El Pequeño Semental Cap 1 (Recordando)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por adalberto1979.
La fantasía es solo eso… fantasía; hay cosas que se deben de quedar dentro de nuestra mente y nunca llevar a la práctica. Lo que escribo es sólo para goce y deleite de nuestra IMAGINACION y de ahí no debe pasar. Existen cosas que son ilegales, como el tener sexo con un menor; pero sobre lo ilegal esta lo moral; debemos respetar las almas puras. Espero lo disfruten.
Capítulo 1
Si… si… siii!!!! Dame más– era el grito desesperado de mi madre mientras la penetraba salvajemente.
Ahí estaba yo, en la recamara de mi madre, ella en cuatro, con su cabello negro azabache cubriendo su rostro, solo se podían distinguir sonidos guturales, inentendibles, pero inequívocos de un placer absoluto, yo tras de ella penetrándola una y otra vez, sin piedad, casi con ira… pues eso era lo que nos provocaba más placer. Después lo rutinario…
– ¡Espera! Esperaa!! Que aún no me has lubricado lo suficiente– decía mi hermosa madre mientras sentía mi pija empezar a rozar su prieto culo– dame más por mi concha, solo un poco más…
Pero ya no me importaba nada, así que con todas las fuerzas que pude penetre el negro agujero, lento pero continuo, sin bajar ni aumentar velocidad.
– Auchhhh!!!!! Eres un cabrón
– ¿La saco puta?
– Nooo!!… ahora sigue, pero más fuerte, como si quisieras partirme el culo en dos, no seas mamon y dale fuerte!!!
Y así lo hice, ahora con ambas manos agarraba sus caderas, era hermoso ver como vibraban sus nalgas a cada embestida, apenas dejaban de vibrar y eran golpeadas nuevamente por mi cadera, cada vez más rápido y más y más y más, hasta que comencé a sentir un cosquilleo que emanaba de mis huevos ante el inminente orgasmo, por el de mi madre ni me preocupaba ya había sentido mínimo 3 de ella durante el polvo,
– Me voy a correr, ¿Dónde lo quieres puta?
– ¡Donde quieras cabron!—grito mi madre como posesa, en el punto máximo donde ya nada le importaba.
Así que rápidamente saque mi pija de su culo, la tome de los cabellos y la dirigí directo a su boca, ella sabiendo lo que sigue la abre y comienza a chupar con coraje tal y como si tuviera que hacer esfuerzo por sacar la leche y esta no tardo en salir a borbotones, sin dejas de chupar traga y traga todo mi semen.
– mmgughh!– Es lo único que exclama, pero sigue chupando, yo sin soltarla de los cabellos me siento en la cama, ella continúa chupando sacando hasta la última gota. Suelto su cabello y me dejo caer de espaldas sobre la cama, exhausto; ella sigue chupando pero ya con menor intensidad, tal y como lo hace un bebe dormido con su chupón.
Volteo a verla y nuestras miradas se cruzan, veo sus pupilas totalmente dilatadas que empiezan a ceder, igual que la dureza de mi pija, ambos volvemos poco a poco a la realidad y a la CORDURA.
– Cada vez que eyaculo en tu boca siento que la vida se me va por la pija y que tú me la sacas a chupetones, jajaja
– Jajaja—ríe mi madre—¿pero cómo que últimamente te has vuelto más tosquito no crees?—dice mientras acaricia suavemente mi pija y sus tetas descansan sobre mi muslo derecho
– Pero como que eso te gusta más, mami—digo yo arqueando la ceja
Y ella solo ríe, mirándome con picardía y volviendo a chupar mi polla.
– Para, déjame descansar un rato, que ya llevamos toda la mañana—le decía mientras sujetaba su cabeza con mis manos y retiraba la polla de su boca, ello solo ponía cara de protesta
– Aguafiestas, o ¿Es que ya no te gusto como antes? Ehh?
– No es eso, pero saliendo mis hermanas me piden caña y si no les doy, pues…
– Ashhh, ¿tienes que decírmelo?, bueno pues cámbiate que ya es tardísimo y tengo que preparar la comida
– Ok—tome mi bata y me la coloque
Así era mi vida ahora, a mis 18 años me había vuelto todo un cogedor profesional, había descubierto como darle placer a las mujeres sin importar su edad o parentesco. Me dirigí a mi recamara, me acosté sobre sobre mi cama y contemple el techo, viendo mi propio reflejo en el espejo… ese espejo que se habían empeñado mis mujeres en colocar; ahí acostado comencé a recordar cómo empezó todo esto, como algo tan simple puede desencadenar tantas cosas…
******
Era el verano del 1999, yo en aquel entonces tenía 12 años, en la radio sonaba Alex Lora con la nostalgia de fin de siglo; en la iglesia pregonaban arrepentimiento por el fin del mundo inminente, en cibernética se hablaba de un apagón virtual llegando el año 2000. Todo mundo preocupado por el cambio y yo solo me preguntaba qué haría de mi vida, ni siquiera sabía que estudiar; tenía demasiadas cosas en la cabeza, casi todas con duda, solo una cosa si tenía con certeza…. Quería coger… y mucho.
Tengo que mencionar que mi madre Luisa me tuvo a los 18 años, de su novio de 14 años (Al parecer le gustaban “tiernitos”), obviamente que esto desencadeno un escándalo, los padres del menor estaban indignados, pero yo ya venía, por lo que con coraje y todo casaron a mi madre con él. Tiernito o no embarazo a mi madre 2 veces más, procreando 2 hermosas hembritas, Jazmín y Paola, a los 25 años de edad, mi padre, decidió irse a trabajar a los EEUU, para mandar dinero, obvio solo mando los primeros 6 meses en lo que se encontró a alguna güera y nos abandonó, nuca más supimos de él.
Mi madre en aquel entonces con 30 años estaba en la plenitud de su belleza, morena clara, alta de 1.68 metros, cabello negro como la noche y liso como la porcelana, un cuerpo esbelto pero con curvas bien marcadas, sus tetas eran una armonía al resto de su cuerpo, según como las vieras podían parecerte enormes o medianas.
Regresamos a la casa de mis abuelos, donde recibió todo su apoyo y con solo trabajos de medio tiempo nos proveía de lo básico que necesitábamos.
Así transcurrió 1 año, cuando yo tenía 13 años, como de costumbre me despertó una tremenda erección… ni hablar, empecé a pajearme, cuando de repente escucho algo…
– Mmmmmm, siiiii
– Shhhh despacio, no hagas tantos ruidos… Vas a despertar a los niños.
Eran ruidos familiares a mi (Ya había visto pornos), lo que me daba duda era de quien eran, Salí sigilosamente de mi recamara y escuche murmullos; murmullos provenientes de la habitación de mi madre. Sentí el pulso de la sangre en mi cabeza, solo pensé
“tiene amante”
No sé si fueron celos o qué, pero el sentimiento en un principio fue de ira. Me dirigí a su recamara y pegue mi oreja a la puerta.
– !Si, si si!!!
– ¿Te gusta?
– Si!!!
– ¿Te gusta que papi te visite mi putita?
– Si papi!!!
¿Papi?, me cayó como un balde de agua fría. ¿Sería verdad?
No lo pude evitar, tenía que verlo, abrí lentamente la puerta de la recamara y vi con la poca luz que entraba de la ventana, a mi madre, cabalgando a mi abuelo, como una posesa; pero también se veía como una diosa, como sus tetas brincaban acorde a su movimiento, sus caderas que a pesar de estar aferradas por las manos del abuelo se movían de forma sensual, mi pene reventaba mis boxers, lo libere y empecé a acariciar de forma involuntaria.
– Hijita ya me aburrió esta posición, empínate para ver tu culo mientras te cojo
– Si papi—dijo mi madre con voz cachonda, levantándose y poniéndose en cuatro, viendo hacia la puerta, el vuelto loco de lujuria se colocó tras ella
– Ahí te va putita
– Sii
– Aghhhh estas toda mojada quemas mi pija… puta
– Es que me calientas mucho papi
El abuelo la sujeta del cabello, la jala y la levanta al mismo tiempo que la penetra con una fuerza inimaginable a su edad
– Ayyy papi me lastimas
– Shhhh, calla te putita que despiertas a medio mundo, sigue culiando—y mi madre obediente mueve sus caderas en círculos y de atrás hacia adelante
El abuelo embiste con más fuerza mientras que con su mano libre pellizca el pezón de mi madre, que empieza a gemir más fuerte
– Mmgggg mmmmgggg mmmmmmmgggggggggg!!!!!
– Callate pendeja—dice el abuelo y con la mano que pellizcaba el pezón le tapa la boca.
Ahora la escena es más bizarra, mi madre bañada en sudor con los pocos cabellos libres empapados en su rostro, el abuelo tras ella con la mano izquierda jalando el cabello y con la derecha tapando su boca, al mismo tiempo provocando que arquee la espalda de forma voluptuosa sin dejar de mover las caderas ante las embestidas salvajes del abuelo
– Papi papi papi ya ya…– gime mi madre indicando que su orgasmo está presente y el abuelo arremete contra ella con más fuerza
– Toma putita, toma… así no dejes de mover las caderas que me calientas más–libera sus cabellos y con esa mano estimula su culo
A pesar de la oscuridad de la habitación, puedo ver como mi madre abre los ojos al máximo… el estímulo es demasiado, su orgasmo se incrementa y el abuelo al sentirlo desencadena el propio, vaciándose en el interior de mi madre
– Aaahhhhhhh—grita el abuelo ya sin importarle quien lo oiga
– Mmmgggggghhhhh—gime mi madre aun con la boca tapada
Cae mi madre sobre la cama boca abajo y el abuelo tras ella, besando su cuello y aun moviendo lentamente las caderas, finalmente se levanta, toma su bata, la besa en la frente y se dirige a la puerta. A penas me dio tiempo de salir corriendo hacia mi recamara de puntitas, para no hacer ruido.
Esa noche me pajee 4 veces seguidas, las sabanas de mi cama amanecieron aun pegostiosas por la noche anterior.
Eran las 9 de la mañana, por ser verano no iba a la escuela y por lo tanto no me levantaba temprano, así que me estire en la cama cuan largo soy y me dispuse a levantarme, en eso oigo que tocan a mi puerta con un
– ¿Se puede?–Volteo a ver mi entrepierna y veo mi enorme erección
– Un momento por favor—tapo con la sabana pegajosa mi entrepierna y—“oh maldición, esto no funcionará”–corro al closet y saco una sábana limpia, me acuesto de un brinco y me tapo.
– Adelante—digo con un tono bastante tonto y obvio
– Hola, buenos días “bebe”—me dice mi madre, mientras entra y comienza a levantar las cosas tiradas—esto es un chiquero Roberto—en eso levanta mis sucias y pegajosas sabanas, las mira, las huele, las toca, me mira con la ceja levantada y dice– ¿Roberto?
– Yo este… yo… es que yo—decía de forma estúpida con mi cara roja como un tomate
– Mira Roberto, sé que eres un adolescente, las hormonas te hierven y para ser honesta siempre saco tus sabanas manchadas— ¡mierda! Y yo pensaba que nadie se daba cuenta, pensé—pero estas están más que manchadas…
– Perdón—solo atine a decir, sin saber cómo excusar la noche anterior.
Mi madre suelta las sabanas, se sienta al lado mío y me hace la pregunta que jamás hubiera esperado en la vida
– ¿Qué piensas de lo que viste anoche?
Balde de agua fría… ¡coño! me avergoncé, más rojo que un tomate, quería llorar, no sabía ni que decir
– En verdad quiero que me lo digas, no quiero que hagas conjeturas propias, así que dime ¿Qué piensas de lo que viste anoche?…
CONTINUARA…
muy buena historia, aunque es solo el comienzo