Enseñando a Sofi
Conversaciones en cuarentena.
.
—¿Así, mami?
—Sí, mi amor. Ahhh, en círculos… despacito… Espera, fíjate cómo lo hace el papá.
—Así se hace, mi amor. Mira, te chupas el dedito y luego lo pasas por acá, por el botoncito de mamá, muy suavemente, así, ¿ves?
—¡Ahora yo, papá!, ¿te gusta, mami?
—Mucho, mi vida. ¿Quieres que papá te lo haga a ti, ahora?
—¡Sí!, ¡sí!
—Ja, ja, ja. Ok, deja que papá se encargue de tu botoncito ahora.
—Yo te voy a enseñar cómo se hace con la lengua, ¿sí?
—Ok, papi. ¡Ohhh, qué rico se siente, papá!
—Chúpame una tetita mientras tanto, cariño. Chúpame el pezón.
—Mmm, mami, me gusta cómo mi papá me chupa el chorito.
—Qué rico, ¿no?
—¡Ay!, ¡me metiste la lengua en el choro!
—¿Te gustó, bebé?, ¿quieres que te siga metiendo la lengua en tu chorito?
—¡Sí!, ¡sí!, ¿me gustó mucho!
—¿Quieres hacer lo mismo conmigo, mi vida? ¿Me vas a chupar el choro tal como papá te lo está chupando a ti?
—¡Sí, mami!, ¡quiero probar!
—Acuéstate acá, tesoro, chúpamelo ahora mientras el papá te lo chupa a ti.
—Se siente un olorcito rico, mami, y está muy jugosito tu choro.
—Sí, mi vida. Méteme un dedo también, no temas, mete el dedo bien profundo por el choro. ¡Ahhh, qué rico!
—¡Papi!, tú también méteme un dedo, ¿sí?
—Ja, ja, ja, mi niña hermosa, te voy a meter algo más que un dedo, mi chiquita, ya verás.
—¿Tú crees que esté lista?
—Tendremos que probar, si no se puede, lo dejamos para otro día.
—Al menos dale a probar el pico. Que sepa qué es lo que se va a comer.
—Sí, tienes razón… ¿Bebé?
—¿Sí, papi?
—¿Ves esto que tengo acá?
—Sí, papi, es tu tula. Tiene la punta roja como la del…
—¿La de quién, bebé?
—Como la del Kaiser, papi.
—Ja, ja, ja. Tienes razón, se ve como la del Káiser. ¿Te gusta vérsela al Káiser, mi amor?
—Sí, papi. Una vez la tenía así, bien roja y se la estaba lamiendo.
—¿Y tú no quieres lamer esta?
—¿Quieres lamérsela a tu papá, tesoro?
—Sí, papi. Sí, mami.
—Ven, súbete encima de papi, siéntate en su boca. Eso es. ¿Sientes cómo te mete la lengua en el choro?
—Sí, mami. Se siente muy rico.
—Sí, mi amor. Ahora inclínate hacia adelante y observa lo que hago yo con la verga de papá. ¿Ves cómo la puntita entra y sale de la capuchita?
—Ja, ja. Sí, mami. Eso es porque tú lo estás moviendo, ¿verdad?
—Sí, mi amor. Yo lo estoy pajeando para que tú veas cómo entra y sale la cabeza.
—Me gusta, mamá.
—Ahora, mira lo que voy a hacer yo. Primero le doy un besito así… ahora se la chupo un poquito… así, despacito… y luego… mira bien… me la echo toda a la boca.
—¡Mami!, ¿te la tragaste?
—Ja, ja, ja, no, mi amor. Aquí está de nuevo, ja, ja. Ahora hazlo tú, tesoro. Tómala con la mano por aquí y muévela despacito. Así. Eso es.
—¡Ya! Le doy un besito en la cabecita.
—Ohhh, ¡conchetumare!, ¡qué rico!
—¡Papi!, ¡dijiste una mala palabra!
—Perdón, mi vida, es que no me aguanté al sentir tu boquita tan rica en la pichula, mi amor.
—Ahora le chupo la cabecita. ¡Está mojadita, mami!
—¿Te gusta el juguito que le sale, mi vida? Chúpalo para ver si le sale más.
—¡Oh!, ¡Sí, mami!, ¡le salió más!
—¡Aghhhh!, Si sigue haciendo eso me voy a ir cortado.
—Espera, no te corras, espera. Deja que la niña aprenda un poco más.
—Ahora me la echo toda a la boca.
—¡Conchetumare!, ¡no voy a aguantar!
—Espera, tesoro, dejemos descansar un poquito al papá.
—¿Te duele, papi?
—No, tesoro, no me duele. Me da un gustito muy rico cuando me chupas la pichula, amor.
—¡Me gustó chuparte la pichula, papi!
—Ja, ja, ja. A mí también me gusta chupársela. La tiene muy rica, ¿no?
—Sí, mami, la tiene muy rica. ¿Todos los hombres tienen una pichula rica, mami?
—Sí, mi amor. Todos los hombres tienen una pichula rica y a todos les gusta que una niña hermosa como tú se las chupe.
—¡Entonces quiero chupar muchas pichulas!, ¿puedo chupar todas las pichulas que yo quiera, mami?
—Bueno, eso depende, tesorito. Primero tienes que pedirlo. Cuando veas a un hombre al que quieres chuparle el pico, tienes que decírselo al oído en secreto.
—¿Por qué en secreto, mami?
—Porque nadie más debe saber lo que quieres, amor. Solo el hombre al que se la quieres chupar.
—¿Y cómo lo hago entonces, mami?
—Primero tienes que mirar al hombre en la entrepierna y decidir si quieres saber qué tiene ahí. Segundo, te acercas cuando nadie más se dé cuenta y le dices que quieres decirle algo en secreto y enseguida le dices al oído: “¿te puedo chupar el pico?”, y eso es todo. Después el hombre te dirá cómo hacerlo.
—¿Y si no quiere, mami?
—Siempre querrán, mi amor, siempre.
—Ok, entonces le voy a decir al tío Julián.
—Ja, ja, ja. El tío Julián te lo va a agradecer mucho, mi vida. No tienes idea cuánto, ja, ja.
—¿Por qué, papi?, ¿tú crees que me dejaría chuparle el pico?
—El pico, la raja, lo que sea, mi amor, ja, ja. Conozco a mi hermano como a la palma de mi mano.
—¡Yupi!, ¡le voy a chupar el pico al tío Julián!, ¡Yupi! Papi, ¿lo puedes llamar por teléfono?
—Lo llamaré apenas pase la cuarentena, mi amor.
—Ojalá que la cuarentena pase rápido, papi.
—Ojalá, tesorito, pero aquí tienes mi pichula para que practiques. Chúpame un poquito más el pico a mí, ¿sí?
—Sí, papi.
—Creo que ya está lista, ¿vas a probar a metérsela?
—Ok, veamos si se puede.
—¿La pongo a lo perrito?
—No, ponla de frente con una almohada bajo el culito.
—Ok… Ahí la tienes. Déjame traer algo de líquido lubricante primero, no se la pongas todavía, juega a rozarle el glande en el clítoris mientras tanto. Le va a gustar.
—Ok… Amor, papi va a probar a meter esta vergota en tu hoyito, aquí, ¿ok?
—Pero… es muy grande, papi, no va a caber.
—Eso es lo que vamos a probar, mi niña. Ahí viene mami.
—¿Qué es eso, mami?
—Una cremita. Ya, abra las piernas mi amor, que le voy a untar esto para que el pico del papá pueda entrar, ¿sí?
—Ok, mamá.
—Ya, ahora trata de meterla. No le vayas a hacer daño.
—Ok. Sujétale las piernas mientras yo… mmm, está muy apretadita, pero mira qué rico se le ve.
—Uff, dale, sigue intentándolo.
—¡Ay!, ¡papi!
—Aguanta, bebé. Papá te tiene que clavar el pico para que te conviertas en una mujercita, ¿sí?
—Métele la cabeza y te detienes. Yo le estimularé el clítoris al mismo tiempo.
—Mmmm, qué rico se le ve el chorito. Ahí… va.
—¡Ayy!, ¡me duele!, ¡me duele!
—Tranquila, mi amor. Ya le entró la cabeza, ¿ves? Mira qué lindo se ve. Ya va a pasar el dolor, espera.
—Mmm, qué rico se sienten tus dedos, mami. ¿Mi papá lo va a meter todo?
—Sí, mi amor. Es la única forma de que estés lista para el tío Julián.
—¡Ay, sí!, ¡yo quiero que el tío Julián también me la ponga. Igual que mi papá.
—Te la pondrá, hija, no te preocupes, que el tío Julián te la va a clavar hasta los cocos.
—¿El tío Julián la tiene igual de grande, papi?
—Ehh, la tiene más gordita, mi vida, por eso tienes que estar preparada para recibirla.
—Papi… ¿está entrando más?
—Sí, mi amor. ¿Te gusta cómo va entrando?
—Sí. Mi chorito se está comiendo tu pichula, ja, ja, ja.
—Y se va a comer muchas más, tesoro. Te va a gustar tanto como a mí, ya verás.
—Qué rico, mami. Yo quiero comer muuuuchas pichulas. ¡Ayy!, ¡papá!, ¡me dolió!
—Tranquila, mi amor. El papá va a comenzar a meter y a sacar el pico del chorito ahora.
—¿A ti también te mete la pichula, mami?
—Siempre, mi amor. Y a mí me gusta igual que a ti.
—¡Qué rico se siente, papá! Me gusta cuando entra y sale.
—Tienes el chorito tan apretadito, mi amor.
—Ya está lista. Culéala con todo. Yo le sujeto las piernas.
—¡Uff!, qué chorito tan rico. No voy a durar mucho. Es demasiado rico culearla así.
—Se ve hermosa, mira las gotitas de sudor. Acuéstate con las rodillas flectadas y siéntala en el pico, que le entre más adentro.
—Ok. Venga, amorcito, siéntese encima mío, así, a horcajadas. Ahora… ya.
—¡Ay, papá!, ¡se siente tan adentro!, ¿la metiste toda?
—Uff, qué placer debe estar sintiendo. Déjame chuparte los cocos. Qué maravilla ver cómo le metes todo el pico en ese chorito tan chiquito.
—Ufff, y yo que pensaba que todavía era muy pequeña.
—Te lo dije; tiene la misma edad que tenía yo cuando mi papá me inició.
—¡No aguanto más!, ¡me voy!, ¡ME VOYYYY!
—Dale, quiero chupar el moco que salga del choro. Ufff, qué rico.
—¡Aghhh!, la estoy preñando, ufff, ¡qué corrida!
—Delicioso. Tiene el choro rojizo con tanto esfuerzo, pero no se quejó.
—La recibió como una campeona. Te adoro, bebé, lo hiciste muy bien. ¿Te gustó?
—¡Sí, papi!, ¡quiero más!, ¡más!
—Ja, ja, ja, creo que por ahora el papá no puede más, bebé. Dejémoslo descansar un rato, ¿sí?
—Sí, mami… ¿papi?
—¿amor?
—¿a qué hora me la vas a meter de nuevo?
—Hemos creado un monstruito.
—Ja, ja, ja.
Torux
Relatos: https://cutt.ly/zrrOqeh / Telegram: @Torux / Mail: [email protected]
Excelente relato quisiera unirme y experimentar … ya que son de mente abierta …. espero sus respuesta
Gracias por el comentario, ZzZbrayanZzZ. No entiendo la parte de unirte. ¿Unirte a qué?
Excelente relato,
Me gusto mucho
Espero la siguiente parte
Gracias, Yerri, aunque me temo que estas historias de cuarentena no están pensadas como sagas.