El macho de la casa (4)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por wendy1988.
Reprobable. Abusar de adolescentes introvertidas y de niñas menores de 15 años, lo es, ni cómo defenderme; pero, era esto un abuso? De ninguna manera las forcé, o sí? Aproveché su curiosidad, su morbo, éste bastante desarrollado por cierto. Por inercia, sin presiones las cosas se fueron dando solas.
La lívido de estas criaturas era muy alta. A pesar de su corta edad su sensualidad estaba presente en todas sus actitudes, al caminar, al comer, al hablar.
Todas, las cuatro, Marymar mi cuñada de 15 años, Sabrinita y Noraimita, hermanas, de 12 y 11, respectivamente y Andreinita, prima de aquellas de 12 años, emanaban encanto y feminidad mayúsculos por todos lados.
No busco disculpas a lo que hice, ni las necesito, me tocó a mí y ni modo.
En muchas reuniones o fiestas, las visitas masculinas, los hombres vaya, que venían a la casa, no podían disimular sus miradas morbosas sobre alguna de ellas, otros más, otros menos, pero la gran mayoría soñaban con esos cuerpecitos tiernos y esas caritas tan bellas.
Y es que a veces, las niñas se vestían sinceramente muy poco. Como recordarán ustedes, por esos finales de los 90´s, las minifaldas de licra eran lo último, bien cortas y muy embarradas causaban furor entre las adolescentes y jovencitas venezolana. El maquillaje muy cargado era también muy de moda y en esa casa de puras mujeres, (sólo mi suegro y yo éramos varones, como se los digo en mi primer relato) maquillarse desde tan corta edad, no era ningún problema, así que incluso las niñas se esmeraban en pintarse ojos, mejillas y labios y se peinaban y alborotaban sus cabellos, con tal de parecerse a alguna de las cantantes de los grupos Timbiriche, Flans y demás especímenes musicales del momento.
Con sus pies calzados con tacones medianos, esos sí no tan altos y sus muy cortas falditas envolviendo sólo la parte superior de sus muslos, aparecían en la fiesta caminando con inusitada perfección, como pequeñas señoritas, bien derechitas y saludando a todos los presentes, incluso bien perfumadas. Algunas con blusas de manga larga o corta y botones, otra con camiseta de tirantes y otra sin ellos, sólo con una blusa de tubo, tapándose el busto y enseñando su ombliguito. Ya se imaginarán a los caballeros, jóvenes y adultos, con sus cochinas miradas lo decían todo: Algunos pensaban simplemente que "prometían", y que en un futuro estarían listas para lo que fuera; muchos otros ponían cara de impaciencia, de no poder esperar, y de si por ellos fuera ya las tendrían en una cama refocilándose con sus dulzuras, se les notaba la impotencia, eso, su rostro denotaba una terrible impotencia, una terrible desesperanza. Y yo era el afortunado!! Vivía con ellas! Eran mi familia. Anochecía y amanecía con ellas, y ya había probado a dos…
Y vaya que las seguí probando. Con Marymar, mi cuñada de 15, ya tenía sexo completo, cogíamos casi a diario, sólo cuando le bajaba la regla le daba vacaciones, y a veces ni eso, pues la muy golosa no se aguantaba "esos días" y me atendía a mamadas. Se hizo una auténtica experta en el sexo oral, las sesiones con ella eran verdaderos ataques bucales. No sólo me comía la verga sino que mis huevotes eran abatidos con su lengua y boca sin misericordia. Se podía meter todo mi costal testicular y chuparlo por largos minutos, infamándomelo hasta que ya no le cabía en la boca, terrible. Completamente abierto de piernas, de espaldas en la cama, me lamía y mordisqueaba el escroto y me lengüeteaba el culo mientras me masturbaba muy lentamente. Otras veces me tendía boca abajo y le decía que me lamiera las piernas y las nalgas, ella sola, sin que se lo pidiera, me las abría con sus blancas manos y me lengüeteaba el ano haciéndome sentir la gloria en vida. A veces me hacía eyacular sin necesidad de jalármela; así como estaba, boca abajo, me venía a cántaros sobre las sábanas sólo con sentir el estilete de su lengua jugueteando con mi culito. Dejándome bien dormido, exhausto, inconsciente, ella se iba sin decir nada. Cuando despertaba, estaba muy tapadito, con todo el abdomen pegajoso, y el culo bien mojado de saliva de princesa, sabroso…
Noraima, la rubia de 11 años, seguía siendo mi despertador cuando venía y se escurría por debajo de mi sábana y me despertaba comiéndome la verga, o los martes de mercado, que la dejaban "a mi cuidado" y le daba unas cabeceadas con el chile bárbaras en su papita y colita. No se lo metía, tenía miedo de lastimarla, pero eso sí, se la pasaba por todos lados, ya hasta la había enseñado a masturbarme con sus muslos, parada y yo sentado en la cama se la ponía entre las piernas y me la sentaba en el regazo y ella empezaba el vaivén, hasta parecía que la verga era de ella, le salía mucho por delante, también la enseñé a masturbarme con sus suavecitos pies. Además mis ataques orales a su vaginita eran a veces larguísimos, me enloquecía su sabor y a ella le encantaba que me la comiera con tanta devoción. A veces se la dejaba muy roja e hinchadita por tanto chupete y fricción de mi lengua y de mi verga. Ya no me venía en su boca en uno de esos martes salvajes, se le revolvió el estómago de tanta leche que le di y vomitó todo, ni siquiera había desayunado, así que lo que aventó fueron puros mocos míos, pero en cantidad!, ya le había vaciado tres venidas en la boca y le cayeron de peso. Me asusté de a madre y ya no se la di a beber. Ella quería, le encantaba el sabor, pero yo no le daba, sólo le daba los últimos chorritos y la dejaba que me limpiara la verga con la boca, no quería broncas.
Pero… siempre hay un pero. Mi esposa se incapacitó por maternidad. 40 días antes + 40 días después del parto, casi 3 meses con ella en la casa!! Casi me da un soponcio cuando me trajo el papel de incapacidad, carajo! Y ahora cómo le iba a hacer?, con ella el sexo estaba vetado y con mis ninfas, iba a estar muy complicado. Tendría que buscar el modo, si no me iba a morir de la calentura. Además todavía me faltaban las otras dos nenitas.
De estas dos pequeñas beldades la que más me llamaba la atención, siempre, era Andreina, la morenita de 12 años. Todas en su estilo, se veían hermosas, pero esta divinidad acaparaba miradas y morbididades, mías y de quien la viera en las fiestas familiares. Por esas fechas se festejaron los 35 años de matrimonio de mis suegros. En un salón para fiestas se hizo la celebración, con cena, música en vivo y baile.
Salimos de la casa rumbo al casino y como mi coche era compacto, un VW Caribe, automático, de 4 puertas, mi esposa se fue con una de sus hermanas en un carro amplio, donde fuera más a gusto y no "saltara tanto", dijeron. A mí me tocó el sacrificio llevarme a la niñas, a las tres nietas. Como siempre, ellas eran las últimas en terminarse de arreglar, así que me abrí una cerveza y me dispuse a esperar a sus majestades.
Estábamos en la última semana de septiembre del 89, era una tarde templada que prometía una noche deliciosa. Y vaya que estuvo deliciosa.
Por fin, después de tres cervezas y de que les empecé a chiflar para presionarlas, como lo hacemos en los partidos de fútbol, cuando queremos que el árbitro pite el final, aparecieron. Sabrina y su hermana Noraima, de pantalón, preciosas y bien maquilladas, discretas… pero Andreina, IMPRESIONANTE!!
Con una minifalda negra satinada, apretada y muy cerrada de abajo, como se usaban entonces, a medio muslo, marcándole toda la musiera y las caderas, blusa de tubo color blanco, tapando solo su busto todavía escaso pero suficiente para lo que se ofreciera, y para finalizar zapatos cerrados de tacón completo, la ocasión lo ameritaba y se los autorizaron, y sin medias. Mucho más maquillada que sus primas, con sus ojos muy resaltados con delineador y mucho rímel.
Fuuiii-fuuuiii, le silbé embelesado sentado donde estaba, ella coqueta se giró sobre sus pies, mostrándose, mamacita!! La falda se le embarraba en el abdomen y el bajo vientre, pues sus nalgas la jalaban hacia atrás! Se podía adivinar bajo la delgada tela brillante de la falda su ombliguito, su grupa y la parte delantera de sus muslos, deliciosa. –Cómo quedé, tío?, te gusto?, preguntó muy coqueta, demasiado, sabiendo que yo ya la traía en jabón, (ya eran varios meses que le daba sus arrimones a su tía Marymar y a su prima Noraimita, no creía que nunca nos hubiera visto, o ellas no hubieran platicado algo, todo se decían).
La verga me dio un brinco y se me paró completamente, se miraba imponente la niña, incluso aparentaba más edad. –Hermosa, divina, chiquita mía te ves muy linda, le contesté arrastrando las palabras y sin dejar de mirarle la falda, confirmándole que sí, en efecto, la traía en jabón. Cerré la casa y empeñado en que Andreina se fuera adelante conmigo en el carro, mandé a las hermanitas por delante con las llaves y a ella la agarré de la cintura y la hice caminar a mi lado, muy despacito, sintiendo su cuerpecito y diciéndole en secreto que se veía hermosa, oliendo su perfume e insinuándole mis deseos de hombre.
La verga me dolía, el pantalón del traje color beige que traía se deformaba, no podía contener semejante erección. Cuando por fin llegamos al carro, Sabrina se había sentado adelante, de copiloto y Noraimita su hermana, atrás. Me lleva la chingada!, pensé, ni pedo, qué le decía. Abrí la puerta de atrás del carro y agarré a Andreina de la cintura con mis dos manos, parándola delante de mí, como invitándola a subir, pero cuando ella se puso de espaldas a mí, aproveché la penumbra, ya anochecía, y la atraje a mí y le pagué toda la verga en el trasero paradito y pasé una de mis manos a su abdomen, a su pancita diciéndole que me había mareado con las cervezas que me tomé, por el aire de la noche.
–Hay tío, no vayas a chocar!, me dijo algo preocupada. –No mi´ja, ahorita se me pasa, le contesté mientras le restregaba todo el fierro en sus picudas nalguitas y le sobaba la barriguita, haciéndola que las echara más para atrás. Con la otra mano le quité el cabello de uno de sus hombros y se lo besé, confiado, cariñoso, con su culito perfectamente montado en mi vergona por los tacones tan altos que traía y sus largas piernas. Dócilmente se dejó hacer, por lo satinado de la faldita que traía, mi verga se deslizaba suavemente de una nalga a otra y en medio de ellas sintiendo claramente la división divina de su colita.
Después de dos ó tres minutos, la subí al carro y casi me deslumbran sus muslos, la mini se le subió casi hasta el calzoncito, qué piernas, que bruta! Chingado!, cómo me hubiera gustado ir viendo esas delicias todo el camino. Cuando cerré la puerta vi claramente sus ojazos café claro y bien maquillados posados sobre el salchichón que se me notaba claramente por el color del pantalón, revisando con curioso morbo lo que le había restregado en el trasero. Ya cayó!!, pensé feliz. Me subí al volante y emprendimos el camino al salón de fiestas, a media hora de la casa.
La verga se me notaba escandalosamente, no lo podía evitar, hasta la voz de Andreina me excitaba mucho, cuando platicaba algo el fierro me brincaba dentro del pantalón, sentía claramente como me iba goteando la cabezota como si su voz le mandara saltar; de buenas que traía el saco para taparme cuando llegáramos. Al pararme en un semáforo, volteé a ver por el espejo de lado derecho y sorprendí a Sabrina, sentada a mi lado, mirándome fijamente la verga, viendo cómo se movía sola, cómo se zarandeaba dentro de mis pantalones.
Al pasar por una tienda de conveniencia, me detuve y me bajé a comprar unas cervezas para el camino y pedí el baño, eché una buena meada y me acomodé la verga y los huevos por fuera de la trusa y al otro lado, es decir apuntando a la derecha. Me quité el saco y me tapé con él el bultón. Pagué y me subí al coche. Allí mismo en el estacionamiento bien iluminado de la tienda, puse el saco en medio de los asientos y me abrí una cerveza, dejándole ver a Sabrina el salchichón completo que se me notaba ahora clarito, hasta la cabezona se me dibujaba perfectamente en la delgada tela del pantalón. Ella hasta se recargó en la puerta, casi sentada de frente a mí, para ver mejor mi vergona oculta.
Así seguí manejando y en otro semáforo, volteé a verla y le agarré la cara acariciándole una mejilla. –Tienes sueño, chaparrita?, le pregunté. –No, tío, porqué?. –Te ves cansadita, ven, le dije. Vino y se metió debajo de mi brazo, con su carita en mi pecho, cariñosa. Ya por las cervezas todo me valía madre, así que con la otra mano le agarré la suya y la puse sobre la protuberancia de mi pantalón, sin decirle nada, solo besándole la cabeza, haciéndola que mirara hacia abajo, a verme la verga mientras me la acariciaba. Así seguí mi camino, y como el carro lo había comprado automático para que mi esposa lo manejara, iba de lo más a gusto, con una preciosa nenita de 12 años, recostada en mi pecho, apretándome y sobándome la verga y tomando cerveza. Mientras las otras dos iban atrás mirando por las ventanillas el camino, sin imaginarse lo que veníamos haciendo adelante.
Cuando llegamos al casino, ya estaba muy lleno el estacionamiento, así que bajé a Noraima y Andreina en la puerta y con Sabrina me fui a estacionar, diciéndoles que fueran rápido con sus madres y les dijeran que ya habíamos llegado, que seguramente ya estarían preocupadas. Que Sabrina y yo íbamos a buscar un lugar… un lugar donde pudiera ahogarla de verga, pensé, ya me dolían los huevos de tanta caricia de esas delgadas y ligeras manitas. A Sabrina la tuve que enderezar, retirar de mi pecho, porque no me dejaba de sobar la verga y en la puerta había algo de gente, sólo se me separó un poco pero me siguió acariciando el fierro.
Cuando avancé por el interior del estacionamiento, ella sola se recargó en mi pecho y siguió sus frotamientos en mi pantalón saliéndosele un suspiro. –Qué, mi´ja, qué tienes? Te gusta?, le pregunté. –Hay sí, tío, la tienes muy grande, está muy dura. –La quieres ver? –Sí, pero no nos ve nadie? –No creo, le dije desabrochándome los pantalones y sacándomela toda, bien parada, caliente y con la cabezota brillante de tanto juguito que me salió por el camino, ella la rodeo con su manita fría y delicada y me la fue apretando torpemente, le hacía falta capacitación, ese no era problema. Divisé un lugar en medio de dos pick-ups y me paré allí. Mal apagué el carro y me bajé la ropa hasta medio muslo. La verga salió infame, potente. –Qué te parece, Sabrinita?, pregunté orgulloso. –Hay tío, la tienes bien grandota y bien gorda, me dijo mirándola fijamente. –Ya habías visto otras? –Sí, un viejo nos la enseñó allá por la escuela, a una amiga y a mí, hace como un mes, pero no la tenía así. –Así cómo?, le pregunté sin dejar de masturbarme. –Así, tan grande, tan larga y tan gruesa. Es porque cuando vemos una mujesita como uts tan linda se no levanta muchuuu..
Sabrina es muy delgada, muy espigada y delicada, de cabello castaño claro, casi rojizo, de piel muy blanca, pálida. Se podría decir que es pelirroja por el color de su pelo y de su piel, ya ven que las pelirrojas son más blancas incluso que las rubias naturales, hermosa la niña en verdad. Sus ojos son verde olivo y su cara muy bonita, de familia, de boca muy rosita y de buen tamaño, no tiene la boca chica, para nada.
–Mira cómo me la jalo, quiero que me lo hagas tú, cómo ves, podrás?, le pregunté masturbándome todo el lomo de la vergona. –Sí tío, pero no nos verán. –No, apúrate, mira cómo la traigo. –No te duele?, está muy hinchada. –Sí, un poco, dale un besito en la puntita. Hay mamita!, sin que le dijera cómo me la empezó a mamar delicioso, mientras yo me la jalaba para acabar pronto, no fuera a venir alguien y en la torre!, hasta el bote iba a dar. Luego de unos minutos, le dije que buscara un trapo bajo el asiento y le dije que me besara en la boca. –No sé cómo, tío. -Yo te enseño, mi´ja, sólo abre la boquita y hazme lo mismo que le hiciste a mi cosa. La hinqué en medio de los asientos y con mi brazo derecho le rodeé la cintura y con la mano izquierda me seguí masturbando. Mmmm, qué ricos besos daba esta niña, qué rápido aprendió. Le daba la lengua en la boca y me la chupaba como si fuera una verguita o le cerraba mis labios y se los paraba como para dar besitos y me los chupaba igual, como si mamara verga, riquísimo. Cuando le dije que me diera su lengua, huy, qué delicia, muy fina y larga.
Ahí sentí mi venida, sus besos eran demasiado. La retiré y le dije que me la jalara con sus dos manitas y que apuntara hacia el trapo, yo tomé la garra y empezó la danza de chorros de semen, 4, 5 , 6 ,7… bien espeso, bien concentrado. –Eso es el espermatozoide, tío?, preguntó sin dejar de mirar como me seguía saliendo lefa. –Los espermatozoides, reina, cómo sabes de eso? –En la escuela y con las amigas, tío, eso es lo que embaraza, vedad? –Sí, mi´ja, pero por la boca no. –Se come?!, preguntó interesada. –Huy sí, vas a ver cómo te van a gustar cuando te los dé directo de mi vergota, mamita. –Sí, verdad tío, es una vergota la que tienes tú. –Sí, reinita, una vergota para ti, pero si te gustó debes ser muy discreta y no comentar con nadie nada de esto, sí?. –Con la que he platicado de ti es con mi prima Andreina, es que a ella también le llama mucho la atención cómo la tienes. –Pues cuando me la ha visto?, pregunté admirado. –Nunca, pero es que se te nota mucho, en la casa cuando andas en shorts se te ve demasiado, bien rico, me dijo dándome un ultimo apretón, y Nena dice que le gustaría vértela alguna vez porque yo también quería vela, pero fue muy bien ya que te la toque y le di besito, esta rica pero es muy grandota. Pero me gusto muchísimos.
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