En qué me metí 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
– Cuando vas a venir a verme?
– Cuando pueda, me vas a dar lo que te pedí?
– Es que duele! Ya lo intentamos una vez!
– Pero fue una sola vez, Dani! Como tenías ese culito ese día, quería atravesártelo bien duro.
Lástima que nos interrumpieron.
– Es que te calientas en cualquier momento
– Tú me calientas! Deja de usar esos leggins, se te marca todo, y es casi transparente! .
y esa forma que tiene tu culo dan ganas de—
– Dani! a comer!
– Tío, tengo que cortar, me llama mi mamá.
Llegó la visita esa que detesto, además
– Quién?
– Mi padrino, el que le gusta saludarme de beso en la boca
– Ah, Rodolfo.
No dejes que se te acerque mucho, a ese le gusta manosear
– Mmm sí, ya lo sé.
– Dani! Ya baja!
– Nos vemos pronto, Dani
– Eso dijiste hace meses! Meses!
– Lo siento
Después de la comida mi papá fue a fumar al patio con su amigo y yo me quedé viendo tv.
Estaban dando una película y estaba sola.
Mi mamá se había ido a trabajar, así que sólo estábamos los tres.
Como estaban lejos, en la parte donde había sexo no la cambié como cuando hay más gente.
Tenía unas ganas acumuladas desde hacía meses! me mojaba siempre y con un poquito de insinuaciones bastaba para que sintiera húmedo abajo.
Pasaba en el colegio, cuando veía a un compañero besando a otra en el patio, o cuando le miraba disimuladamente el paquete al profesor de matemáticas.
Incluso una vez, aluciné con chupársela al inspector de piso en su oficina en agradecimiento por justificar mis atrasos en la mañana, o hacerlo con mi compañero que se sentaba cerca de mí.
Estaba fantaseando con esto cuando apareció mi papá pidiéndome que le arreglara un sitio donde dormir a Rodolfo.
Estaba bastante tomado.
Le arreglé el sillón y él se tiró encima.
Yo iba a mi dormitorio después que mi papá, cuando Rodolfo me llamó para que me devolviera hacia él.
– Estás tan grande, Dani.
No te veía hacía tiempo.
Quédate conmigo un ratito.
Aún no tengo sueño.
Tienes sueño Dani?
– Mmmm sí, la verdad es que sí
– Ven, Dani, siéntate aquí con tu padrino.
– Qué quieres?
– Verte de cerca.
Quiero ver qué tanto has cambiado.
Ven siéntate en mis piernas
– Padrino, no.
aquí
Pero entonces me tomó y me sentó en sus piernas.
No podía hacer mucho: era el doble o triple de mí.
– Sí, pesas más.
Y tienes el cabello más largo, más suave, tus piernas están más gorditas, y esto es nuevo.
Las tienes más grandecitas, más redonditas.
Me dejas ver?
– Pero padrino! cómo voy a hacer eso!
– Ay no seas tan grave, déjame vértelas
– Padrino, no—
Entonces me subió la blusita y como andaba sin sostenes, tenía vía libre.
Me estaba calentando mucho, y no podía evitarlo.
Comenzó a tocármelas, y mis pezones de endurecieron, ya sentía húmedo abajito así que no era posible evitarlo ya.
– Mírate Dani.
Estás bien bonita.
Alguien te las chupa ya?
– No, padrino
– Di la verdad, mira cómo las tienes, Dani.
Estas son tetitas chupadas.
Quién te las chupa? Dime!
– Nadie padrino!
– Te las voy a pellizcar si no me dices!
– Padrino, por favor!
– Dime, ya te chuparon aquí abajito también?
– Padrino, ya detente.
– Déjame verte.
Mi compadre parece que no sabe esto, verdad? Sabe que ya desvirgaron a nuestra princesita?
– Padrino, ya basta, detente!
Metía su mano dura y callosa por debajo de mi pantalón y entonces quedé al descubierto.
Sacó su mano y la olió.
– Así que así estás Dani.
Puedo ayudarte, quieres que te ayude?
– No padrino, por favor no.
– Ay déjame, no será nada.
Se sentía tan rico que me metiera mano que lo dejé hacer.
Estaba caliente a más no poder.
Estaba hirviendo y no quería detenerlo.
Me saqué el pantalón rápido y él se bajó el suyo y me subí encima de él.
Lo cabalgué mientras me chupaba las tetas.
Yo le agarraba su cabeza presionándolo para que me chupara más fuerte.
Me meneé en círculos, y arriba y abajo lentamente, pero intentaba metérmelo todo.
Lo tenía gigante! pero estaba tan caliente y tan mojada que no dolía.
Era puro placer.
– Dani, qué edad tienes ya, hija
– 14 padrino
– 14 añitos mi niñita, y ya sabes cómo se hace.
Ay mi niñita.
– Padrino, creo que me estás rompiendo la conchita
– No mi niñita, eres tú rompiéndotela solita, bebé.
Estoy acabando.
– Deja que te la chupe.
Y me la puse en la boca, y claro.
No cabía.
Chupé sus huevos, pasé la lengua en todo lo largo hasta la punta y me la metí de nuevo todo lo que cabía adentro de mi boca.
Lo miré hacia arriba y sentí su leche en mi garganta.
Me la tragué y me besó.
Se acostó en la cama improvisada que le había preparado y yo me fui a dormir.
A la mañana siguiente llegó mi tío Ale de sorpresa.
Estaba mi tío y mi padrino con mi papá en la sala desayunando.
Todos sonrientes me dieron los buenos días y yo queriendo desaparecer.
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