El niño de mi amiga
Una mujer puede llegar a ser tan perversa como un hombre, y cuando tiene oportunidad de serlo, lo disfruta de una forma única..
Un día fui a casa de una amiga que tiene un niño, y cuando llegué, me dijo que pasara al baño porque le estaba bañando, fijándome al entrar que el crío estaba de pie en la bañera con la pollita tiesa; ¡mmmm! lo que le estaría haciendo mi amiga, pensé.
Ella me dijo:
—Perdona por recibirte así, pero suelo bañarle antes de cenar, y nos has pillado en plena faena, jaja.
Como ya me había puesto cachonda al ver eso, le dije:
—Por mí no te preocupes, no tengo problema. Puedes terminar de bañarle.
—Bueno, quédate aquí, así podemos seguir hablando.
Como yo no tenía niños, al haber tenido solo una hija, me dio curiosidad ese momento, imaginándome a mí en una situación así y allí estuve mirando cómo le bañaba mientras hablábamos, viendo como enjabonaba al crio con el pito apuntando al techo sin bajársele, que me daban unas ganas…, pero no me atrevía a decirle nada, porque me había quedado un poco cortada viendo a mi amiga sobetear la pollita de su hijo y no tenía tanta confianza con ella.
A Borja, que es como se llama el niño, le conozco desde siempre, desde que nació, pero al verlo así, desnudo en la bañera, lo vi de otra manera y sentí un morbo especial, imaginando de todo, intensificándose por la conversación que estábamos teniendo en ese momento:
—Ya estás viendo cómo se le pone toda empalmada. Cuando le baño siempre se le pone así, aunque bueno, casi siempre la tiene toda durita, cuando se va a la cama, cuando se levanta……, jaja. Está hecho un campeón.
—Será normal, con la edad que tiene, ya empezara a calentarse viendo a las chicas o con cualquier roce.
Y ella me dijo riéndose:
—Sí, no sé en quien se fijará, pero ya va siendo un hombre, y yo, cuando se lo veo así, a veces se me va la mano sin querer, porque cada vez se la noto más grande, y dentro de poco no sé si empezará a darle vergüenza el estar así delante de mí y preferirá bañarse sólo —como diciendo que vaya pena—, e iré perdiendo a mi niño sin darme cuenta.
Su hijo tiene un año menos que mi sobrino, y en ese momento prácticamente no tenía pelos todavía, lo que hacía destacar más su erección, con el glande sonrosado todo descapullado (quizás demasiado, como si su madre le hubiera acostumbrado a que se le bajara tanto la piel), su pollita se le veía preciosa y yo sin quitarle ojo, intentando disimular delante de su madre, pero ella debió darse cuenta de cómo le miraba, diciéndome:
—Jaja, que carita pones…. Apetece, ¡eh?
Yo estaba como absorta, mirándole, y no entendiendo muy bien lo que quería decirme:
—¿Quéee…?, perdona, no te entendí.
—Jaja, como estás amiga…, que al vérsela así, apetece comérsela toda, ¡no?
Yo, siguiéndole la broma, le dije:
—¡Ah!, si claro, está muy rica…. —sin saber muy bien ni por qué le decía eso.
Pero yo seguía pensando en lo que hubiera dado en ese momento porque hubieran llamado a mi amiga por teléfono o le surgiera algo para que me dijera que si podía acabar yo de bañarle, secarle y todo eso, pero eso ya sería demasiado. Ya fue una suerte que coincidiera que cuando yo llegara estuviera bañándose y yo pudiera verlo, pero ella misma le puso la toalla por encima para secarle cuando terminaron, acabando el espectáculo para mí.
Ese día me fui de la casa de mi amiga muy excitada, con la imagen en la mente de lo que había visto y con la idea de poder repetirlo, y como no se me quitaba de la cabeza, aparecí otro día por allí con una tonta disculpa, intentando ir a esa hora en la que Borja se estuviera bañando, pero cuando llegué todavía estaba viendo la tele con su madre, aunque al rato de estar hablando, le dijo mi amiga a su hijo:
—¡Venga hijo!, a la bañera, que ya es tarde y te toca el baño.
Otra vez iba a poder vivir la situación del otro día, así que fui con mi amiga al baño para seguir hablando, viendo otra vez como su madre empezaba a enjabonarle poniéndosele tiesa enseguida la pollita. Entonces, aproveché para tener una conversación con ella más picante al fijarme como se la lavaba, especialmente deteniéndose en esa zona. Así que me atreví a comentarle algo que había oído por ahí:
—¡Oye!, ¿sabes que alguna mamá empieza a masturbar a sus niños a estas edades?
—¿No me digas?, jajajaja… ¿Cómo hacen eso?
—No sé, será porque les viene bien a ellos. Empiezan a producir mucho semen y necesitan sacarlo, porque si no se les acumula mucho y será malo, supongo. Una me dijo que empezó a hacérselo porque por la noche le ponía las sabanas perdidas de semen porque le sobraba y echaba mucho cuando dormía, en esas poluciones nocturnas que llaman, y que ya estaba cansada de lavarlas todos los días.
—Vaya, jaja, que curioso, este no sé si lo tendrá ya, de momento no noté nada en la cama.
—Pues yo le veo bastante desarrollado ya, además mira como la tiene siempre tiesa.
—Sí, eso sí, al pobre se le nota mucho en el pantalón a veces.
—Podías probar a hacérselo, a ver si le sale algo.
—¿Qué dices? Le empezará a dar gusto ya. Me da no sé qué hacérselo.
—¿Por qué?, si no pasa nada, si quieres yo te ayudo —le dije en una actitud totalmente atrevida por mi parte.
—¿Sí? Bueno, empieza tú, a ver que dice él.
No me lo podía creer, que ella me diera su permiso para hacer lo que tanto estaba deseando, pero no podía desaprovechar la oportunidad, así que me puse a su lado, se la cogí y empecé a movérsela despacio, para ver si él decía algo o no le gustaba, pero el crío estaba encantado mirando cómo yo empezaba a pajearlo, poniéndosele la polla tan grande como nunca se la había visto su madre hasta ese momento:
—¡Oohhh! Qué grande se le pone…..—dijo su madre, entusiasmada.
Así que me puse a movérsela más rápido mientras su madre no quitaba ojo, notándole su excitación en la mirada, viendo como con una mano le acariciaba sus huevitos mientras con la otra se la masajeaba arriba y abajo aprovechando como se deslizaba mi mano por su polla a causa del jabón, hasta tener su glande totalmente hinchado y rojizo, por lo que me dijo su madre:
—¡Wooww! Vaya práctica que tienes, que bien lo haces, jaja.
—Bueno, te recuerdo que llevo años casada. No me digas que nunca le has hecho una paja a tu marido.
—Sí, mujer, claro, pero me llama la atención las ganas con las que lo haces…..
—Es que me encanta, tu hijo la tiene muy rica……
Al poco rato de estar pajeando a su hijo de esta manera, dio un pequeño grito quedándose tumbado hacia atrás, apoyándose en la pared, dándome cuenta de que le había salido un líquido transparente de su pollita, notando mi mano pegajosa, así que le dije a su madre:
—¿Te has dado cuenta? Ya viste lo que le salió, dentro de poco ya lo va a empezar a echar en cantidad y blanco como la leche.
—¡Uuufff! Ya veo que tengo un hombrecito en casa. No sé si está bien decirlo, pero he llegado a excitarme mientras se lo hacías —recogiendo con sus dedos las gotitas que seguían saliendo de la punta y llevándoselos a la boca— ¡Mmmm!, que rico…..
—Ya te veo, jaja. Bueno, mujer, no te preocupes, eso es normal, a todas nos pasa y yo sé que muchas madres lo hacen sin problema y les pasa lo mismo. Así que ya puedes empezar tú también a hacérselo cuando quieras.
—No creas, que alguna vez lo pensé, pero lo veía todavía muy niño y no me atrevía.
—Porque tú eres su madre y todavía lo ves así, como tu niño, pero yo ya me di cuenta cuando le vi el otro día, que estaba muy desarrollado y que le vendría bien esto, así que ya ves que puedes hacérselo sin miedo.
También la dejé caer que a mí me seguiría teniendo para ayudarla en lo que quisiera, así que ya supondréis lo caliente que salí de su casa, imaginándome como a partir de ahora ese niño iba a tener una atención especial y que su mamá iba a estar muy entretenida con él.
En cuanto pude, volví a visitarla, siendo tremendo lo que pasó, también. Le pregunté cómo le había ido con el niño, poniéndose toda roja y nerviosa. volviendo a decirme que no sabía si estaba haciendo bien, pero que cada vez estaba más excitada con el tema y que yo le había descubierto un mundo nuevo, pero que la había convertido en una pervertida, mientras yo esperaba, toda nerviosa, a que me dijera lo que había hecho:
—Pero dime, ¿le has masturbado más veces?
—Sí, claro, y más cosas.
—¿Qué cosas?
—Pues que al final he acabado chupándosela como una loca.
—Bueno, mujer, eso está muy bien, jajaja. Es demasiada tentación como para no hacerlo.
—No te rías, que me da una vergüenza terrible contártelo, pero no veas como hemos disfrutado los dos. Se me ha corrido dentro de la boca y todo y me lo he tragado, porque me ha sabido delicioso. Me he sentido como emborrachada por sus juguitos y como estaba fuera de mí, le he pedido que me chupara él también a mí.
—No me digas…. ¿El niño te ha comido el coño?
—Sí. Le he ido enseñando a hacerlo, como pude y al final me ha hecho correrme también.
—Que rico lo que me cuentas. ¿No te han dado ganas de más?
—¿Qué quieres decir?
—Pues follártelo.
—Qué dices….. ¿Follarme a mi hijo? No sé si me atreveré a llegar a tanto. Además, todavía no la tiene muy grande y no sé si me daría mucho gusto.
—Seguro que te encantaría. Sólo por el morbo de tenerlo encima sería una sensación que no habrás sentido nunca con un hombre. Verás, te voy a contar un secreto, por haber confiado en mí al contarme esto. Yo tengo un sobrino un año mayor que el tuyo y este verano cuando vino con su madre a visitarnos, acabé con él en la cama haciendo de todo y me lo follé bien a gusto. Además con su madre ya lo estaba haciendo también, así que ya sabía, para que veas que son cosas normales y que no pasa nada.
—¡Qué barbaridad! ¿Cómo surgió eso?
Le dije más o menos como había pasado, como cuento en el relato “Mi sobrino”, por lo que acabé ya sincerándome totalmente con ella y preguntándole que donde estaba su hijo:
—Está en su habitación haciendo los deberes.
—Con todo esto que me has contado ya me has puesto caliente. ¿No te apetece tener algo ahora con él? Te confieso que el otro día cuando le masturbé me quedé con ganas de más porque me dio mucho morbo hacerlo.
—Ya te lo noté como lo disfrutabas. Bueno, vamos a verle a su habitación.
Al entrar nos saludamos y le di dos besos. Le pregunté que si le había gustado lo que le había hecho el otro día, diciéndome que claro que sí.
—Ya me ha contado tu mamá que te lo ha hecho ella más veces.
—Sí, y también me la ha chupado.
—Qué bueno, ¿no?
—Sii, jejeje
—A mí me gustaría hacerte eso también. ¿Me dejas?
—Sí, claro.
El mismo se bajó el pantalón y los calzoncillos y se ve que ya se le había puesto durita con la conversación, porque así apareció ante mí. Le pasé primero la lengua por el glande saboreando ese momento, mientras su madre nos miraba muy excitada, para acabar por tragármela toda haciendo que entrara y saliera, incluso con sus huevitos dentro de mi boca también, hasta que le hice correrse y echarme todo su semen en la boca. Tenía razón su madre, sabía deliciosa su corrida.
—Tú también sabes chupar ya, ¿no?
—Sí, me enseñó mamá.
—¿Quieres hacérmelo a mí?
Él asintió con la cabeza, como un poco incrédulo por lo que le proponía, así que yo me desnudé totalmente mientras el niño me miraba sin quitarme ojo. Me tumbé en la cama con las piernas abiertas y le dije que empezara. Su cabecita metida entre mis piernas era una imagen de lo más morbosa y en cuanto empezó a mover la lengua dentro de mi coño, ya me dejé llevar, mientras su madre me acariciaba los pechos y hasta se atrevía a darme lametones en los pezones, no tardando en correrme y una vez recuperada de ese primer orgasmo, le dije:
—¡Oye! ¿Sabes que tu madre está deseando que se la metas?
El miró a su madre, como pidiendo su aprobación. Y ella, que ya estaba medio desnuda también, se tumbó en la cama y le pidió que se pusiera encima de ella. Yo ayudé al crío para que se pusiera en la mejor posición poniéndole la pollita en la entrada del coño de su madre, diciéndole que empujara un poco para meterla dentro.
Su madre, sólo con sentir como le entraba la polla de su hijo, lanzó un fuerte gemido que le asustó, pensando que le había hecho daño, pero le pidió que siguiera y se moviera dentro para follarla.
Yo iba dirigiéndole ayudándole en los movimientos, notándose en la cara de su madre que estaba disfrutando de verdad, por lo que el niño, al ser su primera vez, no tardo en correrse en el coño de su madre, echándole el resto de semen que le quedaba y quedándose exhausto encima de ella, habiéndole dado tiempo a su madre a llegar al orgasmo también.
Me sentía feliz por ver a madre e hijo felices y satisfechos, pero al ver al niño ya tan cansado, les dije que me tenía que ir, pero que otro día volvería para seguir divirtiéndonos.
Yo estaba ya totalmente obsesionada con esta situación y solo pensaba en volver a esa casa como fuera, así que aprovechando que el marido de mi amiga tenía un viaje y los dejaría solos, por lo que ideé un plan para disfrutar otra vez con él. Le puse a mi marido la disculpa de tener que ir a una despedida de soltera de una amiga y que dormiría con ella, así que podría pasar la noche con mi amiga y su hijo, esperando que todo fuera genial.
Esa noche dormimos los tres en una cama, con el crío en medio de nosotras, disfrutando de él, pajeándole y chupando su pollita entre las dos, utilizando también los vibradores que mi amiga tenía, para ayudarnos en nuestros orgasmos y acabando por hacer un trío de lo más perverso e inimaginable, dejando al pobre chico completamente seco, hasta que no le salía una gota más.
Incluso por la noche, cuando ya estábamos dormidos, yo hasta soñaba con ello, despertándome y encontrándome al crío dormido encima de mí, pero totalmente empalmado, así que otra vez me puse a masturbarlo hasta que se despertó, volviéndome a sentar encima de su polla, mientras su madre me decía:
—Pero déjalo descansar al pobre.
—Si fue él que se puso encima de mí todo empalmado.
—Pues yo estoy agotada, ya no puedo más. Y él no creo que pueda correrse otra vez —se lamentaba su madre.
—Por lo menos la tiene durita y así me hace llegar a mi otra vez.
—Que malas somos. Te dejo disfrutar con él, que yo lo dejaré para mañana, cuando lo tenga para mi sola, jeje.
Con el permiso de su madre, estuve follándomelo hasta que conseguí correrme otra vez y así poder dormir hasta el día siguiente.
Pero no contentas con todo esto que nos estaba pasando, fue mejor todavía cuando otro día, una vecina de mi amiga le dijo que si podía dejar a su hija con ella, porque tenía que ir al Hospital con su madre.
Mi amiga me llamó muy nerviosa, para que estuviera allí con ellos, entrándonos el morbo de ver que situaciones se creaban.
Cuando llegué a su casa, vi que la niña tenía la misma edad del hijo de mi amiga y que era rubita de pelo largo y con un cuerpo en el que ya se adivinaban sus bonitas curvas.
Cuando estaban los dos viendo la tele, nosotras empezamos a preguntarle cosas para ver lo espabilada que estaba:
—¿Tú tienes novio ya?
—No, mi madre me dice que todavía tengo tiempo para eso, que soy pequeña.
—Pues ya te están saliendo las tetitas y empezarán a mirártelas los chicos.
—Se las miran más a una amiga mía que las tiene más grandes.
—Bien que presumirá de ellas.
—Sí. Hasta deja que se las toquen y todo.
—¿Quién se las toca?
—Los chicos, y ella me dijo que alguno mayor también.
—¡Vaya!, mírala a ella.
—Es un poco guarrilla, jaja —contestó la cría divertida.
—¿Le dicen eso? ¡Ah! Entonces se lo habrá visto a los chicos ella también.
—Si, a alguno se la vio, me lo dijo ella.
—¿Y tú no se la has visto a ninguno?
—No, yo todavía no.
—¿Tendrás ganas, no?
—Bueno, no sé.
—¡Anda!, que no te de vergüenza, que nosotras sabemos que sí. A tú edad también nosotras teníamos ganas.
La niña se puso un poco roja, avergonzada mientras a nosotras nos estaba dando mucho morbo la conversación.
—Bueno, mi amiga me ha contado alguna cosa y sí que tengo curiosidad por verlas y tocarlas —reconoció la cría.
—Claro, si eso es normal. Seguro que muchas de tu edad ya las han probado como tu amiga. Además, mira, ahora tienes la oportunidad con Borja para que pruebes.
Ella empezó a reírse con una risa nerviosa, pero también excitada por lo que le habíamos propuesto, aunque su vergüenza no le permitía aceptar la propuesta abiertamente.
Le dije a Borja que se pusiera de pie y le bajé los pantalones saltando su pollita disparada hacia delante con mis caricias. Ella lo miraba de reojo cada vez más nerviosa invitándola a que se la agarrara con la mano, guiando yo misma su mano porque no se atrevía. Una vez que sus dedos la estaban tocando, ya se le quedó mirando fijamente con unos ojos muy abiertos y como mordiéndose los labios, por lo que le dije:
—¿A que la tiene rica? ¿No te apetece darle unos besitos? Mira como lo hago yo.
Me puse a chupársela, pasando mi lengua por su glande para que ella lo viera bien, notando al poco rato como la niña se relamía con la lengua dando a entender las ganas que tenía de hacerlo ella también.
—Ven, métetela en la boca, verás que bien sabe.
Ella al fin se atrevió a chupársela mientras yo me puse a acariciarle las piernas y su culito, llevando mi mano a su coñito notando como estaba completamente mojado. Aunque fuera su primera vez, se notaba que aprendía rápido, y que disfrutaba haciéndolo, ayudando también a excitarla más, el que yo le estuviera metiendo un dedo en su vagina, por lo que por momentos tenía que dejar de chupar para concentrarse en el placer que sentía.
Como la cosa estaba calentándose ya demasiado, les dije que fuéramos a la habitación, que allí estaríamos más cómodos. Al llegar, acabé desnudando completamente a la niña y mientras ella seguía chupándosela a Borja, yo me puse a chuparle la vagina, saboreando su rico sabor, que acabó por encenderme a mí también.
La madre de Borja estaba completamente excitada con la escena, diciéndome:
—Haz que la folle ya, que la folle.
—¿Crees que debe hacerlo? ¿Dirá algo su madre? —le pregunté yo.
—Sí, que se la meta, que no le diga nada a su madre y ya está. Seguro que lo está deseando y lo va a disfrutar como una perra —ya totalmente fuera de sí, la madre de Borja.
—Bueno, es una niña todavía, pero ya se la ve como disfruta de una polla —no queriendo por mi parte forzar la situación tampoco y esperar a lo que ella deseaba realmente.
Pero la cría si parecía dispuesta a dejarse follar por Borja, así que la tumbé en la cama y le dije al crío que se pusiera encima de ella para metérsela.
A la cría se le había abierto la vagina bastante con mis lametones y de haberla metido el dedo, por lo que al poner la pollita de Borja en su entrada, se introdujo con más facilidad de la esperada, aunque cuando apretó más y le rompió el himen, soltó un grito de dolor la niña, que intenté aliviar con mis besos, dándole mi lengua para llenar su boca, hasta que sus gritos se convirtieron en gemidos de placer con cada embestida del chico, que estaba disfrutando como nunca, porque no estaba acostumbrado a meterla en una vagina tan estrecha, al haberlo hecho sólo con nosotras, no tardando en correrse abundantemente saliéndose su semen por afuera de la vagina de su vecina.
La niña también había conseguido su orgasmo y nos dijo que esto era completamente distinto a cuando se tocaba ella sola y que le había gustado mucho.
—Pues ya sabes ahora donde puedes venir cuando tengas ganas, que Borja te esperará encantado —le dije yo, asintiendo mi amiga.
A las dos nos estaba encantando pervertir a su hijo y a esa cría, así que varias veces me avisó para repetir la experiencia y disfrutar del espectáculo de verlos follar, porque la vecina se aficionó a la pollita de Borja y quería aprovecharla todo lo que podía, aunque tuviera que compartirla con nosotras.
Me encanto tu relato maravillos, tendras mas partes?
Sí, el próximo es una especie de continuación
Mientras nos traes tus relatos desde «Javichu», no sé si vas creando nuevos pero deberías. Ya sabes que tu público somos más de quienes comentamos, y esperamos nuevas aventuras.
La lujuria que tiene es un diez. Más con niños y jovencitos en manos de mujeres arrechas, porfa.
No sé si todo el mundo conoce todos mis relatos de «Javichu». El último nuevo fue el de «La Madame», pero mi creatividad está un poco baja ahora….
Que rico relato como pocos es morboso mas cuando se trata de nenes con maduras ufff espero leer mas de tus relatos similares en el futuro 😉
Una delicia de relato!!