Estrenando a Daniel. Cuando dos hermanitos compiten
Cómo fue con Danielito, de 6, hermano de Armando, por querer jugar a las luchitas .
Y a la mañana siguiente, cuando despertamos revisé su culito y ví que ya estaba cerradito de nuevo; le pregunté si aún le dolía y me respondió que ya casi no. Lo acerqué a mí, lo abracé y acaricié un poco, le agradecí de nuevo el haberme dejado meterle mi pito, le dije lo mucho que me había gustado y le pregunté:
–¿A ti también te gustó?
–Sí, tío, me gustó pero me dolió mucho aunque al final sentía cómo metía y sacaba su pito…se siente bien.
–Oye, ¿Y me dejarías de nuevo meterte el pito en tu culito?
–Yo creo que sí, tío, pero ahorita no, porque me duele todavía.
–¿Y a la noche?
–Sí, a la noche sí…
–Muy bien, gracias de nuevo por lo bien que te portaste y lo valiente que fuiste. Ahora me gustas y te quiero más que nunca. Ya verás que cada vez te dolerá menos, anda, vístete y vamos un rato a tu casa. Acuérdate que no debes contarle esto a nadie, ¿Eh?
–¿Ni a Daniel, tío?
–Tampoco a él, porque se va a sentir y enojar contigo y conmigo y podría decirle a tu papá lo que hicimos y a ti y a mí nos pondrían una buena chinga, esto debemos guardarlo en secreto.
Él me dijo que estaba bien, lo acompañé a su casa a desayunar. Yo notaba muy serio a Daniel y le pregunté qué tenía, él me dijo que nada. Pero su madrastra dijo que desde ayer estaba así, celoso porque ya eran dos noches que me llevaba a su hermano a dormir y a él no y nosotros le decimos que ahora seguro sí lo vas a llevar a él contigo, que no se preocupe.
Yo: –Pues si quiere u me dejan, me llevo a los dos a la noche…
Ella: –No, eso no, cuñado porque necesito a uno de los dos para que me vaya temprano a traer mandados. Escoge a uno y luego nos dices…
Yo: Está bien, pensando por dentro: “Ya valió, apenas que me estaba cogiendo agusto a Armando”
Me retiré a la casa a descansar y leer un poco. Al rato llegaron ellos dos a jugar en el patio y me preguntó Daniel, de 6 años:
–¿Verdad tío que ahora voy a venir yo? ¿Verdad que ahora me toca a mí acompañarlo?
–¿Cómo ves, Armando, me dejas invitarlo a él ahora?
Armando: –Sí, si usted quiere, tío, invítelo a él… ¿Y a él también se la va a meter? Ay, perdón, se me olvidó…
Yo: –No, Armandito, Daniel está muy chiquito aún.
–¿Para qué, tío? ¿Qué le metió a él?
Yo: –Nada, una llave jugando luchas, pero le dolió y lloró un poco.
Daniel: –Ah, pues yo también quiero que me la meta esa llave a la noche.
Yo: –Ya veremos, pero no la vas a aguantar, yo sé lo que te digo, pero por favor no comentes esto en tu casa porque podrían enojarse o pensar otra cosa…¿De acuerdo?
Daniel: –Sí, tío…
Después de un rato los llamaron a comer a su casa. A la noche fui por ellos y Daniel ya estaba listo con su cobijita y almohada, bien lindo él… Al pasar por el patio que comunica las dos casas, me agarré el bulto y le dije:
–Mira cómo lo traigo de pensar en ti, Daniel y en cómo vamos a jugar al rato.
–Yo también traigo mi pito parado, tío, mire. Y se bajó su short para mostrarlo
–Mmmmhhh qué rico, a ver deja probarlo a ver qué tan rico sabe– Y me lo metí a la boca, le pasé lengua y labios por él, lo llené de besitos—Está bien bueno, ¿Quieres probar el mío?
Y si algo a él le encantaba desde hacía más de un año, era mamarlo y beberse mi semen.
–Sí, tío, a ver…
A mí me ponía a temblar de lo rico que pasaba su lengüita por todo mi pene, en especial alrededor del glande, cómo se metía a su boca lo que le cabía de mi pene y lo bien que lo mamaba para su edad. Tuve que apartarlo un poco…
–¿Ya, tío? También está rico su pito…¿Ahora no me va a dar su lechita?
–Mejor al ratito, no vaya a ser que salga alguien de tu casa al patio y nos vea.
Y Nos dirigimos a la casa, cerré muy bien las puertas, vimos televisión un poco y me dice:
–Tío, ya tengo sueño. ¿No vamos a jugar hoy?
Por toda respuesta apagué el televisor, lo cargué y llevé a la cama, lo acosté en ella y lo empecé a desnudar hasta tenerlo como vino al mundo…imagínense tener en su cama a un niño de 6 años complaciente y juguetón, lindo él, rubio, delgadito, vergoncito para su edad…en verdad no podía creer lo afortunado que era.
Lo acaricié un poco, besé y chupé sus genitales y luego me acosté yo a su lado para que él me desnudara a mí, se me subió para frotar su penecito en el mío, y lentamente fue bajando su cara hacia mis genitales para terminar lo que habíamos dejado a medias en el patio. Yo lo dejaba hacer, él ya sabía lo que me gustaba y lo hacía sin pedírselo siquiera.
–Espera, le dije…¿Hacemos un 69?
–Claro, tío, ya me le iba a subir así. Y se subió de manera que su culito y pitito quedaron al alcance de mi boca mientras él seguía comiéndose con su boca mi pene y lamiendo el presemen que de él salía.
Quien ha hecho eso sabe que el placer que se siente es indescriptible, ver un agujerito rosadito, apretadito, virginal a tu alcance, pasar por él tu lengua y sentir a la vez que otra lengua recorre tu pene, que unos labios lo besan y uno boquita infantil lo chupa es sencillamente riquísimo.
De pronto él se detuvo, se incorporó un poco, giró su rostro hacia mí y me preguntó:
–Oiga tío, ¿y cuál es la llave que le metió a Toño jugando luchitas y que dicen que yo no aguanto? A él le estuve preguntando y nomás se reía pero no me quiso decir nada…
–¿Te digo la verdad y no se lo cuentas a nadie?
–No, tío, dígame…(curioso, como todo niño, y eso los pierde)
–No era ninguna llave.
–¿y entonces qué era?
–Estás muy chiquito, te vas a asustar…
–¿Qué era, tío?
–Bueno, te lo voy a decir…lo que le metí fue mi pito.
–Ah, ¿En la boca, como a mí?
–No…
–¿Entonces dónde?
–En su culito…
–Ah, pero no cabe (asombrado) ¿o sí?
–Sí cabe, pero les duele mucho, y tú estás muy chiquito todavía. Te podría romper el culito si lo meto en él…
–Ah, ¿oiga, tío, y yo sí se lo puedo meter a Usted?
–yo creo que sí, lo tienes grandecito y se pone bien durito cuando se te para. ¿Quieres que le calemos a ver si puedes?
–Sí, tío…es como cuando usted me lo talla ahí, y yo a Usted, ¿ verdad?
–Sí, así es, pero debes localizar donde está mi agujerito, por donde hacemos del baño, poner ahí la cabecita de tu pito y empujar, pero deja ponerle salivita para que entre más fácil..
Así lo hicimos, me puse en cuatro, abrí mis nalgas con mis manos y le dije que hiciera lo que le dije. Él, así lo hizo, me puso su glandecito en mi hoyo y preguntó:
–¿Ahí, tío?
–Sí ahí, empújalo.
Y aunque los niños lo tengan pequeño, igual se siente rico cuando penetran, cuando su penecito se desliza por nuestro recto hasta cocar su pubis en nuestras nalgas. Al hacerlo yo gemí de manera involuntaria y él se asustó y lo sacó rápidamente.
–¿Qué pasó, hijo? ¿por qué lo sacaste?
–¿Le dolió, tío?
–un poquito, pero se siente rico, vuelve a meterlo, anda.
Lo hizo de nuevo y cuando lo metió todo solamente me abrazó y le dije:
–¿Sentiste rico?
–Sí, tío, se siente bien calientito y apretadito. ¿se lo vuelvo a meter?
–Sí, pero mira, ahora no lo saques todo, deja tu cabecita adentro y luego empuja de nuevo y vuelve a sacarlo y meterlo muchas veces. Pon tus manos en mi cintura para que sea más fácil.
Si algo tienen los niños es que aprenden rápido y él no era la excepción. Así lo hizo durante mucho rato hasta que se cansó. Y así me lo dijo, le contesté que podía sacarlo, me dijo que le había gustado.
–Oiga, tío….¿Y le metió todo su pito a Armando?
–Todo, Daniel, todo… tú aún estás muy niño, no lo aguantas.
–¿Ni poquito, tío? ¿ni siquiera la puntita?
–No sé, pero si quieres le hacemos la lucha, tú dime…
–Sí, tío…¿Me acomodo como usted se puso?
No, mejor de cucharita y yo detrás de ti como cuando te la tallo. Así se acomodó, yo metí una mano por debajo de su cuerpo para jalar hacia su pecho la pierna de arriba y su anito quedara expuesto para la penetración. Me puse un buen puño de crema en el pene y también en su entradita, coloqué mi glande en su hoyito, empujé y…¡Qué maravilla! Estrenar dos culitos virginales en menos de 24 horas! Mi pene entró poco a poco en él, hasta el glande. Él gritó un poco y yo cubrí su boca, esperé que se calmara un poco y le dije:
–Sí entró, pero por hoy sólo te voy a meter la cabeza, ahora, voy a sacarla y meterla de nuevo y así muchas veces, ¿Está bien?
–Sí tio…
Así lo hice, él sólo gemía un poco de vez en cuando. Cuando estaba por acabar le pregunté:
–¿Dónde quieres que te eche mi leche? ¿En tu boca o en tu culito adentro?
Él puso su mano en mi pene, lo recorrió hasta su culito y me dijo:
–Ahí tío. Le obedecí, descargué en su anito mis chorros de semen. Se lo saqué y pregunté si le había gustado y asintió. Le pregunté si se dejaría meter la cabeza de mi pito otra vez y de nuevo dijo que sí. Así que después de recuperarme un poco se lo hice de nuevo.
Al final, dormimos abrazados y por la mañana le dí su lechita recién ordeñada.
Hasta aquí mi relato. Espero sea de su agrado. Nos leemos pronto…¡saludos!
Creo q Daniel salió al tío
Simplemente genial, si, si tienes mucha suerte, carne tierna y fresca al alcance todos los días