Excité a mi hermano al vestirme de chica
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Abi.69.
Nunca imaginé ser descubierto vestido de chica y mucho menos de la persona más cercana a mi.
Soy un chico de 17 años, y aunque soy hombre mi cutis me considero guapo o bonito.
Ya que no soy feo si me maquillo con pequeños retoques uno me confundiría por una chica.
Y más porque tengo el pelo largo.
Afortunadamente mis papás y la escuela me han dejado tenerlo largo, siempre y cuando me lo peine.
Lo que ha hecho sentirme más como chica que como chico.
En secreto, claro.
Para mi ha sido difícil salir de todo esto debido a la reputación que tengo entre los hombres y las chicas.
Temo a que todo ese respeto que tengo lo pierda en un chasquido.
En mis ratos de soledad me gusta vestirme de chica.
Me pongo ropa de mujer.
Aunque no tengo hermanas, la ropa que me pongo la he comprado con mis ahorros.
Suéter, sudaderas, shorts, leggins, labiales, pintura de uñas.
Todo me lo he comprado.
Y me da risa cuando los compro ya que cuando voy a las tiendas pregunto que me orientes porque tengo que darle a mi novia.
Que estupidez, pero como tengo la semilla de que piensen que soy gay me vean mal.
Me gusta cuando me pongo los mallones porque como estoy delgado y culoncito se me ven bien.
Pareciera que tengo el cuerpo de chica.
Obvio mis caderas no son de mujer, sino sería perfecta.
Este sábado 24 de septiembre, papá y mamá habían salido a una fiesta de sus amistades.
Yo no fui porque estaba en temporada de exámenes y eran 2 los que presentaría el día lunes, así que me quedé en casa.
Mi hermano había salido con sus amigos por lo que supuse que llegaría tarde como siempre, pero me equivoqué.
Al estar sólo, saqué de mi ropero con llave mi ropa, me empecé a vestir y puse música.
Me puse unos mallones negros ajustados, una blusa blanca pegadita a mi cintura.
Me retoqué los labios, las mejillas, y delineé mis ojos.
Verme al espejo me enamoraba más de mí.
Soy hombre y reconocía que vestirme de mujer me veía linda.
En verdad que no me reconocería la gente que me rodea.
Mis amigos, amigas, vecinos, incluso mis papás.
Me paré frente a un espejo largo que tengo justo en la puerta y me admiré un poco.
Hacía poses de chica.
Me observaba de espaldas, me tocaba el culo.
Me lanzaba besos y me tomaba fotos.
Justo cuando estaba tomándome la foto tocaron y al mismo tiempo abrieron la puerta.
– Jorge.
oye.
Era mi hermano.
Al verlo frente a mi me quedé sin palabras.
Mis ojos se agrandaron mientras nos mirábamos.
– disculpa.
perdón, ¿tu eres?, ¿mi hermano?, preguntó sorprendido igual.
No me reconocía.
– .
aaa.
– me miro el cuerpo y vio el suelo.
Mi ropa tirada.
– .
espera.
¿Jorge?, preguntó mirándome muy extraño.
Y era obvio.
No creía lo que estaba pasando.
– ¡¡no digas nada por favor!! Te lo suplico!! Le pedí totalmente nervioso, asustado.
El miedo me comía vivo.
– .
¿pero que estas haciendo?, ¿te vistes de mujer?
No sabía que responder.
Mi corazón latía muy fuerte.
Sentía que iba a desmayarme de la impresión.
De ser descubierto.
Me senté.
Quería romper a llorar.
– no me siento bien, dije sentándome en la orilla de la cama.
Cerró lentamente la puerta y caminó hacia mi.
– tranquilo, tranquilo.
Miré el suelo.
Mis ojos divagaban por todo el piso.
Al llegar a mi se hincó frente a mí.
Mis ojos estaban llorosos.
Estaba conteniendo el llanto.
– hey, oye.
tranquilo.
Recargó sus manos sobre mis rodillas.
– no puedo, quiero que pare esto.
– descuida.
¡Guau!.
Creí.
creí que eras alguna amiga tuya, o incluso tú novia.
Reí y miré el techo para evitar que las lágrimas me salieran.
Bajé la mirada a él.
Me miraba.
– piensas que soy un enfermo, ¿verdad?
– No.
La verdad pienso.
que te vez linda, en serio, dijo muy serio.
No creía que mi hermano reconociera y aceptara lo que era.
Sus ojos se centraban en mis labios.
– ¿que pasa?, pregunté.
– nada.
Es que.
en verdad pareces chica.
¿Hace cuanto.
que te vistes así?
– un año.
Se sentó a mi lado izquierdo.
No dejaba de verme.
Lo miré a los ojos de reojo.
– ¿les dirás?, le pregunté temerosamente.
– ¿tú quieres que les diga?
– .
pues no.
dije riendo.
– entonces no tienes de que preocuparte.
– gracias, le dije abrazándolo.
Le di un beso en el cachete derecho.
– .
perdón.
Nos soltamos lentamente.
Miré su boca, su nariz, sus ojos.
Mirar a mi hermano de esa forma me estaba comenzando a gustar.
No es feo, la verdad es guapo pero él no está en la misma situación.
Mordí mi labio inferior saboreándome su boca.
– te planchas el pelo, ¿verdad?.
– mmm si.
¿porque?
– te queda bien.
Reí.
– iré a tomar un vaso de agua, dije.
Me gustaba el como estábamos pero estaba un poco tenso.
Me paré y me dirigí a la puerta pero me detuve.
– ¿crees que lleguen ahorita?, le pregunté a Sebastián.
– son las 6.
Ellos llegarán como a las 10.
¿porque?
– para cambiarme.
– así quédate, no exageres.
Salí, bajé al comedor y entré a la cocina.
Tomé agua y volví.
Cuando iba por el comedor, vi que Sebastián bajaba las escaleras y se dirigió a mi.
Lo vi nervioso.
– ¿que pasa?, le pregunté mientras caminaba hacia mi.
Noté que dio un respiro y me dio un beso.
Mis labios tocaban los suyos.
Sus manos cubrieron mis mejillas.
Sin apartarse me guió a la pared de forma que mi trasero y mi espalda chocaran con el muro.
Nos separamos.
– .
¿que haces?
– en verdad que eres lindo, dijo.
No dije nada y baje la mirada.
Sus manos se colocaron en mi cintura y me volvió a besar.
No podía creer lo que estaba pasando.
Bajó su mano derecha a mi entrepierna y me frotó.
Sentí muy rico haciendo que mi miembro reaccionara poniéndose duro.
Mis manos se recargaron en sus hombros.
Su boca bajó a mi cuello.
– hueles rico, Jorge.
Dejar que me abrasara era algo que no podía negar.
Nunca había estado con un chico tan cerca.
Y la manera en como mi hermano me estaba tocando era muy rico.
– ven, vallamos arriba, dijo.
– ¿arriba?
– si, ven, dijo tomándome de la mano.
Subimos las escaleras y al llegar a la planta alta volteó su cuerpo quedando frente a mi, dijo:
– ven, déjame cargarte.
– ¿cómo?
– sólo móntate en mí.
Como mi hermano es 3 años mayor que yo y más alto, no tuvo problema para cargarme.
Flexionó sus rodillas y me tomó de la cintura para subirme a él.
Abracé su cintura con mis piernas.
– eso, que linda te vez, dijo jalando mi labio inferior con sus dientes.
Los chupó.
Caminó a mi recamara.
Entramos y cerró con poniendo seguro.
Caminó a mi mesa de estudio y me sentó allí.
Lo besé.
Metió sus manos a mi blusa y resbaló sus dedos sobre mi blanca piel.
Acarició mi espalda, mi ombligo, mis costillas.
Me la subió hasta quitármela.
– tu piel es suave.
Como estas muy delgado tu cuerpo parece de niña.
Me gusta.
– si, lo sé.
Resbaló su mano en la zona de mi miembro.
Sentí muy bien.
Me frotaba como si subiera vagina.
El pantalón lo tenía tan pegado que a penitas y se me formaba el bulto.
– quiero que seas mi chica, dijo
– ¿tu chica?
– si.
Estás hermosa y rica.
La verdad me excitaste verte así.
– jajaja Dios.
– ¿entonces?
– ammm.
pues.
si.
– ven, cosita.
Quiero cogerte bien rico.
Me cargó y me aventó a mi cama.
Mi cuerpo rebotó en el colchón.
Rápidamente me giró de modo que quedara boca abajo y se recostó sobre mí.
Me besó los hombros, el cuello, acariciaba mis brazos.
– me gusta tu piel.
Es suave, blanca, tienes una piel de una niña.
Solté una risa nerviosa.
Sus labios rosaban la piel de mi espalda.
Sentía húmedo.
Sus manos tomaron mi trasero y me lo apretaron.
– que rico culo, hermanito.
Está paradito.
– ¿te gusta?
– si.
– quítamelo, le pedí.
Metió las manos a mi estomago.
Acarició mi ombligo y bajó a mi botón.
Lo desabrochó y bajó el cierre.
Paso sus mano a mis nalgas y me lo fue retirando lentamente.
– mmm que rico trasero.
Jaló mi calzón hacia arriba de modo que se me metiera entre los glúteos.
– házmelo, le dije.
Nunca había tenido relaciones y ser penetrado era algo que me causaba temor.
Me quitó el pantalón y el calzón.
– levanta un poco el culo, me ordenó.
– ¿así?
Puso su mano en mi trasero y me introdujo uno de sus dedos por el ano.
– relájate
Al meterlo apreté los dientes.
Sentía mucho dolor.
– me duele, espérate.
Lo sacó y lo escupió lubricándolo.
Lo volvió a meter.
Sentí menos dolor pero al ser la primera vez el nervio no me mantenía tranquilo.
Metía y sacaba.
Metió dos dedos.
– aaauuu!!!
– tranquilo, shhh!!!
Meterme sus dedos me dolía mucho.
Sentí como seme abría el culo.
Movía circularmente sus dedos dentro de mí.
Los sacudía haciendo temblar mi trasero.
– mmmm ¿te gusta?, preguntó.
– .
ajá
Me los metió fuertemente hasta adentro.
– Aaahhh!!! Espera!!
– mira que rico.
Lo tienes bien listo para que te la meta.
Me los sacó.
Sentí un alivio y un rico placer.
Si bien es cierto que al hacer del baño genera placer, casi así fue la sensación que tuve cuando retiró sus largos dedos de mi traserito.
Levanté el culo y sentí su miembro entre mis nalgas.
Desabrochó su pantalón dejándose su boxer.
– siente como la tengo.
Me la untaba.
La tenía bien parada, dura y sobretodo larga.
Era tan rico sentirla en mi culito parado.
– métemela, dije fingiendo una voz suave.
– ¿quieres que te la meta bien fuerte en tu hoyito, mi amor?
– si, hermanito.
Métemela toda.
Quiero sentirla en mi rico culo.
– te escuchas bien lindo diciendo eso.
¿Quieres ser bien puta conmigo?
– si quiero.
Quiero ser tu nena.
– si, lo eres.
Abre tu hermoso culo para que te coja.
Coloqué mis manos sobre mi traserito y separé mis nalgas.
– ¡Dios!, tienes un rico culo de chica, Jorge.
Senti la punta de su verga en la entrada de mi ano y me la empujó lentamente.
Al tener el hoyito un poco mojado y abierto no me dolía mucho.
Me lo empujó más hasta lograr que me entrara.
– Aaahhh!!! Gemí rasgando la funda de la almohada.
– tranquila, preciosa, me calmaba.
– me duele un poco, dije.
Rodeó mi estomago con su brazo derecho.
Sus dedos rosaron mi ombligo.
Al quedar sostenida por él, me la metió con descaro haciendo que me ardiera.
– aau!!! Aaahhh!!! Para para!!
– ssshhh, calma hermosa, me susurraba.
El dolor hacía que mi respiración se acelerara y mi corazón palpitara rápido.
Tenía su verga bien metida.
La sacó un poco y la volvió a meter.
Mordí mis labios sofocando el ardor.
– que rico se siente cogerte, dijo excitado.
– ¿si?.
– si, mijo.
Con este culo que tienes, dan ganas de darte bien duro.
– suena rico pero duele.
– ¿es la primera vez?
– .
si
– no te preocupes, yo seré cuidadoso.
Ser un chico vestido de chica y comportarme como chica era una de las cosas que no creí que me llegaran a gustar.
Lo disfrutaba.
Ser la chica de mi hermano me gustaba mucho y dejaba que me hiciera lo que él quisiera.
Empezó a moverse metiendo y sacando su rica verga.
Mi ano se abría y se cerraba.
Me relaje para disfrutar.
Mientras me cogía comenzó a sonar una canción de Ariana Grande: "Into You".
– eso, que rico, mételo más, decía yo.
– ¿así, corazón?, preguntó al introducir todo su miembro muy despacio.
– Aaahhh!!! Sii!!! Que rico se siente!!!
Me paré flexionando las rodillas y parando más el culo arqueando la espalda y apoyando las rodillas en el colchón.
– uy, que rica te vez.
Frotó su verga y me la metió.
– mmmm si!!! Cógeme!!!
– Aaahhh!!!! Que rico siento.
– sii!!! Métela toda!! Aprovecha!!, lo incitaba.
Mientras me penetraba el ano, acariciaba mi espalda con la yema de sus dedos.
Me dio una nalgada.
Me agarró de la cintura y empezó a cogerme con más comodidad.
Su verga me estraba hasta el fondo.
Me llenaba el culo completamente.
Estiró su brazo derecho a mi cabeza y me jaló del cabello de modo que mi espalda llegara a tocar su pecho.
Sin sacarme su verga me mantuve así.
– me gustaría que tuvieras unos ricos pechos para lamértelos y pellizcártelos.
– y me gustaría igual.
Me gustaría tener unos ricos pechos.
Separé un poco las piernas.
Al estar hincado sentado en mi tobillos no tuve complicaciones.
Mi verga estaba algo dura por lo que al separar las piernas se me alargó más.
Me la agarré y me la empecé a jalar.
– ¿quieres venirte?, me preguntó en voz baja.
– si, si quiero.
– déjame jalártela.
Tomó mi verga y me la acarició.
– apesar de que eres hombre con aspecto de chica, me gustas con esta verga bien parada.
Giré mi cabeza a la derecha y le di un beso en su mejilla.
Me miró y me dio un beso en la boca.
– estás lindísima, me alagó.
– ¿si?
– si.
Rodeó mi cadera con sus brazos.
Me abrazó el estómago y enterró su cara el mi cabello.
Su verga no paraba de entrar y salir de mi culo.
– vente, termina dentro de mí, le dije.
– ¿quieres eso?
– si.
Lamió mi cuello.
Dios, su lengua me generó escalofríos.
Comencé a brincar en su verga para masturbarlo con mi ano.
– eso, brinca, hermoso.
– ¿más rápido?
– si, más.
Me soltó y me agarró nuevamente de la cadera para llevar el ritmo.
– Aaahhh!!! Eso!!! Que sabroso te entra!!!
– si, me entra bien rico
– vamos!!! Brincale!!!
– Dios!! Siento el culo bien abierto
– si, mi amor.
Te vez hermoso!! Sigue!! Vamos!! Rápido!! Quiero venirme!!
Brinqué más rápido.
Quería que me rompiera el culo.
Quería sentir lo que una chica siente cuando se la cogen por el culo.
Agarré mi verga y me empecé a masturbar con desesperación.
– Jorge!!! Sii!!! Me vengo!! Ya casi!!
– que rico!!! Vente!! Vamos!! Vente dentro de tu nena!!
– Aaahhh!!! Puta madre!!! Siii!!! Aaahhh!!! Yaaa!!! Dios, que rico!!!.
Jadeaba, me abrazó fuertemente.
Dios, sentía su semen dentro.
Tomé la almohada más cercana y la unte en mi verga.
Sentía rico.
Me la jalé más rápido, necesitaba venirme.
– ven, déjame ayudarte, me dijo agarrando mi pene.
Me la jaló con mucha rapidez.
Yen menos de cinco segundos explote de placer.
– Aaahhh!!! Siii!!! Que rico!! Que rico!!!
Mi semen salía.
Cayó sobre mi almohada dejándola húmeda.
Mis ojos miraban por todos lados.
El placer me estaba matando.
– vente bien rico hermoso.
Miré la almohada y vi como estaba bañada de mi espesa leche.
Me sacó su miembro muy despacito hasta liberarme.
– expulsa mi semen, me pidió.
– ¿eh?, ¿cómo?
– sólo hazlo como si quisieras cagar.
– jaja .
no sé.
– vamos, hazlo.
No quería hacerlo por pena pero tener su semen dentro de mi culo era algo que me iba a incomodar, así que lo hice.
Mientras estaba pujando metió uno de sus dedos.
– Aaahhh espera.
– tu sigue
– mmm que rico, me gusta.
Sentí por dentro que algo me escurría.
Y seguro que era su semen.
Retiro su dedo y se lo limpió en la colcha.
– tienes el culito lleno de mi rico semen, hermoso.
– ya, no digas.
Pásame papel.
Me lo dio y me limpié mi colita.
Me senté en la orilla de mi cama.
Se paró, se limpió y se vistió.
Me puse mi calzón y mi pijama.
Decidí guardar la ropa y los cosméticos.
Me senté en la silla de la computadora mirando como se amarraba los zapatos.
Una vez que terminó se acercó a mi y me besó.
– me encantó lo que pasó hoy.
– a mi también, respondí mirándolo a los ojos.
– quiero que seas sólo mía, ¿si?
– pues.
si a ti te parece.
– claro que me agrada.
No importa si te maquillas o no, si te pones ropa de chica o no, quiero que seas mi chica, ¿de acuerdo?
– está bien, ajá.
Su forma de ser conmigo, su forma de tocarme, era algo que me hacía aceptar todo lo que él me pedía.
Acarició mis mejillas con sus pulgares y me jaló el labio inferior con su boca.
– nos vemos en la cena, hermosa.
– claro.
si.
Me acomodé el cabello y me paré de la silla dejándome caer en la cama.
Miré la almohada.
– ¡mierda! Dije.
Le quite la funda y me metí al baño.
La lavé y salí.
– ¡ya llegamos!
– ¡Dios! ¡la cara! ¡las uñas!
Puse seguro en la puerta.
Me desmaquille todo lo que pude.
Salí.
– ¿que hicieron?, preguntó papá.
– .
pues nada, respondí.
– bueno ya dormiremos nosotros.
Descansen muchachos, dijo mamá dándonos un beso a cada uno.
Miré a mi hermano y reí.
– hasta mañana, me dijo en voz baja.
– respondí igual lanzándole un beso con la mano entrando a mi cuarto y él en el suyo.
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