EL MENOR
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por XCITANTDLC.
Al día siguiente, me sorprendió cuando mi hermano menor entró a mi dormitorio.
Venía serio y eso no presagiaba nada bueno.
Sé todo lo que sucedió ayer, me dijo sin preámbulo, mirándome fijamente.
No comprendí de inmediato a lo que se refería, pero no atine a otra cosa que no fuera hacer como que no comprendía sus palabras.
¿A qué te refieres, Juan? A lo que pasó con Jesús, quede muda.
No tenía nada que decir, ninguna excusa.
Sólo miraba a mi hermano con los ojos abiertos.
¿Tienes algo que decir? No tuve ninguna respuesta.
Nada podía decir.
¿Te das cuenta de lo que hiciste? seguía sin decir palabra.
Me limite a mirarlo, cogiste con nuestro hermano, ¿Tan caliente estabas?" Levante la vista y mire a mi hermano directamente a los ojos, mientras las lágrimas fluían a borbotones y caían por mis mejillas.
No tenía otro recurso a emplear que el más usado por las mujeres para ablandar a los hombres: las lágrimas.
Y las mías eran copiosas, mientras le pedía perdón a mi hermano y lo abrazaba, refugiándome en su pecho donde escondí mi rostro húmedo por el llanto que seguía incontenible.
Juan Carlos me abrazó con calidez, acercándome aún más a él, mientras acariciaba mi cabeza y me pedía que me calmara.
El enojo se había cambiado por palabras de consuelo ante el llanto.
Después de unos momentos en que ambos estábamos abrazados sin decir palabra, mi hermano me tomó y me sentó en sus rodillas, como si fuera la niña de unos años antes.
Una vez sentada, sentí que una de las manos de mi hermano volvía a acariciarme, para confortarme, pero ahora pasaba por mis hombros y cuello, suavemente.
Y la otra mano me sujetaba de la cintura.
¿Era tu primera vez? Mis lágrimas habían cesado y el llanto ahora callado.
Pero mi silencio persistía.
Juan Carlos no parecía molesto ahora, más bien interesado en lo que respondería, mientras sus caricias en mi cuello se iban extendiendo a mi pecho y la otra mano se posaba en mi rodilla.
Contéstame.
¿Habías cogido antes?, en ese momento me percate que mi falda estaba subida y mostraba gran parte de mis muslos, pero no había manera de hacer nada al respecto pues la mano de mi hermano sobre la rodilla apretaba ligeramente pero sin pausa, impidiéndome cualquier movimiento.
Y si intentaba bajar la falda podría causarle más molestia, por lo que opte por no hacer nada al respecto.
No, Juan, mi respuesta pareció crear una ligazón de confianza entre ambos, pues mi hermano me acomodó la falda de manera que quede sentada encima de su entrepierna, pero de espaldas a él.
Su gesto parecía buscar acomodarme para conversar más tranquilamente, pero al hacerlo mi falda se había corrido y ahora la pantaleta era lo único que me separaba de la falda de él, por lo que el contacto de mis nalgas con la entrepierna de él era directo.
¿Por qué lo hiciste? Ahora mi hermano me apretó hacia él, mientras una de sus manos me tomaba por la cintura y la otra se ponía en mi rodilla, aunque ahora ligeramente más encima.
No sé.
Acomode mi cuerpo sobre el de él y en ese momento me percate del bulto que se insinuaba contra mis nalgas.
Parecía increíble, pero por tercera vez en menos de un día tenía un pito presionando mi culo.
Y ahora era el de mi hermano menor de varones, me quede paralizada por la revelación.
Mi hermano estaba empalmado y era por mí.
Y no tenía reparos en que me diera cuenta de su estado de excitación.
No sabía cómo reaccionar ante una situación tan inesperada.
La mano de él ya no apretaba, ahora acariciaba.
Acariciaba mi muslo, lentamente, suavemente, como buscando que reaccionara a sus caricias, sentí el calorcito que me invadía nuevamente, con esa sensación que ayer me llevara a buscar en mi hermano la satisfacción.
Pero ahora era mi hermano menor.
Y era el quien tenía la iniciativa.
Además sabía bien que el aplicaría lo de mi hermano Jesús con Toño, si Jesús te cogía el por qué yo no.
¿Qué haces, Juanito? Se lo dije sin reproche, como para darle confianza, para que las cartas quedaran echadas y él hiciera la siguiente jugada.
Quiero sentir lo mismo que sintió tu Chuy, me lo dijo abiertamente, directamente, mirándola a los ojos, mientras su mano subía por su muslo hasta casi llegar a su pantaleta.
Pero Juan, era como si fuera a protestar, pero no.
La idea era provocarlo y lo conseguí, pues su mano se puso sobre la pantaleta, apretando mi conchita, Juaaaaaaaan, lo dije casi con un suspiro de placer.
¿Te gusta?, lo mire intensamente sin decir nada.
¿Te gusta, cariñito? uno de sus dedos se metía por debajo de la tela de la pantaleta y hurgaba.
Juannnnn ¿Te gusta? Siiiii, mientras una de mis manos se ponía encima de la de su padre, sobre su pantaleta.
¿Quieres que te haga lo mismo que nuestro hermano? apreté fuertemente la mano de mi hermano que tenía sobre mi pantaleta.
¿Quieres? Siiiiiii
Me empujó con suavidad sobre la cama y me sacó la pantaleta, me abrió las piernas y sacando su herramienta, me montó, poniendo su verga a la entrada de mi vagina, que esperaba ansiosa la penetración.
Y cuando estaba a punto de metérmela un puertaso hizo que nos levantáramos, juan salió corriendo despavoridamente, me acomode la falda y salí a ver quién era, desde la escalera logre ver que era Antonio que se dirigía al estudio, segundos después Juan me alcanzo, ya con sus cosas bajando la escalera, al mismo tiempo mi otro hermano también salía del estudio, quien le dijo a Juan, todavía aquí, si entro tarde hoy, y tu Valery, hoy no tendremos clase ok al rato nos vemos, juan hizo el intento de regresarse, pero Toño le dijo vamos que se nos hace tarde y no tuvo alternativa.
Por la noche al termino de cenar nos retiramos a dormir, en mi menta estaba la escena de mi hermano menor, solo que ahora sí debería ser más cuidadosa, pues mis hombres quedrian cogerme, así que les envié mensaje de que estaba cansada y que me dejaran dormir, de ambor recibí una respuesta satisfactoria.
Habrían pasado unos 20 minutos cuando la puerta de mi cuarto se abre y era mi hermano menor parado y mirándome, al verlo permanecía con la mirada clavada en él, como una ave rapaz atenta a su presa, ¿Qué miras?" le pregunte, no atino a contestar nada, porque no tenía una respuesta, quedo prácticamente petrificado pues sentía que el fantasma del pecado estaba presente en el lugar.
Si no te atreves a tomar lo que deseas como lo debe hacer un hombre, es mejor que no mires nada hermanito, le dije en un tono suave.
Una vez más guardo silencio, lo cierto es que, nada parecía tener sentido.
Opto por darse la vuelta y retirarse.
No lo podía creer mi propio hermano que por la mañana estaba deseoso de montarme, se alejaba.
Me puse de pie y merodeando en la habitación por un tiempo decido ir hasta su habitación, ahí sigilosamente deslice mi mano entre las sábanas que cubrían su cuerpo, dirigiéndose directamente a su entrepierna buscando su verga, y vaya sorpresa la tenía parada.
Por encima del pijama le di un apretón a su verga, acariciaba con dulzura el miembro viril ahora completamente erecto.
Mi otra mano se deslizaba hacia su culo desplazando el pijama hacia abajo, para acariciarle las nalgas con mucho cariño.
No aguanto más y dando vuelta a su cuerpo, me ofrecido su portentoso miembro completamente listo.
Pero como si algo impidiera que siguiera, me puse de pie y salí de su habitación.
Al siguiente día volví a vestir las falditas cortas de antes, resaltando maliciosamente mi belleza de mis bien proporcionadas piernas en absoluta armonía con el exquisito y gran trasero que tenía.
Estaba en la sala de pie, y al fondo del pasillo escucho unos pasos era Juan quien se quedó parado al verme, voltee y le pregunte ¿Qué miras?" Opto por algo tan confuso que ni yo le entendí e Ignorando su respuesta, tome la iniciativa diciendo: Es hora de que dejemos de mirarnos o nos miremos de una manera diferente, ya que sabes que soy una mujer completa y decidida.
Y con mi habitual picardía en los ojos, concluí: ya es hora de que te hagas hombrecito de una vez por todas.
Lo tome del cinturón y le bajó los pantalones con una destreza, decisión y firmeza, no tuvo alternativa que dejarse llevar por mis manos diestras y apresuradas.
Apoyo su cabeza en mi pecho e instintivamente busco con los labios mis turgentes pezones, aprovecho para poner su mano derecha sobre mi hermoso culo, al contacto empecé a respirar de una manera muy especial, acariciando tiernamente la nuca, haciéndome una leve presión con mis delgados dedos que se deslizaban entre sus cabellos.
Mientras nos besábamos, con ágiles y diestros movimientos de mi mano libre, me quite lentamente el diminuto calzoncito y agarrando su tímida mano la dirigí hacia aquello que tanto deseaba con toda el alma pero que no se animaba a tocar por su estúpida timidez: lo lleve directamente hacia mi hermoso cochito que al primer contacto de sus dedos di una especie de brinquito, cual nervioso pollito queriendo huir se entregaba entero a mis caricias.
Para disfrutar más aún del espectáculo dirigió su mirada hacia mi concha.
Abriendo las piernas, le ofrecí mi concha, hermosa e indefensa a su tierna hombría que en ese momento se manifestaba con toda su potencia a través de su duro miembro que apuntaba con ansias hacia mí, dándole unos deseos incontenibles de penetrarme.
Diestramente cogí su verga dándole una especie de masaje para ponerla a punto, cuando vio que su respuesta era inmediata, emprendí leves masajes apenas con la punta de mi dedo índice justo en el lugar donde emergía el líquido lubricante esparciéndolo por toda la cabecita, preparándolo para ingresar en mi interior.
Lo cierto es que sin medir consecuencias me penetro de un solo envió, cual travieso niño que se llena la boca con la apetecida golosina, de una vez por toda, empezó como un loco a tomar lo que le pertenecía, como si alguien estuviese a punto de arrebatárselo o como si de una sola vez quisiese comerme enterito aquel cuerpo que por fin tenía a su disposición, el glorioso ingreso de su miembro en mi interior, un recibimiento tibio y cariñoso y unas tremendas fuerzas transmitidas por mis brazos para que no retrocediera ni un solo milímetro, sino más bien avanzar decididamente para seguir penetrándome hasta el fondo.
Mi respiración en suspenso, mis ojos completamente abiertos, su boca besándome con pasión, mis piernas alrededor de sus caderas aprisionando su endeble cuerpo, mi vientre sediento y desesperado de ser llenado por sus embates.
Saco su verga de mi interior, incorporándose parcialmente en la cama, me observo plácidamente con los ojos llenos de tanta belleza y pudo ver algo realmente hermoso: tendida con el cabello suelto sobre las almohadas, con mis ojos bien abiertos, mostrando una expresión de desesperación por haber interrumpido la unión de nuestros cuerpos, pero sin decir palabra alguna.
Con las hermosas piernas semilevantadas y abiertas y aquel hermoso cocho pendiente de su miembro.
Como un niño caprichoso, volvió entonces a la práctica de aquello tan delicioso y con la ayuda de mi hábil mano derecha, ambos logramos una nueva penetración igual deliciosa, sintiendo el contacto de sus bolas con mi hermoso cochito que se ofrecía completo en esa posición, mientras nos dábamos besos desesperados.
Jadeaba con tal fuerza que en cualquier momento podría faltarme la respiración, daba gritos tan fuertes que solo me tranquilizaba el convencimiento de que no había nadie en casa, gritos que se aplacaban parcialmente cada vez que nos besábamos.
Con mis muy bien formados y protuberantes labios lo besaba con tanta fuerza y pasión que cada beso era una especie de pedido de auxilio de quien necesita en forma urgente amor, placer y atención.
Después de estar haciendo el amor en la posición del "misionero" por unos minutos, aparentemente me canse de la misma o más bien quería más, de tal manera que terminó subiendo mis piernas hasta colocarlas por encima de sus hombros.
El contacto de mi concha con el sexo de mi hermano en esta posición era tal, mi humedad producto de la excitación, había empapado parte de su vientre.
Así permanecimos otro rato, cuando sintió que estaba por venirse, pidió que esperáramos, pues deseaba disfrutarme un poquito más y que deberíamos descansar.
Está bien, descansemos, pero por favor no la saques.
Abrazándolo, baje ligeramente las piernas hasta recuperar la posición inicial.
Después de besarnos larga y apasionadamente.
En voz alta mención, hay hermanita, si hay algo que realmente deseo es cogerte por detrás, tu culo me tiene loco.
Al escuchar esto, me estremecí de tal forma que mi respiración se paralizó, hice un último movimiento circular de mi estrecha cintura logrando darle un masaje especial a su verga, le restregaba una y otra vez en cada vaivén de nuestros cuerpos.
Por fin soy tuya juanito, le dije.
Dame por todo cuanto me has deseado, hazme llegar al orgasmo, lo deseo de veras.
Quiero que goces mi amor, quiero que disfrutes, me dijo, Quiero sentirme hombre, un hombre que hace feliz a una mujer tan bella como tú.
Al escuchar esto sentí un temblor en mi cuerpo, desde los pies a la cabeza, en mi abdomen y especialmente en mi conchita, mientras daba gemidos ahora cortos y suaves pidiéndole que no la sacara.
Poco a poco deje de menearme, manteniendo mi boca pegada a la suya, besándole suavecito, con mucho cuidado saque su verga de mi concha, quedándome quietecita, le pregunte: ¿Cómo quieres acabar mi amor? Su respuesta no fue inmediata, sólo me beso en la boca.
Manteniéndome en la misma posición, metió ambas manos debajo de mi culo y volvió a penetrarme por delante.
Tenía en sus manos mi poderoso culo, sentía la firmeza de aquella delicia de cuerpo, era suave y firme a la vez, lleno de vigor y con unas tremendas ganas de seguir cogiendo.
Al saberse poseedor del culo de su hermana entre sus manos y su bella conchita penetrada por su verga se exaspero en extremo, al disponer libremente de algo que no era suyo y que lo tomaba porque le daba la mismísima y regalada gana, y que podría de hoy en adelante hacer lo que él quisiese, todo eso le daba una sensación de poder adicional.
Sintiendo los primeros espasmos de una corrida que se manifestaba en forma inapelable, hice unos movimientos de cadera circulares y rítmicos que lo hicieran gozar en medio de los gritos y gemidos de ambos, mientras el empujaba su miembro lo más profundo posible, para llegar a lo más bello de mi interior; como queriendo dejar su semilla en el terreno más fértil, como especie de toque eléctrico en toda su columna vertebral, se vació echándome toda su leché en mi concha, prácticamente llenando de semen mi hermoso agujero en cantidad abundante.
Al sacar su verga una vez satisfecho, pudo ver un poquito de su semen saliendo de mi cuerpo como expulsado por los espasmos que todavía sentía.
Luego, aprovechando que su miembro aún estaba duro, lo cogí con cariño y metiéndomelo nuevamente con gran maestría, le dijo: Aún falta un poquito.
Nos quedamos así, el dentro de mí y yo llena de él.
Permanecimos completamente quietos, mi hermano sentía su verga tan sensible que no soportaba la más leve caricia, mientras que yo preparándole algo especial o adicional al supremo placer que ambos acabábamos de experimentar.
Permanecimos pues uno o dos minutos muy quietos, sin hablar nada y sin hacer movimiento alguno, pero aun besándonos suavemente en la boca.
¿Quieres sentir cuán feliz me haces?, le dije.
No solo deseo sentirlo, sino que ansío compartirlo, me contesto.
Entonces con suavidad y destreza, saque su verga de mi interior que como podrán entender estaba completamente empapada, guiando luego suavemente con ambas manos su cuerpo para que se bajase y lo tendí boca arriba en la cama.
Se dejó llevar como un bebé que se deja atender por su mamita, no puso ninguna objeción, por el contrario, dócilmente cual corderito se dejó conducir rumbo al sacrificio.
Estaba dispuesto a morir en aras del amor, del amor prohibido, de esa relación pecaminosa que sin embargo resultaba tan placentera que nos mantenía embriagados.
Su miembro aún mantenía una cierta erección, lo acaricie suavemente con ambas manos, la reacción pareció ser inmediata, observo levantando su cabeza que su verga aún sobresalía de su cuerpo como dispuesta a continuar con el juego, sin pérdida de tiempo me subí encima en la posición de a caballo, manteniendo mi cuerpo sobre mis rodillas ubicadas en ambos lados de su cuerpo, mientras me apoyaba en su pecho con una mano sin ser penetrada aún.
Agarrando con la mano libre por detrás de mi cuerpo, guie su verga hacia mi conchita una vez más.
La penetración fue nuevamente maravillosa, tenía el interior tan calientito y acogedor, presionaba con una fuerza para hacerle sentir muy bien.
Con la expresión de su rostro podía apreciar con toda plenitud que era de absoluto placer, ahora con los ojos cerrados y la boca entreabierta, disfrutaba de cada movimiento.
Con la mano que guie su verga, jugaba con sus bolas por momentos y luego me acariciaba los senos que colgaban de mi maravilloso cuerpo.
Cuando me inclinaba para besarlo, el espectáculo era mucho más hermoso, pues mis senos, estaban a su entera disposición, se mecían en suave vaivén rozando su cuerpo con mis pezones, posándose finalmente como mansas palomas sobre su pecho, haciendo un contacto directo digno de los dioses.
En esa posición, besándonos apasionadamente y moviéndonos rítmicamente para procurar ese mete y saca tan delicioso, por momentos dirigía mi mano para sacar su verga de su interior, acariciándosela y masajeándosela suavemente en mi cochito, volvérmela a meter enterita, lo que nos daba tal placer que no aguantábamos los suspiros y los gestos de felicidad.
Entonces levantando mi cuerpo, mostrándole mis bellos pechos y mi rostro conteniendo un gesto de total excitación, con el cabello cayendo como cascada sobre mis senos, apoyada apenas sobre los dedos en su abdomen, empecé una "cabalgata" digna de la reina de las Amazonas.
Con rápidos y acompasados movimientos, permitía la entrada y salida de su verga en una danza perfectamente acoplada, como mil veces ensayada, con un ritmo cada vez mas acelerado, con unos ruidos tan sensuales de mi culo chocando con sus caderas, mi concha ahora ya completamente mojada por su leche mezclada con mis propios jugos y mis senos que seguían la cabalgata en completa armonía, libres y felices.
Hice una especie de movimiento circular de mis caderas sobre el eje que significaba su verga dentro de mi cuerpo, acompañando con otro movimiento similar de mi cabeza seguida de mi abundante pelo y de mis hermosos senos cuyo movimiento completaba aquella danza divina, inicie el movimiento de retorno girando las caderas en sentido contrario, pero no llegue a completarlo porque me vino una andanada de contracciones de mi concha, mis piernas y mis brazos que lo sujetaban con mucha fuerza.
Derramando abundante líquido cuyo chorro resbalaba lentamente por su entrepierna camino a las sábanas, llego a un orgasmo tan bello que no me quedó otra alternativa que solidarizarse y, embriagado de placer, cerrando los ojos, provoque una deslechada, jalándome de los pelos para que me besara y sacando su verga después de haber dejado su primer chorro en mi interior, apenas con el tiempo suficiente para terminar de descargar esos líquidos en el precioso canal de mis nalgas completamente abiertas para él y parte en el abundante culo que se mostraba protuberante y completo dada la posición.
Metiéndomela rápidamente le regale una especie de exprimida con mi conchita que le dio una sensación de ser succionado con mucha fuerza y cariño a la vez.
Gracias Valery, dijo simplemente y ambos nos derrumbamos en la cama exhaustos de la experiencia.
Aún me sobró tiempo para reprocharle en voz alta el no haberse dado el gusto de cogerme por detrás, de comerse aquel culo que tanto deseaba.
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