El faro del incesto
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por TEMPLARIOROYAL1960.
EL FARO DEL INCESTO
Esta historia comienza en Mazatlán en 1961, ahí vivía la familia de mi madre que eran pescadores y de eso se mantenían todos. Como ustedes saben o si no lo saben en México se considera al pescador como una de las partes mas bajas de la sociedad. Son hombres rudos, que se meten al mar días, semanas y meses y lo que ganan apenas les da para vivir. Sus costumbres a veces chocan con las de la sociedad, que no los entienden, pero ellos viven su vida sin preocuparse por los demás. En esa época mi madre, de 14 años, se fue a vivir con un hombre. Así, sin ceremonias ni nada, es la costumbre aun en muchas capas sociales de este país que cuando las mujeres están en cierta edad, toman sus decisiones, y ella decidió unirse a un hombre, también pescador que le demostraba amor. Un año después nací yo y otro mas, mi hermana Alicia.
Nuestra niñez fue de lo más normal, en escuelas federales y llena de estrecheses y así fuimos creciendo, entre botes de pesca y un poco de hambre.
Los que conozcan Sinaloa sabe que la gente allá por lo general es alta, de tez blanca y las mujeres muy guapas. Mi madre era una más que con los años dejo su delgadez, ganando en kilos, que le formaron un bonito cuerpo.
Mi relación con el sexo, a pesar de estar en un ambiente bastante difícil, no era mucha. Hubo por ahí de los 11 años un tipo que quiso abusar de mí, pero mi padre le dio una golpiza que se le quitaron las ganas, y como a los trece alguna amiguita me permitía ciertas libertades que las tenia que apagar con mis primeras pajas.
Mi padre, de nombre Miguél era un hombre recio, inculto, pero honrado, que no se dejaba avasallar y cuando la mafia del sindicato le negó el modo de ganarse el pan con su trabajo de pescador, busco una salida, y no le quedo otra que aceptar el puesto de farero en un islote de la costa mexicana del pacifico. Yo tenia 16 años y mi hermana 15 pero ella no quiso irse a encerrar a una isla, por lo que se unió a otro pescador y se fue a vivir con el.
Mi madre, de nombre Herlinda a quien todo mundo llamaba Linda, hacia honor a su apodo. Estaba en plenitud y su belleza era de voltear a verla cada vez que pasaba por la calle. Varios "compañeros" de mi padre se le habían insinuado, pero ella lo quería lo suficiente para serle fiel y nunca dio que hablar, como otras mujeres de pescadores que muchos sabían que en cuanto el marido se iba a la mar, ellas a gozar.
En fin, a pesar que a mis padres no les gusto que mi hermana se fuera de la familia, ante el hecho consumado no pudieron hacer más y tuvieron que aceptarlo, así que nos fuimos a la isla mi padre, mi madre y yo.
La isla (en realidad un pequeño islote de 1.5 Km. de diámetro) era de origen volcánico, pero tenia una parte con vegetación. En el faro estaban nuestras habitaciones que consistían de una cocina y dos cuartos mas, los cuales se adaptaban como recamaras. A mi padre le dieron una barca de 10 metros de eslora, en la cual cada 15 días íbamos a tierra firme a avituallarnos y una radio portátil con la que nos comunicábamos con Capitanía cuando era necesario. En el faro había un generador de corriente que se ponía en servicio al atardecer, para alimentar al faro, y cada cuatro meses, un pequeño cisterna se acercaba al muellecito de madera y nos largaba mangueras para rellenar de combustible. Esa labor no duraba más de tres horas y el barco se iba. Para mi era como un paraíso y aunque mis padres me obligaron a llevarme mis libros, para que continuara estudiando, me daba tiempo para disfrutar las bellezas naturales del lugar. Había un ojo de agua natural que brotaba de las rocas y alrededor del arroyo que se formaba había mucha vegetación, donde me gustaba revolcarme en la hierba y tirarme a ver las puestas de sol.
Una tarde, cuando paseaba por la isla, vi como mis padres se metían entre la maleza. Pensé de inmediato que iban a hacer el amor y el morbo me gano y los seguí, y en efecto así era; en cuanto llegaron a un pequeño descampado procedieron a desnudarse y empezaron a acariciarse.
-Hay Linda, tenia días que te traigo ganas, pero con Luis en casa todo el día no podemos hacer nada.
-Si mi amor, pero vamos a aprovechar este rato.
En eso mi padre se hinca entre las piernas de mi madre y le empieza a mamar la raja.
-Sigue Miguél, que me gusta mucho, ¡Ufff! Como lo gozo.
Mi padre seguía prendido como becerro y no soltaba la raja de mi madre.
-Me voy a venir Miguel, me voy a venir.
-Slupp, glupp, splipp.
-¡Ufff! Me estoy viniendo mi amor, que rica venida.
Mi padre se levanto con la verga parada, sin querer se la vi y me di cuenta que no era muy grande, que la mía lo superaba en largo y grosor.
-Habré tus piernas Linda, que ya no aguanto la leche.
Mi madre abrió sus piernas acostada en la hierba y mi padre se la metió rápido, como si llevase mucha prisa; estuvo unos instantes en el mete y saca y tubo un rápido orgasmo que lo dejo agotado. Note que mi madre como que se quedaba con ganas de más pero no decía nada. Se regresaron al faro y yo aproveche para hacerme una paja pues la escena vivida me había puesto a mil.
Así pasaron casi dos años en los que todo fue normal. La isla estaba a 30 millas mar adentro, por lo que cada 15 días salíamos a las 5 de la mañana al puerto mas cercano, a donde llegábamos a las 08:00 horas., comprábamos provisiones y a las 15:00 horas. nos regresábamos a la isla para poner en servicio el faro como todos los días. Hasta que un día sucedió la desgracia. Mi padre tuvo un infarto que lo postro en cama de inmediato. Yo me regrese a la isla pues sabia todo el funcionamiento del faro, mientras mi madre se quedo al cuidado de mi padre, que falleció tres días después. Para mi madre fue un golpe muy duro, lo mismo que para mi, pues no pude despedirme de el, por lo que me quede los 15 días restantes solo en la isla. Cuando regrese al puerto las autoridades hablaron conmigo y me ofrecieron el empleo de mi padre, y como no teníamos medios para vivir mi madre y yo, lo acepte. Esa tarde mi madre regreso conmigo a la isla ,donde la embargo la tristeza por el recuerdo de mi padre; aunque yo hice hasta lo imposible por alegrarla, no me fue posible, así pasamos seis meses de mucha pena, mi madre adelgazo mas de lo que ya estaba y prácticamente no reaccionaba. Me costo mucho poderla involucrar en la vida normal de nuevo.
Cuando íbamos al puerto teníamos la costumbre de pasar por una librería de usado, donde comprábamos por lote libros y revistas, para entretenernos en la isla; en una ocasión no nos dimos cuenta y en los lotes venían unas revistas pornográficas y unos libros eróticos, yo sustraje las revistas sin que mi madre se diera cuenta y ella sustrajo los libros sin que yo lo notara. Lógicamente que use las revistas para hacerme unas buenísimas pajas y mi madre a escondidas leía los libros, en los cuales venían varias historias de incestos. De pronto sin saber porque, note que mi madre me veía de otra manera, su mirada ya no era la de una madre y sus actitudes tampoco. Empezó a andar más ligera de ropa, a tomar poses más sexy ante mí, a hablarme de sexo.
-¿Nunca has tenido relaciones sexuales?
-No má, nunca.
-¿Y no tienes ganas?
-Pues si, pero no me da tiempo, cuando voy a puerto tengo que regresar antes de las seis, para encender el faro.
-Aquí podríamos andar desnudos y nadie se daría cuenta.
-Si má, pero me daría pena contigo.
-Pues no deberías, soy tu madre y te conozco bien.
La situación se puso crítica cuando al estarme bañando en el arroyo desnudo como siempre ella llego y delante de mí se desvistió, se metió en el agua acercándose.
-Vengo a que me enjabones la espalda.
Mi verga estaba a punto de estallar y no pude evitar restregársela por las nalgas, mientras la enjabonaba. Ella no solo no dijo nada, si no que acerco mas sus nalgas hacia mi verga.
-Dame un masajito mi amor.
Le masajié los hombros por atrás y ella se volteo, enseñándome sus hermosas, tetas se pego mas a mi y me abrazo.
-¡Haaay! Que a gusto estoy mi vida.
-Yo también mamita.
-¿Nos vamos al faro?
-Bueno, si tú quieres.
Nos salimos del agua y al recoger nuestra ropa yo tuve la intención de ponérmela, pero ella me detuvo.
-Vámonos así mi amor, al fin que nadie nos ve.
La tome de la mano y nos fuimos caminando los casi doscientos metros que nos separaban del faro, al llegar ella me pregunto.
-¿No tienes hambre?
-Un poco, si.
-Bueno, te voy a hacer algo de comer.
Ella prendió la estufa y solo se puso un delantal para no quemarse, preparo unos huevos con chile que me gustan mucho.
-No te vayas a vestir mi vida, hoy vamos a comer desnudos los dos.
-Como tú quieras má.
Nos sentamos a la mesa y comimos los dos, sabíamos que ya nada seria igual, que a partir de ahora las cosas cambiarían; al terminar de comer ella me dijo.
-Bueno mi amor. Ahora quiero mi postre, pero ese me lo vas a dar tú.
-¿Siii, y como?
-Así.
Se hincó entre mis piernas y se llevo mi verga a su boca, me la mamo lentamente, con maestría, con amor, con ternura y avidez.
-¡Ufff, Afff! Esto es la gloria madre, que rico, ¿Qué me haces madre? ¡Haaay! Me viene la leche mamita.
Ella modero sus mamadas para hacerme durar más y así estuvo un buen rato, con mi verga en su boca, hasta que de pronto acelero hasta hacerme descargar todo mi semen en su boca.
-¡Uuaaff! Esto es el cielo mamita, es le paraíso.
-Mi amor, que rica leche tienes, nada mas había probado la de tu padre y ahora la tuya, no sabes las ganas que tenia de hacer esto. Te amo bebe.
-Bueno, ahora yo quiero mi postre.
-Pues tómalo mi amor, es todo tuyo.
Quite los platos sucios de la mesa y la recosté sobre ella, le abrí las piernas y me sumergí en su raja, que ya estaba muy húmeda, destilando jugos; me gusto el sabor agridulce y bebí de su raja mientras ella tenia un orgasmo.
-¡Haaay mi vida! Me estoy viniendo en tu boca, que rico siento tu lengua.
-Mamita, ya no aguanto más, quiero metértela.
-Pues no te detengas mi amor.
Puse la punta de mi verga a la entrada de su vagina y empuje poco a poco, ella relajo el cuerpo y acepto toda mi verga, que entro en su funda, la que quedo como anillo al dedo, tal parecía que ahí había estado siempre.
-¡Haaay mi amor! Que rico siento tu verga dentro de mí, vas a ver como vamos a gozar de ahora en adelante, voy a ser tu hembra y tú serás mi macho, te amó hijo.
-Si mamita, mi verga será para ti y te voy a dar mi leche cada ves que quieras, de ahora en adelante quiero que andes desnuda para mi, quiero ver tu cuerpo a todas horas y tenerte a mi lado para siempre.
-¡Me vengo hijo!
-¡Yo también madre!
Los dos descargamos nuestros orgasmos uno en el otro, quedamos agotados de placer, pero con muchas ganas de seguir cogiendo, cosa que repetimos en la noche y la madrugada y así llego el nuevo día, en que ella se levanto desnuda a hacerme el desayuno. Me levante a desayunar y después descansamos un rato para irnos desnudos a bañar al arroyo. Al llegar ahí, nos metimos al agua abrazados y cuando teníamos unos minutos me dijo mi madre.
-Aquí comenzó todo, por lo tanto es justo que aquí te de lo único virgen que me queda; pensé que nunca lo haría, pero creo que es justo que a cambio de tu castidad, yo te entregue mi culo. Serás el primero y el único que entre por ahí y será mi entrega total. A partir de ahora mi culo estará dispuesto para cuando tu lo desees, será tuyo, solo tuyo.
Ella se volteo presentándome su culo y yo me coloque detrás de ella, el agua nos llegaba a media nalga y apoye mi verga a la entrada de su ano, ella con su mano se abrió una nalga para favorecer la entrada y yo empuje despacio, entrando la cabeza, ella me detuvo con una mano.
-Despacio mi amor, que es mi primera vez…..deja que me relaje bien…..si…..empuja un poquito…….sii….vas muy bien mi amor…….ya esta entrando toda……..¡Ugggg! …..Me gusta tenerla dentro, mi vida…..¡Aaaay!….como gozo.
-¡Qué apretadito lo tienes mami!……..¿la sientes adentro?……..¿la gozas mami?…….siento que me vengo……así mamita…..muévelo….mas…..¡Ufff!
-Si mi vida….la gozo mucho……siento que me vengo mi amor………quiero tu leche en mi culo………así mi vida…..dámela toda.
Los dos tuvimos un orgasmo tremendo que nos elevo al infinito, en dos días había aprendido mas de sexo que en toda mi vida, y ella había gozado como nunca.
A partir de entonces nos pasábamos el día haciendo el amor, nos gustaba ver la puesta del sol desnudos ensartados uno dentro de la otra, a veces por la raja, a veces por el culo, pero siempre juntos. Nos bañábamos, comíamos, dormíamos y hacíamos todo juntos y desnudos. Estábamos olvidados del mundo y éramos felices. Cuando íbamos al puerto, mientras yo cargaba provisiones, ella se compraba ropa intima excitante, para posar para mí. Nada más nos vestíamos cuando venia la cisterna a cargar el combustible de los generadores o en una ocasión que fueron unos técnicos a revisar las maquinas, pues estábamos avisados por la radio de su llegada.
Así pasaron un año y medio y en una ida al puerto al recoger el correo encontramos una carta de mi hermana Alicia. Se separaba de su hombre y quería venir a pasar unos días a la isla con nosotros. Pero esa es otra historia.
CONTINUARÁ
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