El mejor curso de mi vida
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
¡Hola! Esto ocurrió hace ahora casi dos años cuando yo tenía veintisiete años y mi hermana diecisiete, a esa edad hacía ya tres años que no vivía con mis padres ya que por motivos de trabajo tuve que irme a otra ciudad y al no saber el tiempo que iba a estar allí decidí comprarme un piso, (siempre pensé que alquilarlo era una pérdida de dinero) y claro cuando tuve oportunidad de volverme a mi ciudad, ya estaba pagando el piso, tenía un grupo muy agradable de compañeros con los que salía los fines de semana y estaba bastante acomodado, quiso la suerte que mi hermana acabase ese año los estudios y fuese a empezar la carrera, (ella siempre era la más chica de su curso pues cumplía los años en diciembre, por eso aún tenía los diecisiete), en nuestra ciudad no había ninguna facultad de la carrera que ella quería estudiar así que tenía que decidir donde ir, lógicamente mis padres la mandaron a donde yo vivía, con eso tenía la estancia resuelta, a mi hermana esa decisión no le hizo mucha gracia pues ella quería haberse ido a otro sitio, alquilar un pisito de estudiantes y desmadrarse lo suyo y mis padres que no eran tontos, previendo eso mismo con la excusa de lo caro que saldría pagar los estudios y una vivienda en otra ciudad (cosa que no era un problema real dada la situación económica familiar).
Se vino un mes antes para instalarse, a mí tampoco me hacía mucha gracia eso de estar de canguro porque aunque tuviese edad de cuidarse sola, la diferencia de edad hacía que me sintiese en la obligación de vigilarla. El piso que yo me había comprado era bastante grande tenía 3 habitaciones muy amplias y una algo más pequeña que yo tenía como cuarto de la plancha con un sofá cama que vino bien en más de una ocasión que terminamos la fiesta en mi piso y mis amigos no estaban en condiciones de coger el coche, cuando mi hermana llegó enseguida la pasé a ese cuarto, ella me miró con desaprobación haciéndome sentir culpable de haber tenido esa idea.
– ¿Por qué no metes los cacharros de hacer gimnasia ahí y me dejas a mí el otro cuarto que es más grande?
– Perdona, no caí, mañana pasaremos las cosas, dije casi nervioso por su mirada
– ¿Qué piensas que esté todo un año durmiendo en un sofá cama? Sabías de sobra que iba a venir, por lo menos podrías haberme adecentado un cuarto.
En ese momento me sentí el tío más absurdo del mundo, la mirada de Laica pasó de ser dura a tener los ojos lagrimosos en dos segundos, estaba muy ofendida, la verdad es que daba totalmente la impresión de que hubiese querido meter al estorbo en un sitio donde no trastocase mucho. Solo de verle la cara me estaba poniendo malo, tuve que mentir descaradamente.
– Que tontina eres Laica, ¿De verdad pensabas que esto era definitivo? Solo estaba esperando que vinieses para que eligieses un cuarto totalmente a tu gusto, me he llevado todo el verano ahorrando para que tengas lo mejor. Lo dije con una naturalidad que hasta me dio cosa, le sonreí y le di un pellizquito en el moflete como cuando era una cría. Laica me miró entusiasmada y solo decía ¿De verdad? ¿De verdad? Lo preguntó casi mil veces y yo sonreía y afirmaba sin el más mínimo pudor.
Al día siguiente tuve que echar manos de mis ahorrillos que iban destinados a un deportivo alucinante y me fui a ver tiendas de muebles, pasamos por lo menos por 15 antes de que Laica se decidiese por aquel que vimos en la segunda tienda a la que fuimos, tenía ganas de estrangularla. Los muebles iban a tardar unos quince días así que trasladamos mi pequeño gimnasio al cuarto chico donde recolocamos la plancha y sus cosas y el sofá cama lo tuve que pasar al comedor donde Laica recolocó todo haciendo que quedase como si hubiese sido comprado así. Lo único era que el sofá cama ya no podía abrirse, no quedaba espacio suficiente así que esos días dormía conmigo en la cama de matrimonio, al principio me dio cosa, pero luego recordé la de veces que de chica se había metido en mi cama al tener miedo o alguna pesadilla y no le di mayor importancia.
Entre Laica y yo pintamos su nuevo cuarto de morado mientras yo solo pensaba que adiós a mi piso de soltero, de hombre, pero cuando la miraba y le veía la cara tan sonriente y tan graciosa con ese peto enorme que llevaba, me sentía feliz. Empezamos a jugar entre pintura, esta muy visto ese juego pero surgió de repente al salpicarla sin querer, se quiso vengar y una cosa llevó a la otra y terminamos por el suelo como niños, y maldecí esa tarde toda la noche porque al estar sobre Laica jugando con ella empecé a verla de otro modo y cuando salió de la ducha reliada en una toallita mínima, casi me da un infarto nunca me había fijado en lo realmente preciosa que era hasta ese momento, no era ese tipo de modelo raquítica, ¡que va! Ella era todo curvas y subidas y bajadas, muy pequeñita y bien puesta, medirá unos 153 cm más o menos y comparado con mis 176 cm pues se notaba aún más la diferencia.
Laica tiene unos ojos verdosos muy bonitos y un pelo castañito claro medio rizado que le llega un poco más debajo de los hombros que le da un aire alocado muy gracioso y unas cuantas pequitas salteadas por la nariz y los mofletitos que le dan un aspecto juvenil y sexy al mismo tiempo, vamos… que empecé a mirarla de arriba abajo y deseé hacerla mía en ese mismo momento y cuando me di cuenta de lo que estaba pensando me quede atónito, no sabía que hacer, así que me puse rápidamente a hacer la cena mientras me movía nervioso de un lado a otro de la cocina, a los quince minutos apareció Laica para echarme una mano yo estaba pasando unos filetes en la sartén y cuando me volví tuve que contenerme para no quedarme con la boca abierta, el pelo todavía húmedo le chorreaba una camisetita blanca haciendo que se transparentaba más de lo que yo hubiese querido ver en esos momentos y los shorts que llevaba le hacían un tipo de miedo. Estuve toda la noche sin poder dormir, dando vueltas y vueltas y mirándola ahí tan linda, tentado estuve muchísimas veces de echarme encima, fue una noche horrible, pero no la peor, la peor vino cuando después de una semana que yo creía tener ya controlado el asunto Laica me dijo que como había confianza y hacía tantísima calor por las noches iba a dormir en bragas y camiseta. No quise quedar mal así que me hice como el que casi no la había oído, como si me diese igual, aunque no fuera así, suplique al cielo que fuese una camisetita ancha y larga y que no enseñase nada y por la noche cuando nos fuimos a dormir, Laica apareció con una camiseta como yo quería, sonreí para mí pensando que era lo mejor que me podía pasar, pero cuando se acostó y empezó a dar vueltas la camiseta al no ser ajustada se le iba subiendo por todos los sitios y dejo ver un tanga ¡rojo! Casi me da algo, yo que me ponía malo con ese tipo de ropa mucho más de ese color.
La estuve mirando largo rato y la oía respirar profundamente, no había duda, estaba dormida, así que no pude evitar acariciarle el culito con cuidado de no despertarla, era muy suave, tenía toda la piel tan suave, me fui corriendo al servicio y me hice ¡5 pajas! Pensé que iba a terminar muy mal si solo llevaba una semana y ya estaba así, cuando llevase 6 meses… Así que esa misma noche decidí hacer lo posible para que ella sintiese exactamente lo mismo que yo y así poder tirarmela, estaba decidido a conseguirlo a cualquier precio. Al día siguiente me levante me fui al baño y me quedé ahí, desnudo, sin hacer ruido hasta que oí que se levantó entonces comencé a tocarme no había echado el pestillo y sabía que entraría, de repente noté como se abrió la puerta lentamente y entraba mi hermana con cara de sueño todavía, yo estaba a un lado y cuando ella me vio con la poya tan grande (unos 19 cm tirando a 20) puso los ojos como platos.
Yo grité alarmado, no quería que pensará que lo había hecho queriendo.
– ¡eh! Cuidado, ¿no sabes llamar antes de entrar? Laica seguía clavada en la puerta mirando, de repente reaccionó, cerró y la escuché como pedía perdón una y otra vez, me relié en la toalla y salí todavía se notaba el bulto. La vi colorada y me volvió a pedir perdón.
– No pasa nada, tampoco es que hallas visto nada nuevo ¿no?
– No, dijo ella tímidamente mientras seguía mirando el bulto.
– Bueno, deja ya de mirarme ahí Laica me miró a la cara y volvió a ponerse más colorada aún y entró en el servicio sin decir nada.
La primera parte del plan había funcionado ella parecía haberse percatado de que yo era un hombre, eso me ponía más nervioso aún. Pasamos todo el día casi sin hablar, ella me rehuía avergonzada, llegué a pensar que no volvería a hablarme más, pero esa noche mientras cenábamos, Laica empezó a hablar de lo que había pasado esa mañana.
– Oye, ¿estás enfadado conmigo?
– ¿Por qué iba a estarlo?
– Por haber seguido mirando.
– Anda, no seas tontina, tampoco pasa nada, pero hija, es que parecía que no hubieses visto uno en la vida, sabía que en ese momento me diría la verdad, por su cara se notaba que no había visto ninguna.
– Verás, es que… jamás he visto ninguna.
– ¿Qué? Me hice el loco, ¿Cómo va a ser eso? Pero si dentro de unos meses tienes dieciocho años.
– Bueno es que yo estuve mucho tiempo con un chico del instituto y cuando estaba decidida a hacerlo con él, me enteré de que se enrollaba con otra para hacerlo, porque yo no me dejaba y que lo único que quería era hacerlo conmigo, así que lo dejé y después me daba cosa de que fueran a hacerme más eso.
– Tú no te preocupes, tíos así hay muchos, pero ya encontraras al adecuado. Laica volvió a quedarse callada me dio cosa que fuera a romperse todo otra vez así que empecé a hacer chistes y bromas sobre lo ocurrido para llevarla a donde yo quería, a ver que le había parecido.
– Bueno, por lo menos podías haberme dicho algún piropo después de verme en pelotas ¿no? Laica pareció de repente cortada, así que tuve que variar un poco mi pregunta para que no se asustase.
-¿Ni si quiera me vas a decir que tengo buen cuerpo? Con la de sacrificios que he hecho y la de ejercicio para tenerlo más o menos decente…
Laica sonrió, miro hacia abajo y me dijo algo que no me esperaba, me dejo de piedra.
– Es que solo me pude fijar en una cosa, se volvió a poner colorada.
– ¡Vaya! Alcancé a decir.
– Bueno pues mira haber que te parece, me quité la camiseta e hice unas cuantas posturitas de las que hacen los tíos esos tan petados, yo no estaba ni de broma así pero si bien es cierto me he trabajado un buen cuerpo en mi mini gimnasio. Laica silbo como si estuviese buenísimo y nos echamos a reír.
– ¿ Y no me vas a decir que te pareció? Laica sonrió y dijo entre dientes:
– Es enorme.
De repente me sentí como un Dios del sexo o algo parecido, creció mi ego de forma inigualable, sé que está mal decirlo, pero es que me hinche con solo oírla.
Otra vez Laica me sorprendió
– ¿Me dejarías verla otra vez?
– ¿Cómo?
– No nada, cosas mías, perdona.
Me arrepentí de haber dicho ese cómo así, tenía que arreglarlo porque eso avanzaba y quería que siguiese ese curso.
– Vamos a ver niña, te he escuchado, lo que quiero saber es por qué quieres verla.
– Bueno, verás es que tengo curiosidad. Sentí un gozo tremendo al ver como iban las cosas, así que hice como si me lo pensara y asentí con la cabeza, Laica enseguida dirigió sus ojos hacia mi paquete.
Me bajé los pantalones y los calzoncillos y ella se acercó un poco más.
– Esta mañana estaba algo más grande.
– Porque esta mañana estaba dura
– ¿Te hacías una paja?
– No, los tíos por lo general nos levantamos así.
– ¿La puedes poner igual que esta mañana? Por favor
– Bueno… vale La moví un poco, no hizo falta mucho, el verle la cara tan atenta ya me excitaba y la situación hacía que ya de por sí estuviese algo excitado, la puse durísima incluso más que esa mañana y vi la cara de Laica parecía que quisiera comérsela, hice el ademán de subirme los pantalones pero ella me detuvo y la agarró, después la soltó y roja como un tomate me pidió disculpa
– Es que quería sentirla.
Yo ya estaba como una moto pero me subí los pantalones, recogí la mesa y me fui al servicio a ducharme y hacerme un par de pajas por el calentón que me había dejado. Cuando fui a dormir Laica ya estaba en la cama esa vez con un tanguita negro y con un top por el que casi se le salían los pechos, que se veían redonditos, casi me vuelvo al cuarto de baño, pero no lo hice porque vi como me miro de reojo, ¡Se estaba haciendo la dormida! Tenía que saber para qué, así que me tumbe, me gire hacia el otro lado de la cama y a los diez minutos empecé a hacer ruiditos casi como ronquidos pequeños (mis padres me decían que lo hacía y más de una vez mis colegas también) a los pocos minutos noté el aliento de Laica sobre mi nuca, supongo que miraba si tenía los ojos cerrados, me atrajo suavemente hacia ella y me puso mirando al techo, de frente, volvió a acercarse y yo seguí respirando fuerte, de repente noté su mano bajar y tocar mi poya casi empalmada, Laica lanzó un gemidito, noté como ponía su cabeza en mi barriga mirando hacia mi pene así que entreabrí los ojos un poco y la vi con una mano bajo su tanguita y la otra dando leves roces a mi poya, en ese momento creí que me iba a reventar, pero no pude hacer nada, supongo que me seguía echando para atrás eso de que fuese mi hermanita pequeña. Después de un rato note como sus movimientos eran más notables, pensé que estaría apunto de correrse y no quería que terminara así porque cuando las tías están apunto es cuando más calientes están y más vulnerables también así que me gire bruscamente hacia ella, enseguida pego un bote, noté como me miraba atenta y seguí roncando ella lanzo primero un suspiro de alivio y después dijo entre dientes, ¡mierda!, esperaba que siguiera tocándose, sabía que esperaría un rato y así fue, a los cinco minutos aproximadamente noté otra vez sus gemiditos y al poco me metió otra vez la mano por el pantalón, yo pensaba que no se atrevería a tocarme otra vez, en ese momento iba a despertarme para tirarmela cuando pensé que debía hacerla sufrir un poco más, yo me había llevado un tiempo muy cachondo por ella y aunque iba a seguir todavía no la tenía tan apunto como yo quería, necesitaba llevarla más al límite.
Al final noté por sus espasmos como se corría mientras lanzabas pequeños gemiditos muy controlados para no despertarme (si ella hubiera sabido…) Por la mañana me levante con la polla durísima, ella seguía en la cama, me había parecido oírla despertarse hacía una media hora y me extraño verla ahí, fui al cuarto de baño me desnudé y cuando iba a abrir el grifo noté como la puerta se abría, estaba seguro de que lo había hecho queriendo, la noté mirando pero esta vez en vez de pedir perdón o salir corriendo, entró en el baño.
– ¿Qué haces? ¿Estas ciega? Oye, que estoy en bolas joder.
– Bueno pero somos hermanos ¿no? Estaba intentando provocarme o algo, creo que ya estaba intentando llevarme a su terreno, lo que no sabía es que yo llevaba ventaja en ese aspecto.
– ¿Pero qué dices?, me relié corriendo en la toalla
– Anda no seas tonto, no pasa nada porque te vea desnudo.
– ¿Qué te parecería a ti que yo entrase en el baño cuando estuvieses desnuda? Se quedó callada y se puso a lavarse los dientes, yo entré en la ducha con la toalla y me la quite detrás de la cortina abrí el grifo y me duché, oí como iba a la cocina a preparar el desayuno y me quedé pensando en qué significaría el silencio respecto a mi pregunta, así que saqué todas las toallas del baño con cuidado de que no me viera y las puse a lavar. Cuando terminamos de recoger las tazas del desayuno Laica fue a la ducha, todos los días teníamos las mismas costumbres, no sé si vio que no había toallas y le dio igual o que de verdad no se fijo, pero al rato oí el grifo cerrarse y al poco la voz de Laica llamándome.
– Ernesto ven un momento.
– ¿Qué quieres? Le pregunte a través de la puerta del baño.
– No hay toallas
– Perdona, las eche a lavar y se me olvido poner algunas limpias, espera.
Fui al cuarto de la plancha donde tenía un mueble con las toallas limpias, cogí unas cuantas y fui al cuarto de baño, entré y vi a Laica con la cortina del baño estratégicamente puesta para que no se le viera nada.
– ¿No eras tú la que decías que daba igual que nos viésemos desnudos?
– No es lo mismo
– Claro ya, a ver, ¿En qué se diferencia?
– Bueno es que yo soy una tía.
– Tanto hablar las tías de igualdad y al final se demuestra que sois todas unas machistas, más que los propios tíos. La estaba picando, yo sabía que le daba vergüenza mostrarse desnuda ante mí, pero cuando se le dice a una mujer machista… Bueno, ya se sabe, se ponen echas una fiera.
– ¿Qué? ¿Yo machista?
– Pues sí, bastante.
Hice ademán de salir cuando Laica me dijo saliendo de la ducha
– ¿Tú ves? No pasa nada y no soy machista. La miré desnuda delante de mí y me pude fijar en como se acababa de afeitar el pubis dejándose un finito triángulo de pelitos en el centro (todavía se le notaba rojito de estar recién rasurado) Le sonreí inocentemente, como si la hubiese visto tapada hasta el cuello, como si realmente no me importase para nada que estuviera desnuda ahí, le pasé una toalla no sin antes darle un cachete cariñoso en el culo aún desnudo.
-¿Qué haces? Preguntó Laica como si hubiese invadido su terreno o algo así.
-O sea, ¿tú me tocas la polla y yo no te puedo tocar el culo? Es injusto ¿no crees?
-Vale, está bien, ya me lo has tocado. Dijo poniéndole fin a ese juego. Me fui al salón y puse la tele, de repente me acordé que en más o menos cinco días traían los muebles del cuarto nuevo, así que tenía que acelerar el proceso, porque ese juego se podía alargar indefinidamente, mientras estaba yo en mis cálculos y maquinaciones vino Laica y se sentó a mi lado.
-Oye, ¿te puedo hacer una pregunta?
-Venga, suéltala.
-Si mientras un tío duerme le tocas la polla o tiene un sueño caliente ¿se le empalma?
-Pues claro que sí, ¿Por qué? ¿No estarás pensando en acosarme mientras duermo no? Dije en un tono de lo más picarón. Laica rió y me dijo Pues claro, y se echó encima de mí a hacerme cosquillas.
De repente me puse a mil por hora notándola tan cerca y rozándose entera con mi polla y claro el asunto empezó a responder. Laica se retiró un poco sorprendida.
-¿Se te está levantando?
-No, ya se me ha levantado
-Pero si soy tu hermana. Dijo en un tono que pretendía ser mosqueado.
-Niña, que no es por ti, que es el roce, pero no porque me pongas caliente, dije yo sin darle mayor importancia a lo ocurrido, pero vi la cara de decepción de Laica, ella quería que hubiese sido por ella, bueno, era por ella, pero no lo podía saber si no se lo decía.
Sonrió y se volvió a tirar a mí, cuando me iba a lanzar sonó el teléfono, lo maldecía para mis adentros. Lo cogí y eran mis padres (no habían llamado desde el día en que Laica se instaló y justo llaman en ese momento) me preguntaron que como iba todo, que si estábamos bien y… ¡sorpresa! Vamos a ir a veros un par de días que empiezan pasado mañana por la mañana, les dije que todavía no tenía el cuarto de Laica bien puesto que si no podían esperar que el cuarto me lo traían el martes de la semana que viene o el miércoles y que podían ir ese fin de semana en vez de este pero mis padres dijeron que ya tenía planes, vamos que tenía que ser ese por huevos, que llamase a la tienda de muebles que seguro que ya estaban allí los muebles y que si les decía que les pagaba algo más pues los tendría esa misma tarde.
Laica se llevó un ratillo hablando con nuestros padres y diciéndoles que se lo pasaba bien que todavía no había hecho turismo conmigo, que comía estupendamente, que dormimos en la misma cama, que había pintado su cuarto de morado… De repente me dio un tortazo la frase, ¡Les había dicho que dormíamos juntos!, Estaba resonando la frase en mi cabeza cuando noté que Laica colgó el teléfono.
– Oye, ¿Qué te han dicho cuando les has dicho que dormíamos juntos?
– Pues nada, lo han visto normal, han dicho, ?claro, hasta que no venga la cama
– ¡Ah! Vale
– ¿A ti te parece raro, o mal?
– No, lo que pasa es que papá y mamá son de otra época y con otra mentalidad.
– Ya.
Le vi a Laica las intenciones de seguir con las cosquillas pero quería hacerla sufrir un poco más, además la llamada de mis padres me había cortado un poco el punto, así que cogí el teléfono y llamé a la tienda de muebles. Tuve una larga discusión telefónica y lo mejor que pude conseguir es que me los llevasen el mismo día que venían mis padres pero me salía a 90 más por las prisas. Todo con tal de tener las cosas zanjadas de una vez. El resto del día, Laica y yo estuvimos jugando a las cartas, parchís y ya entrada la noche después de cenar y todo se me ocurrió jugar a strips pocker y Laica aceptó. Yo que pensaba dejar a Laica en pelotas al final, la suerte del principiante, Laica me dejó en pelotas a mí y ella solo se había tenido que quitar una zapatilla.
-Oye, yo quiero seguir jugando, pero es que ya no te queda nada, ¿Se te ocurre algo? En ese momento fui la persona más inocente del mundo entero porque dije que no pensativo y no dije nada, rápidamente reaccione y pensé que podía haberle dicho que me tocaba si yo perdía o que le dejaba explorar… pero Laica se me adelanto con un juego que parecía inofensivo pero que podía hacerse muy picante.
– Bueno si yo pierdo me sigo desnudando pero si tu pierdes haces lo que yo diga ¿vale?
– Pero lo qué tu digas como qué.
– Como flexiones o aguantar la respiración o algo más rebuscadillo pero así vale.
Perdí un par de veces más y me mando hacer abdominales y en otra tomarme un chupito raro que me hizo ella con un montón de cosas de alcohol que había en el mueble bar.
Conseguí dejarla con solo tres prendas, la camiseta, los shorts y las braguitas en una racha de buena suerte, o como después empezó a parecerme, se dejó ganar en un par de ocasiones.
Y entonces empezó a ordenarme cosas algo más raras, como que hiciese 50 flexiones sobre ella, sin dejarme caer, claro cada vez que bajaba mi polla la rozaba era inevitable y se empalmó, cuando terminé, ella sonrió como orgullosa, era lo que quería y después de eso ganó otra vez y yo seguía empalmado así que ella me dijo que tenía que dejarla tocarme durante al menos un minuto, primero puse algo de resistencia disimulando claro, pero enseguida dejé que la tocase, y ella empezó a menearla un poco de arriba abajo, enseguida le paré la mano.
– Niña, eso es una paja.
– Bueno pero es tan suave que no pasa nada ¿no?
– Pues sí, anda me la tocas pero no la muevas
– Esta bien.
Me la estaba mirando de arriba abajo.
– ¿Por qué palpita? Me dijo sorprendida.
– Es por la sangre acumulada, se nota más el movimiento. Después de eso quise zanjar el juego, no sé por qué lo hice realmente, supongo que me dio cosa, después de todo seguía siendo mi hermana, estaba en un verdadero dilema moral.
Hasta que llegaron mis padres se me hicieron esos dos días como miles, todas las noches me tocaba mientras se masturbaba y yo tenía que hacer muchísimos esfuerzos para no saltar encima, pero es que no quería que viniesen mis padres y notasen algo raro entre los dos.
El día que llegaron se fueron con mi hermana a ver la ciudad mientras yo esperaba los muebles, porque no sabía si al final lo traerían por la mañana o qué.
Se llevaron todo el día fuera y cuando volvieron ya estaba el cuarto montado, mi hermana lo miró abrió todos los cajones, todas las puertas y me sonrió, seguidamente ordenamos sus cosas allí entre los dos. Esa noche, mis padres decidieron que iban a dormir en la cama de matrimonio y que yo durmiese esos dos días con mi hermana porque total, nos habíamos llevado una semana y media durmiendo juntos así que por dos días más…
La verdad, me dio bastante cosa, la cama era solo de uno y claro íbamos a estar pegados; a la hora de dormir pusimos el ventilador en su cuarto y mis padres se fueron a la cama, ellos tienen el sueño muy pesado, creo que ni una guerra los despertaría, a veces cuando mi hermana era chica y se venía a mi cama, como era solo cuando tenía miedo, para tranquilizarla le contaba chistes y se reía muy fuerte, y ellos jamás se despertaron, así que eso me daba algo más de tranquilidad, lo que no esperaba es que mi hermana se puso a masturbarse tocándome como cada día. El día siguiente paso lo mismo pero esta vez cuando terminó, abrí los ojos y le pregunte como si no supiera si había sido sueño o realidad ¿Tú me has tocado? Ella negó sudorosa y casi asfixiándose todavía.
– ¿Pero tu qué te crees que soy? Me dijo en tono enfadado.
– No, perdona, es que me había parecido que me tocaban, la tengo muy dura y como la única que está aquí eres tú… habrá sido un sueño erótico.
Al día siguiente se fueron mis padres por la mañana y por la tarde Laica empezó a interrogarme.
– Oye, anoche, cuando tuviste el sueño erótico, ¿Estuvo bien?
– Debió de estarlo porque me levante con la polla muy dura y estaba muy excitado.
Ella sonrió picaronamente, de repente supe que esa era la noche para atacar, pero recordé que ella dormiría en su cuarto y claro, sospecharía mucho si por la noche me colaba en su cuarto. Me acordé que de más joven tuve una racha de sonambulismo que achacaron al estrés de los exámenes de la carrera, ella era chica, pero si lo mencionaba seguro que se acordaría.
– Laica, ¿Anoche me levante dormido?
– No, que yo sepa no, ¿Por qué?
– Es qué aunque estoy de vacaciones el otro día recibí por mail unos datos de la empresa y tengo que hacer una presentación… bueno, un jaleo, el caso es que borré sin querer una fila de datos, le he mandado un mail a un compañero pero no sé en qué quedará y como cuando tuve exámenes universitarios tuve una época en la que era sonámbulo pues no sé me pareció soñar que me levantaba o algo.
– No, no te has levantado.
Ya había preparado el terreno por si esa noche no me podía contener levantarme como sonámbulo y al menos tocarla algo.
– ¿Qué puedes hacer para relajarte? Dijo Laica.
– A mí, lo único que me relaja, no está a mi alcance ahora mismo.
Esa noche al final me llamaron mis amigos Laica no se quiso venir, así que decidí llegar temprano a casa. Llegué a las tres con una cogorza impresionante y pensé que ya me haría el sonámbulo otro día, porque aunque estaba caliente, el sueño me podía. Llegué al cuarto y me despeloté, me tiré en la cama y al poco noté que Laica se asomaba a mi habitación y me miraba desnudo. Pasó y se tumbo a mi lado y empezó a tocarse y me puso la mano en la polla como siempre.
– ¿Qué haces? Le dije
– ¿No estabas dormido? Alcanzó a contestar nerviosa.
-No, estoy borracho, pero no dormido, entonces la otra noche también me estabas tocando tú ¿no? Laica se vio acorralada, entre la espada y la pared.
– Sí, pero solo fue esa noche y hoy. Añadió rápidamente como disculpándose.
– Bueno, pero ¿Por qué lo haces? Me incorporé un poco y me tape con la sábana como si me diese vergüenza.
– Es qué desde que te vi desnudo aquella vez, tenía curiosidad.
– Pero si te dejé verla otra vez y la tocaste.
– No, no me has entendido, me entró curiosidad pero por estar contigo. Laica estaba bastante avergonzada y yo estaba poniéndome muy cachondo, no quería esperar más.
– Vamos a ver niña, ¿ En qué sentido estar conmigo?
– Pues de hacerlo contigo, bueno, me voy a mi cuarto.
– No, no, ni de broma, ¿ Después de tocarme, decirme todo eso y ponérmela tiesa te vas a ir?
– Bueno y ¿ Qué quieres, qué me quede mientras me muero de vergüenza?
– No, ven.
Acerque a Laica hacía mí le cogí la mano y la puse en mi polla, puso una cara de viciosilla que me excitó un montón. Le quité el chaleco y empezaron a bambolearse sus pechos, los que tanto había deseado tocar y lamer, la miré casi desnuda, con ese tanguita negro y parecía una fiera a la vez que una chica inocente y tímida. La bese suavemente, cuando noté que quería más, me deslicé a su cuello y empecé a besarlo suavemente seguí hacia abajo, por su canalillo, hasta su vientre, pasándole la lengua volví a subir y me detuve en su pecho, primero lo lamí despacio pero después empecé a succionarlo y a darle pequeños mordisquitos en el pezón, había sacado la fiera que había dentro de mí, no es que fuera un bestia pero si que era algo salvaje y apasionado, cuando me ponía así no había vuelta a la delicadeza y a Laica no parecía importarle mi fiereza, se movía como una loca intentando rozarse con mi polla, mientras yo me retiraba para que no lo consiguiera, estuve largo rato tocándola, lamiéndola y mordiéndole el cuerpo y sobre todo sus pechos.
Baje su tanguita y dirigí mi boca hacía su rajita ya húmeda, se había seguido afeitando, la tenía muy sexy, la lamí por encima mientras se estremecía, después fui directo a su clítoris lamiéndolo, succionándolo, comiéndomelo entero mientras metía un dedo en el agujerito y después dos y más adelante tres por sus suplicas de más. Le pasé sus propios flujos en el culito y metí un dedo de la otra mano, Laica se movía y convulsionaba y le arranque un orgasmo detrás de otro y miles de gemidos. Después de tenerla tan empapada me tumbe en la cama y le dije que me la chupara, primero puso cara de desagrado pero enseguida comenzó a bajar y me la lamió, iba con mucho cuidadito así que supuse que nunca lo había hecho, estire la mano hacía la mesilla agarre un condón de menta y me lo puse y Laica empezó a chupar con más énfasis hasta que se la tragaba de arriba abajo mientras yo seguía metiendo un par de dedos en su agujerito para que no se secara, cuando vi que había cogido práctica con la mamada me quité el condón y Laica siguió chupando como una profesional ya, solo necesitaba una ayudita para empezar pero después se volvió una fierecilla. Cuando estuve apunto de irme le cogí del pelo metiendo la polla en su boca para que no se la sacara, ahí fui muy desconsiderado porque siendo su primera vez iba a hacer que se tragara mi corrida pero no se quejo, se la tragó entera, y después de disfrutar de mi corrida volví a su coño, quería follármela toda la noche, después de tanto tiempo esperando no podía conformarme con menos. Estuve trabajándomela otro rato ya le cabían dos deditos en el culo y se fue un par de veces más, no era multiorgásmica, pero me llevaba tantísimo tiempo haciéndoselo que le daba tiempo de correrse una y otra vez. Cuando ya por fin se me volvió a poner dura me volví a tumbar y la puse encima de mí para que ella manejase el ritmo y por si le dolía pero se la metió de una sola vez y comenzó a moverse como una puta yo la miraba y pensaba joder como se mueve mi hermana y el morbo crecía aún más, tuve una corrida bestial y ella siguió moviéndose como si no hubiese acabado, así que mi polla siguió dura mientras se movía de mil maneras y yo le agarraba de su cintura o le cogía los pechos, se movió tanto rato que no dejó que mi excitación menguara, así que me acerque a su oído y le dije, te voy a encular, Laica puso una expresión de miedo en su cara,
Tranquila le dije, no te voy a hacer daño, iremos poco a poco la puse a cuatro patas y le volví a mojar su culito con su flujo, le metí dos dedos como antes, estuve un rato así, lamiéndoselo y dándole bocaditos en el culo, le di un par de nalgueadas y a ella pareció gustarle mucho, cogí de la mesilla un lubricante para ponerlo aún más mojado, la embadurné bien y puse la punta de mi polla en la entrada de su culo empuje un poco, Laica gemía en una mezcla de dolor y placer, seguí empujando mi polla hacía dentro, la llevaba por la mitad y le estaba acariciando el clítoris cuando de repente Laica empezó a moverse de una manera salvaje hasta que se la metió hasta el fondo ella misma.
Me quedé quieto dejando que su culito dilatara y comencé a moverme poco a poco, Laica gemía un montón, la saqué de su culo, le eché más lubricante y empecé a meter la punta y sacarla de su culo, lo iba viendo crecer a medida que lo hacía, se me resbalaba casi entera de tanto flujo y lubricante, en una de estas, cuando estuvo bastante abierto, la saque y la metí de un solo golpe, le volví a dar unas nalgadas, le cogí del pelo, de los pechos, me puse como loco mientras la enculaba, noté como se corría y rato después me corrí echándole todo el semen en su culo para después volverla a meter habiéndola llenado de semen, seguí metiendo la polla en su culo y dándole nalgadas un buen rato hasta que ella se corrió de nuevo y yo me corrí dentro. Descansamos un rato después del esfuerzo pero seguimos follando toda la noche, la encule tres veces después de esa y cada vez pedía más, al día siguiente casi ni podía andar pero tenía una sonrisa en la cara impresionante, después de eso fue el mejor curso de mi vida.
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