Entrevista de una familia incestosa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Brendylez.
La historia que les contaré es una versión fantástica de una situación real que pude ver en un pequeño pueblo.
En uno de mis viajes como fotógrafa (siempre llenos de sexo) me he encontrado con caso de incesto que me hizo reflexionar mucho sobre la moral y la ética.
Todo lo que vi era consensuado, y por lo que vi, jamás hubo violencia de ningún tipo, quien participaba lo hacía porque quería, y al final todos vivían en un ambiente amoroso y libre.
Mi intención no es contar lo que de verdad ocurre, sino mostrarles una versión morbosa de cómo yo imagino que inició todo eso.
Mi nombre es Brenda y en uno de mis viajes para tomar fotografías para una revista cultural a las montañas de Oaxaca, me encontré con una mujer llamada Nadia y su hija Ariana en un pequeño pueblo al lado de la carretera.
Lo primero que me sorprendió fue la belleza de la chica y su juventud.
Tenía veinte años y su pequeña hija tres.
Me lo contó sin problemas cuando me le acerqué.
Era muy educada y su acento no era como el de los lugareños, así que supuse que estaba de paso, igual que yo.
Comenzamos a platicar y hablamos de nuestros destinos y de cómo estábamos ansiosas por llegar.
Le pregunté si estaba casada, cosa que es algo normal a esa edad en los pueblos y comunidades del país y me dijo que sí y no al mismo tiempo.
Apretaba los labios y miraba para abajo y yo no quise importunarla más.
Mi intención era saber si estaba disponible, no hacerla sentir mal.
Así que cambiamos de tema, y esperamos el autobús que podía llevarnos a otros lugares.
Yo buscaba un municipio alejado, y ella iba a una especie de hacienda a mitad del camino.
Y ya que habíamos hecho amistad, nos fuimos juntas.
El autobús iba casi vacío y nosotras íbamos un poco alejadas de los otros pocos pasajeros.
Ella estaba sentada al otro lado del pasillo con su hija dormida en las piernas.
Cuando todos se quedaron dormidos, me empezó a hablar.
– Brenda, perdona por no responderte la pregunta que me hiciste.
Es que no podía decir nada en ese lugar, perdona.
– No te preocupes.
Son cosas personales y yo no quiero molestar.
– No es eso, es que es… complicado.
– ¿por qué? ¿no sabes quien es su papá? Conozco a mucha gente que le ha pasado eso.
– Eh, no.
Yo sé quien es su papá.
Lo que pasa es que su papá es también mi papá.
Obviamente me quedé sorprendida.
Y mi cara debió demostrarlo porque rápidamente agregó:
– Pero no te preocupes.
No fue algo malo.
No me forzó o algo así.
Es que… así es en mi familia.
Yo no supe qué decir.
Mis valores me hacían verla como algo feo, como un fenómeno.
Además, cuando una escucha que alguien es fruto del incesto imagina deformidades o, como en game of thrones, locura, pero Nadia y Ariana se veían perfectamente normales.
– ¿entonces?
– Pues es que desde hace mucho todos son así en mi familia.
Mis abuelos lo iniciaron hace mucho y así ha sido la familia desde entonces.
– ¿Cómo que lo iniciaron en tus abuelos?
– Sí.
Mi abuela era una mujer española que vino a México porque decía que Dios le había hablado en sus sueños.
Conoció a mi abuelo Julián que también decía escuchar a Dios, y tuvieron hijos.
– ¿Ahí empezó esto?
– Sí.
Es que la abuela murió cuando dio a luz cuarta hija, a Valentina y le dejó su fortuna a mi abuelo Julián.
Con eso se compraron una casa y unas muchas tierras, y desde entonces hemos vivido ahí.
– Pero ¿cómo empezó esto? Esto del incesto.
– quería ser clara, pero también respetuosa.
– Pues abuelo Julián se puso triste y dice que Dios le volvió a hablar para que siguiera con lo que quería la abuela.
Según ellos, el mundo se iba a acabar pronto y su familia debía poblar la tierra.
Así que cuando su hija mayor, Ana cumplió quince años, le hizo una fiesta y luego la hizo mujer.
– ¿cómo que la hizo mujer? ¿hicieron el amor?
– No.
Hacer el amor es cuando estás enamorada, pero lo que hicieron no fue así.
La abuela dejó una carta para sus hijos en los que explicaba que debíamos hacernos mujeres y hombres entre nosotros o nos iríamos al infierno.
Si queríamos irnos, no seríamos juzgados, pero primero debemos contribuir a la familia.
– Qué loco.
– Yo también creo que estaban un poco locos, pero así fue con Ana.
Ella fue la primera en tener un hijo de la familia.
– ¿así les llaman?
– ¿A nuestros hijos? Sí.
Es que después de un tiempo, se vuelve confusa la forma con la que nos llamamos.
De pronto unos son tíos, hermanos, hijos, abuelos, y cosas así.
Jazmín fue la primera bajo ese sistema.
Mi tía Jazmín.
– ¿Y no hay nadie que se oponga a esto?
– En realidad no.
Bueno.
Sólo mi tío Artemio no quiso hacerlo con alguna de sus hermanas, pero siempre fue allegado a su sobrina y hermana Jazmín.
Y cuando llegó a los quince, no dejó que mi abuelo Julián o su hermano Armando la tocara.
Ambos estaban enamorados y así tuvieron a mi prima Sonia.
– Pero entonces no se opuso para siempre.
– Ah, no.
Sí lo hizo.
Él y Sonia se fueron.
De vez en cuando recibimos un mensaje de ellos, pero es muy poco.
Creo que Sonia ha de tener unos 27 años o algo así.
– ¿Y los demás? Mencionaste a tu tío Armando.
– Ah, sí.
Él es el único que sigue al pie de la letra las ideas religiosas.
Nosotros lo hacemos porque nos queremos y porque es rico, pero él todavía le agrega un significado religioso.
Dice que embarazó a su hermana Ana en cuanto tuvo a Jazmín y luego embarazó a Valentina.
– ¿Su otra hermana?
– Sí la menor.
Ellos tenían muchas ganas porque tener un bebé llena de alegría la casa.
Creo que mi abuela valentina es la más caliente de todos.
Cogía con su padre y con Artemio seguido, y así nació mi tío Antonio y mi mamá, Luisa.
– ¿Y entre ellos te tuvieron?
– No funciona así, amiga.
La chica es quien escoge al primero y luego decide con quien embarazarse.
A veces ocurren accidentes, pero usualmente basta con que el hombre saque su verga antes de venirse.
Me di cuenta de algo.
Usaba palabras como “Verga” y “coño” como si fuera algo normal.
Normalmente, la gente evita usarlas con personas que conoce poco o como cuando trata de no verse vulgar.
Para ella, hablar así era lo normal.
– ¿Entonces quien es tu papá?
– Mi papá es Armando.
Mi tío abuelo también es mi padre, y también es el bisabuelo y padre de mi hija.
No me juzgues.
Todos siempre nos han juzgado.
Muchos sienten cosas por sus hijos o hijas, o por sus primos, pero no lo aceptan.
Nosotros sí, y hasta nos dejamos llevar.
– De acuerdo.
Es que para mí esto es muy extraño.
No es así de por dónde vengo.
– No es así en ningún lado.
– Bueno, pero dime, ¿entonces tu también lo hiciste a los quince?
– No.
Es que desde hace unos años ya no lo hacemos así.
Es que mi tía Ana abuela quiso también iniciar a los niños porque mi tío Antonio quería participar desde muy pequeño.
Así que a los quince lo inició y tuvieron cuatro hijas, una tras otra.
– ¿Entonces viven con el sexo en el ambiente?
– Sí y no.
En el día trabajamos o estudiamos, los que lo hacemos, en la ciudad, pero no nos da pena tocarnos entre nosotros.
Tratamos de que no nos vean los niños, pero muchas veces nos han visto coger en el establo o detrás de un árbol.
Además, cuando Armando nos da clases de religión, crecemos esperando el momento en el que podamos iniciarnos.
– ¿y sólo tienen una pareja? ¿Sólo tienen un hijo?
– A veces lo hacemos mucho con el hombre que elegimos, pero no es algo exclusivo.
Armando le hizo tres hijos a mi padre en momentos diferentes.
Manuel y Tomas son mis hermanos, y ellos han cogido como las hijas de mi tío Antonio y mi tía abuela Ana.
Aunque no han tenido hijos.
– Increíble.
Y no han tenido hijos porque han estado retrasando la iniciación, ¿no?
– Sí.
Bueno, Excepto Lu.
Así le decimos a Lucía.
A ella le gustaba tocarse todo el tiempo porque nos veía a los adultos desde muy jovencita.
Un día, la descubrió mi tío Antonio cuando tenía trece años y la cogió también.
Es la única que ha tenido un bebé antes de los quince.
Fue muy lindo, porque seguían haciéndolo hasta unos dos días antes de que tuviera a su primer bebé.
Ya tienen tres, y mi tío abuelo Armando le hizo otro.
– Guau.
No tengo palabras para nada de lo que acabas de contarme.
Tengo muchas dudas, eso sí.
– Seguramente te preguntas por si nacimos deformes o tontos.
Pues fíjate que no.
Y si no sabemos algo, no es por nuestros padres, sino por vivir tan alejados y sin internet.
Pero o es un mito eso de las enfermedades o nosotros hemos tenido mucha suerte.
– Iba a preguntar otras cosas.
Cómo en dónde tiene los bebés o si van a un hospital, cosas así.
– Los tenemos nosotros.
Usualmente mi abuela Valentina los recibe.
– Qué bien.
Y luego, ¿se educan entre ustedes? Dijiste que algunos de ustedes estudiaban.
– Sí, aprendemos de nosotros y luego vamos a la preparatoria en la ciudad.
A veces nos esperamos si tenemos bebés, pero casi siempre estudiamos.
Somos muy reservados, como podrás imaginar.
Han ido sacerdotes a decirnos que vivimos en pecado y que las ideas de Armando, de mi abuelo Julián y de la abuela son tonterías, pero siempre terminan rindiéndose.
Una vez mi tío Antonio puso a mi tía abuela Ana como perrito frente a ellos para asustarlos.
Dijeron que rezarían por nosotros.
– Suena gracioso, aunque me asustaría eso.
– ¿Ves? Sí funciona.
– Y tengo otras dos dudas… bueno, pueden ser más, pero ahora se me ocurren sólo tres.
– Dilas.
– Bueno, te lo pregunto porque yo soy… a mi me gustan las mujeres.
– Aclaré porque mucha gente en las comunidades se asusta cuando escucha la palabra lesbiana – ¿Entre ustedes no hay… bueno… no hay a quien le gusten otros hombres o chicas con otras chicas?
– Armando lo ve mal.
Se enoja cuando beso a Cecilia o cuando practicaba con su hermana Claudia, y nunca he visto a uno de los hombres interesándose por otros hombres.
Es como si no hubiese interés porque de todos modos hay un montón de mujeres para escoger.
¿De verdad te gustan las mujeres? ¿Cómo lo hacen?
– Pues no sé cómo explicarte.
Nos la chupamos, nos metemos los dedos y luego le hacemos así – hice con los dedos como si fueran dos pares de piernas juntándose, haciendo tijerazos – Es como tu lo llamaste, hacer el amor.
– Y, ¿cómo sabes cuándo terminaron?
– A veces porque nos cansamos, otras porque nos venimos tan fuerte que ya no podemos más, y en otras ocasiones… una sabe que ya no debe seguir.
– Guau.
Eso para mí es raro, fíjate.
Y, ¿te gustan todas las mujeres? ¿Puedes coger con cualquiera?
– Ja, ja, ja, no, claro que no.
Primero hay que detectar a otras que les gusten las mujeres y luego, bueno, eso ya depende de cada una.
Es más complicado que ir y abrir las piernas.
– Suena divertido.
– Sí, lo es.
Pero todavía tengo una pregunta.
¿Cómo fue tu primera vez? ¿Cómo fue tu iniciación?
– Fue muy bonita.
Todos salimos al patio y ponemos comida y comemos lo mejor que tengamos.
Es como navidad, y luego todos nos quitamos la ropa, excepto la que será iniciada y ella debe estar en medio de todos.
Es que hacemos algo así como un circulo y todos los hombres debes tener la verga parada.
Entonces Armando dice “tú eres nuestra hija y estás para llevar la gracia del Señor al mundo.
Debes elegir a uno de nosotros para llenarte de nuestra semilla y traer un nuevo siervo al mundo”, y el que eliges debe quitarte la ropa frente a todos.
A mí me empezó a besar hasta que me mojé, y pasó sus manos por mi coñito hasta ver que estuviera completamente mojada.
Cada vez que revisaba, me daban más ganas, y sentí que se me paraban las chichis.
Luego los demás ponen una cobija sobre el pasto y te debes acostar ahí.
Yo lo hice y abrí las piernas para que me la metiera, pero mientras él se acercaba, noté que tenía la verga muy cerca de mi cara y quise aprovechar para chupársela.
– Guau.
¿Eso no es normal?
– No debes chuparla porque hay riesgo de que acaben mientras lo haces, pero Armando no lo hizo, pero sí me dijo “qué rico la chupas, nena.
Cuando acabemos debes hacerlo si quieres más”.
Entonces se puso entre mis piernas y me la metió lentamente mientras yo gritaba.
Pero no porque se sintiera feo.
No Se sentía muy rico, pero era la primera vez y yo sentía como si me partiera en dos.
Cuando por fin entró completa, sentí como si me falta el aire y empecé a temblar y gritar de placer.
Dijeron que puse los ojos en blanco y que empecé a orinarme, y mientras más me la metía yo sentía más y más rico.
Me oriné una tres veces más, y siempre gritaba más fuerte que otras de mi familia.
Se supone que la mujer debe estar acostada para mirar al cielo y aceptar a dios.
Luego debe ponerse de perrito para llevar la gracia a la tierra cuando el hombre se venga.
Y así fue.
Me puso de perrito y me empezó a coger.
Primero lento para acomodarse y luego empezó a hacerlo rápido.
Yo gritaba y gemía mucho.
Estaba toda roja por la actividad y me vine otras dos veces.
Yo quería que lo siguiera haciendo.
Yo estaba como en otro mundo, aunque sí vi la sangre que había quedado de cuando me hizo mujer en la cobija.
Resbalaba un poco por mis muslos al mismo tiempo que se combinaba con el agua de coño.
Yo no pude aguantar más y puse la cabeza en el suelo mientras resistía otro de mis orgasmos.
Estaba babeando la cobija justo cuando se vino adentro de mí.
¿Sabes cómo le hacen los hombres cuando se vienen? Le hacen algo así como “Ahhhh, aahhh, si.
Ahhh”.
– Sí lo sé.
He visto hombres cuando lo hacen.
– Perdón.
Es que pensé que nunca habías cogido con uno.
Pero escucharlo hizo que me viniera otra vez y yo abrí muchísimo la boca y ni siquiera pude gemir o gritar, sólo me vine y esperé a que me llenara con su leche.
“Cuando terminó, hizo la siguiente parte de la ceremonia: Me levantó (me estaban temblando mucho las piernas) y yo me metí el dedo el coñito y traté de agarrar un poco de mi liquido y su leche, y me lo llevé a la boca.
Originalmente no quería hacerlo, pero después de la cogida tuve muchas ganas de hacerlo.
– ¿Te embarazaste a la primera?
– Sí, casi siempre es así.
Es que lo hacemos en los días de los bebés.
O sea cuando es la mitad del tiempo entre los días de la sangre y otros días de la sangre.
– Ah, ya.
¿Y así tuviste a esta preciosa?
– Sí.
Y no sé si sigamos haciéndolo, porque algunos de los más jóvenes ya no tienen ganas de seguir con esto, pero por lo menos con Lucía seguirá la tradición.
Puede que cuando Ariana cumpla los quince, ya no lo hagamos.
Pero por ahora, nosotros seguiremos haciéndolo.
– ¿y han conocido a otros que también lo hagan?
Se quedó pensando por un momento.
– Más o menos.
Es que hemos visto que otros en otros ranchos también lo hacen, pero es más porque eso quiere el padre y las niñas no quieren.
Con nosotros no es así.
Nosotros aceptamos y si no queremos, nos respetan.
– Como con tu tío abuelo, ¿cómo se llamaba?
– Artemio.
Aunque él terminó participando al final.
Debería hacerlo con él, dicen que era guapo.
Ja, ja, ja, ja.
Las dos nos reímos.
Luego de eso platicamos un poco más y ella quiso descansar un poco.
Ya era muy tarde y el autobús seguía su camino.
Yo miraba las calles que serpenteaban entre las montañas y trataba de aguantar mis ganas de abrirme el pantalón y masturbarme junto a mi joven amiga y su hija.
Mentiría si les dijera que cuando contó su iniciación no me excitó.
Al contrario, estaba muy, muy mojada, a pesar de que no tenía interés en el sexo hetero.
Era el morbo, lo tabú, lo que hacía que quisiera frotarme en ese momento.
Para hacer este relato tuve que hacer un enorme y complicado árbol familiar y una tabla en donde ponía quien tuvo hijos con quien.
Y cada vez que tocaba el teclado para escribir, me sentía obligada a masturbarme.
Me terminé durmiendo y me despertó una mano en el hombro.
– Oye, oye.
Ya me tengo que ir.
– Nadia.
El autobús todavía avanzaba, pero ella ya estaba agarrando sus cosas.
Le iba a pedir al conductor que se detuviera y dejara a su pequeña y a ella en un lugar en medio del camino.
– Oh, qué te vaya bien.
Fue muy lindo conocerte – le dije mientras agarraba su mano en forma de saludo.
– También fue muy bonito para mí.
Oye, si necesitas un lugar en donde quedarte, puedes bajarte conmigo.
– Oh, no.
Lo siento, me esperan más para allá.
Pero tal vez los visite de regreso.
¿Estaría bien?
– Claro.
No te preocupes.
Eres bienvenida siempre, ¿eh? Y, ¿puedo saber quién te espera allá?
Normalmente no me da vergüenza, pero ese día me sonrojé cuando respondí que me mi novia era quien me esperaba.
Ella se rio, no sé por qué, pero lo hizo antes de irse.
Gracias por leer, es mi primer relato en esta pagina y me disculpo por no haberlo hecho de forma convencional.
Muchas de las cosas las alteré, como dije al principio del relato, y las hice de tal forma que se viera más morbosa.
En realidad, y no debería contar esto porque sería como contar cómo se hace el truco de magia, todo fue más “sano”, con menos generaciones y sin tantas tías y tíos.
Pero bueno.
Igual les agradezco, y cualquier duda que tengan, trataré de respondérselas.
Ah, y si hago más relatos, que es lo más probable, los haré de una forma más convencional.
Besos.
Muy bueno, sigue contando mas historias