Episodio de Pasión
Juan (16 años) Estaba en una etapa de descubrimiento. Emiliano (14 años) Primo de Juan. Más reservado Julián (13 años) El inquieto primo, siempre metido en líos, es quien a todo lo que digo le dice que sí. Su espontaneidad lo convierte en el alma de la diversión, pero también en la fuente de más… .
Juan (16 años)
Estaba en una etapa de descubrimiento.
Emiliano (14 años)
Primo de Juan. Más reservado
Julián (13 años)
El inquieto primo, siempre metido en líos, es quien a todo lo que digo le dice que sí. Su espontaneidad lo convierte en el alma de la diversión, pero también en la fuente de más de un problema.
Mariana (11 años)
Hermana de Julián, más madura que los otros. Aunque es la menor tiene una gran curiosidad por entender.
Abrí la puerta y ellos entraron. Venían en el carro de mi tío. Los saludé y cuando pasaron por mi lado Mariana sonrió de manera juguetona y dijo: ‘Luego’ cuando puse mi mano en su cola y se la apreté. Intentó apartarme, lo que me irritó.
Los acompañé adentro. Mientras regresaba por el pasillo, escuché a Emiliano, que había llegado antes, hablar en voz baja por teléfono. Mencionaba algo sobre mí tía, pero no estaba seguro de lo que decía y me costaba oírlo bien. Me apoyé en una mesita pequeña, lejos de la puerta, intentando captar mejor la conversación, lo que pude escuchar me dio a entender que mi tía sabía nuestro pequeño secreto.
De pronto, Emiliano comenzó a caminar hacia mí.
—Escuché tu charla —le solté sin rodeos. —¿Cómo pudiste decírselo? Era nuestro secreto
Se puso rojo al instante y, bajando aún más la voz, me pidió que no dijera nada. Le aseguré que podía estar tranquilo, pero a cambio le pedí que me contara todo. Aceptó, aunque me pidió esperar un rato. Para cambiar de tema, preguntó por los demás. Le dije que estaban en la sala, así que fuimos hasta allá y acordamos ir a la piscina.
Eran las 10:30 a.m., la casa estaba bastante tranquila. Mariana estaba sentada a mi lado, en el borde de la piscina. Me incliné hacia ella y la besé, ella no se movió, mi mano derecha se posó detrás de su cuello, tirando de ella más cerca, sus labios se movieron contra los míos intentando finalizar el beso.
Se separó de mí y me miró respirando por su boca. Baje los tirantes de la parte superior de su vestido de baño, dejando al descubierto su pecho prácticamente plano. Mariana se sonrojó inmediatamente. Miró nerviosamente hacia donde estaban Emiliano y Julián, asegurándose de que no la estuvieran mirando antes de volver a dirigirse a mí. Con sus manos terminó de sacarse la prenda, se mordió el labio inferior. Intento decirme algo, pero sus palabras se opacaron, yo la miraba con deseo, observando como sus pezones se endurecían con el soplar del aire.
Me dejé caer en el agua que tapaba casi hasta mi pecho y luego la atraje hacia mí, le di la vuelta y ella utilizó sus brazos para apoyarse del borde. Ella no alcanzaba a tocar el fondo de la piscina. Metí mi mano por debajo de su bikini y fui metiendo lentamente uno de mis dedos en su ano.
Mariana jadeó y movió instintivamente sus caderas hacia atrás. Emiliano se acercó sonriente, se sentó cuidadosamente frente a Mariana, con las piernas abiertas y dentro del agua. Mariana lo miraba sin pronunciar palabra, solo jadeando, se vio obligada a apoyarse ahora en las piernas de Emi, mientras el movimiento del agua delataba lo que a su espalda ocurría. Las mejillas de Mariana estaban sonrojadas, su respiración entrecortada, mientras luchaba por hablar.
—Mi hermano —Fue una pregunta, aunque no lo pareciera. Emiliano que sonrió, acarició su rostro, quitando algunos mechones de cabello y dejándolos detrás de su oreja. —No te preocupes por él, está dentro de la casa.
Emiliano no tuvo problemas en sacarse el pene del pantalón y comenzar a tocárselo muy lentamente, a escasos centímetros del rostro de Mariana, que quedó como hipnotizada, jadeaba, pero ahora no le quitaba los ojos de encima a ese pedazo de carne. Su respiración aumentaba y su cuerpo simplemente se dejaba hacer lo que quisiera con ella.
Consideré que ya estabas lo suficientemente lubricada, saque mi pene de mi pantaloneta y coloque la punta en tu ano. Mariana clavo las uñas en los muslos de Emiliano instintivamente, preparándose para lo que venía
La cabeza de mi pene ingreso, no sin problemas en el ano de Mariana que gritó y se tensó, abrazó completamente la cintura de Emi que estaba riéndose con la situación, su pene se había enredado entre el cabello de Mariana.
El muslo de Emi ahogaba los gritos de Mariana, le dolía, aún le dolía. Se la saque, el agua de la piscina tampoco ayudaba a facilitar la penetración, pero la fricción y su dolor me generaba morbo, igual que a Emiliano.
Coloque mis manos alrededor de su cintura y le ordene sostenerse, Mariana no había vuelto a levantar su rostro, estaba sostenida de la pantaloneta de Emi. Cuando entendí que estaba lista volví a la carga, esta vez le enterré un poco más, quizás media verga.
Mariana volvió a gritar, su boca estaba apretada contra el muslo derecho de Emi y no paro de hacerlo en todo el tiempo que estuve sacando y metiendo nuevamente mi pene hasta ese mismo punto. En algún punto pensé que si se la metía más mi verga se partiría, así que solo logre hacerlo hasta ahí. Sus gritos comenzaron a cesar, pero me di cuenta de que lloraba, le seguía doliendo. Entonces decidí sacársela.
Mi pene me ardía. Emiliano alzó tu rostro y confirmó que estabas llorando y la recostó sobre su tieso pene.
—Tómalo con calma princesa —Murmuró, acariciando suavemente su rostro. —Aún eres muy pequeña—Su pulgar limpiaba las lágrimas de sus ojos.
En ese momento Julián venía caminando. Cuando llegó a donde nosotros se quedo quieto.
—¿Qué están haciendo? —Dijo con un tono de voz un tanto elevado.
Mi pene ya estaba dentro de mi pantalón pero el De Emiliano estaba al aire y justo en la cara de Mariana que había levantado la vista para ver a su hermano. La vista de Julián era esa sin ignorar que veía a Mariana con los ojos aguados y desnuda.
Mariana claramente se sintió avergonzada, salió de la piscina, con su bikini ligeramente corrido hacia un lado, se acercó a Julián.
—Solo estábamos pasando el tiempo Juli, se que parece mal, pero hacía mucho calor y si ustedes pueden andar con el pecho al aire pues yo también. —Dijo mirándolo directamente a los ojos—Por favor no te enojes.
La tensión en el ambiente se hizo evidente. Mariana volteó a verme por un instante, su mirada era difícil de descifrar. Luego, sin decir una palabra, se giró y entró nuevamente en la casa. Inevitable fue ver su colita moverse y su espalda desnuda mientras desaparecía detrás de la puerta de vidrio.
Me quedé allí, dentro del agua, sintiendo la mirada de Julián clavada en Emiliano, más que en mí, quizás porque el muy idiota no había sido capaz de guardarse la verga, me reí por un momento pero eso no evito que la cara de Julián fuera de absoluto enojo y desconcierto.
El silencio de Julián era pesado, casi asfixiante. Miraba directamente a Emiliano que me miraba a mí casi que pidiéndome que dijera algo. Mariana ya había desaparecido dentro de la casa, dejándonos solos. Intenté suavizar la tensión con un comentario casual, como si nada hubiera pasado.
—Tu hermana es muy hermosa —dije con una media sonrisa, tratando de restarle peso al momento.
Julián me miró con aún más intensidad. Por un instante, pensé que su expresión se endurecería aún más, pero en lugar de eso, frunció los labios y desvió la mirada.
—No juegues con ella —murmuró, cruzándose de brazos.
Su tono no era de advertencia, sino de protección. Sabía que para él, Mariana no era solo su hermana menor, sino alguien a quien cuidaba con recelo.
—No lo haría —respondí con sinceridad.
Julián me estudió por unos segundos más, como si buscara descifrar si mis palabras eran genuinas. Finalmente, soltó un suspiro y pasó una mano por su cabello, claramente incómodo con la situación.
—¿Ahora vamos a estar desnudos todos? —dijo al fin, dirigiéndose a Emiliano.
La pregunta fue escuchada por mariana que volvía, había traído su celular y un parlante para poner música.
—Pues yo no le veo problema Juli, ya estamos grandecitos y nos conocemos de siempre como para que andemos con penas.
Mariana puso la música y se lanzó a la piscina abalanzándose sobre su hermano y rodeándolo con sus brazos.
—Supongo que si—Contestó Julián, aceptando el abrazo de su desnuda hermana.
La tensión con Julián parecía haberse disipado un poco, aunque su mirada seguía teniendo un atisbo de desconfianza.
Los cuatro estábamos en la piscina, riéndonos y tonteando sin preocupaciones. Emiliano, desvergonzado, no había hecho el más mínimo esfuerzo en ocultar su pene, de hecho se había sacado por completo la pantaloneta y andaba completamente desnudo. La música sonaba a buen volumen, llenando el ambiente con un ritmo animado. Mariana y Emiliano comenzaron a moverse al compás, balanceando los brazos en el agua mientras reían.
—¡Vamos, bailen! —exclamó Mariana, lanzándome una mirada cómplice.
No era de los que se animaban fácilmente, pero la energía del momento era contagiosa. Me uní al juego, moviéndome torpemente mientras Emiliano exageraba sus pasos de baile, haciendo que todos soltáramos carcajadas.
Julián, aún algo serio, se mantenía más apartado, pero Mariana no tardó en jalarlo del brazo, obligándolo a moverse también.
—No seas aburrido —le dijo con una sonrisa.
Al final, incluso él terminó cediendo, sacudiendo los hombros al ritmo de la música mientras todos seguíamos riendo. Entre los tres rodeábamos a Mariana dentro del agua.
—Se siente bien tu pene—dijo sorpresivamente Mariana a Emiliano. Le lance una mirada a Julián que no dijo nada. Luego Mariana insistió. —Ustedes también deberían quitarse eso.
—Yo no tengo problema, pero tú también quítate el bikini. —Dije. Ambos nos quitamos la ropa y la lanzamos fuera de la piscina, miramos a Julián que más por hacer parte que por gusto se saco también su pantaloneta, ahora estábamos todos desnudos y restregándonos contra mariana en la Piscina al son de la música.
Por momentos Mariana bailaba en círculos y ojeaba todos los penes que la rodeaban. Luego, salió de la piscina con la escusa de cambiar la canción. Todos, incluido Julián, nos quedamos embobados viendo su colita desnuda. Mucho más cuando al llegar al parlante arqueó su espalda y pudimos ver sus agujeritos.
—Pero se la van a comer con la mirada. —Nos dijo Julián severamente.
Me reí y me abalancé sobre él a molestarlo
—Primito es imposible no querer comérsela, por favor no te molestes, pero de verdad Mariana es de lo más lindo que hay. —Mariana se volteó y sonrió coquetamente.
Inmediatamente salí del agua. Julián me tenía cierto nivel de respeto, quizás por ser el mayor. Me coloqué a un lado de Mariana, de manera que Julián y Emiliano pudieran ver con claridad como pasaba mis manos por su cuerpo, recorriendo su espalda y luego sus nalguitas.
—Juan Camilo!!!, —grito Julián. —Ahí Juli, deja la lora que sí a mí no me molesta pues a ti tampoco debería. Lo corto de inmediato Mariana. Entonces comencé a amasar más fuertemente sus nalgas, con total descaro, ante la mirada incomoda de Julián y la burlona de Emiliano. Me agaché le abrí las nalgas y procedí a lamerla y a chupar con deleite su ano que hacía uno momento había penetrado al tiempo que uno de mis dedos iba a meterse dentro de su vagina.
Mariana dejó escapar un gemido fuerte y agudo, su cuerpo se arqueó nuevamente y de manera instintiva, presionándose contra mi cara, mientras mi dedo la penetraba frenéticamente en su vagina.
—Permítele disfrutar—dijo Emiliano detrás de mí.
—¿No te está lastimando, Mariana? —Alzó la voz Julián. Mariana solo atinaba a gemir un “no” ahogado.
No quise volver a penetrarla, se que le dolería y no quería que se mostrara adolorida frente a Julián. De hecho quería que él viera como hacía disfrutar a su hermana. Así que la masturbe mientras disfrutaba de su ano, de ese ano que por mucho tiempo había sido mío. Mariana comenzó a gemir estrepitosamente, estaba teniendo su orgasmo, se estaba viniendo sobre mi mano.
Su liquido caliente mojo por completo mis dedos, se los saqué y se los mostré a Julián.
—Fíjate en como hice disfrutar a tu hermana, no puedes verle algo malo a eso
Luego lleve nuevamente a Mariana la piscina, ella se dirigió a Julián con una sonrisa suave en su rostro
—Juli, hemos estado haciendo esto por un tiempo—me acerque detrás de ella para apoyarla. —Es solo algo que nos hace sentir bien, se que puede parecer feo, pero me gusta sentirme así.
—Esto se trata solo de aceptarnos y de disfrutar primito—Complementó Emiliano también acercándose. —¿Puedes entender eso, primo?
—Bien. —dijo Julián no muy convencido, pero luego continuó, —que tu seas feliz es lo único que importa hermanita.
Miré mi reloj, no demorarían en aparecer mis padres en casa, —vistámonos, les dije, mis papas deben estar por llegar.
Después de un rato, ya todos vestidos, la energía se fue calmando. El agua de la piscina reflejaba el sol del mediodía, mis padres ya estaban en casa junto a mis tíos, los papas de Julián y Mariana y a mi tía, la mamá de Emiliano, que curiosamente me miraba extrañamente, recordándome mi conversación pendiente con Emi. Y aunque seguíamos riendo, éramos mucho más disimulados con nuestras calenturas. Mariana me lanzaba miradas fugaces, como si quisiera decir algo más sin usar palabras.
Me acercaba a ella con discreción, aprovechando los momentos en que los demás estaban distraídos.
—Te amo —susurré.
Ella asintió, y apenas unos minutos después, Julián también se acercó, siguiéndome con la mirada. Nos cruzamos brevemente antes de que él hablara en voz baja, casi como un pacto entre los dos.
—Nadie debe saberlo —dijo con seriedad. —Nadie debe saberlo —repetí
Le devolví una leve sonrisa y asentí. Lo entendía perfectamente.
Mariana se inclinó un poco y, antes de que pudiera decir algo más, me susurró con un tono travieso:
—Me gustó más tu lengua hoy que esto. —Justo en el momento que me agarraba el pene debajo del agua
Eso bastó para que todo pensamiento se desvaneciera. No esperé más. La tomé suavemente por la cintura, la besé una vez más y la abracé con fuerza, sintiendo su respiración agitada contra mi cuello.
Sabía que era arriesgado, pero en ese instante, nada más importaba.
Sin decir una palabra más, me alejé, siguiendo los llamados de Mamá sobre el almuerzo que estaba listo.
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