Fantasia Ii
Recordando mi infancia junto a mi primo hermano. .
Recordando…
– Te acuerdas cuando nos duchábamos juntos? – le pregunté mientras lo enjabonaba.
– Cómo olvidarlo, éramos tan felices – mientras me enjabinaba a mí.
– Yo tenía 10 años y tú 13, es algo que nunca olvidé. Siempre me preguntaba porqué no lo hicimos si tuvimos tantas oportunidades.
– No podía, me sentía responsable, mi mamá y tú mamá me decían que te cuidara, no me atreví a penetrarte.
– Era lo que yo más deseaba, si hasta dormíamos juntos. Yo creo que mi mamá pensaba que lo hacíamos y no le molestaba.
– Pienso lo mismo, mi mamá me decía que te cuidara, que nunca te soltara de la mano. – Talvez cuando sean grandes se casan – me dijo un día.
– Si, yo pensaba lo mismo, que nos casaríamos y tendríamos muchos hijos.
Sus caricias y las mías, los recuerdos habían elevado el nivel de excitación que en un momento estaba dentro de mi, nos besamos y nos mirábamos a los ojos.
– Si, sigue así. He soñado tantas veces con este momento – mientras acariciaba su mejilla y me aplastaba contra los azulejos de la ducha.
Casi no lo podía creer lo que estaba viviendo. En ese momento nada más existía, éramos sólo los dos.
En el baño resonaban mis quejidos, su agitada respiración y sus profundos embates. Después nos quedamos abrazados en silencio sin separarnos.
Terminados la ducha, nos sacamos y nos fuimos a la cama. Encendió un cigarrillo y me lo pasó. Por lo general no fumo, salvo ocaciones especiales. Tomé el vaso de la mesita de noche y bebí un sorbo. Semi sentada me acordé que no sabía nada de él desde que se fue.
– Te casaste ? – le pregunté simulando indiferencia mientras daba una chupada al cigarrillo.
– Si, con una compañera de universidad, canadiense – dijo mirando su cigarrillo. Mi sueño de casarnos había estallado. Pero bueno, es lógico que de casara, como yo lo hice.
– Tienes hijos? – le pregunté.
– Si, un niño de 12, muy inteligente –
– Tu hijo y mi hija son primos. Si viviéramos juntos, tú hijo y mi hija serían como nosotros nosotros fuimos – le dije pensando en revivir lo nuestro con nuestros hijos.
– Si, de veras, no lo había pensado. Dejaríamos que tuvieran sexo? – me preguntó.
– Si, si ellos quisieran. No me gustaría que mi hija pasara por lo que yo viví, un amor inconcluso – dije apretando mis labios.
– Si, me gusta la idea, sólo que lo veo muy difícil –
– Lo sé, hay mucha distancia entre ellos. Pero un día pueden ir a visitarnos –
– Muchas gracias – dije riendo – como si fuera tan fácil – pero muchas gracias – dije besándolo.
Comenzamos a besarnos y la conversación ya me tenía excitada. Me subí y lo monté.
– Ahora déjame a mí, he soñado con este momento – comencé a moverme lentamente, disfrutando cada segundo y cada centímetro. Lo miraba fijamente a los ojos, por momentos los cerraba. Comencé con un trote corto y después me lancé al galope tendido, con mi pelo contra el viento y sentía como volaba, subí más alto que las nubes y estallé como fuegos artificiales. Después comencé a flotar y a descender lentamente hasta quedar pegada a su pecho recuperando el aliento.
– Acabaste ? – le pregunté.
– No, no quise, te veía tan feliz, disfrutándolo que me aguanté lo más que pude –
– Te acuerdas cuando una noche dormimos juntos y me abrazabas por detrás ? –
– Si, nunca lo he olvidado. Tenia una erección y si no fuera por tus calzones te hubiera penetrado –
– Tonto, porqué no lo hiciste ? Lo estaba esperando –
– Pero tú no me dijiste nada –
– Y como te iba a decir, me daba vergüenza decirte –
– Bueno, me lo perdí –
– Y ahora no quieres ? Te lo estoy pidiendo –
– Si, claro, si tú quieres –
Me levanté, saqué su erección que aún tenía en mi vagina y la puse en mi ano, lentamente comencé a sentarme en él. Me dolía un poco, hace un tiempo que mi esposo no me lo hace anal, por lo que he peedido la costumbre. Pero se sentía genial sentir como iba entrando. Por suerte los jugos de mi vagina lubricaron la penetración.
– Te gusta ? – le pregunté cuando había entrado todo. Tenía mis rodillas dobladas y levantadas para que el tuviera una visión completa de mi vulva y su miembro dentro de mi.
– Si, está genial y te ves hermosa –
Lo besé y comencé a moverme, el siguió mi ritmo aumentando la intensidad. Mis nalgas chocaban contra su pelvis como un aplauso. Siempre me ha gustado la penetración anal y ahora con mayor razón ya que era otra fantasía cumplida. De hecho cada vez que mi esposo me lo hacía anal, pensaba en mi primo esa noche en la playa, cuando dormimos juntos.
– Espera, ponte en cuatro – me dijo.
Me levanté e hice lo que dijo, me tomó de las caderas y de un empujón lo metió a fondo. Sus estocadas y sus quejidos me indicaban que lo estaba gozando. Finalmente comenzó a descargarse y eso gatillió mi orgasmo, un orgasmo anal como ninguno antes. Incluso ya se me estaba olvidando como eran.
De nuevo a la ducha y vueltos a la cama. Otro cigarrillo y otro trago.
– Está amaneciendo – dije.
– Si, y no quiero irme –
– Yo tampoco, estaría acostada todo el día contigo –
– Si, yo también –
– Pero tengo una hija que me debe estar echando de menos – dije.
– Y tú esposo? ¿ Qué le vaa a decir? –
– Nada, no tengo que decirle nada. Que haga lo que quiera, me tiene sin cuidado. Hace tiempo que mi matrimonio no viene bien –
– Lo entiendo, a mí me pasa lo mismo. No sé si mi esposa es así o todas las canadienses son iguales –
– Cómo son ? – pregunté intrigada.
– Ella es algo fría, le preocupa más la casa y mi hijo que yo. Ya casi no nos bañamos juntos como antes, ahora se ducha con el niño –
– Pero está bien, alguien tiene que poner orden en la casa, a mi me pasa lo mismo y aveces me ducho con mi hija. La ducha es en ese momento un lugar único e íntimo. Mientras la enjabono le preguntó de sus sentimientos y sus necesidades. Aveces se ducha con mi esposo, entonces le pregunto cómo son esas duchas con él, si algo le molesta, lo que sea quiero que me lo diga. Aveces una niña se enamora de su padre y si se ducha con él, pierde las distancias –
– Si, en realidad, no podría ducharme con él y enjabonarlo, mejor que lo haga su madre, ella verá lo que es mejor para él –
Siempre una madre mira por lo mejor para sus hijos, sea lo que sea –
– Bueno, la última y nos vamos, probablemente no nos veamos nunca más – le dije besandolo.
A pesar de que la última no fue tan apasionada como las anteriores, estuvo muy buena y muy conversada. Me dijo que cuando quisiera me mandaba los pasajes para mi y mi hija. Que tenía una habitación disponible para cuando quisiera.
Eran cerca de la 9 de la mañana cuando me dejó en la puerta de mi casa.
Continuará…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!