El harén de papá Elefante
Un baño que parecía normal con las hijas y sobrina termina en dos días de sexo y descubrimientos..
El harén de papá Elafante
Estaba un sábado de descanso en casa con mi esposa, mis dos hijas y una sobrina de ella que iba pasar su primer fin de semana con nosotros.
Mi mujer hacía oficios en la cocina y lavaba la ropa en el patio. Las niñas jugaban en su habitación y yo miraba un documental en el televisor de mi recámara:<<Estaba relacionado con la agonía que sufren los elefantes para mantener su especie que deben recorrer grandes trayectos en busca de pareja y enfrentarse a muerte ante otro elefante viejo o joven, pero ducho en el combates por el sexo en la estepa africana. Miraba como el elefante joven lucha con toda sus fuerzas pero es vencido por el mayor, que como premio tiene que depositar su simiente en la joven e inexperta elefanta. El elefante la monta y sus piernas traseras parecen quebrarse ante el monumental peso, mientras el gran pene del elefante sale y parece buscar con «ojos» la entrada de la virgen vagina, y tras varios intentos logra penetrar esa enorme masa de carne en el extrecho sexo que se va introduciéndo de manera automática, creciendo en su interior, las otras elefantes veteranas rodean en apoyo a la joven enzartada y esperan que el macho haga su pesado coito, luego de unos minutos, baja de la joven y se ve caer la enorme y pesada verga que bota todavía semen a chorros y del hueco vaginal le sale también>> Esa imagen me excitó, no conocía del acto sexual de los elefantes, y sentí una leve erección.
Hacía un calor impresionante propio de la una de la tarde y me dispuse darme el primer baño del día. Era un hombre de 30 años, de contestura mediana y en forma, que vivía dedicado al hogar y la medicina homeopática que herede mi abuelo.
Mi mujer me alcanza antes de entrar al baño y me abraza y da un beso mojado. Yo le agarró el trasero y meto la mano en el pequeño slip que usa para palpar todo lo que tiene debajo, siento sus suaves nalgas y la cueva húmeda y llena de fino vello. -Te amo!. Le digo. Y puedo ver en sus ojos un ardiente deseo.
En eso estamos cuando se acercan mis niñas para decirme que se quieren bañar conmigo. Y yo les contestó que no hay problema. Pero la madre interviene diciendo que ellas sí se pueden bañar, pero no su sobrina Caro, porque no tiene papá y no conoce todavía el pene de un hombre, y quizá a la mamá no le guste.
Caro, se entristece, tuerce esa bella boca de carnosos labios y rompe a llorar. Las primas y la tía tratan de darle consuelo y ella no deja de sentirse herida al ser excluida de ese baño familiar.
Entonces mi mujer ordena bañarse todas con los pantis y yo con la pantaloneta de seda roja que uso sin interior. Mis hijas saltan y corren al baño y Caro muestra su primera sonrisa de satisfacción.
Mis hijas son unas niñas trigueñas, delgadas y con unos cuerpos de gacela, firmes y torneados como el de su mamá; tienen nueve y cinco años, Caro tiene siete, es de tez blanca, una cabellera castaña que le llega hasta las hermosas y robustas nalgas, ojos grandes y vergonzosos de color café.
Para mi no era un problema bañarme con las hijas, aunque ya tenía varios años que no lo hacía, no era un síntoma de perjuicio o tabú, conocía sus cuerpos en crecimiento desde que nacieron y me había encargado muchas veces de su baño, vestirlas y peinarlas de manera rutinaria.
Entré al pequeño baño y dejé abierta la puerta, no había ningún motivo para cerrarla si era un día de baño más, como cualquier otro, pero iba estar equivocado; la ducha estaba separada por una puerta corrediza del inodoro y lavabo; resultaba realmente incómodo mantener en tan poco espacio a un adulto de mi tamaño 1.90 m y tres personitas que no sobrepasaban el 1.30 m.
Me metí bajo la regadera, ellas ya estaban mojadas e inquietas en mis costados, de vez en cuando tropezaban con mis glúteos o con mi pene en su juego de tomar y empujar por un poquito del chorro que nos caía, quedé recostado de espaldas a la pared, y pude percatar como ahora tenían su atención en mi largo y gordo falo dormido que mostraba su dimensión bajo la fina de tela, se movían risueña ante ese bulto claro y desconocido, movían sus piernas, tocaban sus partes como cuando uno tiene ganas de orinar.
Mi hija mayor cerró la persiana plástica de la ducha y el tono de la iluminación bajó.
Escucho la voz de mi mujer que recomienda le
talle en las espaldas, las piernas y les lave las cabezas con shampoo.
Me estaba enjabonando por completo y empezaba a enjuagarlo metiendo mis manos en mi trasero y huevos, Caro miraba expectante, inicié con la mayor pasando por su cuerpo una espuma, restregaba su cuello, hombros y piernas, y le digo: -Lavate tu misma el chocho y atrás. Ella lo hace. Y sigo con la menor y Caro, que non dejan de mirar mi entrepierna.
Escucho ahora a mi mujer desde la puerta del baño: «-Ajá, y porqué están encerrados?!»
Le dice la hija porque se estaba mojando todo el baño y el agua se va salir a la sala.
«-Mijo» -Me dice- Echales buen jabón y restriagales los pies que ellas no se bañan bien».
Escuchado eso echo shampoo a la mayor y empiezo a masajear su negro y espeso pelo, ella se pega a mi y me abraza, su cara está recostada al tronco de mi virilidad que va inflandoce en su cachete, no puedo controlar ya esa erección, mi hija menor se ha hecho detrás y me abraza quedando sus manos a la altura de la cabeza de mi blanco y gordo miembro en forma de lápiz.
Les he enjuagado a las tres sus cabezas del Rinze. Y Escucho a mi mujer decir: «-Ya está bueno, salgan ya!
Mi pene está completamente parado de manera transversal en la pequeña carpa de seda. Mi hija mayor me pide que la alce para tocar el cielo raso que está todavía medio metro más alto que yo. Le digo que no, ella insiste: «Ay, papi, un ratico!»
-No mi amor, salgamos ya!
«Ay, papi, por favor… «
Pone unos ojitos suplicantes y procedo a levantarla en peso, le tomó por el trasero y ella termina con su piernas enlazadas a mi cuello, y su sexo queda ante mi boca, que yo beso y muerdo suave. «Ay, me haces cosquillas!!»
Siento su respiración ajitarse, y abraza mi cabeza con su mano izquierda, yo estoy embriagado con el olor de su carne fresca emana atraves del fino bikini.
-Ya te voy a bajar.
«-Noooo, otro ratico!».
«Me subes a mi y Caro!!», grita la menor.
No puedo ver mi hija menor que ha tirado hacia abajo mi slip quedando mi pudor al descubierto, erecto y palpitante.
No contenta con eso me aprieta de manera suave ahora la cabeza fina y puntuda de color rosado de mi pene.
Bajo lentamente a mi hija, y frente a ella me plasma un beso intenso de lengua que yo correspondo absorto ante tanta adrenalina.
Sobre mi pene erecto y palpitante, logró posar a la niña unos segundos, el calor de su entrepierna que lo presionan, siento que tengo deseos de eyacular, pero resisto, hasta que la pongo en el piso y rebota como un resorte ante su cara.
Mi slip continúa abajo, y alzó a la otra hija de un sólo impulso hasta mi cara y vuelvo a tener la oportunidad de morbosear su coñito, ella ríe y grita.
Mi mujer vuelve insistir que es hora de salir, y amenaza no llevarlas al Centro Comercial.
Yo me siento en el paraíso y agotado ante tantas emociones nuevas y juntas de esa tarde. Bajo a la niña de la misma forma para que sienta el calor y la fuerza de mi pene.
Le digo a Caro que no ha quitado ni un momento sus grandes ojos de mi ariete, si quiere que la suba hasta el cielo raso, ella vuelve a mostrar su segunda sonrisa.
-Ven mi amor -Le digo- No tengas miedo.
Entonces recuerdo que una mañana que visitaba a mi novia, me quedé mirando una serie de televisión con la entonces adolescente mamá de Caro. <<Se trataba de una discusión de una pareja de divorciados por la custodia de una menor, hasta entonces en manos de la mamá. El padre le recrimina su falta de cuidado y responsabilidad al permitir que su novio se bañe con su hija. Dice que su hija le confesó que el amante de su mamá se bañó desnudo con ella y le obligó a tocar su pene. Iracunda la madre le hace el reclamo a su novio y éste le explica que estaba primero él en el baño y llegó la niña y le pidió bañarse con él. Le dijo que no, que eso no estaba bien. Ella insistió pero no logró convencerlo de lo contrario. Entonces ella entró desnuda al baño y le pidió que no le vaya decir nada a su mamá. Él le dijo que saliera. Ella le suplico que era para una tarea escolar y que le explicará la forma y uso de su miembro y que ella no iba ahora decir nada. Él le explico sin haber erección y al final ella pidió tocarlo, y él se lo concedió y salieron de baño>>.
Mi cuñada escuchando eso comentó en voz alta que ella no le daba la razón al novio de la mamá, pues aunque la pelada de ocho años busque tener el pene de la mamá, el novio debía evitarla a toda costa sin aceptar ningún tipo de excusa.
Yo estuve de acuerdo con esa posición aunque habían otras ópticas para ver mejor ese problema, como es el atrevimiento y curiosidad de la juventud actual, más en materia sexual, una sociedad completamente sexualizada desde la infancia. Me dijo: «Me gusta ese comentario, pero mira la confianza en dónde queda?».
-En la hija o en el novio?
«En ambos!» insistió.»
Entonces quedamos de acuerdo que no había una salida para un consenso en nuestros argumentos: así deben terminar las grandes discusiones: en desacuerdos.
Al final la moraleja: <<La madre pierde a la hija y al novio. El novio se le abre proceso penal por presunta conducta abusiva. El papá gana y la hija se le escapa porqué él sí quiere abusar de ella>>.
Ella era madre soltera que se había enredado a los 17 años con un viejo mafioso, que la deslumbró con su fortuna para conquistar su elegante belleza un poco más exquisita que la de mi mujer. Todo en ella es justo y despampanante como de una actriz de Hollywood.
Caro, da un paso y plasma su mano sobre el tallo y lo mueve con una sonrisa de lado y lado, la ayudan mi hijas cuyas mano no pueden cerrarse en su grosor.
Dice algo pero no la escucho. Y grita mi hija menor, que está suavecita!
Y empiezo a cargar esa robusta niña con un cuerpo de mujer en miniatura. La levanto y ella posa su piernas abiertas en mis hombros, entonces puedo sentir en mi nariz la abertura de su pequeño sexo. Subo y acomodo mi boca en esa grupa rosada tapada por el panti. Huele a ese olor único del sexo de una niña y lo
beso y chupo el panti hasta subsionar sus labios, ella jadea y no busca tocar el techo. Le beso las entre piernas y aprieto su duro trasero. Al fin toca el techo. Y dice jadeante: «Tío otro ratico…»
Abajo siento que mi hija menor me masturba de forma lenta y se pelea con su hermana para no soltarlo. Voy bajando a Caro de esa montaña rusa de divino erotismo y descubrimiento. Ella me besa como ha visto sus primas y se aferra a mi cuello y su lengua me invade todo y me posee como nadie.
Esta como ida, en shock. Yo la acomodo en mi tallo y me muevo un poco entre sus muslos. Ella aprieta como puede ese dador de vida y de placer.
En el piso, mis hijas se han quitado sus bikinis, y Caro lo hace también. Ya tengo deseos de acabar, me duele la verga y los huevos de tanta presión y emociones inauditas.
Les digo voy para fuera. Ellas no me quieren dejar salir. Mi hija mayor me dice: «Danos un beso y sales». Tomo mi toalla, me quito la pantaloneta y me enrollo el cuerpo. Y todas ponen sus bocas que beso con lengua, chupando la saliva dulce de sus labios.
Salgo en puntillas y me acuesto en mi cama tal grande soy, a meditar: <<Qué está pasando!!? Qué vivimos en ese baño!!!? Son mis hijas, todavía unas niñas que merecen vivir su niñez libre de sexo!!…Mi sobrina Caro, hija de una persona que me quiere como un familiar importante!!!… Qué dirá si sabe que su hija tocó mi pene y se bañó conmigo!!? Estoy en problemas!!!…Mi mujer hermosa en todos los aspectos, qué diría de esto!!!? >>
En esas cavilaciones andaba cuando llegan corriendo las tres niñas desnudas y se tiran aún húmedas a mi cama. Antes le han cerrado la puerta a la mamá, que toca iracunda, pide que le abran, insiste que no irán a la heladería. La mayor se acuesta a mi derecha y posa su rostro en mi hombro, así lo hace Caro a mi izquierda. La chica está sentada sobre mi pene que pachura con su sexo. Tengo una mano en cada nalga y las sobo y acaricio, mi hija cierra los ojos, y los abre con ese fulgor que sólo ve en personas enamoradas: «Papi, yo te amo mucho, mucho, mucho y nunca voy a dejarte de amar». Yo le digo qué ella es mi reina y qué es mi amor también para toda la vida.
Me plasma un beso serio de una mujer entregada, yo lo devuelvo con el mismo afecto. Ya sus pequeñas rajas están babosas por el juego de mis dedos. Y Caro, ahora, tiene el turno y me habla de su amor por mi: «Tío yo te amo, tío eres un hombre maravilloso y hermoso!» Yo la beso también con frenesí. Me hija menor no va queda atrás y me besa con lengua para indicar: «Papi te amo, eres el mejor!!! Qué me hace nuevamente reír.
Les digo que se cambien y salgan con su mamá, pero insisten que no van. Entonces les digo que mañana si no hacen caso no me voy a bañar con ellas otra vez. Se levantan, y puedo observar que hermosos cuerpos tienen ese trío de puberes, pero la dimensión del culo de Caro sobresale con suficiencia ante las demás.
Abren la puerta, yo sigo un poco empalmado y impresionado con tanta lujuria de hoy. Babosa veo mi verga y limpio en la toalla y entra mi mujer, se sienta a mi lado y enseguida su mano mi pene agarra. «Está inflamado mijo -Me dice-, prepárate que está noche te voy a sacar todo eso que tienes aquí guardado». Y con suavidad y maestría me acaricia los huevos con una mano.
«Te amo, mijo». Me dice.
Yo la jalo y la beso.
«Me voy a bañar». Dice saliendo.
Es entonces cuando me llevo los dedos a la nariz para oler el marisco de esos chochos divinos.
Continuará…
Que rico!!! Terrible paja me hice. Quiero saber más
Gracias, me complace que el relato haya cumplido con su deber de excitar y emocionar. Espero que leas toda la zaga y los otros relatos aquí publicado.
Que lindo Papi
Porqué siempre estos relatos nunca tienen continuación jejej