EL DIARIO DE PIRUCHA: me culié a mi primito
Después de publicar la historia de Elsa, me pareció que volver al tema gay era lo mejor. Apareció este relato..
“Mi infancia tuvo dos episodios que se quedaron dando vueltas en mí, hasta que decidí que lo mío era probar vergas. Una tras otra, pero que ser enculado era lo que más me gustaba. Una dura y erecta pichula que me penetrara como la puta perra que soy…”
“Pero no siempre fue así. Puedo decir que uno puede oscilar entre heterosexual a homosexual pasivo o activo de acuerdo con los avatares de la vida. Tuve experiencias como hetero muy placenteras con chicas que eran mis alumnas. Con mis esposas, adopté la costumbre de sodomizarlas. Ellas no lo aceptaban de buenas a primeras, pero mi poder de convicción era fuerte hasta que no solo lo aceptaban, sino que se convertían en adictas al sexo anal”.
Después de que fui iniciado por el cura, llegaron las vacaciones de verano en que viajábamos al sur. A la casa de mis tíos. Tenía siete primos, seis varones y una mujercita, que se avenía con mi hermana. Había un primo que me atraía especialmente…
Carlitos era un muchachito delgado, muy blanco, nervioso y se llevaba bien conmigo. En los juegos, siempre me elegía como su compañero. Los preferidos eran los de escondidas, que aprovechábamos para explorar nuestros cuerpos.
-¿Qué tengo aquí? le decía mientras metía una mano en el bolsillo.Si adivinas te lo doy.
-¿Se come? preguntaba el inocente primito.
-NO, se chupa!
– Un caramelo. Decía muy seguro.
-Sí, es dulce y parece un caramelo, pero más rico.
-No te creo. A ver, muéstramelo.
Y la verdad es que en ese juego, yo efectivamente guardaba los caramelos que me daban para usarlos en la seducción que me había propuesto realizar hasta gozar de los favores de Carlitos. A veces nos íbamos al último patio de la casa patronal de mis abuelos en la que vivían mis tíos. Allí había un retrete rústico consistente en un cajón en que se perforaba un hoyo, dispuesto sobre un pozo que se iba llenando de excrementos y orines.
En ese lugar, vi el culito de Carlitos que me encendía de deseo. Blanco y bastante bien formado y llenito dada su esmirriada figura. Sus nalgas cerraban el acceso a un botoncito rosado que había tocado so pretexto de limpiarlo bien cada vez que defecaba.
A él le gustaba eso, porque siempre me pedía que se lo hiciera más de una vez.
-Parece que todavía está sucio. Límpiame otra vez.Decía. Entonces con el papel me aprovechaba para dedearle el ano con mucha fruición y mi calentura que se erguìa en mi pantalón.
Sacaba la mano del bolsillo y le pedía que la metiera él. Las primeras veces, encontraba un caramelo. Pero ahora había roto el bolsillo y al introducir su pequeña mano, encontró mi pene erecto.
-¡Qué es esto? Dijo
-Un caramelo que te gustará mucho chupar.
-No, es tu pichula, cochino. Tiene pichí.
-No, Carlitos, está limpiecito.
-Y muy duro también. Lo decía sin soltarlo.
– Te gustaría jugar con él?
-No sé. Mientras lo sostenía firmemente en su manita.
-Te doy todos estos dulces. Le mostré varias calugas.
-¿Qué tengo que hacer? Pero me las das antes, porque después no me las das.
-¿Te gustaría chuparlo?
-No, me da asco.
-Bueno, ¿te gustaría sentarte en él?
-¿Y me das todas esas calugas?
-Si, por supuesto. Ven. Lo llevé de la mano. Me bajé los pantalones y me senté en el retrete.
-Siéntate aquí y me palmeé las rodillas.
-Dame primero las calugas. Le pasé tres.
-Faltan.
-Te doy las otras después. Mientras tanto le bajé el pantalón y la ropa interior. Con el culito desnudo lo atraje hasta mí. Lo senté en mi pene duro que se perdió entre sus nalguitas.
-¿Qué me vas a hacer?
-Nada, solo lo pondré entre tus nalgas…
-Pero, no me lo vayas a meter… porque duele…
Es seguro ya que alguien había intentado adelantarse a mi deseo de poseer ese culito.
-¿Quién te hizo doler?
-No puedo decirte, porque me van a pegar…
-No, si te dejas conmigo, no le digo a nadie.
-Pero me va a doler…
-No, no te dolerá, te lo aseguro…
¡Ay!¡ Me lo estás metiendo! Carlitos intentó zafarse, pero yo lo cogí con fuerza y lo obligué a sentarse encima de mi pene. Lo retiré un poco, porque efectivamente la cabeza había logrado traspasar el anillo de entrada.
-¡Me dijiste que no me lo meterías!
-No te lo metí, tú te sentaste y te lo estabas metiendo solito.
-Mentira. Ya, dame las calugas.
-Te las doy, siempre que sigamos jugando.
-Bueno, pero sin meterlo.
-Y si te lo meto sin que te duela?
-No, el Mono me dijo lo mismo y después me dolió mucho y no quería sacármelo.
¡Con que había sido el Mono el que lo había clavado! Este hijo de puta se habia aprovechado de gozar ese culito que me volvía loco de deseo.
-Pero yo te prometo que no te dolerá. Te va a gustar lo que te haré yo.
-Bueno pero un poquito no más. Si me duele, lo sacas al tiro.
-Ya, no seas tan cobarde. Si no duele tanto.
-¿Y cómo sabes tú? ¿Qué te lo han metido ya?
Tenía que convencerlo. De otra manera, no me permitiría avanzar en lo que era un imperativo para mí: romperle el culo a mi primito. Hacerlo mi hembrita.
-Te voy a contar lo que me pasó. Fui relatando paso a paso lo que el cura hacía conmigo, mientras repetía las acciones que poco a poco iban venciendo la resistencia de mi primo. Primero, me sobaba las nalgas y luego me tocaba el hoyito. Se chupaba el dedo y mojado me lo metía un poquito. Así, ves.
-Sí, se siente rico.
-Seguía luego con dos dedos mojados y poco a poco me iba abriendo el culito.
El chico respiraba profundamente, sintiendo el placer que le producía.
-¿Y tenía muy grande la pichula?
-Como tu brazo…
-¿Tan grande? ¿Y te la metió entera? ¿Cómo no te dolió?
-Espera, le dije. Vamos por parte. Caricias. Mientras hablaba le acariciaba el culito desnudo. Sus orejitas estaban rojas. Ensalivé un dedo y se inserté suavemente…
-Cuidado. ¿Qué vas a hacer?
-Bueno, quieres que te cuente o no?
-Si, cuenta, cuenta.
-Entonces, tienes que dejarte hacer…
-Sin que me duela?
Puse la punta del dedo ensalivado en la abertura de su anito. ¡¿Te duele? No. Avancé un poco más. ¿Ahora? No, tampoco.
Le había introducido todo el dedo y lo dejé un rato.
-Sigue, me dijo.
Moví el dedo hacia afuera y hacia adentro.
¿Cómo lo sientes?
-¡Rico! Sigue. ¡No lo saques!
-Le echaré más saliva.
Aproveché de mojar dos dedos. Y los metí suavemente.
Se siente rico. Pero estás metiendo otro dedo…
Te lo saco?
No, mételo, lo siento rico.
Agregué un tercer dedo y nada. Ya estaba dilatado.
-Ahora, ¿quieres que te meta el pico?
-¿No me va a doler?
-No, tú mismo lo metes y lo sacas. Pero primero mójalo con tu lengua…
Lo hizo y me dio una breve mamada.
-Ya, ahora. Le puse mi pene en la entrada y él lo guió en la penetración.
-Cuidado, no tan rápido. Lo saqué.
-No lo saques. En ese momento, lo metí a fondo.
-¿Te duele? No. ¿Sigo? Siiii, está muy rico…. No me duele…
Empecé con un rápido mete saca mientras lo masturbaba.
MMMMM, es muy rico… quiero hacer pichí.
-No, le digo- no es pichí, es gustito. Mientras mi verga entraba y salía y yo mismo sentía oleadas de placer que me recorrían entero.
Sentí el final como un estremecimiento y aproveché de encularlo a fondo, ahora que su culito estaba totalmente dilatado y entregado a mí.
Por fin mi primito era mi putita. Ese verano fue sensacional. Pasaron muchas más cosas, ahora que ya Carlitos se había entregado a mí.
-A la noche quiero dormir contigo, no con tu hermano.
-Bueno le diré al Claudio y cambiaremos de cama.
Esa noche nos acostamos juntos. Aproveché de tocar su pene chiquito hasta que se puso duro y me lo metí en la boca. Me cabía entero hasta sus pequeños testículos.
-Ahora quiero que me lo metas, Carlitos.
-Pero nos van a pillar.
-No, estaremos callados.
Preferí ser yo el que recibiera por el culo, porque de ser distinto, mi primito podía soltar más de un quejido.
Nos pusimos de lado y guié un pico a la entrada de mi ano.
-Empuja ahora y después tienes que hacerlo entrar y salir muy rápido.
-¿No te va a doler? Aguanté la risa con el recuerdo de todos los penes que me habían cogido desde que el cura y Emilio habían desatado en mí la lujuria y me habían convertido en la puta Pirucha.
Estuvimos buena parte de la noche en esa actividad y repetimos la misma faena todo el tiempo que duraron las vacaciones de verano. En el día, íbamos al último patio al retrete en que supuestamente defecábamos a coger ese potito que cada día se abría más y más y me recibía entero el pene que en una ocasión fue tan placentera y cachonda que tuve un orgasmo dentro de su esfínter con una eyaculación que había evitado…
-¡Me estás meando el poto, cochino!
-No, Carlitos, es leche de hombre que sale cuando tu potito está muy rico y apretando muy fuerte como ahora. Mira- le dije. LO saqué y le mostré las últimas gotas de semen.
-Acércate, huele. Ves que no es pichí.
-No, verdad. Pero me da asco.
-Es dulcecito. Y lleve un dedo y lo unté con el semen y lo puse en mi lengua.
-Ves. No tiene nada de malo. Cuando quieras te doy ese juguito de hombre que es muy rico y te hará crecer sanito.
-¿Verdad? Me preguntó intrigado.
Ya se había interesado y más adelante le daría una follada en la boca para que se tragara todo el semen.
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Espero sus comentarios y sus sugerencias. No duden en comunicarse conmigo, contesto todos los mails.
Muy buen relato, te felicito y sigue por favor
Hola, amigos, les cuento que continué la historia de Pirucha, la putita gay que le gusta la verga más que el pan. En los distintos apartados de esta web les iré dejando las calientes historias de Pirucha hasta que les confiese que soy yo, pero hay muchas sorpresas y calentura morbosa…
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Ruizy
Cada vez que leo mis relatos, vuelvo a excitarme con esos recuerdos , mejor re locos, porque son nada de cuerdos. La primera vez que mi primito me iba a clavar su verguira, fuimos interrumpidos por una famula que nos obligo a suspender el coito que para el habría Sido su iniciación cómo activo.
Ah. Y como el aún no tenía eyaculación, le enseñe a orinar dentro de mi agujero siempre sediento de experiencias morbosas. Al principio le costaba hasta que aprendió a hacerlo y el placer que sentía después cuando expulsaba su caliente orina, me hacía llegar casi al orgasmo.