Enseñando cariñosamente a mis Hijas – Parte 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Leonanky.
Mientras me follo intensamente a Carla, ella lame la vaginita de su hermana. Puedo ver que Sandra Disfruta esto.
Ella introduce sus dedos en su vagina y Carla sigue lamiendo luego de. Estar un buen rato así, yo atraigo a Sandra y la coloco de manera que quede debajo de su hermana.
Una vez hechos eso, penetro a Sandra, mientras la penetro tomo de las caderas a Carlas. Ellas empiezan a besarse intensamente. Yo por mi parte penetro a una y luego a la otra.
Luego de eso me enfoco en Sandra y la penetro por el culo, ella grita.
—¡Papi me duele!
No hago caso y empiezo a penetrarla una y otra vez, hasta que no aguanto más y me vengo en su culito inundandolo de mi semen, cuando saco mi pene, parte del semen chorrea en el mueble. Carla Rápidamente se acomoda para lamer su culito y sacar mi semen. Cuando termina ella le da un beso a Sandra y se reparten el semen en sus bocas, de manera que se lo tragan. Ellas se acercan y empiezan a hacer un dúo lamiendo, chupando y mamando mi verga.
Luego de eso, recupero fuerzas.
—Ahora voy contigo Carla.
La tomo la coloco a "cuatro patas" y la penetro por su estrecha y deliciosa vaginita. A Sandra le digo que se coloque debajo para que su cara quede con la vagina de Carla y mi pene.
Empiezo a penetrarla y Carla empieza a hadear como una perra. Empieza a gemir cuando siente la lengua de Sandra al rozar su expuesto clítoris.
Mientras la penetro, Sandra devora la cosita de Carla. De vez en cuando saco mi pene y se la pongo a Sandra para que me lo chupe y me lo mame.
Luego de un rato en esa batalla, saco mi pene empiezo a follarme Sandra por la boca.
Hadeos, gemidos, y el choque de nuestro cuerpo y pieles recrean una sublime atmósfera de lujuria donde el cielo es el límite y la imaginación no tiene final.
Luego de eso, coloco a Carla en "posición misionero" y la penetro con mucha más fuerza de manera que la hago hadear y gritar por todo ese torrente Dr placer que la inunda.
Mientras la matraqueo aprovecho a chupar, jalar, tirar moder, succionar, pellizcar y lamer los pequeños pezones de Carla. Mientras mi boca se encarga de hacer todo lo mencionado anteriormente, mi mano izquierda se aposenta en su clítoris. De manera que el placer aumenta haciendo que Carla grite como una demente, para ello Sandra la besa lujuriosa y apasionadamente.
Carla obtuvo 3 orgasmos sucesivos, uno más fuerte que el otro, haciendola gemir y hadear al máximo.
Con Sandra aplico el mismo procedimiento y método, sólo que ésta tuvo dos orgasmos.
Después de esa guerra mundial con mis amadas hijas, les ordeno que se arrodillen, porque ya estoy por venirme.
Estando ellas allí, yo rápidamente me masturbo como un semental y al poco tiempo desprendo ráfagas de semen por la cara, cabello, tetas y regazo de Sandra. Carla lame sus pezones, tetas y parte de donde cayó el semen, luego ella comparte el postre con Sandra de manera que se dan un beso francés, haciendolo cada vez más suave, hasta que se tragan el semen.
Ellas sonríen y luego me ven y se me avanzan encima de mí y me caen a besos. Yo correspondo el beso de cada una. Luego de eso abrazo tierna y amorosamente a mis dos amadas hijas, y nos quedamos acostados reposando un rato.
Luego de eso, nos levantos, y nos fuimos al baño, para quitarnos un poco la evidencia de lo ocurrido.
Después de bañarnos, busqué una crema para ponersela en la vagina de Carla y Sandra, para evitar un dolor mayor. A cada una les dije que usara papel higiénico para que el sangrado no transpasara la ropa interior de ellas.
Minutos después estábamos en la sala viendo televisión, como sí nada hubiese pasado. En eso me ataca la curiosidad.
—Sandra, ¿te duele vulva?
—Si… Un poco, pero no es mucho. —Me responde con una pequeña mueca de dolor pero a la vez felicidad.
—¿Y tú Carla?
—También me duele un poco. ¿Pero esto se nos pasará, no?
—Claro que si, cariño. Quisiera hacerle una pregunta a las dos.
—¿Si? —Responden ambas.
—¿Les ha gustado lo que hicimos?
—Me ha gustado mucho. —Carla Responde.
—Fue mi fino, me encantó. —Dice Sandra.
—Bueno, pero deben prometerme, que no dirán esto a NADIE en absoluto. Ni siquiera a sus amigas de confianza, que sólo esto quedará entre nosotros.
—Si papi, te lo prometemos. —Dice Sandra.
—Me gusto mucho, claro que será nuestro. —Dice Carla.
—Perfecto. Entonces, será nuestro secreto. Ah y otra cosa. Traten de caminar normal o sino la gente se dará cuenta.
—Está bien. —Dicen ambas.
Luego de un rato, mi esposa llega. Ella me da un beso y me pregunta que cómo ha estado todo por aquí. Yo digo que todo bien. Ella saluda a las niñas e igualmente les pregunta, ellas dicen que todo estuvo tranquilo y bien. Ambas se dan vuelta y me giñen un ojo, en señal de complicidad.
Hasta aquí la Segunda parte. Quizás escriba otra, todo depende.
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