EL MENOR (EL VIAJE)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por XCITANTDLC.
Por la mañana le pedí me acompáñese de compras, llegamos a una tienda de ropa íntima de mujer y con mi consabida picardía dije: Escoge mi amor, que es lo que la noche que pasemos juntos quieres quitar de mi cuerpo.
Mientras apoyaba mi cuerpo en el mostrador del local permitiéndole intencionalmente que mi culo se mostrara glorioso a sus ávidos ojos y en forma muy sensual dirigiendo mi mirada a esa parte tan bella de mi cuerpo, como disfrutándome a sí misma.
Por supuesto escogió un calzoncito, de color rojo, el más pequeño y sensual que pudo ver.
Uno que dejara lo más libre posible ese par de nalgas y lo deje en libertad de manosearlas a voluntad y quizás, haciendo de lado el simple tirantito, pueda penetrarme por detrás haciéndose dueño de una vez por todas de ese trofeo que tanto ansiaba.
Además elijo este otro negrito, por si acaso te animas a una segunda vez.
Descuida, le dije, que si de ánimos se trata, puedes completar todos los colores.
Por la noche mi hermano Juan se encontraba en el pasillo que conducía al baño, en el momento preciso que yo salía al mismo ambiente, nuestras miradas se encontraron, a pesar de la leve penumbra del ambiente, se percibían en nuestros ojos que teníamos algo que decirnos o que al igual que yo, tenía la tremenda necesidad de unir su cuerpo al mío.
Nerviosamente empujo la puerta del baño y sin querer o siguiendo la natural forma de actuar de los amantes secretos tenemos para facilitar las cosas, dejo la puerta semiabierta y sin encender las luces me espero apretujado en un rincón, como tierno halconcillo a la espera de su primera presa.
No tarde en ingresar con paso sigiloso, habiendo entrado cerré inmediatamente, me voltee y fui directamente al cuello, lo bese apasionadamente agarrándole las caderas y apretándolo de las nalgas llevando su cuerpo hacia el mío y queriendo recobrar su papel de macho, me tomo por la cintura muy fuertemente, me beso con pasión y nerviosismo y bajo sus manos hacia mi hermoso culo, sintiendo las tremendas ganas que tenía de entregarse lo más antes posible.
Estaba con unas faldas sueltas y un tanto largas, continuaba besándome y metiendo su mano por debajo de mis ropas, sentía un inenarrable placer cuando percibió que no llevaba calzones y le ofrecía mi hermoso culo prácticamente indefenso y desnudo, todo para él.
No puedo aguantar más y con cierta violencia me dio vuelta cogiéndome por la espalda, me arremango toda la falda y pudo palpar en forma íntegra aquel hermoso culo que podía ser suyo de la manera más imprevista y fácil, de una vez por todas y sin mayor trámite.
Bajándose los pantalones rápidamente a mitad de las rodillas, el miembro perfectamente listo para introducirlo, le meneaba impaciente el culo dirigiéndolo muy sensualmente hacia el como reclamando ser clavada en forma urgente, inclinando levemente mi cuerpo para apoyarme con una mano sobre el inodoro.
Bastaba impulsar su cuerpo hacia delante para alcanzar la gloria, pese a la penumbra nuestros cuerpos parecían no necesitar de mayor auxilio que nuestro propio instinto para unirnos de una vez y gozar de la dicha aunque sea perseguidos por la tremenda inquietud de ser sorprendidos por cualquiera.
Pero escuchamos que alguien subía el tono de la voz y tuve que resignarme a verlo nervioso y rápidamente acomodarme las ropas y dándole un beso apresurado y salir sin antes decirle: No te apresures, no seas tonto, podemos aguantarnos un poquito hasta mañana.
Por la madrugada mi hermano Antonio apresuradamente me despertó, al principio pensé que quería coger, pero cuando acabe por despertar y ponerle atención me vestí rápidamente y tome una carpeta con documentos que necesitaban mis padres, al principio pensé que iría solo, al subir al carro y ver que no avanzaba le dije comente que por que no arrancaba a lo que contesto que esperaba a Juan Carlos ya que él me acompañaría al oír eso Salí disparada por mi mochila puse unas cosas que necesitaba y nos dirigimos a la terminal de autobuses, ahí nos despedimos y abordamos el camión que nos llevaría con nuestros padres.
En el camino le dije me muero de las ganas de que me hagas tuya, sin que nadie nos interrumpa nos amemos tanto como lo hemos deseado.
en el camino planeamos no llegar a nuestro destino, le mande mensaje a mi padre que el camión se había averiado y que tardaríamos en llegar, mejor no podría resultar la respuesta de mi padre quien sin más remedio nos dijo que no había problema que descansáramos y mañana nos veríamos.
Llegamos al pueblo elegido, desembarcando rápidamente nos pusimos a buscar alojamiento.
A la hora de acomodarnos en un hotelito de pasada, ya la tarde estaba por caer, con una aparente tranquilidad, hicimos los preparativos para la noche, buscando algo de comida.
Le regalaba movimientos tan sensuales de mi cuerpo, mal intencionadamente al agacharme a recoger alguna prenda mostrándole mi hermoso culo y mirándole de manera muy insinuante, dedicándole una sonrisa como queriéndole tranquilizar y enloquecer a la vez, nos aprestamos a iniciar aquella noche que sería el principio de una relación amorosa que marcaría para siempre su vida sentimental y sexual de mi hermano.
Llevaba puestos unos Jeans, muy ceñidos al cuerpo, lo que permitía apreciar la singular armonía entre mis pequeños y delicados pies, mis hermosas y bien proporcionadas piernas, mi hermoso cochito que aún a pesar de la gruesa tela, mostraba su exquisito abultamiento, separado por una feliz línea.
Con todo esto, se puso de pie me observo en detalle estando recostada, con el pelo suelto a un lado de la almohada, el cuerpo ligeramente de costado mostrándole mi hermoso culo, mis brazos en cruz reclamando su presencia, se acercó para llenarme de besos, desde mis delicados y pequeños pies, pasando por mis hermosas piernas, mi culo y mis tetas, me dio un ligero beso en la boca al tiempo que lo besaba en el oído y suavemente le decía: hazlo de una vez, no me atormentes, sabes que estoy muy ansiosa de recibirte y enseñarte lo que es coger.
Empezó a desvestirme quitándome los zapatos, mientras yo me desabotonaba la delicada blusa dejando ver mis hermosas tetas que apenas sujetadas por un corpiño de color rojo, se las ofrecía firmes y exquisitas.
Me recosté para que prosiguiera con mis pantalones, me desabroché el botón y suavemente baje el cierre dejándole ver un poquito de un calzoncito también de color rojo, me pidió que me volteara, quería verme el culito al desvestirme.
Me di vuelta muy complaciente y en forma suave y lenta empezó a bajarme los pantalones.
Me incorpore a medias y empecé a quitarle los pantalones, cuando quedo sólo en calzoncillos le metí la mano entre sus piernas notando que estaba completamente dura y mojada con todos los deseos reprimidos de penetrarme de una vez.
Acaricie suavemente su miembro, lo mire de un lado y del otro, le di unos breves masajes de aquí y de allá y finalmente le regale un beso con el dedo índice en la puntita, manteniendo mi dedo ahora "inquisidor" apuntando hacia el viril aludido para decirle: te vas a portar bien, porque esta noche es tu noche, se sonrió y contesto por él, todo depende de tus habilidades, te pienso hacer el amor las veces que quieras o las veces que tú logres incentivarlo para que funcione bien.
Ya verás mis habilidades hermanito, vamos a desquitarnos de todo este largo tiempo de espera, le conteste.
Pero dile que no pienso darle descanso toda la noche, por eso es mejor que se aliste".
Se puso de pie para observarme, me dijo que me quitara los calzones lentamente, sumisa empecé jalándomelo en forma lenta hacia abajo, después invertí deliciosamente mi cuerpo entregando a su codiciosa mirada mi hermoso culo.
Dejando el calzoncito a medio culo e invitándolo a que me lo quitara, de rodillas en la cama dirigiendo su rostro hacia mi portentoso culo para quitarme con los dientes aquella sensual prenda teniendo cuidado de morder justo en la mitad, es decir en el lugar que la prenda hacía contacto con el cochito y dándole el suficiente tiempo para deleitarse con aquel delicioso aroma que parecía conocerlo desde el día de mi nacimiento.
La prenda resbaló ayudada por un ágil movimiento en señal de aprobación me regaló con un suspiro.
Feliz de haber pasado la primera prueba me compenso con un beso en cada nalga apenas con la punta de los labios, a lo que hice un movimiento de mi culo que le permitiera ver brevemente gran parte de mi cochito que atento esperaba su turno.
Me dio la vuelta para ponerme de frente, me acaricio con una mano el cochito mientras me besaba, noto que ya estaba mojada.
Agarró su miembro, abriendo lentamente mis piernas y dirigió su verga a mi deseoso chocho y me la metió completa.
Se dedicó a meter y sacar frenéticamente su verga, ambos gemíamos al unísono de placer.
Las luces estaban todas encendidas, por lo que podía ver con todo lujo de detalle mis gestos en cada entrada y salida de su verga.
Subí las piernas poniéndolas en sus hombros, ofreciéndole un mejor panorama de nuestros genitales en plena acción, mis labios vaginales muy pegaditos a las paredes de su miembro siguiendo el movimiento y la forma de su pene al entrar y salir, anhelante, complaciente y ansioso el ritmo con el que llevaba cada penetración.
Dame más hermanito, le repetía, cógeme papito, dame rico, métemela más adentro, quiero gozarte, quiero disfrutarte, has lo que quieras de mi cuerpo, lo que te plazca mi amor.
Entendió que era una permisión para cogerme del lado que quisiese, también por detrás, lo que más codiciaba.
Con un movimiento muy ágil, cambiamos de posición quedando yo encima.
Ahora mi hermoso pelo que estaba completamente suelto, mientras nos besábamos cubría nuestros rostros, a manera de sensual cascada.
Apoyándome con ambas manos en su pecho enderece mi cuerpo quedando prácticamente cabalgando sobre mi hermanito.
No se imaginan el espectáculo, mis tetas tan primorosas, mis pezones apuntaban hacia el producto de la excitación, ambos senos se movían rítmicamente con cada vaivén de mis caderas; enderezo su cuerpo hasta besarme en la boca, quedando mis senos en contacto directo con su cuerpo, me abrazó y se los ofrecí para que los chupara, tenía un sabor que denotaba pureza y placer, inocencia y lujuria, fidelidad y traición; amor filial y fornicación a la vez.
Que rico coges Juan Carlos, le dije al oído, me gusta todo lo que haces y todo lo que dices cuando haces el amor, me gusta que cambiemos de posición a cada momento, no paraba de hablar con los ojos cerrados, cabalgando sobre su cuerpo, en ese viaje que parecía no tener fin.
Entonces, tomando la iniciativa se animó a cambiar de posición.
Hagamos una variante del odioso misionero, me dijo sonriendo.
Al bajarme y sacar verga de mi cochito, se escuchó, como el que se produce al chuparse los dedos.
Me recostó de espaldas, poniéndose de pie en el borde de la cama, mientras equivocadamente le hacía espacio quizás intuyendo que se recostaría.
Me agarro de una pierna con fuerza a la altura del tobillo y con un movimiento lento pero firme me jalo hacia el borde, esa sensación de ser arrastrada me gustó mucho pues abrí la boca sensualmente para morderme los labios en señal de gozo.
¿Quieres que te arrastre como a una perra? Me pregunto.
Si mi amor, abalanzándome a su cuello.
Soy tu perra y puedes arrastrarme todo lo que quieras, pero arrástrame con tu verga, arrástrame por el cocho, así como lo hacen los perros.
Puso mis caderas a la altura del borde de la cama, quedando mis piernas entre abiertas colgadas con los pies en contacto con el piso, coloco una almohada debajo de mi cuerpo, de tal manera que mi cochito quedó levantado, abierto, sediento de placer y además completamente indefenso.
Agarrando su verga, la paso por mis labios externos de ida y vuelta para humedecerla con los abundantes jugos que emergían y colocando la punta en la entradita, me la empujo con todas sus fuerzas, todas sus ganas y con todo el deseo reprimido.
Di un grito de placer y empecé a moverme agitadamente.
Hazme eso de nuevo papito, le implore enderezándome para darle un beso.
Saco su verga muy lentamente, agarrándola con su mano derecha la sacudió contra mi cochito que estaba mojado, la paso una y otra vez con su verga, para incrementar miss deseos de mujer que esperaba con los ojos abiertos, mirándolo fijamente, la boca entreabierta, agarrándolo fuertemente por las caderas con ambas manos y la respiración contenida esperando el máximo placer.
En el momento menos pensado me la clavo nuevamente.
En vez de gritar lance un gemido profundo como si hubiese recibido un golpe bajo, jadeaba, disfrutaba y me estremecía con sus caricias y pedía más y más de lo que me daba.
No entendía cómo dos hermanos, en vez de avergonzarnos del pecado podíamos hacer gala de él, buscándonos desesperadamente para que nuestros cuerpos sigan pecando.
Incremento el ritmo de sus movimientos, lo note por lo que le dije y apurando mis meneos, esperando lo máximo: juntitos mi amor, juntitos, acabemos los dos al mismo tiempo, ¡juntitos! No me contesto, concentrándose en cumplir con lo que le había pedido, que para él se convirtió en una orden directa y una cuestión de honor.
Felizmente estaba a punto de terminar, pues pujaba más seguido y lo besaba con mucha pasión y en forma desesperada me grito: acabe mi perra, córrase como una putaaaaaaaaaaaaaaaaa, al oír esto di un grito de placer que llenó toda la habitación, lo mire sin decirle nada pero mis ojos expresaban todo, tenía un gesto de desesperación, desenfreno y delirio.
Di una última contorsión con mi cadera y me quede quieta, por un momento contuvo la respiración para luego llegar al orgasmo en un delicioso frenesí dando gritos y sufriendo espasmos.
Sentía como mi cuquita quería tragarse su verga aprisionándola con fuerza, alcanzo a dar dos o tres enviones más y se desleché dentro de mi vagina, llenándolo con toda su leche, sin poder contener suss alaridos de placer.
Así papito, juntitos, córrase mi amor, déjeme toda su leche dentro, gritaba implorante.
Se recostó a mi lado cansado, ambos con las piernas colgando de la cama, permanecimos así en silencio.
Nos miramos poniéndonos de lado y frente a frente, dándonos besos cortos en la boca.
¿Te gustó? Le dije.
Me encantó, estuviste maravillosa.
Me acaricio suavemente el culo y dándole una palmadita cariñosa, me pregunto: ya califico para cogerte por aquí, cuándo será mío, ya, solo falta un poquito, le conteste.
Me incorpore para ir al baño, camine desnuda sin mirar atrás, tuvo el placer de ver mis movimientos tan sensuales, ahora sin ninguna ropa que se interponga entre su ávida mirada y mi generosa humanidad.
Después de darme una leve ducha, salí con una sexy camisita de dormir y el mismo calzoncito rojo, le serví un poco de refresco y un sándwich.
Comimos en la cama y conversamos largamente.
La noche empezaba a enfriar por lo que decidimos meternos bajo los cobertores, cubriéndonos hasta la cabeza jugando como niños, observamos mutuamente nuestros cuerpos.
Todo parecía encajar y rimar en un solo verso de amor y deseo, me voltee acostándome boca abajo, y mirándolo a los ojos, levantado primorosamente mi bello trasero, le dije: súbete.
Tan directa invitación lo tomó de sorpresa.
Poniéndose de rodillas en la cama, disfruto largamente de aquel espectáculo.
Tenía el culito levantado, las piernas bien juntitas, parecía una sirenita por la sensual posición de mi cuerpo y por la posición de mis largos cabellos cayendo como una cascada por un costado de mi rostro.
Entre la armoniosa hendidura en medio de mis nalgas, se podía apreciar el final de mi chochito, mi rajita que parecía estar esperándolo con ansias.
Sabía que me estaba mirando fijamente ahí, por lo que entreabrí levemente las piernas y levantó aún más las nalgas, esta vez pudo observar todo mi chochito completo a medio abrirse.
Su verga aún estaba dormida por el esfuerzo anterior, seguramente demoraría en recuperarse por completo, por lo que a modo de incentivo, se recostó sobre mi cuerpo, con el miembro asomando apenas su tímida y arrugada cabecita por el inicio del canal que separa mis nalgas.
Mi culo al ser esponjoso y firme daba comodidad y placer inigualable, más aún cuando empecé mis movimientos circulares, con un balanceo sensual, dándole a su verga unos masajes irresistiblemente animadores, levantando la cabeza y torciendo el cuello lo bese, guiando su mano hacia una de mis tetas.
Al darme cuenta que su miembro se resistía a responder, le dije: no creo que justo ahora que lo tienes a disposición falles, cogió con fuerza y lujuria con ambas manos mi culo, abrí mis piernas y metiendo entre ellas una de mis manos; me adueñe de su verga, jalando su somnoliento miembro hacia abajo, quedando éste ahora en contacto con mi conchita.
Como señal de agradecimiento me dio un suave beso en cada una de mis nalgas.
Impresionada por este natural, ingenuo e impensado gesto, suspirando dije: Que tierno eres hermanito.
Quiso penetrarme pero alguna dificultad por la falta de lubricación lo hizo desistir.
Estirando el brazo hacia mi bolso que estaba encima del velador por sobre su cabeza saque un frasco: para esto se inventó el aceite para bebés, le dije.
Si y también para algunos lugares que son un poquito más secos y más difíciles, me contesté sonriendo.
Me puse el aceite en su hermoso chochito y también me puse en la parte de atrás, dándole la idea de que ahora sí estaba dispuesta a todo y que le daría la oportunidad de gozar de todo mi cuerpo.
Me recostó de espaldas y a manera de calentamiento le ayude a subirse en la posición del misionero ambos teníamos las ganas de un segundo encuentro.
Con la ayuda del aceite la penetración fue espléndida, ohhhhhhh esta tibio tu vagina hermanita y mientras nos besábamos, con ambas manos me acariciaba el culo, yo hacía lo propio, atrayendo hacia mí su cuerpo con fuerza.
Empecé a excitarme más y más, mis movimientos ya eran de total placer por lo que le dije: hagámoslo en la posición que ambos estamos deseando hermanito, métemela por detrás, cómete este culo que está deseoso de ti.
Sacó su verga, le dio unas cuantas caricias con la mano como asegurándose de que esté bien parada y me puse boca abajo con las piernas levemente separadas y con el culito muy levantado.
Ya Juan Carlos, puedes empezar a darle a tu hermanita por el culo, cumple con tu fantasía de una vez, quiero sentirlo por detrás.
Sí hermanita, si mi reina, si mi diosa, aquí vengo para comerme ese hermoso culo.
Sáquelo un poquito más para que entre fácil.
Una vez arriba, le agarre su verga y la guie hacia la entrada de mi chochito, levantando aún más mi hermosa cola.
Para que disfrutara de su entrada triunfal y para asegurarme de que la consecución de su mayor anhelo no era una fantasía sino una feliz realidad, me penetro lentamente, dándose el delicioso detalle de observar cómo su endurecido miembro entraba haciéndose espacio entre los hermosos labios, empujo hasta el fondo, desprendiéndome suspiros de placer.
El contacto con mi ardiente trasero lo excitaba enormemente de tal manera que nuestros movimientos se hacían cada vez más rítmicos, su verga entraba y salía, seguía deseoso de cada embate de su miembro.
Tenía aprisionado entre sus manos el delicioso tesoro que tanto tiempo había anhelado dándose por fin el mayor festín de su vida.
Que hermoso culo tienes Valery, qué lindo tesoro, por fin lo tengo entre mis manos, por fin puedo cogerlo como su verdadero dueño.
Dime quien es su dueño, dime de quien es este culo.
Al oír estas palabras, la temperatura de mi cuerpo subía como por arte de magia y jadeando y meneándome con más fuerza, con los ojos cerrados le conteste: es tuyo mi amor, es tuyo por completo, de nadie más, te juro que no se lo daré a nadie más nunca.
Qué rico coges papito, ay qué riiiiiiiiico.
Me puse de cuatro patas apoyando la cara en la almohada.
Mi culazo que ahora sobresalía precioso y más apetecible aún, le dejaba ver el chochito completo, el orificio anal frente a él esperando el turno que no llegaba, parecía mirarlo atento a ver cuándo se lo cogía.
Agarro su pene y lo sacudió contra mi culo, mientras gemía con estremecimientos fingiendo dolor.
Paso una y otra vez la cabeza de su verga no solo por el húmedo chochito sino disimuladamente por el orificio anal.
Sin aviso previo me penetro en esa posición, pero aún por el chochito.
Prácticamente de pie sobre la cama, cabalgándome con las piernas abiertas, introdujo rápidamente su verga que ahora estaba a punto llenando por completo aquel bello túnel, me la empujo hasta el fondo.
Cuando sus bolas hicieron contacto con mi cuerpo suspire y dije: por fin papito hacemos realidad nuestro sueño.
Empujando su verga con más fuerza para desatar mis alaridos, me acaricio muy suavecito con su índice mojado en saliva mi pequeño orificio anal que apuntaba indefenso hacia arriba, pues resoplaba de placer.
Amenazaba con meterme el dedo con una leve presión justo en la entradita, sin completar la maniobra.
Cada movimiento de su dedo era respondido con un estremecimiento de mi cuerpo, parecía desear que me lo metiera de una vez, pero todavía no era tiempo.
El ritmo fue cada vez más rápido, estaba en camino de alcanzar el orgasmo ayudado por el sensual ruido intermitente que hacían nuestros cuerpos.
Como señal de machismo al saberme dueño de tan hermoso culo, golpeando con la palma de su mano en mis nalgas una y otra vez y con tono autoritario me dijo: mueve ese culo, dámelo todito, empuja mi perra para metérsela hasta el fondo.
Empecé a moverme más agitadamente, jadeando y profiriendo gritos, empujando desesperadamente mi culo hacia él, abriendo mucho más mis piernas y entregándole mi chocho ahora completamente mojado para que pueda hacerme lo que se le antoje.
Mientras una de mis manos por entre mis piernas acariciándome frenéticamente la concha para llegar al éxtasis.
Sentía que estaba a punto de lograr su objetivo, por lo que insistió subiendo el tono: eso perra, mueva el culo, vamos puta, disfruta de esta verga, aguanta que mi leche la voy a derramar en todo el culo, mi perra, mi putísima.
Disfrutaba de cada una de las palabras que mi hermano pronunciaba, las mismas iban alternadas con palmadas en mis nalgas, mientras metía y sacaba su verga de mi interior.
Con las piernas abiertas y flexionadas, arqueando convenientemente mi cuerpo para permitir la penetración, galopaba dándome nalgazos con una mano y cogiendo de mis cabellos, sintiéndose el más hábil jinete en una bella y joven yegua que se dejaba cabalgar a gusto y paciencia.
Dando un grito desesperado, me saque la verga del chocho y metiendo mi mano por debajo y entre mis piernas apreté mi conejito con toda la palma de mi mano.
Me estremecía de placer manteniendo el cuerpo en la misma posición, con la cabeza aún pegada a la almohada, el culo levantado en ángulo recto y una expresión preciosa de placer en mi rostro.
No aguanto más ante bella imagen, poniéndose de rodillas, agarro sui verga con una mano y la encamino nuevamente a mi chochito, me la metió hasta el fondo, con mucha fuerza y antes de correrse me la saco y se deslecho afuera, regando mi culo con dos o tres chorros que salían de su latente miembro, uno de los chorros cayó justo en el hermoso canal de mi culo, cubriendo el pequeño orificio anal y resbalando lentamente camino a mi latente chochito.
Tendido sobre la cama, exhausto, con mi miembro aun latiendo débilmente, no tenía hálito para nada por el momento, por lo que permanecí en silencio, mientras yo descansaba con la mirada fija en el techo de la habitación.
Después de tan largo diálogo, agarrando con ambas manos y con fuerza mi hermoso culo, me hundió la lengua en lo profundo de mi túnel vaginal, al retirarse, atrapo entre sus labios gozoso botoncito, dándole una chupada, sin la necesidad de más estímulo, me vine en un orgasmo precioso, dando gemidos de máximo placer.
Estremeciendo mi cuerpo que en cada espasmo, derramaba abundantes líquidos.
Deslice mi cuerpo para la posición del 69.
Ahora tenía a su disposición todo mi conejito de frente, aparto mis labios para hallar mi botoncito maravilloso que a cada toque de la punta de su lengua provocaba espasmos de placer.
Me acomode debajo de su cuerpo y me la metí completa hasta el fondo de la garganta y luego la saque: ¿Quieres acabar en mi boca? le pregunte, no respondió, dejando que siguiera chupando.
Pase mis labios por la cabeza, los costados, me la metí otra vez completa, le chupe las bolas.
Entonces llegó lo inevitable, me dijo que se correría, que estaba a punto de deslecharse y que ya no podía más.
Acaba dentro le dije, quiero toda tu leche hermanito.
Otra vez me agarraro fuertemente con la mano izquierda de los pelos alcanzo a dar los últimos enviones, mientras disfrutaba el dolor que me causaba.
Con el rostro echado atrás por el efecto de su fuerza en mis cabellos, jadeaba anhelante, esperando que gozara.
Vamos hermanito, cógete a tu hermanita, cogeme por donde quieras y lléname las veces que quieras.
Se vino, con todas sus fuerzas llenándome el agujero con sus mecos seguramente ya no tan abundantes, no pudo más y se derrumbó totalmente agotado, había hecho un esfuerzo físico muy grande y su cuerpo empezaba a sentir los efectos del cansancio, por lo que pensé que era hora de darnos un verdadero descanso.
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