ESCLAVOS DE NUESTRAS HERMANAS
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Siempre, unidos en magnífica convivencia, y cómplices en todas nuestras "fechorías", crecimos, en toda nuestra niñéz, en una muy similar igualdad de talentos y astucias,hasta que la adolescencia llegó; y, con ella…los despertares de esas volcánicas pasiones y lubricidades que esa edad comienza indefectiblemente en los juveniles cuerpos a estallar. La nivelada igualdad de talentos y astucias comenzaron a verse mucho más desarrolladas en nuestras hermosas hermanas, y la balanza…comenzó a bruscamente inclinarse en total favor de ellas. Sin para nada menguar la armonía de nuesra estupenda convivencia, esa superioridad tan marcada que fueron ellas sobre nosotros evidenciando, hizo que automáticamente nos aunásemos los varones por un lado y ellas por el propio, en una especie de tácita "formación bélica" de una yá asumida "declaración de guerra total".
¡Ay..! ¡Por favor..: cómo empezamos a eróticamente gustarnos mutuamente nosotros y ellas!!! Pero conscientes de la transgresora "ilegitimidad"de esos ardorosos sentires, no los hacíamos explícitamente manifiestos, y muy bien nos cuidábamos para no hacerlos claramente evidentes. Ellas, estaban transformándose en verdaderas "topadoras humanas" en materia de superioridad inevitable para nosotros, y aquello…era ya hasta vergonzoso sólo de verlo. Entonces, nuestras hermanitas…comenzaron a tejer en torno a nosotros…una muy sutil y cochina especie de telaraña eróticamente atrapante para hacernos caer enredados patéticamente en ella. ¡Caímos!
Cierta noche, cómplices como siempre los dos varones y creyéndonos solos en casa al "haberse ellas marchado a una fiesta",nos fuimos juntos hasta su habitación, para, una vez allí, dar rienda suelta al deleite de oler y chupar sus bombachas y medias sucias que a voz en cuello habían ellas dicho dejar sobre sus camas "para echarlas al lavarropas luego cuando volviesen". ¡Qué ingenuidad más propia de seres inferiores!!! ¡Cómo sonreían mirándonos con la más triunfal y cochina de las silenciosas risitas, mirándonos desde atrás ahí estratégicamente escondidas donde no sospechábamos estarían!
Recién advertirlo pudimos, cuando ellas lo desearon dándoles a sus silenciosas risitas, esa sonoridad exprofesamente motivante para hacer aún más humillante nuestra incorregible evidencia. Dignas de un cuadro deberían haber sido nuestras caras al verlas así descubriéndonos, y los colores que valla uno a saber nuestros rostros cobraron , para largar ellas aquellas sonoras carcajadas que a un mismo tiempo las dos estridentemente largaron.
Ya no hacía falta mas nada para pasar ellas a hacernos lo que a hacernos ahí mismo empezaron: HACERNOS…SUS ESCLAVOS. Ni una sola palabra siquiera nos dijeron. Riéndose sí, y atrapándonos , comenzaron a desnudarnos y a manosearnos enteramente desnudos y como burros excitados , sintiendo ya el comienzo de aquella sexual esclavitud que nos transportaba a los más lujuriosos cielos de una eroticidad plena del más avasallador fuego de femenina dominación total.
Al piso nos habían arrojado para sobre nosotros colocarse para un general manoseo cosquilleante y aróz, masturbándonos con exagerada velocidad hasta hacernos volcánicamente eyacular a chijetazos aquellos abundantísimos chorretes prolongados y como interminables de un semen que saltaba entre el gritar extasiadamente desesperado de nosotros, y el a carcajadas reír de ellas. HABÍA FOGOSAMENTE COMENZADO UNA VOLUPTUOSA ORGÍA EN LA CUAL DOS HERMOSAS HERMANAS COMENZABAN A ESCLAVIZAR A SUS DOS ARDIENTES Y YA DOMINADOS HERMANOS.
Con alocada pasión febril les lamíamos los pies y anatomía toda , y ellas, gozosas y triunfales, nos hacían lo que querían con el más total beneplácito nuestro y una complicidad gozosamente ilimitada. Brazos en alto alborozadamente bailaban festejando la merecida conquista que tan inteligentemente habían las dos estudiado, y tal exhibición descarada ante nuestros ojos mismos ahí por ellas exprofesamente demostrada, no hacía otra cosa que avivar aún más nuestra excitación masoquistamente erótica hacia la lujuriosa dominación de nuestras avasallantes y hermosas hermanas. Por toda la casa solos nosotros y ellas, en nuestros hombros completamente desnudos y como el de los burros erectos nuestros penes, las paseábamos así en nosotros triunfalmente montadas y giándonos por cuanto lugar quisieran ellas así en nosotros montadas andar, para celebrar aquello que ahí comenzaba, y que no era otra cosa que el comenzar ya a ser…ESCLAVOS DE NUESTRAS HERMANAS.
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