Extraña familia
Este es mi primer relato, estoy abierto a sugerencias y opiniones. Espero que lo disfruten..
Extraña familia
I.
Mi nombre es Daniel, vivo en uno de los tantos municipios del estado de México. Hice mi casa en parte del terreno donde viven mis padres y mis hermanos con sus respectivas parejas e hijos.
Mi hermana Alejandra es la mayor de los tres, se casó con Manuel cuando tenía 21 años y tienen una hija de 20, un año mayor que mi nena. Debo decir que mi hija nació el mismo día que yo, así que coincidimos en cumpleaños, próximamente cumpliré 39 y mi hija Karina 19.
Mi hermano es soltero, tiene la idea de no casarse y ser el “tío borracho y consentidor”, algo que ha cumplido al pie de la letra; mi hija y mi sobrina siempre hablan de lo “buena onda” que es su tío Mau.
Mi trabajo me obliga a estar fuera de casa casi todo el día, básicamente solo llego a dormir. Por lo tanto, el apoyo de mi familia ha sido fundamental para poder educar a mi niña.
Una tarde, después de una junta bastante corta regresé a casa más temprano de lo normal. Tenía ganas de llegar, tomar un baño y descansar de lo lindo. Ya me había imaginado echado en la cama de mi habitación viendo alguna película o algo así; llegar temprano a casa era como un oasis para mí.
Al llegar me encontré con mi sobrina, me pareció extraño que estuviera tan nerviosa, por lo cual le pregunté si se encontraba bien. Ella tartamudeó un poco antes de responder que todo estaba en orden, aunque a mí me parecía todo lo contrario. Sin hacer más comentarios entré a mi casa mientras Naye (mi sobrina) caminaba apurada en dirección contraria. Llamé a Kari. No respondió.
Me dirigí a casa de mis padres para preguntar si sabían por dónde andaba mi hija. Mi sorpresa sería mayúscula al encontrarme de pie en la sala de mis padres frente a la escena más surrealista que me podría haber imaginado. Todos me miraban con una expresión entre susto y vergüenza. Mi padre intentaba abrochar su cinturón al tiempo que mi madre se ponía el sujetador; mi hermano estaba desnudo con su bóxer en la mano izquierda tratando de cubrir su entrepierna; Nayeli parecía que se había quedado petrificada con las manos cubriendo su boca y con una expresión de terror que jamás había visto, mirándome con los ojos vidriosos amenazando con empezar a llorar; por último, mi hija, ella trataba de ponerse el pantalón con mucha dificultad y completamente desnuda de la parte de arriba. ¿Qué estaba pasando?
Yo estaba completamente en shock, no sabía que hacer ni que decir. Todo pasaba como en cámara lenta frente a mis ojos, mi cerebro estaba desconectado y mi cuerpo adormecido, me sentía como drogado.
Salí de ahí y me fui a mi casa, en lugar de caminar parecía que flotaba, no escuchaba nada, no ponía atención a nada, solo caminé y me metí al baño. Me di una ducha algo larga donde me empecé a preguntar muchas cosas. ¿desde cuándo pasa esto? ¿Cómo inició? ¿Alejandra y Manuel saben de esto? ¿no vi las señales? ¿por qué nunca noté nada raro? ¿Qué clase de familia tengo? ¿Qué debo hacer? En ese momento solo quería dejar de pensar, pero al salir del baño me encontré de cara con la realidad. En mi sillón se encontraban sentados mis padres, don Antonio y doña Carmen, que hasta antes de ese momento siempre habían sido el reflejo claro de la responsabilidad, de lo conservador y lo ético. Mi padre siempre regañaba a sus nietas cuando usaban algún pantalón muy apretado o alguna blusa con escote. ¿Qué había pasado? ¿Cómo cambiaron las cosas y por qué? Esa respuesta me la darían en ese momento.
Me senté frente a ellos, pero sin mirarlos, no podía ni quería verlos a los ojos.
- Quiero saber qué está pasando aquí y desde cuándo. Exijo una explicación detallada de todo esto -dije con voz seria y entrecortada, sentía que iba a llorar, pero con el mayor de mis esfuerzos logré contenerme.
- Sí hijo, mereces saber la verdad y te la vamos a decir en este momento -las palabras temblorosas de mi madre dejaban notar el nerviosismo que sentía -Tú no lo sabes, pero desde hace algunos años tu padre ha tenido problemas para tener erecciones, pensamos que se debía a la edad, a sus 75 años ya no es como antes, creo que eso se puede entender. Total, un día regresé de hacer el mandado, tardé más de lo normal porque me encontré con doña Lupe y me quedé platicando con ella. Al llegar no encontré a tu papá de inmediato, así que salí a ver por donde andaba hasta que lo encontré viendo por la ventana del cuarto de Mau, sin hacer ruido me acerqué y me di cuenta que tenía su pene por fuera completamente erecto, no lo podía creer, pero lo que me impactó más, fue que al otro lado de la ventana se encontraban Mau y Kari desnudos teniendo relaciones sexuales. Mi primera reacción fue enfrentar a tu padre por permitir eso y sobre todo por excitarse viendo lo que su hijo y su nieta hacían, pero la erección era igual de potente a cuando era joven. Dejé de pensar, hijo. Aunque no lo creas, a mi edad aún tengo apetito sexual, y por eso aproveché la situación. Esa tarde tu padre y yo tuvimos un sexo tan caliente que no podía dejar de pensar en cómo repetirlo. La única opción sería seguir espiando a Mau y a Kari, pero eran cada vez más discretos y cuidadosos, ya no dejaban ninguna rendija en la ventana y aunque sabíamos lo que pasaba, las erecciones no eran iguales. Fui yo la que tomó la decisión de hablar con ellos y decirles que sabíamos todo. Mi intención era que nos dejaran mirar para después nosotros ir a nuestro cuarto para hacerlo. Tu hermano y tu hija se sorprendieron mucho al escuchar nuestra propuesta, pero aceptaron. Sé que esto es bastante extraño para ti y entendemos si no lo crees, pero por difícil de creer, esto es la verdad.
En un principio todo era así, los mirábamos un rato y después nosotros nos íbamos a nuestra recámara para satisfacernos, era como si estuviéramos en los 20’s otra vez. Sabíamos que estaba mal, pero no podíamos parar.
Una tarde mientras los observábamos, tu padre no se aguantó las ganas y sacó su miembro para empezar a masturbarse, eso a mí me calentó más de la cuenta, siempre los veíamos, pero ellos nunca nos habían visto a nosotros. Era una calentura y un morbo que jamás había experimentado.
Cuando Kari se percató del pene de tu padre no pudo contener la sorpresa. Mau la penetraba con fuerza desde atrás, pero ella no quitaba los ojos de la erección de su abuelo. Yo solo miraba como tu hija se comía a mi esposo con la mirada y eso me estaba encantando, ver a mi hijo penetrar a mi nieta mientras mi esposo se masturba me hizo alejarme de lo coherente y dar un paso más hacia el morbo y lo prohibido. Me desnudé frente a todos, abrí las piernas dejando expuesta mi raja y comencé a meter mis dedos, no recuerdo si alguna vez en la vida había estado tan mojada y tan caliente como lo estaba en ese momento. Le pregunté a Kari si quería probar la verga de su abuelo y no lo pensó, solo me miró y dijo “sí” casi al instante, así que le propuse cambiar pareja. Tu padre y tu hermano me miraron incrédulos, me preguntaron que si estaba segura de eso, parecía que ellos eran los más preocupados, pero tu hija y yo estábamos más que seguras.
Mau sacó su pene de la vagina de Kari y dando unos pasos lo apuntó a mi cara, por su parte, la nena ya estaba de rodillas lamiendo el gordo tronco de su abuelo. Tomé la verga de mi hijo y la chupé durante un rato desde los huevos hasta la punta, estaba vuelta loca, nunca me habría imaginado haciendo algo similar ni de cerca, y ahora sin pensarlo ya estaba cometiendo incesto con mi hijo, mi nieta y mi esposo. Mi corazón latía con fuerza y mi vagina chorreaba. Me fui a sentar al sillón, abrí las piernas y le pedí a tu hermano que me penetrara, el se acercó a mí y levantando mis piernas me llenó con su deliciosa verga. Las embestidas que recibía me hacían gemir de placer, pero yo no era la única que estaba disfrutando, Kari estaba montando a tu padre, que se deleitaba chupando y mordiendo sus tetas, era maravilloso verlo, el pene de mi esposo entraba y salía de la concha de su nieta, tan fuerte que no sé como tu hija aguantó, la verdad es que tu padre tiene un pene bastante grande, nunca lo he medido, pero calculo que serán unos 20cms y de ancho es casi como la muñeca de mi mano. De pronto, noté como se tensó la espalda de Kari y sus piernas empezaron a temblar como si sufrieran convulsiones, la intensidad de su orgasmo debió ser mucho para tu padre, ya que ni un minuto después se estaba descargando adentro de su nieta, y así como Antonio, Mau vació su leche en mi vagina. Sentir el semen de mi hijo inundar mis entrañas me llevó al éxtasis, me vine tan rico que por un momento perdí la conciencia. Después de un rato sentí que el pene de Mau perdía tamaño y se salió dejando escapar gran parte de la leche que me había inyectado con su exquisita jeringa. Kari seguía montada sobre su abuelo recostada en su pecho.
No sabía cuanto tiempo había pasado, pero ya empezaba a oscurecer, así que les dije a todos que debíamos vestirnos porque Naye no tardaría en llegar.
Así fue como empezó todo. Desde entonces lo hacemos regularmente, quizá dos o tres veces a la semana.
Nayeli se enteró hace poco, llegó temprano de la escuela y nos encontró. Nos prometió no decir nada, pero que ella no tomaría parte de esto, así que no hay nada que decirte sobre eso.
Hijo, sé que esto es difícil de procesar y entendemos que estés enojado, a nosotros nos avergüenza la situación y te prometemos que es algo que no volverá a pasar.
Escuché cada palabra que salió de la boca de mi madre sin hacer comentario alguno, quería escuchar toda la historia, pero ellos no me supieron explicar como fue que mi hermano y mi hija empezaron a hacerlo, al parecer en ningún momento sintieron curiosidad.
Estaba pensando en lo que acababa de escuchar cuando la voz de mi padre rompió el silencio.
- Al parecer también te excita la situación- Dijo señalando el bulto que se formaba en mi pantalón. No me había percatado de mi erección ni de la mancha de líquido pre seminal que se hacía más y más grande.
- Este podría ser el pretexto perfecto para que empieces a llegar temprano a casa, sé que no es lo normal, pero esta podría ser una forma de convivir en familia, podrías pensarlo, hijo. Nosotros no haremos nada más si tú no lo aceptas- ¿mi madre intentaba convencerme?
Nunca había pensado en mi madre de manera sexual y mucho menos en mi hija. Mi pequeña había crecido y ya era toda una mujer, su cadera y pechos maduraron al grado de hacer voltear a los hombres por donde pasaba y yo me negaba a aceptarlo.
Desde la muerte de mi esposa me dediqué a trabajar para darle lo mejor a mi hija, no tenía tiempo de divertirme, pero era un precio justo, ya que tampoco tenía tiempo de sufrir por perder a mi compañera. Llevaba cinco años trabajando sin descanso, cinco años que me perdí para ver crecer a mi hija, quizá sea hora de empezar a pasar más tiempo en familia.
- Acepto- esa fue mi respuesta.
- No se diga más- mi padre se levantó de su asiento y salió rápidamente.
Mi mamá se sentó a mi lado y pasó un dedo por la mancha de mi pantalón y se lo llevó a la boca.
- Deja te ayudo con esto amor- dijo mi madre mientras dejaba mi verga al descubierto.
Sentí sus labios rodear mi glande, era la mamada más rica que había sentido en mi vida y me la estaba dando una mujer de 57 años, y esa mujer es mi madre. Yo disfrutaba como nunca, metía mi pene hasta su garganta y ella lo tragaba hasta la base.
- Deberíamos ir a ver que hacen allá- dijo mi madre en un momento que tuvo la boca libre.
Nos pusimos de pie y fuimos a su casa. Yo sabía perfectamente lo que encontraría, pero ya deseaba verlos en acción.
Aun no llegábamos a la puerta y ya se escuchaban los gemidos de mi hija. Al entrar, lo primero que vi fue a Karina hincada en el sillón recibiendo la verga de mi padre, mientras mi hermano hacía fila para poder penetrarla. Caminé hacia ellos y tocando el hombro de mi padre le hice una seña para que no hablara, el entendió al instante y haciéndose a un lado, me dejó el camino libre.
Apunté mi pene a la entrada de mi hija y la penetré de un solo golpe. Sin dejarla reaccionar empecé a bombear su puchita con violencia, ella solo gemía y pedía más.
- ¿Te gusta como te lleno con mi verga, hijita? – dije a la vez que le daba una nalgada que se quedaría marcada en su trasero.
- ¿Papá? – intentó voltear para mirarme, pero se lo impedí tomándola del cabello y jalé su cabeza hacia mí.
- Tengo una hija muy puta, voy a gozar mucho contigo mi amor- susurré en su oído, pero estoy seguro que todos escucharon.
- Sí papi, te voy a complacer en todo lo que me digas, siempre.
Mientras yo cogía la conchita aun apretada de mi nena, mi hermano penetraba a mi madre y mi padre le daba su verga para comer.
Recosté a mi hija en el sillón y levanté sus piernas, su puchita completamente depilada brillaba por lo mojada que estaba, sus pechos suaves con pezones rosados eran más grandes que los de su madre, cosa que ya es mucho decir.
Mis testículos chocaban con sus nalgas a cada embestida y mis manos y boca de deleitaban masajeando, besando y chupando esas maravillosas tetas.
- ¡Me voy a venir papi, me voy a venir!, ¡no pares, me voy a venir!, ¡papi sigue!, ¡papi, papi me vengo! – el cuerpo de mi hija se empezó a contorsionar y su vagina empezó a soltar una gran cantidad de líquido.
- ¡Lléname de leche papi!, ¡termina en mí, te quiero sentir! – mi nena parecía poseída por el placer.
Aceleré mis embestidas y soltando un bufido me descargué adentro de mi hija. Sentía como sus paredes vaginales se contraían como si quisiera exprimir mi pene lo más posible.
Volteé hacia donde estaban mis padres y mi hermano solo para encontrarlos llenando los dos hoyos de mi madre, papá con su enorme verga le destrozaba el culo y Mau inoculaba su néctar adentro de su vagina. Jamás habría imaginado que el ano de mi madre fuera tan tragón.
Don Antonio terminó por llenarle la retaguardia a su esposa y se salió para mostrar el tremendo hoyo que le había dejado.
Todos estábamos agotados, pero felices y satisfechos.
Descansábamos un poco cuando la voz de Naye se dejó oír en la sala para avisarnos que sus padres estaban por llegar. Me lanzó una mirada pícara y salió hacia su casa.
Todos nos levantamos para componer nuestras ropas y echar un poco de aromatizante para quitar el olor a sexo. Hecho esto, mi madre nos invitó a tomar un café que aceptamos con gusto. Después de un rato llegaron mi hermana y mi cuñado, conversamos un poco y luego nos fuimos a nuestra casa.
- Hoy te quedas a dormir conmigo, quiero que me digas como es que empezaste a coger con tu tío – le dije a mi hija apretando una de sus nalgas.
- Papá, te van a ver mis tíos, ellos no saben nada – quitó mi mano de su trasero con una risita nerviosa. – pero sí, me quedo contigo pa. – me sonrío con ternura y entramos a mi habitación.
La historia de como mis padres empezaron a coger con su hijo y su nieta ya la sabía, ahora quería saber como es que mi hermano empezó a coger con mi hija.
Continuará…
Rico relato. Me mojé con solo imaginarmelo
Muy buen inicio y muy morboso. Me gustan este tipo de historias. Mucho suerte. Espero la continuación, por favor no abandones la historia
Excelente relato, muy caliente y perverso…me excitó tanto que terminé masturbándome, espero con ansias la continuación
Hola. Sinceramente sí me gustó tu historia, hay partes excitantes y éso me agrada. Saludos desde la Ciudad de México. ✌🏽
Buen relato. Esperamos la continuación
Excelente relato muy exitante .
Sabes yo soy de México y aunque no he participado si he visto mucho de mi familia me gustaría tener una conversación contigo ahora soy casado y se que mi esposa también práctico el incesto.
Quedó atento a tu respuesta