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Incestos en Familia, Intercambios / Trios, Orgias

El ritual de verano de la familia Suzuhiro – Prólogo: De vuelta en la mansión

Entre las montañas y a un costado de un río de aguas cristalinas, se halla oculta una mansión de antigua belleza. Sus paredes han sido testigos de actos interminables y hoy su portón se abre otra vez para recibir el fuego de cada uno de sus visitantes..
El sol brillaba en lo alto del cielo, bañando al bosque con su resplandor cálido y blanco. El viento soplaba entre las copas de los árboles, dejando que los crujidos de las ramas terminaran brevemente con el silencio profundo que reinaba en las montañas. Avanzando lentamente por el cielo, las nubes comenzaron a cubrir el sol por unos momentos. Proyectando su enorme sombra por encima de un sendero de tierra, un automóvil fue oculto en la penumbra calurosa.

  • ¿Segura que este es el camino? -preguntó el muchacho al volante.
  • ¡Por supuesto! -dijo con entusiasmo la mujer que actuaba como su copiloto- ¿Acaso conoces otro camino que pase por estas montañas?

Acelerando y frenando de manera intermitente, el muchacho giraba el volante del vehículo en un intento de maniobrar entre los baches que había en el camino de tierra. No obstante, el tamaño del sendero no le permitía navegar de forma cómoda. Temiendo que las ruedas de su vehículo quedaran atrapadas en la vegetación o que el automóvil pudiera caer en un deslave oculto, el muchacho no tuvo más opción que aferrarse al volante y dejar que su vehículo rebotara por el accidentado camino. Por su parte, la mujer que lo acompañaba no apartaba su mirada de su teléfono y del mapa que se mostraba en la pantalla. Aunque saltaba junto a cada bache, su cuerpo se mantenía en el asiento gracias al cinturón de seguridad. Sin embargo, lo mismo no podía decirse de sus senos. Rebotando y amenazando con escapar del escote del vestido, el pecho de la mujer temblaba con madura tentación. Viendo todo el espectáculo de reojo, el muchacho no pudo evitar sonrojarse y sentir un pinchazo en su entrepierna. Notando los ojos traviesos de su acompañante, la mujer sonrío y procedió a picar una de sus mejillas con sus arregladas uñas.

  • Ojos en el camino, Isamu. Si dañas el automóvil, tu padre se pondrá como una fiera.
  • Díselo a mi hermana -Isamu negó con ojos cansados- Es la tercera vez que daña su vehículo en un mes.
  • Bueno… admito que Eiji a veces es muy poco consecuente con Sora.
  • No se nota su favoritismo, para nada.
  • No digas eso -la mujer colocó su mano en la pierna de Isamu- Yo también te consiento mucho.

Notando que el camino iba mejorando y observando que a la distancia ya se podía distinguir la enorme figura de la mansión, Isamu acelero un poco más a la vez que fue sorprendido por la mano de su progenitora en su entrepierna. Masajeando su miembro por encima de su pantalón y aprovechando que se trataba de un vehículo automático, ella tomo una de las manos de Isamu y la poso encima de una de sus piernas también. Notando el calor de su piel y lo gruesa que era su pierna, él comenzó a deslizar su mano al mismo tiempo que ya lidiaba con una dolorosa erección.

  • ¿No dijiste que mantuviera los ojos en el camino?
  • Obedéceme y no voltees. Ya casi hemos llegado.

Bajando la bragueta de su pantalón e introduciendo unos cuantos dedos, la mujer disfruto de la sensación ardiente y de las humedades que ya embarraban la tela. Por su parte, Isamu fue subiendo su mano cada vez más hasta que la detuvo frente al filo de la falda. Notando como su madre abría sus piernas, él continuo hasta que sus dedos encontraron el calor de su entrepierna. Acariciando su vagina por encima de la tela de sus bragas, Isamu frotaba y halaba suavemente sus labios. El sendero de tierra volvió a introducirse por el bosque y entre los árboles. Viendo a la distancia el portón inconfundible de la mansión, Isamu y su madre continuaron llenando el interior del automóvil con su calor y gemidos.

La mansión era tan grande como antigua, asemejándose mucho a uno de los tantos castillos que fueron usados por la realiza japonesa en el pasado. Estacionándose a un costado del gran portón y sin dejar ir la entrepierna del otro, Isamu y su madre comenzaron un beso tan pronto como el motor dejo de funcionar. Haciendo gala de su masculinidad y dejándose llevar por la lujuria que acompaña su juventud, Isamu arremetía con ímpetu en contra de los labios de su madre. Por el otro lado, ella mostraba su tranquilidad y experiencia en la forma como saboreaba la lengua de su hijo. Dejando ir chasquidos y permitiendo que su saliva cayera de su mentón, ambos se alejaron del otro luego de unos cuántos segundos. Levantando uno de sus dedos, la mujer negó con una sonrisa traviesa en su rostro.

  • No hay que hacer nada precipitado.
  • La parte de atrás es bastante cómoda -Isamu apunto con su pulgar.
  • ¿Cómo lo sabes?
  • Sora me lo dijo.
  • ¿En serio? -ella río para sus adentros- Pensé que te había enseñado el video.
  • ¿Video…?
  • Si te hace sentir mejor, ese día si que regañe a los dos. Una cosa es tener relaciones en casa y algo muy diferente es hacerlo en el estacionamiento de un centro comercial…
  • ¡¿Centro comercial?!
  • De todas formas, guarda tus energías. Este verano será muy animado…

Abriendo la puerta y no diciendo algo más, la mujer bajo del vehículo con sus mejillas sonrosadas y con sus pezones marcándose suavemente en la tela de su vestido. Frotando sus ojos, Isamu observo a su madre por unos momentos. Ella lucía un vestido que se mezclaba perfectamente con el ambiente de verano, de colores blanco y amarillo. La extensión de su falda se detenía por encima de sus rodillas, añadiéndole un toque juvenil a su apariencia. No obstante, la madurez de su rostro y el tamaño de sus senos eran un recordatorio más que suficiente de que se trataba de una mujer. Acercándose al portón de la mansión, ella dejo que la brisa jugara con su largo cabello castaño. Sin esperar más y cerrando la bragueta de su pantalón, Isamu se apresuró en bajar y comenzar a sacar su equipaje.

  • Vaya, parece que no somos los primeros en llegar -dijo ella mientras señalaba un par de automóviles.
  • ¿Sora y papá? -pregunto Isamu con las maletas a cuestas.
  • No, Eiji dijo que usarían la camioneta roja. Además, lo más seguro es que vengan hasta el atardecer o la noche. Él tenía todavía trabajo pendiente y tu hermana dijo que debía ir a la universidad por unas clases extras.
  • Entonces los tíos y mis primos ya están aquí.
  • Es lo más seguro.

Atravesando las grandes puertas de madera y subiendo por las escaleras de piedra, Isamu y su madre pronto se hallaron en la cima de la colina y frente a la entrada principal de la mansión. Desde lo más alto, era posible divisar el río, el jardín y un claro que ambos pronto reconocieron.

  • ¡Ah! Parece que tu abuela ya tiene todo listo -dijo ella juntando sus manos.
  • Eso parece -Isamu limpio su frente- Aunque no veo a muchos de nosotros por aquí.
  • Llegarán eventualmente, créeme. El último año fue difícil y todos han esperado la inauguración del ritual con ansías.
  • ¿Incluyéndonos?
  • ¿No te lo demostré hace unos minutos? -la mujer se aferró al brazo de Isamu- ¿Esperas estar con alguien en particular este verano?
  • Siendo franco, no mucho. Tú misma lo dijiste, ¿cierto? Todos hemos estado ocupados -Isamu dejo salir un suspiro- Entre los estudios, el trabajo y los entrenamientos, no me ha quedado mucho tiempo como para pensar en eso.
  • Entonces toma esta oportunidad y relájate. El punto de nuestra… «reunión» familiar es justamente huir de la rutina y lo cotidiano -la mujer apretó su pecho en contra del brazo de Isamu- Además, yo si se de algunas personitas que han estado preguntado por ti.
  • ¿En serio? -Isamu levanto una ceja- ¿Quiénes?
  • Adivina si puedes.

Guardando silencio y volteando hacia el cielo, Isamu reflexiono a la vez que disfrutaba la frescura del viento y de los senos de su madre. Su familia era grande y, por supuesto, tenía muchas primas y primos con los que se llevaba bien. Sin embargo, un rostro emergió entre sus pensamientos. Tragando saliva y volviendo a sonrojarse, Isamu negó con su cabeza mientras su madre volvía a pinchar una de sus mejillas con una sonrisa.

  • Creo que ya te contestaste a ti mismo.
  • Eso parece…
  • Dejemos de hablar y vayamos adentro. La inauguración será en unas cuántas horas, así que tomemos todo esto con calma.
  • Entendido.

Dando media vuelta y volviendo a cargar con las maletas, Isamu camino detrás de su madre con un poco más de emoción en su pecho. Tocando la campanilla y deslizando la puerta, ambos dieron un par de pasos adentro en la sala de estar. La brisa movía los adornos que colgaban del techo y el silencio era suficiente como para dejar escuchar el avance de las manecillas del reloj que colgaba de una las paredes cercanas. Cerrando la puerta y continuando su camino, Isamu y su madre abandonaron la sala y se adentraron en el corto pasillo que conectaba esa sección con el resto de la mansión. No tardaron mucho hasta que ambos se hallaron frente a una bifurcación.

  • ¿Izquierda o derecha? -pregunto Isamu.
  • Pues yo iré por la derecha -dijo ella mientras tomaba su propio equipaje.
  • ¿No iremos juntos?
  • Esta vez no, Isamu. Así que ve y diviértete por ahí. ¿Recuerdas las reglas?
  • Claro que sí: Las habitaciones con etiqueta verde pueden ser ocupadas y las que tienen etiqueta roja ya fueron tomadas por una pareja. Una vez que dos personas coinciden en una habitación, ya no es permitido abandonarla y deben ocuparla hasta el fin del ritual.
  • Y lo más importe: todo esta permitido dentro de la mansión y sus terrenos.
  • Todo…
  • Lo digo de nuevo, ve y diviértete. Si tenemos suerte, coincidiremos por ahí. Tú, yo, tu hermana y tu padre.

Cargando su propio equipaje y besando los labios de Isamu, la mujer camino por el pasillo con paso tranquilo y decidido. A sus espaldas, su hijo la observaba con ojos atentos y tratando de grabar el bamboleo de su cuerpo en su memoria. Girando por al esquina del pasillo, ella se perdió en el interior de la mansión. Viéndose solo y sabiendo que todavía faltaba tiempo para que iniciara la fiesta de inauguración, Isamu tomo sus pertenencias y se dispuso a dar media vuelta. Sin embargo, la voz de su madre hizo que se detuviera en su lugar.

  • ¡Momo, me alegra verte! -dijo una voz desconocida con entusiasmo.
  • A mi también me alegra verte.

Las voces no tardaron en volverse susurros que Isamu apenas podía distinguir. No obstante, él hizo un esfuerzo para rodear una de sus orejas con su mano y seguir oyendo. Aunque ya no habían voces, Isamu pudo escuchar unos cuantos chasquidos y gemidos ahogados. Recuperando una parte de su erección y no queriendo ser tentado, Isamu volvió a tomar su equipaje y esta vez si que abandono aquel pasillo para perderse en las entrañas de la mansión.

Luego de caminar por unos cuántos minutos y de subir a la primera planta, Isamu por fin se topo con una hilera de habitaciones identificadas con una etiqueta roja. Avanzando por el pasillo y volviendo a secar el sudor que humedecía su frente, él se detuvo frente a unas de las tantas ventanas que estaban abiertas. Sacando su cabeza, Isamu noto que había llegado a la cara de la mansión que daba hacia uno de los tantos jardines y al invernadero. Desde las alturas, él inspecciono la zona sin éxito. Todavía no había señales de que más miembros de su familia hayan llegado a los terrenos de la mansión. Retomando su caminata, Isamu continuó avanzando por el largo pasillo hasta que distinguió una puerta identificada con una etiqueta verde.

  • (Bueno, al menos ya sé que no soy el único por aquí.)

Alegrándose por no estar completamente solo, Isamu se apresuró en acercarse a la habitación con la intención de presentarse. No obstante, él se abstuvo de tocar la puerta tan pronto como escucho el crujir de la cama y unos gemidos femeninos que provocaban un eco silencioso.

  • (Si lo deseo, puedo entrar y unirme.)

Aunque no había pensado mucho en la reunión de verano debido a su agitada vida, las reglas de la mansión poco a poco iban surgiendo en su memoria. Como ya se había vuelto costumbre en ese día, la erección de Isamu volvió a surgir con dolorosa expectación. Sin embargo, él tomo la decisión de retroceder y no girar el picaporte de la puerta. Si tendría sexo, sería pensando en su pareja y no en su madre. Apresurándose a entrar en una de las habitaciones contiguas, Isamu cerro la puerta en silencio y esperando que sus vecinos no hayan notado ningún ruido. El interior de la habitación era simple y bastante amplio, teniendo un sofá, un escritorio, una ventana por la cual entraba el sol y una cama en el centro. Dejando su equipaje en el suelo, Isamu camino hacia la cama mientras escuchaba lo que sucedía en la otra habitación. Curiosamente, ahora las voces eran mucho más claras.

  • Había olvidado lo delgadas que son las paredes de las habitaciones por dentro.

Crujiendo su cuello y recostándose, Isamu cerró sus ojos en un intento por dormir y disfrutar del suave calor que podía notarse en el interior de la habitación. Sin embargo, le fue imposible por obvias razones. Tragando saliva y apretando su entrepierna, Isamu abrió sus ojos y dirigió su vista hacia una de las paredes. Los crujidos de la cama eran mayores y los gemidos se habían convertido en aullidos profundos de placer. Sin poder soportarlo más, Isamu desabrocho su pantalón y lo bajo lo suficiente como para que su miembro pudiera escapar de su bóxer. Centrado en lo que sucedía en la habitación vecina, él cerro sus ojos y comenzó a masturbarse con furia tranquila. El encuentro duro varios minutos más en los que se pudo notar chasquidos, sonidos húmedos, gemidos y el choque lujurioso entre dos cuerpos. Coronando el momento con un grito al unísono, Isamu continuo agitando su miembro ya con dos cargas embarrando su vientre y sus manos. Ahogado en su propio placer, él continuo masturbando su pene sin notar los pasos que se acercaban a su habitación y el sonido del picaporte girando. Siendo interrumpido por un quejido que hizo retumbar la habitación, Isamu abrió sus ojos y volteo hacia la puerta.

  • ¡¿Qué haces tu aquí?!
  • (¡…!)

Parada en el umbral de la puerta de la habitación estaba una chica de cabello oscuro y corto, labios rosados y un par de ojos grandes que dejaban ver el fuego que había en su alma. Endureciendo su mirada y colocando su mano en su cintura, ella bamboleo su cuerpo en un intento para expresar su desagrado. No obstante, eso solo hizo rebotar sus senos redondos y dejar que hilos blancos bajaran por sus piernas gruesas. Notando como el miembro de Isamu temblaba, la chica no pudo hacer más que chasquear su lengua y cerrar sus piernas a la vez que revolvía su abundante bello púbico. Volviendo a sus sentidos por fin, él se apresuro en levantarse y recostar su cuerpo en contra de la cabecera de la cama.

  • Nami -dijo Isamu con un rostro de sorpresa.
  • ¿Quién más sería, bobo? -Nami volvió a chasquear su lengua- ¡No quiero compartir esta habitación contigo! ¡Vete!

Isamu intento responder ante la negativa de la chica. Sin embargo, una voz, gruesa y profunda, interrumpió la discusión antes de que siquiera pudiera comenzar desde la otra habitación.

  • Conoces las reglas, Nami. Si ambos tomaron la misma habitación, entonces ya no hay nada que hacer. Deben compartirla.
  • (Tío Mitsutoshi.) -pensó Isamu con un poco de sorpresa.
  • ¡Pero papá…!
  • Sin excusas. Esas son las reglas de la mansión y del ritual, y hay que respetarlas.
  • (…)
  • Si ella reacciono así, entonces no hay duda. Es bueno verte con nosotros aquí este año, Isamu.
  • También me alegra escuchar de ustedes, tío.
  • ¿Vienes solo o con tu familia?
  • Vengo con todos. Mamá y yo vinimos primero, papá y Sora estarán aquí para la fiesta de inauguración.
  • Bien. Somos todos, entonces -Mitsutoshi se acomodo en la cama, haciéndola crujir- No te preocupes por Nami, ¿de acuerdo? Al contrario, se tan duro como quieras. Ella tiene un cuerpo que aguanta mucho.
  • Lo tomaré en cuenta -dijo Isamu con un poco de pena en su voz.
  • ¡Son lo peor, ambos!

Azotando el suelo con sus pies desnudos y refunfuñando, Nami se apresuro en irrumpir en la habitación y dirigirse hacia el baño. Isamu siguió su figura con la mirada, notando la marca roja de dos manos grandes en los cachetes de su trasero. Azotando la puerta, Nami se apresuro en abrir la ducha. Suspirando y notando el desastre que había causado, Isamu revisó la mesa que había en un costado de la cama. Abriendo el cajón, el se topo con una caja de pañuelos junto a preservativos, lubricante y otros juguetes de índole sexual. Comenzando a limpiar, Isamu volvió a escuchar la voz de Mitsutoshi.

  • Descansa un poco muchacho. Luego de la inauguración, todo se pondrá muy animado por aquí.
  • ¿Sabe quien más vino? Al llegar, vi que habían un par de autos más.
  • Uno es nuestro y el otro es de Chikaya. Su esposa no pudo acompañarnos debido a la naturaleza de su trabajo, pero si que vino con sus dos hijos.
  • Ya veo.
  • Aunque ya veremos quienes más están aquí durante la fiesta de bienvenida.

Isamu continuo limpiando sus manos y torso a la espera de que su tío siguiera con la conversación. Sin embargo, ese no fue el caso. No paso mucho tiempo hasta que los ronquidos de Mitsutoshi se hicieran notar en la habitación. Terminando con lo que hacía y volviendo a guardar la caja de pañuelos en su lugar, Isamu volvió a recostarse a la vez que oía el sonido del agua de la ducha correr. Antes de quedarse dormido, él no pudo evitar pensar una vez más en la figura desnuda de su prima.

El tiempo había pasado y el atardecer ya estaba culminando en el cielo, dejando ver un azul oscuro y el blanco resplandor de las estrellas. Las luces de la mansión iluminaban la oscuridad que ya se apoderaba de la montaña, siendo el claro en los terrenos el lugar más brillante y donde se celebraría la fiesta de inauguración. En aquel sitio ya estaban reunidos muchas personas, miembros de la familia, charlando y disfrutando del buen ambiente que se podía respirar en el sitio. Escuchando el timbre de su teléfono que funcionaba como despertador, Isamu se despertó con un respingo y se apresuro en buscarlo en la amplitud de la cama. Encontrándolo en la penumbra de la habitación, él se apresuró en silenciarlo con un rostro adormitado. Bostezando y frotando su rostro, Isamu intento levantarse a sabiendas que pronto se celebraría el inicio del ritual. No obstante, él no pudo hacerlo debido a un peso que se hallaba encima de su cuerpo y que no había notado hasta ese momento. Si bien en un principio no pudo interpretar lo que sucedía frente a él, Isamu abrió sus ojos como dos platos tan pronto como lo hizo y entendió a que se debían esos sonidos húmedos que inundaban el cuarto.

  • Que bueno que despiertas, Isamu -dijo Mitsutoshi con voz cortada- Dame un momento para terminar. La inauguración será pronto.

Parado a un costado de la cama estaba Mitsutoshi con su rostro enrojecido y con su miembro en el interior de la boca de Nami. Ahogada en placer durante ese momento, ella pellizcaba uno de sus pezones al mismo tiempo que no dejaba de lamer el capullo de su madre y de masajear sus genitales que colgaban como dos globos repletos. Sentada encima de la entrepierna de Isamu y moviendo su cabeza sin pausas, Nami restregaba su vagina en contra del miembro cada vez más duro de su primo. Siendo arrastrado hacia esa morbosa escena, Isamu poso su manos en la cintura de Nami a la vez que se dejaba llevar por los eróticos movimientos de su cuerpo. No obstante, y al sentir un par de manos que no eran de su padre, Nami respondió levantando el dedo medio de una de sus manos. Viendo ese acto, Mitsutoshi castigo a su hija con un fuerte pellizco y hundiendo su pene hasta su garganta. Gruñendo al igual que un animal, él descargo su corrida en la boca de Nami.

  • Eso es suficiente. Hay que guardar energías para esta noche -declaró Mitsutoshi a la vez que sacaba su miembro de la boca de Nami.

Alejándose de la cama y arrastrando su ropa, Mitsutoshi se acerco a una de las paredes y prendió las luces de la habitación. Él ya estaba preparado, vistiendo una camisa de cuadros que dejaba ver los vellos de su pecho y un par de gafas que disimulaban pobremente la marca que los años habían dejado en su rostro. Sin embargo, su apariencia irradiaba un aura madura que podía encantar a cualquier señorita. Por su parte, Nami lucía un par de pendientes y un vestido blanco ligero que apenas y cubría la exuberancia de su cuerpo. Jadeando y limpiando los rastros de semen que habían quedado en sus labios, ella se apresuró en fruncir el ceño y pellizcar los pezones duros de Isamu en un intento de castigarlo. Gruñendo y no queriendo mostrarse débil, él respondió hundiendo sus manos en su vestido y pellizcando sus pezones también. Viendo esa escena como la travesura de dos infantes, Mitsutoshi río brevemente a la vez que abandonaba la habitación.

  • Dense prisa o se perderán la inauguración. Saben que su abuela se molesta mucho si alguien que vino a la mansión no participa.

Viéndose solos en el cuarto, Nami se apresuró en subir un poco su cuerpo y dejarse caer con todo su peso encima del miembro de Isamu. Sintiendo una estocada de placer, él frunció su rostro a la vez que dejaba salir un quejido. No obstante, Nami había hecho también lo mismo. Moviendo sus caderas en círculos, ella tomo la palabra.

  • Que te quede claro, fue mi padre quien me obligo a sentarme aquí.
  • Ni que me gustarás tanto -Isamu hizo girar sus pezones- He tocado mejores.
  • ¡Eres un…!

Dejando salir una sonrisa, Isamu se apresuró en levantar su cuerpo y besar la nariz de Nami como siempre lo había hecho en el transcurso de los años. Abrazando a su prima y apartando su cuerpo, él salto de la cama sin antes azotar su trasero. Roja de la vergüenza y de la furia, Nami se apresuró en salir también de la habitación en busca de Isamu. Sin embargo, él ya había desaparecido en la oscuridad del pasillo.

Isamu había cruzado el portón de madera y ya estaba bajando por un sendero bellamente iluminado. Aunque los demás miembros de la familia se habían dirigido al claro por el camino principal, él había optado por un extravío al no querer lidiar con las quejas de Nami. Aunque no se había cambiando de ropa, Isamu opinaba que no se veía mal. Vestía una chaqueta de mezclilla, sus gafas de toda la vida y tenía sujeto su cabello negro en una pequeña cola de caballo. Revisando la hora en su teléfono y apresurando el paso, Isamu alcanzó pronto el escenario de la fiesta de inauguración. El claro estaba repleto de bancas, comida, bebidas y de docenas de rostros conocidos. Sentándose en una de las esquinas y suspirando aliviado por no haber llegado tarde, Isamu comenzó a inspeccionar sus alrededores. Al fondo estaba su madre, Momo, junto a su padre, Eiji, quien conversaba con las personas de su alrededor a la vez que abrazaba a su esposa y sujetaba uno de sus senos. En otra sección estaba su hermana mayor, Sora, con un chico de apariencia joven y frágil sentando en sus piernas. Ella susurraba en su oído mientras acariciaba sus pezones y su entrepierna.

Barriendo el resto del lugar con su mirada, Isamu se topo con la imagen de Nami a la distancia. Estaba sentada en una banca de madera y en medio de un chico y una chica de su misma edad. Frotando su barbilla, Isamu tardo un rato en darse cuenta que se trataban de sus primos de Tokio. No obstante, una expresión de sorpresa cruzo por su rastro debido a lo diferente que se veían. Ambos tenían la piel bronceada, el cabello teñido y desprendían un aura de confianza que no tenían en años anteriores. El chico ya hurgaba en el escote de Nami mientras que la chica frotaba sus piernas hasta casi perder sus manos en el interior de su corta falda. Sin embargo, ella mantenía un rostro sereno y casi rozando la molestia. Isamu se cruzo de brazos mientras continuaba con su inspección. No obstante, él fue sorprendido por una sensación fría que se poso en contra de una de sus mejillas. Volteando, Isamu se topo con una lata de jugo y el rostro infantil de una chica.

  • ¡Haru! -Isamu tomo la lata de jugo- ¿Participarás este año?
  • ¡Por supuesto que sí! -Haru hincho su pequeño pecho en señal de orgullo- ¡Ya soy mayor de edad! Es por eso que papá y mamá dijeron que estaba bien que viniera.
  • Ya veo.
  • ¿Puedo acompañarte? -pregunto Haru con un poco de rubor en sus mejillas.
  • ¡Claro!

Haciendo un espacio en el asiento de madera, Isamu dejo que Haru se sentará a su lado. Ella lucía un vestido rosado junto a pasadores del mismo color que adornaban su corto cabello castaño. Sus zapatos rojos de charol brillaban con la luz de las lámparas y contrastaban con las medias blancas que hacían lucir sus piernas delgadas. Revolviéndose un poco en su asiento, Haru intento esconder su rostro tras su lata de jugo al notar que algunos familiares a su alrededor la observaban.

  • Isamu, ¿me veo extraña?
  • Al contrario, te vez preciosa -Isamu tomo un poco de su lata- Como una guinda.
  • ¿Tú también piensas eso? -Haru suspiro de forma exasperada.
  • ¿Ya te lo habían dicho?
  • Más de lo que me gustaría.

Isamu quiso responder, pero sus palabras fueron interrumpidas por el súbito apagón de las luces y la estática de las bocinas. Las luces principales fueron encendidas y dirigidas hacia el escenario principal que había sido levantado en el medio del claro, dejando entre ver a una figura pequeña y de apariencia infantil. Sentada en un trono de madera y frente a una estela de piedra estaba una mujer que asemejaba ser una niña. Su cabello era blanco y sus ojos de un azul tan profundo que recordaban al hielo. Mostrando sus dientes blancos en una sonrisa, la niña se apresuro en tomar el micrófono y saludar a todos los presentes.

  • Buenas noches, miembros del clan Suzuhiro. Agradezco mucho su presencia hoy aquí. ¿Cómo están? -pregunto la niña con entusiasmo.

Levantando sus copas y sonriendo, todos los presentes respondieron con el mismo entusiasmo y alegría.

  • Como ya todos lo saben, mi nombre es Kokoro y soy la matriarca de nuestra bella familia. No quiero alargarme y tampoco apagar el ánimo que veo en todos ustedes, así que quiero ser breve.

Kokoro abandono su trono para dirigirse a la gran estela de piedra que brillaba suavemente con las luces del escenario. Deteniéndose a pocos pasos del monumento, ella estiro su mano hasta que toco las inscripciones que habían sido talladas en el mismo. Los caracteres brillaron por un instante, como si hubieran reaccionado con la energía de la matriarca. Asintiendo y volviendo a sonreír, ella encaro a su familia.

  • Como todos los años, doy por comenzado nuestro festival de verano. ¡Sigan las reglas de nuestra tierra y todo será permitido! Como su matriarca y líder, se los pido a todos ustedes: ¡Disfruten del sexo con todo su corazón! Que inicie la fiesta de inauguración, ¡nuestra orgia anual!

Diciendo esas palabras y volviendo a su asiento, Kokoro chasqueo sus dedos y lanzo un aplauso en el aire. Como si de una orden se tratara, todas las luces volvieron a prenderse y dejaron entrever lo que ya estaba sucediendo entre los miembros de la familia Suzuhiro. Arrinconada en contra de un árbol, Momo abría sus piernas para su esposo a la vez que dos hombres ya estaban lamiendo sus senos. Estando en el mismo lugar, Sora masturbaba a aquel jovencito con fuerza mientras hundía su cabeza entre su gran par. Inclusive Nami ya estaba nadando en el placer, besándose con su prima y dejando que su primo hundiera su cabeza entre sus piernas. Los gemidos comenzaron a inundar las montañas y el aire comenzó a impregnarse con el dulce aroma del sexo.

  • Isamu, ¿quieres que te la chupe…? -pregunto Haru con un rostro mezclado entre excitación y nerviosismo.
  • ¿Lo has hecho antes?
  • No…

Aunque su voz temblaba, los pezones de Haru ya estaban duros y parados. A pesar de que su miembro ya quería explotar, Isamu entendía que debía tener autocontrol. Levantándose y arrodillándose frente a Haru, él tomo sus manos y comenzó a besarlas. Seguidamente y bajando un poco sus medias, Isamu beso sus piernas hasta casi meter su cabeza en su falda. Gimiendo y excitada, Haru no tardo en levantar su ropa como a modo de invitación. Él admiro brevemente su ropa interior y sonrió al notar el patrón de fresas que había en el estampado de sus bragas. Apartando la tela, Isamu hundió sus labios en la vagina, lampiña y cerrada, de su prima. Sintiendo una descarga subir por su espalda, Haru se apresuró en cubrir su boca y contener el grito que intentaba salir de su pecho. Lamiendo y besando, Isamu dio inicio a sus vacaciones de verano entre la fogosidad que se desprendía de cada miembro de su gran familia.

 

 

74 Lecturas/17 agosto, 2025/0 Comentarios/por Blaze1007
Etiquetas: hermana, madura, mayor, mayores, orgia, primos, sexo, vacaciones
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