El futuro del Club de Intercambio Familiar
Relato distópico sobre una realidad futura, no tan lejana…..
Este es un relato distópico sobre una supuesta sociedad del futuro, donde las leyes se han hecho más restrictivas en todo lo relacionado con el sexo con menores, por lo que el “Club de intercambio familiar”, se ha acabado convirtiendo en un Oasis de libertad donde esas leyes no rigen y aunque en la clandestinidad, es mantenido así porque hasta miembros del Gobierno y de las élites más poderosas son clientes asiduos del Club, haciendo uso de la típica hipocresía y doble moral que ha imperado siempre.
Hasta dentro de las familias, estos temas tienen que llevarse con la máxima discreción por la ola de conservadurismo y moralidad que se ha adueñado de esta nueva sociedad, en donde el sexo con menores se ha convertido en algo inaccesible para la mayoría de la población, excepto en esas familias que se rebelan ante estas imposiciones, ocultándose a los ojos de los demás, por lo que los socios del Club no han parado de crecer, teniendo sucursales en todas las partes del mundo, y aunque el acceso al mismo se ha hecho más restrictivo por seguridad, una activa red de miembros siguen aportando a esos Clubs nuevos adictos a ese tipo de sexo, cuando comprueban que son de total confianza.
Aunque esos Clubs funcionan de forma autónoma, mantienen en común esa filosofía que les dio origen, teniendo un continuo contacto entre ellos, como lugar de peregrinaje cuando algún miembro acude a una nueva ciudad o país, siempre encuentra ese lugar donde sentirse libre y poder olvidar la vida tan gris que se ha impuesto fuera de ellos.
Así que en el fondo, siguen siendo esos mismos Clubs que personas y familias liberales descubrieron un día en algún rincón de la Tierra, con los mismos protocolos y sensaciones que se producen de igual forma, cuando alguna nueva familia se va uniendo al Club, aportando esa frescura al mismo, teniendo un especial interés en captar a madres solteras o separadas que desean iniciar a sus hijos, porque aunque dentro del Club es posible satisfacer todas las fantasías en sus diversas y conocidas salas (de soba, de monta, embarazadas de todas las edades, transexuales, gays, orgías e intercambios de todo tipo, así como salas especiales de vídeo, dominación, juegos morbosos…..), lo que siempre ha producido el mayor morbo, ha sido el inicio de los hijos e hijas que son llevados por primera vez al Club y que no han tenido ningún contacto con el sexo, por lo que nunca han sido tocados ni raramente han visto un pene o una mujer desnuda, ni siquiera en su casa.
Ese tipo de perversión sigue causando un morbo especial y es buscado por los auténticos sibaritas del sexo, pero siempre dentro de las normas que regulan un Club como ese, cuyos antecedentes podrían encontrarse desde en los inicios de la Historia, donde las élites sociales siempre gozaron de unos privilegios que negaban a los demás.
En la “Sala de Sobas” se satisfacía parte de este morbo, pero como ya he dicho en otros relatos, en contraposición a los tiempos que corren, el inicio al sexo se va produciendo cada vez más temprano y aunque las niñas que llevan a esa Sala sigan manteniéndose vírgenes todavía, porque sus padres no desean que sean penetradas por el momento, la mayoría de ellas ha sido sobadas en anteriores ocasiones y han visto miembros masculinos tanto en casa como en el Club y hasta se han iniciado en los orales y la masturbación en las distintas reuniones que se han ido celebrando, así como en su propia casa, con sus padres, hermanos o cualquier familiar que pueda acceder a ellas.
Se han convertido, quizás más que nunca, en un codiciado objeto de deseo, siendo como siempre las más buscadas y deseadas. Por ese motivo, cada madre o familia nueva que viene cumpliendo estas condiciones, causa una gran expectación en esas fiestas especiales de iniciación que se celebran en su honor, tal como fue el caso de la última fiesta a la que acudí, en la que había una nueva familia con tres hijos y dos madres solteras con dos niñas.
Al principio, como siempre, aparecen cohibidas, por lo que se intenta darles la máxima confianza sin forzarlas a nada, hablando con ellas para que pierdan esos miedos y la vergüenza, porque al contrario que en las otras salas y en tiempos atrás, en las que los hombres iban a buscarlas directamente a través de sus madres, ahora se las suele dejar a ellas la iniciativa para que vayan conociendo gente según gusten y se vayan animando a hacer las cosas por su cuenta, porque se sientan atraídas y les guste, lo que cierta forma, suponía otro tipo de morbo en el que esos hombres tenían que tener más paciencia para poder abordarlas, lo que a su vez, les daba más valor a esas niñas, el que en realidad tenían ahora en estos tiempos tan restrictivos para acceder a ese tipo de placer.
Esa sala suele estar siempre llena de hombres y mujeres esperando la oportunidad de tener contacto con esas crías y críos que son el auténtico futuro del Club y quienes siempre le han dado su razón de ser, por lo que una amiga, ya veterana en el Club, y yo nos pusimos a hablar con una de las madres que venía por primera vez, preguntándole por su hija:
—¿Cómo te decidiste a traerla?
—Porque los hombres que subo a casa, siempre se quedan mirándola y tenía miedo de que alguno empezara a meterse con ella en algún descuido mío y no se lo hiciera como es debido a su edad, y también para que pueda tener una bonita sexualidad en el futuro. Como ya tenía referencias de este lugar, decidí que este era el mejor sitio para que se iniciara.
—Pues tienes razón. Aquí la tratarán con mucho cuidado y mimo. Además tú podrás presenciarlo todo, para que esa indicación se desarrolle a tu gusto.
—Sí, lo sé, por eso me dio confianza venir aquí. Ya tiene 12 años y no quería esperar más, porque ya empezaba a tener curiosidad por los hombres que venían a casa para meterse en la cama conmigo y era lógico que a ella le entrasen las ganas también. Además, enseguida va a empezar con los novios y ahora está en la edad ideal para iniciarse de la mejor forma posible.
Otra de las madres, que estaba acompañada de su hija, nos dijo:
—La mía tiene ahora 11 y también me pasaba como a ti, y como tenía una amiga que ya había venido con las suyas aquí, me dijo que lo mejor que podía hacer era traerla a este Club para que la niña aprendiera todo lo que tenía que hacer en el sexo y se fuera acostumbrando a ver de todo.
—Es que a estas edades se ponen preciosas y los hombres se las comen con los ojos. Ya te habrás fijado en como las miran….
—Sí, claro, como en la calle, que si me descuido, se las comen literalmente, jaja, pero ya sé que aquí la gente es muy correcta y educada y primero observan con quien pueden ir, porque no quieren molestar.
—Así es, aquí puedes tener una confianza total en toda la gente con la que te relaciones.
Luego me dirigí a las niñas, que miraban sin perderse detalle de nada, para preguntarles su nombre:
—¿Cómo os llamáis? Nunca habías visto estas vergotas tan grandes, ¿no?
—No, nunca. Yo me llamo Elisa, —nos dijo la más pequeña—, y yo Aroa —siguió la mayor.
Elisa tenía esa cara de pilla y de inocente a la vez, que muchas niñas tienen a esa edad, así que empecé a provocarla:
—¿Elisa, te animas a agarrar alguna? ¿Cuál te gusta?
Esa cría con 11 años, señaló tímidamente a un señor de unos 40 años, que estaba sentado en un sofá enfrente de nosotras y que se acariciaba su miembro todo tieso mientras nos miraba, por lo que le hicimos una seña para que se acercara, sentándose seguidamente a nuestro lado.
Elisa lo miraba un poco asustada y recelosa, pero en sus ojos ya se notaba ese deseo de tener por primera vez la polla de un hombre en sus manos y sólo hacía falta animarla un poco para que se decidiera, por lo que mi amiga le tomó la mano y la llevó a donde ella tanto estaba deseando, exclamando la cría:
—Está dura y caliente —agarrándola con fuerza.
—Claro, son divinas y las mujeres disfrutamos mucho con ellas. Mira, ves cómo se descubre esa cabecita tan bonita, que está tan brillante. ¿Te apetece chuparla un poco?
—Sí.
—Pues hazlo sin miedo. Este señor no te va a decir nada. Está aquí para que juegues con ella todo lo que tú quieras. Mira, este otro señor, al verte, ya está viniendo también para lo mismo —sentándose también al otro lado de la niña.
Por lo que yo le dije a Elisa:
—Coge una con cada mano y así juegas con las dos.
Aroa también miraba con curiosidad, alargando la mano para tocar eso que era tan nuevo para ellas.
La niña más pequeña parecía más decidida y había perdido todo el miedo y la vergüenza, disfrutando con lo que hacía, sonriendo satisfecha con picardía a su madre que la miraba complacida. Chupaba alternativamente una y otra polla, divirtiéndole que estuviéramos pendientes de ella mirándola.
Mientras tanto, los dos hombres también la acariciaban a ella, empezando a excitarse la cría con sus manoseos, dejándose llevar por la situación, hasta que ellos la tumbaron en el sofá y se pusieron a lamerle la vagina en una situación nueva para ella, que la hizo empezar a gemir cada vez más fuerte camino de su primer orgasmo.
Las lamidas en la vagina de la niña, con las lenguas de esos hombres entrando en la estrecha vagina de Elisa, la habían dilatado lo necesario para que ofreciera un apetecible aspecto, mucho más abierta que cuando empezaron a comérsela, por lo que uno de los hombres pidió permiso a su madre para penetrarla.
Ante esta petición, ella dudó por un momento, temerosa por el tamaño del miembro que tenía ante sus ojos, pero su hija, viendo como a su lado, otra cría como ella estaba siendo penetrada, le pidió a su madre que se lo permitiera, accediendo finalmente, no sin antes advertirle:
—De acuerdo, pero por favor, con cuidado. Ya ve que lo tiene cerradito todavía para esa polla tan grande.
—No se preocupe, señora. Ya se la he metido a muchas como su hija y sé cómo hacerlo.
Ese hombre, efectivamente, sabía lo que se hacía, y empezó pasando su miembro por la rajita de la cría, abriéndosela cada vez más y aumentando el deseo de ella porque se la metiera dentro, tranquilizando a su madre:
—Hasta que no me lo pida ella, no se la voy a meter. Primero la voy a matar de deseo, jaja.
Así fue como la polla de ese hombre pasaba una y otra vez con suavidad por el clítoris de Elisa, que empezaba a sobresalir palpitante, sorprendiendo a su propia madre.
—¡Buufff! Menudo clítoris que tiene mi hija, si hasta parece una pollita pequeñita.
—Claro, solo es cuestión de estimularla adecuadamente —le dijo él, muy seguro de lao que se hacía.
El otro hombre que se había acercado, miraba entusiasmado la escena, por l oque pidió permiso a la madre para mamarle un poco el coño a la cría, y como aceptó, se puso a lamer el protuberante clítoris de esa preciosidad, mientras el otro seguía pasándole la polla queriendo entrar en su coño, pero sin empujar demasiado, lamiendo igualmente el otro hombre la polla que pasaba una y otra vez por la vagina de Elisa.
Lo que estábamos viendo era de lo más excitante que se podía ver allí. La iniciación de una pequeña cría por esos expertos hombres que la estaban llevando al séptimo cielo, aprovechando el que la lamía el clítoris para empezar a mamar directamente la polla del otro hombre que estaba llena de los jugos vaginales que iba soltando ella, aumentando todavía más su excitación, por lo que le tuvo que decir:
—No me la comas tanto, que me vas a hacer correrme antes de tiempo, jaja.
Se notaba que el otro hombre estaba disfrutando de esa polla en su boca, dando la impresión de que se olvidaban por momentos de la cría, pero enseguida volvieron a ella, que había estado mirado con curiosidad como se mamaban la polla, continuando en su escalada de excitación.
Ante lo que estábamos viendo, tanto la madre de Elisa como nosotras, no pudimos evitar empezar a tocarnos el coño para intentar calmarnos un poco la picazón que empezábamos a sentir, pero aumentábamos cada vez más el ritmo de nuestra masturbación vouyerista.
Elisa se retorcía de placer, con movimientos espasmódicos que parecían pequeños orgasmos, mientras esos dos hombres estimulaban su coño, que parecía ya más abierto que nunca como por arte de magia, ofreciéndonos ese aspecto rojizo en su interior, completamente lubricado, por lo que finalmente, tal como nos había dicho ese hombre, la propia Elisa empezó a decir:
—Métemela ya toda, que me está entrando un poco y me da mucho gusto.
Ese hombre se rio satisfecho y empezó una suave penetración en el abierto coño de esa cría, que gemía más fuerte según iba entrando esa polla adulta en su dilatado coño de niña, pareciendo por momentos que la dejaba casi sin respiración, teniéndola que tranquilizar su madre:
—Ya cariño, ya va entrando, relájate y disfruta, que te vas a correr de placer.
Poco a poco, el grueso pene fue entrando en la vagina virgen de la nena, que hacía lo posible por aguantar las primeras muestras de dolor al entrar entera hasta el fondo de su pequeño coño, convertido a partir de este momento en el de una mujer dispuesta a dar placer al hombre que estaba sobre ella.
Estaba siendo ayudada por su madre, que la animaba a aguantar un poco, el dolor, porque luego vendría una mayor placer, como así lo pudo empezar a comprobar la cría, al soltar los primeros gemidos de placer de su boca, que era besada por el otro hombre, jugando con su lengua, mientras las acometidas viriles se hacían más rápidas y profundas, hasta que la follada se intensificó para hacerla llegar a su primer gran orgasmo entre sus gritos finales de satisfacción total con los restos de semen derramándose entre sus piernas y su pubis, cubierto por un fino vello, que tan bonitas hace las vaginas a esas edades.
La madre abrazó a su hija, que después de llenarla de besos, le preguntó:
—¿Te ha gustado, cariño?
—Sí, mucho, es mejor que lo que me contaron unas chicas mayores que ya lo habían hecho con chicos.
—¡Ah! ¿Sí? ¿De tu Colegio?
—Del curso de las mayores. Nos preguntaron si habíamos empezado a joder ya. Que había unos chicos que querían hacerlo conmigo, pero les dije que no, que era pequeña todavía.
—Bien dicho. Esos chicos se hubieran corrido muy pronto contigo y no te hubieran dado ni gusto.
—Ya, pero ellas se rieron y me dijeron que si estaba esperando a que me la metiera mi padre, pero yo les dije que no tenía padre..
—Que sinvergüenzas la chicas esas. Te dirían eso porque a ellas sí que se la metería el suyo y por eso andan de putas y de alcahuetas por el Colegio.
Aroa, al ver cómo había disfrutado Elisa, también quería, pero no se atrevía a decirlo, por lo que su madre, que la conocía bien, le dijo:
—A ti también te apetece, ¿no?
—Sí —contestó la cría.
Entonces, enseguida se adelantó el otro hombre, que no había follado a Elisa:
—Yo sigo aquí dispuesto, cariño, que todavía no me he vaciado.
—¡Anda!, no seas tan tímida, Aroa, ponte con él —le dijo su madre, decidida a que sus dos hijas perdieran la virginidad en el Club.
Aroa se acercó a ese hombre llevando su mano a su polla, todavía erecta, empezando a masajearla, pajeándola ligeramente, mientras él la miraba dejándola hacer y acariciando sus pequeños pechos coronados por unos pezones en punta que llamaban a ser lamidos.
El coño de Aroa empezó rápidamente a lubricarse más de lo que ya estaba, propiciado también por todo lo que había estado viendo, lo que detectó rápidamente ese hombre para empezar a hacerle una buena comida de coño que la dejaría dispuesta para la penetración
Esta nueva familia que estaba disfrutando de la fiesta de bienvenida, veía como sus dos hijas ya estaban con otros dos miembros del club, colaborando en su Iniciación, mientras el padre les miraba con un poco de recelo, reprochándole su mujer que en casa le hubiera pillado varias veces sobando las tetas de la mayor, que ya con 14 años, tenían un buen tamaño y su padre no había aguantado la tentación de acariciarlas, diciéndonos luego ella a nosotras:
—Mi marido se volvía loco con las niñas al ir creciendo, y sobre todo a la mayor no la dejaba en paz, por lo que yo tenía miedo de que en cualquier momento se encamara con ella, y con la pequeña llevaba el mismo camino, que mírala ahora como está disfrutando con lo que le están haciendo.
—¿Y con el chico que tal?
—El pobre con 12 años que tiene no me ha visto nunca desnuda, pero bien que me mira las piernas intentando ver algo.
—¿Y por qué eres tan mala con él?
—Porque me educaron así y en estas cosas siempre fui muy pudorosa, pero al ver al golfo de mi marido como se aprovechaba de las niñas, unos amigos nos convencieron de que lo mejor era hacernos socios de este Club, y ya me veis ahora aquí, haciendo algo que nunca me hubiera imaginado.
Nosotras nos fuimos junto al chico, que permanecía acobardado al lado de su madre, y le preguntamos:
—¿Ya les has visto el coño a alguna señora aquí?
—No, sólo he visto el de mis hermanas.
—Pero te parecerán más bonitos los que son como el de tu madre, ¿no?
—Supongo, pero no se lo he visto.
Mi amiga, muy decidida, se puso con las piernas abiertas delante del chico, mostrándole su coño abierto:
—Mira, ¿qué te parece? Tócalo, si quieres.
El chico, con los ojos muy abiertos, miraba ensimismado la vagina abierta de mi amiga, perfectamente visible, por tener el vello púbico arreglado, poniendo sus dedos sobre él, para acariciarlo tímidamente, pero luego se los introdujo dentro, al animarle mi amiga a hacerlo, notándose en la cara del chico como estaba disfrutando ante el regalo que se le ofrecía.
—¿Quieres probar como sabe?
El chico dudó, mirando a su madre, pero enseguida acerco su boca a la mojada vagina que tenía delante y pasó su lengua por ella, saboreando cada pliegue de su piel, introduciendo cada vez más la lengua en su interior, llenándose la boca de los jugos que iba soltando la vagina excitada.
Su pene ya estaba completamente erecto, ofreciendo tan apetecible aspecto que yo me lo metí en la boca, sorprendiendo nuevamente al chaval.
Su madre le miraba complacida, fijándose con curiosidad en su cara, hasta que le preguntó si le gustaba, pero era evidente que le daba gusto, respondiendo afirmativamente. Sus hermanas también miraban interesadas la escena, haciéndoles gracia lo que veían, diciéndole a su hermano que se la metiera a mi amiga, que también se lo pidió, por lo que él se puso encima de ella para poder follar por primera vez a una mujer, metiendo y sacando su polla varis veces sin parar, hasta llegar a correrse varias veces en su coño.
Parecía que a su madre le estaba gustando que su hijo estuviera teniendo esas experiencias y estaba disfrutando con su goce, alegrándose de que se lo estuviera pasando tan bien, sintiendo solamente que ella no se lo hubiera podido dar primero y hubieran tenido que venir a este Club para hacerlo.
Uno de los hombres que había estado con sus hermanas, nos escuchó hablar y nos comentó que sus hijas era mayores ya y que el único sitio donde podía disfrutar de algo así era ese Club también.
Mientras tanto, el hombre que había iniciado a la nena de la madre soltera, intentaba convencerla para ir a vivir con ellas y hacerse cargo de todos los gastos, ya que él estaba separado y llevaba tiempo buscando formar una familia así, y aunque fuera una buena proposición, la mamá no estaba muy segura de aceptarlo, aunque su hija estuviera encantada con la idea, pero ella siguió preguntándole, no muy convencida:
—Tú quieres vivir con nosotras para follar a la cría y tenerla a tu disposición.
—Os atendería a las dos igual. Yo dormiría contigo y la nena podría venir con nosotros cuando quisiera o la dejáramos.
—Pero tengo miedo de que al final acabe como le pasó a una amiga mía, que el hombre que metió en casa estaba más en la habitación de la niña que en la de ella.
—Sí, ya sé que a veces pasa eso, pero si sólo quisiera follar a tu hija, para eso ya vengo aquí. Lo que yo quiero es tener una familia abierta, incestuosa, al margen de la sociedad que no lo permite.
—Abierta también a otras personas, ¿quieres decir?
—Claro, cuando tienes una familia así, tienes más posibilidades de conocer otras familias, aumentando el morbo entre nosotros. Incluso a ti, te podría venir muy bien eso, porque podrías follar con otros hombres, también y meterte en el vicio de los críos, si surgiera o te apeteciera.
Parecía que a ella empezaba a convencerla esa proposición, y le dijo:
—Bueno, podemos intentarlo una temporada para ver si funciona.
Su hija exclamó un sí contundente, contenta de alegría de poder tener un papá en casa, como sus demás amigas.
Así que en el futuro, el Club seguirá ofreciendo los mismos servicios de disfrute, lugar soñado para cumplir todas las fantasías sexuales, espacio para establecer contactos, hacer amistades, intercambiar experiencias y evadirse de la aburrida, controlada y gris sociedad que nos espera en ese futuro cada vez más cercano, sobre todo para los de siempre, porque algunos siempre se las arreglan para pasarlo bien, da igual cómo sea la situación..
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