Epilogo de Rutina de una hija incestuosa
Mi pequeña saga de rutina es la única que quiero terminar. Es simple y me llena de morbo. Quiero contarles qué pasa luego de los eventos de los demás episodios de la vida de Melanie. Perdonen que no haya sexo explícito..
Grecia, Dakota y Sídney fueron las niñas nacidas de mi hija Janine, de mí y de Nadia. Eduardo fue el segundo hijo de Janine, pero no el ultimo. No puedo nombrar a los demás porque él, en cuanto obtuvo su título, se fue de la casa con su prima-esposa y sus dos hijos de ese momento.
El resto se la pasaba bien, con una rutina agradable, calmada y discreta. Yo despertaba y me paseaba por la casa desnuda a la esperaba que alguien quisiera calmar sus impulsos naturales conmigo. Manuel me solía penetrar antes de hacer el desayuno. A Nadia le gustaba mamarme las tetas al tiempo que Sergio me cogía de perrito luego de comer y mi hermano Mario y Cinthia esperaban a después de su horario laboral para mamarme el coño o usar mi culo con furia, ya sea por separado o al mismo tiempo.
No volví a ejercer la prostitución, pero sí encontré un trabajo. Tenía una pequeña tienda de artesanías bastante popular entre amas de casa ricas. Abría después de llevar a las niñas a la escuela.
Un día, Dakota de entonces 12 años, me visitó en la tienda. Mi hermosa niña era la prueba viviente de que el incesto no trae deformidad ni enfermedad, sino belleza y perfección. Sus constantes enfermedades, no eran prueba de nada (jajajaja). Ese día, mi delgada y pálida niña me preguntó por qué no conocía a su papá.
-Claro que lo conoces, mi amor – dije. Ya había pasado un rato jugueteando con contarle la verdad. Me excitaba al hacerlo – Es Sergio.
-¿Qué? pero si él es mi…
Me reí un poco.
-Es tu tío, también tu hermano y a la vez tu primo. Verás…
Y le expliqué nuestro enredado árbol genealógico. Mi padre me embarazó y me dio a Janine y a Nadia. Luego mi hermano con Cinthia tuvo a Ernesto y a Manuel. Después mi hermano me embarazó y tuve a Sergio, con quien doce años después la tuve a ella, Dakota.
-Pero Sergio y Nadia… y Ernesto y Janine… ¿Qué?
-El incesto es parte de nuestra familia y también de nuestro día a día. No lo puedo negar, así que lo vivimos con libertad.
-Qué asco – dijo con cara de repulsión.
-Puede parecer así, hija, pero una vez probado, no se puede dejar. Claro, si no quieres, puedes no tener hijos con tus tíos o tu padre, y vivir fuera de nuestra familia. No estás obligada a nada. Sólo tenías que saberlo.
Dakota no dijo nada por un rato. De hecho, se alejó y se escondió en la bodega por un rato. Luego volvió, nerviosa, cuando ya estaba por cerrar.
-Mami. ¿Qué pasaría si yo no quiero coger con nadie de ellos?
-No pasa nada – respondí. No escaseaban las mujeres en nuestra familia – Siempre puedes buscar a un hombre fuera.
-¿Y qué pasaría si lo que quiero no es un hombre?
Le sonreí con picardía. Eso explicaba el nerviosismo.
-Pues puedo ayudarte con eso, mi amor.
Me introduje la mano en el pantalón y me rocé mi coñito húmedo. Di unos pasos hacia ella y rocé sus labios con la punta de mi dedo impregnado en mis jugos. Ella cerró los ojos, saboreándolos.
-¿Esto está bien? Soy tu hija…
-No – respondí – Eres mi hija y mi nieta, y ahora serás mi novia.
Y la besé como nunca había besado a una persona, ya fuera mi padre, mi hermano, mis hijos o mis sobrinos. Sus labios tenían el sabor más delicioso del mundo, a incesto.
Pero sus tetitas sabían aún mejor.
Te descubrí hace poco, normalmente paso de la mayoría de los relatos, salvo algunos autores y autoras. Eres de lo mejor y más sensato que escribe por acá. A tu relato de La hija y la bruja, por ejemplo, no le cambiaría una coma. Y la reflexión que haces al final es concisa, real e inspiradora para mis propios relatos. Te saludo.
Que buena saga
Que rico relato, ojalá todas las familias fueran igual, necesito saber qué pasó después con tu hija, me gustó mucho el relato, deberías poner más detalles para sea más exitante, saludos desde Chile 🇨🇱
hola, no sabia de quien eran tan buenos relatos, ahora ya no me los pierdo