Ella frente a mí, yo frente a ella
Comparto con ustedes una historia que me contó otra persona, aunque me dio tan sólo dos pinceladas a mí me pareció realmente morbosa, se trata de un primo y una prima de trece años..
Comparto con ustedes una historia que me contó otra persona, aunque me dio tan sólo dos pinceladas a mí me pareció realmente morbosa, se trata de un primo y una prima de trece años.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Siempre me llevé bien con mi prima, desde niños estábamos muy unidos, pero nos veíamos pocas veces, muchas veces había que esperar a que llegase el verano para poder coincidir, normalmente en casa de nuestros abuelos, cuando íbamos de vacaciones.
Siempre fui un chico tímido, con pocos amigos, pero con mi prima Claudia siempre tuve una especial confianza, una especial cercanía, de las pocas personas de mi misma edad con la que encontraba complicidad. También es cierto que ella fue siempre más echada palante que yo, y de niños a veces me convencía y me metía en fregados y travesuras que, claro, luego cuando nos pillaban yo también quedaba como responsable.
La cosa es que siempre esperaba con ansia el momento en poder ver de nuevo a mi prima y amiga. Pero el verano de cuando los dos teníamos trece años fue bastante especial.
Yo ya estaba en esa edad en la que me mataba a pajas, no había tenido nada con ninguna chica, pero escondido y en la intimidad le daba a mi polla, alrededor de la cual habían empezado a salir algunos pelillos, hasta correrme y echar la leche.
Al principio lo típico, nos encontrábamos la familia, los saludos, la alegría al vernos, los juegos, comidas, y algunos paseos. La casa de los abuelos, sin ser enorme, era lo bastante amplia para no tener que compartir habituación los primos… bueno, en realidad terminaban abriendo una cama plegable, y mi prima dormía en la misma habitación que sus padres. Pero también había un pequeño desván lleno de trastos y un par de sillones, junto a una polvorienta mesa.
Ese desván era un sitio frecuente para nuestros juegos. Una tarde, cuando nuestras familias se habían ido a algún lugar, no recuerdo a dónde, mi prima me dice:
- ¿Qué, Luisi? ¿Subimos al desván?
Yo contentísimo, recordando los infantiles juegos, asentí y la seguí. Llegamos y ella cerró la puerta, descorrió la cortina lo suficiente para que entrara algo de luz y se sentó.
Yo ingenuamente le pregunté:
- ¿Jugamos a algo?
- ¿No somos ya mayorcitos para jugar como niños? – me contesta seria.
Yo me quedé en silencio por un momento, todo cortado.
- ¿Qué quieres decir? ¿No querías que subiéramos…?
- Quería charlar, una charla importante – me interrumpe y se queda callada seria otra vez.
- Eeeeh… ¿de qué quieres que hablemos?
- ¿Ya tienes novia? – me dice de repente y sonriendo
- … – me quedo callado y me pongo algo rojo, al rato contesto – No, no he tenido
- No pasa nada yo tampoco… pero algunos chicos me miran.
- … ah…
- ¿Te parezco guapa? – me dice mirándome a los ojos
- ¡Claro Claudia, eres guapísima!
- Ya, pero no digo guapa de… quiero decir, sólo de cara…
- ¿A qué te refieres?
- Mi cuerpo, ya tengo algo de tetas, no muchas, y de caderas… – se levanta y se contonea con cara de satisfecha.
Yo me quedé pasmado, no sabía que decir sobre eso, aunque yo era un pajero no había pensado nunca en ella al masturbarme, también al decir verdad porque la última vez que la había visto aún no estaba así, y realmente estaba buena. Su cara siempre había sido preciosa, seguía teniendo un rostro aniñado, pero ya no tanto, su nariz había crecido un poco, su pelo castaño largo ondulado, sus ojos marrones. Pero ya lucía un par de limoncitos bajo su camisa y comenzaba a lucir unas bonitas caderas y también era algo culoncita.
- Sssí, sí, tienes un cuerpo bonito…
- Es que ya tenemos una edad, empezamos a crecer, a cambiar
- ¡Ah! Sí, claro, estamos entrando en la adolescencia, así le llaman – intento empezar una perorata pseudocientífica con mis pretendidos conocimientos básicos.
- ¿Y ya tienes pelos abajo?
- ¿Cómo? – quedo sorprendido por la pregunta, no me la esperaba.
- Que si ya te salieron pelos alrededor del pito
- … sí… ya… ya me empezaron a salir – bajo la cabeza avergonzado, entendía que de estas cosas no se hablaban con otra persona, menos con una chica que era mi prima.
- ¡Pero no agaches la cabeza! – se ríe – jaja, a mí también me salieron ya, es natural.
- Ah, ya, sí, sí, es lo normal, supongo.
- Hemos cambiado ¿Eh? ¿Te acuerdas de niños cuando nos bañábamos juntos?
- Pero eso fue hace tiempo…
- Y nos veíamos desnudos.
- Ya… pero éramos niños..
- Sí… éramos niños… ¿Nos podemos ver cómo hemos cambiado?
- Pero… nos estamos viendo ahora ¿no? – le dije aunque ya estaba viendo por dónde iban los tiros.
- Nooo, bobo ¡Digo sin ropa!
- ¿En serio? ¡Estás loca…! Bueno… ¿Pero hablas en serio? – no podía creérmelo.
- Sí, sí, en serio, nos desnudamos y vemos como hemos cambiado ¿No quieres?
Me levanto y automáticamente empiezo a desvestirme, venzo la vergüenza y me empiezo a quitar la ropa, muy nervioso, me quito la camisa, los pantalones (iba en chanclas, por lo que los zapatos no daban problema) y, tras dudar un poco, mis calzoncillos abajo, hacia mis tobillos, dejando de ver una polla, no muy grande, en estado aún flácido y con los pelos alrededor.
Ella me mira sonriente, yo empecé a temerme que había sido engañado, que quería que me desnudara sólo yo para reírse de mí y humillarme, pero luego veo que no, ella empieza a quitarse la ropa, también rápidamente, con una leve risa nerviosa, queda en ropa interior, y de repente deja caer su sujetador y, acto seguido, deja caer las bragas también a sus tobillos.
Primero me fijé en sus tetas, me llamaron mucho la atención, eran pequeñas, pero alrededor de los pezones había una protuberancia hinchada, que me llamón mucho la atención, y abajo, en el pubis, sus pelitos negros, rizados, pero entre medio sobresaliendo unos labios algo oscuros, que me quedé embobado mirando.
- ¿Ves como los dos tenemos pelitos? – me dice alegre.
Me quedo con los ojos como plato y ante esa visión, claro, la sangre comenzó a correr hacia mi polla que comenzaba a hincharse y crecer… noto que ella dirige su mirada abajo, a cómo me está creciendo, y rápidamente con mis manos intento taparme…
- ¡No, no! ¡No te tapes, quiero ver!
Aparto mis manos, aún con vergüenza hasta que mi polla alcanza la plenitud que alcanzaba en esa época…
- ¿No te duele cuando se te hincha así?
- Eh… no, no me duele
- Está graciosa, es bonito ver cómo se te pone así…
- ¿Bonito? Vaya, es raro la palabra para eso… y tú… me… me gusta como se te ven las tetas, es decir… la forma, no me las esperaba así.
- Jaja ¿En serio? Yo a veces me siento mal porque siento que no van a gustar.
- ¡Pero si son preciosas!
- Luisi… y cuando se te pone así… ¿tú te tocas? ¡Y no vuelvas a agachar la cabeza!
- Eeeeeh… bueno… yo sí, a veces…
- Jaja ¡Es normal! Yo también a veces me toco, me restriego con la mano aquí y me meto un dedo…
Al oír eso, mi polla se mueve un poco como un resorte…
- ¿Quieres que veamos como hacemos cada uno?
- Oh ¿Hablas en serio? Eh…
- ¡Pero con una condición!
- ¿Cuál?
- ¡Ni te me acerques! Cada uno a lo suyo, yo me siento frente a ti, tú frente a mí, pero ni yo puedo tocarte a ti ni tú a mí, sólo enfrente, sin acercarnos…
- Eeeeh, vale, vale, de acuerdo ¡Trato hecho!
Nos acomodamos cada uno en una silla, veo como ella se sienta y abre sus piernas, veo como su coño comienza a verse mejor, y una mano empieza a restregar primero suavemente… yo mirándola relamo mis labios instintivamente, echa me echa una mirada…
- Ah, sí, yo también…
Me agarro la polla y empiezo a jalármela, subiendo y bajando el pellejo que se desliza. Ella sigue restregándose, ahora un poco más rápido, y a veces deja abrir un poco sus labios, un dedo se desliza entre ellos…
- ¿Y hasta cuando lo haces?
- Yo… bueno, hasta que sale… hasta que sale la leche
- ¡Bruto! ¡Se llama semen!
- Jajaja cierto, hasta que sale el semen.
- Bueno, jaja, me parece lindo que lo llames leche, nunca la he visto.
- ¿Y tú hasta cuando?
- Pues… bueno, me da como un gustirrinín, algo como si bajara y subiera a la vez, y bueno, mientras me toco… ¿ves, me voy humedeciendo?
Sigo tocándome mientras la veo, y aumento el rito, ella jadea un poco, e introduce un dedo, veo como mientras introduce un poco el dedo índice, mueve la mano y con el pulgar comienza a agitarlo un poco más arriba…
- Cuando toco aquí siento más gustito.
Su coño abierto comenzaba a verse más húmedo, era maravilloso verla así, a mi prima Claudia, mi prima preferida, con trece años, desnuda, sus pechos inflados alrededor de los pezones, y haciéndose un dedo en su chochito cada vez más mojado, un leve aroma agrio me llega a la nariz, ella mueve más rápido el dedo, empiezo a oír como chaf-chaf… yo cada vez muevo mi mano sobre mi polla más rápido, más rápido, ella jadea, gime, me mira, yo la miro a ella, desearía lanzarme a ella y devorarla, comer todo su cuerpo, lamerle ese apetecible coño, pero he de cumplir mi palabra de no acercarme.
Aumento cada vez más el ritmo, noto que me va a salir, ella me mira atenta, y de repente suelto el chorrazo de leche que sube hacia arriba para luego caer, sobre mi pecho, mi barriga y el suelo, solté bastante leche mientras soltaba a la vez un gemido, ella me mira atenta mientras sigue haciéndose el dedo, con la boca abierta de asombro, hasta que yo caigo rendido en la silla, hombros bajos y manos colgando. Ella sigue tocándose un rato más, cada vez más rápido, veo como la silla bajo ella comienza a humedecerse también, hasta que comienza a gritar ¡Ah! ¡!Ah! ¡Ah! Arqueando la espalda sobre la silla y con los ojos cerrados, hasta que cae rendida también sobre la silla.
Tras recuperar el aliento, ella me mira y dice…
- Uf… ¿A que estuvo chulo?
- Sí, sí, me encantó… te, te veías preciosa en ese final.
- Tenemos que repetirlo en otra ocasión ¡Pero guardando siempre esta condición!
- Claro, claro…
Nos limpiamos con una servilletas que había allí y nos vestimos. Durante todo ese verano, cada vez que nos quedábamos solos repetíamos el ritual, a veces nos hablábamos, comentábamos cosas, nuestras dudas sobre el sexo, o nos informábamos sobre lo de cada uno.
Todo eso hasta que terminó el verano. Luego cada uno a su lugar de origen. Al año siguiente yo estaba ansioso por poder volver a repetir esas cosas, pero ya no era lo mismo, ella ya se había echado novio y ya no podía haber esa confianza conmigo ni ese tipo de juegos. Yo me quedé decepcionado, triste, de nuevo a mis tristes pajas en solitario, aunque con el recuerdo de su cuerpo y ella haciéndose deditos frente a mí.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!