El principio del placer.
la sexualidad temprana se cree inexistente, pero muchos de nosotros diríamos lo contrario tan solo por la experiencia..
Este relato lo hago a manera de exorcismo y como una forma de compartir mis recuerdos de como crecí a lado de una prima que aun siendo menor me guio en mi despertar al placer. Pese a que el relato es un poco largo creo que cada parte es importante para comprender como aprendimos juntos a sentir placer y a iniciar nuestra sexualidad.
I
Mi tía era madre soltera y cuando mi prima cumplió 2 años vino a vivir a mi casa, mi prima era 8 meses menor que yo; así que crecimos prácticamente juntos hasta los 15 años. Al principio mi tía no trabajaba, así que se encargaba de nosotros, decía mi madre y mi tía que nos harían crecer como hermanos. Cuando teníamos 4 años recuerdo que mi tía nos bañaba juntos, eso paso entre los 4 y los 6 años, mi madre y mi padre trabajaban así que ella se quedaba a cargo de nosotros.
Cuando nos bañaba juntos nos desnudaba por completo, y aunque no tenía excitación ver a mi prima así me causaba sensaciones extrañas, escalofríos y tenía erecciones (los hombres tenemos erecciones todo el tiempo); mi tía me decía mira ya se te enojo, tomándolo muy gracioso, me tocaba de forma no morbosa para mostrarle a mi prima que se me había enojado y ambas se reían. Pese a como suene todo eso no había una actitud morbosa en mi tía, lo tomaba natural, y no era algo sexual la forma en que ella lo hacía ver.
Cuando teníamos 6 años todo cambió, mi madre dejo su trabajo, mi tía consiguió uno, ahí conoció a su actual esposo y se casó con él, y vinieron a vivir a mi casa, ellos solo tenían una recámara y la cocina así que dividieron el cuarto con sabanas; ahí dormía mi prima, mi tía y su esposo. Mi prima comenzó a tener conciencia de las relaciones de pareja, y de los besos; un día me dijo que aprendiéramos a besar ella tenía 6 años yo casi 7, yo tenía la curiosidad y talvez en ese momento un pequeño enamoramiento por ella, pero creo que más que por ella era por todas esas sensaciones que me despertaba.
A veces nos abrasábamos juntando las comisuras de los labios aun conservando la barrera, de la inocencia, del miedo, sin entregarnos por completo al deseo, por pena, por miedo, pero ese día accedí y comenzamos con besos muy inocentes de piquito, así estuvimos unos días escondiéndonos para jugar; nos mirábamos fijamente hablando como si fuésemos adultos, imitando serlo, después de unos días ella se aventuró a más, después del tierno beso de siempre abrió la boca y comenzó a masajear sus labios con los míos, me gusto, aunque me parecía ciertamente gracioso, nos besábamos escondidos bajo la cama y al primer ruido salíamos simulando que jugábamos cualquier cosa, Aunque ahora sé que ciertamente rompíamos un silencio eterno; con risas improvisadas y falsas mientras nos veíamos claramente nerviosos como quien es descubierto haciendo algo bochornoso
Poco tiempo después mi prima me conto que un día despertó en la noche, como estaban en la misma recamará movió un poco las cortinas para espiar por los ruidos que escuchó y descubrió a sus papás de misionero, me decía que su papá estaba sobre su mamá —ella pedía más y más, mientras su papá decía: ya casi, ya casi… eso me dijo ella, me dijo que los había visto coger, literal me dijo: —vi a mis papas cogiendo. Yo me quede impactado por lo que decía pues solo tenía imágenes de novelas y películas en mi mente, y no imaginaba como seria eso en la vida real. Ella dijo algo que no esperaba, me dijo: —Jugamos a coger?, yo estaba nervioso y dije sí con la cabeza, ella se acostó en la cama con las piernas cerradas, vestida de pies a cabeza, y yo nervioso me acosté sobre ella, no sé cómo empezó el torpe movimiento; talvez sólo algo de instinto, la hipnosis que producía mi prima y sus raros juegos me hacían sentirme más que vivo, ella no habría las piernas, comencé a moverme poco a poco ganando experiencia y ritmo, haciendo roces más delicados, más exactos, ese juego se convirtió en un vicio algo cotidiano. Hacíamos casitas con cobijas donde cupiésemos acostados para que no vieran que pasaba dentro, jugábamos todo el tiempo, mucho más en vacaciones y mucho mejor en los veranos cálidos de ropas ligeras; donde podía sentir su cuerpo aún más cerca del mío, crecimos así; jugando un juego que no pudimos abandonar.
II
Cuando ella tenía 8 años aproximadamente y yo 9, jugábamos escondidos bajo la cama yo ya tenía más curiosidad pues a los 6 años nos dejó de bañar mi tía y ya no había visto a mi prima desnuda, mientras jugábamos bajo la cama entre besos y risas le pedía que jugáramos sin calzón; a lo que ella respondía que no, se lo pedí todo el tiempo que estuvimos jugando; de pronto me dijo —si quieres tú bájatelo, pero yo me quedo en calzón, accedí. Ella bajo sus pant´s hasta sus rodillas y yo mis pant´s deportivos junto con mi calzón, me coloque sobre la pantie amarilla de mi prima y seguimos con los besos. De pronto mi prima me dijo: —¡está bien pero solo me los bajo un poquito!, ella bajo sus panties apenas donde su pubis se descubrió, dejándome ver una imagen que no se ha borrado de mi mente, yo había visto las barbies de mi prima, imaginando como sería una vagina, ella era similar; bastante flaca, con las piernas algo separadas al llegar a su concha, y con una pequeña raja que se perdía camino a sus nalgas, ella solo se quedó acostada, esperando, me miraba mientras me acomodaba, y me abrasaba.
Puse mi pequeño pene sobre su pubis, y comencé a moverme, pensé en ese momento que yo ya cogía como los adultos; me vino a la mente los comentarios soeces de mis compañeros del colegio, e imaginaba que yo ya era todo un hombre, en mi mente estaba teniendo sexo como un hombre. Ella no habría las piernas, solo eran roces de mi pene sobre su pubis, me acomodaba de los hombros o de las nalgas a donde decía que sentía rico, que sentía cosquillitas.
III
Cuando cumplimos 9 años teníamos la curiosidad al límite, queríamos por fin hacerlo sin ropa; pero no lo hacíamos por miedo que nos descubrieran, creo que en el fondo sabíamos y siempre supimos que eso estaba mal. De pronto nos llegó una oportunidad de donde menos la esperábamos; a nuestros padres se les ocurrió la genial idea de que sí ya podíamos bañarnos solos, y debido a que solo teníamos un baño; nos bañáramos juntos. Solo teníamos una regla, la regla era bañarnos sin quitarnos los calzones, el primer día no nos dijeron nada, solo entramos y nos quitamos todo; mi tía y mi madre lo supieron porque nuestros calzones estaban secos al salir del baño, pero no nos regañaron; solo nos dijeron: —la siguiente vez se bañan con calzones, y salen cada quien a su cuarto y ahí los vamos a cambiar, pero al entrar al baño nos quitábamos todo, mojábamos los calzones y el piso y nos desnudábamos por completo. El baño solo cerraba y abría por dentro así que estábamos seguros, ella se acostaba desnuda en el piso sin abrir las piernas, yo sobre ella me movía como si la cogiera, nos besábamos, nos reíamos, hablábamos; decíamos: te gusta?, sientes rico?, que sientes? Por increíble que parezca mi tía y mi madre hacían sus quehaceres cerca del baño, eso nos llenaba de adrenalina; al hacer algo prohibido y secreto, mi prima me acomodaba de las nalgas y los hombros a donde me decía que sentía más rico.
Cuando mi prima cumplió 11 años y comenzó a tener cambios; pezones de cono, y algo de cadera, su padrastro le prohibió a mi tía seguirla dejando bañarse conmigo, pero siendo sincero, incluso cuando ella tenía 12 años en algunas excepcionales ocasiones, cuando solo estaba mi madre, mi tía, mi prima y yo, aun nos dejaban, nos decían: —métanse a bañar, eso significaba juntos. El pretexto de mi prima para que mi tía la dejara bañarse conmigo; era que en el nuevo baño había regadera y era más cómodo bañarse, y gracias a ese pequeño detalle le decían que si yo la dejaba se podía bañar conmigo; la hacían preguntarme si yo estaba de acuerdo, por supuesto siempre fue un sí!. A esa edad nos comenzó a dar un poco de vergüenza, dejábamos el juego a un lado a la hora del baño, comenzamos a bañarnos y a tener roces muy discretos, nos bañábamos con ropa interior, pero sus panties de algodón y su corpiño al mojarse dejaban ver como se marcaban sus pezones y su concha, eso me causaba erecciones que apuesto ella notaba.
IV
A los 12 años cuando dejamos de bañarnos juntos, regresamos a jugar a la cama, pero esta vez sería muy diferente, talvez por la pubertad, por las hormonas o por nuestros nuevos cuerpos. Un día durante el verano cuando yo pasé a el nivel secundario; y ella paso al último grado de primario veíamos tv en su recamara, acostados, tapados con una frazada a pesar del intenso calor del verano. Ella tenía una pierna sobre mis piernas, los dos estábamos boca arriba, viendo tv, un programa por demás aburrido e infantil, al no atreverme a tocarla del todo, y al comenzar los comerciales, ella se abalanzó sobre mí, quedando con sus piernas abiertas sobre mí, su coño justo en mi erección, presionando, riéndome dijo —juguemos a las cosquillas, apuesto que no me vences, entonces comenzó el juego, yo presionaba mi verga contra ese coño que también despertaba con los roces, reíamos, no quería vencerla ni quitarla sobre mí, solo tallar mi verga en su coño caliente, no podía creer lo que estaba pasando; estaba jugando de nuevo con mi prima, pero ahora la excitación era real, quería tocarle las tetas, apretarlas con fuerza, tocar sus nalgas, ver su coño, metérsela ya!. Ella presionaba sus caderas contra mi verga para mantenerme sometido, yo fingía que tenía la suficiente fuerza para tenerme ahí, solo por disfrutar un poco más esos roces, simulábamos una inocencia que para entonces comenzaba a perderse, fingíamos los dos que eso era solo un juego, pero nuestras caras y nuestra respiración nos decían que el juego había terminado; y que el placer había iniciado, quería tomarle las tetas, pero estaba asustadísimo de que ella se enojara y el juego terminara de repente, que me acusara, no sé. Estaba tan excitado pero aún pensaba, prefería seguir sintiendo eso roces a que todo terminara, de pronto escuchamos a mi tía venir hacia su recamara, nos separamos, fingiendo que no ocurría nada, como cuando nos besábamos de niños, pero ahora estábamos excitados, respirábamos agitados, la cama desarreglada, despeinados, que podría pensar ella?, por suerte mi tía no nos dijo nada; solo nos veía, apuesto que era obvio que algo estaba pasando.
Al siguiente día ocurrió lo mismo, mientras veíamos el programa de costumbre comenzamos con las cosquillas, los jugueteos y los roces. Yo acercaba peligrosamente mis manos a sus senos, sin atreverme a tocarlos, solo pensaba en tener sus tetas en mis manos, nuestra respiración se agotaba, poníamos las comisuras de nuestros labios muy juntos, ella sobre mí, se agachaba; pegaba sus comisuras a las mías, yo presionaba mi pene sobre su coño, pero de nuevo la entrada de mi tía terminó con el juego.
Al tercer día fui decidido a aceptar su enojo; pero quería sentir por fin un seno en mi mano. Todo comenzó de nuevo, el juego, los roces, pegar nuestros labios, reír, sudar; nos habíamos vuelto unos maestros en ese juego. El silencio era total, no hablábamos, no decíamos nada, solo risas y miradas de aceptación. En un momento ella quedo acostada de su lado derecho, sin pensarlo acerque mi mano; quedando completamente su seno izquierdo dentro de ella, lo cubría por completo con la palma de mi mano, podía sentirlo duro y tenso que estaba, pero aún más; podía escuchar nuestros corazones latir con fuerza, ella se quedó en silencio, nos quedamos quietos, con voz entre cortada me dijo —pidos! ella presionaba ahora sus nalgas contra mi verga; yo tenía su teta sin apretar en mi mano, sintiendo su pezón erecto y su teta dura, de pronto escuchamos de nuevo los pasos de mi tía y nos separamos fingiendo ver la tv.
Los siguientes días fue bastante rápido, tocar sus tetas ya no era problema, aunque solo ponía mi mano sobre su blusa, tocaba sus nalgas sobre la ropa fingiendo ser movimientos de la pelea, y para el final de las vacaciones jugando estos juegos calientes; quedamos de frente; ella con las piernas algo abiertas, yo sin pensarlo metí mi mano entre sus piernas por sobre su ropa; ella me miro a los ojos tratando de sacar mi mano pero cedió y me beso despacio, hace tiempo que no nos besábamos, de prontos en ti que apretaba con su mano mi duro pene, solo lo apretaba, no sabía que más hacer con él. Yo solo tenía mi mano entre sus piernas, sentía el calor de su coño aumentar, pero no la movía; la dejaba quieta ahí, justo en su concha como ella le decía, ese se convirtió en nuestro nuevo juego favorito.
Durante ese año despertó mucho nuestra curiosidad, y nuestras ganas de nuevas cosas, comenzaron a pasar cosas ya realmente sexuales, ya cuando los dos teníamos 12 un día jugando en la cama a las cosquillitas, me dijo ——párate ven, me puse de pie y sin que se lo pidiera bajo su pants justo donde estaba su concha, y me dijo: —sácalo!, sin pensarlo baje mi pants esperando, me tomo de la cadera y abrió un poco las piernas; mi pene quedo entre ellas rosando su coño, separando un poco sus labios, no la penetraba para nada, pero rosaba su concha completa, sentía su humedad en mi verga; ella se recargaba en los muebles, acercando su pubis lo más que podía contra mí, yo veía como mi pene salía húmedo, llegue a pensar que era pipi, que mi prima se estaba miando sobre mí, pero no me importaba, sentía riquísimo; me encantaba, y en ese momento paso lo inevitable después de tantos años, me vine por primera vez ahí, con ella moviéndose al ritmo del placer. Manche su pubis, sus piernas y sobre todo sus calzones, que estaban solo un poco abajo de su pubis, sentí que se me bajo la presión, sentía delicioso mientras perdía la fuerza, y me senté en la cama. Al pasar el mareo vi que ella se limpiaba su concha y sus panties y me regalo una sonrisa. No fue la única vez que me vine jugando así, y adivinen quién lavaba esos pantie’s?
Recuerdo que en esa época mi prima un día me conto que su mamá le explico que era hacer el amor y que era una violación; y le pregunto si yo la obligaba, la amenazaba o la lastimaba, a lo que ella le respondió que no!, pero por increíble que parezca a mí nunca me dijeron nada.
V
Un día cuando los dos teníamos 13 años mi abuelo enfermó, mi tío y mi padre se fueron a trabajar y mi madre y mi tía al hospital, nos quedamos solos, ya para entonces éramos algo distantes; creo que por la pena de la pubertad, aunque aún platicábamos mucho, pero ya jugábamos muy poco, y había pasado tiempo sin que nada pasara. Yo me metí a bañar como de costumbre, pero apenas llevaba unos minutos y ella toco la puerta, sorprendido pregunte; —quién? A lo que respondió: —soy yo primo!, oye será que me puedo bañar contigo! Yo estaba desnudo y le dije que no, ella con una vos tierna y suplicante me dijo: —anda es que vengo desnuda y me da pena regresar. Algo en su vos me conmovió, me puse mi calzón y abrí la puerta, ella estaba en un corpiño rosa y un cazón rosa muy inocente con un moño de listón al frente, el cual tapaba todo su cuerpo. Nos bañamos sin que nada ocurriera, solo roces disimulados, y al terminar de bañarnos ella me dijo: —voltéate es que ya me da pena que me veas!, yo me di la vuelta, me enrede en una toalla y me cambie de calzón, pero al voltear mi prima sólo tenía bra; ella se tapó la cara, y me dejo a la vista su concha que apenas tenía unos vellos no muy crecidos pero permanecía lampiña. Yo quede hipnotizado, de pronto se destapo la cara y me dijo algo que no olvido, me dijo: —Jugamos a coger?
La tome de la mano y la saque al cuarto de mis padres, se acostó sin calzones en la cama y con las piernas abiertas, yo me apresure a encimarme como de costumbre, y me dijo: —no, así me lastima, mejor quítate todo!, yo me baje mi calzón, pero no intente penetrarla, sólo puse mi pene hacia su ombligo y comencé a moverme, comenzó a besarme, yo le besaba el pecho sin bajarle el bra, solo los pechos y me movía, ella me acomodaba de los hombros o de las nalgas a donde ella sentía rico. En algún momento yo estaba muy abajo, y ya nos sentía rosar su concha, al tratar de incorporarme todo se alineo; entonces entre en su concha, solo un poco, mi pene quedo prisionero de su virgen concha, yo sentía riquísimo, apretado, mojado, húmedo y caliente. Ella me apretó de los ante brazos y me dijo: —ya me lo metiste, duele!, enserio duele!, sácalo por favor!, lo pedía al borde del llanto, era algo que tampoco ella esperaba, comenzó a tratar de zafarse, puse todo mi peso y mi cuerpo sobre ella y le decía —espera, quédate quieta; no puedo sacarlo si te mueves, eso se convirtió en una pelea, ella por sacarme de su coño y yo por mantenerme dentro. Se quedó quieta, yo me levante en mis brazos dejando mi pubis pegado al de ella, ella se tapaba los ojos con un brazo y con el otro tenía uno de mis brazos tomados, al verla supe que talvez no tendría otra oportunidad; entonces comencé a bombearla, a meter y sacar despacio, mientras veía sus muecas de dolor, mientras ella se sacudía en cada ensartada, me la comencé a coger por fin después de tantos años, buscaba su boca, quería besarla, después de tantos años estábamos consumando nuestros juegos, yo seguía cogiéndomela recargado en mis brazos como haciendo lagartijas, solo nuestros sexos se tocaban, de pronto lanzo un gemido, destapo su cara la cual se notaba con alguna lágrima, me abraso con brazos y piernas y comenzó a besarme, yo comencé a darle más rápido hasta terminar dentro, hasta llenar su concha. Al terminar me separe de ella, ella se levantó de la cama se vistió y se encerró en su departamento, yo estaba asustadísimo, pensé que me acusaría, pero que podía decir? —le propuse jugar a coger y me la metió. No salió en dos días de su depto, un día yo estaba en el patio arreglando mi bici, salió me miro y dijo: —te pasaste! y todo siguió como de normalidad, seguimos cogiendo hasta que prácticamente a los 15 años su padrastro compro una casa y se fueron, pero solo fue de misionero, nunca hubo sexo oral, ni posiciones; a veces solo se escapaba cuando no había nadie para unos rapidines, algunas metidas solamente y no terminábamos, solo queríamos sentir un poco de placer. Incluso cuando se fue, le rogaba a su madre que la dejara con nosotros.
No es para nada largo, nada de lo relatado sobra.
Me encanto.