Fabiola y su hijo 1

Una madre soltera es iniciada en el placer por su joven hijo David.
Capítulo 1

Mi nombre es Fabiola, vivo sola con mi hijo David en la casa que nos dejaron mis padres, trabajo en casa como asesora financiera de una empresa de marketing internacional y con lo que percibo es suficiente para mantener a esta pequeña familia de dos.

Mi pequeño David tiene un carácter un poco serio y tímido en público, siempre ha tenido pocos amigos pero a los que siempre considera más cercanos son a Lucas y Rodri, todos son de la misma edad y estudian en la misma escuela, yo también los considero como segundos hijos ya que desde muy pequeños han venido a mi casa a comer y a quedarse a dormir sin ningún problema, inclusive he creado una gran amistad con la madre de Lucas, su nombre es Diana, es muy linda y más joven que yo por unos 5 años, con una historia un tanto similar a la mía.

El día que David inicio con lo nuestro debí sentirlo venir, soy culpable de que sucediera, él siempre es cariñoso conmigo cuando estamos solos en la casa y nunca lo hacía enfrente de Lucas o Rodri, sin embargo, unas semanas atrás se volvió un poco excesivo con el cariño, se pegaba mucho a mi mientras me abrazaba, bajaba sus manos por mi espalda acariciando mis piernas y trasero, me daba cuenta de sus manoseos, pero nunca le dije nada al respecto lo que pudo dar pie a lo demás.

Siempre que regresaba de clases sin sus amigos Lucas ni Rodri, se quedaba todo el día conmigo, sentado a un lado de mi en el escritorio mientras yo trabajaba, a veces tomaba mi mano sujetándola tiernamente, otras ocasiones tomaba mi muslo, concentrada por mi trabajo no me percataba de eso, pero a veces llegué a sentir su mano avanzar por mi pierna, eso me distraía mucho más pero nunca lo interrumpí en sus caricias.

Nuestro primer encuentro fue un día David que venía regresando del colegio, me encontró de pie acomodando unos expedientes de mi escritorio de la sala de nuestra casa, se acercó por detrás y me abrazó saludándome, yo lo recibí con un saludo normal y continué moviendo mis papeles.

El no soltó su abrazo por buen tiempo, sentí sus manos acariciar mi estómago por encima de mi vestido, al mismo tiempo me daba besos tiernos en los hombros y en el cuello, me sentí rara por ello, pero no le di importancia, después suavemente subió sus manos hasta mis pechos sujetándolos con fuerza. En ese momento me asusté.

Sentía muchas emociones al mismo tiempo, pues mi mente quería que David me soltara, sin embargo, mi cuerpo no se movía de ese lugar, pues al contrario parecía disfrutar de sus besos y fuertes manoseos, trate de soltarme, pero renuncie a mi intento pues deseaba saber que más me haría David.

Se sujetó más fuerte de mis pechos y jaló de mi vestido para arrancármelo de la parte superior, descubrió mis pechos de un jalón rompiendo los tirantes de mis prendas y reanudo el fuerte apretón en mis sensibles pechos, jugueteo con ellos usando ambas manos, me dolía por la fuerza que usaba pero sentía un perverso estimulo en cada apretón que me impedían pensar con claridad, posteriormente levanto la falda de parte de atrás de mi vestido para dejar expuesta mi intimidad trasera y se atrevió a darme unas fuertes nalgadas mientras me sujetaba.

Continuo con sus besos en mi cuello al mismo tiempo que apretaba mis pechos con más fuerza que antes, me daban un gran placer sus actos, emití unos ligeros gemidos que incitaron a mi hijo a hacer más, soltó mis manoseados pechos y se inclinó detrás de mí cubriendo con mi vestido su cabeza comenzando a manosear toda la carne que tenía enfrente, luego sentí su lengua recorrer lo que estaba a su alcance.

Yo estaba paralizada, pero debo admitir que sobre todo estaba excitada, un sinfín de pensamientos cruzaron mi mente, ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué me gustaba? ¿Por qué quería más?

David continuaba sus besos y lamidas debajo de mi vestido con bastante ánimo, no se detuvo en nada para agarrar y apretar mis carnes todo el tiempo, con cada minuto que transcurría yo me entregaba más al placer, separe un poco mis piernas para dejarlo actuar con más libertad, de inmediato él deslizó hacia abajo mi ropa interior y separo mis nalgas para meter su lengua hasta mi vagina. Yo apretaba los dientes y los puños para contener mis jadeos y motivada por el placer me apoye en el escritorio.

Deje de contenerme para dejarme llevar por la situación, podía sentir la humedad y el calor en mi parte baja, para mi sorpresa sentí que mi hijo se atrevió a usar sus dedos, frotaba superficialmente mi vagina al tiempo que lamia mis nalgas, lo invite a continuar usando mis manos para separarlas y David aceptando mi iniciativa introdujo sus dedos en mí, los metió profundamente haciéndome sentir mil soles de calor.

Sentía acalambradas mis piernas y solté un gemido sonoro mostrando que había alcanzado un orgasmo bastante fuerte, el primero en muchos años.

Después de unos minutos David se levantó cuando ya había saciado su sed de mis líquidos, me incorpore junto con él para abrazarlo de frente agradeciendo todo el placer que me había otorgado, luego nos miramos a los ojos, mi hijo se veía nervioso pero satisfecho, su cara estaba empapada de mis líquidos y sudor, no obstante, después se separó de mi súbitamente, salió directo a su cuarto sin decir nada y cerro su puerta.

Yo aún estaba jadeando, me sentía acalorada y sudada, pude ver mi reflejo en el espejo que tengo en la pared, me vi con el cabello un poco despeinado con algunos mechones pegados a mi frente por el sudor, mi rostro estaba muy sonrojado y mi respiración era fuerte porque aún no me recuperaba del orgasmo que recién tuve.

El vestido estaba hecho tirones de la parte superior mostrando mis pechos desnudos, vi hacia el suelo y vi mi sostén tirado en el suelo, revisé la sala completamente y no encontré mis calzones, asumí que David los había tomado cuando me las quito. Debía recuperarlas pensé, pero más importante debía saber que acababa de ocurrir…