlas para disfrutar todos juntos. ¿Le gustaría participar? Tendría que llevar a alguna de las niñas. No sé si tendrá que pedir permiso a la madre o preferirá hacerlo sin que sepa nada.

En algún relato había leído sobre encuentros o lugares como ese, pero nunca me imaginé que podría ir a uno de esos sitios, y tan solo le dije:

—Sí, me interesa. Dígame donde es y cuando se celebra —esperando con ansiedad ir a ese lugar lleno de niñas a mi disposición.

Me dio un papel con toda la información y estuve muy nervioso los siguientes días, pensando como debía comportarme allí y si debería decírselo a Gabriela, que era con quién tenías confianza, más que con el padre, que posiblemente me dijera que no, viendo el plan en el que estaba ahora conmigo.

Pero primero le pregunté a Nuria si quería ir a ese encuentro, y me dijo entusiasmada que sí, no me esperaba menos de ella, pero con Luci prefería ser más precavido y no llevarla en esta ocasión, hasta ver como era eso.

Ahora solo me quedaba hablar con Gabriela, porque prefería que ella lo supiera, por lo que pudiera pasar. Cuando se lo dije, me dio su permiso, porque tampoco iba a ser algo tan distinto a lo que había hecho la niña hasta ahora, así que el día señalado me presenté en ese lugar, al que vi llegar a varios hombres en taxis, acompañados de unas niñas de varias edades.

Al llamar a la puerta, me recibió una señora que se llevó a Nuria, porque me dijo que la tenían que preparar, y a mí me indicó la sala donde estaban el resto de hombres. Al principio, el ambiente era un poco tenso, porque éramos unos desconocidos entre nosotros, pero luego supe que muchos de ellos se conocían de otras ocasiones y que si estaban así, era por los nuevos que habíamos ido esa vez, por lo que no tenían confianza para hablar.

Luego llegó el hombre que me había invitado e hizo que empezáramos a hablar entre nosotros, contando alguna cosa que facilitó las primeras conversaciones. Uno de los hombres contó como había empezado con su hija, otro decía que a su mujer no le gustaba mucho que llevase a la suya a ese lugar, pero que él no le daba muchos detalles sobre lo que sucedía aquí. El que estaba a mi lado nos decía que estaba divorciado, y que había tenido suerte de que ese fin de semana le tocaba con la niña, para poder traerla.

Las niñas estaban cerca de nosotros, entretenidas con unos juegos y noté que todas estaban contentas de estar allí, lo que me alegró, porque no me apetecía estar con ninguna a la que hubieran llevado forzada a ese lugar. Uno de esos hombres llamó a su hija y nos la presentó a los demás, haciéndola girarse sobre si misma para mostrarla ante nosotros, levantándole incluso el vestido que llevaba para que viéramos bien como era su cuerpo. Un hombre mayor se levantó y tras unas breves palabras con su padre, se llevó a la niña a una de las habitaciones.

Otros hicieron lo mismo y cuando llegó mi turno llamé a Nuria, a la que habían puesto muy guapa y como varios querían llevársela, supongo que por ser una de las nuevas, decidí que ella eligiera quién quería que fuera el primero y luego los demás podrían estar con ella después.

Al final, quedó un grupito de niñas, entre las que yo tenía que elegir, y ante mis dudas, los hombres que quedaban se empezaron a reír, porque ya sabían mis preferencias, y me dijeron:

—¡Hombre! No seas tímido, llevate a la más pequeña.

Yo realmente tenía debilidad por las de esas edades, pero cuando me la iba a llevar, me dijeron que había venido con su abuelo, que estaba con otra en una de las habitaciones, y que había advertido que de vaginal nada con ella. De todas formas, me dio igual, porque iba a disfrutar igualmente de esa cría, aunque fuera analmente.

Me recordó mucho a Luci y fui todo lo cariñoso con ella que pude. Se llamaba Elisa y era la primera vez que la llevaban allí y tenía que dejarle un buen recuerdo. Primero la besé con mucha suavidad viendo como iba reaccionando ella, y al irle tocando su cuerpo y entre las piernas cada vez más, se fue relajando hasta que la puse a mamar mi polla, lo que hacía con torpeza, aunque con ganas. Se notaba que a su abuelo le quedaba mucho que enseñarle todavía. Luego le comí el exquisito coño que tenía, que era toda una invitación para follarla, pero dirigí mi polla a su culo, que bien lubricado, mi polla entraba y salía de él con suavidad hasta que me hizo correrme. Después estuve un rato más con ella, tocándola y lamiéndola por todas partes, pero respetando la condición que me habían puesto.

El que hubiera niñas vírgenes en aquel lugar, quizás no fuera tan llamativo, sobre todo por las edades de alguna de ellas, pero lo sorprendente es que al irse de allí, continuaran siéndolo, lo que indicaba el gran respeto con el que se trataba a aquellas niñas y la confianza que tenían entre ellos, que era lo que les permitía disfrutar de todos esos privilegios tan difíciles de conseguir, aunque allí no hubieran llegado en Jets privados, sino que eran personas normales como las que podías ver en tu ciudad.

Había otras que tenían sus condiciones especiales, como que solo se las podía follar con condón, a otras no les gustaba el sexo anal y otra serie de circunstancias que eran respetadas igualmente por todos los demás.

Después de estar con Elisa, como quería disfrutar de alguna más, salí a ver las que estaban libres y me encontré con Nuria, que me dijo que había estado con dos hombres a la vez, cuando ya se la llevaba otro para la habitación. Se la veía feliz y notaba que estaba disfrutando de esa experiencia.

En la zona de juegos todavía estaban otras cuatro, que supongo que ya habrían sido folladas por otros, pero como quería aprovechar el tiempo, yo también me llevé a dos a la vez para la habitación. Eran más mayores y se las veía más expertas; sabían chupar bien y pude follarlas a mi gusto hasta cansarme.

Una de ellas era la hija del que estaba divorciado y como era muy parlanchina, pude hablar más con ella, y lo que me contó me llenó de morbo, ya que me dijo que dormía con su padre ya desde antes de que se separara de su madre, y no sé por qué circunstancias sucedía eso, pero debía de ser otra de esas familias un poco raras y especiales de tantas como debe de haber y que no conocemos.

Habíamos pasado cuatro horas en ese lugar y yo no podía ya más, así que nos fuimos despidiendo, después de que el hombre que había organizado todo eso nos dijera que en la próxima reunión esperaba que hubiera mujeres también, con sus hijos, lo que le añadía un interés más a todo aquello.

Antes de marcharme, estuvo hablando un poco conmigo, preguntándome si me había gustado la experiencia y que si Nuria había estado a gusto también, añadiendo:

—La próxima vez anímate a traer a su hermana. Ya has visto como funciona esto y puedes traerla con toda tranquilidad, porque estará bien cuidada.

—Sí, me encantaría, pero tengo que convencer a su madre primero.

—Bueno, ya oíste los planes para la próxima reunión. Quizás puedas traer a la madre también, jaja.

—Ya, no sé, están las cosas un poco revueltas con la familia y no sé si podré traer a Nuria siquiera.

—¡Vaya!, lo siento, pero seguro que ya le tienes echado el ojo a alguna otra…., y podrás traerla.

Esa gente parecía que estaban muy acostumbrados a esas cosas y que hubiera siempre niñas disponibles para llevarlas allí, pero al final, me marché de allí un poco pensativo, porque la situación con la familia de las niñas ya no era la misma que había antes, y últimamente casi tenía que estar con ellas a escondidas, porque el padre siempre me andaba poniendo excusas para llevármelas, y todavía no sé nada de esa próxima reunión que anunciaron, aunque supongo que tendrá que pasar un tiempo.”

17 Lecturas/18 noviembre, 2025/0 Comentarios/por Veronicca
Etiquetas: colegio, hermana, hermano, incesto, mayor, mayores, sexo, vacaciones
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