Fimosis
Algo que nunca pensé que tendría las consecuencias que tuvo..
Soy una mujer pensionada desde hace algunos años. Vivo tranquila al cuidado de mis nietos y como tengo tiempo libre, decidí contar mi historia. Obviamente todos los lugares y nombres si es que es necesario para el relato, están cambiando.
Inicio en el sexo.
Conocí al que sería mi esposo en el colegio. Para mí era el chico más guapo, tenía 18 años y ese año terminaba la secundaría. Yo tenía 15 años y comenzaba la secundaria ese año. Creo que nos enamoramos desde el primer día que nos conocimos. Pero no fue has tres meses después que acepté ser su novia porque tenía reputación de tener varias chicas.
Nuestro amor fue creciendo y sería por la edad y las hormonas, que la pasión fue ganándole espacio al amor. De los besos y los abrazos pasamos a las caricias íntimas. Buscábamos lugares solitarios o nos escondiamos para liberar nuestra lujuria.
El verano fue ideal para eso, teníamos tiempo libre y el deseo fuerte. Le gustaba que lo masturbara y a mi me gustaba hacerlo. Usaba faldas cortas y amplias de manera que estando abrazados no se notara que tenía su miembro por debajo de mi falda haciendo presión contra mí ropa interior, que era lo único que impedía la penetración.
La primera penetración fue anal, estábamos en una fiesta semi oscuro, el estaba apoyado contra una pared y yo delante de él y entre sus piernas seguía el ritmo de la música con su miembro entre mis piernas. Como mi falda era amplia y a medio muslo, casi a oscuras nadie se daba cuenta.
– Bájate los calzones – me dijo.
– No, delante de todos? –
– Sólo un poco, no se van a dar cuenta –
Metí una mano bajo la falda por u lado y bajé un poco el calzón. Hice lo mismo con la otra mano y me quedó a media nalga. Empujó su pene entre mis nalga bajando otro poco en calzon y así nos quedamos.
Miraba hacia todos lados por si alguien se había dado cuenta y nada. Comencé a seguir el ritmo de la música y su pene resbala entre ellas y me producía un gusto rico y un cosquilleo en mi año.
– No vayas a acabar y me dejes toda chorreada – le dije mientras lo masturbaba con mis nalgas. Se sentía muy rico el movimiento al compás de la música.
De pronto sentí la presión y un pequeño dolor en mi año, su pene se estaba abriendo camino.
– Me duele – le dije al oído.
– Relájate y sigue la música –
Intenté relajarme, pero cada centímetro me dolía, cerré los ojos y respiré profundamente. Aguanté hasta el final. Sentía mis nalgas pegadas a su pelvis y su pene profundamente dentro mío.
Comenzó a moverse al ritmo de la música y yo lo seguí.
¡ toma ! ¡ toma ! ¡ toma !
Decía la canción y cada ¡ toma ! Lo metía a fondo, después lo sacaba y al otro ¡ toma! Nuevamente a fondo. Ya me estaba gustando cuando sentí un gruñido y que me llenaba las tripas y la canción seguía con el ¡toma! ¡toma!
– Te lo voy a sacar y tú aprieta tú potito y te vas al bañó –
Cuando lo sacó apreté cachete, me subí los calzones y me fui al baño. Después de botar sus jugos, me limpie, me lave, me peine y salí del bañó.
De nuevo en la fiesta estábamos igual, sólo que ahora no sentía su dureza.
– Te gustó? – me preguntó
– No se, pero no estuvo mal. Y a ti te gustó –
– Si, estuvo genial –
Después de un rato comencé a sentir su dureza que me hacía cosquillas en mi ano. ¿ lo quiero de nuevo adentro? Me pregunté. Con el ritmo de la música, aunque era otra canción lo demás era igual, sentí deseos de hacerlo de nuevo, talvez ahora sea mejor.
Pero varias chicas comenzaron irse, a otras las vinieron a buscar y otras se fueron con sus novios. Ahora quedaban más hombres que mujeres, había más espacio y se iban a dar cuenta. Se sentó en un sillón y me senté arriba de él. Seguia el ritmo de la música y cada vez me gustaba más la idea de tenerlo adentro.
– Vayamos – dijo
Me levanté y el se levantó y nos fuimos. Caminamos abrazados. En un lugar oscuro nos abrazamos y nos besamos, sus manos acariciaban mis nalgas.
– Te gustó – me preguntó otra vez.
– Sí, estuvo rico – le dije, a medida que pasaban las horas me gustaba más.
– Me pica mi potito – le dije.
– No! Saca tu dedo – había metido un dedo en mi ano.
– No te gusta ? –
– Si pero en la calle no –
Llegamos a mi casa, nos despedimos y me entré. En la cama acariciaba mi potito pensando en la experiencia pasada, en un momento metí un dedo y lo moví lentamente, se sentía rico. Como será tener un orgasmo anal? Me pregunté, había oído hablar de eso pero nunca me imaginé tener un pene en el año. No es malo. Me dije a mi misma acomodándome para dormir.
Me gusto leerte, ojala continúes con la historia, un beso