El gordo y fuerte señor dueño de un Border Collie 2
No importa quién fue mi padre, lo importante es quién recuerdo yo quien fuese.
La tenue luz que emitía la lámpara de la mesita de noche de mi dormitorio no impidió que observara, con total claridad, la cantidad de semen que había desparramado por mi torso, la sábana y el colchón. A pesar de que había sido glorioso, mi pene se mantenía duro y decidí, barajando algunas posibles fantasías acerca de el señor propietario de Leko, volver a pajearme.
Estaba tan ensimismado en mis conjeturas para que mi imaginación funcionara sexualmente que había perdido por completo la noción del tiempo. Miré mi Apple Watch y comprobé sorprendido que ya eran las tres y diez de la mañana. Decidí que en esta fantasía el señor propietario de Leko sería mi padre. Un padre serio y trabajador de su familia, fiel a su mujer. Me interesaba que tuviera bastante dificultad para expresar y dar afecto a los demás debido a una “recta” educación recibida. Empezaba así:
…(Sentado en una silla de la gran mesa de la cocina, con mi cabeza recostada de lado sobre mis brazos en la misma, miro a través de la ventana principal que da a la colina desierta la puesta de sol con una nostalgia que mi mente no logra concretar. Anochece, o tal vez no. Mi madre está terminando de preparar un puré de patatas, que es el plato preferido de mi padre, al cual esperamos para cenar. Está vestida con una falda de vuelvo en color verde oliva que le llega por los gemelos, con unos zapatos de tacón medio blancos y una blusa beige tipo corsé de cuello que destaca mucho sus pechos. Con su pelo rubio marcado con raya a un lado y esa ropa parece salida de una película de Douglas Sirk. “Ayúdame con los cubiertos cariño” me dice acercándose en lo que mi padre grita “HOLA!” cerrando la puerta de entrada del piso de un portazo.
La mesa está ya puesta cuando mi padre entra en la cocina vestido con un pantalón gris con cinturón negro de hebilla plateada y una camisa a cuadros azul celeste de manga corta. Los zapatos son trenzados negros de cordones con tacón bajo. La ropa le queda muy apretada y marca la forma de su voluminoso cuerpo. “Me ducho en cinco minutos” comenta mi padre y mi madre asiente con un golpe de cabeza y apaga la vitrocerámica de cinco círculos Siemens y mi padre sale hacia el cuarto de baño y observo mientras se va que lleva las gafas mucho más caídas de lo normal y que, tanto su bulto, como su culo, como sus tetas, como su barrigón, son extremos de su anatomía que parecen que van a reventar su ropa de lo protuberantes que son. En términos estrictamente personales mi padre para mi es un ídolo casi inaccesible, pero su personalidad flemática y sobre todo su impresionante físico, me ha atraído hacia él con tanta potencia que creo que estoy enamorado.
Sentados ya cenando mi padre me interroga acerca de mis deberes. “Están hechos ya papá” le contesto y veo su saliente teta algo velluda con un pezón grande y rosado a través de la camisa medio desabotonada de su pijama y mi madre se levanta a recoger y servir el segundo plato y el hecho de que mi madre tenga buen tipo contrasta tremendamente con el enorme cuerpo de mi padre y me fijo en la piel de la zona de la barba de mi padre que se afeita a diario. Está curtida por las pasadas de hojillas y el torso le conecta con la cabeza casi directamente porque el cuello es tan grueso que casi no tiene, y observo admirado la forma musculosa y redonda de su antebrazo porque me llama la atención que el pijama le estreche mucho ahí, al igual que en la barriga, los muslos y los gemelos.
También reparo en sus gruesas manos, y en sus gordos pero bien formados dedos con las uñas cortadas al rente. Aunque esté recién duchado y emita un ligero aroma del gel de baño que utiliza, tiene un olor característico que puedes percibir si te encuentras a menos de un metro y medio de su cuerpo. No sé cuál es la edad de plenitud en los hombres pero mi padre rebosa bonanza por los cuatro costados. Es hermosamente viril y parece que va a reventar de lo fornido que está. Sin duda lo más atrayente de él es que no tiene ningún atisbo de que es sexualmente erótico para los demás. Su verdadera masculinidad se lo impide. Cuando se pone en frente de un espejo es: o porque se afeita, o porque se peina la raya a un lado…Ejem!…
La macedonia de frutas que comemos de postre consta de: pera, manzana, uva, naranja, kiwi y melocotón y mi madre la acompaña con una gran bola de helado de nata a modo de coronación del bol. Es una gran “Ama de casa” aunque no hasta el punto de la autosuficiencia. Si ella no se parece en nada anatómicamente a mi padre, en el carácter sí son similares. Son serios y reservados de una manera sensata y, aunque mi padre es el “Amo”, ella no es precisamente lo que se entiende por una mujer“sumisa”, eso si, sin llegar a cuestionar la firmeza del señor de la casa.
Una vez terminada la cena entre mi padre y yo recogemos la mesa y fumando un cigarrillo More mi madre nos observa de manera despreocupada sentada y con las piernas cruzadas. “Hora de cepillarse los dientes” me dice mi padre y en ese momento le da una palmada paternalista a mi culo y yo le lanzo una mirada condescendiente y pongo los ojos en blanco.
Estoy en el cuarto de baño delante del espejo enjuagándome la boca cuando veo entrar a mi padre que va directamente hacia el inodoro y se pone a orinar. Me fijo como apunta al orinal agarrándose la gruesa polla con su mano mientras los huevos le cuelgan por la abertura del pantalón del pijama. Son grandes y se pueden distinguir perfectamente como dos canicas en el fondo de su forro que parece vacío. Ya no me quedan restos de pasta gentrífica pero vuelvo a beber del vasito y realizo otro enjuague para seguir contemplando esa estampa hasta que mi padre termina de descargar y se guarda sus genitales. Me doy cuenta de que no lleva calzoncillos porque cuando se acerca a lavarse las manos se distingue como se mueve su pene de un lado al otro al andar. Después de lavarse me acompaña por el pasillo que da a mi habitación rodeando mis hombros con su poderoso brazo. Sin poder evitarlo correspondo al mismo tiempo situando el mío en su cintura y compruebo con una mirada que su semblante ni se inmuta con mi acción.
Ya acostado en mi cama y en penumbra no logro conciliar el sueño. Las imágenes de mi padre en pijama se suceden en mi mente cuando algo quiebra el silencio de la habitación. Afinando mi oído logro distinguir lo que parecen ser los gemidos variables en intensidad de una mujer. Me doy cuenta de que los gemidos provienen de la habitación de mis padres. Para cuando cesaron pude ver como la claridad de la luz del cuarto de baño se colaba por la rendija de debajo de la puerta de mi habitación.
A la mañana siguiente despierto y recuerdo que es sábado lo que significaba que al no haber clases puedo retozar algo en mi cama antes de la hora del desayuno. Esa mañana mi madre siempre la emplea en ir a cocinar a casa de una vecina. Para cuando me visto y voy a la cocina ya se ha ido. Encuentro a mi padre sentado en la gran mesa leyendo el periódico y bebiendo un café. Levanta la cabeza y me mira de arriba abajo dándome los buenos días y volviendo a clavar la vista en la lectura. Noto que su cabello negro está aún húmedo de la ducha matutina y recién peinado con su raya al lado.
Cuando me siento a comer los cereales con leche ni corto ni perezoso le suelto: “papá, anoche no podía dormir y oí como mamá gemía. Qué pasaba?” Mi padre paraliza la mirada en el texto unos segundos hasta que cierra el diario y empieza a repiquetear los dedos de su mano sobre la gran mesa de la cocina como buscando una respuesta hasta que me contesta con una mirada furtiva: “mamá y yo hacíamos el amor”. Yo frunzo el ceño y le pregunto: “me puedes decir cómo fue?” Él separa un poco su silla y me hace un gesto dándose una palmadita en su muslo indicándome que vaya a sentarme allí. Yo obedezco al momento. Va vestido con un pantalón azul marino, unos zapatos clásicos de cordones negros y calcetines a juego, camisa blanca desabotonada por arriba hasta la mitad del pecho y una rebeca de punto azul marina con botones.
Inmediatamente que me siento en su pierna le abrazo y le doy un beso en la mejilla y siento el frescor del after-shave Floid que utiliza. “Cuando un hombre y una mujer se quieren hacer el amor, el hombre introduce su pene excitado en la vagina de la mujer y lo mueve afuera y adentro hasta que suelta líquido blanco espeso que se llama semen, y la mujer puede quedar embarazada de un hijo o no” me explica mientras me agarra por la cintura. “Me enseñas el tuyo?” Le pregunto con devoción y él me hace levantar de su muslo para abrirse la bragueta sacando la gruesa polla y los enormes huevos que quedan inertes colgando cuando vuelve a sentarse con las piernas abiertas. Yo, de pie, admirando aquellos enormes genitales, me acomodo otra vez en su muslo y le digo: “papá, es muy grande”. Y como un acto reflejo la cojo en mi mano y empiezo a moverla notando como empieza a hincharse a lo que él responde acercándome con su brazo y besándome en la frente.
Tengo una potente erección oprimida por mi pantalón corto y decido bajármelo para liberarla. Para entonces su miembro ya luce espléndido y es su máxima dureza apuntando hacia arriba. Con dificultad desabotono su camisa en la zona de la barriga dejando su torso desnudo pero con la rebeca de punto puesta y, a la vez que le pajeo y toco sus caídos huevos, beso sus prominentes tetas duras. Ya mi mano empieza a estar humedecida por su líquido pre-seminal. Impertérrito como siempre me acaricia el culo y me atrae hacia él besándome en la mejilla dos veces. Nuestras pollas chocan de manera excitante y logro abrazar su cuello. Su dedo acaricia mi ano y prueba a introducirlo. Yo tenso mi cuerpo del dolor que me causa pero lo aguanto porque no quiero, bajo ningún concepto, que esto pare. Deseo por encima de cualquier cosa complacerle. “Ve a mi habitación y trae un líquido transparente que hay en mi mesita de noche”, y yo rápidamente voy y vuelvo con un tubo. Él me unta el líquido en mi ojete y me vuelve a introducir el dedo. Estoy recostado en su regazo con mi cabeza en su hombro abrazándole mientras me aferro a su polla, y esta vez su dedo entra más fácil que la anterior aunque el dolor continua. “Tranquilo” me susurra al oído y vuelve a besarme en la mejilla repetidamente haciendo entrar y salir su índice de mi culo.
Ahora me agarro con fuerza a sus hombros en lo que me mete dos dedos. Empiezo a sentir placer y me imagino a mi madre la noche anterior siendo penetrada por los gruesos dedos de mi padre como hace ahora conmigo y siento que hubiera deseado estar en su lugar. Mi padre me pide que ponga lubricante en su gruesa y erguida polla y acto seguido me da la vuelta. Giro mi cabeza hacia atrás y veo como se la agarra y de repente me mete la punta presionando mi hombro hacia si mismo e inclinando mi espalda. “Papááá!! Consigo vociferar conteniendo la respiración ante el dolor. “Yaa…ya está” me dice como para consolarme y poco a poco pero firmemente va metiendo en mi culito su gran polla y él espera generosamente un par de minutos a que mi interior se adapte a su tamaño y, mientras el dolor se disipa en esa posición, yo con una mano me pajeo y con la otra le toco los gordos y colgantes huevos, y ahora me agarra por la cintura y en silencio me empieza a follar lento pero hasta el fondo, y a la vez suelto sonidos guturales de bajo tono de manera repetida similares a los que emitía anoche mi madre.
Apoyando mis manos en sus voluminosas rodillas, exploto y tres chorritos de semen brotan de mi polla sin ni siquiera tocarla por el indescriptible gozo que me produce que mi padre me esté follando. Me voy incorporando y siento como ese tronco de carne dura va saliendo de mi ano lentamente. Estoy partido en dos. Mi culo es un túnel y aunque al principio ha sido duro, el dolor dejó paso a un placer que nunca imaginé que podía existir.
Mi padre sigue su miembro bien duro y en señal de agradecimiento decido ayudarle a correrse haciéndole una paja. Esta vez sólo apoyo mi pierna en la suya ya que el culo me duele como para sentarme y recostándome cansado en su pecho se la empiezo a menear. No me cabe en la mano de lo grande que es. Él se acomoda en la silla deslizándose hacia delante y en esa posición su pene aumenta de longitud. Mientras mi mano sube y baja por su polla bien lubricada por una mezcla de líquidos transparente y pre-seminal, mi padre con su puños apoyados en su piernas, me besa en la mejilla y mira como lo pajeo volviendo a besarme y así varias veces hasta que noto como su cuerpo se tensa y su miembro se hincha aún más y con una convulsión y un: “oohhh!”, dispara varios chorros de semen que caen a un metro y medio de donde estamos. Con admiración miro el “charco” que se ha formado en el suelo y también los restos que han quedado en mi mano. Es muy espeso, menos blanco, de color beige.
Mi padre me pide que coja papel de cocina y le limpie la polla, cosa que hago ipso-facto. Después de limpiarle todavía la mantiene tiesa y yo también. Le abrazo y le doy un beso en su rasurada mejilla respirando su olor tan particular a la vez que mantengo sus colgantes huevos en mi mano, y en lo que él me responde con otro beso y me pone su enorme brazo por encima de mis hombros acurrucándome contra su cuerpo, yo le pregunto: “papá, puedo bajarte los pantalones?”)…
No se por qué me excitó tanto esa escena pero disparé borbotones de lefa que pringaron mi cara y mi pecho. Quedé exhausto. Comprobé mirando nuevamente mi Apple Watch que ya daban las cuatro de la mañana y me asombró la cantidad que solté y el placer que me produjo aquella fantasía con el señor propietario de Leko. Había estado unos cincuenta minutos cascándomela con una intensidad que nunca había sentido.
Continuará…
Si algún señor gordo y maduro quiere ponerse en contacto conmigo que me escriba al correo: [email protected]
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