El diario de papá 2: Miedo y deseo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi primer día con Laura me tenía asustado.
Desperté y la encontré dormida a mi lado, la luz del día inundaba la habitación.
Nunca me consideré pedófilo, aunque creo que lo soy, yo amaba a mi hija por ser mi hija.
Laura era una niña de apenas 13 años hermosa, su cuerpo era macizo y su piel suave, sus muslos carnosos brillaban con la luz en un matiz de tonos casi infinitos.
No parecía respirar, solo su pequeño ombligo se desplazaba un poco, no hacía ruido alguno.
Su sexo sin vello estaba brillante por un poco de fluido.
Si bien era el sexo de una niña, no el de una niña virgen.
Los labios ligeramente separados y ese pequeño hueco oscuro al final de los mismos delataban que alguien ya había entrado y forzado su cuerpo.
Recordé la vez que desvirgue a mi hija loco de deseo, y el enorme esfuerzo que ella hizo para contenerme.
Me pregunté cómo habría sido la primera vez de Laura.
A mi niña al final le brotaban gruesas lágrimas y su voz estaba cortada por el esfuerzo, pero estaba feliz de que su papi al fin hubiera estado con ella.
Yo me resistí, incluso le prometí que en un año lo haríamos, pero ella no cedió y con caricias y palabras que sabía me incendiaban había logrado que la penetrara esa noche.
Después de eyacular y recobrar la razón me horroricé al ver como de entre las piernas de mi hija, de su vagina roja y dilatada, emanaba sangre y semen.
Ella dijo “papí” tan dulce mente que alejó el miedo.
La miré al rostro y la vi sonriendo, “Te amo papi, gracias, fue hermoso… Abrázame”.
Esa vez ella me sedujo y absolvió, ella sabía cómo tratar conmigo.
Yo me debatía entre el deseo y la culpa, pero ella me enseñó que si bien todo el mundo podía condenarme, ella solo me amaba.
En esa mañana mi hija no estaba y era otra niña la que dormía con su vientre brillante de mi semen ¿Qué pasaría cuando abriera los ojos?
Estaba pensando en eso cuando subí su playera.
No sé qué parte de mi degenerado subconsciente tomó el control de mis manos pero alcé sin pensar la camiseta de Laura para ver sus pezones, no digo sus pechos, porque prácticamente no tenía, eran apenas un par de pezones marrón claro sin textura, lizos y dormidos.
Ella abrió los ojos poco después y me encontró mirándola fijamente
– Buenos días – dijo
– Buenos días Gatita –
Ella no hizo por cubrir su desnudez, solo se quedó quieta.
Nos quedamos así un buen rato hasta que ella no soportó más.
– Tengo que ir al baño – Dijo
– Si claro – Me levanté para que ella pudiera pasar al baño de mi recamara –Es ahí.
Ella se levantó y fue corriendo al baño, no cerró la puerta al entrar y pude escuchar como el chorro de su orina se estrellaba contra la porcelana.
Poco después de que el sonido cesó, salió caminando con paso lento y mirada baja.
Se plantó frente a mí, yo seguía sentado en la cama, y se quitó la playera que era su única prenda.
De nuevo nos quedamos mirándonos por un largo rato, yo la veía a los ojos preguntándome que esperaba de mí, y creo que ella hacía lo mismo.
– ¿No te gusto? – Me había abrazado para no verme al hacer esa pregunta.
– ¿Por qué crees eso? –
– Cuando desperté creí que ibas a ponerte encima de mí, pero no lo hiciste, y luego pensé que me seguirías al baño.
Consideré el decirle cuanto me gustaba, pero en lugar de palabras opté por algo más directo.
Tomé su mano y la bajé hasta mi verga que oprimía mis calzones.
Ella palpó el miembro y soltó una risita.
– Claro que me gustas, mira como me tienes de solo verte desnuda.
Pero quiero estar seguro de que tú quieres esto.
No tienes que… – No pude seguir hablando pues ella me dio un beso profundo y largo, su diminuta lengua entró en mi boca explorando y jugando mientras mordisqueaba mi labio inferior.
Al terminar el beso, bajó su mano izquierda a su sexo, dio un respingo y su mano subió con dos dedos brillantes.
Pasó los dedos entre mi nariz y boca para que sintiera por primera vez ese dulce aroma de niña.
Luego puso ambos dedos en su boca y después en la mía, de forma que saliva y flujo vaginal me fueron dados juntos.
Al mismo tiempo ella apretó con fuerza mi verga que no había soltado.
Resoplé por lo excitado y sentí como el orgasmo se abalanzaba desde mi oscuro interior.
Imagino que ella sintió las palpitaciones de mi miembro y con destreza y en menos de un segundo sacó mi pene de los calzones y lo metió en su boca.
Se puso en cunclillas y empezó a succionar mi pene con mucha fuerza, como jamás nadie lo había hecho, o así los sentí.
Me acosté para disfrutar más y ella aprovechó para engullirlo todo, por instinto arqueé la espalda para empujar aún más y ella metió un brazo bajo de mí y con la otra mano me sujetó las bolas.
No duré mucho, casi nada, exploté y ella hábilmente recibió todo mi semen sin desperdiciar una gota.
Cerré los ojos y dejé que mi cuerpo sintiera esa oleada de placer.
Cuando recuperé el aliento y abrí los ojos, la vi a ella, a Laura, sonriendo.
Abrió la boca para que viera mi semilla blanca y reluciente en su rosada lengua.
Jugó con ella, se cercioró que la viera bien y con un cómico sonido se la tragó.
– Tenías tus huevitos repletos, te debían de estar doliendo mucho, estabas super necesitado de vaciarlos.
No te aguantes, podría hacerte daño.
Después de desayunar haré que te corras otra vez.
– Dijo eso y salió de mi vista.
Yo seguía exhausto, me palpitaba mi próstata intensamente.
La mayoría de las veces uno tiene un orgasmo y deja que las cosas salgan, pero este fue de esos en los que intentas exprimirte a fondo.
El no entender es lo que provoca miedo, al ver que la deseaba el mundo cobró sentido para ella, y pudo liberarse de su angustia.
Al parecer su papá le había dicho esa idiotez de que a los hombres se nos hinchan y duelen los huevos sino descargamos nuestro semen.
Le dices a tu hija que duele, que te ayude, que sea buena.
“Que cabrón el muy hijo de puta” pensé.
Esa era la manipulación más simple para convencer a un niño para que te deje saciar tu lujuria en él.
Ellos son héroes que te salvan, y tú los amas más por eso.
¡Qué puto asco! Al final es una mentira muy simple y cuando se descubre, tú no sufrías y su sacrificio no valió una mierda, ya que tu solo les mentiste para usarlos.
Nunca los amaste, solo fingías para gozar al usar su cuerpo.
Eso es abusar de un inocente, ni siquiera la violación es peor, por lo menos en un ataque ellos se saben agredidos y pueden defenderse, saben que son la víctima, saben que tú eres el malo, pero cuando les pides que te salven del dolor con su amor y sacrificio, es una vil mentira y un puto asco.
Ya sé que mi indignación pierde sentido considerando dónde acababa de eyacular y las cosas que hacía con mi hija desde hace años, pero por lo menos yo nunca le mentí sobre que la deseaba, que la amaba.
Salí de un salto de la cama cuando escuché como caían cosas y un sonoro “Carajo” proveniente de la cocina.
– No hay comida en esta casa – me gritó Laura al entrar a la cocina.
Ella seguía desnuda.
– hay zucaritas pero no leche, hay aceite pero no huevos, y en el refri solo hay cervezas y tres cebollas –
– Desde que me quedé solo no me he preocupado de hacer las compras –
– ¿Y qué comes?
– Sinceramente no sé – Ella infló sus mejillas y yo alcé los hombros en un ademán de inutilidad – Oye ¿No te vas a vestir?
– ¿No te gusta lo que ves? – Respondió enseñándome su suave culito – Ya veo que si te gusta.
– Dijo mientras veía mi renovada erección – La verdad me gusta andar desnuda o casi desnuda por la casa, sobretodo en estos días que no hace frio.
Y creo que te ayudará a disfrutar de… – Se tragó la última palabra de esa oración.
– Como no hay que comer vamos a desayunar y de ahí a hacer las compras, también necesitas más ropa.
Así que tendrás que vestirte.
– Pero antes tenemos que aliviar esto – Dijo mientras pegaba su estómago a mi erección.
– No me duele – Dije con desinterés
– Ya sé, pero me gusta, me gusta cuando lo provoco.
Mi mamá no podía hacer que se le parara a papá sin importar lo que hiciera, y lo intentó de todo.
Pero al verme se le ponía dura y caliente.
Solo necesitaba verme, a veces ni eso, le bastaba saber que llegaría pronto, cuando regresaba de la escuela ya estaba con su pito enorme sentado en el sillón.
Yo no me quitaba el uniforme, me arrodillaba y lo mamaba.
Eran mis erecciones, mías, yo las hice, como esta.
como esta.
Ella ya había metido su mano y sacado mi verga y me masturbaba con ritmo.
Alzó mi playera y mordió mi pezón, de forma intermitente una y otra vez.
Succionaba y mordía.
Yo jadeaba y sentía como me fallaban las piernas.
-Dámelo, suéltalo todo –
Yo descargué en su mano, en su brazo y su vientre.
Tuve que sujetarme de una silla para no caer.
Ella sonreía mientras lamía mi esperma.
Se arrodilló y limpió con su boca a conciencia mi pene que ya estaba reblandecido.
– Esta noche quiero que me cojas, por adelante y por atrás, quiero ser tuya por completo, ahora eres mi papi y yo tu hija –
– Así es hijita.
En la noche te haré mía –
– Bueno, pues vamos a bañarnos y de compras –
Fin
Nota del autor.
gracias por los comentarios a la primera parte y por todos lo mensajes privados.
Me alegaron y motivaron mucho, así que por favor no duden en dejar su comentario o mandar un mensaje a mi perfil.
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