El Gigoló familiar – Inicio
La historia de como me convertí en el gigoló para desvirgar a niñas de una comunidad..
Los primeros días.
Mi nombre es Julian, justo ahora tengo una edad madura y vivo feliz siendo el patriarca de una enorme familia que me quiere y me honra día con día. La única diferencia es que vivo con mis «esposas», las cuales me mantienen y cuidan a diario, 4 mujeres cuidando de un anciano, no podría esperar menos de las mejores amantes que pude haber deseado, cada día me maravilla la suerte que tengo. Obviamente no siempre fue así, la historia de como llegué aquí es la siguiente:
Yo tenía 24 años en aquella época y trabajaba como mesero en un restaurante de lujo para ganarme la vida, no ganaba mucho, pero el sueldo ayudaba mucho para pagar el alquiler de mi pequeño departamento junto con los servicios y comida, ya las propinas ayudaban para darme algún gusto. Vivía lejos de mi familia en mi pueblo natal porque ellos no quieren saber de mi, ya que una noche a mis 20 años encontraron a mi pequeña prima de 12 engullendo mi pene en mi habitación, obviamente la molestia fue conmigo por ser el mayor, y mi prima confesó todo, incluso contó la noche de su cumpleaños cuando la llevé al campo y junto a un arbol tomé su virginidad tapando su boca para que sus casi infantiles gemidos no fueran escuchados por la familia. Me repudiaron todos y me sacaron de casa, aunque entre la ropa que pude llevarme logré robar unas bragas blancas de mi prima que aun atesoro siempre. Me mudé a una ciudad mas grande donde conseguí un lugar pequeño para vivir y un trabajo, siempre extrañando a mi amante, recordando el calor de su boca sobre mi pene, la humedad de su infantil vagina y el como apretaba tan delicioso cada que lo hacíamos a escondidas cuando podíamos y la libertad de venirme donde yo quisiera, siempre prefiriendo la boca pues la vista era perfecta, lo recordaba todo cada noche cuando me tocaba oliendo aquellas bragas, recordandome mi enorme gusto por las niñas de esa edad.
Como llegué a convertirme en gigoló? Un día normal en el trabajo me encontraba limpiando una mesa que recién se había ido, y cuando voltee a ver a la entrada vi llegar a mi clienta favorita, la señora Amalia, una cuarentona divorciada de grandes senos, muy amigable la señora siempre dejando buenas propinas, podría decirse que una dama de sociedad, con la única diferencia que compartía el mismo gusto que yo. Como lo supo? Solo diré que llevamos casi un año de ser «amantes», y una noche en el motel mientras me quitaba la chaqueta encontró las bragas de mi prima en el bolsillo interior, por idiota no las había sacado de ahí, y por un momento pensé que llamaría a la policía, pero…
Huele -me dijo al momento que las pegaba en mi nariz y masturbaba mi pene con mayor firmeza-. Tu también tienes ese gusto?
Yo solo asentí en silencio y ella me dio la mejor mamada que pude tener en la vida, me encendió tanto que esa noche sus gritos sonaban en el motel. Y desde ahí, la relación mejoró, me dejaba mayor propina y a veces pequeños regalos.
En fin, ese día había llegado mi querida señora y no venía sola, la acompañaba su pequeña hija Ana, podía notarse el parecido con su madre, con el cabello negro suelto bien peinado, delgada, aun sin senos a sus 11 pero se compensaba con sus redondas nalgas que siempre resaltaban en sus pantalones, mis instintos me hacían desear a esa niña con todo mi ser. Me apresuré a dejar los platos de la mesa anterior e ir a recibir a mis clientas.
Señora Amalia, bienvenida de nuevo, la guiaré a su mesa.- La señora solamente me sonreía y seguía a su mesa donde acomodé la silla para ella y su hija, no sin antes aprovechar a saborear con la mente esos enormes senos que tanto me encantaban.- Que será el día de hoy? Lo de siempre?
Ya nos conoces a la perfección, Julian, será lo de siempre, pero en esta ocasión agrega una copa de vino tinto, por favor.- Me decía con su tono de voz ya un poco mas en confianza que la primera vez, no era común que bebiera cuando venía, algo pasaba.
Anoté la orden y fui a dejarla a cocina para que fuera preparada exactamente como la habían ordenado, de ahí fui al bar a solicitar la copa de vino la cual llevé a la señora junto con una limonada para la pequeña Ana, cuando volví a la mesa la niña no estaba, quizá se había ido a lavar las manos antes de comer, dejé las bebidas pero la señora me detuvo.
Julian, tenemos que hablar, es importante, sales a la misma hora de siempre? – Su tono de voz era serio, y claro, había dicho las palabras que a toda persona en cualquier tipo de relación harían temblar. Le asentí como si hubiera pedido algo y ella solo respondió.- Llevaré a Ana al cine con unas amigas suyas a las 9, te veré ahí cuando acabe tu turno.
Estaba entre nervioso y asustado, eran dos opciones, o había encontrado a alguien, o nuestros gustos compartidos le habían traído remordimiento y no lo soportaba mas. El resto del servicio con la señora fue de lo mas normal, alternaba entre ella y otras mesas, como si no fuese nada especial aquel día. Cuando la señora se fue, fui a limpiar la mesa encontrando la generosa propina y una servilleta marcada con un beso de lápiz labial, un bello detalle de su parte siempre que venía desde que nos volvimos mas cercanos.
Terminé mi turno y salí del restaurante directo hacia el cine donde efectivamente ahí estaban las dos junto con un par de niñas, sus amigas, Amalia se despidió de Ana y las niñas entraron alegres a ver su película, cuando se perdieron de vista yo me acerqué a ella y la tomé de la cintura por detrás pegando mi cuerpo al suyo.
Sucede algo malo?-Le susurraba al oído, podía sentir como su cuerpo se estremecía con mi voz, si movía bien mis cartas, lo haríamos en un motel para que después fuera por su hija.-
Tenemos que hablar, es algo importante .- Se volvió hacia mi y me miró a los ojos, si pensabamos lo mismo pero tenía que decirlo.- En privado
Fuimos hacia su auto donde subimos y ahí pudimos hablar tranquilamente donde ella se confesó ante mi.
Hoy en la mañana, escuché a Ana masturbarse en su cama, oía sus pequeños gemidos desde afuera.- Se mordió el labio al decirlo y me miró a los ojos.- Me mojé como no tienes idea, mi niña ya está creciendo y me gusta. Quiero que pierda su virginidad, pero no con uno de los torpes niños de su escuela, quiero que un hombre la tenga, quiero verlo… Julian, lo harías?
Esa pregunta me tomó por sorpresa, nunca lo habría esperado, es como si hubiera leído mis pensamientos cada que veo a su hija pasearse por el restaurante, pero y si era una trampa? No estaba nada seguro.
No lo sé Amalia, es tu hija -En realidad no estaba tan seguro, si quería hacerlo, pero no lo quería perder todo.-
Julian, te lo pido, mi niña crece, la deseo tanto como tu a ella -Me descubrió, lo sabe y ella también lo quiere.- Quiero ver como la haces mujer, concedeme esa fantasía, te pagaré si quieres.
Si que estaba desesperada la pobre mujer, y tanto como para ofrecerme dinero por desatar mi mas oscuro y preciado gusto, como podría negarme a eso, y mas con ella cerca. Aun si fuese una trampa creo que valdría la pena el riesgo.
Mi día libre es el domingo, de la paga hablaremos luego -Me había convencido aunque podría sacar algo extra si esa mujer estaba a mis pies- Crees poder darme un adelanto?
Amalia encendió el auto y fuimos a un callejón donde ella se volteó hacia mi y comenzó a acariciar mi pene por sobre la ropa mientras besaba mi cuello, yo solo me dejaba convencer mientras me susurraba al oído lo mucho que quería ver a su hija convertirse en mujer, quiere tocarla, oír sus gemidos, y yo ya imaginaba toda la situación y me ponía duro al pensarlo. Todo mejoró cuando ella sacó mi pene del pantalón y me masturbaba lentamente con el, sacó una tela rosada de su bolso, una braga de su hijita, rodeó mi pene con ella y siguió masturbandome con ella haciendome imaginar el calor de la vagina de su niña, no pude aguantar mas y me vine a chorros sobre su mano. Ella me limpió con la braga de su hija y lamió la leche directamente de la braga de su hija mientras me miraba a los ojos. Me convenció.
Me anotó en un papel la dirección de su casa y me citó a las 3 de la tarde el domingo, tuvo la amabilidad de llevarme a mi casa y volver por su hija.
La semana pasó lenta después de eso, pero cuando por fin llegó el domingo yo desperté ciertamente emocionado, desayuné, tomé un baño y me preparé para tomar transporte a casa de Amalia. Llegué 10 minutos antes de lo acordado, vivían en una casa de lujo para la época, y siendo solamente una madre y su hija. Toqué a la puerta y al poco rato me abrió Amalia, radiante y sonriente con una bata de seda negra, me recibió con un gran beso en los labios y me guió dentro, cerró la puerta con seguro y me guió a la sala ofreciendome algo de beber mientras Ana estaba lista. Me senté en un sillón individual y esperé hasta que ella regresó.
Mientras tu clienta espera, yo te voy a atender con gusto. – Se abrió la bata mostrandome un conjunto de lencería negra de encaje, con una tanga ceñida a su figura y el brasier acorde a su talla de senos, se sentó sobre mi y comenzó a besarme con pasión mientras mis manos iban directas a acariciar su trasero y mi lengua jugueteando con la suya, con la niña o no, esto ya era un premio. Me besaba el cuello y acariciaba el pecho lentamente.
Al poco rato unos pasos se escucharon entrar en la pequeña sala.
Mamá… Estoy lista -Se escuchaba la leve pero gentil voz de Ana parada tímidamente en el umbral viendo como su madre besaba y era tocada por un hombre, vestida con un bello vestidito blanco y una colita de caballo recogiendo su cabello-
Y también está listo tu hombre, bebé -Le sonrió a su hija y se levantó de mi y yo detrás de ella, me tomó de la mano y yo me acerqué a Ana, me incliné y dulcemente besé sus labios, tomé su manita y ambas me guiaron arriba a la habitación de su madre.-
Al llegar ahí su madre se acercó a quitarme la camisa que llevaba puesta y yo bajé mi pantalón dejandome solo en ropa interior que estaba por explotar debido a mi excitación. Yo me acerqué a Ana asegurandole que tendré cuidado con ella, abrí el cierre de su vestido, moví los tirantes y lo dejé caer al piso lentamente, solo tenía una pequeña braga rosa, la reconocí de inmediato, la misma de ese día en el auto de su madre. Me senté en el borde de la cama y la hice sentarse en mis piernas, acaricié su plano pecho en desarrollo pasando un dedo en sus diminutos pezones, detecté un jadeo, la hice besarme en los labios metiendo mi lengua a su boca, podía sentir la suya intentando seguir el paso de la mía, su madre veía todo justo a un lado mientras se acariciaba sus enormes senos. Durante aquel beso tomé uno de esos pequeños pezones entre mis dedos y lo apreté ligeramente, ella ahogó un gemido en mi boca y yo llevé mi mano a su vagina, se había mojado.
Hice que su madre se sentara a un lado mio y terminé nuestro beso para acercar el rostro de Ana al de la mayor, quien la besó con amor en sus labios de la misma manera que yo y acariciaba sus redondas nalgas que yo tanto deseaba, vi a la madre tocar a su hija con el mismo deseo con el que yo tocaba a mi prima. Amalia se quitó su brasier y llevó a su hija a chupar de sus senos como una bebé, yo por mi parte no soportaba mas esa vista, me deshice de mi ropa interior dejando mi pene al aire tan duro como una piedra, comencé a masturbarme acariciando las nalguitas de la niña que aun mamaba del seno de su madre quien al verme detuvo a su hija y la bajó de mi, la puso de rodillas y la acercó a mi pene el cual lamió con timidez y después como pudo lo metió a su boca, ese calor me trajo bastantes recuerdos del pasado, posé una mano sobre su cabeza haciendo que chupe mas, acerqué a su madre hacia mi y la besé con enorme pasión que ella respondió mientras su hija tenía leves arcadas por mi pene.
Lubricala para mi -Le dije a su madre quien se levantó de la cama mientras yo ayudaba a su hija a sacarse mi pene de la boca, ya de pie los tres yo le quité a Ana su braga y la senté en la cama abriendo sus piernas, puse de rodillas a su madre quien de inmediato empezó a lamer su vagina con deseo, yo me deleitaba con los gemidos de la niña los cuales acallé un poco metiendo mi pene en su boca y haciendola chupar un poco mas rapido tomando su colita de caballo, muy apenas podía acallar los gemidos de la niña y su madre no ayudaba con sus sonidos sorbiendo los jugos de su pequeña hija.-
Ya quería hacerlo, así que di la orden a su madre de que la recostara en la cama, lo cual hizo y me miró mientras lentamente yo metía mi pene en la vagina de su hija con el cuidado de no lastimarla, poco a poco lo metía en ella escuchando sus jadeos hasta que sentí el himen, lo rompí y ella hizo un gemido de dolor, a lo que su madre besó sus labios para calmarla un poco y yo me detuve, la tenía bien abierta pues la diferencia de tamaños se podía notar.
Reanudé mi labor al poco rato y comencé a penetrar a Ana lentamente escuchando sus gemidos y veía como su madre se masturbaba viendo como su hija era desvirgada por un hombre y lo disfrutaba, los gemidos de las dos sonaban por la habitación, y la madre rogaba tambien por un poco, y yo la complací, dejé descansar un momento a Ana y fui por la madre, a la que penetré con fuerza conmigo sobre ella, no podía contener sus gemidos de placer, casi gritaba mientras yo levantaba a Ana y la hacía besarme mientras acariciaba sus nalgas, me encantaban, y el grito de su madre al venirse fue sonoro, jadeaba y respiraba rapidamente.
Salí de ella dispuesto a darle su primer orgasmo a Ana, la recosté boca abajo y me coloqué sobre ella metiendo mi pene de nuevo en ella y volví a bombear ahora con la misma velocidad que con su madre. No duró mucho por el placer que sentía.
Mamá, siento lo mismo que la mañana… -Decía entre gemidos, se iba a venir.-
Hazlo bebé, para nosotros -Su madre le acariciaba la cabeza mientras veía a su hija gemir de placer.-
Sus gemidos aumentaron y al poco rato se vino en un grito lleno de placer, yo pude sentir como sus fluidos corrian dentro y calentaban aun mas mi pene, cayó rendida en la cama y yo salí de ella, me puse al frente y las miré.
Vengan por su leche las dos -Les dije mientras me masturbaba y Amalia llevó a Ana de rodillas frente a mi donde las dos abrieron las bocas y sacaron las lenguas en señal de pedir, no lo pude aguantar mas y me vine en las bocas y rostros de las dos dejandolas cubiertas de mi leche.-
Me senté en la cama cansado mientras Amalia lamia la leche del rostro de su hija y la besaba, ambas bebiendo de mi, Ana dijo que estaba cansada, así que se recostó en la cama de su madre y cerró los ojos, yo me quedé a solas con Amalia quien me sonrió complacida y agradeció por el mejor sexo de su vida, me invitó a quedarme a dormir pero dije que tenía que ir a trabajar temprano, me pagó 5000 dolares y me despedí de ella.
Salí de su casa y ya no me sentía como un simple mesero, sino como un gigoló de menores, y me encantaba. Así comencé…
Si llegaste hasta acá, muchas gracias por leer, si quieres que continue la historia hazmelo saber en los comentarios.
Woowww!
Excelente relato! No nos hagas esperar tanto con la continuación!
si sigue comentando … 🙂 😉 🙂 😉
Me ha gustado. promete ser una buena saga de relatos.
buenísimo relato!! ya quiero más 😀
Tremenda corrida me di estuvo muy bueno el relato espero que sigas contando cosas ricas como esta
como me gustaria ser igual a ti con esa misma suerte te felicito.
escribe pronto otra istoria
Creo que todos queremos saber como se convirtió en gigolo, sigue contando por favor