El sueño se hizo realidad
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Otra vez el mismo sueño.
Me desperté, aún con los últimos estertores y jadeos del orgasmo, que el recurrente sueño que venía teniendo todas las noches de las últimas semanas me había originado.
Sí, de un tiempo a esta parte todas las noches tenía el mismo sueño.
Siempre era igual.
Yo estaba en la cama, llevando sólo una camiseta blanca, que es tal como duermo siempre en la realidad, y oía los pasos de alguien que se acercaba a mi cama y se metía conmigo en ella.
La oscuridad era total, de modo que no podía ver quién era.
Al principio quien fuese no decía nada, pero era evidente que era una mujer, pues me abrazaba y sentía sus pechos; yo además acariciaba su cuerpo y su melena; el olor que despedía su cuerpo me era familiar.
Yo no la veía, pero por mis caricias que recorrían todo su cuerpo era evidente que vestía sólo un pequeño camisón, no llevaba ni sujetador ni bragas.
Ella empezaba a acariciar mis genitales y lamerme el torso con su lengua , la cual iba subiendo hasta alcanzar mi cuello , al cual daba pequeños y placenteros mordiscos, para finalmente terminar en mi boca , la cual se fundía con la suya en un apasionado y cálido beso.
Naturalmente mientras esto ocurría mi pene iba reaccionado a aquellos irresistibles estímulos, se llenaba de sangre y pronto alcazaba una gran firmeza con la cual poder ya dar gozo a una hembra y en ese momento esa mujer, aún desconocida para mí, al percatarse de que mi miembro ya estaba listo para penetrar y dar placer, se montaba encima de mí; con sus manos tomaba las mías, las cuales ponía en su culo, al cual yo agarraba fuertemente y acariciaba alternativamente, y luego tomando con una de sus manos mi erecto pene se lo llevaba a las puertas de su chochín, notando mi glande sus húmedos y calientes fluidos.
Ahí estaba yo, a las puertas de sentir el enorme placer de penetrar a una hembra, pero no me atrevía, pues estaba yo como en su poder, esperando un gesto suyo para ser penetrada.
Entonces aquella amante, hasta ese momento muda, revelaba su identidad, pues su voz para mí era inconfundible.
Empieza susurrando mi nombre, Car.
Carl.
Carl, pero son sólo susurros entre algunos jadeos, pero esos susurros son cada vez más entendibles y la voz me empieza a ser familiar, y ya con una voz clara y a la vez llena de sensualidad maternal escucho: "Carlos penétrame, descubre el mayor placer que un hombre puede experimentar , el placer y gozo de penetrar el sexo de la mujer que le dio la vida.
Carlos penétrame.
Folla a tu madre, Carlos.
Hijo penétrame y hazme gozar.
Carlos yo te regalé la vida, ahora tú regálame tu virginidad.
Hijo goza de mí y hazme gozar" Yo que en la vida real aún soy virgen, quedo estupefacto, estoy a punto de perder la virginidad con la mujer que me trajo al mundo, con mi propia madre y la idea me excita sobremanera, pues por un lado mi madre es una hembra estupenda de 38 años, morena , guapísima de cara y con un cuerpo lleno de sensuales y tentadoras curvas y por otro la idea de traspasar el tabú de los tabúes, es decir de estar carnalmente unido mediante el acto sexual con mi propia madre da al acto en sí un plus de morbo transgresor que lo hace aún mucho más deseable.
Y obedezco y lo hago con la alegría con la que se obedecen las ordenes que coinciden con tus propios deseos, y al penetrarla, a la vez que voy abriéndome paso con la verga por su muy cálida, muy húmeda y muy maternal vagina, digo: "¡Mamá, mamá, ah, mamá te quiero, te quiero, ah que gusto, que gozo, mamá!" Y mi madre con voz entrecortada por sus jadeos de placer, me dice: "Que bien me follas baby, que gozo me estás dando hijo con tu polla, sigue, sigue, no pares hijo".
Y así, seguimos follando, al ritmo de sus caderas y los movimientos que hago con la polla hacen que mi glande se roce de mil formas distintas con sus paredes vaginales y esos roces me llevan hasta el éxtasis.
Ella refrota su hinchadísimo clítoris contra mi polla , y yo al ver que eso le da mucho gozo y placer adopto una posición en la cual ese roce es máximo.
Mi madre tiene varios orgasmos y me habla en un lenguaje cada vez más soez, un lenguaje que nunca le había oído pronunciar, pero oírle hablar así me excita y hace que llegue yo al orgasmo y entonces me despierto y compruebo que estoy abrazado a la almohada y no a mi madre, y que todo ha sido un sueño nada más.
¿Cuál era la razón de ese sueño que yo revivía cada noche como si fuera la primera vez que lo tenía? Sin duda subyacía un deseo subliminal e inconsciente hacia mi madre.
O tal vez no tan inconsciente, pues desde que a los trece años empecé a masturbarme, hasta hoy que tengo 19, muchas veces lo hago fantaseando con madres de mis amigos y con amigas de mi madre y entonces tengo la tentación de fantasear también con ella, y aunque a veces caigo en la tentación y durante unos segundos me deleito y gozo con la idea de penetrar a mi madre , rápidamente dejo de hacerlo y me siento algo culpable y desde luego nunca me he atrevido a fantasear con ella en el momento en que me corro y llego al clímax del orgasmo.
A veces pienso que si yo fantaseo con madres de mis amigos, también mis amigos fantasearan con mi madre, pues además de todas las madres de nuestra pandilla la mía es la más joven, la más guapa de cara, la más sexy y la más alegre; en fin una voluptuosa gordibuena; una hembra con la que cualquier hombre querría copular una y otra vez.
Ya son las siete y media.
Oigo la voz de mi madre, que desde el pasillo me da los buenos días y me dice que es hora de levantarse.
Yo me hago el dormido, pues sé que así ella vendrá hasta mi cama, para despertarme.
Empiezo a urdir un plan.
Un plan para seducir a mi propia madre.
Antes de tres meses quiero que mis sueños dejen de ser sueños y se conviertan en realidad.
Ella entra en mi habitación.
Yo me hago el dormido.
Tengo una erección y me he destapado con el propósito de que mi madre me vea así.
Como sólo duermo con una camiseta la polla queda a totalmente a la vista.
Yo, aunque tengo los ojos que parecen cerrados aún puedo ver y lo que veo es que ella se queda mirando mi erecta polla, y parece que le gusta pues no me despierta y sigue contemplándola.
He de decir que mi madre se quedó viuda hace casi diez años, cuando yo tenía siete, así que seguramente lleva todo ese tiempo sin ver una polla en estado de erección, pues no ha vuelto a salir con ningún hombre, y no será porque no le hayan faltado pretendientes, pero no ha hecho caso a ninguno.
A veces cuando me ducho ha entrado en el baño y me ha visto desnudo y por lo tanto la polla, pero naturalmente no en erección y sólo un momento y sin fijar la mirada en ella.
Yo a ella también la he visto a veces fugazmente desnuda en el baño.
Es decir no nos vamos exhibiendo por la casa, pero no tenemos remilgos y no pasa nada por vernos desnudos un momento.
Pero volvamos a la situación.
Después de estar unos cinco minutos mirándome, ella me tapó con la sábana y me tocó en el hombro para despertarme.
Yo entonces hice como que me despertaba y al verla le pedí un beso.
Se sentó a en el borde de la cama y me dio un beso en la mejilla como de costumbre , pero luego me dio otro rozando sus labios con los míos y se fue a su cuarto.
Cerró la puerta y pegue el oído en ella, pudiendo oír como jadeaba.
Sin duda se estaba haciendo una paja pensando en lo que acababa de ver, se estaba haciendo un paja fantaseando conmigo, con su propio hijo.
Sin duda, pensé yo, el plan que iba a urdir para conquistar a mi propia madre tendría el final para el cual sería diseñado: regalar mi virginidad a la mujer que me había dado la vida, gozando los dos entregando nuestros cuerpos el uno al otro.
En una próxima entrega de este relato contaré mi plan y su final desenlace.
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