El profe y la alumna 6. Final y un nuevo comienzo
Luego de la traicion de Jose, algo cambia en Luana. Nuevos amores, y ganas de venganza..
El profe y la futura modelo , final y un nuevo comienzo
Para seguir este relato es importante leer toda la historia. Si bien el relato en si mismo busca ese toco que morbo y calentura que nos gusta, hay toda una trama. Paso un año desde que publique la 5ta parte. Hoy estoy dejando el final para todosPara comprender este relato en su totalidad, es fundamental leer la historia completa. Aunque la narración busca ese toque de morbo y pasión que tanto atrae, existe una trama de fondo. Ha pasado un año desde la publicación de la quinta parte. Hoy, comparto el desenlace para todos, sepan disculpar la demora.
Parte 3: https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/heterosexual/el-profe-y-la-futura-modelo-3/
Eran las 18 horas cuando el auto salia del barrio donde habia sido violada por los amigos del profe Jose. La violacion no fue tal, mas alla del dolor y la brutalidad de Jonny, habia disfrutado mucho.Habia disfrutado de esos dos hombres cogerme con morbo, mostrandome que no era Jose el unico hombre de mi vida, y ademas de lo poco que me queria y me respetaba. Ese hombre del que me habia enamorado, al que le habia dado mi confianza mas de una vez, volvio a traicionarme, fue capaz de venderme con su hija en mi panza. En ese momento y con 12 años, deje de ser una niña, me di cuenta de lo que implicaba esa bebe adentro mio, y lo importante que era cuidarme.
Tambien le debia a Rodrigo, el cual estaba conmigo en el auto, a pesar de haber sido parte de todo, lo vi cuidarme, lo senti preocupado por mi, y ahora estaba al lado mio en el asiento del coche que habia mandando mi papa, pese al peligro que lo maten, quiso quedarse y cuidarme. Lo mire fijo y tome su mano
Lu- Rodri gracias, prometo que voy a hablar con mi papa para que este todo bien, ademas que te paguen el dinero que Jose te debe.
Ro- Nono…no es necesario, perdon no quise lastimarte Jonny tampoco, es un buen tipo, somos dos pajeros, pero el dinero no importa, lo que importa es que vos y la bebe estén bien. José es una mierda, pero no todos somos iguales. Solo quiero que llegues a tu casa y que estés tranquila. Hice mal en participar, pero no podía dejar que te pase algo peor. Te juro que jamás volvería a permitir algo así.
Lu- Rodri… mirame – le tomó el rostro y lo besó de forma tierna, un beso de agradecimiento y de disculpa. – Ni a vos ni a Jonny les va a pasar nada, despues hablale, decile que esta todo bien. Y lo que hicimos me gusto, vos me gustaste… me gustaría que te quedes conmigo si…si queres…
Ro- Luana, no entiendo. ¿Qué esperas de mí? Tu papá me va a matar, y tal vez tenga razón. Hicimos algo horrible… pudimos haber lastimado a tu bebé, ¡y solo tienes 12 años! Eres una niña, esto es abuso de menores. Si tengo que ir a prisión, me lo merezco, pero necesito saber…
Lu- si rodri, estoy bien… y tranquila soy una niña pero sexualmente tengo mas experiencia de lo que crees, no me lastimaron, solo me duele un poco el culo jajaja pero estoy bien. MArio- dije mirando al chofer- NEcesito que le dgas a mi papa que voy con uninvitado especial, y que pro favor necesito que nos reunamos, que deje lo que este haciendo y vaya a casa
Mario asintió, su rostro era una mezcla de alivio y preocupación. Sacó su teléfono y comenzó a hablar en voz baja, transmitiendo el mensaje a su jefe.
Ro- ¿Estás segura de esto, Luana? Tu papá es un hombre… de cuidado.
Lu- Más de lo que pensás. Y sí, estoy re-segura. Necesito hablar con él, explicarle. Y necesito que estés allí para que lo entienda. Vos me cuidaste cuando nadie más lo hizo.
Mire por la ventana, no sabia si debía contarle toda la verdad a Rodri o no, sabían que mi papa era un tipo peligroso, manejaba la guita de todo el narcotrafico de Argentina, tenia relaciones con todos los poderosos no solo de Argentina sino de todo el mundo, pero además tenia otros gustos y negocios rentables y prohibidos.
Tomé mi cadenita de central. No la iba a guardar para mí, sino para Sol; era importante que mi hija tuviera algo de su padre cuando naciera. Acaricié mi vientre; se veía más grande de lo que realmente era. Mi cuerpo de doce años hacía que el embarazo fuera mucho más notorio. Aunque era extraño, me sentía orgullosa de mi panza. Era como si fuera lo único bueno que quedaría de mi relación con José, especialmente tras la decisión que estaba a punto de enfrentar en unas horas. Acaricié mi panza; Sol todavía era muy pequeña, pero la conexión se sentía fuerte. Mis pechos y mi vientre aún conservaban rastros del sexo reciente, un olor a semen y saliva, pegajosos, y ella estaba dentro de mí, como si disfrutáramos juntas de aquel morbo.
Lu: Rodri, hay algo crucial que debes saber. Mi papa no solo es peligroso, sino que sus negocios y ‘gustos’ son mucho más turbios y complejos que el simple tráfico de drogas.
Ro: A que te referís…no entiendo….
Lu: Mi papa es un pedofilo, y un productor de pedofilia y proxeneta de niñas a nivel mundial. Si algo no le molesta es que haya tenido sexo con ustedes, no le ve como algo malo, yo tampoco a mi me encanta… pero si le molesta que me lastimen, Jose esta vivo porque yo pedi que nole hagan nada. -Rodri palideció, sintiendo cómo el aire se le escapaba de los pulmones. Esto superaba cualquier cosa que hubiera imaginado. Su mente se debatía entre el terror y una macabra fascinación
Ro:. No… No puede ser, Luana. Estás mintiendo. Eso es… ¿Cómo podés decir que te «encanta»? ¡Tenés doce años!
Lu: No miento, Rodri. Mirame. ¿Ves el miedo en mis ojos? No. Ves la realidad. Y sí, me encanta. Es la única forma de sentirme poderosa en este mundo de hombres que me usan, me venden, o me quieren proteger a su manera. Yo elijo. Y lo que te estoy diciendo es la clave para que salgas de esta vivo. Lo que a mi papá le molesta no es la promiscuidad, es la falta de respeto hacia su propiedad. Él nunca me vio como una víctima, sino como alguien a quien adora y a quien puede usar. Y me enseñó a no ser una víctima, a disfrutar del poder que tengo.
Rodrigo se quedó mirando atónito la determinacion de esa niña, lejos de mostrarse vulnerable se mostraba decidida, segura, estaba admirado de esa niña a la que acababa de violar, y que ahora lo hacia sentir pequeño
Ro- Luana…osea no se que decir…que queres que haga por vos…
Lu- Quiero que seas mi protector, quiero que te quedes conmigo….voy a pedirle a mi papa que te contrate a Jonny y a vos, pero quiero que vos seas mi sombre y me ayudes a cuidar a mi bebe….pero quiero saber si estas listo, vas a verme tener sexo, vas a ver cosas en mi casa que te van a hacer complice de situaciones grosas…queres? si no queres, prometo que te podes ir, Mario te deja en tu casa, y no nos vemos mas. PEro hoy me diste una seguridad que nadie me dio…y quiero….quiero que…
Ro- Quiero… quiero quedarme, Luana. Haré lo que sea. No sé qué me está pasando, pero no puedo irme. No después de lo que me contaste, y no después de lo de hoy. Me quedo con vos, para cuidarte a vos y a la bebé. Si puedo redimir algo de lo que hice, que sea protegiéndote de todo.
Lu- Gracias, Rodri. Sé que no te vas a arrepentir. Mi papá va a estar furioso al principio, pero yo sé cómo manejarlo. Y vos sos clave. Vas a ser mi guardián.- Tome su mano y la aprete fuerte, la lleve a mi panza, donde habia acabado un rato antes, levante mi remera y deje que tocara mi piel, la subi hasta el borde de mis tetas, que estaban enormes, siempre fui tetona, mas para una niña de 12 años, y el embarazo las habia hinchado mas, las tenia gigantes hinchadas, el calor hacia que el sudor se acumulara bajo de ellas. Rodrigo miro a Mario el chofer, el cual ni se inmuto por la situacion, como si fuera natura.- Quiero ayudarte a relajarte antes de llegar a casa…
Ro- Lu…pero esta el chofer….espera….- Senti sus nervios pero Mario no mostraba el menor interes, su trabajo era saber guardar silencio.- Tu papa me va a matar…..
Lu-Rodri…mi papa no te va a hacer nada, te lo prometo…y se que me deseas…todavia siento como llenaste de semen mi pancita embarazada. No tenes ganas de hacerlo de nuevo?
Ro: Ahhh Luana, yo…yo hago lo que quieras. Lo que me pidas…
Lu: Quiero que te quedes conmigo, Jose va a pagar por lo que me hizo, a mi y a su bebe, y quiero que estes conmigo cuando lo haga mierda por lo que me hizo.
Ro: Pendeja… lo que quieras, si queres que cague a trompadas al pelotudo de Jose, lo hago, lo que me pidas- a estas alturas mi mano acariciaba la pija de rodrigo, frente la mirada de MArio que en silencio espiaba por el retrovisor atras de sus anteojos oscuros, y sonreia.
Lu: No voy a parar de agradecer que me cuidaste. – me puse sobre el y lo bese. Al principio se puso tenso, pero cuando me quite la remera dejando mi panza y mis tetas al aires, aflojo, empezó a acariciar mi vientre mirandolo con morbo y deseo, mis tetas enormes bamboleaban sudadas frente a sus hijos, olian todavia al semen y la baba de el y del negro Jonny.
Ro: me vas a volver loco pendejita, no esperaba que fueras tan hermosa…dios esa pancita, y esas tetas…
Lu: dale, volvete loquito, mi hija y yo necesitamos un macho loquito que nos de lechita…
Ro: ¡Ah, Luana! Yo… haré lo que quieras, lo que me pidas.
Lu: Quiero que te quedes conmigo. José va a pagar por lo que nos hizo, a mí y a nuestro bebé, y necesito que estés a mi lado cuando lo destruya por su culpa.
Ro: Lo que desees, pendeja. Si quieres que le dé una paliza a ese imbécil de José, lo hago. Lo que me pidas. A estas alturas, mi mano ya estaba acariciando la pija de Rodrigo, mientras Mario, en silencio, observaba todo por el retrovisor detrás de sus gafas oscuras y sonreía.
Lu: Nunca voy a dejar de agradecerte por cuidarme.- Me subí encima de él y lo besé. Al principio se tensó, pero cuando me quité la remera, dejando al descubierto mi vientre y mis pechos, se relajó. Empezó a acariciar mi vientre, mirándolo con morbo y deseo. Mis pechos enormes, sudorosos, se balanceaban frente a sus ojos, todavía oliendo al semen y la baba de él y del negro Jonny.
Ro: Me vas a volver loco, pendejita. No esperaba que fueras tan hermosa… ¡Dios, esa pancita y esos pechos!
Lu: Dale, volvete loco. Mi hija y yo necesitamos un macho loquito que nos dé lechita…- Empece a besarlo sensualmente sintiendo sus manos recorrer mi cuello, bajo su pantalo se podia sentir su pija que se pona dura a pesar de la situacion. Yo estaba provocanto al tipo que acababa de “ violarme”
Una de sus manos se metió bajo mi falda. No tenía bragas; la tanga se me había quedado en la cabaña donde Rodri y el negro Jonny me habían dado hacía un rato. Sus dedos se movieron lento, tocando mi ano con cuidado, pero paró porque aún me dolía. Bajó un poco más y notó que mi vagina estaba súper mojada. Estaba muy caliente con todo, por cómo había manejado la situación, por la sensación de poder que transmitía y el control que creía tener.
Rodri me agarró las tetas y las chupó mientras sus dedos me estimulaban suavemente la vagina. Empecé a gemir, sintiéndome libre, disfrutando de esta sensación de poder y seguridad que me invadía. Mi bebé, Sol, la que aún no nacía, se movía adentro mío como si también sintiera el placer que este chabón me daba. Rodrigo buscaba prenderme, darme placer, como si buscara compensarme, pero parecía hacerlo con mucho cuidado, como si tuviera miedo de decir o hacer algo que me pudiera ofender o estuviera mal.
Mario: Señorita Luana, ya casi estamos por llegar a la casa —dijo el chofer, con calma, sin prestarle mucha atención a la niña embarazada atrás.
Ro: Che, Lu, mejor no… —intentó sacar su mano de mi ropa.
Lu: ¡Ni se te ocurra parar! Quiero que me garches antes de llegar. Mario, date una vuelta por el parque y estacioná donde no moleste nadie, así Rodri y yo podemos…
Mario: Como usted diga, señorita. Los llevo a los jardines, cerca del depósito donde están los autos. Nadie los va a… molestar —dijo, sonriéndome por el espejo.
Rodrigo me miraba dudando, era comprensible, estaba con la hija de uno mafioso peligroso, en la mansion del mafioso, con uno de sus guardaespaldas manejando el auto, y la niña de 12 años, que acababa de violar, estaba con las tetas al aire, refregandole la concha humeda y pidiendo que la coja.
Lu: Rodri, tranqui, está todo bien…. quiero que me cojas, si quisiera que te pasara algo, ya te habría pasado, quiero que me hagas tuya, que me llenes de tu leche, que hagas que mi bbe dentro de mi panza te sienta. – le pase la lengua como una gatita por su rostro, con una barba de pocos días, sus ojos me miraban incrédulos, como si esto fuera un sueño raro.- Dale…saca tu pija, no sentis lo mojadita que estoy, re putita me tenes….
Ro: ayy…Luana, que hermosa sos pendeja, yo no entiendo como el boludo de Jose no te aprovecho, disfruto de vos, de cuidar a tu bebe… me re gustas desde que te miraba en instagram, no puedo crear que seas tan puta y me hagas asi….
Lu: re puta soy…y quiero que me llenes de pija, quiero que me garches como se debe, que me cojas tan bien que hasta mi bebe tenga un orgasmo…dale Rodri, mostrame esa pijota que quiero lechita en la concha antes de hablar con mi papi.- Le contesté con mi mejor voz de nena putita
Rodrigo me levanto brevemente, bajandose el pantalo tipo bermuda y dejando su hermosa pija al aire, enseguida senti ese olor a hombre, olor a pis, semen, exitacion. La pija le babeaba, desborbaba de precum. Me agarro de la cintura y me penetro firmemente, deslizando su pija hacia adentro, casi la senti llegarme al utero. Ere el el que me empezo a besar ahora, y pasarme su lengua por la cara, como impresganandome de su saliva para marcarme con su olor.
Ro: esto querias putita, voy a dartela cuando me pidas, me gustas mucho pendeja, voy a hacer lo que me digas, soy tuyo …como me pones pendeja DIOS¡¡¡¡ – Me pegon un chirlo en el orto haicandome dar un grito mas fuerte.
Lu: Ahhhh siii Rodri siii, cogeme asi, que ganas de que me des mucha pija!!! Como me gusta, dale garchame, ahhh asi…. dale se que te moris por cogerme toda, rompeme la concha.- Cada una de mis palabras dejaba atras toda mi inocencia, ahora si tenia el control de mi placer, no era para complacer a Jose, no era pidiendo que me ame, era yo la que decidida quien y como le daban placer.
El auto se detuvo suavemente, el motor se apagó. Mario, el chofer, había cumplido su palabra, llevándolos a un lugar apartado de la vista. Rodri no disminuyó la intensidad de sus embestidas. Se movía con una mezcla de desesperación y euforia, como si cada penetración fuera una súplica de perdón y al mismo tiempo una afirmación de posesión.
Lu: Más fuerte, Rodri, más fuerte… ¡que Sol sienta tu pija! –grité, aferrándome a sus hombros. Me encantaba la idea de que mi bebé estuviera siendo parte de esto, de que se empapara con la energía de mi placer y el semen de este hombre. Sentir ese dolor placentero al final de cada estocada era la confirmación de que estaba viva y que yo había elegido ese momento.
Ro: Sos mi putita, Luana, sos mía. ¡No te voy a dejar nunca! – Su voz era un rugido gutural, sus ojos estaban cerrados en un gesto de concentración y deleite. Estaba completamente entregado al momento, al poder de la niña que lo tenía entre sus piernas, que acababa de salvarle la vida y ahora le pedía que la destrozara de placer.
El placer de la boca de rodri recorriendo mis tetas, de sus manos jugando con mi culo, el olor a sexo, la sensacion de Sol, moviendose dentro mio como si tambien disfrutara de la cogida. Estaba en el cielo, note que Mario miraba desde el retrovisor, no perdia detalles, y senti ganas de mas, de llevar mas al extremo este morbo y este placer.
Lu:mmm amor… no es justo que Mario este mirando ahi, se merece tambien un poco de atencion por ir a buscarme…ahhhh – dije entre gemidos con las fuertes envestidas de Rodrigo. Rodrigo me miro pero no se detuvo, todo lo contrario, estaba mas relajado y me sonrio…
Ro: sos terrible pibita…aca todos te obedecemos a vos Luana, mmmm queres mas pija pedila. – Mario miro por arriba de los anteojos como si no creyera lo que estaba escuchando.
Lu: Mario, ¿no te animás a mirarme la concha mientras Rodri me garcha? Dale, que se sienta que estás con nosotros —dije, arqueando la espalda para mostrarme más, sintiendo cómo el asiento de cuero pegajoso se hundía bajo mi movimiento.
Mario se acomodó los anteojos. Su rostro inexpresivo por fin mostró una pizca de interés.
Mario: Señorita Luana, yo… mi trabajo es cuidarla.
Lu: Y yo necesito que me cuides dándome placer, que me mires y que disfrutes de mi putería. Dale, que Rodri tiene una pija enorme, ¿no te da envidia? —me reí, sintiendo cómo Rodrigo gemía justo en mi oído, clavando su mirada en el retrovisor, retando a Mario con la suya.
Ro: Dale, viejo. Mirá a la pendeja cómo me pide. Esto es un espectáculo solo para vos —dijo Rodrigo, aumentando el ritmo de sus embestidas.
Mario dudó un segundo más, pero la tentación y la orden de la hija de su jefe pesaron más. Asintió, quitándose los anteojos y dejándolos en el tablero.
Mario: Como ordene, señorita —dijo, y giró su cabeza para mirar de lleno hacia atrás, clavando sus ojos en mi vagina siendo penetrada por Rodrigo.
Sentí una oleada de excitación al notar la mirada de Mario sobre mí, como un tercer cómplice en ese acto de placer. Era una sensación de triunfo, de haber dominado la situación, de haber arrastrado a dos hombres a mi juego morboso.
Lu: Así me gusta, Mario. ahhh mmm dios que ganas de pija que tengo…MArio baja y abri la puerta de atras que te chupo la poronga dale…ahhhhh- Mire a Rodri a los ojos sonriendo con mi mejor cara de putita cheta- te jode si le chupo la pija a Mario?-empezo a bombearme mas fuerte, con ganas, jadeando y sudando, liberando ese olor a transpiracion de hombre que me encantaba.
Ro: ahhh pendeja, que ganas de vovlerme loco, hacemos lo que quieras, si eso queres, queres que te garchemos entre los dos…. no hay problema, te damos pija con tu chofer!!
Mario se levanto y salio del auto, y luego abrio despacio la puerta de atras quedando parado al costado del coche con su chota a la altura de mi cara, mientras se abria la bragueta y sacaba una muy buena verga venosa, a diferencia de Rodrigo que estaba transpirado y con olor a hombre, Mario estaba perfumado y limpio, con olor a colonia, bien prolijo, ya que era nuestro chofer de confianza. El lugar donde estabamos era apartado de la mansion, y por el calor, y la hora nadie iba a aparecer a molestarnos, a lo sumo mirarian por las camaras, pero a estas alturas mi papa no iba a interrumpirme si me veia cogiendo.
La pija de Rodrigo seguía dentro de mí, bombeando con un ritmo frenético, pero mis ojos estaban fijos en la verga de Mario. Era un miembro impresionante, oscuro, venoso, y el contraste entre su olor a colonia y el sudor de Rodrigo me excitaba al extremo. Me solté de los hombros de Rodri y me incliné hacia adelante, mis pechos colgando sobre mi vientre. Mario respiraba hondo, su postura era tensa pero expectante, con la verga erecta lista para ser devorada.
Lu: Rodri, no pares… seguí dándole a mi concha, más fuerte. Y vos, Mario, acercate que quiero probar esa chota limpita —dije, sintiendo la pija de Rodrigo deslizarse hasta el fondo en respuesta a mi atrevimiento.
El dolor placentero se intensificó. Acerqué mi boca a la verga de Mario, tomando la punta entre mis labios. La sensación era diferente a la de Rodri; era más dura, más caliente y tenía un sabor a limpio que me hizo cerrar los ojos. Mi lengua empezó a subir y bajar, acariciando el glande. Mientras tanto, Rodrigo seguía embistiéndome con furia desde atrás, moviéndose como un animal, con su olor a macho dominando el pequeño espacio del asiento.
Ro: Ahhhh, Luana… sos una puta de mierda, me encanta, me encanta que seas así. ¡Mio! —gritó, soltando un gemido ronco mientras me agarraba de las caderas para marcar el ritmo.
El sonido de la carne chocando y mis gemidos se mezclaban con el ruido húmedo de mi boca trabajando en Mario. Sentí que Mario temblaba levemente al contacto con mi boca. Miré a Rodri a los ojos; él estaba enloquecido, al borde. Su rostro era una máscara de placer y celos posesivos.
Lu: Mario, está riquísima tu pija, más adentro, quiero tragarla toda —susurré, hundiendo la cabeza, mientras mi vientre se sacudía con las últimas y fuertes embestidas de Rodri.
Mario, con más soltura, me agarró la cabeza y comenzó a penetrar mi boca con su miembro. El sonido característico de la garganta profunda se hacía audible, mientras mi saliva caía sobre mi busto y vientre. Rodrigo aprovechó para restregar su miembro contra mi piel, dejando una mezcla de nuestro sudor y mi saliva.
Tomé la mano de Mario y la dirigí hacia uno de mis senos. Yo sabía cuánto le gustaba mirarme las tetas desde que habían comenzado a desarrollarse. Ahora que estaban bien grandes, mi chofer merecía un bonito regalo de su «jefecita».
Ro: Como te gusta calentar pijas Luana… te voy a hacer otro hijo mas pendeja…mmm dios me tenes a punto de llenarte de leche ese papo mojado que tenes. – Me movi mas fuerte aumentando la friccion de la pija de rodri en mi concha. saque la pija de mario de mi boca y los mire a los dos, me empece a refregar la pija de mi chofer por la cara, mientras le pasaba la lengua.
Lu: Mi bebe y yo necesitamos leche para crecer, nos dan lechita…- salio mi vos de nena puta provocando.
Mario, mi chofer, gemía con la respiración entrecortada. Rodrigo, detrás de mí, me embestía con furia, su miembro caliente y duro frotándose contra mi punto de placer. Ambos estaban al límite, sus cuerpos tensos, a punto de explotar.
Lu: No, mis chicos. Todavía no. – dije con una voz jadeante, agarrándome del pecho de Mario y echando la cabeza hacia atrás. – La jefa es la que decide cuándo termina el juego.
Con un movimiento de caderas, disminuí la fricción de Rodri, obligándolo a reducir el ritmo. Luego, presioné la base de la pija de Mario con mi mano, deteniendo su impulso final mientras él maldecía entre dientes.
Mario: ¡Señorita Luana, por favor! Me va a matar, pendeja. – Su voz era un ruego.
Lu: ¿Me van a obedecer? ¿Van a esperar a que su jefa diga basta?
Ro: Lo que vos digas, Luana. Pero date prisa, mi pija va a explotar. – gruñó Rodrigo, su aliento caliente en mi oreja.
Lu: Sí, ¿les gustó? ¿Disfrutaron de acostarse con una pendeja embarazada? Me encantaría saber qué más les gustaría hacerle a una «chetita» como yo… —Me fascinaba provocarles esa excitación, sentir cómo se contenían para no terminar solo por darme el gusto y, al mismo tiempo, enloquecerlos con mis juegos.
Ro: ¡Quiero lamerte toda la concha, Luana! Quiero que me abraces con esas piernas y me llenes la cara con tu flujo. ¡Quiero meterme en ese olor a puta embarazada, lamerte bien transpirada! ¡Y quiero que me pidas más y que no pueda dártelo para seguir torturándome! —Rodrigo estaba al límite, su voz temblaba de la frustración contenida, su pija bombeando.
Mario: Quiero que me use de alfombra, señorita. Que me escupa y me trate como a un perro. Haré lo que sea para que me deje acabar dentro de su boca. ¡Le chupo las tetas llenas de leche, le limpio la concha con mi lengua! —Mario, el chofer, siempre inexpresivo, ahora suplicaba, su verga palpitante cerca de mi cara.
Lu: Mmm, qué buenos chicos. El perro y el frustrado. Me gusta ese juego. ¿Les pone que una pendeja preñada y guarra como yo los caliente así? ¿Les pone que la bebé Sol que llevo acá adentro también sienta cómo me calientan? Me encanta que me deseen embaraza. Me fascina que quieran llenarme de leche, a mí y a la panza. —Me reí, saboreando el momento. Solté a Mario, y él respiró hondo, temblando. —Rodri, me voy a bajar para que Mario pueda venir a jugar conmigo en serio. No se preocupe, ya va a tener su premio, y su premio va a ser lamer esa concha sudada. Pero antes, quiero que se quede ahí, mirando cómo su pendejita se divierte con el chofer. Dale, salí.
Rodrigo gimió de rabia y excitación, pero obedeció. Se retiró de mí con dificultad, su pija chorreando, y se sentó en el asiento, mirando con los ojos inyectados en sangre. Mario se acomodo fuera del coche, con su pija cubierta de mi baba, dura apuntando hacia arriba. No se habia sacado los pantalones, los cuales s
Lu: Mario, vení. Quiero sentir tu olor limpio y tu leche. ¿Me va a llenar la boca, me va a dejar la cara pegajosa? Que el Rodri vea cómo me la trago toda.
Mario asintió con una reverencia implícita, con el brillo de la sumisión y el deseo en sus ojos. Me bajé de las piernas de Rodri, con mis pechos babeados balanceándose, y me desnudé por completo en el parque de la mansión, en el barrio privado, sin importarme si alguien me veía.
Me arrodillé frente a Mario y acaricié su pene despacio, observándolo. Su rostro se llenó de lujuria y morbo; se había acostumbrado a verme con poca ropa y mis pechos, pero por primera vez, tenía a esa «hembra» a su disposición.
Por otro lado, ese lado sumiso de él, el deseo de sentirse mandado, dominado por una pendeja de 12 años, me generaba mucho morbo. Por fin estaba descubriendo el poder de mi sexualidad. Hasta ahora, solo había tenido ese poder con mi papá. El «profe» José nunca se había dejado dominar por mí, ni mostraba interés por mi placer.
Rodrigo se masturbaba lentamente mientras me miraba. Yo tomé la pija de Mario con fuerza, lo humedecí y comencé a masturbar a Mario, quien se tensó con un escalofrío. Al mismo tiempo, con mi otra mano, apretaba y estimulaba mi propio pecho.
Ro: “Cómo te gusta calentarnos la pija… ¡Qué buen culo tienes, Luana! Con razón el Negro José te lo rompió con ganas…” – me dijo. Cuanto más se soltaba, más cosas atrevidas me decía; emergía con más fuerza ese lado de «turro de barrio», ese «negro villero» que era, y más me encendía. Me estaba sintiendo especial con Rodrigo. Además, el hecho de que me permitiera chuparle la pija al chofer, sin mostrarse incómodo ni celoso, sino dejando que fuera así de puta, me encantaba.
Lu: Si… mmmmm ahhh es que tiene unas pijas muy ricas y Sol y yo necesitamos alimentarnos bien. — dije, mirando a Mario con una sonrisa provocadora. — Mario, si me das lechita, te prometo que te dejo hacer lo que quieras. ¿Me vas a llenar la boca?
Mario apenas podía hablar, su respiración agitada.
Mario: Sí… Señorita. Se lo ruego. Haré lo que usted diga. Usted solo ordene, y yo vaciaré toda mi leche en su boca.
Me incliné, lamiendo la base de su verga. Rodri, viéndonos, gritó.
Ro: ¡Puta, me la vas a pagar! ¡Te voy a garchar hasta que te duela! ¡Pero dale, viejo, llenale la boca a la pendeja!
Mario se dejó caer, y con un empujón de pelvis, sintió la presión y el calor de la boca de Luana, pero se detuvo. Luana lo miró con frustración, tragando saliva.
Lu: ¿Qué pasa, Mario? ¿No me vas a dar mi postre? Te estoy esperando.
Ro: Tranquila, Luana. A este lo tengo cortito. No se va a venir todavía. Miralo bien, Mario, mirá la boca de putita que tiene, esperando tu jugo. Pero vas a tener que esperar.
Mario, visiblemente más excitado y avergonzado a la vez, tomó la verga con una mano y comenzó a lamer la punta.
Mario: Lo lamento, Señorita. Lo… lo que usted diga. Solo espere un poquito.
Ro: Eso es, esclavo. ¡Ahora mirame a mí, Luana! ¿Te gustó la de mi perrito, no? Pero la mía es la que manda acá.
Rodri se levantó con prepotencia, el pantalón a media asta, y puso su pija palpitante justo delante de la cara de Luana, rozando su nariz.
Ro: Abrí la boca, puta. Chupame hasta que te duela la mandíbula. Quiero que me la dejes limpia, asquerosa. Haceme sentir que soy el único que te da de comer.
Luana abrió la boca de inmediato y comenzó a chupar con avidez, sintiendo el sabor salado y el olor a macho. Rodri la sujetó del pelo, inclinando su cabeza para un mejor ángulo.
Ro: Eso, chupame bien, zorra. Sos una nenita muy puta, ¿sabés? Pero tranquila, yo te voy a cuidar bien. Te voy a dar todo lo que necesitás, Luana, solo si me obedecés.
Luana gimió en aprobación, el sonido ahogado por la verga de Rodri. Él sonrió con satisfacción y, retirando la pija un instante, escupió un gran gargajo espeso directamente en la cara de Luana.
Ro: Tragá mi asco, perra. Eso es lo que merecés. Ahora seguí.
Luana obedeció, sin dudarlo, limpiando el escupitajo de su rostro con la lengua y volviendo a chupar la verga de Rodri. Mario miraba la escena, con la respiración entrecortada, sintiendo su propia excitación aumentar al ver la humillación de Luana.
Lu: Por favor, Rodri. Por favor, mi amor. —Luana, con la voz pastosa y suplicante, se arrastró por el suelo hasta la entrepierna de Rodri. — Necesito que me la chupes. Estoy toda transpirada, caliente. Chupame la concha, por favor, chupame bien. Es toda tuya.
Mi voz, de puta re descontrolada, hizo que Rodri se bajara los lompas y se pusiera abajo mío, con la cabeza entre mis gambas, justo mientras le estaba haciendo una paja con la boca a Mario. Empezó a olerme la concha a full, pasándome la lengua y metiendo un dedo, tocándome y poniéndome re turra. Mi argolla estaba chorreando, y hasta al aire libre, con el calor, las ganas y las hormonas, se notaba el olor a culo, señal clara de mis re calores.
Ro:¡Qué puta que sos, Lu! ¿Cómo puede oler tan rico la concha de una nena? Te lo voy a chupar entero, te voy a sacar hasta la última gota de chorro. Te juro que voy a sacar ese pendeja de tu panza con la boca.- Se estaba poniendo re zarpado mientras me olía y me chupaba el papo.
Lu: ¡Dale, Rodri, la concha de tu hermana! ¡Chupame bien la argolla, meté esa lengua hasta el fondo! ¡Quiero que me hagas parir a la pendeja de la chupada de concha, guacho. A ver si sos tan macho! mmmmm …ahhhhh- Estaba zarpada en exitacion, mi cuerpo temblaba
Mario: Señorita Lu… ¡Por favor, déjeme! ¡Ya no aguanto más, juro por Dios que me voy a venir! ¿Me da permiso para darle la leche en su boca, mi jefa? ¡Por favor, dígame que sí!
Rodri (con la cara entre las piernas de Lu): ¡Uf, ese olor a puta… ese olor a culo caliente de Luana me tiene re zarpado! ¡Esta conchacon gusto a nena putita , a ganas de tener pibes, a que te llene bien de leche! ¡Te voy a chupar tan fuerte que te la voy a sacar a la pendeja, vas a parir a la bebé con mi lengua, eh! ¡Dale, puta, chorreá para mí, que te voy a dejar seca, te voy a vaciar esa argolla! ¡Mirá cómo te tiembla la argolla, te gusta el chupi de este guacho!
Lu: ¡Dame la lechita, Mario! ¿Me das lechita en la boca? ¿Vas a ayudarme a darle lechita a mi bebita, verdad?» dije, lamiéndole la punta del glande de forma muy provocativa, mientras lo miraba con mis ojitos de princesita cheta.
Mario, con un gemido de absoluta desesperación y alivio, se abalanzó, sintiendo la presión de la boca de la señorita sobre su glande, justo en el momento en que su orgasmo se desataba.
Mario: ¡Ah, sí, Señorita Luana, tome, tome toda mi leche, por favor! ¡Para usted y para la bebé! —gritó, mientras su semen caliente y abundante llenaba mi boca. No me inmuté, tragué el flujo denso, sintiendo el sabor a limpio y a colonia de mi chofer, mientras Mario temblaba y se vaciaba por completo.
Detrás de mí, Rodri, que no había dejado de lamer con ferocidad, sintió el clímax de Mario como un detonante, pero controló su empuje final.
Ro: ¡Ahora me toca a mí, carajo! ¡Te voy a llenar de leche, putita! ¡Abrime las gambas que acá va el guacho! —gruñó, penetrando con un dedo mi vagina y ano al mismo tiempo.
Mmmm… qué rica leche, Mario. Sol ya está alimentada —dije, limpiándome la boca con la mano y mirando a ambos hombres. A Rodri le di una mirada de mando—. No te atrevas a acabar quiero que me la des en la boquita
Rodri contuvo el temblor, pero se dejó caer a mi lado, abrazándome por la cintura.
Ro: Sos una diosa, Luana. Una puta hermosa. Hago lo que me pidas, lo que sea.
Lu: Bien. Ahora levantate y dame la pija en la boca. Quiero sentir tu leche en mi garganta, y que Mario te mire.
Rodrigo se levantó, su miembro duro y palpitante estaba completamente expuesto, cubierto de flujo vaginal y el sudor del esfuerzo. Se acercó a mi cara, me arrodillé dispuesta. Mario, recuperado y con la verga cubierta de saliva, observaba con fascinación, limpiándose el resto de semen de la barbilla con un gesto automático.
Ro: Vas a tragar hasta la última gota, pendeja. Y vas a sonreír.
Asentí, abriendo la boca sonriente, mirándolo desafiante, con la mejor cara de nena putita que pude poner.. Rodrigo penetró con fuerza mi boca, sus embestidas rápidas y poco profundas. El sonido húmedo llenó el aire. Mario no podía dejar de mirar, la escena lo excitaba de una manera que nunca antes había experimentado; ver a su jefa, la hija de su jefe, dominar a dos hombres a la vez. Mientras
Ro: ¡Tomá, puta! ¡Tragá mi chele, pendeja de mierda! ¡Abrí bien la boca, que esta es la papita de tu bendición! ¡Ahora sí que vas a tener teta para darle a la criatura!
Rodrigo gimió de placer, sus músculos se tensaron, y con un último espasmo, se vació por completo en mi boca. Su semen, más denso que el de Mario, me llenó la garganta. Lo tragué sin dudar, con la misma avidez con la que había aceptado el de Mario.
Ro: ¡Ahhhh, puta! ¡Toda mía!
Lu: ¡Gracias, chicos! Sol comió muy bien. Ahora vámonos, papá nos está esperando. Y recuerden bien: no fue una violación, fue puro placer. En cuanto a José, lo vamos a destrozar juntos —dije, saboreando el semen de Rodrigo, ese pibe ‘turro’ de barrio que parecía estar loco por… mi.
Mario se acomodó la ropa rápidamente, y tomó sus anteojos del auto. Enseguida estuvo listo como si nada de lo que pasó hubiera pasado. Eso hablaba bien de él como empleado, entendía su lugar. En cuanto a Rodrigo, se puso de nuevo su pantalón, y se me acercó, pero sin tocarme, volvió a mirarme con dudas y miedos. Yo me acomodé la ropa, pero no hice mucho esfuerzo en arreglarme; me encantaba sentirme babeada, llena de semen, y oliendo a sexo.
Ro: Lu, o sea… todo bien, pero si yo entro con tu papá, me va a pegar un tiro en la cabeza ahí nomás. No creo que sea buena idea. – Me dijo en voz baja, mirando a Mario que se limitó a mirarlo en silencio.
Lu: Eh… tranquilo, ya te dije que mi papá no te va a hacer nada. El ingeniero Kruger es un caramelito cuando se trata de su hija. Imagínate que no mató a tu amigo José, ¿por qué te va a hacer algo a vos? ¿Porque me cogiste?
Ro: Quizás me lo merezca, pero no va a creer que soy diferente a José, que te vendió para saldar nuestra deuda. O sea…
Lo tomé de la cabeza y acerqué su rostro a mi boca. Era notablemente más alto y grande que yo, resaltando la diferencia de edad entre un adulto y una niña. Aun así, se inclinó hacia mí, con un aliento que olía a leche, y me besó.
Lu: Si mi viejo hubiera querido verte muerta, Mario ya se habría encargado. Estarás a salvo; yo cuidaré de ti y de tu amigo Jonny… pero después vas a tener que hacerme una gamba.
Ro: ¿Una gamba? No te entiendo. ¿Qué querés que haga? ¿Para qué me necesitás? —preguntó, dudoso.
Lu: Shhhh, tranqui. Vamos a buscar a mi papá, debe estar con mi amiga Lila. —Miró a Mario con una sonrisa—. Mario, gracias, sos un capo. Iremos caminando hasta casa. Si querés, avisale a mi viejo que estoy al toque.
Caminamos en silencio hacia la mansión. Solo podía pensar en José, en lo que estaba a punto de suceder. Iba a pedirle a mi viejo encargarme personalmente del asunto; no caería de nuevo en las promesas falsas ni en la manipulación de ese imbécil. Ahora sí vería de lo que soy capaz.
Apenas entramos, Rodri y yo nos detuvimos, sorprendidos por los gemidos que venían del living.
Caminamos en esa dirección. El aire acondicionado central aliviaba el calor veraniego. El gran ventanal que daba al jardín trasero tenía la cortina entornada, dejando pasar algo de sol, pero manteniendo el ambiente en penumbra. Sobre el sillón, vi la figura de mi amiga Lili —casi una hermana, o más bien, una novia—, disfrutando, como de costumbre, de estar con mi viejo. Él estaba sin remera, con su panza peluda al descubierto, sentado, jadeando y manoseando las tetas de mi amiga. No se habían percatado de nuestra entrada, aunque probablemente no les hubiera importado. Cuando estaban en la suya, nada más les importaba.
Lu: —¿Saben que es de mala onda comer sin convidar? —dije para llamarles la atención y que me miraran.
Rodrigo estaba flashando con la escena; no podía creer el morbo y el sexo que había en esa casa. Incluso para un tipo que planeaba abusar de una menor para saldar una deuda, esto le parecía pasarse de la raya. Lila levantó la vista y me vio en la puerta, tal cual estaba: con la ropa hecha un quilombo, restos de semen, sin bombacha, y mi panza de embarazada. Lila se sacó de encima a mi viejo y, así, en bolas, con la tanga puesta pero corrida dejando al aire su concha húmeda, me abrazó fuerte.
Lila: —¡Boluda! ¡Me re asustaste! ¿Por qué te fuiste sola con José? ¡Te dije que ese chabón es un boludo! Te podría haber pasado cualquier cosa a vos y a la bebé. —Dijo, dándome un beso en la boca y acariciándome la panza. Se agachó y le habló con dulzura— ¿Estás bien, bebita? Mami es media tarada, te juro que no voy a dejar que se vaya sola así nunca más. —Yo me cagué de risa al escucharla hablarle a la panza de forma tan tierna y estando en pelotas.
Mi viejo se acercó y miró a Rodrigo con detenimiento, se notaba que no le tenía nada de confianza. Yo lo miré fijo y me puse a llorar sin parar, mientras me tocaba la panza, esperando que me retara o se enojara, pero no fue así.
Al contrario, se acercó, me acarició la panza (que todavía tenía restos del semen seco de Rodrigo), me levantó el mentón, me besó y me abrazó fuerte.
Papá: Hija, ya fue. Perdón, no supe cuidarte. No tenés la culpa. Pero ahora estás con papá y nunca más te va a pasar nada, te lo juro, mi amor. Vos y Sol van a estar bien. Ese José no va a joder más, te lo prometo, lo voy a hacer mierda.
Lu: —Papá, no me violaron. Fui yo. Fui yo la que lo manejó. Y él está vivo porque yo quise. —Dije, secándome las lágrimas y señalando a Rodrigo—. Él me cuidó, y me dio mucho placer. Quiero que lo contrates, que lo hagas mi guardián.
Mi viejo se quedó mirándome, la furia se le atascó en la garganta. La sonrisa torcida se borró.
Papá: ¿Guardían? ¿Este pendejo con olor a mierda de calle y a mi hija en la cara, te «cuidó»? —La palabra salió cargada de veneno, escupida—. Mirame a los ojos, Luana. ¿Me estás jodiendo la cabeza, o estás tan drogada que no pensás lo que decís?
Rodri se puso rígido, con el sudor frío corriéndole por la sien. Aguantó la mirada del viejo, que era un plomo que te taladraba el cráneo.
Ro: Señor, yo no soy como José. Yo la respeté. Y sí, me gusta su hija. Yo no le debo nada a usted, pero si me pone a trabajar, lo voy a hacer. Y juro que a Luana y a la bebé las protejo con mi vida.
Papá: —El viejo se acercó a Rodri, tan cerca que el aliento le quemaba la cara. Olía a cigarro caro y muerte—. Las promesas son para las putas, pendejo. Acá se habla con hechos. ¿Y creés que te voy a pagar con un ascenso a niñero de mi hija, solo porque le calentás el culo? ¿A mí me vas a tomar por boludo?
El viejo retrocedió, chasqueó los dedos y Mario apareció de la nada, junto a otros dos matones que trabajan para mi papa, como una sombra se pusieron al lado de Rodrigo, Mario me miro por arriba de los anteojos como diciendome que debia seguir ordenes.
Lu:¡No, papá, para! —dije entre sollozos y en una ráfaga de palabras. No fue como crees. Sí, Rodri cometió un error, pero quien me vendió fue José, él y Jonny… y yo… yo pude manejarlo, papá. No fue una violación, lo disfruté, y él me cuidó mucho. De hecho, me acompañó hasta aquí, a pesar de su miedo a que lo mataras. Por favor, no le hagas nada, déjalo quedarse. Y al Negro… él tampoco fue malo conmigo. Si hubieran querido lastimarme, ya lo habrían hecho.
Lila se acercó corriendo para abrazarme mientras yo lloraba desconsolada. Papá seguía mirando a Rodrigo con rabia y furia. Pero yo era todo para él, y al igual que echó a mi vieja de casa por el daño que me hacía, sabía que era capaz de cualquier locura por mí.
Padre: ¡¿Pero vos sos pelotuda o qué?! ¡Ese tipo y el amigo casi te matan a golpes, pudieron haber acabado con vos y con el bebé! No sé quiénes son. Es un pibe de la calle, un marginal, ¿qué te va a proteger? ¡Y encima andabas con ese viejo asqueroso! Teniendo a pibes como Lila que te mueren por vos, que no se te despega… ¡Y volviste con ese estúpido de José, al que debí haber hecho desaparecer la primera vez que puso un pie acá! ¡Reaccioná, Luana, por el amor de Dios! —gritó, fuera de sí por la rabia—. Y vos, pendejo, villero mugriento, con la cara empapada en los fluidos de mi hija, si sé que estuvieron de fiesta, ¡los vi entrar por las cámaras! A mí no me jode cualquiera; si quiero, te hago boleta acá mismo. Dame una sola razón… una sola para no desaparecerte.
Me quedé paralizada por un momento, realmente sentí que mi papá no iba a escucharme. Pensé que había cometido un gran error al traer a Rodrigo a casa. Lila me tomó fuerte de la mano y me abrazó. Rodrigo también estaba pálido y paralizado, intentando encontrar algo que contestarle a mi papá, pero sin bajar la mirada.
Lu: Papi, por favor… no le hagas nada… él no es malo… por favor… necesito que me escuches —dije, tratando de que se calmara.
Me quedé paralizada por un momento, realmente sentí que mi papá no iba a escucharme. Pensé que había cometido un gran error al traer a Rodrigo a casa. Lila me tomó fuerte de la mano y me abrazó. Rodrigo también estaba pálido y paralizado, intentando encontrar algo que contestarle a mi papá, pero sin bajar la mirada. Rodrigo carraspeó, su voz apenas un susurro, pero firme:
Ro: Escúcheme, Señor, con respeto. Yo no estoy acá por la plata, ni por cagar a nadie. Estoy acá por su hija. Ella me abrió la cabeza con la posta de esta casa y de lo que hace usted. Si yo fuera un gil, un traidor, ya me hubiera abierto de gambas. Vengo de frente, sabiendo que me puede boletear acá mismo y sí, le tengo cagazo, le tengo miedo, pero me quedo por ella. Lo de hoy me hizo ver la de verdad. Lo de ese José fue un moco, sí. Pero Luana es otra cosa, y ella me eligió para que yo la cuide. Míreme bien, no le tengo cagazo por usted, pero sí a la situación. A ella sí la respeto. Pregúntele a ella si le miento. Ella sabe que no soy como el otro. Yo estoy para lo que sea por ganarme su confianza, y ser el guardia de su hija. Pida lo que quiera.
Papá: Me gusta que seas atrevido, pendejo. O sos un boludo, no sé cuál de las dos.
Rodrigo: (Su voz firme a pesar de que sus manos sudaban) Le tengo miedo, señor. Mucho. Pero no me voy a ir de su lado. No de Luana.
Papá: (La furia parece ceder, dando paso a una fría calculación) Te la voy a dar. Una chance. Un error, una jodita, un movimiento en falso contra mi hija, y te juro por la vieja que te saco hasta el alma a tiras. Mario, llevate a estos dos de mi vista. Que el «guardián» duerma en el depósito por ahora. Mañana hablamos de los papeles y las deudas.
Mario se adelantó y agarró a Rodrigo del brazo, pero con una presión que no era de un matón, sino de un colega.
Mario: Dale, pibe. Escuchaste al jefe.
Rodri asintió, su rostro se relajó por un breve instante de alivio. Miró a Luana y le dedicó una sonrisa tensa, antes de ser sacado de la habitación.
Lu: Gracias, papá. Te juro que vas a ver que no me equivoqué.
El padre suspiró, acercándose a Luana y Lila, que todavía la abrazaba desnuda. Las miró a ambas, con una mezcla de afecto posesivo y morbo.
Papá: Luana, sos mi vida. Pero no te quiero ver cerca de ese José, ni de su amigo. Y decile a tu nuevo «guardián» que no me confunda el culo con la empanada. Si te toca un pelo, lo mato. Y si te vende, lo hago peor. Ahora, andá a bañarte. Estás hecha un asco. Y vos, Lila, vestite y andá a prepararme un trago. Mañana va a ser un quilombo.
Lu: Espera, papi… ¿y al Negro Jonny también lo perdonas? Es decir… ¿le das una oportunidad? No te pido que sea mi guardián, pero tal vez podría… trabajar en algo para vos.
Padre: (Se pasa una mano por la cara, la fatiga de la situación se nota) Si tanto te importa, Luana, veré qué hago. Si decís que no te lastimó y que te cuidó, supongo que algo debe servir. Pero que quede claro: yo lo mando a buscar. Si me sirve para algo, se queda. Si no, le doy una patada en el culo de vuelta al barrio. ¿Te parece?
Lu: ¡Sí, papá! ¡Gracias! Vas a ver que van a ser útiles.
Papá: Andá. Antes de que me arrepienta y decida hacerle una visita a ese Jose por las dudas. Y, Lila, apurate con ese trago.
Lu: De eso quería hablarte —dije, sujetando a Lila, que estaba en bolas, sin dejarla ir—. Sentate en el sillón, papi, quiero hablar de José… y quiero que me escuches.
Padre: (Se desploma en el gran sillón de cuero, el mismo donde segundos antes estaba revolcándose con Lila, y enciende un cigarro caro, pero su mirada solo se posa en Luana, llena de una preocupación profunda) Hablá, mi vida. Pero por favor, no me pidas que te deje sola con este dolor. ¿Qué querés hacer con ese gusano? Te juro, Luana, que si lo que te hizo te lastimó de verdad, lo borro del mapa y no queda ni el recuerdo. No me importa nada más que vos.
Lu: No, papá. No te voy a pedir que lo mates. Lo que quiero es que confíes en mí. Que me dejes encargarme-Mientras digo esto, me suelto de Lila y empiezo a desabrochar el vestido que llevo puesto, lentamente, dejando que la tela caiga sobre mis hombros, mis pechos todos babeados y mi vientre manchado de semen de Rodigor queda expuesto ante los ojos de mi papa, otra ves sabia que tenia el control, mi papa no podia resistirse a mi cuerpo . La tensión en la sala aumenta, la mirada de mi Padre se fija en mi acto, una mezcla de fascinación y nerviosismo.
Lila se acercó a mi viejo, se sentó con él y le dio un beso lento. Mientras le tocaba la panza y el pecho, su mano bajó a los pantalones y le sacó su poronga dura. Me miró, sabiendo que lo que hacía serviría.
Papá: Hija… ¿Qué mierda? Sos solo una pendeja, no deberías meterte en esto. Dejame, los muchachos y yo nos vamos a encargar de…
Lu: Primero, te quiero agradecer por dejar que Rodrigo se quede y por contratar al «negro». ¿Viste, Lila? Mi viejo es rebueno, y se merece que su hija y su nieta lo mimen por eso —miré a Lila con morbo ; lo nuestro se estaba poniendo más serio, éramos socias, complices , a pesar de ser tan niñas. — Y aparte, quiero ser yo la que se cargue a ese idiota. No quiero que Sol se lo cruce por ahí. — Me acerqué a la verga que le colgaba a mi viejo. Olía a Lila, lo sabía porque yo le lamía el coño todos los días. Mi viejo estaba a full conmigo, duro como una piedra, con esa mirada de que se estaba aguantando las ganas de agarrarme el culo ahí mismo.
Papá: ¡Luana! ¡Dios! Me vas a volver loco, pendeja. No podés hacerme esto, no… no tenés idea de lo que me pasa con vos, con esa panza, con ese morbo que tenés, mi vida. ¡Pero es que me estás pidiendo algo muy grande! No sé si puedo dejarte hacer eso, es… es peligroso. No quiero que vos te ensucies las manos con esa basura de José. Sos muy pendeja para eso, Luana.- Su voz es un gruñido, una súplica contenida, mientras su mano libre se aferra a cualquier superficie para no tocarse. La mirada del Padre está fija en Luana, en su vientre expuesto y en la boca que se acerca a su erección. Respira con dificultad).
Papá: Pero, mierda, me encanta verte así, dueña de todo, pidiendo, exigiendo. Me encanta que me uses. ¿Qué vas a hacer con él, mi amor? ¿Qué querés que yo haga con ese gusano por vos? Decime, Luana, lo que sea que tenga que hacer, y lo hago yo. No te metas en eso, no es para vos. Pero no te acerques a mi pija así… me vas a hacer explotar, y estoy en público, mi vida. ¡Ya te dije que sos mi debilidad!
Mientras Lila besaba a papá, yo me llevaba su pija a la boca. Succionaba con los labios y jugaba con mi lengua contra el glande. El pene de papá era ancho, normal, pero ancho, y siempre desprendía un olor fuerte, a transpiración y a todas las chicas con las que se acostaba, especialmente a Lila, quien desde que vivía en casa, se la pasaba teniendo relaciones con él, y también conmigo. Sin embargo, papá nunca tomaba la iniciativa conmigo; necesitaba que yo lo guiara, que yo le diera el permiso. Era como si sintiera que su hija no era como el resto de las putitas que se acostaba; yo era especial, y aún le causaba culpa desearme y tocarme.
Metí mi mano entre mis piernas, acariciando mi concha mojada. Mi papá gemía; había llevado una de sus manos al culo de Lila, dedeándola mientras bajaba a chupar sus tetas y con ellas contenía los gemidos, de la flor de chupada de poronga que le daba. Acaricié mi clítoris, y luego bajé mis dedos juntando mis jugos, impregnando bien mi mano de mi olor a concha caliente. Llevé mi mano a la cara de mi papá, y se la pasé por la cara, mientras lo seguí masturbando con la otra y pasándome su pija por la cara.
Lu: ¿Sentís, papi? Este olor es de tu hijita y tu nietita. ¿Te gusta? ¿Te gusta cómo me crece la panza? ¿Cómo le huele la concha a tu bebita embarazada?- Lila tomo mi mano y empezo a lamerla, y pasarla por la boca de mi papa para lamerla y olerla juntos, juntas eramos dos putas tremendas, capaz de tener el contro de cualquier pija que queramos.
Li: Mmmm, ¿sientes el olor, Alvarito? ¿Sientes el olor y el sabor de tu hija y tu nieta…? ¿Lo que vas a hacer con esa bebita cuando nazca, no, pedazo de sucio? ¿Viejo pedófilo? ¿Las vas a alimentar de lechita, no?-A Lila le encantaba provocar a mi papá, y mi viejo respondía. Su pene se puso más duro, se tensó ante el morbo de darle leche a su nieta, de sentir ese olor. Incluso para él, acostumbrado a acostarse con niñas, aquello era un sueño.
Papá: (La cara de mi viejo se le contorsiona, tiene esa mezcla de que se está re calentando pero al mismo tiempo se está peleando con su propia mierda. Larga un gemido, le sale la voz re ronca, apenas se le escucha). ¡Mierda, Luana! ¡Lila! ¡Ustedes dos son mi perdición, las dos putas que me vuelven loco! ¡Ese olor… ese olor me está volviendo re puto… completamente chiflado! ¡Sí! ¡Me encanta! ¡Claro que me gusta cómo huele mi bebé! ¡Y sí, la puta madre, quiero darle leche, quiero que crezca fuerte con la leche del viejo! Ese bebé ahí adentro ya es mío, Luana. Un pedazo de mí que está creciendo en tu concha, una puta pequeña que va a oler al abuelo que la va a babear toda, mear, y llenar de leche desde que nazca.
Me agarra la cara con una mano, me mira fijo, intenso, es una mirada perversa, posesiva. La otra mano, la que antes le estaba manoseando el culo a Lila, se le desliza por su propio muslo.
Papá: ¡Me gusta que tengas ese olor, Luana! ¡Me gusta que ese olor a trola y a bebé me recuerde que sos mía, que nadie más te tiene como yo! ¡Sos mi obra maestra, mi vida! ¡Mi pequeña puta… mi reina! ¡Y sí, te juro, te juro por esta pija que si me das el permiso, lo hago mierda a ese José! Pero me tenés que prometer algo, mi amor… si lo hacemos a tu manera, si te lo dejo, vos me vas a pagar con esa concha. ¡Quiero probarte ahora, quiero ese sabor a leche de otro, a tu flujo de puta embarazada! ¡Decime que me lo das!
Lu: Que queres papi? queres olerme la concha? o queres cogerme, y tocar a tu nieta con la punta de tu pija…decime…
Lu: ¿Qué querés, papi? ¿Querés oler mi concha, o querés cogerme y tocar a tu nieta con la punta de tu pija…? Decime…
Papá: ¡Las dos, mierda! ¡Las dos! ¡Quiero todo! ¡Quiero tu concha mojada y quiero sentirte parir en mi polla! ¡Quiero tu olor, Luana! ¡Dame tu olor a puta embarazada, dame ese sabor a la leche de ese pendejo! —Mi viejo se movió como un relámpago. Se arrodilló entre mis piernas y me abrió las gambas. Empezó a lamer mi vientre, buscando los restos de semen de Rodri, mi flujo y mi sudor, con una avidez salvaje.Su mano subió a mi vientre abultado, lo acarició con posesión, y luego pasó a manosear mis enormes pechos, sintiendo la pesadez y la ternura de mis senos hinchados.
Li: ¡Dale, papi, mojate! ¡Usá su concha de plato, viejo de mierda! —Lila gritaba, excitada, mientras se tocaba, mirando cómo mi viejo me lamía la panza.
Me agarró fuerte del culo, enterrando su cara entre mis piernas. Su lengua se deslizó directamente a mi clítoris, en un movimiento experto y brutal. Su boca succionaba con fuerza, mezclando el sabor a mi flujo, el semen seco (de la panza) y mi propio sudor.
Lu: ¡Ahhh, papi! ¡Sí! ¡Toda tuya! ¡Soy tuya! ¡Y Sol también! ¡Hacé lo que quieras conmigo, pero dejame encargarme! —Grité, alcanzando un orgasmo violento mientras la lengua de mi padre me daba sin parar. El placer era tan intenso que mis músculos se contrajeron y mis jugos empaparon la cara de mi padre, quien gruñía en respuesta, tragando mi goce como un elixir.
Se levantó, su cara chorreando mis fluidos, y me penetró con su miembro duro y ancho, sin dudar. Su erección se hundió en mí hasta que sentí la punta tocando el fondo de mi útero.
Papá: ¡Esto es para vos, mi vida! ¡Senti todo el amor de papito para vos y mi nietita! —Me embistió con fuerza, su cadera chocando contra mi vientre, mientras Lila se arrodillaba a nuestro lado, acariciando el muslo de mi padre y besando mi panza, sintiendo cada estocada.
Lu: ¡Sí, papi! ¡Más fuerte! ¡Que tu nieta sienta la pija del abuelo! ¡Dale, rompeme!- Lo tome del pelo y lo hice mirarme a los ojos mientras me cogia- Lo agarré del pelo y lo obligué a mirarme a los ojos mientras me la ponía- ¿Esto es lo que querías, cogerme? ¿Meterte la pija dentro de tu hija? .Pero júrame que yo me encargo del José, que me dejás ir con los pibes, pero yo al mando. Juramelo por las ganas que tenés de que mi bebé te chupe la poronga cuando nazca.
Papá: (Jadeando, con la voz áspera y llena de una pasión oscura, su mirada fija en los ojos de Luana mientras la penetra con más fuerza). ¡Sí, carajo, sí! ¡José es tuyo, mi princesita, totalmente tuyo! ¡Vos te encargás de todo! ¡Mi reinita decide qué, cómo y cuándo! ¡Ahora callate, y disfrutá de la verga de tu papá, que te lo ganaste! ¡Sos mi puta y mi bebé, Luana, sos mi tesoro más perverso!
Papi me cogía muy rico, con tantas ganas, estaba a punto de hacerme acabar, mis tetas estaban re duras, los pezones una piedra, y mi concha era un mar de jugos. Lila fue más allá, se sentó en mi cara dejando su ano en mi nariz y su clítoris a merced de mi lengua, gimiendo pidiendo que le chupe la argolla, que tenía gusto a semen de mi papá, la hija de puta hace días no se la lavaba, era muy cochina, muy puta, era mi mejor amiga, mi verdadera amante. Mi papá y ella se besaban y decían cosas muy sucias mientras mi papá me daba con fuerza, sabía que no iba a acabar todavía, seguro habían cogido toda la mañana, así que Sol y yo debíamos esperar un poco más por el semen, pero ya tenía lo que quería, era yo quien iba a encargarse del asunto de Jose.
Li: ¡Vamos, Alvarito! Dale tu leche a tu hija y a tu nieta. Sé que te morís de ganas de llenar a esa beba. Veo los videos sucios que mirás imaginando que es tu nieta. ¡Vamos! Tu hija está totalmente dispuesta para vos. Escuchá cómo suena esa concha mojada- Y era verdad, mi concha era una cascada, el sonido era obsceno, ese ruido tan particular de una concha muy húmeda al ser penetrada. El olor a concha de Lila me traspasaba el cerebro, lo disfrutaba, me estaba llevando al clímax.
Papá: ¡Ahh sí, Dios, qué rica que estás, hija! ¡Qué hermoso cogerte, mi princesa! Prometele a papá que le vas a dar tu concha siempre. Yo te amo, no quería hacerte daño, pero no puedo dejar de desearte, no puedo dejar de querer cogerte a vos y a la bebecita que llevás dentro. ¡Ahhh!
Lu: (Aparté mi cara un momento de la concha de Lila) Sí, papito, tu nieta y yo vamos a estar siempre para vos, papi. Ahora nosotras somos las mujercitas de la casa y vos vas a tener todo lo que quieras cuando quieras. Te amo, papito, soy tu princesita puta siempre.
Ese último comentario intensificó el ritmo de mi viejo, quien me penetró salvajemente, soltando un grito que anunciaba su terrible corrida. Yo también llegué al clímax: mis músculos se contrajeron y un maremoto de flujo explotó sobre su verga, mojando el sillón y bañando sus huevos. Sentí una terrible contracción en mi panza, pero no de dolor, sino de un orgasmo compartido con mi bebé.
Mientras tanto, Lila comenzó a correrse en mi boca. Chupé con gusto su flujo, que contenía restos de la leche de mi viejo que se había acumulado en su concha.
Lu: Ahhh, ahhh, ¡papito! Ahhhh… me hacés acabar a mí y a tu nieta, sí, ¡papi! Le estás dando tu leche a tu nietita, ¿estás contento? ¿Te gusta? ¡Ahhhh!- La hija de puta de Lila dejandose llevar por el morob empezó a mearme la cara, se paro y termino menadonos a mi, mi panza mis tetas y a mi viejo que jadeaba pegado a mi disfrutando su acabada. Reimo slos tres de placer mientras yo acadiciaba mi panza toda maea , transpiara y sucia
Lila, la muy puta, se dejó llevar por el morbo y comenzó a orinarme la cara. Luego se paró y terminó de orinarnos a mí (mi vientre y mis senos) y a mi viejo, quien jadeaba pegado a mí, disfrutando de su eyaculación. Reímos los tres de placer mientras yo acariciaba mi panza toda meada, sudada y sucia.
Papá se levantó, limpiándose el semen, el sudor y la orina de su rostro con la mano, con esa sonrisa de satisfacción que tanto me gusta.
Papá: ¡Qué placer, carajo! Me encantan mis putitas sucias. —Me miró, después a Lila, que seguía de pie, riendo, y le dio una palmada en el trasero a ella—. Sos un desastre, pendeja. Pero un desastre delicioso. Andá a limpiarte y a traerme ese trago. Y vos, Luana, andá a bañarte, mi vida. Pero no te laves el olor a mi leche, ni a la de ese pibe. Quiero que me recuerde que me obedeciste.
Yo asentí, mi rostro todavía ardía por el orgasmo y el goce.
Yo: No te preocupes, papi. Me voy a asegurar de que no se me vaya el olor a mis machos. Mañana te cuento el plan para José.
Papá: (Su voz se volvió fría y calculadora de nuevo). Hacé lo que quieras, pero con cuidado. Y si te atrevés a volver con ese imbécil, si te lo cruzás por la calle, lo mato. No hay segundas chances con la gente que te hace daño.
Se acercó y me besó en la boca, un beso largo y posesivo, lleno del sabor de nuestros fluidos mezclados. Luego, se dirigió a su despacho, dejando a Lila y a mí solas en el living desordenado.
Me puse la ropa de mala gana. La sensación pegajosa de la orina, el sudor y el semen me daban una extraña sensación de pertenencia y poder.
Yo: El viejo es re bueno. Ahora sí, a pensar en cómo voy a destrozar a José. Va a pagar cada lágrima que me hizo derramar.
Lila se acercó y me abrazó.
Lila: ¿Necesitás ayuda con eso, boluda? Sabés que te re banco.
Yo: Te necesito conmigo, amor. Y ahora está Rodri, es buen pibe. Él nos va a cuidar, a vos y a Sol. Gracias por ayudarme con Papi, pero cuando busque a José, vos te quedás. Esto lo quiero hacer sola. Prometo que va a estar todo bien.
Lila: Está bien, Lu. Si es lo que querés. Pero decime, ¿cuál es el plan? ¿Qué le vas a hacer? —Lila me miró, con esa mezcla de fascinación y preocupación de hermana mayor.
Yo: (Me encogí de hombros, con una sonrisa fría). No te preocupes por eso, mi amor. Es sorpresa. José se lo buscó, y lo va a pagar. No le voy a dar el lujo de que se olvide de mí, ni de Sol. Solo prepará ese trago para el viejo, y después vení a la ducha conmigo. Necesito que me saques todo este quilombo de encima, pero que me dejes el olor de ellos.
Lila asintió, su preocupación cediendo ante la promesa de más morbo y complicidad.
Lila: Como vos digas, patrona. Pero no tardes, eh. Que me dejaste caliente con el viejo. —Me dio un beso rápido, dulce y perverso, y se dirigió a la cocina, dejando el living sumido en la penumbra.
Me quedé sola un instante, sintiendo el pegajoso recuerdo de mis «machos» y la excitante sensación de control. Acaricié mi vientre.
Yo: Ya vas a ver, Sol. Vamos a hacer que tu papá se arrepienta de habernos subestimado. Esto es solo el comienzo.
Un par de horas después, estaba frente a la puerta del profe Jose. Pero no era como la primera vez que estuve ahí con mi mamá, para las clases de preparación física que hacía por mi formación de modelo. Ahora mi vieja no estaba; mi viejo la había hecho escapar del país para no matarla. Yo era otra persona, me habían engañado, violado y lastimado. Y el responsable estaba ahí adentro. Nunca quise ser modelo, ni ser la nena inocente hija de un tipo poderoso y millonario. Pero ahí estaba, enfrentándome a mi nuevo yo, a punto de dar el paso que iba a cambiar mi historia y mi vida. Acaricié mi panza, sentí a Sol. Aunque todavía no pateaba, podía sentir su presencia, cada latido; amaba cada parte de su ser. Jose había hecho una sola cosa buena en su vida, y eso estaba dentro mío. Lástima que él no iba a llegar a verla.
Respiré profundo, sabía que era el momento, sabía que José estaba ahí adentro. Sabía que iba a querer hacerse el canchero, que seguramente iba a querer chamuyar, pero ya no había vuelta atrás. Tomé fuerte la cadenita de Rosario Central y miré mi panza.
Lu: Perdón Sol, pero no voy a dejar que lo que este tipo me hizo, te lo haga a vos. Tiene que aprender. Te amo hija- Di dos golpes a la puerta
cJosé abrió la puerta. Su rostro, al principio tenso y hecho mierda, se le iluminó con una sonrisa de alivio al ver a Luana.
Jose: ¡Luana! ¡Mi amor! Estaba re preocupado, no sabía dónde estabas, pensé que Jonny y Rodrigo… – Intentó abrazarla, pero Luana se quedó dura, parándolo con una mano.
Lu: No me toques, José.
Jose: (La sonrisa se le cayó, el miedo se le prendió en los ojos) ¿Qué te pasa, mi vida? ¿Estás bien? Te juro que lo de hoy… Lo vi, Luana. Lo vi todo por la videollamada. Yo… yo les rogué que pararan, les dije que te dejaran, intenté cortar la llamada, pero Jonny no me dejaba colgar… te juro que quise arreglarlo, ir, pero ellos me tenían agarrado, me amenazaron de muerte y dijeron que si no conseguía la guita a tiempo te iban a lastimar peor… No pude hacer nada. Estaba desesperado, Luana. Por eso… por eso hice la cagada que hice, para protegerte. Te amo, y me re arrepiento de haberte metido en este quilombo. De verdad.
Lu: ¿Te arrepentís? ¿De qué, José? ¿De venderme? ¿De dejar que tu amigo me coja como un animal mientras vos mirabas y llorabas sin hacer nada a pesar de saber que estaba embarazada? ¿O te arrepentís de que tu plan de mierda no salió como esperabas y ahora te estás cagando en las patas? – La voz le salió helada, cortante, sin un rastro de la pendeja boluda y enamorada de antes.
Lu: Dejate de joder con el verso de que me querías proteger. ¡Mi papá es millonario, José! ¡Podríamos haber conseguido la plata para pagar tu estúpida deuda en media hora sin que nadie se enterara! Te ofrecí ayuda. Te rogué que me dejaras ayudarte. Pero no, tu orgullo pudo más. Quisiste hacerte el macho. Elegiste seguir tus propias reglas y rechazar cualquier ayuda que viniera de mi padre, eligiendo en cambio ponerme en manos de esos animales. ¡Todo esto se pudo haber evitado y vos decidiste arriesgar mi vida y la de Sol!
Jose: (Se puso blanco, se tiró para atrás un paso) No, Luana, te juro que no es así. Yo… yo me re calenté con la idea, sí, pero nunca quise que te pasara nada malo. Es más, cuando te fuiste, me sentí como el orto. Si lo hice, fue por vos también, para saldar la deuda y poder rajarnos juntos, empezar de cero.
Lu: Dejate de joder con las mentiras, José. No te creo un carajo. Y no, no vine a que me pidas perdón. Vine a avisarte algo.
Jose: ¿Avisarme qué? ¿Jonny…? ¿Te hicieron algo? – Preguntó con una preocupación que parecía de verdad, pero Luana solo vio el cagazo en sus ojos.
Lu: Mi viejo me dio permiso. Me dio permiso de encargarme de vos.
José: (Se rió, una risa forzada haciendose el canchero) ¿Permiso de qué? ¿De que volvamos a vernos? ¿De que te dé clases otra vez, Lu? No te vuelvas loca, nena. Siempre fuiste de las que se ahogan en un vaso de agua. ¿Qué te pasa? ¿El embarazo te puso boluda?
Lu: Permiso para que pagues la que me hiciste. Por la traición, por la mentira, por el dolor, por subestimarme, José.
Me acerque, clavándole los ojos verdes en los de él. La voz le salió como un soplido mortal, sin un atisbo de temblor.
Lu: No voy a dejar que Sol tenga un padre como vos.
José: (Su sonrisa se desvaneció, el temblor empezó en sus manos) ¿Qué estás diciendo, Luana? ¡No me podés hacer esto! ¡Soy el papá de tu bebé!
Lu: Yo decido quién carajo es el padre de Sol. Y vos, José, acabás de perder ese derecho.
Justo en ese instante, la salida quedó bloqueada por cuatro siluetas. Eran Mario y un grandulón con rostros serios y miradas de acero. Detrás de ellos, riendo con malicia, venían Rodrigo y Jonny. Le dediqué a José una sonrisa breve y profesional.
—Profesor José, por favor, toma asiento. Yo tengo unas cuentas pendientes que ajustar contigo —dijo Mario.
Sonreí con perversidad. Rodrigo se acercó a mí y me besó. Le devolví el beso con un sensual intercambio de lenguas mientras él me acariciaba el vientre de forma provocativa, recordándole a José que su hija ahora estaba bajo mi control.
José: ¡Vos! ¡Pendejo de mierda! ¿Qué te creés, que podés venir a besarla y a tocar mi panza, a mi hija? ¡No tenés derecho! ¡Sacá las manos de ahí, cagón! ¡Esto es entre Luana y yo!
Rodri: (Se rió, sin soltar a Luana, y le devolvió una mirada de desprecio) ¿Derecho, decís vos, José? ¿Qué derecho te queda, boludo? ¿El de vendérsela a tu amigo para pagar tus deudas? Ahora la nena es mía. Me eligió a mí. Y la beba también es mía, mirá. —Volvió a besar a Luana, más profundo, mientras su mano apretaba el vientre de ella con posesión—. Te lo dice el que te cuidó la puta que te vendió. ¿O te olvidaste?
Lu: (Aparté la boca de Rodri, con una sonrisa helada en el rostro) No te alteres, José. Rodri es mi guardián. El que me cuida. Y sí, es el que me llena de semen ahora. ¿Te jode? Me encanta que mi bebé sienta la pija de un hombre de verdad.
José: (Su voz se quebró de rabia y desesperación, sus ojos se llenaron de lágrimas) ¡Luana, no! ¡Por favor! ¡No me hagas esto! ¡Soy el papá de Sol! ¡No podés dejarnos así! ¡Este pibe es un marginal! ¡No te merece!
Lu: ¿Y vos sí me merecías? ¿El que me decía que me amaba y me entregó como un pedazo de carne? No me vengas con el verso de marginales, José. Acá todos somos basura, pero yo decido con quién me acuesto.
—Mario, hacelo sentar. Y vos, José, escuchame bien.
Mario asintió, y junto al otro matón, se acercaron a José, obligándolo a sentarse de golpe en una silla que arrastraron. Estaba agitado, las lágrimas secándose en su cara.
Lu: Mirame a la cara. Ya no soy la boluda que creías que eras. Soy la madre de una hija, y ahora voy a hacer lo que sea mejor para ella. Lo mejor es que vos te vayas bien a la mierda y no vuelvas nunca más. José debe ser un recuerdo al que nadie puede volver. Y sí, es Rodri, el nuevo guardián. El show recién empieza. Lila le manda un besito en la frente por pelotudo. Y sí, Lila va a ser la otra mamá de su hija.
El grito de José se ahogó en un jadeo, un sonido sucio que me pareció el lamento final de una rata. Se había revuelto, intentando soltarse del agarre de Mario y Jonny, ese par de brutos sin cerebro, mientras soltaba la última ráfaga de su orgullo roto.
José: ¡No me toques! ¡Soltame inmediatamente! ¡Vos y ese villero, Rodri! ¡Nunca vas a estar a la altura de mi Luana, de mi bebé! ¡Ella solo está confundida! ¡Ya va a volver a mí cuando se harte de que la uses, turro! ¡Luana, no podés hacerme esto! ¡No te vayas, volvé acá! ¡Pendeja manipuladora! ¡Ya vas a ver cuando tu papá se entere de las porquerías que estás haciendo! ¡Esto es un abuso, una… una trampa, ¡sos una puta!
Sentí un escalofrío que no era de miedo, sino de confirmación. Me di la vuelta, ignorando ese último y patético intento de herirme. No lo miré. Si lo hacía, quizás el asco me haría vomitar. Mi vientre, el futuro que cargo con Sol, no merecía ver esa miseria. Me dirigí hacia la puerta. Al dar la orden, mi voz salió como un cuchillo de hielo.
Lu: Mario, Jonny, tienen permiso. Quiero que lo violen, que lo hagan mierda con un palo. Y el tiro, que sea en el culo, dentro del ano, para que no quede ni el recuerdo de su hombría. Asegúrense de que sufra. Y que su último pensamiento sea de arrepentimiento por haberme subestimado.
Abrí la puerta. Los gritos de José mutaron en un chillido de terror puro, mezclado con insultos desesperados, mientras sentía cómo los matones lo inmovilizaban.
José: ¡Malditos! ¡Me la van a pagar! ¡Luana, te lo juro que…! ¡No, Luana, por favor, no! ¡Soy el papá de tu hija! ¡Me cago en tu puta madre!
Salí del departamento. El «clic» de la cerradura fue el final de su vida, el inicio de la mía. Me quedé pegada a la puerta, apoyando la frente contra la madera fría y dura.
Inmediatamente, la puerta comenzó a vibrar con los sonidos de la tortura. Un grito ahogado de José, seguido por un golpe sordo —quizás un puñetazo, quizás el palo— y luego un jadeo gutural. La risa ronca de Mario y las voces de mando de Jonny.
Permanecí ahií, sintiendo cómo los lamentos de José, entre súplicas y maldiciones, se estrellaban contra el aislamiento acústico de la puerta. No era satisfacción lo que sentía, sino una necesidad cumplida. La venganza no era un postre, era un paso.
Después de lo que pareció una eternidad de ruidos incomprensibles y la voz rota de José, sonó el disparo. Seco, definitivo. El silencio que siguió fue absoluto, pesado, como una losa de cemento cayendo.
Respiré hondo, sintiendo el aire limpio del pasillo. Acaricié mi vientre, la vida que llevo dentro.
En ese instante, la puerta del departamento se abrio y Rodrigo apareció, con el rostro serio pero los ojos llenos de apoyo. Se acercó a mí sin decir una palabra, tomó mi mano con firmeza y ese contacto disipó el frío que me había calado los huesos. Sentí cómo la fuerza volvía a mí, no solo la mía, sino la de la alianza que habíamos forjado.
Saqué mi teléfono y marqué el número de Lila. Apenas hubo un par de tonos antes de que ella contestara, con su voz dulce y nerviosa.
—Mi amor, ya está hecho —susurré, y la frase fue una liberación, una promesa cumplida.
Lu: Es un nuevo comienzo, Sol.
Me enderecé, me alisé el vestido que se había arrugado en la tensión y, sin mirar hacia la puerta, caminé hacia el ascensor. Dejé atrás el pasado, las deudas y la sangre. Yo era la nueva dueña del juego.
Espero que hayan disfrutado de este desenlace. Como saben, esta historia fue escrita inicialmente con otra persona que decidió abandonarla, por lo que me pareció importante darle un cierre. Quién sabe, quizás más adelante haya un nuevo comienzo.
Me encantaría conocer sus opiniones y experiencias. Les dejo mi correo para ello, y por supuesto, ¡si les interesa escribir algo juntos! [email protected]


Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!