EL MENOR (EL PARTIDO Y EL VIAJE)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por XCITANTDLC.
El domingo me pidió mi hermano Juan que lo acompañara al club de futbol en el que está porque iba a jugar un cuadrangular, el torneo finalizaba ese día y mi hermano quería que lo acompañara porque siendo el capitán podría levantar el trofeo.
Yo acepté de mala gana porque tarda en terminar más o menos 3 horas o un poco más, como era domingo y el día estaba soleado me vestí con un vestido color rosa floreado que me llega poco arriba de la rodilla, como tiene tirantes muy delgados y es escotado no me pude poner sujetador, así que sólo tomé una tanguita blanca y mis tacones para irme al dichoso partido.
En el club había gente adulta que también estaban jugando el torneo y sólo en la parte donde había arboles estaban algunas familias, por lo que me convertí en el centro de sus miradas desde que llegamos.
Se acercaban a saludarnos sin disimular sus miradas sobre mi cuerpo, en especial en mi escote que mostraba el canalillo que se forma entre mis tetas, al retirarse notaba que me veían el culo que se notaba demasiado por la caída del vestido, sobretodo al caminar.
Estuvimos esperando un buen rato para que empezaran a jugar, él se puso a platicar con un señor que resultó ser el entrenador o quien lleva el equipo.
Yo me quedé sentada frente a él y veía que su mirada recorría mi cuerpo de arriba abajo mientras se acariciaba su entrepierna, sus ojos no sabían si clavarse en mi escote o en mis piernas pero no dejaba de verme ni un instante.
Decidí empezar a jugar con él y discretamente fingiendo no darme cuenta, me agaché como si me fuera a abrochar los zapatos dejándole ver mis tetas que casi se salían del vestido, mis pezones se alcanzaban a notar mientras yo levantaba la cabeza sonriéndole coqueta; me levanté para sentarme bien y haciendo como que veía hacia el campo abrí un poco las piernas mostrándole mi tanguita.
Puso cara de asombro alcanzándose a notar cómo se tallaba la verga metiendo la mano en sus bolsillos mientras seguía platicando, se alejó un poco y parándose en un lugar aparte se empezó a agarrar la verga de una manera descara viéndome a los ojos, se apretaba su tranca por encima del pantalón y me sacaba la lengua como si me invitara a irme con él.
Finalmente mi hermano empezaría a jugar y decidí acompañarlo, íbamos con otros tres jugadores los cuales no me dejaban de ver, a propósito caminaban detrás de mí para ver cómo se marcaba el culo con el vestido.
Como yo traía tacones se me hacía difícil y cansado caminar por el campo así que le dije a mi hermano que no podía seguir y que me sentaría un momento y más tarde lo esperaría en la entrada del club.
Pasaron unos cinco minutos cuando pasó por ahí un señor, para mi sorpresa era el instructor que estaba haciendo una ronda por el campo para que no fallara nada durante el torneo.
Se me acercó y otra vez su mirada recorrió mi cuerpo, hola guapa ¿cansada? un poco, pues venga súbase a este carrito de urgencias, yo no dije nada, me quedé sentada viendo cómo se bajaba del carrito y se me acercaba.
Me tomó de mis manos para levantarme, con el pretexto de no caerme me rodeó por la cintura con su mano y así me llevó hasta el vehículo, con su dedo pulgar me alcanzaba a tocar una de mis tetas pero fingí no darme cuenta, lo movía suavemente acariciándomela.
Al sentarme el vestido se me subió un poco y su mirada se clavó en mis piernas, no me lo acomodé dejando que disfrutara un poco y enseguida se sentó a mi lado, puso su mano junto a mi pierna y la empezó a mover delicadamente mientras manejaba.
Nos dirigimos a la una especie como de habitaciones sin decir nada, sus miradas eran totalmente descaradas sobre mis piernas y yo no hacía nada por evitarlo.
En lugar de llegar directamente al área de entrada, nos dirigimos hacia la parte de atrás del club, debo guardar el carrito, es propiedad del club y se guarda en la bodega junto otro equipo, aquí también se guardan el mobiliario de los socios venga para que se los enseñe.
Llegamos a una especie de bodega y estacionó el carrito un poco lejos, ya que el camino era empedrado, me ayudó a bajarme tomándome de las manos y fuimos a la bodega.
A mí se me dificultaba caminar sobre el empedrado, por lo que muy amablemente me abrazó por la cintura para que no fuera a caerme, con cuidado preciosa, sería una lástima que se cayera y se lastimara, yo le ayudo, véngase para acá, nuevamente me iba rozando una de mis tetas con su dedo, aunque con el bamboleo de mi caminar sobre las piedras me la tocaba cada vez más hasta que finalmente me la agarró con su mano derecha sin ningún impedimento de mi parte, me la masajeaba con el caminar de los dos, rodeándola y apretándola a su antojo.
Íbamos a medio camino y el empedrado estaba en peores condiciones, a ver chula, mejor la abrazo así para que no te vayas a lastimar, permíteme, deja me acomodo para agarrarte bien.
Se puso atrás de mí y se pegó, de manera que podía sentir perfectamente su verga parada sobre mis nalgas, puso sus manos en mi cintura y así continuamos nuestro camino, sintiendo como su pene se habría paso entre mis nalgas por encima del vestido.
Habíamos avanzado unos cuantos pasos cuando empecé a sentir que subía sus manos por mi cuerpo hasta ponerlas justo debajo de mis tetas rozándolas suavemente.
Así nos fuimos caminando otro poco cuando, al ver que yo no decía nada, terminó por agarrarme las tetas por completo, sus manos se apoderaron de ellas apretándolas y acariciándolas con fuerza arrancándome unos pequeños gemidos de placer, con eso también lograba que mi cuerpo se pegara más a él para que pudiera sentir su palo en mi culo, sentía su respiración en mi cuello y poco a poco me besaba los hombros con más descaro.
Yo no decía ni hacía absolutamente nada, dejaba que hiciera con mi cuerpo lo que quisiera, sus manos recorrían mis pechos por encima del vestido mientras con su lengua lamía y besaba mis hombros y cuello haciéndome sentir su dura verga en mi trasero.
Cuando faltaban unos diez metros para llegar se despegó de mí para tomar mi mano y llevarla hasta su pene, se sentía duro y grande, lo apreté mientras lo recorría de arriba abajo por encima de su pantalón haciendo que su respiración se cortara al pujar de placer.
Llegamos frente a la puerta de la bodega y se separó de mí para sacar la llave y abrirla, me volteó a ver con cara de extrañeza y me dijo: no chula, tu sigue con lo tuyo, no te detengas, sólo estoy abriendo la puerta, así, muy bien aaaahhh.
Me tomó de la mano y la puso nuevamente sobre su verga, por lo que otra vez se la empecé a acariciar.
En cuanto entramos él se dio media vuelta para asegurar la puerta y al darse media vuelta se quedó petrificado con lo que vio, yo estaba parada frente a él con el vestido bajado hasta la cintura, mis tetas se mostraban totalmente desnudas, tenía los pezones erguidos y con mi mirada lo invitaba a que los poseyera, eran suyos y yo moría porque los tomara, los besara y me los mordiera como bebé hambriento.
No fue necesario decirle nada, se fue sobre mis tetas apretándolas e intentando abarcarlas con su boca, su lengua las recorría por toda su superficie y sus manos la sopesaban prendiéndose de ellas como si estuviera a punto de caerse.
Mis manos se dirigieron a su verga y la liberaron para empezar a masajearla, la deseaba y era mía para disfrutarla al máximo.
Lo dejé que siguiera mamándome las tetas por un rato más y después me hinqué para quedar frente a ese palo duro y erecto que pedía ser introducido en mi boca.
Lo empecé a cubrir de besos mientras con mi lengua lo llenaba de saliva y lo acariciaba con mi mano, me lo metí en la boca y empecé a darle la mejor mamada de su vida.
Sus ojos se cerraron y empezó a gemir como lobo en celo mientras yo seguía en mi tarea que tanto disfrutaba.
Me terminé de quitar el vestido y sólo quedé con mi tanguita y mis tacones y le ayudé a quitarse el pantalón.
Después de un rato me levanté y me dirigí a un escritorio que estaba dentro de la bodega, el me siguió pegando su cuerpo al mío poniendo su verga entre mis nalgas y agarrándome las tetas fuertemente al mismo tiempo en que me cubría el cuello de besos.
Me paré frente al escritorio y me recargué sobre él levantando mi culo ofreciéndoselo, puse mis manos en mis nalgas abriéndolas lo más posible haciendo mi tanguita a un lado esperando la embestida de su palo.
De inmediato me la metió toda de un solo golpe, sentí como me penetró y me arrancó un fuerte gemido haciendo que me corriera con sólo sentirla adentro.
Me empezó a taladrar despacio, disfrutaba cada centímetro de carne que me introducía y no dejaba de alabar mis nalgas, que hermoso culo tienes, que nalgas, son hermosas, redondas, riquísimas, estás buenísima.
Se recargó sobre mí y me empezó a besar la espalda y el cuello, con su lengua recorría mis hombros, me tomaba de las nalgas mientras su verga seguía perforándome sin detenerse un instante, sus movimientos no se detenían y yo solamente volteaba mi cabeza mirándolo a los ojos.
De repente sin sacar su verga de mis entrañas, juntó mis piernas y las subió al escritorio, quedando acostada de lado de espaldas a él, nunca había estado en esa posición, sentí que su verga entraba con más dificultad al yo tener las piernas cerradas sintiendo los dos un enorme placer, mis gemidos fueron más intensos incluso convirtiéndose en gritos, él también empezó a gemir y bufar sin dejar de cogerme, mis ojos estaban casi en blanco pero no dejaba de mirar su cara que se transformó del gran placer que sentía.
Mi cuerpo estaba en un orgasmo continuo, me movía conforme el ritmo en que su verga entraba en mi conchita, con una mano le tocaba su pecho como si quisiera detenerlo aunque en realidad no quería que se detuviera.
De pronto me sacó su pene y empezó a vaciarse sobre mi espalda, salpicando también mis piernas y mi culo, con mi mano acariciaba su verga exprimiéndole hasta la última gota, para después darme vuelta y metérmela en la boca hasta quedar segura que había aventado toda su leche sobre mí.
Se la limpié con mi lengua y seguí lamiéndosela por un rato más, viendo como sus ojos volteaban al cielo sin terminar de creer lo que había pasado.
Se sentó en una silla que estaba por ahí y yo me quedé recostada sobre el escritorio descansando.
Al cabo de unos minutos me levanté para limpiarme todo el semen que tenía sobre mi espalda y mi culo que ya me escurría hacia mis piernas, me quité mi tanguita que casi se había roto con esa extraordinaria sesión de sexo que había tenido, se la puse a un lado de donde estaba sentado y me puse mi vestido que afortunadamente no se había manchado ni arrugado, me acomodé el cabello y me dirigí tambaleándome a la puerta sin decir nada.
Me dirigí a la entrada principal a esperar a mi hermano, ahí busque una banquita para esperar más cómodamente, en mi mente evocaba la idea de que últimamente ya me había vuelto muy puta, que todo lo relacionado al sexo por mínimo que fuera me calentaba a mil, espere un rato más hasta que apareció mi hermano con cara de pocos amigos, me puse de pie y comenzamos a caminar, llegamos al metro estaba parado y había mucha gente, nos dirigimos al final del andén y ahí entre la gente, pronto empecé a darme cuenta de cómo me seguían las miradas y a más de uno descubrí mirándome el trasero y le dije a mi hermano vámonos que hay mucha gente y me dijo no te preocupes yo te protejo y me puso delante de el al tiempo que pegaba su cuerpo y sentía un bulto duro en mis nalgas y pensé al menos es mi hermano y no algún extraño pero ni siquiera podía imaginarme lo que seguiría a continuación ya que con Juan Carlos no había tenido una experiencia así.
El metro llegó y entramos entre apretones y manoseos ya que sentí claramente como una mano levantaba mi falda y sobaba mi pierna y otra pellizcaba mis atributos el caso es que quedé prensada entre mi hermano que en ningún momento despegó su miembro viril de mis nalgas y delante mío, un señor de bigote recortado de traje que sostenía un portafolio se situó muy de frente a mí, mirándome discretamente.
El metro se quedó ahí un momento tiempo en que aprovecharon varias manos para acomodarse de manera que sentía como palpaban la tela del vestido, y otra tuvo el atrevimiento de apretar suavemente mi sexo, como midiendo el terreno.
Cuando el metro se internó en el túnel el del portafolio empezó su danza de apareamiento y dejando su maleta a un lado acercó mas su sexo al mío aprovechando el vaivén del metro y aprovechando que mi hermano se me arrimaba cada vez más obligándome a repegarme mas al de enfrente quien empezó a bajar la mano y me rozaba la pierna subiéndome el vestido.
Yo no lo podía creer que se aprovecharan de mí, y quise moverme pero no podía por que otras manos anónimas rozaban mis caderas o se paseaban por la tela siguiendo el curso de la mini tanga así que me quedé paralizada tan solo sintiendo como las manos recorrían cada centímetro de mi cuerpo y mi sorpresa fue mayor cuando al llegar a las siguientes estaciones el del portafolio se iba excitando cada vez mas hasta que sentí algo caliente y blando que se pegaba a mi sexo y era el trozo de carne del tipo ese, que ¡atrevimiento! para entonces me moría de pena y vergüenza que descaradamente se estuviera masturbando frotándome la concha y pues yo estaba a cien, húmeda y sudando de la excitación y nerviosismo y notaba que me miraban los hombres y sentía que me ahogaba en ese lugar con las ventanas cerradas.
Mientras mi hermano se entretenía abriéndome discretamente las nalgas e introducía como podía su bulto y lo dejaba descansar entre mis glúteos, sentía como punzaba caliente a través de la tela y sucedió que me empezó a subir el vestido casi hasta que posó su pene erecto en la entrada de mi ano, ya que ante los apretujones, la lentitud del metro y mis miradas de súplica él se sacó el garrote y empezó a moverse discreto pero yo no quería que me clavara y yo me movía intentando zafarme y esto pasaba mientras el del portafolio al darse cuenta que mi vestido cada vez subía más, metió los dedos por debajo y empezó a recorrer mi sexo ya húmedo e introdujo sus dedos y al sentir esto mi instinto me hizo hacer las nalgas hacia atrás y oh sorpresota, creo que hasta lancé un gritito cuando sentí como era penetrada por detrás por Juan Carlos y quedé ensartada, se encajó la estaca más en mi cuerpo y por si fuera poco, por delante el miembro del que llevaba el portafolio buscaba afanosamente mi vagina y en un enfrenón, cas¡ se mete de lleno.
Lo que recuerdo solamente es que al bajar tenía el vestido desacomodado, la tanguita estaba muuuy mojada y mis piernas escurrían líquidos y fluidos seminales que, al quedar atrapada por delante y por detrás tuve que abrazar del señor del portafolio quien en un momento descargó su chorro de semen entre espasmos y se retiró chorreante alcanzando a mojar mis piernas y mi hermano solo atinó a salirse y se vino debajo del vestido todavía alguien tuvo tiempo de propinarme severa nalgada que sonó splat¡ y tan solo oí: que ¡asco! cuando esa mano lo único que hizo fue embarrarse de semen.
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