El padre de mi padrastro
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Todo comenzó cuando mi padrastro, ya casado con mi madre, decidió ir a pasar una semana al pueblo donde vive su familia, en este caso su padre. Yo no muy contenta ya que iba a dejar de ver a mi novio nuevo, con quien ya habíamos tenido sexo y me lo había hecho de maravilla. Estaba sumamente molesta con mi madre por ese viaje. En fin llegamos a dicho pueblo.
Mi nombre es Katy, tengo 18 años, cinco de tener sexo, mi cuerpo es bonito, no soy completamente delgada, sino más bien, llenita, con bonito busto en crecimiento y un par de bonitas nalgas al igual que piernas.
El padre de mi padrastro de nombre Samuel, de unos cincuenta y tantos años, usa lentes, pero tiene un regular cuerpo, se nota que de joven tuvo que haber sido muy guapo y atractivo, según lo muestran algunas fotos en la sala de estar. El fue muy atento conmigo, a pesar que me porte un poco pesada al inicio.
Los primeros dos días fueron reaburridos, yo estaba de un caracter encendido. Por la noches me tocaba mi rajita pensando en mi nuevo novio, era el único buen rato del día. En la noche del tercer día, Samuel me propuso que me llevaría a la discoteca del lugar, era un buen día, era viernes. Mi madre estuvo de acuerdo.
Ya en la disco, me di cuenta que Samuel era muy conocido por todos, incluso vi a algunas jovencitas que se le insinuaron. Yo bailé unas piezas con un par de chicos que no conocía. Samuel me compró unos tragos cargados con licor, que me pusieron muy cachonda. En un momento Samuel me sacó a bailar, y resultó que era un experto bailarin, yo siempre había tenido gusto por los hombres que bailan bien. Me apretó bastante en ciertos momentos y me decía en el oido que una chiquilla deliciosa, lo cual no me causó molestia. Bailamos muchas piezas. De pronto yo me acercaba más a él hasta que mi entrepierna se frotaba con su paquete en sus pantalones. Vi que el bulto era enorme, debía tener una hermosa verga.
En eso apagaron las luces y vinieron las románticas. Me abrazó y sentí que su boca recorría mis oidos, luego mi cuello, mis mejillas, me estaba poniendo a mil. Ya sin mucho pudor, bajé mi mano a su bulto sobre el pantalón y lo apreté, uyyy era enorme lo que tenía alli, Samuel me sonrió. -Quieres que nos vayamos a otro lado?- me dijo susurrándome al oido. Levanté la vista y le dije -Que me llevara donde quisiera-.
Salimos, arrancó su auto y me llevó al motel más cercano, entramos besándonos a la habitación, me fue despojando de la ropa con mucha sutileza, parados, me mamó las tetas usando muy bien su lengua, yo le tomé la verga y se la apreté. Luego me depositó en la cama solo con mi ropa interior, comenzó a besar mis pies y fue subiendo por mis entrepierna e hizo a un lado mi braga y lamió mi rajita, que para ese momento estaba hecha una sopa, mojadísima!. Me quitó bien la braga y me abrió las piernas, luego me abrió la raja con sus dedos y me comenzó a dar la mamada de coño más rica y deliciosa que hasta hoy me ha dado un hombre. Yo gemía, pataleaba y gritaba, mientras Samuel movía su lengua entre mi clitoris y la entrada de mi vagina, en ocasiones sus chupadas llegaban hasta el mismo ojete de mi culo y me encantaba que lo hiciera. Llegué a un brutal orgasmo.
Luego Samuel se quitó la ropa que le quedaba y se sentó en la cama, usando la cabecera como respaldo, me dijo que le mamara su verga mientras se la acariciaba, hasta alli pude ver que su pija era de campeonato, no soy buena para medidas, pero debía tener más de siete pulgadas de carne dura, a pesar de su años. Le dí una buena mamada de verga, yo no podía quedarme atras, después de casi de devoró mi rajita, la chupaba, la lamía toda, incluyendo sus cojones peludos. Samuel gemía diciendome que era un verdadera zorrita para mamar.
Después de chuparle toda la verga. Me acostó y se subió para clavarme su enorme verga, sentí que era muy gruesa y larga para mi, pero poco a poco, con paciencia Samuel me la depositó toda en mi rajita, luego empezó a moverse pistoneandome su pija en mi vagina, sentí que me moría de placer mientras él me follaba sin misericordia. Tuve más de un orgasmo mientras me clavaba en esa posición, yo lo abrazaba y me pegaba a su cuerpo. Luego me puso en la posición perruna y tomándome de la cintura me clavo su pija hasta el fondo, crei que me llegaba hasta el estomago. Luego se puso a follarme tomándome de los hombros para asirse y clavarmela bien profundo. Yo lloraba de placer, pidiendole más y más. El me decía mi pequeña zorra de voy a coger como ningún novio de ha cogido. Y era verdad.
Por último me hizo mamarle la verga hasta que vino en mi boca y me dijo que me tragara su leche, lo hice, se lo merecía.
Esa noche dormí cansada de tanto follar, estaba supersatisfecha. Al otro día Samuel actuó como si nada hubiera pasado, es más le contaba a mi madre lo buena bailarina que yo era y que había impresionado a todos los chicos del lugar. Ya no hubo otro encuentro en esa semana.
Dos meses después durante las vacaciones de medio año, mi padrastro y mi madre me anunciaron que pasaríamos una semana en Panamá, nos acompañaría Samuel. Yo estaba entusiasmada por eso, ya que después de la cogida que me había dado, las que me daba mi novio parecían de un novato.
La habitación del hotel tenía solo dos habitaciones, en una mi madre y mi padrastro (ya que tenía solo una cama) y en la otra Samuel y yo (tenía dos camas). Desde la primera noche, yo me pasé a la cama de Samuel y le dije que quería coger a menos que no le gustara mi cuerpo. El sonrió y solo me pidió que no gritara mucho. Samuel se sumergió en raja y se la volvió a comer toda, tuve que ponerme una almohada en mi cara para que mis gemidos no se oyeran. Hicimos el amor como en cinco posiciones distintas y lo hice correrse dos veces, ambas en mi rajita. Samuel ya no echaba mucha leche, pero si estaba calientísima.
Lo hice follarme todos los días que estuvimos en el hotel. Me decía que si quería matarlo a pura cogidas, lo cual me hacía reir. Me hizo el amor una vez en la playa, cuando el sol se ocultó y en la penumbra me penetró en la playa. También me estrenó el culito, el cual todavía estaba virgen. Fue la semana más sexual de mi vida. Tengo una confesión, Samuel me embarazó en esa semana, ya que casi siempre se corrió dentro de mi vagina y aunque yo llevaba cierto control natural, no se como ocurrió, tuvo que haber sido la cantidad de leche que me entró en el coño.
Tuve que abortar, tomando un medicamento que me recomendarón. Samuel nunca lo supo. Aún nos juntamos en ocasiones y suelo ser su zorrita. Es todavia el único que me posee por la colita.
Lindo sería entre él y su hijo