Familia Ensamblada – Intro – Primera Parte – Ian
Intro – Primera Parte – Ian.
Me llamo Edu, tengo 45 años, una hija, Pili de 16 años de mi primer matrimonio y estoy casado en segundas nupcias con Andrea, de 41 años quien tiene dos hijos de su matrimonio anterior, Ian de 12 años y Maia de 6 años.
Nos conocimos hace 3 años en una fiesta de casamiento, los dos ya divorciados y desde hace un año convivimos muy felizmente en una gran casa de los suburbios junto a sus hijos todos los dias y mi hija que nos visita de viernes a domingo, conformando una familia ensamblada hermosa y muy feliz. Especialmente durante estos últimos meses cuando, sin premeditarlo, comenzamos a relacionarnos todos de «otra manera».
Andrea es una mujer muy agradable, divertida, siempre de buen humor y además muy hermosa. Es rubia de ojos verdes, de piel siempre bronceada, flaca y no muy alta, de senos pequeños pero con largos pezones, pero con una cola y piernas perfectas. Puedo afirmar que tiene un cuerpo hermoso y sexy como el de una adolescente.
Yo soy alto, de cuerpo atlético trabajado en el gimnasio, pelo castaño y ojos color miel. Buen mozo según la opinión femenina. Soy algo introvertido y tímido, más serio en apariencia. Todo lo contrario a mi mujer, lo que nos complementa bastante bien.
Pero lo que nos une verdaderamente es que juntos descubrimos nuestra sexualidad casi animal, sin límites e infinitamente placentera. Tenemos relaciones sexuales excelentes desde el primer día que nos conocimos y poco a poco fuimos descubriendo nuestros deseos y fantasias más ocultos y liberandolos naturalmente. Pero sobre todo gozando cada vez más hasta lo inimaginable.
Nuestros hijos- Ian
Ian es un chico muy cariñoso y sensible. Alegre y divertido como su mamá, tiene personalidad de líder, lo que lo destaca en la escuela y en los deportes. Es rubio, de tez muy blanca, ojos castaños y muy delgado. De altura promedio para su edad. Lo que realmente llama la atención de él es la belleza de su rostro, casi femenina que contrasta con su actitud tan varonil en general.
Apenas nos conocimos se dió una química especial entre nosotros. Pronto fuimos tan campiches que perecíamos padre e hijo verdaderos. El era el hijo varón que no tenía y yo cumplía el rol de padre que necesitaba ante la ausencia total de su padre biológico que nada se interesó por sus hijos luego de la separación ya que se marchó a vivir al exterior.
Nos divertimos mucho juntos, jugando al futbol, a la play o viendo películas. Y somos extremadamente cariñosos el uno con el otro. Incluso es mucho más demostrativo conmigo que con su madre que lo adora.
Nada pero nada me hacía suponer que esa relación tan pura y afectuosa pudiera llegar a tener otros condimentos. Nunca siquiera se me habian cruzado por la cabeza. Hasta hace dos meses.
Una mañana como todas, luego de llevar a los chicos a la escuela, Andrea y yo volvíamos presurosos a casa para nuestro encuentro sexual diario a solas. También teníamos sexo todas las noches, pero en otras condiciones por la presencia de los chicos. Así que nuestras mañanas a solas eran perfectas y sin cuidados, donde podíamos gritar, gemir, sin ser escuchados, andar desnudos y utilizar cualquier ambiente de la casa para hacerlo.
Nuestra casa consta de tres plantas. En la planta baja se encuentran un gran living comedor, comedor diario y cocina y un parque con pileta. En el primer piso, las habitaciones. La suite matrimonial, con baño y balcón, la nuestra y dos habitaciones más, la de los niños Ian y Maia, con baño compartido.
En el segundo piso se encuentra un gran play room con sillones, una biblioteca y la habitación de Pia, mi hija, que viene los fines de semana regularmente y ocasionalnente pasa toda la semana con nosotros cuando su madre viaja.
Esa mañana la encontré a Andrea en la habitación de Ian. Miraba su compu y yo la tome por detras ya totalmente desnudo y al palo. Ella estaba solamente con una tanguita roja mínima. Giró y me la empezó a chupar vertiginosamente.
Tengo una pija de 20 cm de largo por unos 5cm de ancho, con venas marcadas y el pubis y los huevos depilados, lo que la vuelve loca.
A mi me encantan sus pezones erectos y largos y su concha carnosa y depilada. Pero lo que me vuelve loco de verdad son las cosas que dice y/o me hace decir cuando cogemos.
-Hola mi putita hermosa, como estamos hoy, como la chupas enloquecida, qué pasa? Eh, putita
-Cogéme por favor, cogéme ya!
La levanté de la silla y la tiré en la cama. Le corrí la tanguita que estaba empapada y quise chuparle la concha. Pero no me dejó.
-Cogéme. Metémela toda.
Se la metí toda de una y casi al instante se empezó a acabar toda gimiendo y gritando.
– Más, más, mi amor. Así, así cogeme así. No pares.
Y así seguía acabando una y otra vez hasta que le avisé que le iba a dar toda la leche.
-Querés la leche? Te lleno la concha de leche o te la querés tomar toda, putita?
– Dámela en la boca, acabáme en la cara, ya por favor, dáme la leche, Dámelaa!
Le acerque la verga a la cara y le empecé a acabar. Mucha leche adentro de su boca, mucha leche por su cara y algún chorro iba a las sábanas y la almohada.
Terminamos besándonos apasionadamente como siempre y riéndonos, abrazados.
-Che, boluda, mirá como le dejamos la cama a Ian. Un desastre. Jaja
-Nunca lo habíamos hecho acá. Qué loco…. Le dije, riendo.
En ese instante me percaté que era la primera vez que ella me esperaba en la habitación de su hijo. Y en bolas.
-Te tengo que contar. Me dijo.
-Dale, si siempre nos contamos todo.
-Es que esto es raro.
-Dale, mi amor, nos contamos cada cosa…largá.
-Bueno, hace unos días lo pesqué a Ian haciéndose la paja…
-Normal a su edad..
-Es que no sabés…
-Qué?
-La tiene gigante. Enorme.
-Jahajaj…te impresionó?
No me contestó más nada y ahí comprendí.
La empecé a besar y a chupar toda. Le metí la mano en la concha empapada y a pajearla. Le puse la verga en la cara.
-Te calentó. Decime. Te gustó la verga de Ian, no? Por eso estabas acá en bolas…recaliente, no?
-no no. Gemía
-Sí, te calienta. Te calienta coger en su cama. Te cojo en su cama…Te lo cogerías, no? Dale, puta, confesá, te lo queres coger..
Gemía. La empecé a coger de nuevo. Mientras la cogía le insistía con su hijo, susurrandole al oído
-Soy Ian, ma…te estoy cogiendo toda. Te gusta?
Andrea gemía y gritaba cada vez más
-Querés que te coja Ian?
-Ahhh, sí, sí, sí…
Acabó como nunca y seguía acabando, pensando que se la cogía su propio hijo Ian de 12 años.
Así comenzó todo. Todo lo que nunca imaginamos que pasaría y que està pasando. Ni ustedes pueden imaginar lo que les seguiré contando próximamente.
Nuestros hijos son: Pili de 16, Ian de 12 y Maia de 6.
Somos Eduardo y Andrea y somos muy felices.
Hasta la próxima
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