En el Caribe con Papá 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Las vacaciones con papá en el Caribe ya habían terminado y junto con ellas las excitantes noches de sexo pleno con mi padre.
Esto había dejado en mi ser huellas indelebles a mis 17 años y, que ahora con 37 años, siguen permanentes en mi memoria.
No como una víctima de abuso si no como la única y verdadera experiencia de amor mutuo que pude haber sentido hasta hoy en día.
El día de regreso a casa se había tornado un tanto desconcertante y e impredecible.
Me imaginaba a mi papá y a mi mismos en nuestro contexto familiar regular y no encontraba como íbamos a hacer para continuar con lo que habíamos comenzado.
Mis ojos se llenaban de lagrimas y mi deseo por volver al Caribe ya estaban presentes.
Mi papá actuaba con total normalidad y yo comenzaba a adivinar que lo nuestro ya se había terminado y que solamente había sido algo de vacaciones.
Corría ya la tercera semana en casa con mamá y con mi padre sólo había tenido un par de llamadas telefónicas breves en las cuales no se tocaba el tema.
El dolor y el vacío en mi pecho se hacían cada vez más profundos y empezaba ya a admitir y aceptar que ya nada más volvería a ocurrir con Daniel, mi papá.
Por las noches me dormía llorando y me despertaba con mis ojos húmedos de las lagrimas que no se iban.
Un domingo, por la mañana, desperté con el sabor de los labios de mi padre sobre los míos.
Respiré hondamente y su perfume inundó mi ser.
No quería abrir mis ojos para que esa sensación tan vívida no desapareciese y, en el silencio de mi habitación, escuche cómo su dulce voz me decía: ¿ qué tengo que hacer para despertarte”
Sentí un escalofrío por mi espalda y abrí mis ojos.
No era un sueño.
Papá estaba allí, sentado en mi cama y ahora estaba acariciando mi cara con sus suaves y fuertes manos.
Con un envión me senté y me abrasé a su cuello con tanta fuerza que lo quería meter dentro de mi piel.
Apoyé mis labios sobre su cuello y lo besé repetidamente.
Papá me separó de él tomándome por mis hombros, me miró con ternura y me besó tiernamente en mi boca.
Perdí la consciencia y me dejé llevar por el momento.
Cuando papá se separó de mi me abrazó y me dijo al oído, “mamá no está.
Tuvo que salir.
”.
acto seguido, recorrió mi cuello con su boca y cuando llegó a mis hombros comenzó a morderme de tal manera que sentí quedar entregado a todo lo que él deseaba hacer conmigo.
En esa posición, y yo aún con mis ojos cerrados de placer, sentí que la mano de papá se escurría entre mis sábanas y bajo mi calzoncillo tomando mi pene que ya estaba extremadamente duro.
Daniel, mi padre, me sacó de mi trance revelándome cuanto me había extrañado y las ganas que había sentido de estar conmigo.
Me siguió chupando mis labios, orejas y cuello y ya me tenía esclavo de sus antojos.
Bajó su cabeza hasta mis pezones y comenzó a succionarlos.
Sacó su mano de mi pene y empezó a desabrochar y sacarse la camisa.
Yo sostenía su cabeza y presionaba y dirigía su boca para que chupase mis pezones lo que él hacía sin oponer resistencia.
Su torso marcado por el ejercicio estaba brilloso y perfumado a colonia y jabón.
Yo deslizaba mis manos por sobre sus pectorales y lo envolvía acariciando su espalda que era muy viril y tonificada.
Su lengua se deslizó de mis pezones a mi ombligo y sacaba verdaderos jadeos de lujuria de mi y aumentaba mi placer cuando llegaba a mis costados y me daba pequeños mordiscos que me daban electricidad.
Mientras hacía esto ya estaba sacándose los pantalones y quedando completamente desnudo.
Retiró la sábana que me tapaba, tomo mis calzoncillos por su elásticos y me los quitó de un solo envión, y, en un abrir y cerrar de ojos, el cuerpo cálido y fuerte de papá ya estaba encima mío recordándome el Caribe.
Las manos y la lengua de papá recorrían con caliente pasión todo mi cuerpo y yo simplemente me dejaba.
Papá giró sobre su espalda y ahora yo estaba sobre su pecho.
Comencé a besar su torso, sus pezones los succionaba y con mi lengua húmeda hacía redondeles sobre ellos.
Tenía su grueso pene entre mis manos y me animé a hacer algo que ninguno de los dos habíamos hecho antes.
Bajé, miré el grueso pedazo de papá e comencé a pasarle la lengua por todo el tronco.
Papá respiraba profundamente y lo estaba disfrutando.
Lo tomé con decisión y me lo metí en la boca sin dudarlo.
Lo mantuve dentro de mi boca y mi lengua jugaba alrededor de ese pedazo suculento de carne maciza y, cuando mi lengua se había cansado, empecé a chupar este miembro tan viril.
Papá jadeaba y, con un movimiento repentino, se cambió de posición y de repente, estábamos haciendo un 69.
Papá engullía ahora mi pene y me hacía sentir las nubes y yo me lo tragaba cada vez mas profundamente con la sóla intención de devolver tanto placer que él me estaba haciendo sentir.
Por la diferencia de estatura, papá se estiró un poco y metió su cabeza entre mis piernas y su lengua se metió en mi cola.
Dejé de chupar el pene de papá porque este me estaba arrancando jadeos y gritos apagados de placer y ahora mi padre me succionaba el esfinter produciéndome mareos.
Mi pene y mi cola estaban completamente mojadas por la saliva de papá.
Mi padre no tenía piedad.
No me daba respiro y era una tras otra las sensaciónes de placer que él buscaba darme.
Nuevamente, papá cambió de posición.
Quedó sentado sobre la cama un tanto apoyado contra el cabezal de la misma y me trajo encima suyo haciéndome sentar a ahorcajadas cobre su pelvis.
Mi delgado y peuqeño cuerpo frente al suyo era de fácil manejar y papá ya me tenía sentado sobre su pene pero sin penetrarme y rodeándome con sus brazos me llevó a su boca y pasó su lengua sobre mi boca y empezó a succionarme nuevamente.
Una de sus manos se deslizó hacia abajo por mi espalda y tomando su pedazo lo acomodó en la entrada de mi cola.
Yo levanté la cola para facilitar la penetración y cuando sentí que la cabeza del pene ya estaba apoyada sobre mi esfínter comencé a hacer presión hacia abajo y permitir la penetración.
Sentí como mi culo empezó a abrirse y ser inundado por el pene de papá.
Este empujaba lentamente con pequeños movimientos para no hacerme doler y así sentí como mi cola ya estaba asentada sobre la pelvis de papá, su bello y piernas.
Una sensación inigualable.
Me acomodé sobre papá.
Erguí mi espalda y apoyé mis dos manos sobre el vientre marcado de papá.
Y cuando me sentí cómodo y sin dolor comencé a subir y bajar alcanzando un ritmo constante que lo hacía disfrutar a mi padre.
Mi viejo comenzó a empujarme con su pelvis y casi me hacía saltar sobre él dándome un placer único.
Me tomó con sus grandes manos de mi cintura.
Me inmovilizó y él se hizo cargo de moverse salvajemente entrando y saliendo de mi cuerpo.
Yo, con la respiración entrecortada, trataba de seguirlo pero él me dirigía.
Mi pene y mis huevos parecían que iban a explotar en cualquier momento pero fue papá quien explotó primero y acabó dentro mío.
Sus jadeos y sus gruñidos de eyaculación no se los escuchaban en ningún otro momento.
Eran únicos.
Cuando dejo de moverse y sacudirme, me miró , me sonrió y me hizo acostar sobre su pecho.
En esta posición estuvimos por un buen rato y volviéndome a sentar sobre él, con su polla aún semierecta, me hizo levantar y sentí como su pene se deslizaba para salir de mi culo.
Cambió de posición.
Me puso a cuatro patas sobre la cama y él se acomodó detrás de mí no podía creerlo pero papá estaba de nuevo apoyando su pene en mi esfínter y empujando para que este entrase.
Y así fue, con menos resistencia ahora, papá me penetró profundamente dejando escapar un suspiro cuando me metió toda su pija.
Me tomó por la cadera y empujó más adentro como no queriendo que ni un solo pedazito quedase afuera.
Así logrado papá comenzó a moverse y hacerme jadear.
Estiró uno de sus brazos hasta mi hombro y tirándome hacia atrás quedé ahora arrodillado por delante de papá mientras el ahora me abrazaba fuertemente y me seguía serruchando con fuerza y pasión.
Yo gozaba y gozaba mucho más aún cuando papa me agarró el pene y comenzó a masturbarme con rapidez.
Sentí que mis ojos se me iban hacia atrás de tanto gozo.
Mi papá, jadeante, me dice al oído “terminamos juntitos mi amor” y yo le dije que sí casi en el mismo momento que él me llenaba nuevamente de su leche gritando un ah ¡ casi ahogado y haciéndome llegar al climax, mientras que yo golpeaba con mi cadera hacia atrás para sentir con más intensidad el pene de papá dentro de mi ser y sentir como ese movimiento me daba más placer cuando me saltaba la leche.
Caí sobre mi cama y papá cayó encima de mí aún sin sacarme su pene dentro mío.
Estuvimos así por un largo rato, algo que ya lo habíamos hecho en el Caribe y yo seguía disfrutando del cuerpo de papá sobre el mío.
El pene de papá comenzó a ponerse flácido y lentamente se escurrió fuera de mi cola.
Tome la mano de papá y la besé deseando que esto se vuelva a repetir.
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