Entre Tumbes y la selva
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola,
Me llamo Miguel, tengo 20 años, nací en Lima, Perú y soy el chico de la ciudad gris.
Siento la necesidad, pues, de contarles acerca de un viaje (con mucho mucho sexo).
Estoy en este momento con una luz tenue amarilla, echado en mi cama pensando en cómo es que en un solo viaje un puede pasar por tantas nuevas experiencias que a uno le cambian la vida y vivir sin contarlas.
Yo nací en Lima, una hermosa ciudad con un cielo típicamente gris, una temperatura estable la mayoría del año, pero sobe todo con una cantidad inimaginable de gente que recién empieza a conocerse.
Crecí entre muchos contrastes (como muchos), soy bastante creativo, introvertido, bastante sensible a decir verdad y no hace falta mencionar que me gustan chicos, pero antes esto último no estaba muy claro y es en este punto donde la historia empieza a fluir.
Todo comienza con un chico de 14 años que recibe un mensaje por facebook: "ola primo me eztoi iendo donde mi tío Jhomer".
Sin animo de destacar la artística forma de escribir, el mensaje me decía que mi primo, Jipson, estaba viajando a Piura desde Tumbes a ver a nuestro tío Jhomer y que además me invitaba a ir de viaje con ellos a San Martín (región selva) por un par de meses.
Así pues tras armar maletas, estaba saliendo al día siguiente a Piura, a un lugar llamado Piscán dentro del distrito de Morropón para posteriormente salir todos a San Martín.
Viajé solo.
Yo con un par de mochilas.
Ya en el poblado y en la casa lo conocí.
Era alto, blanco, cabello castaño corto crespo, tenía un par de perforaciones y una pinta de pendejo que se le notaba a kilómetros; yo solo era yo.
El lugar era hermoso, el pueblo donde nació mi mamá y la casa esconde entre la quincha tantas historias, todo el lugar está plagado de recuerdos.
El primer día Jipson me dejó en claro que sería un viaje diferente al resto: Había traído una radio, así que le subió el volumen a la música electrónica en medio del poblado y se puso a pintarse la piel con plumones.
Ayudamos a hacer algunas cosas, compramos unas películas y en la noche nos quedamos viéndolas (a mi tío le había parecido una fantástica idea que durmamos juntos, así que él y su familia nos dejaron).
Nos fuimos a acostar, los dos coincidimos en que solo en boxers, yo pegado a la pared (típico: el introvertido a la pared), perro antes noté que tenía los abdominales algo marcados y que era más flaco de lo que parecía con ropa.
Así que nos acostamos; él jugó un rato con su celular y dormimos.
La sorpresa estuvo de mi lado cuando recobré consciencia y me encontré pegado a la pared con mi primo abrazándome.
"Mierda, puta madre qué hago" pensaba.
Intenté pegarme más a la pared para safarme pero no había espacio, fue entonces cuando sentí con detenimiento que su pierna derecha se encontraba sobre mi pierna izquierda y se sentía tan caliente y suave que intenté volver a dormir.
Pensaba.
Estaba asustado.
Era casi un desconocido y no quería que él se enterase que habíamos terminado así.
Al final se despertó, me soltó de lo más normal y con sus 17 años me iba dejando claro que tenía costumbres algo diferentes.
Al día siguiente volvimos a partir.
Esta ves a San Martín.
En el bus, aparte de algunos problemas por su música, todo transcurrió normal.
Nos conocimos un poco más.
Detallo que para orinar quería sacar su polla por la ventana del busd como a la 9pm porque no quería bajar a los servicios.
Cuando todo ya estaba oscuro tuve ganas de besarlo; lo veía y quería, sus labios estaban a centímetros de los míos y él se movía por el balanceo del bus, nunca creí que quisiera besar a un chico, pero él empezaba a tener algo especial que no había visto antes.
Llegamos a San Martín e inmediatamente nos introdujimos a un lugar inhóspito luego de pasar por una van, un mototaxi y tres horas de caminata.
Mucha fue mi sorpresa cuando me enteré que la finca era una isla, cruzamos el río con los equipajes hasta que llegamos a la casa.
Casa: construcción de madera incompleta que en el segundo piso solo contaba con dos paredes laterales.
Llegamos.
Este sería el lugar donde pasaríamos dos meses.
Y el detalle más importante: solo había un colchón para los dos.
Jugábamos en el río, recolectábamos café, jugábamos cartas a la luz de unas velas y las aves, los maizales, la lluvia.
Amaba ver el cielo y los maizales a través de las paredes faltantes mientras dormíamos.
No hace falta mencionar que alguien como Jipson tenía muy poco por hacer con alguien como yo, pero llevábamos la fiesta en paz.
Que "manuela", que unas "carreritas".
Jipson era muy relajado y me hablaba de las chicas con las que había estado.
Me excitaba demasiado escucharlo.
Una cosa llevaba a la otra.
Ya se nos había hecho rutina pajearnos, la tenía grande.
Muy grande.
Y doblada hacia abajo.
Siempre creí que era porque usaba ropa interior muy ajustada y le tenía demasiado grande.
De tocar en un tiempo pasé a lamer y de lamer llegó el día en que.
Él me despertó.
Ya se había corrido esa noche, pero me despertó en la madrugada.
Su mano me acariciaba la cintura, abrí los ojos y lo primero que vi fue la luna brillante y los maizales, no me moví.
Sabía que era lo que quería pero tenía incertidumbre.
Me moví hacia él, él al instante baja mi bóxer con un dedo.
No he mencionado que la cama de mi tío estaba a aproximadamente 5 metros.
Pasa si polla desde arriba hasta la parte baja de mis nalgas -yo solo lo sentía, me gustaba y quería que frotase su polla más adentro- pero sin dudarlo empujó su verga contra mi esfínter sin la más mínima lubricación.
Quise gritar y lo empujé con mis manos.
Dolió demasiado, pero yo quería, así que me di vuelta sin hacer ruido y se la lamí.
Parece que él entendió porque metió sus dedos a mi boca y me empezó a dilatar recién el esfínter.
la volvió a colocar y de nuevo de un solo movimiento empujó su verga, esta vez penetrando.
Se acomodó sigilosamente y empezó a moverse, aunque no por mucho rato.
Coloqué mi mano sobre sus piernas para que metiese toda su polla dentro pero la sacó y se empezó a masturbar muy rápidamente.
y llevó mi cabeza hacia abajo así que me la tragué una vez más y sin previo aviso tenía un líquido caliente de sabor extraño dentro de mi boca mientras sentía su cuerpo tensionarse.
Me corrí inmediatamente hacia un costado y escupí todo en los tablones de madera.
Al día siguiente casi ni podía correr.
No quiero dejar de anotar que también tuvimos oral en el camino a la isla.
Digamos que su polla se hacía notar casi siempre.
Uno de los temas favoritos de Jipson era hablar de chicas y de cómo extrañaba follarse a sus amigas.
Me excitaba y él lo sabía.
Era casi ya el fin del viaje.
Teníamos pues que regresar, no sin antes pasar a conocer Tumbes, la región de dónde vino Jipson.
Nos encontramos con una prima allá (que viajó de Lima) y él se la quería follar a toda costa.
Recuerdo que estábamos los dos en la cama, me sedujo pero cuando iba a mamársela me dijo que vayamos a la cama de nuestra prima a lo que no accedí porque yo la conocía a ella muy bien y no quería que supiera lo que había pasado con él.
Me folló pues sin más remedio y dado que ahora teníamos un cuarto para nosotros solos no fue necesaria la delicadeza, me tomó de la cintura fuerte y me golpeaba con sus piernas.
recuerdo que me iba cambiando de posición mientras buscaba la forma más cómoda de metérmela.
Yo le pedía más en voz baja por más que su polla me hiciera un poco de daño.
se corrió en mi boca, como se le había hecho costumbre desde aquella vez en la selva.
Nunca nos besamos y esto siempre se trató de satisfacerlo.
Llegó el último día y él nos llevó en cuatrimoto a recorrer un poco la ciudad.
El cielo era de un celeste tan intenso y cuando anocheció se tornó tan turqueza que todos no dudamos en admirarlo por un momento.
Los tres, como si nunca nada hubiera pasado y como si yo fuera el mismo que antes del viaje.
Pasamos por la plaza, compramos unas pulseras, comimos un helado nos despedimos.
Era hora de dejar al chico de la ciudad turqueza en su mundo y yo regresar al mío.
Finalmente nos separamos.
Yo y mi prima regresamos a Lima y pasados los años parece que las cosas cambiaron.
Él fue pues por malos caminos y yo ingresé a la universidad.
Cuando lo vi, estaba más alto, su rostro había cambiado y tenía una marca en el rostro que lo hacía irreconocible.
Es hermoso pues poder conservar los recuerdos de lo que pasó.
La libertad que sentí que ahora busco y que ahora les comparto.
Miguel
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